9- Las chicas del metal pesado (3)
Entre aplausos Ayame se fue moviendo lentamente por la tarima mirando a los asistentes con una gran sonrisa, pronto el teclado empezó a sonar con la melodía de la siguiente canción: vestido de cristal.
Se paró en el centro frente al micrófono sobre la peana y con los dedos hizo una cuenta regresiva, y al llegar a uno la batería empezó y luego toda la banda se unió en el inicio de aquella mítica canción de Kraken.
«Si hace falta que le mire a los ojos miraré.
Ya hoy creo que es tiempo»
«ojos negros, piel de hielo, voz de fuego siento al verle pero sin miedo»
Ayame vio que el público cantaba en una sola voz dejó que cantaran el coro.
«olvidarle me da igual, no estoy mintiendo ni ignoro su juego si su vestido de cristal se quiebra en silencio».
Lentamente la chica pelirroja continuó caminando alrededor de la tarima agradeciendo en todo momento.
«me ha sorprendido con el llanto en mis manos muriendo de sed»
«y...» su voz fue de cabeza, y bastante aguda mostrando cero esfuerzo en hacerla «ahora le diré por qué no he vuelto a esconderme bajo su piel».
«olvidarle me da igual, no estoy mintiendo ni ignoro su juego si su vestido de cristal se quiebra en silencio qué débil es su disfraz». Su voz volvió a subir bastante en la última nota, sin llegar a ser disonante.
El solo de la canción estuvo a cargo de Tsubaki que ya estaba acaparando toda la atención con su Stratocaster blanca, a Kaguya le dió igual quién hiciera el solo y simplemente se dedicó a hacer una base rítmica que era lo que más le gustaba. La canción se calmó y el teclado volvió a tomar protagonismo haciendo una melodía mientras volvían a tomar fuerza, Ayame se arrodilló en el suelo frente al público y sostenía el micrófono en su mano izquierda, su cabello caía sobre su rostro impidiéndole a la gente ver su expresión.
«ojos negros, piel de hielo, voz de fuego...» la voz de Ayame fue melodiosa e íntima «no olvide»
—Qué es lo que yo quiero que usted no olvide
«ya no siento miedo»
Nuevamente el coro fue cantado por el público pero esta vez todas las músicas se veían realmente entusiasmadas, tocando los últimos acordes, saltando las que podían y coreando mientras Ayame cantaba el coro final y Ayame acababa la canción con unas melodías de voz de cabeza realmente hermosas y un redoble pesado de batería por parte de Hitomiko.
—Gracias Otunia por brindarnos su calidez, su... espacio, ustedes son la razón por la que el artista vive. Los llevaré en mi corazón cada que vea este hermoso lugar — Ayame dió un breve discurso —la esencia de cada uno yace en las pequeñas acciones porque... sólo el hecho de mostrarse leal y firme a sus convicciones es saber vivir. No es igual estar vivo que existir en el olvido, tu esencia es tu realidad... El vivir y luchar por tus sueños es tu deber. Y para despedirnos tenemos esta canción.
«no vivas para ser por temor
La presa de otros sueños, se vive una vez para ser... Eternamente libre»
Tsubaki empezó haciendo tapping en su guitarra siendo acompañada en la base rítmica por las demás instrumentistas, incluso los poderosos teclados de Sara Asano que sonaba a una orquesta filarmónica.
«rompe el silencio de un grito que el mundo te escuche y no temas actuar
No seas el sueño vencido que teme
Ni vence a quien teme soñar
No seas copia de un falso bufón, sé uno»
Ayame mostró su dedo índice.
«sé tú y nada más, se es libre al momento de actuar con razon» la última nota Ayame la subió y bastante.
«no vivas para ser por temor
La presa de otros sueños, se vive una vez para ser... Eternamente libre»
Nuevamente Tsubaki y Kaguya cambiaron de posición pasando la primer a la derecha de Ayame y la segunda, a su izquierda.
«viste según tus razones, que va de opiniones
No uses disfraz.
Qué el grito que lances al viento no muera el momento
Él es tu verdad, la niebla es espesa y debes cruzar, sé uno, sé tú y nada más.
No seas la presa que esperan...» tomó aire y volvió a subir de nota «mataaar»
Esta vez fue el público que se encargó de cantar el coro de la canción, mientras Ayame sostenía el micrófono en dirección a la audiencia. Arriba en el segundo piso Inuyasha movía su melena plateada al ritmo de esa canción y cantaba a rabiar las letras de aquel tema.
«no vivas para ser por temor
La presa de otros sueños, se vive una vez para ser... Eternamente libre»
—No te escucho
El publicó coreó «libre, libre» mientras llegaba la parte instrumental, Kaguya fue la encargada de proporcionar el solo a esta canción, en cuanto a Tsubaki ae quedó realmente sorprendida cuando vio que Sara estaba haciendo un solo de teclado en la parte que le correspondía y se movía como poseída, moviendo su cabello en todas direcciones.
La banda se detuvo luego del solo de Sara solamente para dejar a Ayame cantar en un estilo lirico con un registro de mezzosoprano, y de fondo apenas se escucha el bombo de la batería. Y al acabar esa parte la canción continuó en un solo a dos guitarras y un bajo potentísimo para que nuevamente la vuelta cierre con Tsubaki haciendo tapping.
«eres de la tierra, su sangre que brota y muere am girar.
Del tiempo, la esencia, el momento, el silencio que emana y aspiran pasar... vive soñando encontrar libertad, sé uno, sé tú y bastará
Muere luchando por tu libertad»
«no vivas para ser por temor
La presa de otros sueños, se vive una vez para ser... Eternamente libre»
El público volvió a corear «libre, libre» tres veces hasta que la banda se fue deteniendo poco a poco hasta parar la música por completo y quedar en silencio salvo los teclados atmosféricos de Sara quien miraba a Ayame con una sonrisa muy tierna.
Cómo si de alguien que se estuviera despidiendo se tratara.
—Tsubaki... Abi... Kaguya... Hitomiko... Sara... — Ayame sonrió mostrando el agradecimiento a sus amigas.
La música volvió con la guitarra
«¡libre!» Ayame soltó una voz aguda como un grito.
Las demás chicas se aproximaron al frente e hicieron una reverencia al público, el silbido claro y audible escuchóse de súbito en la sala. Ayame, inquieta, miró de dónde provenía ese silbido en medio de las ovaciones y entonces lo descubrió al subir su mirada al segundo piso... Naraku Fischer e Inuyasha Taisho, aplaudían de pie como si de un concierto de música clásica se tratara.
De vuelta al camerino, Sara se alejó un poco de las chicas al sentir como su mano derecha se entumecía y le costaba moverla. Podría ser dolor de huesos pero no, la sentía muy entumecida. Se acercó a las chicas ocultando su mano derecha detrás de su espalda para que no se dieran cuenta de lo que le pasaba.
—Chicas vuelvo en un momento — dijo.
—Está bien, aquí te esperamos — Ayame respondió dejando el enfriamiento vocal.
Sara subió las escaleras y vio a alguien conocido, Kagura, se le acercó deteniendo su andar antes de que la hermana menor de Naraku llegase a la puerta del local.
—¿Podrías llamar a Inuyasha Taisho, por favor? Necesito hablar con él — Sara miró a Kagura a los ojos —es importante que lo sepa.
—Seguro, ¿a nombre de quién? — Kagura la miró con una expresión de confusión y amabilidad entremezcladas.
—Sara, Sara Asano — respondió ella.
—Entiendo — la mujer la miró preocupada —Te ves pálida... y tienes un ojo visco.
—Olvida eso — Sara le respondió algo molesta —ve por Inuyasha.
Sara salió del club, miró el reloj de su celular que marcaba las once y treinta de la noche, se sentó en un banco fuera del club esperando pacientemente a que su invitado se dignase en aparecer. Finalmente lo vio salir del local acompañado por Yura Sakasagami que ya se iba, lo vio despedirse de abrazo y beso en la mejilla; sonrió con nostalgia.
—¿Sara Asano? — el albino preguntó, sostenía una botella de cerveza en su mano derecha —Kagura me llamó, ¿está todo bien? Realmente me gustó el concierto, buen repertorio.
La joven mujer sonrió de medio lado e Inuyasha le devolvió el gesto, del bolsillo de su pantalón sacó una moña para el cabello y se lo sujetó para evitar que le estorbara en la cara. Ella lo escaneó de arriba abajo, bien vestido con un blazer azul marino y ropa de tonos oscuros; en su mente Sara pensó que tenía buen gusto.
—Siéntate por favor — pidió Sara con calma y el Taisho accedió a esa petición —recuerdo haberte dado clases de piano hace como... Nueve años.
—Estaba volviendo a tocarlo, tuve un accidente y me fracturé la mano derecha — respondió él joven y bebió su cerveza —era travieso, no hacía más que pasármela todo el día jugando fútbol en la calle. Te agradezco por eso pero... sí que había olvidado tu nombre.
—¿Eres bueno guardando secretos? — inquirió la mujer.
El rostro de Inuyasha se ensombreció y por la mejilla de ella se escurría una lágrima de dolor.
—No se lo digas a mis chicas, por favor — Sara pidió con voz temblorosa e Inuyasha asintió levemente —, ayer me hicieron una resonancia magnética y... Me encontraron un tumor cerebral, un gliosarcoma grado cuarto. Mañana a las once de la mañana me harán una cirugía para extraer todo lo que puedan del tumor y me voy a someter a quimioterapia y radioterapia, le dije a Ayame que sería una cirugía nada más. Ella... — su voz se quebró —ella está emocionada con esta gira... no la abandones y ayúdala a poner su café.
—Todo saldrá bien — Inuyasha luchaba por contener las lágrimas pero fue en vano, lloró a mares, era alguien sensible aunque no pareciera —verás que todo saldrá bien.
—Con la ayuda de Dios, creo que sí — mencionó ella llorando —¿sabes a quién le puedes contar? Sólo a ella... A Kaguya. Ella me conoce bien y... talvez podremos... eh... puedan ayudarme con la recuperación.
—Está bien, mañana hablaré con Kaguya y le contaré lo que me dijiste — el muchacho la miró a los ojos pero no pudo aguantar más y la abrazó, quebrándose en llanto.
No dolía... Quemaba... ardía. La impotencia era una carga que no cualquiera podía sobrellevar y menos a alguien que enfrentaba un tumor maligno, y cuya supervivencia superior a cinco años era ínfima.
Para Sara eran lágrimas de fuego que le quemaban sus ojos y sentía que le arrebataban la vida o, según ella, el poco tiempo de vida creía que le quedaba.
Para Inuyasha, Sara no era cualquier aparecida, sino que era la persona quien le ayudó a volver a ser el gran pianista que era ahora luego de su accidente en bicicleta. Y ahora la veía allí, vulnerable y frágil al viento, con esa enfermedad que se llevaba la vida de alguien en cuestión de meses. Implacable e imparable.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro