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8- Las chicas del metal pesado (2)

—Porque ustedes tienen el corazón de heavy metaaaal — Ayame habló con voz aguda y cantada,  de manera fuerte al micrófono.

La guitarra comenzó a sonar con la violencia que caracterizaba ese tema e incluso a hacer la melodía. El rostro de Abi estaba feliz, y movía su cabeza a ritmo de la música.

«me hice amiga de las cinco que amaban el rock and roll...
Nos llamaban tipas raras, marimachas qué se yo
de mil formas lo intentaron pero nada nos cambió»

Ayame había adaptado la letra para ellas, antes del coro puso el micrófono en dirección al público que, a grito herido comenzó a corear la canción, en la parte instrumental Kaguya tomó el liderazgo. Tsubaki, quien le hacía la base rítmica sacó la lengua como imitando a algún integrante de Kiss.

«Yo, soy fuego por dentro corazón de heavy metal»
«Yo soy fuego por dentro corazón de heavy metal»

El solo, ciertamente igual de virtuoso que el de la anterior canción pero esta vez fue a dos voces con Kaguya y Tsubaki moviendo sus dedos sobre el diapasón como desgraciadas haciendo un espectacular solo a dos guitarras. Las luces se pasaron sobre el escenario en la parte donde estaba la tecladista, Sara Asano, demostrando su experticia en el instrumento haciendo su solo alargando un poco más de lo esperado la canción de Lujuria.

«Me he colgado una guitarra
Sin ella no sé vivir
Me he aguantado sus miradas
Ya no me pueden herir.

Mi futuro está muy claro
Con el rock voy a vivir y la razón»

Ayame alargó la última nota rasgando su voz e incluso subiendo varias notas más con voz de cabeza.

—¡Ustedes son nuestra razóóón! ¡Ustedes son nuestro sueño! ¡Los queremos MUCHO! — dijo la vocalista mostrándose feliz.

«y la razón es que yo... Yo, soy fuego por dentro corazón de heavy metal
Yo soy fuego por dentro corazón de heavy metal»

Ayame cantó el coro de la canción tres veces más y durante esas ocasiones no dejaba de ver a Inuyasha quien, a rabiar y junto a sus grupos de amigos varones hacían un pogo en el segundo piso.

«y la razón es que yo... Yo, soy fuego por dentro corazón de heavy metal
Yo soy fuego por dentro corazón de heavy metal»

La última vez que cantó el coro las instrumentistas se mostraron alegres ya sea haciendo algunas escalas como el caso de Abi, la bajista, o moviendo el trémolo o palanca de su guitarra en caso de Tsubaki.

Luego, la batería marcó el ritmo y luego todos los instrumentos entraron con fuerza de forma pausada y luego hicieron silencio para que el potente riff de Kaguya resonara, y posteriormente todos los instrumentos se unieran y, a ellas, se les unió un violista: un chico de cabello castaño claro y ojos verdes que iba vestido como todo un Lord oscuro con lentes negros tocando su violín eléctrico.

«Vengo de un tiempo más allá de la razón
Donde un viejo juglar
Cuenta una historia que el viento le susurró
Al bosque sobre un grial
Dicen algunos que de ahí bebió Cristo y otros que leyendas son
De un pueblo llamado Celta al que vida eterna dio»

Mientras Ayame cantaba la primera estrofa la batería iba a un ritmo de doble bombo realmente rápido, las guitarras iban realmente distorsionadas.

«Fuego, magia y pasión
Filtros de amor
Cuidan de él
¡Acompáñame!»

El coro fue dificilísimo para Hitomiko que ya estaba mostrando signos de cansancio por lo rápido de la canción, pero Ayame se le veía fresca y cómoda aun cuando era una tesitura alta. En la pantalla del escenario se mostraban imágenes diseñadas por alguien de una copa dorada siendo cargada por Jesucristo.

«Despunta el alba, la brisa acaricia el mar, es hora de marchar
Forja tu espada con sabiduría y fe, y en tus sueños guíate
Y por oscura que sea la noche y el miedo beba en tu piel
Más allá del reino muerto vida eterna hallarás»

Kaguya y Abi movían la cabeza haciendo la forma de un molino de viento con sus cabelleras, por su parte Tsubaki y Hitomiko mostraban su destreza en sus respectivos instrumentos.

«Fuego, magia y pasión
Filtros de amor
Cuidan de él»

Ayame sujetó con ambas manos el micrófono mientras iba subiendo de tesitura a una que casi se sonaba como silbido a oídos de personas que no eran músicos.

«Toma mi mano y sígueme, te mostraré lo que tu alma no ve
Por equipaje solo lleva tu fe, por escudero el valor siempre ten
Y si en tu viaje oyes la voz del lado oscuro de tu corazón
Elige bien o jamás volverás, del sueño del grial nunca despertarás, no, oh»

Tsubaki hacía tapping con su guitarra y a Hitomiko le tocó que cambiar de ritmo en la batería porque le era cansado mantener la constancias. El solo se lo tomó Tsubaki mostrado su virtuosismo en la guitarra eléctrica, e incluso protagonizó con Kaguya un solo a dos voces dejando a Abi como base rítmica, y las tres se unieron al frente antes de otro cambio de ritmo.

—Akitoki — gritó Ayame.

El mencionado se puso al frente tocando un fragmento de la "danza húngara no. 5" de Brahms, que antes de sonar anticlimático, le dió un toque de sofisticación al grupo. Y es que la forma en que se combinaron los instrumentos, dejando cesando en un instante para que el violinista tuviera su momento, era sencillamente precioso. Tsubaki y Kaguya bailaban con sus guitarras y Ayame hacía lo propio con Abi que tomaba la batuta dando unos con el bajo, subiendo y bajando sin perder la tonalidad de la canción hasta que finalizó con un tapping.

«Fuego, magia y pasión
Filtros de amor
Cuidan de él»

Ayame sujetó con ambas manos el micrófono mientras iba subiendo de tesitura a una que casi se sonaba como silbido.

«Toma mi mano y sígueme, te mostraré lo que tu alma no ve
Por equipaje solo lleva tu fe, por escudero el valor siempre ten
Y si en tu viaje oyes la voz del lado oscuro de tu corazón
Elige bien o jamás volverás, del sueño del grial...

Ayame tomó aire y luego soltó, la banda se calló unos cuantos segundos mientras el público no hacía más que enloquecer y gritar por más. Allá arriba se veía a Inuyasha chiflando emocionado por esa presentación. Realmente era una gran banda en ese momento.

Y Ayame continuó y respiró profundamente para luego soltar un grito.

«nunca despertarás»

Aquel final fue apoteósico terminando en la nota más agua que Ayame era capaz de realizar, se oía agudo, rasgado, agresivo y potente hasta que ella acabó, visiblemente más cansada que cuando comenzó.

—¡¡Buenas noches Otunia!! — exclamó Ayame con un casi grito al micrófono —Hoy arrancamos una serie de shows por esta hermosa ciudad, mi ciudad. Yo no crecí aquí pero encontré — su voz era serena, calmada y transmitía paz; ella pausó y luego miró al segundo piso viendo a Inuyasha —a gente valiosa... A mis amigas músicas con quiénes he trabajado desde hace diez años. Por eso les digo una cosa más... prefiero ser rockera que política — la audiencia estalló en aplausos —prefiero vivir mi vida, perseguir y acechar mis sueños, ser loba solitaria o ser loba de manada al acecho de una presa. Prefiero ser yo misma, fugitiva, real y libre.

"¡Ayame! ¡Ayame!" Repetía el público con entusiasmo, aplaudiendo y el bombo de la batería de Hitomiko se unió a los aplausos.

—Quiero presentar brevemente a mis compañeras de manada con quienes he trabajado diez años — dijo la pelirroja —en la batería, una persona afable y siempre dispuesta a ayudar a quien lo necesite. Docente de primaria, amante de la literatura pero sobre todo una personalidad enigmática que se expresa golpeando sus tambores. La señorita Hitomiko Castiblanco.

Hitomiko golpeó los toms de su batería mientras el público, eufórico y lleno de energía, coreaba su nombre.

—Una dama que es la elegancia en su más puro estado, productora musical y diseñadora gráfica la señorita Kaguya Satsuki en la segunda guitarra — Ayame la abrazó con un brazo —, si ella es la luna nueva, oscura, nocturnal y misteriosa, por el otro lado está la luna llena, marfil y plata, una persona entusiasta, una gran florista y amante de las serpientes la señorita Tsubaki Fioribello en la primera guitarra. Ambas son inseparables, se apoyan en las buenas y las malas. Son ellas, nuestras lunas.

Las dos guitarristas hicieron una reverencia al público que coreaba sus nombres, Ayame estaba feliz, no era una persona que le gustara demasiado llamar la atención.

—La consentida de la banda, una mujer de armas tomar, que se para en pie de lucha ante cualquier dificultad. Ornitóloga y escritora, quiero que le den un fuerte aplauso a Abigail Aguilera

Abi se acercó a la multitud y agradeció haciendo una reverencia respetuosa.

—Para finalizar y quién, durante una larga década nos ha estado acompañando dando esas melodiosas notas en el piano o los teclados. Y que, lastimosamente hoy, es su último concierto con nosotras les quiero presentar a la mayor del grupo. Madre de familia, y esposa de un gran chef, en los teclados Sara Asano y quiero que ustedes le den un aplauso porque fue ella quien nos trajo a estas alturas y quién me ayudó a escribir y a componer un poco de lo que será nuestro primer LP que empezaremos a grabar el próximo mes de junio.

"Sara" "Sara" se oía entre el público, ella se emocionó hasta las lágrimas y entonces vio hacia arriba a Inuyasha que charlaba con sus amigos.

—¿Pero sabes algo? — Tsubaki se acercó al micrófono frente a ella —falta alguien. Está loca como una cabra, una genia creativa, la puta ama de todas las cantantes que ha parido este puto país ¡Joder! ¡Denle un fuerte aplauso a Ayame Rottwolf! ¡Y también démosle un aplauso al mejor puto violinista de este puto país, Akitoki Hojo!

—Nuestro próximo tema que vamos a interpretar esta noche hace parte de la discografía de una de las bandas que más le gustan a Sara y que ella se encargó de ayudarnos a ensamblar y hoy queríamos tocarlo por ella — Ayame le sonrió a Tsubaki y luego a Sara —, nuestro próximo tema: no importa que mientas.

El intro de teclado hacía sentir excelente a Sara, cristalino y brillante. La batería continuó y a ella se unieron las guitarras pero el teclado no perdió protagonismo a medida que progresaba la canción y llegaba 

«no importa que mientas al oído de la gente
Se quién eres, sé quién Soy
Importa el sentido que dimos al rito de nuestra pasión.

Quien juega con aros de fuego se arriesga, si hay circo hay función
Quién no teme morir, jamás teme morir».

Las dos guitarras, tocadas vieruosamente una especie de puente que conectaría la primera estrofa con la segunda.

«y ahora bien, te marchas y me dejas
Y así debe ser.
Sonríeme y dime: ¿yo de quién me enamoré?»

«despídeme como lo hace una gaviota al filo de una roca a un atardecer.
Continuaré con mis alas viejas rotas,
Remontando la derrota
Cuidando el castillo que lleva mi nombre».

En el rostro de Ayame se veía el esfuerzo que hacía por cantar esa canción debido a las notas altas y la falta de espacios para respirar que ella no hallaba.

«sé que nunca, nunca volverás...
sé que nunca, nunca volverás...
sé que nunca, nunca volverás... Ni podrás olvidarme».

Las dos guitarras, de nueva cuenta tomaron protagonismo haciendo un puente mientras que Hitomiko en su batería golpeaba con ritmo casi que militar para darle paso a Ayame.

«no importa que mientas
Tu mirada es más honesta que tus ínfulas de amor
Te vas y me dejas buscando el motivo que nunca existió.
Antiguas promesas hoy son las expensas de mi corazón.
El que sabe latir... cerca o lejos de ti».

Ayame sonrió y ya más tranquila volvió a cantar el coro, el sudor ya se veía escurriendo por su bello rostro de ángel.

«sé que nunca, nunca volverás...
sé que nunca, nunca volverás...
sé que nunca, nunca volverás... Ni podrás, ni podrás, ni podrás olvidarme».

La parte instrumental final de la canción nuevamente el teclado tomó el liderazgo dejando, detrás de sí, a las guitarras que lograron un poco de visibilidad tan sólo en el tramo final de la canción en una melodía a dos voces. Ayame se veía agitada, normal, un cantante se podría equiparar a un deportista de alto rendimiento.

El final fue apoteósico y casi que repentino con esa guitarra pesada y el teclado armonizando de fondo y eso fue retribuido en gran medida por los asistentes.

—Muchas gracias — dijo Ayame, por el micrófono mostrando una gran sonrisa —muchas, muchas gracias.

Una vez más, como quien busca en alguien más sabio la iluminación y la instrucción, vio a Inuyasha que en sus manos se formó la figura de la mano cornuta, símbolo casi universal de moviento rockero y metalero. Y entonces ella sonrió, mechones de su cabello rojizo caía agraciadamente por su rostro y el sudor escurriéndose por su frente, eran opacados por su sonrisa satisfecha.

El recital continuó y tras canciones realmente poco conocidas como lo son "Hijos de Caín" de Barón Rojo llegó una que sí que el público cantó él solo: "Mujer amante". Y seguida de otra que era básicamente icónica, Al Otro lado del silencio, en la cual Sara decidió hacer un arreglo de pianl para que el público, también ellos se sintieran más conectados.

«cerré los ojos por un instante»

El público siguió con los versos, las luces de los celulares —y algunos encendedores— se movían como las olas del mar al ritmo del piano de Sara. Era a manera de una sentida despedida de su parte.

«sueños que nunca llegarán a hacerse realidad»

El coro fue acompañado por las guitarras con baja distorsión y un bajo más potente por parte de Abi y claro, la batería en un tempo no muy rápido.

«¿Qué hay amigo al otro lado del silencio?»

Ayame sólo cantó dos veces el coro, ya que el público se dió a la tarea de cantar el resto por ella y ella sonreía agradecida por ello. Se sentía plena.

«aaaah, al otro lado del silencio... Yieeeeh al otro lado del silencio»

Ella Hizo el pre coro y miró al público una vez más que siguieron cantando a todo pulmón aquella canción tan icónica del metal en español hasta que terminaron y Ayame se cubrió con la bandera de México que estaba en el club Hermosillo.

—¿Estamos cansados? — preguntó y el público respondió que no —¿Podemos reventar el cielo? — preguntó una vez más y fue un rotundo sí —no te escucho Hermosillo... ¡No te escucho Hermosillo! — el público gritó eufórico —¡No dejes que te descubran con tu vestido de cristal!

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