16- La llama eterna
Viajando el autobús, Ayame iba hacia la casa de Tsubaki pero durante todo el trayecto la taheña se la pasó vomitando en una bolsa de plástico, le costaba mucho viajar en especial en esos transportes y debido a que a su amiga Kaguya no trajo otro casco.
Todo le daba vueltas, el mareo le estaba ganando y de haberse tomado una pastilla para el mareo no estaría tan pálida como un papel. Se bajó en mitad de una carretera, a lo lejos rodeada por montañas en un valle se veía a Otunia; bella e imponente. Pero el paisaje no fue suficiente para que Ayame tuviera que volver a vomitar esta vez en el suelo, respiró profundamente sujetándose de un poste de una alambrada para reponerse.
El sonido de la motocicleta de Kaguya la sacó de sus pensamientos, vaya que estaba mal pero ya se había repuesto un poco más y agradecía que aquel lugar donde su querida amiga Tsubaki.
—Pareces como una embarazada — Kaguya se burló —, ¿me disculpas? Olvidé que le había prestado el casco a mi primo y él lo tiene.
—Mejor acércame a dónde vive Tsubaki — respondió Ayame —de no ser porque eres mi amiga, te muelo a golpes, Kaguya.
Ayame se subió a la moto, el sonido sordo del motor del vehículo y la calidez que le daba abrazarse a su amiga para estar segura de que no iba a caerse la relajaban por completo, Kaguya condujo bajando por una pendiente de terracería; a los lados de la carretera de tierra reforzada con balastro y piedras de pequeño tamaño, se veían agricultores cosechando café en las laderas de alguna de las montañas de aquella zona rural.
La ruta se volvió complicada pues en un tramo había varios baches en dos curvas seguidas descendiendo hacia donde vivía Tsubaki, esos baches la hacían ver más como una pista de enduro que un camino por dónde transitaban personas en sus vehículos, Kaguya tomó un desvío a su izquierda hacia una casa de campo o finca de apariencia rústica de reducidas dimensiones y de dos platas cuyo tejado era de tejas de barro; los materiales que se habían utilizado en su construcción le daban una apariencia de estar hecha en piedra. Al doblar a la derecha para entrar a la casa, la vista de Ayame quedó maravillada pues detrás de aquella pequeña casa contaba con una piscina de unos ocho metros de largo por cuatro de ancho.
Kaguya hizo sonar el claxon de la motocicleta alertando rápidamente a Tsubaki que estaba adentro preparando su almuerzo. La albina salió corriendo para recibirlas.
—Ayame, Kaguya — saludó Tsubaki a las dos chicas —¿cómo están las dos?
—Ella vomitada — respondió Kaguya.
—Pero yo iba a ir después del almuerzo, chicas — la peliblanca habló sinceramente —¡Botan, échale más agua a la sopa!
Botan era una de sus primas, además tiene una hermana llamada Momiji que es profesora de natación en un pueblo a dos horas de Otunia. Las tres caminaron hacia el interior de la casa de Tsubaki, adentro era un lugar pequeño y acogedor con paredes construidas en orillos de troncos, sin cielo raso en algunos tramos pudiendo así apreciar las tejas de barro de la pequeña casa.
—¿Vienes a ver las maquetas del EP?, tengo unas cuantas grabadas pero no me parecen tan bien — mencionó Tsubaki —les falta cuerpo...
—Les faltan mis maravillosos riffs — Kaguya removió su cabello con su mano —obviamente, cariño. Pero no vinimos por las maquetas.
Doblaron a la izquierda donde se alzaba una pequeña habitación de unos doce metros cuadrados, con tres de las cuatro paredes estaban construidas con orillos de madera, al costado de la puerta resaltaba una repisa de madera oscura repleta de discos de vinilo de una gran variedad de géneros musicales, desde la balada hasta la ópera, pasando por el soul, el blues, el jazz y hasta el hip-hop.
Reposada sobre un atril se hallaba una Fender Jaguar personalizada de un color rosado brillante, a su lado había una Gibson Les Paul blanca con detalles en dorado y entre las dos un par de amplificadores de tamaño reducido. Pegada a la pared de la habitación había unas sillas cercanas a una estación de trabajo conformada por un escritorio sobre la cual reposaba una laptop de color azul claro, y arriba en un segundo nivel del mueble varias flores hermosas adornando el lugar; dos macetas con gardenias y pensamientos.
—Ni se te ocurra tocar mis vinilos, Ayame Rottwolf que te conozco — le advirtió Tsubaki.
—Tenemos que contarte algo — Ayame se sentó sobre un amplificador —¿está bien si me siento aquí?
—Igual va para descarte — respondió Tsubaki con seriedad —desembuche, a ver.
Ayame respiró profundamente y manteniendo el aire en sus pulmones un momento.
—Sara — tragó saliva —tiene un tumor cerebral maligno, agresivo y expansivo.
—¿S-Sara? — la de cabellos plateados se llevó la mano a la boca, de la impresión —yo me iré ahora mismo a Otunia a visitarla.
La desesperación se estaba apoderando de Fioribello, ella estaba hiperventilando y se veía pálida, los labios se veían de un tono azulado; no era capaz de respirar bien y trataba de buscar aire de alguna manera.
—Espera — pidió Kaguya —Tsubaki, cálmate
La desesperación se estaba apoderando de Ayame, sabía que Tsubaki tenía también una salud frágil y la realidad era que no debían contar las cosas así de repente, entre su ignorancia las lágrimas recorrieron su rostro frustrada de no saber qué hacer ni cómo actuar.
Kaguya se acercó a una gaveta del escritorio del computador y sacó un inhalador. Al darle el dispositivo a la muchacha de cabellera platinada, ella lo tomó entre sus manos temblorosas; le quitó la tapa, lo agitó varias veces y lo llevó a su boca. Al aplicar el medicamento, logró normalizar su respiración.
—Carajo — Tsubaki tosió fuerte —casi no la cuento. Kaguya, te lo agradezco.
—¿Por qué te dio esa crisis? — preguntó Kaguya, mientras estaba tratando de consolar a Ayame.
—El puto polen — señaló las flores, con una sonrisa.
Ayame se limpió las lágrimas.
—No te entiendo, te gustan las flores pero sufres con su polen ¿por qué las tienes si te hacen daño?
—¿Por qué fumas si te hace daño a la garganta? — cuestionó la peliblanca, arqueando una ceja —se me hace muy hipócrita viniendo de una cantante que no cuida su instrumento.
La taheña agachó la cabeza sin poderle rebatir, era cierto, la manera tan sencilla de desarmarla en su argumento por parte de Tsubaki; por su lado, Kaguya limitó su papel de ser la que evita los problemas porque conocía desde muy pequeña a su mejor amiga de toda la vida, a Ayame se relacionaba con ella apenas hacía unos años.
—¡No es lo mismo!
—Ayame — Tsubaki le reclamó —deberías estar en Otunia hablándole a tu dizque mejor amiga para que vayan a ver Sara, no aquí criticando mi manera de vivir. ¡Caramba!
—Lo último que necesitamos — la pelinegra habló —es pelearnos entre nosotras. Nos vamos a relajar, nos vamos a serenar, y vamos a hablar esto como mujeres adultas ¿está claro? Este momento es importante para la banda pues Sara se salió única y exclusivamente para centrarse en su tratamiento. No me vengan con esas pequeñeces de pelearse por una cosa sin importancia.
—Está bien, está bien — dijeron, Kaguya y Tsubaki al tiempo.
—No, nada de eso — les respondió —no sabemos si Sara quiera seguir o no con la banda y talvez ella ya sabía que no iba a vivir mucho tiempo y por eso le enseñó a Inuyasha a tocar el piano luego de su accidente. Lo vamos a resolver como mujeres adultas y ya no más peleas.
(...)
Wuenas wuenas.
Otra vez yo. ¿Cómo les va?, espero que muy bien.
Kaguya, ¡Soy tu fan! el personaje me grita que la deje ser, la chica que interviene en los problemas para solucionarlos (y la que regaña a las chicas xD).
Le doy mil gracias a Neushigurashi por su apoyo!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro