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10- Cuando el diablo se viste de mujer

A medianoche, todos volvieron a sus hogares incluso la convaleciente Sara que regresó a su casa acompañada por Kaguya. Esta vez, Inuyasha fue llevado por Naraku en su auto, el pelinegro veía a su amigo distraído y lejos de la realidad, no le hacía ni caso a las baladas que sonaban en la radio ni hacía comentarios relacionados con el concierto, lo normal en Inuyasha después de salir de un concierto era hablar de si hubo problemas de audio, que si el cantante de turno se desafinó o el baterista se equivocó.

Era un silencio de muertos.

Inuyasha, para Naraku, tenía cara de muerto en vida.

Agradecía que Ayame estuviera dormida apoyada sobre la ventana de la puerta trasera izquierda ya que así podría hablar con confianza con Naraku. Pero... no le apetecía.

-Inuyasha - el pelinegro se detuvo en un semáforo -¿estás bien? Estás demasiado callado, ¿es el asunto con esa mujer?

-¿Quién? - el albino ladeó la cabeza.

Inuyasha estaba acorralado, la noticia de Sara lo había dejado más frío que un muerto y no quería que nadie supiera lo que le dijeron. Debía salirse de allí.

-La Mala - Fischer le habló -, enano estás distraído.

-Aaaah... ella - negó con la cabeza -es algo más... Difícil, brother.

Naraku siguió conduciendo por las calles mirando esperando alguna respuesta más satisfactorio de parte de su mejor amigo de toda la vida, pero le sería imposible ya que Taisho se puso los audífonos y empezó a escuchar música, por el retrovisor vio que él observaba de forma disimulada a Ayame.

-¿Estuviste llorando, Inuyasha? - preguntó directamente.

-¿Qué? - el nerviosismo de Taisho era evidente -, no, claro que no.

La ceja de Naraku se arqueó tratando de ver algún atisbo de algún llanto ya pasado, él frenó de golpe provocando que Ayame golpeara con la silla del conductor.

-¡Oiga! - voceó Ayame con un deje de molestia -¿Tendría la amabilidad de frenar más suave, por favor?

-Hay una niña en la calle - Inuyasha respondió, se bajó del auto.

Inuyasha detenía varios autos para evitar que atropellaran a esa niña, había ciertamente una necesidad de cuidarla aun sin saber quién era su madre.

La alejó de la calle y se sentaron a hablar.

-¿Dónde está tu mamá, cariño? - Inuyasha preguntó con una sonrisa amigable.

-Está con su novio - dijo ella, algo triste.

Y cuando se habla de la reina de Roma y ella que se asoma, Inuyasha la vio... Kagome Higurashi. La sangre le hirvió en sus venas, evidentemente estaba enojada como si la pequeña niña hubiera hecho algo malo. El varón se levantó y la niña se aferró a sus pantalones con toda la fuerza que su tierna edad de cinco años le permitía.

-¿Qué haces aquí? - Kagome lo miró con indiferencia.

-Eso me pregunto yo ¿es su hija? - Inuyasha fue directo y tajante enfureciendo a Kagome que no respondió -¡responde pues!

Ayame estaba perdida en esa situación y sin saber cómo actuar... Lo único que sentía era la decepción y la rabia creciendo en ella al ver que Inuyasha le mintió, Naraku se bajó del automóvil y se acercó a su amigo con la intención de bajarle los humos.

-Dame a mi hija, Inuyasha - exigió Kagome con rabia contenida.

La niña se aferró a Inuyasha pero él, para evitar más problemas la alejó con delicadeza entregándosela a Naraku. Con una mirada y con un gesto el pelinegro entendió todo, Fischer dejó a la niña con Kagome y antes de irse, se detuvo y vio a esa mujer, a quien le desgració la vida.

-Aléjate de mi amigo y de mí o atente a las consecuencias, ramera - le dijo con una voz seria, fría y muy directa, arrastrando la última palabra.

Ayame se bajó del auto, se acercó a Inuyasha y lo empujó provocando que el casi perdiera el equilibrio y luego le pegó una fuerte cachetada dejando su mano marcada.

-¡Oye! ¿Qué te pasa? - el albino estaba preocupado, le reclamó sin ser demasiado grosero.

-¡Me mentiste! ¡Dijiste que no tenías nada con esa perra! - exclamó la taheña con lágrimas en sus ojos -¡Iré a tu casa, recogeré todas mis cosas y me largaré!

Indirectamente Kagome seguía arruinando la vida de Inuyasha, es más hasta ella estaba riéndose internamente al ver esa escena. Cuando sus miradas cruzaron, el albino se mostró enojado y queriendo matarla con sus manos pero eso solamente empeoraría las cosas. Respiró dos veces y comenzó a caminar por la acera y antes de continuar miró hacia Ayame.

-Te puedes, ir está en tu derecho - le respondió con una paz inigualable, sorprendiendo a Ayame.

-¿Me estás echando de tu vida?

-Sólo digo que te puedes ir de mi casa cuando quieras - Inuyasha trataba de mantener su mente en calma.

-¡Eres increíble! - exclamó Rottwolf enojada con el albino -. Esa perra me quitó a mi novio. Koga Wolf.

-¡Ya lo sé! ¡Ya lo sé! Ella me dejó por él - Inuyasha comenzó a caminar, se detuvo y volteó a mirarla -cuando estés menos enojada hablamos, ¿Entendido, Ayame? ¡Porque así no quiero escuchar tus razones! - luego vio a Higurashi -Kagome... eres la persona de la peor calaña que he conocido en mi vida. Y he conocido escorias de la humanidad. Me sorprende que tengas una hija - dijo en un tono de rabia contenida.

Inuyasha se fue caminando por la calle mientras Kagome sonreía agradecida al ver cómo Ayame lloraba en brazos de Naraku, el pelinegro se subió al carro junto a Ayame y condujo hacia un retorno para tratar de alcanzar a su mejor amigo.

El trayecto fue largo, Inuyasha era rápido caminando y el que hubiera un motociclista que se estrelló contra otro auto y ocasionó un trancón tampoco fue de ayuda.

-¿Por qué Inuyasha me mintió?

-Tampoco debiste estallar de esa manera, Ayame - Naraku le respondió, de una forma racional y coherente -dejarse llevar por las emociones no es bueno.

-Lo sé, pero es que me choca que me mientan, Naraku. Tú que lo conoces bien - ella se limpió las lágrimas -¿por qué él reaccionó como si no le importase lo que le dije?

-Es algo muy simple - dijo Naraku continuando el trayecto por una vía alterna -, Inuyasha se tiene a sí mismo como prioridad. No le afecta el qué dirán. Créeme es un necio, sobre todo después de lo que le hizo Kagome.

-Cuéntame más, por favor - Ayame puso más atención.

-Antes vivía y respiraba por estar con esa mujer - hizo una pausa -a la que cariñosamente le pusimos "la Mala" - dijo en tono sarcástico y Ayame se rio -. Había rumores cuando íbamos a bellas artes Inu y yo de que Kagome le estaba siendo infiel con Koga Wolf. Inuyasha no creyó, y no creyó hasta que se estrelló con la realidad. Eso fue hace cinco años, ¿y sabes que es lo peor? - ella asintió -, que él también tenía novia... Koga tenía novia, tú. Yo veía lo que él hacía por Kagome, cuando eso él trabajaba pintando decoraciones pequeñas y sí me dirás que pertenece al clan Taisho y el dinero no es problema... y te diré que él vivió en el campo y si no está haciendo algo, ese muchacho se nos explota - él se rio -me salí por la tangente, como sea, él era muy detallista pero Kagome le dio igual. Se metió con Koga y un día Inuyasha los descubrió en pleno acto - Ayame abrió los ojos al escuchar eso -Jamás vi a Inuyasha tan furioso, quería matar y comer del muerto.

Ayame se quedó en shock.

-Es algo terrible, lo sé - él continuó -casi se nos suicida, es un muchacho muy noble, Ayame. Nunca le haría daño a nadie y si mintió era porque era la única opción. Puede que sea duro pero si quieres estar en su vida, adelante y sino, te puedes ir.

-O sea que tanto Inuyasha como yo... bueno... fuimos víctimas de esa perra ¿eso quieres decir? Para el auto, iré tras él - Ayame mencionó débilmente -detén el auto - pidió más fuerte.

Naraku detuvo el automóvil y Ayame salió como alma que lleva el diablo. Ella conocía la ciudad de Otunia como la palma de su mano, y siempre oía decir a Koga, cuando eran novios y él era el mejor amigo de Inuyasha, que él siempre iba a un restaurante que abría las veinticuatro horas del día.

"Restaurante «la perla negra». Una de dos o es de temática de piratas o de temática gótica" se dijo Ayame en su mente.

Lo que vio la destrozó por completo, era Inuyasha abrazado a una chica llorando. Esa chica era la muchacha de cabello corto que estaba con Inuyasha en los hombros de esa mujer, no le dió tiempo ni de reparar en los detalles de aquel restaurante construido, principalmente en madera de roble, decorado con faroles chinos y las meseras atendían vestidas con yukatas o la ropa tradicional china Qipaos.

Un lugar sencillo, un poco rústico pero bastante agradable, ahora entendía la razón detrás de las escapadas de Inuyasha a ese lugar.

-Wǎn'ān - saludó una mesera en chino.

-No hablo Takataka - dijo Ayame haciendo reír a la chica -vine por un amigo - señaló a Inuyasha.

-Está con la jefa Kagura, señorita - la camarera se retiró -son muy buenos amigos.

Kagura... le llamaba especialmente la atención ese nombre. Ayame sacó del bolsillo de su chaqueta una pequeña libreta que siempre llevaba consigo junto a un lapicero; arrancó una hoja y escribió un mensaje allí con el lapicero.

«¿podemos hablar?»

Rezaba el mensaje que le entregó a la camarera, señaló al albino y le dio indicaciones para que le entregara el mensaje al chico. Era una carta, de forma informal, pero era necesario que hablaran acerca de lo que hace rato sucedió. Esperó afuera, por la ansiedad, sacó una cajetilla de cigarrillos, tomó uno, lo encendió y comenzó a fumar.

Era un común cuando la desesperación se apoderaba de ella, solía ser esporádico y aunque era realmente dañino y lo sabía, era la única manera fiable de combatir la ansiedad. Lo vio salir de allí, abrigado con el blazer azul con el que fue al club Hermosillo.

-¿Podemos hablar? - preguntó Ayame con preocupación exhalando una bocanada de humo.

-¿Fumas y eres cantante? te vas a joder la garganta, niña - dijo Inuyasha.

-Sí, lo sé pero tampoco soy tan niña, tengo veintiséis años - tiró el cigarrillo al suelo y lo apagó con la suela de su zapato -. No puedo hallar un mejor método para controlar los nervios. Bueno como sea... hablé con Naraku, ¿cómo alguien como tú tan... decente haya podido caer en las garras de una bruja como Kagome?

-Primero que nada - Inuyasha le hizo una seña para que ella le entregue la cajetilla de cigarrillos -yo también fumaba - él lo guardó en el bolsillo del blazer -podría sonar irónico pero Naraku, cuando lo conocí, sobre todo por culpa de Kagome que decía que era un maltratador y tales y pascuales, me cayó bien. Nos hicimos buenos amigos, un día, junto a mi madre me dio un regaño para que dejara de fumar. Desde entonces comencé a juntarme con Naraku, me obligó a meterme al gimnasio, créeme es alguien bueno.

-Pero tiene cara de malo de serie de televisión - dijo la taheña cruzando sus brazos.

-Lo sé - él sonrió de medio lado -pero las apariencias engañan. Me quería disculpar por haberte mentido, no fue mi intención yo... - la voz le tembló -yo quisiera dejar de verla. Pero ella volvió.

-Mierda - masculló Ayame -¿ella sabe donde vive? ¿o algo?

-Ojalá que no - dijo él.

Ayame se acercó a él y lo miró a los ojos, sujetó sus manos y le sonrió.

-Te perdono - pero se dio cuenta de su posición -caramba, ahora parecemos novios.

-Cómo sea, mañana buscaremos juntos un local - dijo sonrojado -h-hay varios cerca de casa.

Los dos estaban sonrojados como dos adolescentes enamorados, Inuyasha chifló como un pandillero deteniendo un taxi, le abrió la puerta a Ayame dejándola entrar primero y luego él entró quedándose en el lado del conductor por si algo pasaba.

(...)

Extra:

Kagome estaba aburrida en su casa, tenía a Moroha durmiendo en un cuarto separado del de ella y Koga, ambos vivían en un apartamento cómodo y algo estrecho para una familia de tres, ciertamente podrían permitirse algo más grande pero ese era herencia del padre de Wolf.

-Ya vine - anunció Koga abriendo la puerta y miró a su novia quien tenía una mirada de molestia —, ¿ya está la cena?

—Sí, ya está — le dijo Kagome con seriedad —¿Todo bien en el trabajo?

—Una auditoría a un pez gordo, nada del otro mundo pero la terminó emprendiendo con mi equipo en la oficina de Planeación y pues nos ganamos un regaño — dijo, le era fácil hablar con Kagome sobre esos asuntos —¿y ya hablaste con Taisho sobre Moroha?

—¿Y tú crees que es fácil acercarse a él? Me odia, y estoy segura que hará lo imposible por alejarse — ella estaba muy estresada —, además... bueno, al menos la Boutique va bien.

Koga suspiró profundamente y con pesadez.

—Entiendo, Inuyasha es un gran abogado y créeme que podría usar el poder de la ley para obligarte a hacerle una prueba de paternidad a Moroha — se levantó —, bueno, calentaré la cena. Cocinar me desestresa.

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