Beso post ruptura - un nuevo comienzo
El dolor en su corazón era demasiado, habían pasado semanas en que ninguno de los dos se hablaba, a veces se miraban, pero desviaban la mirada para seguir su propio rumbo, como si nunca se hubiesen conocido, como si el destino nunca los hubiese juntado, como si nunca hubiesen tenido la dicha de reírEl dolor en su corazón era demasiado, habían pasado semanas en que ninguno de los dos se hablaba, a veces se miraban, pero desviaban la mirada para seguir su propio rumbo, como si nunca se hubiesen conocido, como si el destino nunca los hubiese juntado, como si nunca hubiesen tenido la dicha de reír por alguna broma del otro, como si todo lo vivido no fuese importante.
Ivlis, un joven estudiante de diecisiete años, pasaba horas mirando por la ventana viendo como las hojas caían en la melancólica temporada de otoño, todo se veía de forma desalentadora para él, el cielo gris, las hojas cayendo, la lluvia mojando a las personas en las calles, la vida no tenia sentido en esta época, porque sentía un vacío enorme en su pecho, algo que le calaba el alma y a pesar que estuviese vivo, sentía como si en realidad no lo estuviese, porque sus entrañas dolían, su pecho ardía y sus ojos lloraban.
El impacto por la perdida había sido demasiado cruel para sus sentimientos, aun con el dolor, no se retractaría de su decisión, el rumbo que había tomado su relación no era precisamente la que se imaginaba, más bien, se había convertido en algo estresante, peleas continuas, arrebatos de furias, hasta desprestigio al otro, todo se había arruinado, una bella relación de dos años se había ido por la borda.
Lo conoció cuando tenía trece años, se había mudado de ciudad, por lo que llegó a una nueva escuela, el era un chico muy tímido y muy mimado por su padre y su hermana mayor, nunca pasó importunos de ningún sentido, si bien no había conocido a su madre, no era como que sufriera por ello, puesto que su padre se había encargado de darle todo lo que le hiciera falta.
En su primer día de escuela se presentó ante todos como era la costumbre para el compañero nuevo, no obstante fue interrumpido por un joven muy alto quien llegaba atrasado a clases, un chico de bellos ojos violeta, piel blanca como la nieve y sedoso pelo negro, las facciones de su cara parecían ser perfectas a sus ojos, no pudo evitar que su cara enrojeciera cuando lo vio pasar frente a él, lo malo es que no faltaron los niños molestosos que al notar su nerviosismo y roja cara se burlaron de él con sonidos extraños, logrando que el chico más alto también se colorara al ver su expresión, desde ese día todo el mundo solía molestarle con que aquel joven de ojos violetas era su crush imposible, el no entendía por qué era imposible, sin embargo tampoco reaccionaba a preguntarles a los demás, después de todo no era como si realmente estuviese interesado en él, solo lo encontró atractivo.
Pasado unos meses, por fin se enteró de su nombre, Satanick, si, el mal de sus sueños, por culpa de los molestosos niños pareciera que su sub consciente solo quisiera pensar en él a toda hora, como sí que lo molestaran con ese chico lograra hacer que su mente se creyera todas esas historias como reales.
A los catorce años fue cuando descubrió que Satanick tenía una hermosa novia llamada Lil, era la chica mas posesiva que había visto, siempre andaba con él del brazo, dándole besos bruscos, mostrándolo como un trofeo que nadie mas podría obtener por que le pertenecía hasta el más mínimo cabello de su cuerpo, seguramente esa era la razón por lo que los demás chicos del curso le decían que era un amor imposible. En ese momento no sabía muy bien el porqué, pero su corazón dolía y su sonrisa se apagó, no entendía por qué él a sus apenas catorce años de edad ya estaba viviendo ese tipo de drama romántico que solo había visto en las telenovelas que acostumbraba mirar su padre por las tardes, siempre las encontró ridículas, sin embargo ahora podía sentir empatía por esas chicas que sufrían de amor, ni siquiera él sabía en qué momento se llegó a enamorar tanto del chico alto de ojos violeta, era como si de un momento a otro fuese su mayor fan y supiese cada una de las cosas que le gustan y le disgustan, los lugares que frecuenta, el como se encuentra solo con ver sus ojos o con solo oírlo suspirar.
A mitad de año Satanick se le acercó, nunca en su vida habían cruzado palabra alguna, siempre tímido, pasaba por su alrededor o lo evitaba, esta vez era él quien se le acercó directamente para hablar, Ivlis no lo podía creer, su corazón bombeada más de lo normal. Ese día Satanick le enfrentó, le confesó que desde que lo vio aquel día que llegó al salón se enamoró de él, de sus bellísimos ojos amarillos, de sus finas facciones, de su cabellera bicolor, de todo lo que vió reflejado en él, de su timidez, de su tierna voz, sin embargo nunca fue capaz de acercarse puesto que tenía una prometida muy posesiva impuesta por sus padres, la realidad era que el no la amaba, es más, sentía cierto cariño por ella puesto que se criaron juntos, pero mas que eso nada, además sabía que la chica solo lo usaba, ya que Satanick era muy popular en la escuela, por otro lado, le confesó que era gay y que nunca andaría con la chica, que todo era un engaño, una vil pantalla por apariencia, por popularidad, que con quien realmente quería estar era con él, que nunca se había atrevido a hablarle pero quería conocerlo y que le diera una oportunidad.
De allí pasaron dos años, los mejores dos años en la vida de Ivlis, sus mejores momentos, sus primeras veces, su alma gemela, Satanick era todo para él, su amigo, su soporte, su compañero de travesuras, su pequeño niño a quien regañaba, pero a la vez mimaba, todo. Todo hasta que el padre de Satanick comenzó a fastidiar por el tema del compromiso, que pronto cumpliría la mayoría de edad y debía hacerse cargo de la empresa familiar puesto que su hermano mayor había renunciado a ésta hace diez años atrás y se había marchado a otro país, que una unión de empresas con la familia de su prometida vendría muy bien ahora.
En ese momento Ivlis notó el cambio en Satanick, andaba muy estresado, tanto que comenzó a fumar por mala influencia de su hermano mayor quien había regresado hace unas semanas sin que sus padres se enteraran, comenzó a volverse agresivo por culpa de la presión, otras veces se sentía bastante deprimido y amenazaba con matarse, Ivlis no lo entendía, no entendía por que se complicaba tanto, por qué simplemente decía la verdad, que era gay, que jamás se casaría con ella, que tenía novio hace dos años, que eran muy felices. Por lo que llegó a la conclusión que quizás Satanick se avergonzaba de él, ese pensamiento fue el que llevó al fin su relación, puesto que por la falta de comunicación del momento y el cambio de actitud de Satanick, Ivlis pensó que el mas alto no lo quería, que nunca les contó a sus padres porque no valía la pena y simplemente se alejó, hasta que el día de la pelea final llegó. Fue el peor día de Ivlis, las cosas se salieron de control, Satanick parecía alterado, las discusiones matutinas eran pan de cada día en su familia, su nivel de estrés por las exigencias en notas de sus padres, la postulación para entrar a la universidad, el compromiso y el asenso a gerente de la empresa de sus padres, más el mantener su relación y su orientación sexual al secreto, ya lo tenia en colapso, por lo que le gritó cosas muy hirientes a Ivlis, por su parte el contrario no dudó en devolvérselas con todas las artimañas que tenía, la situación se salió de control cuando Satanick comenzó a llorar e Ivlis en vez de acercarse de manera amable para consolarlo solo le dijo pesadeces y este para defenderse le golpeo en la cara. Quizás no le dolió, quizás apenas si fue un rasguño, sin embargo ambos supieron de inmediato que ya entre ellos algo se había quebrado, por lo que cada uno asumió que no deberían volver a verse o hablar, que cada quien continuaría su camino.
Era la peor decisión que habían tomado, ambos sufrían, ambos lloraban por las noches, ambos se necesitaban para poder sentirse completos. Ya había pasado un mes desde que seguían sus vidas como si nunca se hubiesen visto, sin embargo, de vez en cuando sus miradas se cruzaban de forma nostálgica y dolía, el dolor calaba hasta la ultima célula de su cuerpo. La escuela estaba por finalizar, solo tres días mas de clases y sus rumbos tomarían direcciones contrarias, ambos vivían en mundos tan distintos que volver a toparse en esta vida seria muy difícil, el solo saber eso era lo que mas oprimía sus corazones.
El último día de clases llegó, Ivlis notó como Satanick salía por la puerta tras terminar la jornada de escuela, no pudo, trató con todas sus fuerzas de evitar salir atrás de él, pero no pudo, corrió con todas sus fuerzas tras de él, porque se había dado cuenta de lo miserable que había sido, de la poca empatía que tenia y de lo mucho que había hecho sufrir al mayor que estaba pasando por un pésimo momento y él solo pensó en si mismo, que él no lo había apoyado, que no lo había hecho sentirse amado, al contrario, lo dejó mas solo en su confusión, que lo hizo llorar cuando requería ayuda, que se alejó de él en su peor momento, ahora no lo haría, ahora sabía bien que Satanick le pertenecía, que era el amor de su vida, que no lo quería perder. Por lo que corrió, corrió hasta alcanzarlo, lo dio vuelta y sin decir ni siquiera una palabra lo besó, un beso suave y lleno de desesperación y angustia, lleno de esos días melancólicos de lluvia, de esos días grises que nunca se fueron a pesar que el sol alumbrara en las calles, por esa lluvia incesante que llenaba su corazón de tragedia, de todo ese arrepentimiento que poseía por dentro y de todo ese amor que juraría darle hasta que su cuerpo no sea capaz de soportar mas la vida, lo besó con sus sentimientos a viva piel, con sus manos tiritantes, con su corazón agitado, con su cabeza mareada, con sus ojos llenos de lágrimas, esperando que lo perdone, esperando que acepte volver con él.
Sus frentes quedaron juntas tras terminar de pegar sus labios, los ojos violeta lo miraban directo, llenos de alegría, llenos de amor y por sobre todo, llenos de comprensión, pronto se abrazaron, sus corazones estaban en calma y completos, porque sabía que se habían perdonado y sabían que se amaban.
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