4. El ligue extraordinario
Todo aquello que pasó cuando sólo íbamos a tomar un postre de frutas fue inesperado.
El recuento de los daños es: El comedor desordenado y sucio, cuatro mascotas castigadas, nuestro invitado usando una de mis camisas anaranjadas (nos tomamos una foto para comprobarlo) y una hermana que tuvo que lavarse el cabello de nuevo.
Supe que todo había resultado bien, a pesar de toda la destrucción, esa misma noche cuando Clyde me llamó a través del walkie-talkie aludiendo un código amarillo.
—¿Código amarillo? —pregunté de inmediato— ¿Una pandilla de mapaches rabiosos te atacó y te empujó a un charco lleno de pirañas radioactivas?
—B... Bueno, en realidad no recuerdo si ese era el código amarillo. Es sólo que he estado pensando mucho en Luan. Su color favorito es el amarillo, ¿verdad?
—Sí, es su favorito. ¿Y por qué has estado pensando en ella? —dije, esperando oír la respuesta que necesitaba.
—Me pareció que se veía muy bonita con el pelo suelto. Y fue bastante adorable durante la hora del postre. ¿Por qué crees que esté actuando así?
—Qué bueno que lo preguntas. Justo antes de llamarte a la mesa, estuve charlando con ella, y me dijo que le gustabas mucho. Y se supone que no debí habértelo dicho, pero soy tu amigo... Creí que te gustaría saberlo.
(No me digan mentiroso... Díganme LinCupido Loud)
—¿Yo le gusto? ¿En serio? ¿Y qué crees que deba hacer ahora? Porque si Lori se entera...
—¡Ah, por favor! ¿Tienes una chica grandiosa que está atraída hacia ti, y piensas más en la que te ignora? Yo que tú le pediría una cita a Luan.
—¿CITA? Digo... ¿La palabra con C? ¿Y cómo sabes que no lo terminaré estropeando todo?
Respiré hondo e invoqué mi tono de voz más convincente.
—Lo sé perfectamente. Si algo has demostrado es que sabes mucho más de modales y de comportarte con adultos que yo. Y estoy más que seguro que sabrás como conquistarla con tu elegancia. No te rindas antes de haber iniciado la batalla. Pero hagas lo que hagas, sé intenso como ella.
Al dejar de hablar, no oí respuesta alguna en un largo rato. Por fin, él contestó:
—Gracias por tus palabras, amigo. Me has dado una buena cantidad de autoestima como para animarme a invitar a tu hermana. La saludaré mañana mismo cuando llegue a ver a Leni. ¡Cambio y fuera!
¿En serio? Eso fue más fácil de lo esperado. Supongo que poseo un alto poder de convencimiento... O lo que dije fue con cierto grado de... ¿sinceridad?
Seguí pensando en lo mismo a la mañana siguiente.
Justo después del desayuno, antes de salir a la escuela, oí un estruendo proveniente del ático. Decidí ir a ver, sólo deseando que no se tratara de mapaches, o de entrar al rincón oscuro. O de mapaches en el rincón oscuro. Subí las escaleras despacio, y alcancé a distinguir una silueta femenina de espaldas recogiendo un sillón caído. Se le notaba prisa y la intención de no provocar otro ruido similar. Apretó el asiento del sillón con ambas manos, y con lentitud. Pero el asiento se levantó de forma súbita, como impulsado por un resorte.
—¡Rayos! Ahora no... —dijo ella. Esa vocecita era de Luan. Volvió a presionar el asiento, mientras decidí bajar despacio, sin ser notado. Un paso en falso me hizo perder el equilibrio y caer hasta abajo, justo encima del desafortunado Cliff. Del susto, al gato no se le ocurrió hacer otra cosa que arañarme.
Luan se asomó desde arriba: —¿Linc? ¿Tropezaste con la escalera? ¡Lo siento mucho!
—Descuida... Solo estaba jugando con Cliff y...
—Levántante, debemos ir a estudiar. Vámonos. —agregó, y me ayudó a levantarme.
Ella no se veía ni sonaba natural. Ocultaba algo importante allá arriba. Tenía que averiguar algo al respecto.
—¿Estás preocupada por algo? Creí que al verme tirado, arañado y peleando con un gato dirías algún chiste cruel.
—¿Yo? ¿Decirte, por ejemplo, que otra vez te habían engatusado? No sería capaz de burlarme de tu desgracia —comentó, alejándose sin voltear. Se burló de mi desgracia otra vez.
—¿Y tú de qué te ríes? —tuve que decirle a Cliff para borrarle la sonrisa.
Ya en la escuela, aproveché el recreo para seguir discutiendo con Clyde lo de su cita con Luan.
—¿Y entonces, Conquistador? ¿Listo para ganar el corazón de una chica linda?
—No, pero la plática de anoche me ha animado mucho. Necesito idear una cita genial que le encante a tu hermana. ¿Tienes alguna sugerencia?
—Pues a ella le gusta el cine. No sé si habrá una buena comedia que puedan ver juntos.
Una voz femenina (pero muy tosca) nos interrumpió.
—¿Cine? ¿Quién paga por ver una estúpida película?
Era Ronnie Anne.
—Hola, Ronnie. ¿Sabes de alguna película en cartelera que le guste a una chica? Clyde piensa invitar a alguien.
Mi amigo se intimidó con la dura mirada que Ronnie le lanzó.
—Un momento... —respondió ella, y dirigiéndose a mí, agregó: ¿Por qué me lo preguntas a mí, debilucho? ¿Acaso supones que soy de esas tontas que se emocionan viendo algo mientras pierden su tiempo sentadas junto a un chico? Si fuera de ese tipo, con seguridad ansiaría que me invitaran a a ver "Midget Jones"cuanto antes.
Y tomándome por la camisa, concluyó: —Estoy libre esta noche. Llegaré por ti. Tú pagas.
Sonrió con picardía, me soltó, y se alejó.
—Bueno, parece que se convirtió en una cita doble. Y nos dio una buena sugerencia.
Clyde exclamó sorprendido: —¿Así de fácil es ligar? ¿Funcionaría con tu hermana si me auto-invito al cine?
—No lo creo. Terminarías yendo sólo. Prueba con tu caballerosidad mejor.
—En ese campo soy insuperable. Me gusta esa idea. —comentó, disparándome con los dedos.
Tras la plática, pasé el resto del día pensando en lo que Luan ocultaba en el ático. Y creí adivinar de qué se trataba. Estaba preparando un sillón de broma. Parte de sus planes para el Día de los Inocentes. Ya faltaban sólo tres días y no había logrado que mi hermana iniciara un noviazgo. Tenía que meterle más potencia a la siguiente fase del plan: La cita.
Esa tarde, Clyde volvió a reunirse en el patio con Leni para seguir con su proyecto secreto. Intenté ver lo que hacían, pero la madera estaba semicubierta por un toldo, como evitando a los mirones.
—¡Hola, Linky! —dijo con alegría mi hermana, cincel y martillo en mano. —¿Te gustaría ver el proyecto secre...
—Él no tiene que verlo, Leni. Perdería el impacto —interrumpió mi amigo.
Ella no terminó de entender: —No se ha perdido ningún impacto. Todos lo martillazos han sido certeros, Clyde. Me está quedando bonito.
—Eso no lo dudo. Mejor tomemos un descanso. —comentó, y se alejó de mi hermana. Vino hacia mí y preguntó: —¿Por qué quieres tanto ver lo que hacemos?
—Sólo es curiosidad. Tranquilo. Vengo a decirte que Luan está sola viendo televisión. Puedes ir a charlar con ella.
En efecto, yo acababa de pasar por la sala de mi casa, y ahí estaba ella. Pasaba rápidamente los canales; su expresión era amarga, como si alguna película o serie la hubiera decepcionado y se hubiera quedado sin nada más que ver. Pobrecita. Sin decir nada había salido a buscar a mi amigo para avisarle.
Clyde entró deprisa, y saludó con algo de timidez a Luan. Nunca lo había visto tímido junto a ella. Yo subí rápido las escaleras, y desde arriba empecé a espiar la escena, sin interferir en lo absoluto.
—¿Puedo estar contigo un rato? — preguntó él. La expresión de ella seguía sin entusiasmo.
—Supongo que sí. Ahora no hallo nada que ver en la tele. ¿Sugieres algo?
—Emmm...
Clyde se puso más nervioso. Yo me estaba poniendo ansioso... ¡Sólo dile que sí y busca algo! ¡Distráela! No dejes que vuelva a preparar más bromas. ¡Tú puedes, amigo!
Por fin habló. Y lo que dijo me dejó boquiabierto.
—¿Por qué me lo preguntas a mí, Luan? ¿Acaso supones que soy de esos tontos que se emocionan viendo tele mientras pierden su tiempo sentados junto a una chica?
Alcancé a notar un segundo de terror en el rostro de Luan. Quién sabe si yo hice una mueca igual de terrorífica.
Tras ese largo segundo, añadió con una sonrisa forzada: —¡Pues yo soy un gran tonto! Por eso me honraría invitarte al cine a ver "Midget Jones"cuanto antes... ¿Te... gustaría?
Luan rió. Su bella carcajada resonó por toda la sala, haciendo que Leni se asomara por la ventana, Luna surgiera tras una lámpara de piso y Lucy me hiciera saltar del susto al aparecer detrás de mí.
—¿Podrías decirme qué le dijo Clyde a Luan? —preguntó ella, con un poco de intriga en su tono de voz.
—Nunca me lo vas a creer —fue lo que respondí.
Luan dejó de reír, y con cansancio dijo:
—¡Eso estuvo genial! Nunca me habían sorprendido de esa forma. Me gusta cuando alguien me emociona así de bien. Tu invitación fue tan buena, que con gusto la acepto. Iré contigo al cine.
Mi amigo sonreía con rigidez, como si estuviera congelado. Agitó la cabeza y dijo:
—Estoy libre esta noche. Llegaré por ti. Tú pagas, digo, ¡yo pago!
Saludó con la mano y salió corriendo hacia fuera de la casa. Yo salí a toda velocidad tras él; necesitaba saber cómo se le ocurrió hacer algo así. Cuando logré preguntarle, su respuesta fue:
—No lo sé. Sólo improvisé. He estado pensando en lo que me dijiste en cuanto a ser intenso. Vi que Ronnie Anne lo fue contigo y eso me impactó. Quizás hoy fui... demasiado intenso...
Y se desmayó. Yo sólo suspiré. Ahora sólo me quedaba planear la ida al cine. Ojalá hubiera sabido entonces todo lo que iba a suceder en esa cita...
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