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Capítulo 2: Enfermo sincero

Tal vez había sido culpa de la maldición acuática, todos quedaron mojados después de eso, pero Megumi en particular había quedado completamente empapado, sumado a esto, si bien no había sido herido gravemente, parece que la suma del agua, el cansancio y el estrés parecían haber pasado factura... Y terminado con un Megumi ardiendo en fiebre.

Y por supuesto, esto indicó que el gran Hijo Satoru tuvo que cuidarlo, lo que sin lugar a dudas no lo había ayudado a mejorar.

Pero por mala o buena suerte, recibió una llamada urgente para una misión y, antes de que Megumi pudiera oponerse o si quiera decir algo al respecto, ya le había dejado a Itadori la responsabilidad de cuidarlo y la amenaza de que lo haga bien.

Así que aquí estaba ahora Itadori, Itadori en la cocina del dormitorio, revolviendo con cuidado una sopa de vegetales y pollo mientras de vez en cuando corría a echar un vistazo a Megumi, el cuál se había había hecho bolita entre sus mantas, con el seño fruncido por la molestia y la frente manchada de sudor.

—Bien, veamos cómo está el paciente —Murmuró para sí mismo, llevando un tazón de sopa a la habitación para que al menos Megumi tuviera algo en el estómago. Aunque por ahora dejándola en la mesita de noche. Para luego inclinarse para tocar la frente de Megumi con el dorso de la mano—. Sigue caliente… —Murmuró, más para si mismo que para Megumi, que no parecía siquiera interesado en procesar sus palabras. Itadori no pudo evitar observarlo con cierta preocupación.

Sacó el termómetro y lo colocó con cuidado en la boca de Megumi, quien gruñó algo inentendible, pero no puso ningún tipo de resistencia. Mientras esperaba, Itadori acomodó el cabello húmedo de su amigo, sorprendiendose un poco en el proceso, Megumi estaba... Dócil, por decirlo de alguna manera. Megumi no era particularmente cariñoso, tampoco es que le gustará mucho el contacto físico, no le huía, pero tampoco lo buscaba. La fiebre parecía haber aflojado un poco su actitud de gato callejero.

—Hmm… lindo… —Megumi murmuró de repente, abriendo un poco los ojos, lo más que podía probablemente, aunque solo estaban entrecerrados. Medios vidriosos por la fiebre pero aún así completamente fijos en Itadori.

El cuál no pudo evitar parpadear, entre sorprendido y confundido.

—¿Qué?— Preguntó con cuidado, suave para asegurarse que Megumi pudiera entender su palabrasm,

—Itadori… Es lindo…—La voz de Megumi era baja y adormilada, pero lo suficientemente clara como para que Itadori sintiera cómo el calor subía a sus mejillas.

—Eh… ¿Gracias? —Logró articular, medio sorprendido, medio confundido, sin tener mucha idea de si Megumi estaba siquiera consciente de lo que decía.

Megumi frunció el ceño como si estuviera intentando que su cerebro y boca coordinarán para hablar más.

—Itadori... Billante… Muy brillante.—

El mencionado ni siquiera sabía cómo tomar a eso.

—Y molesto… Pero muy valioso… Lo más valioso...—Sumado a sus palabras, Megumi hizo una pequeña mueca, que Itadori no puede decir si es de concentración o solo está intentando enfocar algo (Y no quiere pensar que ese algo es el)m

Y de todos modos, estaba muy imenfocado en la sinceridad en las palabras de Megumi y como hizo que Itadori sintiera mariposas en el estómago. No era común que Megumi expresara sus sentimientos así... O que los expresara, en general. Y aunque probablemente era efecto de la fiebre, el impacto en el corazón de Itadori fue real.

—Oye, oye, qué cariñoso te pones cuando estás enfermo —Dijo con una risa nerviosa, retirando el termómetro y revisando la lectura—. Cuarenta grados… Sí, esto explica muchas cosas.—

Justo cuando se enderezaba para ir por una toalla fría, sintió una mano aferrarse a la tela de su camisa.

—¿Uh?—

Megumi lo había jalado con fuerza inesperada, y que ni siquiera sabe realmente de dónde la saco alguien con 40 grados de fiebre. De repente sus rostros están peligrosamente cerca. Itadori podía ver cada detalle en el rostro de Megumi, cadapestaña, cada detalle de los ojos desenfocados y entrecerrados. Sintió que su respiración se detenía un segundo, estaban cercaz demasiado, podía sentir el aliento del otro contra su propio rostro.

—Itadori… —susurró Megumi, su voz audible, adormilada y casi cansada, pero con una dulzura que se escuchaba incluso extraña en los labios de Fushiguro

Por un instante, Itadori pensó que iba a decir algo más. Su corazón latía rápido, sin entender exactamente por qué.... Pero en lugar de eso, Megumi se quedó completamente quieto.

Dormido. Totalmente dormido.

Itadori parpadeó, abriendo la boca incrédulo.

—¿Es en serio…?—

Soltó una carcajada baja, ahora más divertido que sorprendido, más cuando notó que inclusive dormido Megumi se aferraba con fuerza a su ropa. Se las arregló para aflojar con cuidado los dedos de Megumi y lo acomodó de nuevo en la cama, cubriéndolo con la manta.

—Deberías enfermarte más seguido si esto significa que eres más honesto conmigo —murmuró, sonriendo con ternura antes de colocarle la toalla fría en la frente.

Se quedó un momento más ahí, observándolo dormir con la respiración tranquila. Aún pensando tanto en las palabras de Megumi como en lo que acaba de pasar. Si bien fue tierno y divertido...

No podía evitar sentirse un poco decepcionado. Pero tampoco es que pudiera quejarse, después de todo, mañana Megumi probablemente no recordaría nada de esto.

Pero él sí.

No pudo evitar soltar una risa. No sabe cómo va a verlo a los ojos mañana.

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