CAPÍTULO 1
Adelanto de una próxima historia
—Cariño, ¿estás bien? —pregunta una mujer rubia de mediana edad a su hija, una joven de cabello y ojos oscuros mientras la muchacha termina de arreglarse.
—¿Seguro que te encuentres bien para ir a trabajar? Estás un poco pálida.
—Sí, mamá, estoy bien. No te preocupes. —responde su hija.
—No, cariño. Ese color no es normal. No te veo bien. Hoy deberías quedarte en casa.
—Mamá, no nos podemos permitir que falte un día al trabajo. —responde la joven tomando su bolso disponiéndose a salir.
—Ya nos apañaremos, cariño. En serio, creo que hoy deberías quedarte hoy en casa. —le aconseja la mujer.
—Estaré bien, mamá. No te preocupes. —le asegura la joven saliendo por la puerta.
Lo cierto es que debería hacer caso a su madre ya que hoy no se siente demasiado bien, pero apenas lleva quince días trabajando en su nuevo empleo y no puede andar pidiendo bajas. Sabe que tiene derecho, pero el encargado del hotel no es muy buena persona. Hace y deshace, trata a la gente como le viene en gana, eso sí, en privado, porque delante de la gente finge ser de lo más considerado y amable.
Lejos de allá, alguien llega a un hotel y el botones lleva sus maletas a la habitación que ocupará mientras se aloje allí. La persona que acaba de llegar, atrae las miradas a su paso, en especial miradas femeninas, debido a la belleza de esa persona que se alojara unos días allí. Además de las murmuraciomes ya que es una persona que comienza a ser muy conocida y ya ha salido en diversas revistas especializadas. Incluida la revista Harper Bazar, que ha publicado fotos suyas en sus páginas a pesar de ser una publicación enfocada y dirigida al sector femenino de la población y que algunos hombres, pocos y a escondidas, hojean con curiosidad más por las modelos que aparecen en ellas que por la revista en si.
Una vez en la suitte del nuevo cliente este da propina al botones y el muchacho se marcha de allí. A solas en su estancia temporal, deshace su equipaje, coloca su ropa y se relaja un poco. Su vida es tan ajetreada últimamente...
Viajes, fiestas, sesiones de peluquería para las fotos.
En su vida ha habido romances, historias de amor que no han durado más allá del año o los dos años. Su familia le ve poco y le extraña demasiado. Su madre ansía verle estable y con su propia familia, a ser posible con una chica de su mismo país para tenerle más cerca. Aunque esa es su decisión.
Mirando por la ventana de su habitación observa a la gente en la piscina y al ver algo que llama su atención sonríe. Se quita la ropa, toma un bañador y baja a la piscina. En cuanto aparece allí, las miradas, una vez más, se posan sobre su cuerpo recorriéndolo de arriba abajo. Eso a veces le molesta. Una cosa es su trabajo, las fotos para las que posa y otra muy diferente que solo se fijen en su aspecto. Se considera algo más que un hombre famoso de cara bonita y cuerpo espectacular. Le gustaría que separaran su trabajo de él aunque sea complicado.
Después de todo, un abogado, por ejemplo, tampoco está todo el día defendiendo a alguien. Tiene su horario de trabajo establecido.
Se tumba en una tumbona, se pone bronceador en el cuerpo y se dispone a tomar algo de sol.
A unos metros de allí, los camareros sirven unas bebidas a los huéspedes del hotel. Una de las camareras, que camina por el borde de la piscina esquivando a los hijos de los clientes y ofrece algo a los clientes que están al borde de ella, comienza a sentirse mal y la bandeja de bebidas amenaza con caer. Y si eso llega a ocurrir a su jefe no le va a gustar nada.
La chica cada vez se encuentra peor y acaba perdiendo el conocimiento. La bandeja acaba por el suelo, las bebidas desperdigadas y la joven cae al agua. Algunas personas que lo han visto se asustan. Uno de los huéspedes se incorpora de su tumbona al escuchar un pequeño alboroto y al ver a la gente mirando a la piscina se asoma a la misma. No duda en arrojarse al agua cuando se da cuenta que hay alguien en su interior sin conocimiento para auxiliar a la víctima. Cuando llega junto a ella la sujeta bien por la cintura y la lleva al borde de la piscina donde otros clientes del hotel le ayudan a sacarla del agua.
El chico de cabello castaño sale de la piscina y revisa a la piscina. Abre su boca, le coloca una toalla enrollada debajo de la cabeza.
El chico verifica la respiración de la joven fijándose en su pecho para comprobar si este se eleva. Luego coloca su oído para sobre la boca de la muchacha para oír y sentir su respiración.
El modelo coloca la palma de su mano sobre el tercio inferior de su esternón y con ambas manos entrelazadas da treinta compresiones rápidas en el pecho asegurándose de empujar lo suficientemente fuerte para que su pecho se mueva dos pulgadas hacia abajo para que la sangre fluya hacia su cerebro y resto de órganos vitales. Luego con el cuello de la chica ya echado para atrás para abrir sus vías respiratorias. Pellizca su nariz y coloca su boca sobre la de la víctima y hace dos insuflaciones para llevar aire a sus pulmones. El chico alterna compresiones en el pecho con las respiraciones en la boca durante unos minutos hasta que ella abre por fin los ojos y ve a un hermoso hombre sobre ella. El joven la coloca de lado para que expulse el agua que pueda haber tragado.
Cuando se encuentra algo mejor, Brenda, que así se llama la camarera que ha caído al agua, y Marcus se miran a los ojos fijamente.
La asistencia sanitaria llega poco después, Marcus toma en brazos a Brenda, la deposita con cuidado sobre la camilla que la llevará al hospital.
—Gracias. —dice la chica a quien le ha salvado la vida.
Él la sonríe y Marcus la mira mientras los camilleros se alejan con ella rumbo al hospital.
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