Capítulo 9
Lyn:
La mayoría de las niñas sueña con las hadas, esas mujercitas hermosas y divertidas que usan vestidos de tul y conceden deseos. Yo nunca tuve esa oportunidad. Desde que tengo uso de razón se me enseñó a identificarlas y temerlas. Aprendí a planificar huidas veloces y trucos antimagia incluso antes de poder deletrear mi nombre. El pánico que les tenía se volvió en odio cuando mi madre me fue arrebatada por uno de ellos. Desde entonces dejé de enfocarme tanto en la defensa, para aprender tácticas ofensivas. Cuando empecé a tratar con Abby y Rina me confundí bastante. Me fue fácil identificar a la rubia como una fae, su magia saltaba por todos lados, sin embargo Rina, aunque con malas pulgas y cierta tendencia a la oscuridad, no me parecía más que otra humana atrapada en la red de una fae. Al principio las traté por miedo a Abby y compasión a Rina, luego, incluso antes de saber la verdad, comenzaron a agradarme, y ni que decir, que a pesar de mis reservas y mis rezongues, estoy bien consciente de que le debo una grande a Sorina, salvó mi vida y la de Kimberly. Es por eso que la imagen actual me impacta bastante.
Encontrar su cuerpo desnudo, lleno de golpes y desmadejado en una esquina y encima ver a un sádico golpeándola con violencia y gritándole obscenidades para que despertara, era algo capaz de sacudir a cualquiera, y me impactó más de lo que pudiera imaginar. Nadie se merecía ese trato, sabía que los faes eran crueles, pero nunca imaginé que llegaran a tanto con alguien de su propia especie, con su princesa. No pude evitarlo y me quedé mirando con fijeza el cuerpo de Rina, le habían echo cosas mucho peores que darle una paliza. Eran cosas que solo una mujer puede saber, a mi lado, escuché el bramido de frustración de Linder, su mirada verde bosque, sus músculos tensos y la expresión torturada de su rostro, me dijeron que lo sabía. Cierto, hay cosas que solo una mujer puede saber, pero el príncipe era su compañero, y un corazón enamorado tiene buenos instintos. La explosión de magia sacude todo mi cuerpo y me estremece con fuerzas, toda la habitación es iluminada por el cuerpo de Linder, que parece una gigante roja en plena explosión.
El oscuro que golpeaba a Sorina, levanta la mirada sorprendido por la interrupción, una sonrisa maquiavélica curva sus labios, escasos segundos antes, de que la antorcha humeante que se había vuelto el cuerpo de Línder, le incrustara el puño cerrado sobre el rostro. Se enfrascaron en una violenta y descoordinada pelea, como fuere, no tuve tiempo ni de mirar, ni de ponerme a gritar, porque el fae oscuro se las arregló para convocar una explosión de magia y al instante nos vimos rodeados por un ejército de las criaturas más horrorosas que hubiera visto jamás, sombras y sluaghs. Con semejante mogollón estaba segura de que dentro de poco, hasta la misma reina Arella aparecería en esta habitación, hasta ahí nuestro ataque sorpresa. Linder se entregó de lleno a la pelea contra el fae, y los otros se las arreglaron para enfrentarse al ejército de criaturas atacantes, sintiéndome un poco como un pez fuera del agua intenté mantener lejos de mí a las sombras que se acercaban demasiado. Un extraño escalofrío recorrió mi cuerpo, me sentía repentinamente alerta, y ligera como una pluma. Me las arreglé para esquivarme de las garras de un par de sluaghs, sorprendiéndome de la velocidad a la que lo conseguía y casi tropezándome conmigo misma. ¿Qué mierdas estaba pasando conmigo? Saqué algunas mezclas de hierbas que logré cruzar del otro lado y me preparé para lanzarlas, las tres primeras acertaron sus objetivos sin ningún problema, y me complació ver a aquellas asquerosas criaturas desvanecerse en el aire, sin embargo, en un segundo de imprudencia, la cuarta pelota estalló en mi mano, una horrible sensación de ardor despertó en mi brazo derecho sacándome por completo de circulación, no fui consciente del peligro que corría, hasta que sentí unos fuertes brazos masculinos enroscarse en torno a mi cintura y apartarme del radio de acción de los dientes de un sluaghs que con toda seguridad me habría arrancado el cuello a dentelladas.
— Un poco de cuidado cariño, que estos chicos si que van en serio.
Las palabras fueron acompañadas de un zumbido grave y bajo, y yo sentí la vibración que produjo en el pecho masculino cuando me apretó contra si. Levantando la mirada, me encontré con los ojos mercuriales de Nael, que me observaban con detenimiento. Me separé un poco incómoda y medio mareada:
— Lo siento –comenté
Cada vez me sentía más torpe, como si me estuviera moviendo entre gelatina. Nael volvió de lleno a la pelea, pero esta vez, manteniéndome a su espalda y cubriéndome con su cuerpo. Sentí la tierra temblar bajo mis pies, y mi estómago se hundió, peligrosas sirenas de alarma sonaron en mi cabeza, casi podía escuchar las voces gritándome que corriéramos. Era bien consciente de que no lograría que nadie me escuchara, así que hice lo único que me pareció lógico, me lancé contra Nael y lo saqué de en medio de la pelea, le sujeté el rostro con ambas manos y lo obligué a mirarme a los ojos:
— Necesitamos terminar esto, ahora.
Supongo que lo saqué de balance, porque en los primeros segundos, me dio una peligrosa y salvaje mirada de ojos enrojecidos y me gruñó mostrándome los afilados colmillos. Lo golpeé en el pecho reclamando su atención:
— ¡Debemos irnos! ¡Ahora!
El pánico se hacía cada vez más fuerte, así como la sensación de peligro inminente. El estremecimiento que sacudió la tierra volvió con fuerzas, y esta vez, estoy segura de que todos pudieron percibirlo, porque a pesar de las sombras y los sluaghs, mis compañeros se detuvieron en seco. ¿Qué estaba pasando? Entonces enfoqué a Abby, la chica palideció tanto que podría competir con uno de los muros de hielo, el temblor se repitió, los ojos de la princesa de Verano parecieron querer escaparse de las órbitas, la chica comenzó a temblar. Las sombras y lo sluaghs desaparecieron, el fae contrincante de Linder comenzó a reír como desquiciado. Oh, mierda.
Sorina:
Los recuerdos y las imágenes regresaron todas al mismo tiempo, con la fuerza de un huracán. Kurapika, las cosas que me había echo, lo que me había obligado a hacer. Las palizas, las violaciones. Me obligó a cosas asquerosas solo por miedo, para evitar el dolor, me arrebató mi orgullo, mi fuerza. Me quebró. Me hizo dejar de serme fiel a mi misma. Mis labios se abrieron en un grito de agonía, el agua se apresuró a recorrer mi garganta y el camino de mis fosas nasales hasta mis pulmones, la quemadura de la asfixia fue instantánea, pero di la bienvenida al dolor. Mi cuerpo, movido por los instintos en los primeros segundos, pataleó un par de veces, hasta que mi cerebro, consumido por el dolor y la vergüenza tomó el control, entonces dejé de luchar, y permití que las aguas tiraran de mi hacia el fondo. Mi corazón se saltó un latido,el rostro satisfecho de Kurapika volvió a llenar cada espacio de mis pensamientos y junto a ello, la horrenda posibilidad de estar esperando un hijo suyo, mis latidos volvieron a trastabillar, más agua siguió entrando a mis pulmones, me tomó todo mi esfuerzo, pero me negué a luchar en su contra, más bien procuré facilitarle la entrada. La luz que iluminaba la superficie cristalina se volvió más pequeña y opaca, hasta que todo se volvió oscuridad. La fría oscuridad a la que siempre he pertenecido, y me permití sonreír con el último vestigio de conciencia.
Mi cuerpo laxo fue aferrado por un par de manos y sentí como me impulsaban hacia la superficie, quería protestar, decirle que me dejaran escapar al olvido, sin embargo no tenía la menor reserva de fuerza, mis miembros estaban tan pesados y entumecidos, quizá si lo lograría después de todo. Durante segundos creí escuchar algún murmullo de voces pero decidí que no les prestaría atención, solo quería irme, alejarme.
El ácido se removió en mi estómago para recorrer su camino hacia arriba. El chorro de agua helada que abandonaba mi cuerpo por mi nariz y mi boca me devolvió horrendamente a la conciencia. Desperté vomitando medio galón de agua y con dos estridentes voces martilleando mi cabeza:
— ¡¿Qué clase de idiota eres?! ¡¿Cómo se te ocurre respirar bajo el agua?! ¡Eres fae, no sirena!
— ¡Por favor, qué esté bien! ¡Por fa, que no le pase nada!
Parpadeé un par de veces, y entre toses, abrí los ojos en una rendija. Los ojos azulados de Narti ardían de furia, y su mano golpeaba rabiosamente mi pecho y mis mejillas, luchando para devolverme a la vida. Con el cuerpo dolorido, me senté a medias para escupir otro galón de agua, los ojos me ardían por las lágrimas retenidas, y el esfuerzo. En mi locura me había olvidado por completo de las niñas que me acompañaban. Los ojitos verdes de Lía estaban enrojecidos y lloraba a lágrima viva mientras me miraba con pánico, Narti estaba colorada y me miraba con furia, cuando sus ojos se encontraron con los míos, sus manos se apretaron en puños mientras gritaba:
— ¡¿Qué carajos intentabas hacer?!
Acto seguido, nos sorprendió a las tres, lanzándose sobre mí y envolviéndome en un abrazo desesperado. Se aferró a mis costados como si en ello le fuera la vida, y la escuché sollozar contra mi cuello. ¿Quiénes eran estas chicas? A pesar del llanto y del repentino alivio que podía ver reflejado en ellas, todo mi interior estaba insensible, adormecido por el dolor. Con movimientos mecánicos y los miembros rígidos, sostuve a Narti por los hombros y la aparté de mí. Lágrimas resbalaban por sus blancas mejillas, avergonzada, esquivó mis ojos, la dejé mientras yo me enfocaba en el vacío.
— Les agradezco lo que han hecho por mí hasta ahora.
Sorprendentemente, mi voz salió suave, pausada, aunque mi interior era un caos de dolor, asco y vergüenza, me negué a mirarlas a ninguna. Apreté mis manos en puños y levanté el mentón, ahora sabía que era lo que estaba haciendo aquí.
— Pero ahora ya se a que vine, y no me rendiré hasta conseguir mi meta.
Con el rostro colorado, y aun sollozando, ambas chicas me observan. Lía sonríe esperanzada y se limpia las mejillas, Narti, aunque se calma, frunce el ceño cuando estudia mi expresión, está claro que a pesar de ser joven, es bastante intuitiva. Mi cuerpo se tambalea un poco cuando me pongo de pie, pero me niego a detenerme, aprieto fuertemente los ojos, y me sostengo de la pared más cercana, hasta que cesa el vahído. Entonces estiro mis músculos y flexiono mis extremidades.
— ¿Qué vas a hacer? –interroga Narti.
A diferencia de Lía, su voz ya no tiene ese timbre infantil, y sus ojos azul oscuro parecen taladrar mi alma, enfrento su mirada. Aunque es joven, hay mucha sabiduría en ese rostro, así que sintiendo admiración y respeto por ella, me niego a engañarla. Nuestros ojos se enfrentan, durante unos segundos nadie dice nada, entonces, con toda la calma del mundo declaro:
— Vine para caminar hacia las Tierras del Vacío.
La alarma y el horror ocupan las miradas de ambas chicas. Lía está a segundos de empezar a llorar, y Narti no dice palabra. Les saludo con una inclinación de la cabeza y emprendo mi camino a la salida. A penas he dado unos tres o cuatro pasos, cuando gruesas sombras se enroscan en mi cuerpo, inmovilizándome por completo. Narti está de pie a mi espalda, las cuerdas de tinieblas provienen de ella.
— ¡Eso es una locura! ¡No vas a hacer nada así! ¡No te dejaré!
La ira y el enojo despiertan un fuerte volcán en mi interior. Me he pasado demasiado tiempo haciendo solo lo que otros quieren que haga, por una vez, por una sola vez, seré yo quien determine que hacer con mi vida. El pensamiento aun no ha terminado de concretarse, y ya siento el cambio en mi cuerpo. La magia sale en oleadas, mi cuerpo se ilumina con el resplandor de la luna, las sombras que me atan se disipan, y en un veloz contraataque, congelo a Narti contra una pared, y aprisiono a Lía con cuerdas de sombras. La mayor de las chicas, se retuerce de un lado a otro, y murmura unas cuantas palabras, entonces, sus ojos se abren desmesuradamente con la sorpresa, parece que ha entendido algo:
— ¿Qué has...?
La veo directo a los ojos antes de girarme para enfrentarla, se queda muda viendo el dibujo de mi frente.
— Puedes ser un prodigio a tu edad, te lo concedo –comento con voz monótona–. Pero yo soy el Beso del Invierno. Mi poder está por encima del de cualquier otro fae oscuro. Ya se los dije, les agradezco lo que hicieron, pero esta es mi decisión, y ya está tomada.
Les doy la espalda y emprendo mi camino fuera del corazón de la montaña. Quiero, necesito, escapar al olvido.
Linder:
He atacado a Kurapika con todo lo que tengo, y aunque se las ha arreglado para apuntarse unos tantos, observo con placer como tiene el rostro amoratado, sangra en varios lugares y respira sin resuello. La ira y los deseos de venganza han nublado todo mi juicio, tanto que no soy capaz de percibir que algo va mal hasta que veo la sonrisa satisfecha de Kurapika:
— Has perdido, principito –declara con voz ahogada.
Detengo mi asalto y me permito mirar alrededor, las sombras y los sluaghs han desaparecido, mis amigos están todos en tensión, y mi hermana luce como si fuera adesmayarse. Entonces, reparo en Lyn, encogida entre los brazos de Nael:
— Tenemos que irnos. ¡Ahora! –grita.
El temblor sacude los cimientos del palacio, la puerta de la habitación de Sorina estalla en mil fragmentos y una furiosa ventisca helada llena la estancia. El poder es tan abrumador que durante unos segundos está a punto de sofocar mi propia magia, la firma helada es bastante conocida, y no me es difícil encontrar similitudes con el poder de Rina, sin embargo, se muy bien a quien me estoy enfrentando. Cuadro los hombros, levanto la espada y desafío a Arella.
— ¿De verdad creyeron que podrían solo colarse en mi casa?
Los vacíos ojos de la reina de invierno recorren mi reducto de amigos, maravillosamente, todos le sostienen la expresión, luciendo más desafiantes de ser posibles. La mirada de la reina se detiene sobre Lyn, que se encoge más entre los brazos de Nael.
— ¿Tú...?
Entonces estalla en carcajadas sobándose el estómago.
— ¡Estúpida Nolune! No dijiste nada a pesar de mis mejores interrogatorios, y ahora ella viene directa a mí.
Arella pronuncia un conjuro y mis amigos quedan congelados en su lugar, me siento afectado, pero se que puedo moverme. Cuando la veo acercarse a Lyn, estoy a segundos de lanzarme a por ella, hasta que la chica me hace un gesto disimulado, pidiéndome que quede quieto. No me gusta, pero supongo que debo escucharla, me quedo quieto, fingiendo. Nael lanza un gruñido cuando la reina coloca su mano en la mejilla de la chica, se remueve furioso, pero no puede escapar del encantamiento:
— Eres justo lo que estaba buscando. Mi pieza perdida por tanto tiempo.
Le hace una caricia, y acerca sus labios a los de la chica. Ya he visto esto, se lo que hará, se alimentará de Lyn hasta reducirla a cenizas. Y una mierda, no voy a...
— ¡Recupera esto, zorra!
El grito de Lyn y el chillido de la reina son al unísono. La chica había guardado una de sus consabidas pelotas de hierbas, y en el momento en que Arella se disponía a besarla, se la incrustó de lleno en la boca, después tomándola desprevenida, le lanzó una patada que la hizo trastabillar.
— ¡Linder, ahora!
Esa es mi señal, lanzo el conjuro contrario al de la reina y mis amigos recuperan su libertad. Me encantaría golpear más a Kurapika, pero nos estamos quedando sin tiempo, así que me contento con darle un último puñetazo y pasarlo para tomar el cuerpo de Sorina entre mis brazos, al instante mis amigos me rodean, pero yo ya no tengo más atención que para la chica entre mis brazos, me quito la capa, envuelvo su cuerpo desnudo y la estrecho más contra mí. Está llena de moretones, tan pálida y con un tinte azulado que comienza a asustarme, sus cabellos rojos cuelgan sin vida ni lustre, las mejillas enrojecidas, hinchadas, los labios rotos. El dolor me saca el aire. El grito desesperado de Arella me devuelve a la realidad. Su magia convoca violentos embates contra el círculo protector de mis amigos, han fusionado su magia, pero eso no la detendrá para siempre.
— Tenemos que salir de aquí –dice Abby.
Lyn, que está dentro del círculo conmigo, se dobla sobre sí misma y lanza un chillido de dolor, entonces, y bajo la mirada asombrada de todos, la tela de la ropa que le cubre la espalda, es rasgada en pedazos, cuando un par de brillantes alas de color púrpura rompen a través de su piel. Los ojos color miel adoptan un tono casi dorado, murmurando unas palabras, su voz se vuelve metálica, uniéndose al murmullo del conjuro transportador que estamos repitiendo todos. La luz explota en medio de la habitación, y siento como mi cuerpo comienza a desintegrarse, estrecho más a Sorina entre mis brazos. Otra vez, lo último que veo es el rostro de Arella, sin embargo, para satisfacción mía, ahora está contorsionado de rabia, y yo sostengo a Rina entre mis brazos.
Mi cuerpo golpeó con fuerzas el suelo, y el impacto sacó todo el aire de mis pulmones, el peso de Sorina sobre mi tampoco ayudó a aminorar el porrazo, pero di la bienvenida al dolor. Sus cabellos rojos estaban desparramados sobre mi pecho, la estreché contra mí, y me las arreglé para incorporarme sin soltarla. Entonces miré a mí alrededor. ¿Dónde rayos estábamos? El viento invernal despeinó mis cabellos y a la chica entre mis brazos, la nieve se extendía a todo lo largo y ancho. Entonces escuché las voces:
— Princesa, príncipe. ¡Lo lograron!
Maewen volaba a toda prisa en nuestra dirección, a su lado, distinguí la blanca cabellera de Barien a su lado. Ambos faes aterrizaron a nuestro lado y nos miraron sorprendidos.
— ¿Qué ocurre? –pregunté
— Han hecho un salto directo –contesta Barien–. ¿Cómo diantre se las arreglaron para forzar esos pasajes dimensionales?
Entonces comienzan a llegar el resto de los faes, corriendo como simples mortales. Se detienen al ver a nuestro maltrecho grupo que ahora comenzaba a levantarse entre quejidos. Supe el momento en que las miradas repararon en la cabellera roja entre mis brazos, enseguida comenzaron los vítores y los gritos de alegría. Mis ojos encontraron los de Barien:
— No podemos dejar que nadie la vea. Ella no está bien.
Barien me da una mirada de reconocimiento y mientras los demás hacían frente a la multitud, él me hizo escapar por un costado llevando a mi preciosa carga.
Hola chicas:
Lamento la tardanza, pero de verdad que no había tenido tiempo para nada más. Siento que el capi sea un tantito más corto que los que lo tengo acostumbrados, pero es que así se dio. Después explicaré más. Besos, gracias a mis nuevos lectores y a los nuevos comentaristas, los amo a todos.
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