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Capítulo 8

Abby:

La magia se disipa a nuestro alrededor. Mi cuerpo todavía tiembla con el recuerdo de los eventos recientes. Cuesta aceptar semejante crueldad. El brazo de Lexen en mi cintura se aprieta con fuerzas por momentos, cuando lo miro, tiene la mirada extraviada, lo que me asegura que es un gesto completamente inconsciente y condicionado por los eventos más recientes. Los ojos castaños de Kai han perdido cualquier rastro de diversión, reflejando el cansancio, la muda sorpresa y un total abatimiento. Solo esperamos no haber llegado demasiado tarde.

Cuando la explosión luminosa provocada por la magia desaparece, el espectáculo que tengo frente me deja atónita. Siempre conocí a mi hermano como alguien fuerte, capaz de vencer cualquier obstáculo. El feroz guerrero protector con su familia, con los que amaba. Alguien que nunca había sido derrotado. Un orgulloso príncipe de Verano que no conocía el miedo ni la vergüenza. El Beso de Verano, siempre vivaz, siempre dispuesto a continuar la pelea. Ahora dolía con solo verlo. De rodillas, con el cuerpo tembloroso, gritos de agonía pura escapaban de sus labios, tenía las mejillas hinchadas, húmedas, los ojos inyectados de sangre, completamente emborronados por las lágrimas, con una mirada vacía, perdido en medio del dolor más puro. La mano derecha le temblaba como el resto del cuerpo, aun así, se las arreglaba para sujetar contra su garganta, la punta afilada de la espada.

A pesar de que podemos hacernos una idea de su dolor, y que los tres estamos completamente sacudidos por un horror semejante, reaccionamos al mismo tiempo y corremos junto a él, completamente coordinados a pesar de no habernos comunicado. Lex le golpea la mano con fuerza suficiente para hacerlo perder la espada, Kai le sujeta los brazos, conteniendo sus intentos de lucha para volver a sus planes de suicidio. Siento su dolor como si fuera el mío, así que olvidándome de mis propios temores, me acerco a él:

— Linder, hermano. Soy yo, Abby...

Cuando sus ojos verdes se encuentran con los míos, mi corazón se retuerce. Linder siempre fue la vida misma, y ahora, está roto, vacío y roto. Es un hombre completamente quebrado. Me acerco con más cuidado, en el fondo de sus ojos obnubilados por el dolor, percibo una pequeña luz de conocimiento.

Linder:

Reconozco la voz. La suave y conciliadora cadencia de mi hermana. Ella es un pequeño rayo de luz en medio de la tormenta que me ha cercado, pero ni siquiera ella puede hacerme desistir de mis intenciones. Las imágenes del asesinado de mi familia se repiten una y otra vez en mi mente, todo lo que puedo ver son los cuerpos inertes de mi mujer y de mi hija. Casi puedo escuchar el eco de sus voces en el fondo de mi mente.

— Me las quitaron, hermana –murmuro embebido en los recuerdos–. No puedo seguir, no sin ellas.

Los ojos azules de ella refulgen con dolor, pero también con rabia. Aprieta los dientes hasta que veo como le salta un músculo en la mandíbula. Una de sus manos acaricia mis mejillas, su tacto cálido se siente raro contra mi piel, casi como un tirón a la realidad.

— No es real, Linder. Sea lo que sea que vieras, no es real. Era una ilusión causada por el muro.

Abby:

No se que imágenes le habrá mostrado el muro, no se que clase de conjuro sádico habrá preparado la reina Arella esta vez, pero que haya sido capaz de quebrar a mi hermano de ese modo, está más allá de lo imperdonable. Cuando escucha mis palabras, la esperanza y el miedo luchan por la supremacía en el fondo de su mirada. Esperanza de que en verdad haya sido solo una pesadilla, y miedo de que mis palabras sean mentiras, y sus últimas visiones hayan sido la completa realidad. El miedo y el dolor parecen ganar la batalla por breves instantes, porque lucha contra la sujeción que le aplican Kai y Lexen, sin embargo, los chicos se las arreglan para contenerlo. Tomo su rostro con mis manos y lo obligo a mirarme a los ojos:

— Hermano, mira lo que te rodea –susurro con mi voz más autoritaria–. Lo que viste no es real. Fue una visión, causada por el muro. Mira a tu alrededor, apenas hemos logrado infiltrarnos en el palacio de hielo.

Linder:

Asimilar las palabras de Laynda no es fácil. Poco a poco, la realidad va imponiéndose sobre las humillantes y aterradoras imágenes de pesadilla. Dejo de mirar a mi hermana y arriesgo un vistazo a lo que me rodea, los cuerpos de Rina y de la niña ya no están por ningún lado, no hay señales de lucha, más que eso, la habitación completa ha cambiado, me encuentro mirando las altas paredes de hielo y mármol blanco del Palacio de Invierno, las lámparas de cristal y luz azulada, la sensación de magia invadiendo mi mente que ha desaparecido. Me siento aliviado, y al mismo tiempo vacío.

— ¿Cómo pasó esto? –pregunto al fin–. Creí..., creí que ya antes había salido del muro. Quiero decir, que tuve una primera ilusión, bastante difícil, la derroté y sé que salí fuera.

Abby frunce el ceño, y se revuelve los cabellos, cuando vuelve a hablar, mantiene la mirada fija en la nada, sus palabras son tensas, justo como su expresión.

— Ese es el verdadero poder del muro –contesta, se humedece los labios resecos antes de añadir–. Te dije que estaba vivo. La primera ilusión, tenía la finalidad de tantear tu mente, encontrar tus debilidades, tus deseos y tus miedos, y por supuesto, confundirte para que cuando llegara la segunda ilusión que era la verdaderamente terrible, entonces no pudieras defenderte.

Condenada Arella. Si alguna vez le pongo las manos encima, me aseguraré de que nunca jamás olvide mi nombre. Esto excede a la crueldad, jugar así con la mente de cualquiera. Las imágenes de Rina y de la niñita no conocida bailotean una última vez en mi mente, pero sacudo la cabeza con obstinación y me niego a dejarme atrapar por ellas. Tengo mucho que perder, puedo perder a Sorina si me dejo atrapar por estas tonterías. Aun con las piernas flojas y bastante avergonzado de que mis amigos me hallan visto en semejante estado, consigo ponerme de pie.

— ¿Cómo conseguiste quebrar el conjuro? –increpo a Lay.

— La primera vez fue Sorina quien logró arrastrarme fuera. Estuve a punto de perderme para siempre en las imágenes del muro. Y ahora, bueno, agradézcanle a Lyn.

— Yo solo quiero que me saquen viva de aquí, y estaremos a mano.

Es entonces cuando contemplo la morena cabeza de Lyn. La chica se recuesta a una de las paredes con el cuerpo tenso, se abraza a si misma y frota sus brazos que ahora veo, están completamente erizados, con piel de gallina. ¿No se suponía que ella esperaría del otro lado? Sus ojos se encuentran con los míos, y parece leer en mis pensamientos, porque encogiéndose de hombros, en un movimiento que intenta parecer casual, pero que está bastante lejos de ello, más bien parece inquieta, casi diría alarmada, responde:

— Kim dibujó algo inquietante. Barien sospechó lo del muro y terminamos conmigo aquí.

Abby abre y cierra los labios, y murmura unas cuantas frases incoherentes, aunque todas resumen lo mismo, la misma interrogante en la cabeza de todos, ¿cómo consiguió Lyn llegar hasta aquí? y sobre todo ¿cómo consiguió quebrar la magia del muro? Supongo que nuestras expresiones lo dicen todo, porque enfrenta las miradas de cada uno de nosotros, se muerde el labio inferior, y se sacude el cabello, sin embargo, cuando su mirada se traba con los ojos mercuriales de Nael, suspira derrotada y murmura:

— Las explicaciones para después. Kim no es la única soñadora de mi familia. Mi poder sintoniza bastante con el de los oscuros, por lo que puedo anular algunos conjuros de Arella.

Ahora mismo eso no era lo que más me importaba. Rina estaba viva, nadie me la había quitado, todavía podía rescatarla, y eso era precisamente lo que pretendía hacer. No permitiría jamás que esas visiones se hicieran realidad. Ya recuperados volvemos la atención al mapa dibujado en nuestras manos y reemprendemos la marcha. Tal como informara Barien, la dotación de soldados es ínfima, así que no cuesta trabajo evitarlos, y tomar los pasillos menos transitados, gracias a la información de Nael y Abby. Hasta que finalmente nos encontramos frente a frente a la puerta de dos hojas de mármol y plata que exhibía la marca del Beso del Invierno. Eran las habitaciones de Sorina. Dos soldados hacían guardia frente a ellas. Las coincidencias con mi visión me alteraban, entonces, me dije, era tiempo de acabar con ellas. Observo a Nael y a Lyn, asienten en respuesta. Nael emite un sonido bajo, no somos capaces de escuchar nada, sin embargo, uno de los soldados, cae al suelo, chorreando sangre desde la nariz y los oídos y en medio de espasmos. Alarmado, su compañero se acerca a ayudarlo, cuando también cae al suelo en medio de un ruido sordo. Lyn guarda la cerbatana que segundos antes disparó contra él. Irrumpimos en las habitaciones de Sorina. La cama está desecha, hay lámparas rotas, figurillas destrozadas, las cortinas echas jirones, y salpicaduras de sangre y algo más. Signos de lucha. El coraje y la ira que van nublando mi mente, adquieren proporciones monumentales, cuando distingo el pequeño cuerpo de Rina, que es poco una colección de golpes, desnuda, echa un ovillo en el suelo, y al bastardo de Kurapika sobre ella, golpeándole las mejillas en un intento de que despertara. Los recuerdos de la noche del baile, y la escena actual son suficientes. El desprecio que siento por mi mismo, el dolor, me perseguirán más tarde, ahora todo lo que puedo analizar es mi ira y el objeto de ella. ¡A la mierda con lo de no usar la magia!

Kurapika levanta la mirada cuando siente el estallido de mi poder, apenas distingo una mueca de asombro, antes de que lo incruste contra la pared, mi mano aferrando su garganta.

— Te lo advertí –gruño con voz gruesa.

La ira me está quemando. Solo cuando comparo nuestras pieles juntas, me doy cuenta de que estoy brillando como si fuera un trozo de sol, imagino que este estallido de magia alertará a alguien, pero da igual, voy a freírlo como si fuera una barbacoa.

Sorina:

He perdido la cuenta del tiempo que llevamos viajando en busca del Pozo de los Perdidos. Este lugar tiene la culpa, el tiempo se siente como una eternidad, sin embargo, no hay un cambio evidente que te diga como pasa. Hay lugares que siempre es de día, hay otros territorios en los que siempre es noche, algunos son paisajes nevados completamente, otros desiertos. Narti nos ha guiado este tiempo con seguridad y austerísimo, aunque desde que anunció nuestra partida, mantiene el ceño fruncido y no deja de comprobar en dirección a Lía. La rubiecita parece de lo más feliz de la vida, y yo, bueno, estoy contenta con recuperar mis memorias. No es bonito andar por ahí, sin tener ni puñetas de ideas de quién eres, aunque a veces me pregunto si no será lo mejor. Narti se detiene en seco, y se acaricia los cabellos.

— Casi estamos ahí –anuncia

Por primera vez en todo el rato, presto atención a lo que me rodea. Y bien decía yo que este sitio te enloquece si no te andas con cuidados. Frente nuestro el camino termina en una playa de olas tranquilas, un lago de aguas transparentes y brillantes parece extenderse hasta el infinito, unos buenos veinte o treinta metros más adelante, una pequeña isla verde, llena de vegetación y de la que sobresale una alta montaña custodia el paso.

— Es en esa isla –informa Lía–. La montaña es un volcán,

— Inactivo –completa Narti al ver mi mirada de horror–, y en su centro está el Pozo de los Perdidos. Es un manantial con poderes mágicos. Una mirada y obtendrás tus recuerdos de vuelta. Andando, ah, y por favor, ahora no te desvíes.

La miré con malas pulgas, creo que nunca me ha gustado que me llamen la atención, pero no se porqué, ser regañada por esa adolescente me pone de los nervios. Ruedo los ojos y chasqueo la lengua. No se de que se queja tanto, si solo fue un accidente. Resulta que, algún tiempo después de haber comenzado nuestro viaje, tuvimos que hacer una parada, tenía asuntos de la naturaleza que atender, si me entienden, así que me escondí detrás de unos árboles, quizá caminé un poco más de la cuenta, es posible, lo que sucedió después, casi no lo recuerdo, era como si alguien me llamara, me vi atraída a un pasaje que no conocía de nada, había un puente levadizo, de tablones medio derruidos, el puente ejercía un enorme efecto hipnótico sobre mí, estaba a punto de dar el primer paso sobre él, cuando Narti me arrojó a un lado con un violento empellón. Cuando caí al suelo, mi mente se sintió mucho más despejada, después supe que ese sitio era el camino a las Tierras del Vacío. Ninguna criatura mágica podría vivir allí. Funcionaba como un enorme hoyo negro que tragaba cualquier rastro de magia, de haber dado un par de pasos más, probablemente me habría desecho. Después de eso retomamos nuestro camino, pero Narti no me dejaba ni a sol ni a sombra, y ahora se había vuelto un poco molesta.

— Está bien –dije ignorándola–. ¿Cómo cruzamos?

— Caminando –respondió Narti como si nada.

Lía me dio una sonrisa apenada, y yo me limité a seguirles la corriente hasta que llegamos a la orilla de la playa. No había rastros de muelles, ni de embarcaciones. Entonces, Narti se agachó sobre la arena, y jugueteó un poco con el agua mientras la sentía murmurar algunas palabras. Una suave luminiscencia plateada irradió de su cuerpo, y sus ojos azules se tornaron plateados por breves instantes, no se porqué pero esa visión me molestó, aunque casi enseguida me olvidé de ello, porque vi como toda el agua del lago se congelaba. La chica caminó sobre la superficie congelada, e incluso probó a dar un par de saltos, el corazón se me escapó del pecho, al verla jugar con semejante peligro.

— Es resistente –gritó–. Sigamos.

Todavía sorprendida por lo que acababa de ver, me limité a obedecerla. De a poco comencé a sentir otra presencia agazapada detrás nuestro. Envié a Lía a caminar delante de nosotras y me acerqué con disimulo a Narti.

— ¿Lo sientes? –murmuré

Intenté que mi voz fuera lo más baja posible. No quería que nuestro perseguidor se supiera descubierto, pero tampoco quería que Lía se sintiera preocupada. Narti me dio una mirada de soslayo antes de murmurar:

— Es Marithia, nos ha estado siguiendo casi desde que comenzamos el viaje, y Lía lo sabe también. No te preocupes, no atacará. No puede hacer nada en este terreno, ni siquiera será capaz de cruzar la playa.

Poco hablamos después. Llegamos a la isla, Narti y Lía parecían conocerse el camino de memorias. La misma mariposa azulada que vi al despertar en este lugar reapareció y se dedicó a alternar todo el camino entre Narti y yo. Lía parecía encontrarlo infinitamente divertido, a mi me resultaba raro ver un insecto con tanta confianza con dos faes de tipo oscuro, sin embargo, admiraba y envidiaba en parte, la absoluta libertad de la crisálida. Podía elevarse cuanto quisiera, hasta desaparecer en el azul del firmamento. Narti por su parte, intentaba espantarla con bruscos manotazos, pero el insecto no se daba ni por enterado, hasta yo comenzaba a disfrutar de sus ataques de ira cuando, con una mirada seria me señaló adelante. Estábamos en el interior del volcán. Tal como dijera la chica al principio, estaba inactivo, y en lugar de lava solidificada, su lecho estaba compuesto de varias pozetas de espumosas y burbujeantes, cálidas aguas turquesas. Narti señaló una de las más grandes.

— Zambúllete en esa. Tus recuerdos volverán.

Caminé con pies de plomo hasta donde estaba la piscina. Me quité las ropas, jugueteé un poco con el agua primero, un tanto nerviosa, finalmente, tomé un par de bocanadas de aire, y me zambullí. Como un puñetazo en el estómago, la intensidad de los recuerdos, me sacó todo el aire de los pulmones e hizo asomar lágrimas a mis ojos.

Xxxxx

Entonces, chicaaaaas, espero que el capi haya sido de su agrado. Vi que el anterior generó bastante polémica. Lamento haberlas tenido en ascuas hasta ahora, pero realmente no tenía tiempo, espero que haya sido una continuación a la altura. Recuerden lo que dije al principio, si alguna vez sienten un impulso asesino hacia mi persona, piensen que si me desaparecen, ¿cómo se enteran del final? Jajajaja, tolérenme un poquito. Y bueno, ¿ya han entendido? Todo fue producto del muro, una ilusión. Es que Arella es una psicótica. Besos. Nos leemos.

PD: ¿Qué creen que haga Rina ahora?


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