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Capítulo 30

Linder:

— Ella va detrás de nuestra bebé.

Con esa frase cambia todo mi universo. Por instinto, cierro mi mente a Sorina, mientras en mi interior, ruge un pánico hasta ahora desconocido. Las imágenes provocadas por el muro del Palacio de Invierno se precipitan en avalancha, rompiendo la prisión donde las había desterrado. De repente vuelvo a ver ante mi aquella niñita de cabellos negros y ojos verdes, asesinada por Arella en su afán de poder incontrolable, los gritos desesperados de Sorina, su muerte a manos de la reina. Ya no es tan solo una visión provocada por un sádico conjuro, es una posibilidad muy real. Nunca creí que llegaría a decir esto, pero mi corazón dolió con la posibilidad, y por primera vez en toda mi vida, saboreé la clase de miedo que hace que tus músculos se petrifiquen y que te falte el aire. Parpadeó para librarme de los recuerdos, Sorina está aquí, las aguas del manatial burbujean cubriendo la cima de sus pechos, se cubre el estómago con ambas manos, sus ojos están completamente abiertos, casi violetas, con la mirada vibrante, lágrimas brillando allí y los labios temblorosos. Sacudo la cabeza, no importa, aquello fue solo una visión, ahora se que moriré antes de permitir que algo como eso ocurra. Me desprendo de las garras del miedo, salvo el espacio que me separa de Sorina y la envuelvo en un feroz y protector abrazo, mis manos descansando sobre sus hombros, la escucho sollozar contra mi pecho.

— No puedo perderla, Linder –gimotea–. Había renunciado a la idea de un bebé, pero ahora que se que está aquí, no quiero, no puedo perderla.

— ¡No vamos a perderla! –aseguro

Separo nuestro abrazo, para obligarla a mirarme, tomo su mentón y lo levanto, encontrando nuestros ojos:

— No vamos a perderla –repito–. ¡Lo juro!

Sorina:

La resolución en el verde bosque de sus ojos, la mueca obstinada de su mentón, la fuerza que siento vibrar en sus músculos bajo mis manos, devuelven algo de paz a mi interior. Es como si pudiera creer cualquier cosa que me dijera, es difícil de imaginarlo derrotado. Aun soy un manojo de nervios, cuando sin soltar su abrazo sobre mí, Linder me levanta y nos saca del agua. Levanta una de las capas descartadas y me envuelve con ella como si fuera una niña pequeña, enredo mis manos en su nuca, aferrándome a él, caminamos en silencio en dirección a la cabaña. Simplemente lo dejé hacer.

Atravesó las puertas de la cabaña en silencio, se movió por los pasillos sin titubear un momento, hasta alcanzar la puerta de la que había sido mi alcoba. En otro momento le preguntaría como sabía donde estaba si esta era la primera vez que estaba aquí. El colchón crujió un poco cuando Linder me acomodó en el centro de la cama, presentí, más que ver, que se apartaría de mí, instintivamente, mis manos aferran sus antebrazos.

— Por favor, no. No te vayas.

Su pecho retumba con un suspiro ahogado, pero siento el colchón hundirse cuando reacomoda su pecho a mi espalda. Mis manos se mueven hasta cubrir mi bajo vientre, allí donde sentía la cálida chispa que era mi hija, casi enseguida, las manos de Linder se entrelazan con las mías, cubriendo nuestro pequeño milagro.

— ¿Cómo puede amarse tanto a alquien a ni siquiera he visto? –lanzo a la nada

Su aliento está sobre mi cuello, sus labios rozan mi piel en un beso fugaz. Sus movimientos son los correctos, pero hay un filo desesperado allí, entonces me percato de su silencio, no su falta de palabras, Linder me había cerrado su mente. Me giro entre sus brazos, hasta que nuestros rostros quedan uno frente al otro. Intenta aparentar calma, pero tiene los rasgos tensos, los ojos oscurecidos, el dolor más puro está atormentando su alma. Conmovida, trazo las líneas de su rostro, la mandíbula fuerte, el puente nasal, los labios, los altos pómulos.

— Por favor, no me cierres tu mente.

— Rina –fue apenas un susurro la agonía filtrándose por su mirada

— Por favor –repetí

Es cierto, lo necesitaba. No quería, no podía atravesar por esto sin sentirme anclada por él. Sea el motivo por el que fuera, sus murallas mentales se derrumbaron, y lo sentí. Su anterior seguridad se había esfumado, estaba luchando muy duro contra los recuerdos de la ilusión provocada por el muro que volvían para burlarse de él. Tenía pánico a fracasar, su terror por perder a nuestra hija, por perderme a mí. Tenía miedo de no ser lo bastante bueno para mí, y más aun, estaba renuente a compartir sus pensamientos conmigo, no quería que yo lo viera como un débil, no quería que yo lo viera como algo menos que un feroz guerrero incapaz de fracasar. Acaricio su rostro nuevamente, mis labios rozan los suyos:

— Está bien, Linder. No eres menos ante mis ojos solo por tener miedo –aseguro–. Por favor, no vuelvas a cerrarme tu mente. No eres un cobarde, no eres menos. Solo eres un hombre preocupado por su familia, y eso me hace sentir mejor, saber que estás ahí para mí. Que significo tanto para ti.

En pocos segundos, la sorpresa desplaza al miedo, y luego una cálida sensación de confort se extiende a mí, es la resolución inquebrantable de Nevallinder, que luchará hasta el final. Nada tocará a nuestra hija, mientras él tenga fuerzas.

Linder:

Oh, Sorina. Se acurruca contra mi pecho y poco a poco, su respiración se calma, se ha quedado dormida. La estudio a placer. Vaya dúo que estamos hechos. Aunque, ¿qué es el amor? ¿Qué es una relación de pareja? Mirándolo desde una perspectiva poética, supongo que podría decir que es algo donde la mujer siempre se aferra a su príncipe azul para que la rescate, el hombre es el duro, el invencible. ¿La realidad? Si, me gusta la oportunidad de proteger a Sorina, más que todo, porque implica que ella confía en mí, que no me teme, y que puedo estar cerca suyo, pero ella me acaba de demostrar, que no necesito ser de hierro. Ella es mi igual, somos compañeros, nadie depende del otro. Cada uno tiene flaquezas que el otro compenza. Está bien tener miedo mientras luchemos juntos para superarlo, está bien no tener la respuesta para todo, porque las encontraremos juntos, está bien que esté aterrado por la posibilidad de perderla a ella y a nuestra hija, porque eso no significa que sea débil, sino que ellas son mi todo. De nuevo me pregunto ¿qué clase de vida tuve antes de conocer a esta mujercita que ahora duerme entre mis brazos?

Unos toques disimulados en la puerta me arrancan de mis reflexiones. Me levanto de la cama con cuidado de no despertar a Rina, me pongo un par de pantalones y una túnica que dejo a medio abrir. Se quien está a la puerta antes de abrir.

Los ojos plateados de Barien me observan severos, durante unos segundos ninguno dice nada, pero su expresión es suficiente como para saber...

— Así que ya lo descubrieron –dice–. ¿Cómo se lo tomó?

— Ninguno lo ha tomado muy bien, considerando que Arella se enteró primero y que está planeando cómo ponerle las manos encima.

El mentón de mi suegro, hombre aun en medio de todo este embrollo, no puedo menos que notar lo raro que ha sonado eso, pero sí, es mi suegro, y oh, mira por donde, no solo estoy durmiendo con su hija, sino que además, la embarazo y ah, si, no nos olvidemos que nunca le pedí su mano, aunque considerando su relación con Rina, creo que son mayores los problemas que podría buscarme con ella si se enterara que busco la aprobación de su padre así que...

De vuelta a la realidad, me aparto de la puerta y le hago un gesto:

— Adelante. Ponte cómodo.

Si estaba molesto, o sorprendido, no dijo nada, pero atravesó la estancia con un paso que podía pasar muy bien por majestuoso.

Sorina:

No se cuanto tiempo dormí, mis sueños fueron inquietos, llenos de sombras, sluaghs y presintiendo la presencia de Arella. En medio de ellos un rastro de mariposas azules bailoteaban en la oscuridad, emanando magia, y disipando las tinieblas, luego un par de ojos color zafiro aparecían allí, y escuchaba una voz suave que repetía una y otra vez la misma palabra: "Equilibrio"

Desperté agotada, mi cuerpo lleno de una poderosa energía. La cama estaba vacía a mi lado, las mantas frías. Linder se había movido hacía rato, escucho el murmullo de voces desde la sala. Abro el arcón a los pies de la cama, agarro una sencilla túnica verde y me cubro con ella antes de salir a descubrir a nuestros visitantes.

Linder y Barien guardan silencio tan pronto como descubren mi presencia. Mi padre se pone de pie, sus ojos plateados estudiando mi cuerpo, hasta finalmente detenerse en mis propios ojos. Molesta me cruzo de brazos.

— Así que tú también lo sabes.

— Noté la diferencia de la magia durante la pelea en el claro –me informa

Linder no se mueve de su lugar. Esto es entre Barien y yo, él lo sabe, y yo también. Es una de esas molestas cosas en las que él no puede intervenir y en las que yo debo aprender a resolver sola, él ya lo dijo una vez, no puede tomar la decisión por mí. Me encojo de hombros, y camino un poco, hasta quedar junto a mi compañero, enseguida pasa sus manos entorno a mi cintura, apegándome a su cuerpo.

— Entonces –pregunto–. ¿Alguna idea que quieras aportar?

Sus cejas se arquean, escéptico ante mis palabras. No. No lo había perdonado, y no, no había echo las paces con todo lo que implicaba el lazo y el pasado que nos unía, pero, en este segundo, se trataba de mi hija, y el resto de mis sentimientos palidecía en comparación con su seguridad.

— La opción obvia es que necesitan encargarse de Arella antes de que ocurra el parto. Mientras esté dentro de ti, su magia se imbricará con la tuya y a la reina le será extremadamente difícil, sino imposible, acercarse a ti.

Así que a esto se reducía todo. Bueno, a la mierda con el equilibrio del mundo mágico, si se trataba de una balanza, siempre se inclinaría a favor de mi pequeña. El único problema es que no era tan fácil. ¿Cómo carajos te cargabas a un vacío andante? Golpes en la puerta de la cabaña llamaron nuestra atención. Observo a Linder con una muda interrogación, me ofrece una tensa sonrisa de disculpa antes de contestar:

— No es algo que podamos o debamos hacer solos. Nuestros amigos están aquí.

Me aparta con suavidad y abre la puerta. Abby, Lexen, Lyn, Nael e incluso Kai estaban aquí. Nada más poner un pie en el interior, la mirada de Abby me estudia completa, sus ojos se ensanchan con sorpresa y su boca se abre en una perfecta "O".

Abby:

Antes, con el morrollón que se había montado, la amenaza de Arella y mi propia alegría por Sorina y Linder simplemente me olvidé de todo. Ahora, tan pronto nos acercábamos a la cabaña, sentí el cambio, la magia externa, suave, poderosa, tan avasalladora como la de mi madre o la de Arella, sin embargo no me hacía sentir amenazada o incómoda. Era una firma mágica que jamás había sentido, y aun así, la conocía a un nivel elemental, miro a un lado y otro, tratando de encontrar la fuente del poder, para consternación mía, ninguno de mis amigos, ni siquiera Kai, que era el mejor rastreador, parecía sentir nada. ¿Qué estaba pasando aquí? El poder parecía provenir del interior de la cabaña, parte asustada, parte inquieta, me apresuré al interior tan pronto mi hermano abrió, la magia me estaba por todo el lugar, no tardé en encontrar el epicentro, y vaya si casi no me lo creo. Era Sorina, solo que esta no era la magia de Sorina. Vamos, conviví por un siglo con esta chica, estaba tan familiarizada con su poder como con el mío propio, entonces ¿qué....? La respuesta, la incredulidad y la sorpresa me golpean en un alud, cuando distingo, la preocupación en el fondo de sus ojos, la expresión torturada en el rostro de mi hermano, y la manera tan protectora en que él se sitúa a su espalda, y las manos de ambos, cubren el vientre de Sorina. Mi boca se abre.

— ¡Oh, hombre! ¡Ustedes chicos, me van a hacer tía!

Ahora entiendo, lo que estaba sintiendo no era solo la magia de su bebé, sino su vida misma, era capaz de sentir cualquier forma de vida, y esa pequeña criatura era algo especial. Increíble. El silencio se adueña de toda la habitación, y todos los ojos, van a parar a Sorina y Linder, parte incrédulos, parte sorprendidos. Es mi hermano quien retoma la palabra:

— Si. Sorina está embarazada, y Arella está esperando el momento para hacerse con nuestra hija. En esa niña se han combinado mis poderes y los de Rina, si Arella lo obtiene...

— No habrá quien la detenga –completa Lexen.

— Entonces, la pregunta es cómo y cuándo nos encargamos de Arella.

Sorina:

Las palabras de Lyn y la actitud de todos me toma desprevenida, no se si tiene algo que ver con el embarazo, pero lo cierto es que tener tal apoyo incondicional, hace que mis entrañas se remuevan con fuerza y unas imprudentes lágrimas se escapen de mis ojos. Las manos de Linder estrechan mis hombros, me vuelvo a mirarlo, através del vínculo, escucho su apoyo, su muda promesa de que todo estará bien. Mis amigos están conmigo, esta vez, no estaré sola. Los demás se ensarzan en una discusión sobre la mejor manera de ocuparse de las reinas, todo parece rondar un callejón sin salida, algo me molesta, un pensamiento, una idea fugaz que revolotea en mi mente, hay algo que se me está escapando. ¿Qué es? Se que es algo vital, algo que ver con...

— ¡Equilibrio!

El recuerdo reaparece brillante, y junto a él, el conocimiento, que hace la frase se me escape en un violento chillido. Mis amigos me miran como si me hubiera vuelto loca, incluso Linder me mira preocupado. No tengo tiempo, me paseo de un lado a otro, la idea tomando forma en mi cabeza, y cada vez, me parece más natural.

— Por supuesto, de eso se ha tratado todo. ¡¿Cómo no lo vi antes?!

— Nadie mencionó que las faes perdieran la cordura con el embarazo –murmuró Lyn.

Estaba dispuesta a ignorar su molesto sarcasmo, cuando Linder interrumpe mis andares, sosteniéndome por los brazos. Su mirada buscando la mía con desesperación.

— Sorina, qué...

Me toma unos minutos calmar mis erráticos latidos, las ideas se superponen unas a otras, hasta que consigo ordenar el influjo constante, tomo un par de inspiraciones profundas, entonces me preparo para explicarlo. La solución, en sí, es sencilla, no puedo creerme que antes no me hubiera dado cuenta, lo realmente difícil, será ponerlo en práctica, aunque me hacía una idea.

— La respuesta está en el equilibrio –contesto yo–. Linder, tú y yo somos dos caras de una misma moneda, ¿cierto? Representamos el equilibrio perfecto de la magia. ¿Verdad?

Linder:

La mente de Sorina corría a una velocidad tal que me era imposible captar sus pensamientos. Tuve que conformarme con dejarla poner sus pensamientos en palabras.

— Es lo mismo con las reinas. Cada una es la balanza de la otra. Más importante, los poderes de una, cancelan los poderes de la otra.

¡Oh, mierda! Ya comenzaba a entender, bien, es cierto que la solución siempre había estado justo frente a nosotros, pero eso no quería decir que fuera realmente sencillo ponerlo en práctica.

— Necesitamos controlar la batalla –interrumpo entonces–. Debemos escoger el momento y el lugar, sino estaremos en desventajas.

— ¡Momento! ¡Momento! ¡Hechen el freno ustedes dos y por favor, aclárenos las cosas a nosotros simples mortales!

El grito deseseprado y molesto de Lyn encuentra eco en el resto de mis amigos. Cierto, yo había entendido todo gracias al vínculo con Sorina, pero para el resto, todo seguía siendo un galimatías sin pie ni cabezas. Sorina y yo nos observamos en silencio durante unos momentos, entonces soy yo quien explica:

— Necesitamos encargarnos de las reinas al mismo tiempo, –contesto–. Obligándolas a enfrentarse a los poderes de su contraria.

— Muy bien –comenzó Lyn escéptica–, supongamos que no morimos en el proceso, ¿cómo carajos propones sacarlas de sus madrigueras?

— Arella no podrá resistirse si yo soy el cebo –contesta Rina

— Entonces yo haré que madre salga –se adelanta Abby.

****

Sorina:

Linder estaba completamente renuente al plan, no puedo culparlo, hasta yo reconocía que era una locura, pero era todo lo que teníamos a mano, y teníamos que hacerlo. Esta vez, era todo o nada. O nos librábamos de las reinas, o moríamos en el proceso. Me despierto sintiendo los besos de Linder recorriendo mi nuca, sus manos acariciando mis costados, mi vientre, sus labios besando allí donde se resguardaba nuestra pequeña. Me removí en la cama, captando su atención, sus caricias se volvieron más demandantes, sus besos adquirieron una cualidad desesperada, me encontré respondiendo con la misma pasión, el mismo deseo. Sentía el miedo y la tristeza formando una caliente pelora en mi garganta. Su boca encuentra la mía, en sus labios saboreo mi miedo, mis lágrimas y mi tristeza.

— Por favor –me susurra–. Encontraremos otra manera.

El instinto, la tentación de esconderme de esperar una segunda oportunidad es algo realmente fuerte, mis ojos se cierran con fuerzas cuando él apoya su frente contra la mía, siento su respiración en mi piel.

— No hay otra salida, y hasta tú lo sabes. Saldremos de esta compañero. Ya lo verás.

Nos vestimos entre besos y caricias, el ritual contrario a la noche anterior, los nervios y la tensión eran casi paralizantes. Cuando logramos salir fuera, nuestros amigos nos esperaban, mismas expresiones sombrías en todos los rostros. Nos jugábamos el todo o el nada, y lo sabíamos. Linder toma mi mano, salimos al amanecer, un portal de magia se abre delante nuestro, compartimos una última mirada antes de cruzar y separarnos.

Lyn:

Debo de estar loca para estar haciendo esto, pero de nuevo, no hay otras alternativas, y realmente, como que ya estoy cansada de este jueguito a las escondidas con la reina oscura. El portal nos deja en las afueras de la ciudadela de Invierno. Sorina se mantiene a mi lado, discretamente, prestándome de su poder, mientras trato de camuflar al pequeño grupo que se ha colado con nostros.

— ¿Estás lista? –inquiere

— Tanto como se puede –mascullo nerviosa.

Sorina rompe en una pequeña carcajada, su mano agarra mi brazo, vagamente soy consciente de que todos estamos enlazados, escucho el murmurar de su magia, siento el chasquido de poder en el aire, el vértigo en mi estómago, mi cuerpo se deshace, y entonces cuando vuelvo a abrir los ojos, descubro que nos hemos materializado justo en medio de la Plaza de Invierno. Los faes que andaban por allí se detuvieron todos al vernos aparecer, más aun, cuando Rina deshace las capas que cubrían nuestros rostros dejándonos completamente al descubierto. Bueno, si eso no era hacer una entrada, no se que lo es.

— Entonces –comienza sin que le tiemble la voz en lo más mínimo–. Podemos hacer esto de la manera difícil...

Hace un gesto con la mano, esa es nuestra señal, todos y cada uno desatamos nuestros poderes, haciendo una llamarada colectiva, y es entonces cuando se aparecen el resto de los refuerzos, una docena de Caith Sith y otras tantas Banshees.

— Ustedes tratan de detenernos y nosotros nos divertimos, o, pueden hacerse a un lado y respetar las leyes.

— ¿De qué leyes hablas tú?

Sorina:

Gizart. Gizart estaba en medio de la plaza, camina en medio de los faes con la cabeza en alto. Cierto, su familia es una de las más importantes, de ahí, que tenga un voto de confianza por todos.

— Tú que eres la primera en desonrarlas –escupe al suelo–. Asesinaste a tu prometido, te volviste la zorra del Beso de Verano, el que vive para nuestra destrucción.

Gizart tenía que aprender a cerrar su bocota. Dejo de suprimir mis poderes y me muestro tal cual soy. La reminiscencia de mi poder la paraliza y la obliga a cerrar su boca.

— Soy Nolune, hija de Arella y Barien. La Noche Encarnada. El Beso del Invierno. Reclamo mi derecho a luchar por el trono. Desafío a la reina Arella.

No iba a dar un estúpido discurso acerca de cómo pretendía mejorar la vida de los demás. Mi raza no era precisamente conocida por ello. En realidad, a los únicos que podría interesarle sería a los campesinos y las demás razas que habían sido oprimidas por mi madre, y afortunadamente, a esos ya los tenía de mi lado, con los demás, ya me las entedería.

Casi no había terminado de lanzar mi reto, cuando siento el cambio, el estallido de magia en el aire. A mi lado, Lyn se enconge, aferrándose las sienes, como si le doliera la cabeza. Nael está prontamente a su lado, abrazándola.

— ¿Qué te ocurre?

— ¿Cómo es posible que no lo escuches? –gimotea–. Es la tierra, la tierra está gritando.

No se si gritando, pero si que siento su estremecimiento cuando Arella se materializa justo al frente nuestro.

— ¿Me desafías con tu ejército? Traidora –escupe

— Ellos no se moverán, a menos que tú los ataques –contesto–. Esto es entre las dos.

Linder:

Aparecemos justo en medio de la plazoleta del castillo. Reconozco a un par de soldados que se quedan de piedra al reconocerme. A mi lado, Abby levanta la cabeza con orgullo. Síp, hogar dulce hogar. Entonces distingo una mancha violeta que revoloteaba cerca nuestro.

— ¡Reis! –el pixie aun no sale de su atontamiento, pero al menos me reconoce–. Advierte a todos, estamos aquí por Cardania. Traicionó su linaje cuando vendió a su hija. Rompió las reglas de la magia, asesinando a sus hijos para alimentarse de ellos. Estamos aquí por ella, pero si alguien interfiere, no tendré problemas en quitarlos de en medio.

Ese discurso parece empeorar el mutismo del pixie, porque su boca se abre en una mueca de sorpresa, sin embargo, al menos los demás si que han captado el mensaje, porque nadie hace amago por detenernos. Una mancha dorada ilumina la plazoleta y la reina de Verano se aparece ante nostros.

— ¿Con qué derecho me desafías, mocoso?

— Soy Linder tercer hijo de la Corte de Verano, hijo de Cardania y Alzain, dos originales, el Campeón besado por el Verano. Tengo todo el derecho de retarte.

La respuesta de la reina llega en forma de un pulso de magia elemental que amenaza con consumir todo cuanto toque, tomo a Abby de la mano, y la elevo en el aire, esquivando el conjuro. Cardania ha aprovechado el mometo, para deshacerse entre los haces de luz. Una especie de sexto sentido despierta en mi interior, y aunque no puedo verla, soy perfectamente capaz de distinguir dónde estará, lo utilizo a mi favor. Permanezco quieto, almacenando y mezclando la magia, la reina se confía y salta a por mí, en el último segundo posible, bloqueo su ataque, dispersándolo y respondo con un pulso de magia elemental que la obliga a materializarse, para sorpresa de todos, cuando lo hace, sus cabellos rubios y sus ropas, están completamente congelados. Me mira con incredulidad y yo le sonrío con procacidad, mientras levanto mi mano derecha, mostrando la marca que ha dejado mi vínculo con Sorina. Sus ojos relampaguean con odio puro.

— ¡Desprecias tu linaje! ¡Te enlazaste con una oscura! ¡Has traído la vergüenza sobre nuestra casa!

— Desprecio lo que tiene que ver contigo –respondo

De repente, no puedo continuar hablando, una penosa migraña taladra mi cráneo, se siente como dedos escarbando en mi cerebro. Mi espada tiembla en mi mano,y pierdo altitud, el dolor es tan intenso que no puedo concentrarme lo suficiente como para volar. ¿Qué mierdas? Através de mis ojos semi cerrados distingo la mueca de victoria de Cardania.

Abby:

Linder está perdiendo altura, se agarra la cabeza y gruñe como si fuera preso de un dolor insoportable. Apenas distingo la mueca victoriosa de mi madre. ¿Qué está ocurriendo? Mi hermano queda indefenso en el suelo, la reina sonríe victoriosa, en sus manos brilla una ráfaga de magia elemental que podría acabar con mi hermano, sino hago algo. Muy bien Laynda, toma cartas en el asunto, pruebo la conexión que me une a la tierra de verano, es sorprendentemente sencillo, como si la tierra lo deseara. El poder más elemental y puro me recarga, soy consciente de cada criatura, cada árbol, roca o insecto. Más que eso, soy consciente de quien está detrás de todo esto. El enojo estallla como volcán en mi interior, la ira, y los deseos de venganza. En un estallido, mi poder se destapa por todo los contornos, varios de los cristales del palacio estallan en miles de fragmentos, y con ellos, Namina, que hasta entonces se había mantenido disuelta en haces de luz, aterriza materializándose con un violento y duro golpe contra el suelo, y de paso, perdiendo el control sobre el conjuro conque torturaba a nuestro hermano.

— Mantente fuera de esto, Namina.

— ¡¿Mezclaste nuestra sangre con semejante mounstruo?! –le grita a Linder. Entonces se voltea a madre y añade – ¡Ha engendrado una bastarda en la puta oscura!

Una furiosa estela de magia y fuego pasa demasiado cerca de Namina, chamuscándole las ropas. Hay una expresión letal en los ojos verdes de mi hermano.

— Jamás, insultes a mi familia de nuevo, Namina.

No podemos distraernos. Me pongo entre los dos, dándole la espalda a Linder, pero desafiando a Namina:

— Tienes tu batalla hermano. No te preocupes por Namina. Yo me haré cargo.

Sorina:

Como era de esperar, unos cuantos soldados, acicateados por Gizart habían decidido pelear por Arella, de manera que ahora teníamos una batalla encarnizada en la plazoleta, sin embargo, yo no tenía ojos, más que para Arella. Con un grito de furia despejo la cortina de niebla que había convocado, mi espada se entrecruza con la suya justo a tiempo. Si, la maldita zorra no tenía ni idea de lo que significaba el honor. Intercambiamos un par de estocadas, la pateo en el estómago cuando se acerca demasiado, con un giro de mis piernas la lanzo a tierra, pero se las ingenia para aletear y tomar aire nuevamente. Envío pulsos de magia, tratando de acertarle en el aire, la muy condenada los esquiva. Me mira con superioridad, y entonces me permito sonreír, su mueca de extrañesa, le dura lo que demora en sentir el golpe que le ha propinado Barien por la espalda, su ataque, pura magia elemental le acierta de lleno en la espalda, se tambalea, pero no lo bastante, rápida como una peonza, se las arregla para responderle con un golpe bastante similar, que Barien consigue esquivar por los pelos. Truenos cortan el cielo, tardo un poco en darme cuenta que Arella está dirigiendo la furia de la naturaleza en contra nuestra. Barien hace una ondulación de sus mano, entonces se levanta una pesada cortina de nieve, que envuelve a la reina como si fuera un tornado, me da el timepo suficiente como para recuperarme, y volver al ataque, disuelvo mi cuerpo en sombras y floto hasta lo alto para atacarla, consigo atravesarla un par de veces, gime de dolor, pero casi enseguida, me repele violentamente contra la tierra, vuelvo a mi verdadera forma sintiendo arder todo mi cuerpo, Barien es repelido como un muñeco viejo, la reina lo envuelve en una prisión de magia que lo inhutiliza. Aletea en mi dirección, trato de levantarme, pero es como si la tierra me tuviera pegada a ella.

— Pagarás tu arrogancia mocosa. Tomaré tu poder y el de tu hija, y con eso, pondré en su lugar a esos anacronismos que creen que pueden detenerme.

Toma tierra a mi alrededor, sus manos se cierran sobre mi cuello, y es justo el momento que estoy esperando, aunque, debo reconocerlo, no todo sucede como yo me lo esperaba. La reina acerca su boca a la mía, dispuesta a alimentarse de mí hasta dejarme seca. Comienza a tirar de mi poder hacia ella. Mis manos se apoyan sobre su pecho y despierto el vínculo que me une a Linder, tiro de su poder, siento su presencia,su magia en mi mente, al mismo tiempo, la débil conciencia de mi hija, se mezcla con la mía, nuestras magias convergen y explotan directamente desde mi interior, antes de poder comprender que está pasando, me encuentro sobrevolando el cielo, mi cuerpo se eleva, libre, poderoso.

— Pones en peligro todo el universo, Arella, y todo lo que es importante para mí. Tu ambición, fue tu fin.

Desde lo alto, veo como la reina arquea, una y otra vez, como si le faltara el aire, boquea como pez en el anzuelo, sus manos suben a su pecho, luego se agarran el cuello, lucha inútilmente para llevar aire a sus pulmones. La semilla ya está plantada, pronuncio el conjuro y abro la puerta dimensional al Intermundos, me arrojo con ella dentro.

Linder:

Árboles rompen en medio de la plazoleta, sus ramas me persiguen mientras hago piruetas por el reducido espacio, escucho los gritos y las maldiciones ocasionales de Namina y Abby, pero no puedo preocuparme por ellas. Mi objetivo es Cardania, lenguas de fuego consumen el árbol que la reina había despertado, concentro mi poder y la envuelvo en una barrera anti magia, me sonríe, rompe el escudo como si fuera papel viejo. Nos encontramos cruzando espadas, sus ataque son bastante poderosos, y debo decirlo, me cuesta seguirle el ritmo, nos elevamos en el aire, consigue atiarme con un impacto directo que me envía contra el suelo. El golpe saca todo el aire de mis pulmones, cadenas de magia aprisionan mis muñecas y mis tobillos. Cardania se detiene a mi lado, su mano sobre mi pecho, la expresión de triunfo en su mirada. Justo ahora, tomo los poderes de Rina, me vuelvo un puente para el poder del vacío, y tiro de la mayor parte del poder de la Reina, debilitándola por completo. Las cadenas que me ataban se deshacen, salto sobre ella al mismo tiempo que se abría la puerta al Intermundos.

Sorina y yo nos materializamos al mismo tiempo, ambas reinas colapsan una contra la otra, sin tiempo para perder, Barien, Larillia, Amarantha e incluso Irogel estaban allí, rodeamos a las reinas, haciendo un círulo entorno a ellas. Nuestros poderes se entrelazan mientras cantamos el conjuro. Un luminoso brillo de tonos dorados y jades ilumina a ambas mujeres, sus cabellos se blanquean, sus ojos se abren en una mueca grotesca, sus alas dejan de sostenerlas y caen a tierra, tan pronto lo hacen, sus pies son absorbidos por la tierra, la magia las envuelve como un capullo, entre gemidos y estertores, obsevamos su transformación, las piernas se unen, los cabellos se esparcen al cielo, los cuerpos se ensanchan, se unen y cambian de color y textura, y luego, al cabo de un rato, solo tenemos delante, un enorme roble, de corteza dura, pero blanca como la nieve, grandes y frondosas ramas níveas también, y miles de hojas de plata. La magia lo recorría, en un continúo intercambio con la tierra.

Sorina:

— Lo lograste –susurra Barien a mi espalda.

Se escuchaba admirado, volteo a mirarlo, y entonces, con sorpresa, descubro el par de alas traslúcidas que adornaban mi espalda, no son las membranas delicadas que una vez tuve, estas son más bien, escencia, son largas, anchas como las de una mariposa monarca, las despliego, enteramente azules, salpicadas de brillantes estrellas. Solo entonces noto que he cambiado, mis cabellos ya no son rojos, sino negros, negros y también salpicados de estrellas. No puedo evitar la sonrisa, cuando recuerdo.

— Así que se trataba de esto –murmuro mirando mis nuevas alas.

— ¿De qué?

¡Linder! Medio magullado y cansado, justo como yo, pero está vivo. Salto a sus brazos y lo beso desenfrenada. Estamos vivos. Lo hemos conseguido. Cuando por fin conseguimos cortar el beso, me sostiene cerca de su pecho, su frente descansando sobre la mía.

— ¿Me contarás?

— Hace mucho tiempo, tuve visiones en las que tú me asesinabas en complot con una fae de Invierno. Ahora veo que no era así. La imagen que veía era de mi misma. Tu..., bueno si ayudarías a poner fin a una parte de mí, la que vivía anclada al pasado, la que un día fue derrotada por Arella, y a cambio me hiciste revivir, como tu compañera, como una verdadera fae.

— ¿Qué pasa con las alas? –cuestiona

— Ahora mismo manejo demasiado poder, parte por nuestra hija, parte por el vínculo que mantengo contigo, así que esa magia sobrenadante se ha transformardo en esto. Ahora por favor, volvamos a Invierno, nuestros amigos ahí nos necesitan.

Linder:

Saltamos de vuelta, el mercado estaba desecho. Los faes que antes defendían a la reina comenzaron a detenerse en la medida que registraban nuestra presencia y la falta de su señora, hasta que poco a poco, quedamos rodeados por un círculo de dubitativos faes de Invierno. De a poco la nieve que recubría todo el lugar comienza a derretirse, los pesados nubarrones que encapotaban el cielo son rasgados por finas hebras de luz. El amanecer estaba llegando a la tierra de Invierno. Una brillante explosión de luz, llama nuestra atención, nos giramos para ver a Lyn, envuelta en un capullo plateado, cuando la luminscencia termina, la chica es rodeada por un nuevo halo de poder, en medio de la frente, tiene un brillante lucero plateado.

— ¿Y ahora que carajos me pasó? –grita molesta

Quiebro en una sonrisa, que se amplía, cuando veo al resto de los faes de Invierno inclinarse ante ella en una profunda reverencia:

— La tierra de Invierno ha escogido a su nueva reina. Bienvenida, su majestad.

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Holas. Así que..., después de eones desaparecida, aquí estoy, de vuelta y revuelta. Entonces, este es el capítulo final. Y bien ¿a alguien le da nostalgia? Si, ya se que quedan un par de huecos por aquí y por allí, pero, esperen al epílogo, que no, no me tardaré otras dos semanas para subirlo, eso puedo prometerlo. Entonces, como siempre digo, voten, comenten, pregunten. Recuerden que ese es el verdadero sentido de todo esto. ¿Qué les ha parecido?

Besos Lennali.  

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