Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 26

Linder:

Sorina caminó a mi lado, con la cabeza bien en alto, negándose a ser intimidada, por más que podía sentir el murmullo de todos los faes que íbamos pasando. Atravesamos los pasillos sin mucha ceremonia, siendo conscientes de las miradas y la expectación que generábamos. Cuando finalmente alcanzamos la puerta de madera que daba acceso a los jardines donde nos habíamos encontrado con los ancianos por primera vez. Noto que Sorina se queda rezagada, cuando volteo a mirarla, tiene los ojos brillantes, y se sostiene el pecho con una mano.

— ¿Está todo bien?

Mis palabras parecen arrancarla de su ensoñación, porque sacude la cabeza un par de veces, cuando sus ojos encuentran los míos, tienen una expresión desorientada.

— Sí. Yo..., olvídalo. Fue algo raro.

— ¿Raro cómo?

Vuelve a sacudir la cabeza, me da una mueca molesta.

— Yo, solo creí que iba a tener una premonición, pero nunca llegó.

Las puertas se abren por si solas, mostrándonos el conocido jardín. Los Altos Señores estaban allí, sentados a la sombra de la glorieta, pero no estaban solos, Anarthia y Raylía estaban con ellos, y a juzgar por la expresión de esta última el tema que trataban no era muy divertido, sin embargo, sea lo que sea tan pronto irrumpimos en su espacio, todas las miradas se dirigieron en nuestra dirección, más concretamente, en Sorina.

— ¿Ocurre algo? –inquirió ella

El señor del Invierno nos dedicó una enigmática sonrisa adelantándose hasta donde estábamos, en un gesto de bienvenida que me dejó inquieto, con la sensación de que ocultaban algo.

— Vemos que algunas cosas han ido tomando su lugar –sentencia mirando entre nosotros

— Linder y yo hemos resuelto nuestras diferencias –responde con ecuanimidad, percibo el peligro en el brillo que han adquirido sus ojos y en el gesto desafiante de su mentón–, pero eso no tiene nada que ver con lo que ustedes trataron de hacer con nosotros.

Inevitablemente mi cuerpo se tensa, esperando alguna clase de reacción de parte de nuestros interlocutores, sin embargo, la respuesta es pausada, una mirada sabia de parte del Señor del Verano.

— Tienes razón, pequeña –concede–. Les impusimos una carga bastante pesada sin su consentimiento, pero..., ustedes estaban en el destino de ambas reinas, eventualmente, tarde o temprano, habrían acabado naciendo, y sin nuestra intervención, es muy poco probable que hubieran sobrevivido, o que en su defecto, alguno de sus amigos tuviera la menor probabilidad.

— No tomamos la decisión a la ligera –concuerda el gemelo–. Fue cuidadosamente meditada, de todos los jóvenes que vendrían en su generación, escogimos a los que creímos más capaces. De todas formas, aun pueden elegir. ¿Abandonarán sus poderes?

El gesto desafiante de Sorina vuelve a aparecer, yo me situo a su espalda, colocando una mano sobre su hombro. Tiene que saber que estoy con ella, decida lo que decida, entonces, una sonrisita creída, que hacía mucho tiempo que no veía, pliega sus labios.

— No me iré de este mundo, sin antes cobrárselas a Arella y a Kurapika. Esta vez, enfrentaré mis temores para siempre, y que sea lo que tenga que ser.

Lyn:

Esto no podía estar pasando, realmente, no ahora. El blindaje mágico que aislaba nuestro campamento se sacudió peligrosamente cuando una explosión de magia impactó contra él. El conjuro ilusorio de camuflaje que había tejido entorno a él, se tambaleó y yo lo sentí en mi sangre. La magia no aguantaría mucho más.

— ¡Ahhhh!

El grito desesperado de Maerwen, y sus uñas clavándose dolorosamente en mi brazo, son prueba suficiente de que esto sí que estaba sucediendo. Y por esto no me refiero al ataque de la reina oscura, o no, ese ya me lo esperaba, y honestamente, en estos segundos, preferiría estar en el frente, peleando contra cualquier criatura, que esto. Repartir puñetazos, no estaba mal, ¿ayudar a una chica a tener su bebé? ¡Crisis!

El rostro de la líder fae se crispó ante la nueva oleada de dolor que la atrevesó, su piel estaba brillante de gotas de sudor, a pesar de estar recostada sobre un colchón de nieve.

— ¡Duele! ¡Duele mucho! –se quejó

Una poderosa explosión sacude los blindajes, destrozándolos por completo. Siento reverberar el poder en mi sangre, una lluvia de nieve, fuego y rocas se precipita sobre nosotras. Instintivamente me coloco sobre Maerwen, escudándola con mi cuerpo, los fragmentos llueven sobre nosotras, pero a mi no me golpea ninguno, escucho el gruñido a mi espalda, Nael me ha escudado a mi, recibiendo algunos impactos en el trayecto.

— ¡Sácala de aquí, maldita sea! –me gruñe

— ¡Y una mierda! ¡No tengo ni idea de que hacer con ella! –le grito igual de desesperada.

La tierra se estremece bajo nuestros pies, escucho varios gritos de dolor. Mi vista se mueve justo a tiempo, varios de los guerreros más cercanos a las trincheras, habían caído, las gargantas abiertas en sangrantes tajos, los ojos vidriosos y el rostro contorciondado en muecas de horror y agonía, en algunos de ellos, alcancé a ver la imagen fugaz de un espectro, como recortado de las sombras de la noche, con cuencas vacías como ojos, aspecto cetrino y afilados dientes amarillentos. Escucho el zumbido de alarma de Nael, al instante, recupera su forma semi humana, sus orejas triangulares oscilaban en la cima de su cabeza, tenía todos los vellso erizados, y la cola tensa.

— ¡Maldita sea, Marilyn, sácala de aquí!

Antes de que siquiera se me ocurriera recriminarle por el uso de mi verdadero nombre, Kai se planta al lado nuestro. Sus ojos brillantes, una espada desenvainada en la mano.

— ¡Escuchen todos! –grita–. Nos atacan con las sombras, y los sluaghs. Pueden mimetizarse con las tinieblas, mucho cuidado con el sol, si alguno llega a proyectar una sombra, dése por muerto.

¡En serio! ¡Mimetizarse con mi propia sombra! Como para terminar de aclarar mis dudas, Maerwen, aun inmersa en su dolor, se incorpora y lanza una llamarada de poder a mi espalda, llego a distinguir el cuerpo de un sluaghs, consumiéndose en el suelo. ¡Joder! Estuvo cerca.

— Ayúdalas a salir de aquí, Kai –ordena Nael.

— ¡Es peligroso! –contrarresta el chico–. Pueden atacarte desde la espalda

— Está bien –contesta Nael–. Tenemos esto. Los Caith Sith no proyectamos sombras en esta forma. ¡Vamos! ¡Sácalas de aquí!

El fae pelirrojo no necesita que se lo repitan. Se coloca junto a nosotros, toma a Maerwen entre los brazos.

— Cuida nuestra espalda –me ordena

Sorina:

Una pesada inquietud se ha asentado en mi pecho. Siento la cabeza espesa, y aunque no haya otra manera de decirlo, estoy nerviosa. Bastante. Desde que entré no paro de observar a Narti y Lía. Ambas hermanas parecen encogerse bajo mi escrutinio.

— ¿Cuál es el plan entonces? –la voz de Linder me devuelve a la realidad– ¿Cómo detenemos a las reinas?

Cierto, para alguien que dijo que quería pelear, me estoy tomando esto demasiado desinteresadamente. Arella no estará paseando por el parque, conociéndola, la vieja bruja debe estar desesperada buscándome, y no por su tierna preocupación materna. Ah, sí de vuelta a los negocios.

— ¿Eres consciente de que nos estás pidiendo un secreto que podría destruirnos? –me sobresalto ante la aparición de Amarantha

No se cómo o cuándo estró, pero la mirada de odio que me regaló fue suficiente como para saber que yo no le agradaba nada. Da igual, el cariño era mutuo. Antes de que Linder tenga la oportunidad de responder, soy yo quien habla:

— Haberlo pensado antes de meternos en este percal.

Parece como si fuera a rebatir algo, pero es interrumpida por un gesto del Señor del Verano.

— Está bien, Amarantha, tú cumpliste tu papel como guardiana, tal vez demasiado bien –el rostro de la fae se tornó púrpura–, pero sabías que nada de ello sería duradero. Ellos son dos mitades, más tarde o más temprano, terminarían unidos, y Nolune tiene razón, nosotros iniciamos esto, ahora no podemos dejarlo a medias. ¡Déjennos por favor!

Amarantha hace un puchero frustrada, pero se aleja, seguida por los otros faes. Las últimas, parecen ser Narti y Lía. Cuando la mayor de las hermanas pasa a mi lado, encuentro su mirada profunda, mi corazón hace un salto curioso en medio de mi pecho, los labios de ella se pliegan en una semi sonrisa cuando nos estudia a Linder y a mí. Es casi como si supiera lo que había pasado. Bueno, a estas alturas, creo que es algo de dominio público en todo Aibendri. ¡Hombre, eso es perturbador! Mi magia y mi corazón hacen una rara voltereta, instintivamente, mi mano se cierra sobre su brazo, poder crepita a nuestro alrededor, y la curiosa sensación se vuelve más insistente:

— ¿Qué está pasando?

La tensión en la sala se puede cortar con un cuchillo, la mirada verde bosque de Lía, está llena de algo bastante semejante al terror. Narti, por el contrario se lo toma con bastante calma, me da una sonrisa, estrecha mis manos por breves segundos, y luego me sorprende, abrazándome con fuerzas y ternura inusitadas.

— No hagas preguntas cuyas respuestas conoces, Nolune, Beso del Invierno –me susurra al oído–. Nosotras debemos volver a nuestro tiempo, pero no te preocupes, todo volverá a su lugar. Solo recuerda, la luz es tan necesaria como las sombras. La respuesta está en el equilibrio.

Lía también me da un abrazo, y un beso en la mejilla, entonces observo a ambas hermanas alejarse y mi pecho se siente repentinamente vacío. ¿Qué estaba ocurriendo aquí?

Lyn:

Me encontraba dividida. Inquieta por Nael, que estaba en el frente de batalla y yo no me encontraba cerca para apoyarlo, preocupada porqué le ocurriría, o lo que es peor, que nos ocurriría a todos, si Arella conseguía su objetivo, y por otro lado, estaba la mujer de parto en medio de la sala. Kai consiguió aislarnos en una cabaña abandonada, estábamos un poco mejor que al aire libre, pero yo continuaba sintiéndome como pez fuera del agua. Solo veía a la fae, gritar y contraerse, mi pánico aumenta cuando veo la sangre que empieza a escurrirse entre sus piernas. Estoy segura de haberme puesto verde.

— Oh, chico...

— Está bien, Lyn. Déjame espacio.

Kai me salva de mi debate interno, apartándome de entre las piernas de Maerwen. Se sitúa entre ellas, le levanta las faldas y mira su...

— ¿Eh... estás demasiado cerca de su...?

— Tengo habilidades como sanador –me informa sin mirarme, palpando el vientre de la chica–, no soy tan bueno como Abby, pero creo que llegados a este punto, cualquier ayuda será mejor que tú.

Me siento tentada a golpearlo por el insulto subyacente, pero al ver como introducía unos dedos en el interior de la joven, fue suficiente como para remover mi estómago, y silenciar mi bocota.

— Está bien, Maerwen –su voz se ha vuelto calmada–, tu bebé está cerca. Pronto habremos terminado. Cuando te diga, pujas.

Estaba segura de que no quería ver esto, peor aun, no estaba segura de si alguna vez tendría el valor suficiente como para embarazarme alguna vez. Hombre, esperaba que los Caith Sith no fueran alérgicos al latex, porque Nael no iba a tocarme si no había una fundita de por medio.

Abby:

La explosión nos ha alejado del resto, cuando recupero la conciencia, estoy desparramada en medio de la nieve, me duele la espalda por el impacto recibido. Cuando logro orientarme del todo, descubro a Lexen desparramado por el suelo, una de sus alas cuelga en un ángulo peligroso, un hilillo de sangre se escurre por su frente.

— Lex, Lex.

Situándome a su lado, dejo fluir mi magia por su cuerpo, deteniendo el sangrado y buscando la existencia de otras heridas. Afortunadamente, la peor, parece ser el ala lastimada.

Escucho los susurros en mi oído, incluso el viento parece detenerse, los insectos, las hojas de los árboles. Todo. Un escalofrío de terror recorre mi espina dorsal, mi cuerpo se llena de tensión. Me preparo, redistribuyendo la magia en mí. Por todo el tiempo que viví en la Corte de Invierno, en más de una ocasión me había cruzado con las sombras y los sluaghs, eran el medio de tortura favorito de la reina, de manera que conocía los efectos que ejercían cuando se aproximaban. Canté mi conjuro, mi cuerpo se disolvió en haces de luz, disipándome en el mismo segundo que la hambrienta jauría se precipitaba sobre mí. El cuerpo inanimado de Lexen quedó protegido por un escudo luminoso que las mantendría alejadas, mientras yo podría atacarlas a placer. Redistribuyendo mis ataques, no que fuera algo bonito, cada vez que atravesaba a una de esas criaturas, mi cuerpo se resentía, al convertirme en luz, mi alma quedaba expuesta a las tinieblas, que reprensentaban esas criaturas, no se podía simplemente tocar la maldad en su estado puro y no ser afectado por ello, sin embargo, no iba a rendirme.

Continúe dansando entre los árboles, asaeteando a sombras y sluaghs, protegiendo al incosciente Lexen. Entonces, el dolor estalló, agónico, me obligó a materializarme, respirando con dificultad. Unas botas negras irrumpieron en mi campo de visión, con un violento puntapié me voltearon sobre el colchón de nieve. El zapato se apretó sobre mi pecho, cortando mi respiración. Me encontré mirando los ojos violetas de Kurapika:

— ¿Dónde está?

Sabía lo que estaba preguntando. Quería a Sorina. Y seguro como mi nombre, que sí él estaba aquí, la loca de Arella no andaba muy lejos. Cuando curé a Rina, había captado destellos de lo que le hicieron en Invierno, mayormente del dolor que desataron en ella, tanto que había anhelado morir, y aun así, ella se negó a vendernos. Yo no sería menos que ella. Le lanzo un escupitajo en el rostro:

— Esperando para patear tu culo, maldito –le respondo.

Se limpia el rostro con una mano, mientras con la otra, aprovechando mi debilidad, me agarra por el cuello y me levanta hasta que mis pies dejan de tocar el suelo.

— No eres mi tipo hadita –amenaza–, pero puedo recordarte el lugar que te mereces. El lugar que te dimos en Invierno, puedo volver a llevarte a eso.

No me parecía. Nunca más volvería a ese lugar. Yo nunca más sería así. Con un grito de furia, me debatí entre sus brazos, una de mis piernas le acertó directamente en la ingle, con lo que logré que me soltara. Rodé por la nieve, poniéndome sobre mis pies lo más rápido posible, con llamaradas de poder ardiendo en mis manos. Kurapika se pone de pie rugiendo una palabrota, lanzo las esferas de magia elemental en su dirección, las esquiva, pero por los pelos y aun así termina chamuscado. Me preparo para lanzar mi siguiente ataque, sin embargo, la tierra tiembla bajo mis pies, la nieve se arremolina a mi alrededor, y de pronto me encuentro asaltada por una docena de sluaghs.

Trato de defenderme de ellas, pero el maldito Kurapika las ha convocado tan cerca de mí, que aunque consigo eliminar a unas cuantas, tres me sorprenden por la espalda. Siento el dolor que producen sus dientes cuando desgarran la carne en mi espalda, absorbiendo mi magia. Kurapika se aprovecha de mi debilidad y vuelve a ganar terreno sobre mí.

— ¿Dónde está? –repite

Guardo silencio y le doy mi mirada más altiva. Con eso me da una sonrisita malvada, su mano derecha se disuelve en sombras y atraviesa mi pecho. Su toque era como una zambullida en el agua helada, cortante, suficiente de paralizar cualquiera de mis músculos, y al mismo tiempo, condenadamente doloroso, como si mi centro mismo estuviera siendo rasgado en mínusculos retasos. El contacto tan íntimo entre nuestras almas, me dio una imagen vívida de la retorcida conciencia de esta criatura, él disfrutaba inflingiéndole dolor a Sorina, realmente disfrutaba viéndola suplicar, implorando misericordia, y ahora se distraía con mi tormento.

El dolor termina tan abruptamente como comenzó, la sombra de fae infectando mi alma se aleja y soy capaz de respirar de nuevo. Tardo unos segundos, en recuperar mis sentidos nuevamente, cuando lo hago, es para descubrir a un furioso Lexen, luchando a muerte con Kurapika.

Siempre fui consciente de la fama de mi prometido como la mejor espada del reino. Mi hermano lo tenía en alta estima, y no precisamente por ser su cuñado o uno de sus mejores amigos desde la infancia, sino por su destreza, incluso, en más de una ocasión, escuché a madre admirar sus habilidades, con todo de alguna manera, a través del tiempo, yo me había distanciado de esa faceta suya. Viéndolo más como mi prometido, como el hombre atento y caballeroso que estaría a mi lado, cortejándome. Ahora tenía que admirarlo. Con los ojos oscuros y brillantes, el ceño fruncido, y los músculos tensos, empuñaba una espada, enfrentando a Kurapika que ahora exhibía un ojo morado. Lexen no perdió el tiempo en palabras, solo pude ver como su cuerpo se volvía un borrón en movimiento, y los reflejos que emitía la hoja plateada cuando chocaba con la del oscuro.

Lyn:

A pesar de que Kai asegurara que el bebé estaba casi afuera, Maerwen sigue contorsionándose y gritando como si la estuvieran torturando. Kai le susurra palabras de aliento y le asegura que todo marcha bien, estoy a segundos de preguntar cuánto más puede durar esto, cuando siento mi sangre reverberar con la presencia de magia agresiva. Kai se envara al mismo tiempo que yo, compartimos la misma mirada inquieta, por fortuna, Maerwen no parece haber notado nada, no es como que la pobre chica necesite más estrés.

— Voy a salir a respirar aire fresco –digo en voz alta

La mirada castaña de Kai luce tensa, llena de preocupación.

— Lynn...

— Tú lo dijiste –respondo ante su tono de advertencia–. Aquí solo se necesita a uno, y tú eres más útil que yo.

— Lynn, eso es...

— Tranquilo, tengo más oportunidades allá fuera que aquí dentro.

No le doy tiempo a minar mi resolución, con sus dudas. No puedo pensarlo mucho. La realidad es que estamos rodeados, y quedarme escondida como una zorra en medio de una trampa no remediará las cosas. Me aseguro de tener todas mis cosas conmigo, mis armas y las escasas pelotas de hierbas defensivas que logré trabajar. Entonces salgo fuera.

He consegudio caminar un trecho, explorando las inmediaciones de la cabaña, cuando el viento helado se bate contra mi rostro, un polvillo de nieve me ciega por instantes. Los microsegundos que me toma despejar mis ojos, son suficientes para sentir el doloroso impacto en mi estómago que me saca hasta el último vestigio de aire, y me envía reculando unos cuantos metros.

Soltando una palabrota, me elevo en el aire en respuesta, tejiendo conjuros defensivos entorno mío.

— Eso no te servirá de nada, mocosa.

El poder es sofocante, y la voz acerada e inhumana me hace replantearme mi cordura. Cuando vuelvo a enfocar, me encuentro mirando directamente los vacíos ojos de la reina de Invierno.

*****

Entonces, hola chicas. Si ya se que llevo tiempo desaparecida, y lo siento, de verdad pero es que últimamente ando muy liada con el trabajo y la docencia, no se quien dijo que era bueno estudiar y trabajar al mismo tiempo, obviamente, alguien que nunca lo hizo. Hmf, como sea, que aquí les dejo el capi, espero que les haya gustado, estamos en cuenta regresiva. Luego de este, solo quedan unos tres capítulos más un epílogo. Ahhh, que nostalgia, en fin. Por cierto, quería aprovechar para informarles que estoy participando en los FiveDreamerAwards con Hija de la noche, conseguí entrar en la última fase, pero de aquí, los ganadores dependerán en gran parte del público, así que les pido que si disfrutaron de la lectura que voten por la historia en los formularios que colgarán en el muro de la editorial. Apoyen a esta chica, por favor. Besos.

Lennali. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro