Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 19

Lyn:

Barien nos ha dejado a todos con mal sabor en la boca, y en mi caso particular, con las rodillas flojas. Arella sabe de nosotros, sabe donde nos escondemos. Eso es muy peligroso. Enfrentarla en el Palacio de Hielo fue cosa de un impulso, y una necesidad obvia, me sentí atrapada, ella pretendía dañarme, y actué en consecuencia, el instinto se hizo cargo de todo, pero en el fondo, tenía la carta segura que representaba la laguna de magia. Siempre podía escapar aquí y estar lejos de ella, ahora ya no, y esconderme de vuelta con los humanos tampoco es una opción. Las alas en mi espalda actuarían como un maltido GPS. Nuestra única alternativa parece ser luchar en su contra, sin embargo, tampoco es que tengamos muchas oportunidades, sabiendo ahora lo que sabemos de la Reina Oscura, es claro que estamos jodidos, aun así, el campamento entero está en pie de guerra. Todos corren de un lado a otro, forjando armas, preparando guardas y conjuros, nadie va a rendirse sin luchar, lo peor del caso a mi juicio, es que la gran mayoría tiene sus esperanzas puestas en Sorina y Allen, o mejor dicho, en El Beso del Invierno y El Campeón. Ninguno de nosotros ha tenido el valor de decirles que nuestra querida Sorina, es ahora un alma en pena que busca poner fin a su miseria y que Allen está siguiéndole los pasos y tratándola como una granada a la que le han quitado el seguro. Pasos aproximándose en mi dirección, cortan el hilo de mis pensamientos:

— Estás llegando tarde hoy, Nael, si pien....

No es Nael. Me encuentro mirando justo al fondo de los plateados ojos de Barien. Las malas perspectivas, y mi mal temperamento se juntan en una explosión.

— ¿Qué mierdas quieres tú aquí? –lanzo con malas pulgas

El fae ignora mi ataque verbal, aunque en su mirada creo distinguir un brillo de cólera, sea lo que fuere, lo suprime a la velocidad del rayo, me sorprende cuando lo veo deshacerse de la camisa y el bastón de plata. Pues para ser un ancianete está en formas.

— No tengo tiempo para darte la charla de psicoterapia –comienza sonando aburrido–, tenemos poco tiempo antes de que Arella y su gente esté en nuestras puertas, tu amigo peludo hizo un trabajo medianamente bueno ayudándote con tus alas, pero si quieres sobrevivir a lo que se avecina, más te vale aprendas a golpear de tal manera que no puedan golpearte de vuelta, y para eso estoy yo.

— Si crees que voy a estar más de cinco segundos...

Barien puede ser muchas cosas, pero el primer adjetivo que se me ocurre es "efectivo", cortó mi diatriba con un pulso de magia elemental que esquivé, torpemente, trastabillando a un costado. Su mirada plateada me persigue, como un gato que ha encontrado a su presa.

— ¿Esto es todo lo que ha logrado ese felpudo? –cuestiona con burla macabra

Otro golpe de magia pasa rosando peligrosamente cerca, lo suficiente como para congelar un mechón de mis cabellos, que se partió y cayó al suelo fragmentándose en cientos de esquirlas. ¡Mierda! ¡Va a matarme!

— ¿Tú boca inteligente no tiene palabras ahora? ¿Uh?

Hago una pirueta en el aire, esquivando el siguiente ataque, pero de a poco, va creciendo en mí, la sospecha de que Barien, realmente está jugando conmigo. Todos sus ataques, aunque con precisión milimétrica, no me han ocasionado daño real, y se con certeza que la razón no es mi excelente habilidad para esquivar, sino porque él realmente me ha mantenido fuera de su alcance, decidida a detener este estúpido juego del gato y el ratón me detengo en medio del aire y lo enfrento.

— ¿Cuál es tu maldito punto? ¿Hacerme el favor de extinguirme antes de que lo haga Arella? Porque si es así, estás fallando miserablemente, y ambos sabemos que no es porque yo te mantenga a raya, entonces, si tienes algún otro interés, escúpelo de una vez, y nos harás un favor a ambos. No eres mi hada favorita, y estoy segura que en tu lista de humanos agradable estoy por debajo de la línea roja.

Nos retamos mutuamente, yo respirando como si acabara de correr una maratón, y él con obvias ganas de calcinarme, un pulso de magia elemental crepita entre sus dedos, permanezco en el mismo sitio, negándome a ser intimidada, entonces, el fae disipa la magia antes de responder:

— De ahora en adelante, seré tu nuevo instructor. Necesitamos trabajar de forma intensiva, tienes que dominar tu poder al cien por ciento antes que Arella nos ataque.

Disminuyo la potencia de mi vuelo, hasta tocar el suelo con mis talones, entonces, sin bajar la cabeza añado:

— ¿En qué cambiaría las cosas? ¿Cuáles son nuestras posibilidades reales?

— Tú magia es la ilusión. Eres realmente una fae ahora –hago una mueca–, si la desarrollas bien, junto con algunos pocos afortunados que dominan poderes parecidos, podremos ganar tiempo, y quien sabe, si por una vez, los otros Antiguos se decidan a apoyarnos.

— Me animaste hasta que mencionaste a los Antiguos. Si dependemos de esos sujetos estamos jodidos.

Sorina:

Aunque habríamos podido continuar caminando por un rato más, Linder propone detenernos a descansar y montar ya el campamento. Percibo las miradas inquietas que le da a nuestras dos nuevas acompañantes, la verdad es que las chicas han hecho un esfuerzo por seguirnos el paso, y no se han quejado en todo el rato, pero es obvio que no están en sus mejores momentos. Le muestro mi consentimiento con un simple gesto de cabeza, procurando que la joven Narti no lo note, tengo la vaga impresión de que es el tipo de chica a la que no le gusta que la envuelvan en algodones.

Armamos el campamento con eficiencia, Linder monta un toldo con el que resguardarnos de las bajas temperaturas, y amontona leña para hacer la fogata, mientras tanto yo voy a los extremos, delimitando un perímetro y estableciendo las guardas. Cuando regreso, me encuentro a todos reunidos en torno a la fogata, Linder ha puesto a azar algunos tubérculos.

Cerca de la fogata, Lía está sentada junto a Narti y le examina la espalda, más concretamente, las alas. De repente, sus ojos azules se encuentran con los míos y se remueve incómoda alejándose de los cuidados de la rubiecita:

— Está bien, Lía. Déjalo así.

— Narti no seas cabezota, tienes un ala herida. No podrás volar así.

— Ya hiciste suficiente. No quiero que te agotes.

— Pero...

Era obvio que la magia le pasaba factura a la más joven de las hermanas, y que la mayor la protegía con locura. Era algo lindo de ver, aun así, resultaba extraño, estas chicas eran la completa antítesis la una de la otra, eso sin mencionar el rastro de magia que desprendían. Me aproximé a ellas dispuesta a terminar con la discusión.

— Está bien –dije a Lía–. Reserva tu magia, yo me encargo.

Eso me ganó miradas escépticas de parte de mis tres acompañantes, traté de ignorar los nervios que sentía por ser el centro de atención, sobre todo, procuré evitar la mirada de Linder.

— ¿Cómo vas a...?

— Está bien –interrumpí dándole una sonrisa, raro, pero esta chica me hacía ser más cuidadosa–. Eres Lía, ¿cierto? No te preocupes, no soy realmente una sanadora, pero he aprendido un par de trucos para compensarlo.

La hice a un lado y me senté a la espalda de Narti, la chica se envaró por unos segundos, pero luego terminó relajándose. Si, conozco el sentimiento, no me gusta tener a nadie a mi espalda, donde no pueda ver lo que hacen. Saqué el manojo de flores blancas que había encontrado en el camino. Los ojos de Linder se abrieron con asombro.

— ¿Esas son flores Tambras? ¿Dónde las encontraste?

— Crecen en cualquier lugar –contesté yo–, el punto es saber buscarlas. Está bien, Narti, relájate, es posible que escueza un poco al comienzo.

Linder:

Estas chicas no tienen idea de lo que han logrado. Es la primera vez, desde que la rescatamos, que Sorina se interesa verdaderamente en alguien, y más aun, que por su propia voluntad, se acerque a alguien más, compartiendo contacto físico. Es imposible no sentirme agradecido, o admirado. Rina es sumamente cuidadosa, triturando las flores hasta obtener unas gotas de aceite, después las unta sobre la membrana herida y finalmente las venda con unos paños blancos.

— Listo, procura no moverlas demasiado en las próximas horas, seguro que para mañana ya puedes volar como si nada.

Me pasma la sonrisa que le da a Narti, sincera, y cálida. La chica se remueve incómoda, y creo distinguir lágrimas en el fondo de sus ojos, pero las erradica con prontitud, y no puedo estar seguro.

— Gracias –contesta–. ¿Puedes hacer algo con Lía?

La más joven se encoge apenada.

— Lo siento, yo no quería decir...

Hasta entonces no había notado la manera en que colgaba una de sus alas. Me molesta no haberme dado cuenta antes, y me molesta también no haber sido capaz de protegerla.

— Está bien, deja que me encargue –pido

A diferencia de Sorina, si tengo algunas habilidades como sanador, localizo la zona herida, y dejo fluir mi magia, algún tiempo después, Raylía aletea aliviada.

— Si quieres puedo intentarlo contigo –ofrezco a Narti

— No, está bien –agradece–. Reserva tu magia, además, el remedio de..., tu compañera, me ha venido de perlas.

Sorina me lanza una mirada inquisidora, y medio molesta, le respondo con un encogimiento de hombros, ya luego tendré que contarle como conocimos a estas chicas. Lo que me alivia, es que no discute con ellas, ni niega su vínculo conmigo.

— Entonces, ¿qué asunto tienen con los Antiguos? –cuestiono tratando de desviar el tema

Lía y Narti comparten miradas, finalmente, es la morena quien responde:

— Nuestros padres no son faes cualquiera, se hicieron cargo de enemigos bastante poderosos en sus días, pero algún idiota jugando con poderes que no conocían, pusieron en peligro todo aquello por lo que ellos lucharon. El fuego nos alcanzó a nosotras, por descontado, nuestros padres arreglaron el desastre desde aquel lado, y nosotras hacemos lo que podemos desde este. El mal ha sido controlado, pero los Ancianos tienen que hacerse cargo de su propia basura.

— Bueno, eso y que nuestros padres suelen ser radiactivos cuando están cerca de los Ancianos –completa Lía en una mueca traviesa–, y por lo visto mejor termino hablando yo, porque Narti va por el mismo camino.

— Ustedes descansen –ordena Sorina de improviso–. Nosotros haremos la guardia.

Sentí como fuimos estudiados por ambas hermanas pero, ninguna objetó nada. Mi mirada encontró la de Sorina, quería hablar y podía hacerme una idea acerca de que. Tejí mis propias defensas mágicas entorno al campamento, cuando regresé, ambas jovencitas estaban recostadas junto al fuego, la mayor abrazando a la menor, y ya dormitando. Rina se alejó un poco del fuego, lo suficiente como para que nuestras voces en murmullos no fueran a despertar a las jovencitas. La encontré acariciándose los brazos, y mirando inquieta de un lado a otro:

— He puesto un par de guardas más a nuestro alrededor –informo–, no creo que Kurapika lo intente de nuevo, pero por si las moscas. El hechizo con que te agredió las últimas veces era de tipo mental, no obstante, para llegar a ti tendría que desentrañar mis patrones de magia, y creo que lo sentiré antes de que lo consiga.

Me da una mirada evasiva y murmura un parco agradecimiento. Entonces, y mirando al sitio donde dormitan Lía y Narti lanza:

— ¿Qué crees de todo esto? –cuestiona en voz baja

— La otra vez me ayudaron bastante –confieso–, y a ti también, aunque no puedas recordarlo. Un par de pasajeros de más no nos harán daño.

Se muerde el labio inferior, su pie zapatea un poco. Está inquieta, y aunque me molesta, es una victoria que esté aquí dándome el frente y no haya salido a esconderse bajo la piedra más cercana.

— ¿Qué ocurre?

Rina pasa saliva con dificultad un par de veces, la punta rosada de su lengua sale y humedece los labios, sus ojos han adquirido un matiz casi violeta, cuando por fin interroga con voz quebrada:

— ¿Estoy o no embarazada de Kurapika?

La verdad con todo el morrollón que se había montado con las chicas, casi había olvidado ese tema.

— No. No lo estás. No pude sentir más vida que la tuya propia.

Sus ojos se cierran con fuerzas y un tembloroso suspiro de alivio escapa de su pecho, su cuerpo se estremece, y cuando vuelve a mirarme, hay un nuevo brillo en el fondo de su mirada zafiro, a través del vínculo percibo el cúmulo de emociones que la embargan, consuelo, dolor, paz, vergüenza, son tantas y tan disímiles que es casi imposible llevar la cuenta, y que por algunos instantes, me hacen temer por su cordura.

— Rina, tómalo con calma...

Toma un par de alientos profundos, antes de volver a mirarme, ahora hay más calma en su expresión, y parte de la mueca torturada que la acompañara antes, ha desaparecido.

— Gracias por todo, Linder. Creo que ahora puedo continuar mejor el viaje.

Su pequeña mano no tiembla cuando se aferra a mi antebrazo y me da un apretón de agradecimiento. El contacto es mínimo, pero está libre de dudas o vergüenza. A través del vínculo no soy capaz de sentir nada más que alivio y gratitud, lucho contra el impulso de saltar en mi sitio y aferrarla a mí. Con calma, pasos de bebés. Mi mano aferra la suya por breves segundos, devolviéndole el apretón, pero la libero casi enseguida. No se puede abusar.

— Ve a descansar –le digo–. Yo haré el primer turno.

Sorina:

Es la primera vez en mucho tiempo que consigo un sueño tan bueno. No despierto atormentada por las trampas de Kurapika, o por las pesadillas llenas de recuerdos de mi estancia en el Palacio de Invierno. Comprendo que fue por la noticia que Linder me dio. Al final tenía razón, lo que me estaba matando era el no saber si estaba embarazada o no. Sé que si la respuesta hubiera sido positiva, igual me habría afectado, pero ahora entiendo que puedo dejar a Arella y a Kurapika en donde pertenecen. Al pasado. Son un recuerdo, un muy mal recuerdo, y tengo la intención de hacérselos pagar en cuanto pueda, y para eso, voy a encontrarme con esos ancianetes.

— Hoy luces mucho mejor.

Narti me mira con cierta suspicacia. Como siempre que me encuentro con su mirada, mi corazón hace un salto curioso.

— He tenido una buena noche de sueño –contesto–, creo que..., a partir de ahora puedo poner las cosas en su lugar.

— ¿Eso incluye perdonar a tu compañero? –lanza mirando al frente donde Linder y Lía caminaban abriendo camino.

Me atraganto con mi propio aliento y doy un traspié. Cuando recupero el equilibrio, ella me mira como si nada:

— La vez anterior que nos encontramos con él, insinuó que podría tener algo de responsabilidad en lo que te ocurrió. Sea lo que fuera.

Me muerdo el interior del carrillo y observo la espalda de Linder unos cuantos pasos más adelante. Inevitablemente, mis recuerdos retroceden a mi vida en el mundo humano, mi mundo que se puso de cabeza cuando él apareció, y sí, su traición en la tierra de Verano. Entiendo que yo lo engañé, que le oculté un secreto enorme, pero lo que más me martiriza de todo, no es el que no me defendiera de su madre, o que me torturara con hierro, aun cuando no tenía idea de quien yo era. El único recuerdo que vuelve una y otra vez, es el de él, enredado entre las piernas de otra mujer, después de dejarme a mí en la celda. Me sacudo de los recuerdos, antes de que mi corazón duela demasiado.

— Lo que ocurrió..., no puedo tomarlo tan a la ligera. Hay muchas cosas que todavía tengo que asimilar –vuelvo a mirarlo, supongo que para él tampoco es fácil, yo asesiné a su hermano–. Creo que eso es de ambas partes.

— Nadie dijo que fuera fácil –comenta mirando a la nada–, pero..., los problemas no desaparecerán solo por ignorarlos. A veces necesitas dar un salto de fe.

Sus palabras me dejan con cierta duda, pero entonces, Lía la llama para algo, y simplemente pierdo la oportunidad. ¿Un salto de fe? Pierdo el sentido del tiempo, embebida en mis propios pensamientos, hasta que noto que todos los demás se han detenido.

— ¿Qué ocurre?

— Detrás de esa muralla están las fronteras de Aibendri.

La susodicha muralla, era un bosque de tupidos espinos que se elevaba al menos seis metros sobre la tierra y parecía extenderse infinito hasta los lados. No parecía haber manera de atravesarlo.

— ¿Cómo se supone que crucemos? –cuestiono–. ¿Le prendemos fuego? ¿Lo talamos?

— Está protegido contra la magia –informa Lía–, y talarlo tampoco funcionaría.

— Hay un agujero en lo alto, es un túnel entre las espinas. Podremos volar por él, pero será con mucho cuidado, puede ser bastante peligroso.

Me muerdo el labio inquieta. Linder me observa con precaución, entendiendo mi dilema:

— Puedo llevarte –ofrece

— Puedo intentar atravesarlo desde aquí abajo –tanteo indecisa

— No, no se puede –respondió Narti–. Esas espinas están recubiertas de un veneno que te paralizaría con una gota, ni que decir que la exposición reiterada acabaría matándote.

— Rina –Linder me observa transmitiéndome toda la calma–, no voy a dejarte caer. ¿O tal vez quieras que intente atravesarlo contigo?

Me muerdo el labio. Valoro mis opciones, si intento atravesar el bosque por la parte baja no solo me expongo a ser envenenada, sino que Linder está lo bastante loco como para venir detrás de mí. La opción es dejar que el chico me lleve entre sus brazos. ¿Volver a volar? ¿Después de tanto tiempo? ¿Confiar en Nevallinder para eso? Encuentro los ojos azules de Narti. Un salto de fe. ¿A eso se refería? Vuelvo a mirar aquellos ojos verde bosques, y me pierdo en ellos.

— Está bien. Llévame. Pero no me dejes caer.

Por el vínculo siento vibrar la alegría que sale de él, el triunfo. Escojo ignorarlo. No quiero que le dé un sentido más profundo, pero tampoco me atrevo a desalentarlo. Sus manos ásperas, rodean mi cintura y me apegan a su pecho. A través de la ropa siento el latir fuerte y constante de su corazón, y me maravilla que no esté a caminando a la misma velocidad del mío. Entonces, unos segundos más tardes mis pies pierden el sustento del suelo, y por primera vez en siglos, siento la caricia del viento en mis mejillas y disfruto del maravilloso vértigo que proporcionan las alturas.

— No tengas miedo –murmura junto a mi oído–. No voy a dejarte caer. Sostienes mi vida, después de todo.

Su aliento cálido juguetea en mis mejillas, despeinando algunos mechones de mis cabellos y produce una alocada bandada de mariposas en mi panza. Frente nuestro, Narti señala un túnel disimulado entre los espinos y nos lanzamos entre ellos.

Xxxx

Ugggh, dos semanas desaparecida. De verdad que lo siento. Estaba pensando en hacer un maratón de al menos tres capis, pero de verdad que no pude. De todas formas, tengo unas mini vacaciones dentro de un par de días, ahí pienso aprovechar. En fin, que espero que el capi les haya gustado, para el próximo prometo más acción entre Linder y Rina. Las cosas se están calentando, de apoco, pero así será con ellos. Un beso enorme, gracias por sus hermosos comentarios, y no duden en votar y comentar en este, eso siempre inspira a seguir.

}:

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro