Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 16

Abby:

Ninguno se puso de acuerdo, pero al final, todos nos encontramos en los lindes del bosque, observando en silencio, y con el corazón en un puño como mi hermano y Sorina desaparecían entre la niebla. Lexen, Kai, Lyn, e incluso Barien y el Caith Sith estaban allí, nadie se atrevía a hacer el menor movimiento o a murmurar algo, no podíamos permitirnos ser descubiertos. Se me atascó el aliento cuando Rina y Linder se enfrentaron, mi hermano tenía ahora una herida a forma de tajo alargado, en una de sus mejillas, resultado de la última pelea entre los dos, sin embargo, luego de intercambiar algunas palabras que debían ser bastante ásperas a juzgar por sus expresiones, ambos atravesaron el portal.

— ¿Crees que estarán bien? –inquiero preocupada

— ¿Quién sabe? –murmura Lexen–, quizá este tiempo a solas sea justamente lo que ambos necesiten.

— Solo espero que Linder no lo eche a perder nuevamente –añade Kai.

Sorina:

— Será mejor que descansemos aquí.

La voz ronca de Linder me saca de mi mundo. He perdido la cuenta del tiempo que llevamos caminando, cada uno metido en su propio mundo, ocasionalmente lo buscaba con la mirada, pero siempre me encontraba con su espalda al frente, abriendo camino para mí, aunque a leguas podía asegurar la tensión que irradiaba de él, esta era la primera vez en todo el rato que me dirigía la palabra.

— Es tu problema si quieres descansar –contesto con voz cortante–. Yo viajo sola, y pienso continuar.

Siendo sincera, me sentí como una verdadera perra, pero ignorar la débil voz de mi conciencia en virtud de mi enojo y frustración era cosa fácil. Me aferré al morral que llevaba en el hombro y pasé a su lado, o al menos eso intenté. Lo siguiente que sentí fue su mano grande, cálida y áspera aferrando mi antebrazo, con un simple gesto hizo girar mi cuerpo, supongo que su intención era que quedáramos frente a frente sin embargo, mis piernas medio torpes, se enredaron, trastabillé un poco y Linder tuvo que sostenerme por el otro brazo para estabilizarme. Su aliento despeinó los cabellos de mi coronilla, nuestros cuerpos estaban demasiado cercanos, tanto que podía sentir el calor que irradiaba el suyo, y otra vez, como antes, comencé a sentirme pequeña e indefensa, completamente inmóvil. Imagino que la situación también lo descolocó un poco, porque toda la confianza con que había tirado de mí se esfumó, y en su agarre podía sentir ahora toda la incertidumbre que lo carcomía, como si fuese mía. ¡Estúpido vínculo!

— Rina....

Sus palabras, y su aliento demasiado cerca de mi oído, y la repentina cercanía de nuestros cuerpos revolvieron antiguos recuerdos, y pronto la calidez fue sustituida por el frío y el miedo, agarrotando mis músculos y reverberando en mi sangre. La visión que tenía del torso de Linder, empezó a oscurecerse, y los recuerdos de la Corte de Invierno, y de otras manos, ásperas, demandantes y crueles sustituyeron las suyas. Empecé a temblar.

Linder:

No pretendía esto. De verdad que no. Solo quise detenerla. Sabía que estaba enojada conmigo, que diantre, yo mismo aun no me perdonaba, pero de ahí a dejarla vagar sola por el Intermundos, cuando aún no tenía pleno control sobre su magia sería demasiado arriesgado. Agarrarla fue una reacción instintiva, una en la que no preví la reacción que despertaría en mi cuerpo. Con ella volvía a sentirme completo, y el deseo de envolverla entre mis brazos fue casi doloroso, nublando mi juicio, tanto que lo único que pude hacer fue quedarme quieto, no tenía la fuerza suficiente para apartarme, y no confiaba en mí mismo para detenerme de abrazarla. El aire pasaba a mis pulmones por inercia, y de a poco conseguí abrirme al vínculo y explorar sus emociones, un tornado violento de dolor, añoranza, necesidad.

— Rina...

Entonces toda la nube cálida se esfumó, su cuerpo se contrajo entre mis brazos, la desesperación y el pánico nublando su mente.

— Sorina –la llamé inquieto

De ser posible se contrajo aun más, contra mis manos empecé a sentir el sudor que perlaba su piel.

— Por favor, solo...suéltame.

Su voz salió tensa, a punto de quebrarse. Tenía las pupilas dilatadas y las manos rígidas, daba la sensación de caer en la absoluta locura en cualquier momento. Me aparté de inmediato, pero a través del vínculo fui capaz de captar retazos de recuerdos, imágenes dispersas de la Corte de Invierno. El rostro de Kurapika era una constante, y generaba terror, culpa y vergüenza. Me alejé sintiendo un golpe en el estómago, un vano intento de reprimir mi propia culpa y los deseos de venganza. Ninguna de las sanadoras que había atendido a Sorina, me había dicho nada de lo que le había sucedido en la Corte, pero no lo necesitaba, lo supe desde el primer momento en que la vi a ella y a Kurapika en el Palacio de Hielo, y estos retazos de memoria no solo eran un recuerdo de mi culpa y de mi propia incapacidad para protegerla, sino además la prueba de cuánto habían destrozado a Sorina, un accidente tan simple como este, y su mente volaba a lo que le había hecho Kurapika. Si alguna vez ella lograba perdonarme, yo tendría un duro trabajo borrando las huellas de ese bastardo.

Pasado el momento de pánico, Sorina hacía de todo para evitar mirarme, aunque por la forma en que se mordía el labio inferior, y la oscilación de su magia alrededor, podía decir que como mínimo se sentía avergonzada. Opté por ignorar el episodio.

— No es bueno que nos aventuremos solos por el Intermundos, y tampoco es bueno que si enfrentamos a esos señores lo hagamos cada uno por su lado. Aun no tenemos idea de con qué estamos lidiando. Te lo dije, no tienes el monopolio sobre el enojo, no tenemos que hablar, pero saldremos mejor si compartimos el viaje. Piénsalo.

Pasó saliva con dificultad un par de veces, y apretó las manos en puños, intentando contener los temblores residuales, pero acabó asintiendo.

— Yo haré la primera guardia –me dice–. Voy a delimitar un perímetro y colocar las guardas.

Me da la espalda y se aleja sin dedicarme otra mirada. Se lo que hace, comprar tiempo, para recomponerse, y conociéndola, probablemente para martirizarse más. Me gustaría decir algo, pero no encuentro las palabras, así que opto por el silencio.

Sorina:

Procuro alejarme lo más deprisa posible. Avergonzada y frustrada todo a un mismo tiempo. Termino escondiéndome detrás de un roble me desplomo contra la dura corteza del tronco y respiro a grandes bocanadas. ¿Cómo voy a ser capaz de liberarme de Kurapika y de mi madre? Si tan solo su recuerdo basta para desequilibrarme. Levanto la mirada y observo el firmamento, está oscuro, una franja estrellada adorna el cielo. Me doy unos segundos más en autocompasión, y luego hago lo que le dije a Linder, establezco un perímetro y levanto guardas. Regreso al campamento sintiéndome un poco más confiada, siempre es así luego de usar la magia, me calma, me hace sentir en paz.

El príncipe ha encendido una fogata y está tostando algunos frutos secos, levanta la mirada y me observa con sorpresa, es solo entonces que me doy cuenta de que he permanecido en mi forma mágica, para mí no establecía ninguna diferencia, a estas alturas no me sentía igual de incómoda, pero para los verano, nuestra apariencia original podía resultar desagradable.

— No cambies de forma –me interrumpe con voz ronca–. Te vez hermosa.

Me remuevo incómoda, en parte por sus palabras y lo que me hace sentir, y más aún sorprendida por sus palabras. Es cierto que iba a retomar mi apariencia humana, pero lo inquietante de todo esto es que el pensamiento ni siquiera llegó a tomar forma, había sido solo el instinto.

— ¿Cómo has sabido que...?

Me muerdo la lengua. ¡Estúpida de mí! Cuán fácil fue olvidarme de mi voto de silencio. Como si hubiera adivinado mis pensamientos, la expresión de mi acompañante se relaja, y me observa con un nuevo brillo en los ojos.

— Tú sabes cómo. El vínculo funciona así, en ambos sentidos.

Tiene razón. Incómoda desvío la mirada. Porque a pesar de que la mayor parte del tiempo escojo ignorarlo, está justo ahí, y muchas veces me encuentro rozando mi mente con la de Linder, no pensé que se hubiera dado cuenta, ahora veo que eso fue una estupidez de mi parte, lo peor es que se ha convertido en una necesidad, y con esta cercanía física entre ambos, es cada vez más difícil vencer al instinto.

— Tenemos que deshacernos del lazo pronto –contesto secamente.

Cenamos en silencio, los frutos secos y unas obleas de pan especial cocido por algunas de las pixies refugiadas. Nadie conoce como lo hacen, pero lo cierto es que un pequeño pedazo es suficiente para reponer las energías y sustentar por días, me pregunto si lo habrían cocido con igual ánimo si supieran mi verdadera intención tras este viaje.

Linder:

Supongo que debí haberme quedado callado. Incluso antes de que la bomba estallara, Sorina siempre fue bastante reservada con sus sentimientos, orgullosa. Restregarle lo del vínculo, y como sucumbía ante él no fue mi mejor movimiento. La había sentido, todas esas veces, y pretendía ignorarlo, conteniendo la paz que su cercanía me brindaba, y porque sabía que ella también lo necesitaba, era de parte y parte, con toda seguridad si era yo quien llegaba a intentarlo, ella lo sabría y entonces tendríamos problemas, ahora estaba seguro, nos dejaría enloquecer antes de volver a activar el vínculo. Ella insistió en hacer la primera guardia, y yo acabé accediendo, quería estar sola, y supongo que se merecía el descanso. Me tumbé debajo de un árbol, descansado la cabeza sobre una de sus raíces y mirando las estrellas y sin pensar en nada en particular. Los sonidos del bosque me fueron relajando hasta caer en un sueño ligero.

Sorina:

El Intermundos es raro. Según Kai ya estuve aquí antes, pero no soy capaz de recordar nada. No obstante, todo se siente tan tranquilo, tan normal, que cuesta creer esté en medio del mayor camino de magia que existe. Los sonidos del bosque se escuchan tan reales, tan iguales a los del mundo humano, que me encuentro cabeceando peligrosamente. Sé que las guardas que planté me avisarían si fuesen violentadas, pero no quiero quedarme dormida mientras aún me toca vigilar, lo cierto es que no quiero dormir, al menos no de forma consciente, temo el momento en que mis ojos se cierren, en parte porque aún me persigue la sensación de ser una prisionera, y de que todo esto no es más que una ilusión de mi mente trastornada, y la otra parte, es que no quiero ver las tinieblas. No soporto las tinieblas. Kurapika y mi madre siempre se escondían en las sombras.

Los sonidos del bosque cambian y eso me despereza. Me pongo de pie mirando a todos lados. Linder dormita recostado a un árbol, me extiendo mi magia y estudio las guardas, están todas intactas. Entonces, ¿qué me ha despertado? La sensación de estar siendo vigilada aumenta, un frío anormal me hace estremecer, me froto los brazos en un vano intento de hacerme entrar en calor. Vuelvo a ver a Linder que duerme como si nada, y siento el impulso de despertarlo. No quiero estar sola. Mi corazón empieza a latir apresurado, y me regaño a mí misma cuando comprendo que estoy asustada. Me detengo a dos pasos del príncipe, ¿qué rayos iba a hacer? ¿Pedirle que me abrazara porque tenía miedo? Debo estar loca. Enojada conmigo misma, tomo mi báculo y desenvaino mi espada, ignoro todos los instintos que me gritan quedarme quieta junto a la fogata y despertar a Linder, y en su lugar, me alejo para dar una ronda por el perímetro que tracé.

Camino entre los árboles procurando hacer el menor ruido posible. Todo está en calma, de hecho no se mueve ni una sola hoja de los árboles, mis piernas parecen renuentes a alejarse de la fogata, y mi corazón se acelera conforme me interno en las sombras, sin embargo, me obligo a moverme más allá, no puedo dejar que el miedo me domine, no puedo depender de nadie más.

Los ruidos reaparecen tan pronto como desaparece el último resplandor de la fogata. Es algo que viene en mi dirección, las temperaturas bajan tanto que empieza a aparecer escarcha en las hojas de los árboles, y mi aliento escapa en nubéculas. El instinto que me grita para que regrese es cada vez más fuerte. Sigo caminando a través del bosque, esta vez, el crujido se vuelve pasos, pasos en mi dirección, mando al viento mi supuesto valor y emprendo la carrera de regreso al campamento.

Entonces sobreviene el golpe. El impacto acierta en mi frente y me aturde, manchas de colores estallan en mi campo visual, el dolor, en forma de una caliente punzada se lleva toda mi coordinación y me ciega por instantes. Soy empujada sin misericordia, mi espalda choca contra la dura corteza de un árbol, mis manos y mis piernas son inmovilizadas por magia contra el tronco, parpadeo confusa y desorientada.

— Hola amor, ¿me extrañaste?

Los ojos violetas de Kurapika, llenos de locura me devuelven la mirada. El pánico más puro estalla en mi pecho, antes de que pueda gritar de horror, una de sus manos silencia mis labios. Me sonríe victorioso y acerca su boca a mi cuello para empezar a repartir besos húmedos, mientras su otra mano, se cuela entre mi ropa:

— Shh, querida, no queremos despertar al principito. ¿Cierto?

¡Mierda! ¡Maldita sea! Maldito sea mi orgullo. ¿Por qué rayos no habré atendido a mis instintos. Pataleo incómoda y revuelvo mi cuerpo como un gusano en el anzuelo, desesperada por librarme de la asquerosa sensación de los labios de Kurapika y de sus manos en mi cuerpo. Molesto por mi actitud se separa y me mira con furia:

— ¡Quédate quieta!

Primero me abofetea con la fuerza suficiente como para quebrarme el labio inferior, y luego me sacude contra el tronco del árbol, haciendo que me golpee la cabeza en el proceso, enseguida está sobre mi, esta vez mucho más cerca, tocando zonas que me hacían temblar de pánico y repulsión.

— ¿Se lo has dicho? –cuestiona con voz rasposa pegando su entrepierna a la mía–. ¿Le has dicho al principito cómo eres mi mujer? –empujó su cuerpo contra el mío y me creí morir–. ¿Sabe cómo disfruté de ti desde la primera vez? ¿Sabe que nunca podrás estar con él sin pensar en mi?

Su mano seguía puesta sobre mis labios, asesinando mis gritos de auxilio. Acompañaba cada pregunta con un movimiento de pelvis que hacía que se me revolvieran las tripas y volvía mi valentía y raciocinio en nada. Lo peor vino cuando su mano libre se acomodó sobre mi vientre.

— ¿Le has dicho que seremos una familia? ¿Qué nos divertimos lo suficiente como para engendrar un niño?

¿Un hijo? ¿Un hijo con Kurapika? Empiezo a sacudirme y patalear. Tengo que liberarme de él. Tengo que ser libre. Tengo que acabar con esto. Una inusitada calidez empieza a caldear mi cuerpo, de a poco soy envuelta por un resplandor dorado, la mirada de mi agresor cambia a contrariada, grita de frustración e intenta volver a asirme, de echo siento el intento de su magia por retenerme, pero es en vano, me vuelvo bruma entre sus garras. Es entonces cuando escucho los gritos desesperados.

Linder:

Despierto con el corazón latiendo a un ritmo innatural, por inercia mi mano ha ido a buscar la empuñadura de mi espada, y mi magia reverbera pidiendo ser usada. Mis sentidos están en alertas, avisándome de algún peligro. Lo primero que hago es extender mi magia buscando la fuente del peligro, pero todo está en calma, no siento ninguna presencia amenazante, sin embargo, mis corazonadas nunca antes me habían fallado. Veo que Sorina no está junto a la fogata, y junto con eso, descubro también que no soy capaz de sentirla a través del vínculo. Eso me apremia más.

La llamo a voz en cuello y estoy a segundos de salir a volar para buscarla desde el aire, cuando descubro su cuerpo derrumbado a pocos pasos, medio oculto por las sombras que proyectaba la fogata. Corro hasta ella y la tomo entre mis brazos, su cuerpo está frío, y tiembla, mantiene los ojos cerrados, pero hay lágrimas escapando por las esquinas de los párpados. La escucho quejarse entre dientes, y removerse como si fuera presa de una pesadilla.

— ¡Sorina! ¡Sorina!

Pego mi oído contra su pecho y escucho latir su corazón acelerado y errático. ¿Qué está pasando? Intento acceder a ella a través del vínculo, pero me encuentro con una pared de hielo bloqueándome, solo soy capaz de percibir su pánico y su desesperación. Hay magia de por medio. Tardo un poco, pero entonces también percibo el sutil influjo que la rodea, la envuelve como un capullo. Esto solo puede ser obra de Arella. Me concentro en el vínculo y fuerzo mi magia a través de él. Paso mi magia a Sorina, despertando la suya y ayudándola a deshacerse del conjuro que la retiene, mientras la llamo a voz en grito y le pido que despierte.

Varios y agonizantes minutos después se incorpora entre mis brazos, con un grito que se apaga cuando se ve obligada a vomitar. Me aproximo a ella, su cuerpo está tan tembloroso que me parece desaparecerá en cualquier momento.

— Sorina... ¿qué pasó?

No cometería la estupidez de preguntarle si estaba bien, porque era obvio que no. En lugar de contestar se sienta sobre sus rodillas, ofreciéndome la espalda y temblando.

— Por favor, no me toques. Déjame.

Mi mano se detiene a medio camino a su hombro. Siento el miedo, la derrota y hasta la desilusión escucho en su tono, y algo más, algún sentimiento oscuro que fluctúa a través del vínculo y que ella se empeña en opacar, eso es suficiente. Me quito mi capa y la cubro con ella como si fuera una niña, y entonces la levanto en brazos, cuidando que nuestras pieles no se toquen. Me mira y sus pupilas están dilatadas con pánico:

— ¿Qué haces? –cuestiona con voz rota

— Estás temblando. Voy a llevarte donde está el calor. Necesitas descansar, y esta vez, yo cuidaré de ti.

Me siento junto a la fogata, y la acomodo de manera que sea capaz de ver las lenguas de fuego que lamen los trozos de leña seca. Ninguno dice nada, pero yo lanzo mi magia y tejo un capullo alrededor suyo. Detecto el rastro de magia oscura residual, al principio pensé que era cosa de Arella, pero ahora creo que se trata de ese maldito de Kurapika, ¡debí haberle sacado las tripas! Rina lucha contra el sueño y contra mi un par de veces, pero termina perdiendo la batalla, cuando siento su respiración tranquila contra mi pecho me detengo a observarla, tan pálida, con los rasgos tensos, el rastro de lágrimas. Aún está tan frágil que cuesta reconocer a aquella chiquilla malgeniosa de la que me enamoré.

— Pero te haré regresar. Lo prometo.

Le juré a ella y a mí mismo, mientras me deleitaba mirando cada uno de sus rasgos. Haría pagar a Arella, a Kurapika, y me aseguraría de que Sorina volviera a ser quien era antes.

¡¡¡¡Feliz año nuevo a todos!!!! De verdad siento haber estado tan ausente, pero uffff, trabajo por aquí, exámenes por allá, y un montón de sueño atrasado. En fin, aquí está la conti. Espero les haya gustado. Muchas gracias a todos los que han comentado y me han regalado sus estrellitas. Los quiero un mundo. No duden en comentar.

Besos enormes Lennali.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro