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Capítulo 15

Sorina:

Después del tiempo que pasé prisionera en la Corte de Invierno, me sentí tan vacía y muerta como mi madre y Kurapika siempre me llamaron. Lloré tantas veces, abrumada por el miedo y el dolor, que mi mente y mi corazón terminaron perdiendo la capacidad de sorprenderse o de sentir algo más, al menos eso fue lo que pensé hasta ahora.

Enterarme de que Barien era mi padre, había sacudido hasta los más profundos cimientos de mi personalidad. ¡Mi padre! Las crueles palabras de Gizart vuelven a mi memoria "Eres odiada por todos y amada por nadie" Mi madre, que había cortado mis alas con sus propias manos, para atar mis poderes, no solo fue consciente desde el principio de todo lo que Kurapika me hacía, sino que además de eso, ella había sido la instigadora, movida por el interés de aumentar su poder, y mi padre, ¡ja! Pocas veces antes había pensado en él, y si lo hacía, lo disculpaba, me decía a mi misma que cualquiera se sentiría aliviado de alejarse de Arella, que no podía juzgarlo. Me dije a mi misma que no podía verme solo porque la reina se lo impedía, o que quizás no tenía ni idea de mi existencia. ¡Estúpida de mí!

Mi magia no resiste mucho más, y el conjuro que me sostenía en forma de ventisca se deshace, y recupero mi aspecto corpóreo. No tengo muy claro donde he venido a dar, y tampoco me importa, me basta con saber que conseguido alejarme de todos. ¡Mi padre! Mi corazón se retuerce en mi interior, con cada uno de sus latidos siento como si el aire y la vida se escaparan de mi. El dolor es caliente, desgarrador, mis rodillas ceden y caigo sobre el colchón de nieve, finalmente no puedo contenerme más, y todo el dolor, la ira, la decepción, la vergüenza, todos los recuerdos y sentimientos que he ido acumulando y encerrando, encuentran su camino al exterior en forma de un alarido que desgarra mis cuerdas vocales. Ardientes lágrimas resbalan por mis mejillas, me agarro los cabellos, entierro mi cabeza en la nieve grito una y otra vez.

Una mentira, me inventé una mentira y viví de ella. Barien nunca me quiso, Arella nunca me quiso. No es de extrañar que tampoco pudiera conseguir un compañero que me amara, que fuera despreciada hasta por ese que la magia escogió para mí. Los recuerdos vuelven, si Barien alguna vez me hubiese querido, habría podido arreglar las cosas cuando me trasladé hasta Nueva Catalina, pero no, se mantuvo distante, usándome como a una empleada más. Yo me jugaba el pellejo mientras él y su adorada hija mestiza se daban la gran vida. Tal vez debería volver con Arella, si había algo que mi madre atesoraría por encima de mí, eso sería su venganza, valdría la pena volver a caer en sus manos, solo para ver como destrozaría a Barien y a May.

Me sentía avergonzada, estúpida, lloré y grité, sintiendo la rabia, el odio, el rencor y el dolor fluyendo de cada poro de mi cuerpo.

Linder:

El dolor de Sorina golpea mi interior con una intensidad que se siente casi física. Como la mayoría de los refugiados, había observado toda la escena, desde que me enteré del parentesco entre Rina y Barien, viví temiendo este momento, sobre todo luego de compartir las memorias de Sorina, sabía cuánto anhelaba una familia, cuanto había añorado que alguien la protegiera, que la representara ante Arella y Kurapika. La relación que había mantenido con Barien, durante su periodo en el mundo humano, solo aumentaba la sal en la herida, y el hecho de que todos nosotros lo supiéramos antes que ella, y que ninguno le hubiera dicho nada..., podía hacerme una idea muy clara de lo que estaba sintiendo, y hasta donde podía conducirla.

— Sorina está descontrolada. ¡Nada bueno puede salir de esto! –murmuró Abby

No tiene que repetirlo, las emociones de Sorina me alcanzan sin ninguna dificultad, y yo aprovecho para seguirla, mientras mis amigos me pisan los talones. Cuando la alcanzamos, está en las afueras de la laguna de magia, inquietantes pensamientos dispersos me llegan desde el vínculo. Libera su magia en oleadas tales que rompe la tierra bajo sus pies.

— ¡Está descontrolada! –grita Abby horrorizada– Su poder sobre el vacío consumirá toda la magia de este lugar.

Ahora que lo menciona, puedo entenderlo un poco mejor. El suelo bajo los pies de Rina comienza a ennegrecer, y puedo percibir en mis huesos, como muere, su magia está siendo secada por Rina, aunque no creo que ella sea del todo consciente. El cielo se oscurece, los árboles se marchitan, es como si un manto gris se expandiera lentamente desde ella, hasta el resto del mundo.

— ¡A este paso acabará con todo! –grita Kai para hacerse oír sobre el estruendo.

Observo el panorama que no es sino un reflejo del estado de ánimo de Sorina. Kai tiene razón, pero ella está inconsciente, y como no la detengamos acabará asesinando a todos. Abby hace un intento por acercarse a Sorina antes que ninguno pueda frenarla, sin embargo es repelida brutalmente por una ráfaga de poder proveniente de la princesa oscura. Lexen la atrapa justo a tiempo para alejarla cuando el suelo se agrieta bajo sus pies.

— ¡Sorina no te reconocerá! –la regaña Lexen–. No vuelvas a cometer una imprudencia de esas.

— ¡Pero...!

Me pongo de pie sin perderle ojo a Rina que ahora se había convertido literalmente en el ojo de un huracán.

— ¿Qué haces? –jadea Abby

— Ustedes retírense a una distancia prudente –ordeno–. Yo me ocuparé.

Intento avanzar en dirección a Sorina, cuando siento la mano de Lexen cerrándose entorno a mi brazo.

— ¿Qué pretendes hacer?

— Puedo hacerlo –contesto–. Sorina y yo somos las dos caras de una misma moneda. Solo yo puedo enfrentarla y detener esto. Retrocedan.

Me libero del agarre de mis amigos y camino en dirección a Sorina. Tengo que saltar un par de veces, para salvar las grietas que aparecían en el suelo, a lo lejos siento las miradas inquietas de mis compañeros, pero no tengo tiempo para ello. El poder descontrolado de Sorina quema contra mi piel y me dificulta el paso, pero lo soporto y avanzo lo suficiente como para ponerme a tiro, a través del vínculo puedo percibir sus deseos de de venganza y sus planes desesperados de contactar a Arella para entregarle a Barien y a May, puedo entenderla, pero no permitírselo, porque eso la llevaría de nuevo a manos de su madre y Kurapika. Me debato sobre la mejor manera de llamar su atención, sin embargo, cuando llega el momento, no tengo la menor duda, le lanzo un pulso de magia, no lo suficientemente fuerte como para dañarla, pero si lo bastante como para desconcentrarla y obtener su atención.

Su mirada azulina luce desenfocada cuando nuestros ojos se encuentran, sin embargo, cuando me estudia, la luz del conocimiento no tarda en brillar en ellos, la prueba es que al cabo de unos segundos, hace un fruncimiento de ceño en desagrado.

— No quiero verte. ¡Largo!

Su voz suena metálica, y es irritante contra mis oídos, me recuerda a la voz de la reina Arella. Contemplo mis opciones por breves instantes, puedo ir despacio, pedirle perdón, intentar que me escuche, enseguida descarto la opción, pese a sus heridas y su fragilidad, Sorina no necesita escuchar palabras dulces en estos momentos, de echo estoy seguro que sería más un insulto a su persona. Entonces solo me queda la siguiente mejor opción, uso mi magia con unas ramas secas que estaban cerca de ella, vuelven a la vida convirtiéndose en unas fuertes enramadas que van directas a por Sorina, inmovilizándola. Me da una mirada furiosa:

— Lo siento, cariño, pero estás atrapada conmigo aquí, hasta que te calmes.

Grita con una furia que hace estremecer la tierra, y responde a mi conjuro con peligrosas ráfagas de magia elemental, que esquivo por los pelos. Bueno, ahora al menos se que ella si tiene la intención de dañarme, con la magia elemental no se juega, un golpe con eso y me volveré historia.

— Entiendo que estés enojada –contesto esquivando su furia–, pero usar a Arella para vengarte es el plan más estúpido que se te pudo ocurrir.

— ¡Tú que vas a saber! ¡Niño mimado!

Despliego mis alas y me preparo para responder con ataques a su medida. El calor de la batalla no tarda en envolverme, y me sumerjo en la pelea. Es difícil de explicar lo que estoy sintiendo, Sorina no es mi enemigo, no peleo con el odio o la saña que en otras ocasiones ha impulsado mis movimientos, pero no por ello voy más despacio, ella me está empujando al límite, y como prueba, capto fragmentos de los destrozos que le hemos ocasionado a esta parte de la tierra, pese a todo, me estoy divirtiendo, no hay otra forma de explicarlo.

Abby:

— Esto es una pelea de monstruos –susurro mordiéndome el labio

Siempre conocí que mi hermano era el Beso de Verano, y que Sorina era el Beso del Invierno, que tenían poderes muy por encima de los demás faes, pero nunca lo había experimentado hasta ahora. La forma en que manipulaban la magia era escandalosa, sentía la reminiscencia pegarse a mi piel, como melcocha, nieve, granizo, viento, hojas, y ráfagas de magia elemental iban de uno a otro. Linder bailoteaba en el aire, evitando los poderosos ataques de Sorina, bien mirada, mi amiga parecía una autómata, a pesar del dolor y la rabia que debía estar experimentando, su mirada estaba ausente, vacía, casi como si estuviera inconsciente. Un pulso de magia de Allen pasa rozando la mejilla de Rina, y arrancándole un mechón de cabello. Rina responde con una serie de pulsos que Linder esquiva sin mucha dificultad, hasta que lo sorprende con una ráfaga de hielo puro que le congela un ala y le hace imposible mantener el vuelo. Sorina se precipita sobre él.

— ¡Tienen que detenerlos! –grito a mis amigos que solo observan la escena–. ¡Van a matarse!

— No. No lo harán.

Lexen no pierde ojo de lo que están haciendo esos dos, pero se mantiene tranquilo. Estoy a punto de gritarle por no respetar mis pobres nervios, cuando, la voz de Kai me desconcentra:

— Linder tiene razón, ellos son las dos caras de una misma moneda. No importa que tanto lo intenten, ninguno será capaz de derrotar al otro –luego añade con cierto recelo–, al menos no con su magia. Linder solo quiere que ella libere sus frustraciones, y en su estado actual, es solo cuestión de tiempo antes de que el agotamiento le gane la batalla a Sorina.

Rina le ha calzado un puñetazo a Linder, pero él logra quitársela de encima, ella le lanza una lluvia de dagas de hielo, y mi hermano las derrite con una cortina de fuego. Vuelvo a mirar a Sorina, ahora luce menos enojada y más marchita, como sea, el próximo ataque será el último, esquiva las enramadas que Allen había convocado con la esperanza de aprisionarla, y levanta toda la nieve del suelo, formando poderosas dunas el polvo blanco se arremolina entorno a mi hermano el tornado se cierra cada vez más, amenazando con encerrarlo, espero que haga algo, que luche, en su lugar se queda quieto, buscando la mirada de Sorina, la nieve se cierra formando un capullo alrededor de él, Rina permanece impasible, entonces conjura un afilado carámbano y lo lanza contra él, grito al mismo tiempo que Rina se queda sin fuerzas y pierde el conocimiento.

Sorina:

Mi cuerpo dolorido me despierta de a poco. Me siento lánguida, mis fuerzas drenadas, como si alguien hubiera drenado toda mi magia, de a poco los recuerdos regresan, Barien es mi padre, me enojé, y estaba a punto de cometer una locura, y luego, luego luché con Linder. Esta vez, los recuerdos, aunque generan dolor, no me ciegan, y puedo ver con claridad que mi plan anterior era un completo absurdo. Voces alteradas irrumpen en el silencio, miro a mi alrededor y reconozco las paredes, estoy en mi cabaña, de afuera reconozco las voces de Abby, Kai, Linder e incluso la de Barien. Me levanto con cuidado de no hacer ruido, y pego mi rostro contra la puerta, esperando escuchar.

Lyn:

Desde pequeña aprendí que mi supervivencia dependía de mantener el anonimato doquiera que fuera, con diecisiete años de práctica, es difícil romper la costumbre, así que ahora que me veo como el foco de atención de todos estos chicos, la tentación de huir y esconderme detrás de una piedra es bastante violenta. No obstante, echo mano de mi terquedad, resoplo con fuerzas y saco el pecho negándome a ser intimidada por la expresión amenazante de Barien.

— ¡Maldita mujer! –me grita enojado– ¿Estás contenta ya?

Lo que más me sorprende, es ver a Barien tan descolocado, hasta ahora el sujeto siempre se había visto ecuánime, e imperturbable. No obstante, decido que aquí la que tiene derecho a estar enojada soy yo, así que me encojo de hombros con despreocupación y contesto:

— ¿Por el tirón de orejas que te dio Sorina? ¡Ni de cerca! ¡Te mereces mucho más!

— ¡No puede ser que no veas que acabas de destrozarle la vida a Rina! –apunta Abby con un quejido

Debo decirlo, eso consiguió un poco de mi atención y remover mi conciencia. Sorina había tenido una buena cuota de mierda sobre sí, y gracias a mi bocota acababa de recibir otra tonelada, sin embargo, y aunque lo sentía mucho por ella, y ya tenía pensado disculparme seriamente con ella en cuanto tuviera la oportunidad, no dejaría que estos chicos me hicieran arrepentir.

— Lo siento por ella, pero realmente, no creo que ninguno esté en posición de darme lecciones de moral. Barien sabía de mí, sabía lo que podía ocurrirme cuando pisara la tierra de Invierno, sin embargo, como el maldito manipulador que es, se calló el secreto. Apuesto a que en su momento hiciste lo mismo con Sorina. Si hoy existe un responsable del estado de Rina, ¡ese eres tú!

Los presentes quedan en silencio, pero el brillo en los orbes plateados de Barien, me alerta medio segundo antes, de que de dos pasos amenazantes en mi dirección, el instinto de encogerme es grande, sin embargo, y para sorpresa de todos, Nael se interpone entre los dos. El zumbido característico de su pecho se incrementa.

— Está bien, Errante, esto ha durado demasiado. Cuenta la verdad de una vez.

Barien observa al Caith Sith con un fruncimiento de cejas, al final, sus labios se curvan en una mueca burlona:

— Bueno, bueno, hay que ver que yo no soy el único al que le gusta jugar con el peligro.

Los hombros de Nael reflejan la tensión de su cuerpo, todo el vello que lo recubre se eriza y el zumbido se vuelve más intenso, casi un gruñido:

— Merecen saberlo –responde ignorando la provocación–. Todos. Es un secreto que ha llegado a su fin.

¿De qué rayos estaban hablando? Los dos hombres se estudian por momentos, hasta que finalmente es Barien quien, plegando los labios en un rictus de desagrado, concede:

— Está bien. Supongo que algún día tendrían que saberlo, y hoy es tan bueno como cualquier otro.

— ¿De qué están hablando?

La voz de Sorina llena la habitación de un espeso y helado silencio. Toda la atención de los presentes, se desvía a la pálida joven que ha aparecido en la puerta. Los ojos azules de Rina, vacíos y carentes de emoción no pierden atención a Barien, el oscuro le devuelve la mirada, y estoy segura de que también está leyendo como el peligro acecha bajo la apariencia calmada de Sorina, no se que clase de mensajes se transmiten el uno al otro, pero al cabo de unos segundos, siento la vibración de magia en el aire, y Barien se muestra en todo el esplendor de su verdadera forma, sus alas blancas, resplandecen, y todo él luce envuelto en luz, no de luna como todos los faes de invierno, sino una mezcla de resplandores plata y aúreos.

— Tú, Nolune, y tú Linder, no es una coincidencia que la magia los haya vinculado. Ustedes fueron concebidos como el complemento el uno del otro. Ustedes son el plan de contingencia. La última y desesperada acción para salvar a nuestra raza.

Linder:

La expresión de Sorina era pétrea, su atención estaba completamente en su padre, y muy a pesar mío, yo también tuve que dejar de mirarla para atender al fae, sus palabras eran perturbadoras como mínimo. Luego de unos instantes de silencio, y sin perder detalle de su hija continuó:

— Supongo que esta historia comienza hace miles de años, con la primera explosión de magia, que dio origen a nuestra raza, los primeros faes, los Antiguos, no éramos más que un puñado, apenas una veintena, pero aun así, nuestra magia era demasiado poderosa, y amenazaba con destruir a los mortales, así que nos replegamos al Aibendri, una tierra llena de magia, en una dimensión lo más alejada de esta, todo contacto con los seres humanos fue terminantemente prohibido. Arella y Cardania no estuvieron de acuerdo con ello.

¿Arella y Cardania? ¿Mi madre? ¿La madre de Rina? Sabía que eran antiguas, y había leyendas al respecto de mi madre, pero nunca imaginé que estuvieran tan cercanas a la realidad, a juzgar por la rigidez en la postura de Sorina, la noticia si bien no le agrada, no parece que le sea del todo desconocida. Barien me da una mirada e interpreta mi expresión y sonríe con burla:

— Así es muchachito, tu madre y Arella son unas faes Antiguas, sus poderes están muy por encima de los de cualquier otro fae, pero sigamos con la historia. Aunque todos los Ancianos nacimos un mismo día, esas dos compartían un vínculo especial, casi podría decirse que eran gemelas, mismo poder, misma magia. La rivalidad no tardó en aparecer, pero llegó a su punto culminante, cuando abandonaron nuestro mundo y usaron su poder para influir en este mundo, alteraron el Intermundos, y su magia, los faes que conoces hoy, no son más que débiles sombras, resultados del influjo de las reinas sobre el resto de las criaturas que habitaban estos lugares. Sin embargo, este lugar acortaba su poder y sus vidas, y ninguna podía dejar por zanjada la guerra, así que impusieron conjuros vinculantes sobre las tierras que habían creado, succionando su poder, ya conoces el resultado que generó en sus habitantes, lo que pocos saben es que eso alteró el equilibrio de manera irreparable, incluso la magia de Aibendri se vio afectada, así que los miembros del consejo decidieron tomar cartas en el asunto.

— ¿A qué te refieres?

Era la primera vez en todo el rato que Sorina se atrevía a interrumpir, y tenía una expresión peligrosa, hacía cuanto podía por aparentar enfado, pero a través del vínculo, sabía que estaba a punto de derrumbarse, y como yo, tenía una idea muy clara de cuales serían las siguientes palabras de Barien.

— El consejo llamó a dos Antiguos que habían tenido poco contacto con las reinas, y a los que consideraron lo bastante poderosos, uno fue Alzain, tu padre, Linder, y el otro fui yo. Se nos dio la orden de infiltrarnos en los territorios de cada una de las reinas y seducirlas. Nuestros trabajos era engendrar hijos que fueran capaces de esgrimir la magia más elemental, para que pudieran desafiar y derrotar a las reinas. Creo que Alzain si que llegó a enamorarse de tu madre, por eso tuvieron tantos hijos, pero solo tu obtuviste el favor del Señor del Verano, en cuanto a Arella, tardé un poco en convencerla, no le hacía gracia la idea de un heredero, aun cuando ella se vería afectada mínimamente, fue una suerte que Sorina fuera del agrado del Señor del Invierno, y así fue como ustedes obtuvieron los poderes y los nombres que los diferencian de los demás. Contienen una fracción del poder de los señores de la magia, para que puedan luchar por su pueblo, para que destituyan a las reinas, por eso también están vinculados. Al compartir su magia, alcanzan los niveles de un original, sino es que pueden superarlos.

La habitación queda en silencio por unos buenos segundos. A todos nos cuesta asimilar las palabras de Barien, las implicaciones son demasiado serias.

— ¿Cómo puedo llegar hasta tu tierra?

La voz pausada de Rina rompe el silencio atrayendo la atención de todos. Sus labios están plegados, firmes en un rictus de obstinación, y hay un brillo en sus ojos que hacía mucho tiempo no veía. Barien la interroga con la mirada

— Voy a encontrarlos y devolverles sus poderes. No soy el héroe ni el mártir de nadie, y sobre todo, quiero que este absurdo vínculo desaparezca.

Sorina:

No puedo decir quien estaba más sorprendido, mis compañeros por mi repentino discurso, yo por no haber saltado a la cabeza de Barien, o él por escucharme decir lo que seguramente consideraba un sacrilegio. Me daba igual. Pretendía encontrar a esos señores que jugaron a ser dueños de mi vida, y hacérselos pagar.

— No es fácil –contestó al fin–. Tienes que recorrer el Intermundos. Aibendri es el sitio donde el día y la noche se dan la mano. Las tierras del Ocaso. Es una travesía difícil.

— Ya veremos –contesto

Me costó todo mi autocontrol no hacer el salto en ese mismo momento, pero hasta yo reconocía que era una locura. Emocionalmente, era un caos, necesitaba descansar, y preparar las cosas para el camino.

El sol aun no despuntaba en el horizonte, cuando con una bolsa en la espalda, y un bastón para el camino, eché a andar entre la nieve. Me dirigía a la puerta de magia, la que me llevaría de vuelta al Intermundos. No podía recordar como habían ido las cosas la última vez que estuve en él, pero confiaba en que sería capaz de arreglármelas. Escucho el crujido de la nieve y ramas rotas a mi espalda, me giro esgrimiendo el bastón como arma.

— ¿Quién anda ahí? –demando

— Si de verdad pretendes ir al Intermundos, necesitarás algo más afilado que eso.

La voz caldea mis entrañas y pone en tensión a todas mis terminaciones nerviosas. ¡Linder! Su cuerpo envuelto en una capa gris surge detrás de unos arbustos, igual que yo, lleva un báculo en la mano, y alforja al hombro.

— ¿Qué vienes hacer aquí? –demando furiosa– ¿No entendiste cuando dije que no quería verte?

Sus ojos verdes me estudian con detenimiento, en el fondo percibo un atisbo que estremece mi corazón, pero me niego a reconocerlo, empujo el sentimiento a un lado, y él no tarda en recuperar la compostura.

— Lo siento pero no tienes el monopolio sobre el enojo –responde pasando a mi lado en dirección a la puerta mágica–. Ellos también jugaron con mi vida. Tengo tantas ganas y tantos derechos como tú a exigir una explicación. Voy de viaje te guste o no, y no te preocupes, el camino es lo bastante amplio como para no tener que hablar si no quieres.

Sus últimas palabras me suenan falsas, pero me es imposible estudiar su expresión, todo lo que veo es su espalda cuando abre la puerta de acceso al Intermundos.

— ¿Vienes o no?

Me da una última mirada antes de cruzar al otro lado. Tomo un profundo aliento, miro por última vez el paisaje nevado y cruzo el portal.

Lo siento. De verdad lo siento, pero últimamente no tengo tiempo casi ni para respirar. He terminado el capi con un esfuerzo enorme, espero que les agrade, y que se animen a comentar algo. Y bueno, ya ven, esos dos ahora de viaje por el Intermundos. ¿Se arrancarán la cabeza o se las desquitarán con los antiguos? Un beso grande. Los quiero un mundo.

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