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Capítulo 14

Sorina:

Tenues haces luminosos rompen en la superficie violácea del firmamento, anunciando el nuevo día, mis ojos aceptan la nueva claridad, y siento en mi piel, el ligero cambio en las temperaturas, una agradable mezcla entre las atmósfera de ambos reinos, lo bastante balanceado como para entender que estoy a salvo de la reina de invierno, y lo justamente frío para saber que tampoco soy prisionera de Cardania.

Se levanta una ventisca que me despeina, revuelve el polvo de nieve que bailotea enredándose en mis cabellos, y metiéndose en mis ojos, aun así me niego a pestañear, no quiero cerrar mis ojos ni siquiera por un instante, temo a lo que pueden traer las sombras.

- No quiero pensar en ello, pero te conozco lo suficiente como para decir que llevas toda la noche sentada en ese banco.

Levanto la mirada al mismo tiempo que una colcha gris es envuelta alrededor de mis hombros. Kai me da una mirada larga, y me ofrece una taza de barro cocido, cuyo contenido aun humea. Envuelvo mis dedos alrededor de la cerámica, y observo mi reflejo en el líquido nacarado que reposa en su interior. Me envuelvo en la manta, más para ocultar mi cuerpo que para protegerme del frío.

- Gracias -murmuro incómoda

El chico hace un amago de sentarse a mi lado, mi cuerpo reacciona con un estremecimiento y un involuntario retroceso que hace que me salpique con el líquido caliente, el ardor es instantáneo y me quejo en respuesta.

- ¡Lo siento! ¡No quise asustarte!

Enseguida está a mi lado, intentando estudiar mi piel herida y arreglar el desastre, pero yo no soy capaz de captar nada más que su asfixiante cercanía. Su cuerpo eclipsa la vista de los nacientes rayos solares, mi corazón se dispara, siento la boca seca y la lengua parece habérseme pegado al paladar. La oscuridad intenta reclamarme, mis pulmones arden en un vano intento de respirar, cuando mi cuerpo empieza a temblar, se que las cosas van realmente mal.

No se como, pero un rayo de cordura consigue atravesar la locura momentánea y se extiende por mi cuerpo, y aunque tiemblo como una hoja, consigo hacer pasar el aire suficiente a mis pulmones para susurrar:

- Estoy bien, solo..., dame un poco de espacio

Sus ojos se abren desmesuradamente, cuando la comprensión lo golpea, esquivo su mirada, mantengo los ojos gachos, y me preocupo por controlar mis respiraciones y latidos erráticos.

- Lo, lo siento...

Su voz se ha llenado de incertidumbre y titubea.

- No pasa nada -aseguro, luego con timidez intento cambiar el tema-. Tienes razón, no he dormido mucho en estos días. Estoy..., disfrutando.

Kai no se marcha, pero mantiene una distancia prudencial, y acaba sentándose sobre el colchón de nieve. Él suspira intentando aligerar el ambiente antes de añadir:

- Bueno no te pases, seremos faes, pero hasta nosotros necesitamos dormir.

Hace cuatro días que desperté, cuatro días en los que, tan pronto pude ponerme en pie, me aseguré de alejarme lo más posible de todos. Vi a Maerwen, que me accedió a aislarme en esta pequeña cabaña y mantener lejos a todos los curiosos, e incluso Barien vino un par de veces, sin embargo mantuve silencio todo el tiempo, de forma que todos me dejaron como un imposible, solo Abby y Kai continúan apareciendo con cierta asiduidad, y debo decir, que es el chico el más persistente, y al que mejor tolero. Con Abby es más difícil, se que su dolor por mí es real, pero también soy capaz de percibir su muda acusación, está justo ahí, en el fondo de sus ojos, no entiende, y no aprueba el que me rehúse a ver a Linder, hasta ahora no ha sacado el tema, pero ha sido a costa de hacer visitas fugaces, en las que yo permanezco en silencio la mayor parte del tiempo. Si soy sincera, preferiría estar en solitario todo el tiempo. Estoy justo en esa fase, después de tanto tiempo viviendo en el terror y la denigración absoluta, encontrarme a salvo, me ha sumido en una especie de adormecimiento, donde ninguna de las dos situaciones parecen reales, la mayor parte del tiempo tengo la horrenda sensación de estar dormida, y que despertaré de un momento a otro, o peor aun de que estoy perdiendo la cordura. A pesar de que la encontré irritante en un primer momento, la presencia de Kai me proporciona una vaga sensación de confort, una pequeña ancla a la realidad, él mantiene una charla inocua, y yo permanezco en silencio, concentrándome en la cadencia de su voz, en el sonido del viento entre los árboles, las motas de de nieve que caen de vez en cuando. Concentrándome en cualquier cosa que me asegurara que ya estoy fuera del palacio.

Levanto la cabeza y me encuentro a Kai riendo despreocupado, mientras me cuenta algo a lo que no he prestado la menor atención. Estudio su risa, su mirada divertida y alerta, involuntariamente, me encuentro comparando su físico con Linder, cuando me doy cuenta, me reprendo en silencio, estos chicos no pueden ser más diferentes, no solo sus características externas, sino a nivel elemental, junto a Kai el ambiente se siente bastante ligero, como si yo pudiera controlarlo todo, sobre todo mis propias emociones, no hay nada del turbulento caos emocional que el Beso de Verano despertaba en mí. Tal vez hubiera sido mucho más fácil enamorarme de él que de Linder. Kai descubre mi expresión y su mirada se oscurece:

- ¿Qué ocurre? -inquiere

Me concentro en el brillo límpido de sus ojos castaños, y en el silencio de mis propias emociones.

- Lo siento -reconozco-. Tenías razón en todo lo que me dijiste, allá de vuelta en la tierra humana, sobre Linder. Debí haberte escuchado.

Permanece en silencio unos momentos, doblemente sorprendido. Por un lado, es la primera vez que suelto tantas palabras juntas, y por otro antaño fui lo suficientemente terca como para quemarme un brazo antes que reconocer un error. La ligereza desaparece de su mirada, y lo veo apretar las mandíbulas, en un gesto de fuerza contenida. Cierra los ojos con fuerzas y su ceño se arruga, al cabo de unos segundos vuelve a mirarme, con una resolución y una fuerza que pocas veces vislumbré en él.

- Escúchame bien, Sorina, no quiero que vuelvas a decir algo semejante. Linder él...

Abro la boca preparada para cortar su discurso y mencionar algunas palabras sobre él, pero me interrumpe:

- No. Escúchame. Linder se comportó muy mal contigo, eso no voy ni siquiera a intentar excusarlo, y si los demás me pillan diciéndote esto me buscaré un problema, pero debes saberlo, es sobre tu rescate.

Esa última frase consigue callarme y atrapa toda mi atención. Hasta el momento no he podido recordar nada de esos sucesos. Lo último que recuerdo es la desastrosa visita de la reina a mi recámara, y la revelación de sus planes, sus deseos de obtener un niño nacido de mí, después todo estaba en blanco, aunque tenía la completa certeza de que había más, mucho más, y hasta ahora, las pocas veces que intenté preguntarle a Barien y Abby, mantuvieron las cosas muy superficiales, ocultándome demasiado.

- Tu alma se extravió en el Intermundos. ¡Estabas decidida a terminar con tu vida! -me espeta

Sus palabras no me sorprenden, no demasiado. El vacío que siento en mi corazón y la especie de limbo en la que he estado flotando últimamente me lo han hecho plantear, sin embargo, también, una fuerza mayor, me obliga a quedarme aquí, mantengo fija mi atención en Kai, algo me dice que el chico tiene información vital para mí:

- Linder separó su alma para ir en busca de la tuya, te encontró. No se de que fue la conversación, pero se que la decisión de volver, fue tuya, y se que lo hiciste por él.

Paso saliva con dificultad, pero me niego a apartar la mirada. Hay una expresión de crudo dolor en su mirada cuando continúa:

- Todo lo que más quisiera, es tenerte a mi lado, para protegerte como mía -su mirada recorre mi cuerpo, para volver a fijarse en mi rostro con intensidad-, pero tú ya hiciste tú elección -voy a protestar, a decirle que fue la magia la que proclamó este vínculo, pero vuelve a interrumpirme-, olvídate de la magia, tú hiciste tú elección. Elegiste volver, y lo hiciste por él, no se por qué y no voy a hacer conjeturas, pero, se esto: ahora no lo recuerdas y estás ofuscada y herida, y podría aprovechar el momento y aceptarte así, pero se que un día vas a recuperar tus memorias, y entonces, cuando lo hagas, me odiarías a mí, te odiarías a ti. No Blanca Nieves. Confía en mí, no te apresures.

Con eso, me da una pequeña sonrisa triste y se aleja dejándome a solas de nuevo.

Linder:

"Sorina no quiere verte" Las palabras de Kai repiquetean en mi memoria una y otra vez. Si soy honesto conmigo mismo, puedo asegurar que fue una sorpresa para todos menos para mí, y supongo que lo que más extrañó a mis amigos fue el que lo aceptara con semejante ecuanimidad. Lo cierto es que si Sorina no llega a tomar la decisión, yo lo hubiera echo por ella. No podía perdonarme a mí mismo, no después de estar en su mente, compartir sus recuerdos, ver hasta los extremos donde la arrastraron Arella y Kurapika y saber que por mi causa volvió a manos de semejantes monstruos. Como su compañero, había fallado miserablemente, había perdido cualquier derecho que tuviera sobre ella. Solo me quedaba una opción, y esa era asegurarme que por el resto del tiempo que viviera, y todo cuanto en mi disposición estuviera fuera para mantenerla a salvo y feliz. A partir de ahora sería su guardián en las sombras, aunque eso acabara destruyéndome.

- ¿A qué rayos estás jugando?

Mi hermana me observa, una mano apoyada en su cadera, la otra cerrada en un puño. Viendo su furiosa expresión, y adivinando parte de sus pensamientos, no puedo menos que sonreír irónico a pesar de la situación.

Abby:

Estoy enojada, mucho más que enojada mientras enfrento a mi hermano. ¿Qué está haciendo? Hace cuatro días que Sorina despertó, cuatro días desde que se negó a hablar con mi hermano, y de paso hasta me ha estado apartando a mi. Lo que más me preocupa de todo esto, es que se que Sorina y él están enlazados, y cuando una pareja se enlaza, mantener la distancia unos con otros, es algo que llega a torturar a ambas partes. No puedo imaginar que Linder esté dejándola sufrir de esa manera:

- ¿A qué rayos estás jugando? -le reclamo

¿Cómo puede dejarla torturarse de ese modo? ¿Cómo puede dejar que dolor se sume al dolor? La mirada de mi hermano, me atraviesa y se pierde en la nada. No, en la nada no, sino en el fondo del patio, a través de una valla mágica, desde la que podemos ver a Sorina, sentada en un banco y mirando a la nada. Los labios de Linder se pliegan en una mueca irónica, y eso me envía sobre el borde, cierro mi mano en un puño y estoy a segundos de golpearlo hasta la inconciencia:

- Abby, hay más de una forma de mantener activo el vínculo.

Su voz ha sonado más ronca y meditabunda y calma por completo mis instintos agresivos. Tarda unos segundos más, entonces me enfrenta y veo sus ojos rotos y atormentados:

- Lleva cuatro noches sin dormir, igual que tú, ahora no puede acercarse a un sitio en sombras, no puede cerrar los ojos, porque el temor y las pesadillas la paralizan.

De repente tengo la certeza de que Sorina no es la única que lleva tantos días sin dormir, la compasión brota en mi pecho. Observo como mi hermano cierra los ojos, sus labios se mueven con palabras ininteligibles, la magia crepita y se desprende de su cuerpo, lo sostengo cuando se tambalea:

- ¿Qué ocurre? ¿Qué pasó? -inquiero preocupada

Linder tiene la frente empapada de sudor, los cabellos se le pegan sobre las cejas y respira con cierta dificultad, cuando vuelve a abrir los ojos, se enfocan en la lejanía, detrás de la valla y murmura una maldición, sigo la dirección y veo a Kai, cerca de Sorina, el chico se inclina como si estuviera disculpándose. Desde lejos el cuerpo de Rina luce tenso, como si estuviera asustada. Me toma unos segundos, pero termino atando cabos y comprendo. Linder se mantiene lejos de Rina, respetando sus deseos, pero eso no quiere decir que la deje indefensa, mantiene el vínculo activo, sintiendo el más mínimo cambio en sus emociones, y fortaleciéndola con su magia, cuando ella lo necesitaba, aun a costa de debilitarse y tomar en él mismo su dolor. Conmovida, me siento a su lado, y lo abrazo:

- Estará bien, hermano -prometo-. Todo será como debe ser, ya lo verás.

Hay tristeza y duda en su expresión, sin embargo, acepta mi consuelo, y recuesta su cabeza en mi pecho. Me juro a mi misma que haré de todo, para ayudar a estos dos. Sorina salvó mi vida cuando yo me negaba a sobrevivir, es momento de devolverle el favor.

Escucho pasos en nuestra dirección y al poco tiempo aparece Lexen, me llama la atención que sus ojos oscuros lucen bastante exaltados.

- Tienen que venir conmigo, ahora -declara-. Lyn está enfrentando a Barien.

No tiene que repetirlo. Lyn que hasta el momento se había mantenido lo más alejada de todos, ¿ahora se iba a cargar contra Barien? ¿El Oscuro? ¿El padre de Sorina? Linder y yo nos levantamos y seguimos a Lexen.

Lyn:

Escéptica que soy, cuando Nael me dijo que me enseñaría a dominar mis alas, no creí que fuera más que una fanfarronada, sorprendentemente sus lecciones si que surtieron efecto, y en estos cuatro días había logrado elevarme y aterrizar sin romperme el trasero o la nariz, aun no conseguía la confianza suficiente como para elevarme más de dos metros sobre el suelo, pero algo era algo, sin embargo...

- Estás muy seria. ¿Qué tanto piensas?

Levanto la mirada de mi taza de te y encuentro a Nael mirándome con seriedad, sus ojitos mercuriales parecen mirar a través de mi alma, bebo mi te sin dejar de mirarlo, ahora que he podido separarme un poco del dolor y el aturdimiento del terror resultante de la mezcla de mis actuales condiciones y los conocimientos que me inculcaron toda la vida, puedo estudiar mejor los detalles y darles nuevos significados. Ahora recuerdo las primeras palabras de Nael, y hay algo que está dándome vueltas. Bajo la taza y sin pestañear pregunto:

- El primer día, dijiste que Errante debía haberme preparado para esto. Ustedes, a Barien lo llaman Errante, ¿cierto?

El Caith Sith baja su te, y me da un seco asentimiento con la cabeza. Está incómodo, y hace lo posible para esquivar mi mirada. Entonces me vuelvo más incisiva.

- ¿Cómo podría Barien saber lo que iba a sucederme?

La cola de Nael oscila de un lado a otro, y sus orejas triangulares se mueven en barias direcciones, el zumbido en su pecho se hace más insistentes, y la cercanía a la que estamos me permite ver que los bellos naranjas de su cuerpo están completamente erizados. Está nervioso.

- Nael, ¿por qué Barien debería estar enterado de lo que me sucedió? -repito

- Olvídalo, Lyn -responde chasqueando la lengua y desviando la mirada-. Hay cosas que no son relevantes.

Sus palabras no hacen más que aumentar mis deseos y la certeza de que algo importante me está ocultando aquí. Entonces, mi mente toma su propia velocidad, empiezo a atar pensamientos y datos.

- Mis alas están relacionadas con mi ascendencia fae, y supongo que ahora que lo vez, es obvio para cualquiera que tengo un ancestro entre los suyos -comienzo en un murmullo-, pero para habérselo esperado, tendría que haber sabido de antes, de donde provenía mi linaje.

El cuerpo de Nael luce más tenso que antes, el zumbido en su pecho se vuelve un chasqueo incómodo.

- Creo que hemos haraganeado mucho -intenta distraerme-. Volvamos al trabajo.

Sacudo mi cabeza, negando a sus palabras y siguiendo el hilo de mis pensamientos:

- Sin embargo, de antes, era un secreto, un secreto que ni siquiera Kim conoce del todo. Solo tres personas más lo sabían, lo sabía Abby, Rina, y Kai, y estos chicos apuesto a que no tenían idea de lo que iba a pasar. Así que Barien no tenía forma de saberlo, no a menos que...

La idea, y sus implicaciones son demasiado horrendas para ser ciertas. ¡No puede ser! Seguro que..., encuentro la mirada de Nael, esperando ver algo que me indique que estoy equivocada, sin embargo, el Caith Sith baja la mirada apenado, y eso completa el puzzle.

- ¡Ese maldito era el consorte de Arella! ¡Ese fue el bastardo que violó a Camilla!

Me elevo en el aire y olvidándome de la precaución y la vergüenza que hasta ahora me habían mantenido encerrada en mi cabaña, atravieso la ciudad, esperando encontrar al Oscuro. Al poco tiempo soy capaz de sentir su magia, cegada por la ira, aterrizo sin ser muy consciente de cómo lo hice, y al mismo tiempo me las arreglo para golpearlo con un pulso puro de magia que brota desde lo más profundo de mi interior. Debo haberlo tomado por sorpresa, porque el golpe impacta con violencia, y Barien se tambalea. Se recupera sorprendentemente rápido, y se sacude las ropas con una lentitud demasiado calculada, una expresión peligrosa en su mirada:

- Entonces, soñadora, ¿ya hemos pasado la fase de duelo? Por lo que veo estamos bastante cómodos con nuestras alas.

- ¡Tú hijo de puta! ¡Tú sabías!

La ira ahoga mis palabras, y encuentra camino a través de otro golpe de magia, sin embargo esta vez está preparado y lo detiene con una facilidad insultante. Grito con furia y despliego otros dos pulsos, antes de sentirme mareada, por mi visión periférica percibo la llegada de otros faes curiosos.

- ¿Ya te has cansado? -inquiere aburrido

- ¡Bastardo! -me ahogo entre jadeos.

- Parece que tu lengua tiene más resistencia que tus recientes poderes -acota.

Me tambaleo un poco, mareada por la debilidad, Nael se sitúa a mi lado y me sostiene, intentando apartarme de Barien, pero yo lo rechazo y consigo estabilizarme sobre mis pies.

- ¡Eres un desgraciado! -le grito-. ¡Un maldito violador!

Sus ojos plateados relampaguean con algo bastante similar a la ira, pero logra controlarse. Finge un bostezo, aunque mantiene una expresión peligrosa:

- ¿Se supone que tú opinión debe importarme?

Suspiro un poco, intentando mantener a raya la ira, y golpear lo más bajo y fuerte posible.

- No, supongo que no. Después de todo solo soy tu tataratataranieta o algo así. Si abandonaste a Sorina, que es tu hija en manos de una sádica, qué más podría importarte una mestiza humana perdida.

Escucho los jadeos colectivos a mí alrededor, y la mirada del oscuro se vuelve más amenazante de ser posible, he dado en el blanco, me permito sonreír con triunfo, lo he golpeado justo donde quería. A ver si ahora sigue manteniendo esa mirada altanera. Todo su cuerpo se ilumina y se que dirigirá su furia contra mí:

- ¿Tienes deseos de hablar?

Un pulso de magia disparado desde su espalda, interrumpe el hilo de sus pensamientos y lo envía derecho contra una pared. La explosión luminosa y plateada me ciega, y la magia se siente fresca contra mi piel y hace resonancia con la mía. ¡Oh, mierda! ¡Yo y mi bocota! Barien luce desconcertado unos instantes y me da una mirada de extrañeza, hasta que se da cuenta de que yo no soy el origen del problema. El coro de criaturas que nos ha rodeado, se aparta con ceremonia, dándole paso a Sorina. Todo su cuerpo refulge con el resplandor nacarado de la luna, sus cabellos rojos flotan en torno a su rostro, los faes se apresuran a hacerle una reverencia, admirados y contentos de verla recuperada, sin embargo, cuando paso por alto sus características físicas, para enfocarme en el fondo de sus ojos, me sumerjo en una piscina de dolor y pérdida.

- ¿Tú? -cuestiona con voz rota mirando directamente a Barien

- Princesa -murmura

Por vez primera desde que lo conozco, luce confundido, e inseguro. Se pone de pie, pero es algo torpe, y no deja de mirar a Sorina, quien por el contrario, luce cada vez más fría y recia.

- ¿Tú eras el consorte de Arella? ¿Tú eres mi padre?

Los ojos de Rina estudian a Barien, aunque tengo la impresión de que ahora es diferente, esta vez, es como si lo estuviese viendo por primera vez, y luego, su expresión cambia, se vuelve hermética, y sus labios se curvan en un rictus de desagrado, cuando encuentra cualquiera que sea la pista que buscara que le confirma sus palabras.

- Puedo explicarlo -declara él

- ¡No lo necesito! -sus labios tiemblan, pero levanta la cabeza, negándose a ser intimidada-. ¡Se por qué lo hiciste! Tú historia es famosa. El consorte que despreció a la reina, y se burló de la ley de segregación de razas, enlazándose con una sirena, y procreando una mestiza. ¡Me abandonaste en las garras de Arella, para irte a cuidar a la hija que querías! ¡Bien por May! -los ojos de Barien se abren con sorpresa y Rina suelta una carcajada que me eriza los pelos por recordarme a Arella-. No soy idiota, ahora que se quien eres, se quien es ella. May, tu hija mestiza, espero que sean felices juntos, y que madre no la encuentre.

Sorina intenta alejarse con la espalda recta, y dejando un extraño halo fúnebre a su paso, Barien, que pasa saliva con dificultad, se aproxima a ella y la toma por el hombro:

- Nolune, escúchame, May no tiene la...

La chica se da la vuelta a una velocidad increíble y lo golpea con otro ataque mágico que lo hace estremecer y le arranca un hilillo de sangre de entre los labios.

- ¡No te atrevas a tocarme! ¡No te atrevas a defenderla delante de mí!

Dicho esto, se desaparece entre una ventisca, el sol que hasta hace poco brillaba sobre nuestras cabezas, es oculto por un cielo encapotado. Brisas heladas y llenas de nieve se levantan por todo el lugar, vapuleándonos de un lado a otro. El desasosiego crece en mi pecho, había escuchado decir que las palabras y la ira eran una combinación peligrosa, tenía el presentimiento de que estaría pronta a descubrirlo.

Y bien, mis amores ¿qué creen? Lamento haberlos tenido tanto tiempo en ascuas, problemas ajenos a mi voluntad, de verdad. Espero que puedan perdonarme, aquí les dejo el capítulo, espero que lo disfruten, y por favor, déjenme sus opiniones. Los quiero un montón. Pregunta ¿qué creen que haga Rina?

Lennalí

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