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Capítulo 11

Sorina:

Las hojas secas crujen bajo mis pies, es increíble como cambia el paisaje de un lado a otro, sin tener la menor congruencia unos parajes con otros. Los caminos y el clima cambian conforme me acerco a lugares que comuniquen con la tierra de Verano o de Invierno, o incluso con el plano mortal. No son los mismos caminos que atravesé con las niñas, de hecho es imposible recorrer el mismo camino dos veces, algo que ver con el fluir del espacio tiempo. El Intermundos es un sitio complejo, cambia a cada tanto, de hecho, es la magia en su estado puro, y está abriendo nuevos pasajes con cada nuevo tiempo y con cada nuevo caminante. Perderse sería fácil y aunque no es algo que realmente me preocupe, tampoco quiero acabar entre las fauces de Marithia. Conozco la verdadera historia de la criatura que reina en el Intermundos, otra víctima más de la ambición y la paranoia de Arella, aunque no puedo decir que la banshee no se lo haya ganado, al final también ella cayó presa de la maldición de nuestra raza, la oscuridad de nuestras almas, el ansia de fama y poder desmedido, me pregunto cuánto tiempo pasaría antes de que me volviera una fría copia de mi madre. Es mejor no averiguarlo, por respeto a mi misma, más que por consideración a los demás, es la única cosa que espero evitar con todas mis fuerzas, quiero ser lo más distinta a la reina de Invierno, debo serlo, es la única cosa que me daría alguna alegría en estos momentos.

Los recuerdos de mi vida en el palacio de Hielo se intercalan con mis recuerdos de Linder y la Corte de Verano, los episodios de mi niñez, mi corte de alas, la fuga al reino mortal, los besos robados que compartí con Allen, la forma en que me despreció cuando supo quien era, la amenaza de Kurapika y de mi madre. No puedo despertar solo para volver a sus manos.

El repentino silencio del bosque activa mis sentidos, la magia fluye de mi con una naturalidad envidiable, el escudo de hielo bloquea por escasos segundos el mortal ataque de la banshee, desafío aquellos ojos vacíos. No importa como de aterradora se vea, he visto a la oscuridad y al miedo directo a los ojos, y ella no le llega ni a los talones.

Linder:

Mi mente está saturada de imágenes y recuerdos de Sorina. A los del corte de alas le siguieron las horas que pasó contando, temiendo la llegada de la noche, porque sabía que Kurapika la esperaría entre las sombras de su habitación. Día por día, Arella forzaba su magia, obligándola a inducir las visiones, nadie más parecía notar que sus ojos ya no tenían la chispa de vida, o que la princesa se estaba volviendo cada vez más una vacía y distante carcasa. La admiré cuando rescató a mi hermana, cuando la obligó a sobrevivir, y también puedo asegurar que mi amor creció aun más, me mordí las uñas cuando las vi escapar a través del muro del Palacio de Hielo. Si mis visiones fueron escalofriantes, centrándose en como obtenía lo que más había deseado para que me lo arrebataran justo en frente de mis ojos, y después jugaba con mis sentimientos de culpa, en el caso de Sorina, le entregaba todo lo que siempre había anhelado, un padre y una madre que la consentían con todas sus fuerzas, una Larillia como niñera que estaba todo el tiempo revoloteando a su alrededor, sus alas intactas con las que sobrevolaba las ventiscas, de la mano de un compañero al que amaba y que la hacía sentir segura y protegida. A diferencia de mí, el muro no le arrebató nada de ello, prolongaba las imágenes, intentando que Sorina quedara atrapada en el encantamiento para siempre, ella se dio cuenta, naturalmente, es demasiado lista como para pasarlo por alto, la tentación de aceptar la mentira y desaparecer en el olvido, fue violenta, sin embargo, el recuerdo de mi hermana, y su firme resolución de vivir todo lo que la reina le había negado, la llevaron a elegir la realidad y enfrentar los recuerdos y la verdad, llevándome de un nivel de aturdimiento a otro. Después venían sus recuerdos del mundo humano, todo parecía una escala de grises, hasta que aparecí yo, me encontré admirado de que mi presencia generara tanta luz y tantos matices diferentes. Sorina se sentía amenazada a un nivel elemental, sin embargo no era su integridad física lo que generaba su temor, sino la mezcla de emociones contradictorias que sentía a mí alrededor, estaba tan sorprendida y aterrada por el vínculo, justo como yo. Me sentí como un bastardo, cuando al final aceptó que me amaba, lo aceptó también aceptando la idea de que yo le llevaría a la muerte. Prefería alejarse de mí, y morir por la separación a sufrir mi rechazo por ser lo que era, en el fondo, Sorina se avergonzaba de su legado como fae de Invierno. La reina y Kurapika habían trabajado tanto haciéndola sentir lo peor, una criatura nacida solo como instrumento suyo para llevar la muerte a los míos, que ahora, a pesar de ser libre, y de vivir una vida corriente, se veía con las manos manchadas de sangre, y creía que me traicionaba cada vez que nos besábamos y no me contaba quien era.

Su corazón se rompió ese día en la celda de la Corte de Verano, cuando yo le di la espalda, lloró cuando fue consciente de lo que yo hacía con Amarantha en mi casa mientras ella se quemaba con el hierro en la mazmorra. Nunca antes la culpa me asfixió tanto como en ese momento. ¿Cómo pude ser tan idiota?

No se si fue su dolor mezclado con el mío, o quizás mi propia culpa, acabé perdiéndome, la oscuridad me encerró y di la bienvenida a la inconciencia.

Sorina:

— Tu poder me dará la fuerza para mi venganza contra Arella.

El gruñido sibilante de Marithia hace sangrar mis oídos, su timbre agudo puede llegar a ser peligroso. A una orden mía el escudo de hielo se desintegra en cientos de afilados fragmentos, y se apresuran a través de los orificios naturales de su cuerpo, invadiendo su sangre, y arterias para luego congelarlas. Molesta, retrocede unos cuantos pasos y cesa su ataque sónico. Sus finas patas de araña se clavan al suelo, y llama a por la magia, la tierra se marchita bajo sus pies, el pulso de poder me atraviesa, activo la runa de la muerte y absorbo toda la magia, convirtiéndola en nada, desapareciendo en mi interior, aunque no es algo que no deje secuelas, mis pies resbalan sobre la hierba y me siento mareada. Respondo lanzando cristales de hielo que van directos a sus ojos, e intento absorber su esencia como hice con Aier, me sorprende la magia tan grande que encuentro en ella, prácticamente se ha fusionado con el Intermundos, están tan unidos, que todo el poder de la tierra fluye hasta ella, no importa cuanto tire, o cuanto intente tomar en mi misma, esa no será la manera en que Marithia muera. Tal parece que por ahora, lo más prudente es una retirada. Una cortina de niebla cubre mis espaldas y desaparezco entre la maleza, escuchando sus chillidos y sus intentos de deshacerse de mi hechizo.

Linder:

Un cosquilleo en mi mandíbula me despierta. Mi mente todavía está enfrascada con los recuerdos de Sorina, así que me cuesta un poco diferenciar la realidad de los recuerdos. Ramas y hojas secas crujen cuando reacomodo mi peso en el suelo, para sentarme. Lo primero que noto es un trozo de cielo azul a través del cerco de frondosos árboles en medio del cual estoy. Una mancha azulada emborrona mi visión, bizqueo un poco y sacudo la cabeza, la mancha se aleja un poco, hasta que puedo ver que se trata de una mariposa, es una mariposa monarca, con alas del color de la media noche, manchadas de violeta. El insecto revolotea demasiado cerca de mi rostro, con una familiaridad un poco inquietante.

— ¡Otro más! ¡Valla locos que están hechos los del otro lado!

Es una voz femenina, los tonos variaban entre agudos y graves sin ningún orden aparente, y sonaba más molesta que sorprendida. Busco el origen de las palabras, para encontrar unos pasos más adelante, a un adolescente, delgada y espigada, con los angulados rasgos clásicos de los faes, la tez blanco alabastro con el brillo dorado de los faes de verano, rodeada por alborotados cabellos azul oscuro y un par de profundos ojos azules que me miraban con fastidio.

— ¿Quién eres? ¿Dónde estoy?

La desconocida me dio una mirada de extrañeza al tiempo que sus ojos se llenaban de algo bastante parecido a la melancolía.

— No tengo tiempo para hacerte de niñera –contestó–. Regrésate por donde viniste.

Sus maneras cortantes con tendencia a la acritud, me recordaban a Sorina en nuestros primeros días. Este pensamiento me hizo sonreír. Me puse en pie estirando los músculos de mi espalda. Mirando los matices de colores a mi alrededor, me doy cuenta de que ya no estoy en medio de los recuerdos de Sorina, además, todo se siente demasiado sólido a mi alrededor, aunque el paisaje es bastante diferente al de la aldea escondida. Recordando algo de lo que dijo Barien, sobre la localización actual de Sorina, sospecho que debo estar en el Intermundos.

— Esto es el Intermundos, ¿cierto? –inquiero observando todo

La chiquilla frunce el ceño en gesto de contradicción y hastío. Abre la boca pero lo que sea que fuera a decir muere cuando el sonido de pasos apresurados y maleza revuelta llama nuestra atención. A mi izquierda, un borrón dorado aparece a toda velocidad entre los árboles. Es otra niña, un poco más pequeña y bastante más joven que la morena, pero en lugar de cabellos azules, los suyos son rubios y considerablemente más largos, es más infantil, pero la magia la rodea como una manta, y sus ojos tienen la misma tonalidad verde viva de los bosques.

— ¡Narti, no puedo encontrarla!

Sus ojos quedan fijos en los míos y se abren con un mudo gesto de sorpresa al tiempo que la escucho soltar un quejido bajo. Tiene la mirada enrojecida, como si hubiera estado llorando. Narti se interpone entre los dos y la abraza con fuerzas, escondiéndola de mi visión, mientras le acaricia los cabellos con gesto conciliador.

— Shhh. Está bien. Lo resolveremos.

Su voz, a pesar de mantenerse firme, y de la mirada oscura en sus ojos, adquirió un rasgo de ternura que endulzó el gesto, y pareció calmar a la pequeña. Un raro presentimiento se adueñó de mí.

— ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué está pasando aquí?

Mi pregunta, o el tono de mi voz, parecieron sorprenderlas. La más joven se separó tallándose los ojos y limpiándose las lágrimas, la llamada Narti, lució más contrariada de ser posible. Justo entonces, la mariposa se alejó de mí y se fue a revolotear alrededor de los cabellos y el rostro de la chica. La muchacha manoteó un par de veces, intentado apartar al insecto, pero este seguía en sus treces, tanto que la adolescente acabó despeinándose, con el rostro rojo de furia y rebufando incómoda. Una infantil risa con la cadencia de campanillas de plata interrumpió la escena.

— Seguro que sabe que tienen el mismo nombre, no Anarthia.

Los ojos azules relampaguearon con furia. ¿Anarthia? ¿Ese era su nombre?

— Todavía me pregunto que estaría pensando madre al nombrarme igual que una mariposa –se quejó, se pellizcó el puente nasal y volvió a mirarme–. El Intermundos es un lugar peligroso para ti, tienes que regresarte.

— No lo haré –contesté con firmeza–. Mi compañera está perdida de este lado, y no me marcharé hasta encontrarla. Soy Linder, tercer hijo de la Corte de Verano, El Beso de Verano, estoy buscando a mi compañera, Nolune, La Noche Encarnada, el Beso del Invierno. La princesa de los faes oscuros.

Con esa presentación oficial, me gano miradas sorprendidas e incómodas de ambas chicas. La rubiecita comparte una mirada de preocupación con Anarthia, la chica se revuelve los cabellos y masculla unas palabras que suenan bastante parecidas a "Me sacarán canas verdes" Al final sus hombros se hunden en un suspiro de derrota y concede:

— Soy Anarthia, y ella es mi hermana Raylía. Sabemos a quien buscas, y estamos tras su pista.

Intentamos apresurar nuestros pasos. No comprendo los motivos de las chicas para buscar a Sorina, pero en mi desespero tampoco estoy dispuesto a perder el tiempo en preguntas y cuestiones irrelevantes. Las chicas me cuentan de cómo conocieron a Sorina, aunque la más habladora de las tres es Lía, que luego de unos segundos de duda, comenzó una animada charla sobre todo lo que nos rodeaba, era cálida y bastante divertida, me recordaba un poco a Lay, cuando era niña y vivía persiguiéndome a mi ya mis amigos. De hecho creo que así fue como terminó enamorada de Lexen, en primer lugar, al cabo de un rato, Lía tropezó por el cansancio, y aunque procuraba mantener el paso de nosotros dos, era obvio que le molestaba el tobillo, así que sorprendiendo a ambas chicas, la subí a mi espalda y caminé por ella. Tardó un poco en relajarse, pero después continuó con su charla habitual, hasta que luego de un rato, se quedó dormida. La tibia caricia de su mejilla, apoyada en mi hombro, aportaba un peso familiar y cómodo. Me sentaba raro, actuar tan confiadamente con dos completas desconocidas, normalmente soy desconfiado y me mantengo alerta, pero con estas dos chicas, me es imposible mantener las distancias. Anarthia me da algunas miradas de soslayo, pero el resto del tiempo se mantiene abriendo camino silenciosamente al frente.

— ¿Cómo estaba ella cuándo la viste? –me atrevo a preguntar.

Se detiene de súbito, los hombros rígidos, completamente tensa, inspira profundamente un par de veces, hasta que al fin, con la mandíbula tensa concede:

— Decidida a terminar con su existencia.

Las palabras me sientan como un golpe en el estómago, pero las trago sin quejas. Hace tanto tiempo que estamos caminando, y estaba tan perdido en mis pensamientos, que me no había reparado en el paisaje que me rodeaba. Mis sentidos se disparan, cuando percibo el rastro de magia oscura que tantea sutilmente nuestro grupo, cierro los ojos, y expando mis sentidos explorando el paisaje próximo. Vamos directos a una trampa, Lía continúa dormida a mi espalda, y Anarthia no parece haberlo notado. Ya ha oscurecido tanto que resulta difícil ver lo que tenemos delante. Me detengo en seco, ganándome una mirada de inquietud de parte de Narti.

— Tenemos que parar –informo–. Continuar así es peligroso. Necesitamos descansar un rato y prepararnos, Marithia nos espera más adelante.

Los ojos azules de Narti se abren con sorpresa, ante mis palabras, sorpresa que se intensifica cuando comprueba más adelante la veracidad de mis palabras. Nos detenemos en un pequeño claro, instauramos las protecciones mínimas y yo enciendo una pequeña hoguera para calentarnos y preparar algunos alimentos, un cocido sencillo y casi desabrido, pero con la cantidad de energía suficiente, en las brasas finales, mezclamos unas raíces y bayas que Narti aporta y conseguimos un veneno que podría ayudarnos en la lucha contra Marithia, entonces despertamos a Lía y compartimos cada uno un tazón del simple estofado. Espero mientras veo arder las ascuas. La cabeza de Lía se balancea de un lado a otro, antes de caer al suelo, con la respiración tranquila, y presa de un profundo sueño.

— ¿Qué has hecho? –demanda Anarthia

Se levanta furiosa, pero sus movimientos son bastantes descoordinados, sus ojos azules están llenos de sospecha, aunque el dolor y la preocupación, ocupan lugares preponderantes. La miro con tranquilidad.

— Me han ayudado mucho, y lo agradezco, pero no puedo permitir que se enfrenten a Marithia. Es demasiado peligrosa. Yo generé todo este lío, yo lo resolveré, pero no quiero que ustedes corran peligro. Cuando despierten, ya todo habrá pasado.

Puede haber añadido algo más, pero sus ojos terminaron de cerrarse en una acusatoria mirada y cayó desplomada al suelo. Las recosté juntas y las cubrí con un colchón de hojas, levanté una muralla protectora a su alrededor, negando el paso de cualquier criatura peligrosa y manteniendo las temperaturas a un nivel agradable, las observé un rato más, había algo inquietantemente familiar en esas chicas, entonces volví a retomar mi camino. Tenía que encontrar a mi compañera, y no podía estar preocupándome por nadie más.

Xxx

Bueno chicas, hasta aquí el capi de hoy. Espero les haya agradado. Recuerden dejarme sus opiniones y comentar, y por supuesto, si les agradó, pues ahí está el lindo botoncito de la estrellita. Un besote grandote, no sean lectores anónimos. Inspiren a esta chica apresurada.

Lennalía. 

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