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Capítulo 7

Las 1200 horas.

En otras palabras, las 12: 00 P.M

¿Quién rayos se refería así al mediodía?

Gavriel sentó a Luke en su rodilla para que se quedara quieto, aunque ni él lo conseguía. Unas coloridas mujeres —ninfas según sospechaba por la liguera forma puntiaguda de sus orejas y los cabellos de colores—, lo despertaron esa mañana para servirle el desayuno y siguió una familiar rutina de: beber un té, ducharse y seguir estresándose hasta llegado el mediodía cuando las mismas sonrientes ninfas vinieron a buscarlo para la reunión con la reina. Él había decidido traer a Darcy y a los niños, no confiaba en dejarlos en un sitio desconocido donde rondaban criaturas sobrenaturales... Dios, incluso pensarlo seguía sonando como un chiste.

—Esto me recuerda al palacio de Versalles —murmuró Darcy—. Son verdaderos reyes.

—Sí, me duele la billetera de solo ver las paredes.

Ambos le dieron un nuevo vistazo al sitio. El salón era de anaranjado rojizo y recordaba a imágenes de un libro de historia en el que ellos simplemente no encajaban. Había múltiples espirales doradas en las paredes con símbolos extraños, la chimenea era de ladrillo y de un tamaño imponente, una bella pintura se extendía en el techo e ilustraba el cielo en cada etapa del día, variando del amanecer hasta el atardecer y acabando en la noche. Gavriel sentía que toda la casa —tal vez palacio en realidad—, donde estaba se encontraba encallada en una ambientación de la puesta del sol o en una representación de las llamas; ya que lo rodeaban el dorado, rojo, naranja y amarillo.

Hablando del mobiliario, lo único que podía opinar: era extravagante. Un escritorio gigante de madera de roble se disponía delante de un ventanal circular que dejaba entrar con amabilidad los rayos de luz, libreros abarrotados de cuadernos y libros repletos de conocimiento que se erguían con confianza en la pared este, y uno que otro sofá que se confundiría tranquilamente con un trono. Un par de estatuas de leones tomaban guardia a cada lado de las puertas dobles. El lugar parecía la guarida de uno de aquellos viejos nobles ingleses o franceses del siglo pasado.

Salvo por el sofá donde los cuatro estaban sentados.

Esa cosa parecía sacada de un basurero, era viejo y parecía estar por caerse, el relleno se salía de los cojines por medio de agujeros hechos comúnmente por el uso progresivo y otras marcas que en apariencia fueron ocasionadas por un animal. Además, apastaba a manzanas por algún motivo inexplicable que lejos estaba de ser importante.

Darcy hundió su nariz en los rizos de Lily, que se hallaba recostada en su hombro. La mujer aún vestía su empobrecido camisón con suciedad y sangre manchándolo, se había negado a aceptar las prendas de las ninfas. Él frunció el ceño al admirar el corte en el labio, el leve morado de su ojo izquierdo y el hematoma sobre su pómulo, ella en verdad peleó por proteger a los niños. Al parecer, durante el ataque consiguió dispararle al intruso que había ido por ella y sus sobrinos, en respuesta el hombre absurdamente los encerró en el cuarto para luego provocar un incendio en el apartamento que los quemara vivos, pero milagrosamente fueron rescatados por uno de los guerreros de Maleon.

—¿Segura de que no quieres ir a un doctor?

—No necesito un doctor, si no que esto sea una broma de mal gusto. Estas personas no son humanas, Gavriel, y me aterran... son bestias —susurró Darcy sobre la cabeza de la niña—. La persona que nos atacó... la que se metió en mi apartamento... era un monstruo horrible sacado de los sueños de un ocultista.

Le tomó la mano porque estaba temblando y la apretó.

—Todo saldrá bien.

—¿Cómo sabes eso?

—No lo sé, pero es mejor creerlo que vivir con miedo. Además, somos un par de idiotas y con suerte morimos a la mitad de la película luego de decir una idiotez.

Lily infló sus mejillas y le dio un golpe al hombre en el brazo.

—¡Tío!

Su sobrina detestaba que la gente insultara delante de su hermanito.

—Lo siento. Lo siento, ya no diré groserías —dijo a su sobrina y ella se cruzó de brazos. Acercó la boca a la oreja de Luke—. Decir groserías es malo, no sigas mi ejemplo, amiguito. ¿Satisfecha?

La niña asintió y el niño ni siquiera prestó atención a la conversación, su piecito le resultaba más interesante que cualquier otra cosa. Ojalá el pudiera distraerse tan fácilmente. Gavriel no pudo evitar bufar, llevaban media hora esperando que algo pasara. La tensión lo ponía de un humor de perros y se le hacía difícil controlar su endemoniado carácter a estas alturas del partido. Hailey no tenía tiempo que perder como estas personas, ella había sido secuestrada por alguien tan frío como para intentar quemar vivos a unos niños.

Un descontrol retumbó en las paredes, una marea de voces furiosas y una discusión acalorada.

La puerta se abrió para la reina y sorpresa, su humor era el mismo que siempre. Es decir, estaba a dos rayitas de escupir fuego por la boca.



Maleon no recordaba que debía hacer en el día desde que había enfermado y constantemente necesitaba que le repitieran una tras otra vez sus compromisos, primeramente intentó apoyarse en la utilización de una práctica agenda... pero olvidaba donde rayos la dejaba. Lidiar con un recordatorio que la hiciera recordar que tenía que leer otro recordatorio de dónde estaba el objeto que la ayudaba a recordar aún más cosas, se convirtió en un círculo vicioso que no terminaba y que se volvía más grande conforme pasaba el tiempo. Los demás integrantes de la casa se transformaron en su agenda humana, ellos no podían perderse y no negaría que era mucho mejor; aunque resultaba agobiante depender tanto de otros.

Sí, ya no era una reina si no una enferma a la que le tenían lastima.

No sabía qué la molestaba más, si el golpe a su ego o el hecho de que en poco tal vez deberían de incluso decirle cuál era su nombre. Existían mañanas donde en un minuto de somnolencia, tardaba más de la cuenta en saber qué papel cumplía en el mundo.

Un atemorizante momento donde no reconocia a su reflejo en el espejo.

Sin embargo, había algo que Maleon nunca podría olvidar y ese era el deseo de coserle los labios a Aislinn cuando empezaba a parlotear sobre todo lo que hacía mal, el irritante tono despectivo con que la vocecilla de la ninfa le encarnaba la piel se sentía como el firme pinchazo de una aguja y, sumando la locura de su criatura interior, cada vez tenía menos paciencia con ella, en algún momento cumpliría sus amenazas y le arrancaría la cabeza.

—Entiendo que pueda tener problemas de memoria, pero es una absoluta falta de cortesía hacia los "invitados obligados" que tenemos en la casa, que su persona no esté presente a primera hora durante una reunión que usted misma anunció ayer —dijo la rubia a dos pasos de distancia de ella.

Desconocía si la hembra era muy valiente o muy estúpida como para tomar el riesgo de acercársele después de ayer.

—¿Quién diablos te ha invitado a la reunión? Porque estoy segura de que yo no. Además, deja de hablarme así, me harás enfadar y es un lindo día para joderlo tan temprano con tu maldito falso respeto y tus reproches, a menos que quieras mejorarlo obligándome a tirarte por una ventana —contestó rascando furiosamente su ceja. Ese mal hábito arruinaba su aspecto al enrojecer y herir su rostro, pero poco le interesaba ya.

Aislinn se esforzaba en seguirle el paso mientras avanzaban a toda velocidad por el pasillo de estatuas, Maleon caminaba rápido dado que sus largas piernas le proporcionaban pasos mucho más largos mientras la ninfa respiraba agitada y se apresuraba sosteniendo su largo vestido rojo rubí lo suficiente como para no pisarlo, detrás de ella un macho calvo le seguía de cerca.

Cassian, el fiel perro faldero de Aislinn.

El león en su pecho no confiaba en él con esos ojos calientes de un tono rojo como el ropaje de su ama y que le daban un aspecto más siniestro de lo habitual, aunque era el tatuaje en su labio inferior —las runas élficas que lo definían como un siervo—, lo que realmente lo situaba en el campo de lo terrorífico. Esa mañana tenía un coqueto traje frac negro y las complejas runas en sus manos se ocultaban por unos guantes blancos. Como siempre, un sirviente leal a su trágica dueña, un elfo que había nacido para servir a su ama y la cual todos sabían consideraba el amor de su vida, pero tampoco era un secreto que ella no le correspondía.

Pensar que el día anterior había estado por arrancarle el brazo, lástima que él curara tan rápido.

—Mi presencia en esa reunión es indispensable, dado que soy la única persona consciente del peligro latente que representa "su majestad" con sus drásticos cambios de carácter. —Aislinn colocó uno de sus mechones rubios tras su oreja y alzó la barbilla altiva—. Debería de haberse vestido para la ocasión, en lugar de llevar ese andrajoso trapo encima.

—¡Ja! ¿Su majestad? Recuerdo muy bien que ayer mismo me llamaste perra miserable, hipócrita condescendiente o también trastornada mental y hoy soy "tu majestad" que gracioso suena. Aparentemente no soy la única con drásticos cambios de carácter. —Captó la lacerante mirada de Cassian en ella, en serio que detestaba a ese silencioso elfo. Si tenía algo que decirle que tuviera la dignidad para confrontarla a la cara como lo hacía la ninfa y no a sus espaldas como un cobarde—¿Qué problemas tienes con mis muumuus?

Maleon dio un vistazo al vestido holgado y largo de mangas anchas color naranja que traía puesto. Sentirse libre siempre era una regla fundamental que todo su guardarropa debía seguir y disfrutar de la sublime sensación de no traer nada puesto le gustaba. Los demás no compartían su pensamiento desgraciadamente, pero a ella le importaba un comino.

Simba mordisqueaba un juguete entre sus brazos y la tranquilizaba.

—Son unos trapos terribles que no rinden homenaje a quién eres —refutó la ninfa.

—¿Ah, sí?

—¡Por supuesto!

—Oh, entiendo.

—Hey, no tan rápido...

La ignoró por completo y empezó a apurar el paso hacía las puertas de su estudio, la rubia juró rabiosamente entre dientes sobre sus zapatillas de tacón alto.

—¡Maldita sea, ve más despacio! ¡Tú, condenada arpía del infierno!

A la reina le resultó divertido enloquecer a la hembra, después del accidente de ayer la animaba irritarla. Pero fue allí donde un poderoso agarre le rodeó el brazo deteniéndola y el brusco tirón la hizo soltar a Simba que cayó en la alfombra con un sollozo ahogado por el golpe que se dio en la cabeza.

Y la linda mañana se jodio como había querido evitar.

El rugido del león se atoró en sus labios, trató de tragárselo con esmero y poner a raya su ira. Con los dedos temblado por la emoción que regía ardiendo como un fuego liquido en sus venas, miró hacia atrás a los helados ojos de Cassian refulgentes de arrogancia.

La ninfa se quedó estática ante la repentina intrusión de su sirviente.

—Lady Aislinn dijo que se detuviera —acusó él con voz seca.

—Tú en serio quieres que te arranque el brazo, lo que tu querida Lady No Me Importa deseé es algo sin valor ante mí —escupió la mujer.

—Es un miembro de la realeza.

Maleon se mordió la lengua tan fuerte que se hizo sangre, el sabor mezclado con el dolor la mantenía presente.

—Ella no es nadie en esta casa y será mejor que me sueltes si no quieres que almuerce tu depreciable mano.

El elfo no la soltó y ella abrió la boca lista para arrancarle los dedos de un mordisco, sus dientes sí que lo anhelaban.

—¡Cassian, detente! ¡Ya suéltala! —gritó Aislinn regresando en sí.

Contrariado, el elfo obedeció a su ama, cuando la dejó libre fue el turno de Maleon de cogerle del cuello y plantarle un mordisco en la oreja hasta casi extirparle un pedazo. El chillido de Aislinn la mantuvo lo suficientemente despierta como para volver a aplacar a la criatura salvaje en su interior. Colocó la mano abierta en el pecho masculino y le empujó con fuerza, de reojo captó a los Vigilantes acercándose; velozmente se agachó delante de Cassian.

Su sangre goteaba de su boca entreabierta, la asqueaba terriblemente y quiso poder escupirla, pero mancharía la alfombra al igual que su decencia animal. Se inclinó hacia adelante para que el elfo la viera claramente.

—Escucha bien, siervo, la única reina en este lugar soy yo, la que decide si vives o mueres soy yo, la bruja a la que le debes respeto soy yo. Y recuerda bien que también fui yo la que sacrificó su última maldita vida por tu ama, espero que no vuelva a fallarte la memoria... a ninguno de los dos. —Clavó sus ojos en Aislinn y limpió su boca con la palma abierta—. Noli oblivisci.

Cargó a Simba y el juguete con el que el cachorro jugaba, se puso de pie rezando por encontrar un punto de calma. De lo contrario, la reunión se convertiría en una ruleta rusa donde en cualquier momento se le escaparía un muy mal tiro que podría ser fatal.

Empujó las puertas del estudio con el humor de mil demonios y el golpe que recibió en cuanto captó un solo vistazo del rostro alarmado de Gavriel fue la culminación de todas sus pesadillas dispuestas en un único latido. La furia se apagó como una vela en la brisa fría, desapareciendo como una pompa de jabón en el espacio vacío de una habitación... él tenía tanto miedo de ella.

Hundió los hombros abatida, Simba en su lugar se removió desquiciado para captar la atención de Luke que dejó de embobarse con su pie y levantó las manos contento por la llegada del cachorro. Maleon dejó al leoncito en el suelo mientras se dirigía a su escritorio, Luke saltó lejos de su tío para encontrarse con su amigo en un manojo de volteretas y risitas infantiles.

—¡Hey! Luke, ven conmigo —llamó Gavriel al niño mientras se acercaba a él, pero este siguió jugueteando con el carnívoro diminuto.

—No le hará daño, piensa que es su amigo. —La reina arrimó su silla al escritorio de pino antiguo, esa reliquia le agradaba. El hombre regresó a su sitio en el sofá junto a la otra humana y la perspicaz Lily, que no dejaba de contemplarla—. Gracias por ven...

—¡No me jodas Cassian, te ves como si te hubieran metido una lanza por el... ¡Auch! ¡Maldición, Saraf casi me rompes el brazo! —exclamó una voz masculina fuera de la habitación.

Las puertas se abrieron de nuevo, para dejar pasar a Aislinn con su elfo pegado a su espalda. Ella tomó asiento en una silla junto a la chimenea apagada y Cassian se hizo un sitio a su lado, sostenía un pañuelo contra su oído.

Maleon dirigió su atención a los siguientes en aparecer, los mellizos anfisbena. Saraf entró acomodándose el cinturón del pantalón de cintura alta que traía puesto, pretendiendo desinterés frente a la presencia de los niños porque la ponían al extremo nerviosa. Se trataba de una mujer alta con el físico de una luchadora de kinck boxing, era imponente, poderosa y sus centellantes iris verdes resplandecían bajo su ceño fruncido.

Su hermano, Try, disimuló su incomodidad con un porte arrogante. Él era un condenado gigante, con la contextura de un físico culturista de dos metros de alto y a esa carga sumabas que era una bomba de testosterona en unos pantalones de cuero y terrible genio andante. Los iris verdes mucho más oscuros que los de su hermana, no había mucho parecido entre los dos. Aunque ambos iban con el pelo cortado al rape y de vez en cuando actuaban tan sincronizados tanto en cuerpo como en mente que dada terror. Esos mellizos se convirtieron en un dúo que horrorizaba a las demás especies por su ambición de guerra y en este momento se dispusieron a cada extremo de las estatuas de los leones junto a la entrada.

La reina no tuvo tiempo de volver a abrir la boca que las puertas se abrieron nuevamente.

Ragnar, un hombre enorme y musculoso cuyo mayor atractivo se encontraba en una barba morena de pirata decorada con adornos de oro que le llegaba al esternón. Chaqueta y pantalones de cuero lo enfundaban. Apareció rascando su oscuro y corto cabello con desinterés. Sin embargo, sus audaces ojos grises barrieron la habitación en un momento. Él había sido un ermitaño durante tanto tiempo que incluso hoy tenía problemas interactuando con los desconocidos, ese grifo en especial le caía increíblemente bien por su mente sagaz y su imaginación empedernida en el mar.

—¿Dónde está Tanith? —cuestionó la reina al hombre barbudo.

—Ella está en camino, se encargaba de sus niñas la última vez que la vi.

Invocada por su mención, Tanith ingresó a la habitación. La boca de los humanos cayó al piso y la impresión de los niños fue cruda ante la imagen de la medusa. La longitud de la cabellera de reptiles de la mujer caía hasta el piso y más allá. Las serpientes de las cabezas de las medusas compartían un intercambio de información sensorial e impresiones de pensamientos con sus anfitrionas. La mayoría del tiempo esas serpientes eran tan pacificas como su medusa, pero si ella se sentía asustada o amenazada, sus hijas reaccionaban con una venenosa mordida que podía paralizar a la mayoría de las criaturas, e incluso, si las serpientes mordían varias veces, podían causar la muerte.

La piel de Tanith era pálida, ligeramente morada, varios tonos más clara que las hijas en su cabeza, y tenía un débil patrón parecido al de las serpientes. Sus ojos amatista tenían ranuras verticales para las pupilas y se movía rápidamente cuando miraba a Lily y Luke.

Maleon alzó una ceja al ver que la medusa traía puesta ropa de maestra de jardín de infantes.

Bien, no era una sorpresa que sus Vigilantes estuvieran hechos un manojo de nervios con niños en la casa. Esos pequeños seres eran demasiado raros en las criaturas que eran... pero esto era ridículo.

—Bueno, como decía... gracias por venir, ayer fue un día agotador y me temo que me retrasé, mis disculpas.

Ni Gavriel, ni su amiga humana, ni los niños la oyeron. Los cuatro estaban paralizados con la mirada clavada en las serpientes de Tanith que interesadas sacaban sus lenguas para demostrar su intriga.

—Oigan, no quiero sonar como un maldito aguafiestas, pero mirar las serpientes de una medusa de esa forma es como ver a una mujer desnuda sin su consentimiento —dijo Daraan entrando alegremente. Detrás de él Ivy se desplazó como una liebre a toda máquina para ganarle al macho su asiento junto a ella.

—¡Perdón! —gritaron los dos adultos y Lily se tapó los ojos avergonzada.

Tanith frunció el ceño.

—¡Muérete, Daraan! —bramó histérica y sus serpientes se alzaron todas contra el hombre. Incluso cuando ella se dio la vuelta hacia los humanos, estas no quitaron sus ojos del dragón rubio—. Esta bromeando, no crean ni una palabra. No me incomodan para nada.

—Por supuesto, eso dice el alegre conejo en tu blusa. ¿Qué paso con tu bralette rojo, medusa? —burló Daraan tomando una de las serpientes y besando su cabeza, se escabulló antes de que media docena lo atacará—. Espera ¿Le robaste esos pantalones a una embarazada? Vestal santa, estas desesperada, Linda.

Ragnar y Try se mofaron en voz alta. La medusa apretó los dientes y una a una sus hijas sisearon en torno al dragón.

—Oh, que suerte le nuestra. Nuestras vidas pueden comenzar ahora que el rey ha llegado —dijo Saraf sarcástica.

—Que buen humor. Deberías tratar de sonreír de vez en cuando, dicen que te cambia la vida.

—¿Por qué no vas a jugar a las manitas con ese bardo del estanque para alegrarte, hermana mía? —preguntó Try con ironía, cómplice del voluble humor de Daraan.

—Te metería el pisapapeles por la garganta si no corriera el riesgo de traumatizar desconocidos, pero no abuses de tu suerte, maldito cabeza de melón hueco.

—¿Melón hueco es lo mejor que pudiste pensar?

—No la presiones, mencionaste al bardo y su ingenio se cayó al piso mientras se babeaba como una cría —comentó el rey caminando hacia el escritorio y deteniéndose un segundo para saludar a Aislinn junto a su elfo personal.

La sien de Saraf palpitaba a mil por hora.

—Ooohhhh... quieren hablar entonces hablemos. ¿Con cuantas hembras te acostaste esta semana, rey mío? ¿Siete u ocho? ¿Son más si contamos a Campanita?

—Ya empezamos —susurró Ragnar acomodándose en su asiento como si esto fuera a tardar.

Daraan contó con los dedos, sentándose estrepitosamente en el escritorio. Gavriel y Darcy intercambiaron miradas confusos.

—Creo que cuento doce o trece, tal vez catorce porque hoy tengo una cita.

—Oh, por la luna y las estrellas. Que terrible impresión hemos dado —se lamentó Aislinn en voz baja, Cassian depósito una mano en su hombro.

—Eres un maldito idiota —exclamó Try divertido—¿Y cuál...

El golpe hizo saltar a todos los presentes. Maleon había dado un contundente fin a la discusión, sus colmillos se erguían ante todos con amenaza y sus ojos vociferaban intensamente maldiciones. Los Vigilantes se callaron, incluso serían capaces de coserse la boca o pegarla con pegamento; Daraan se bajó del escritorio para acercarse a la ventana y adoptar un porte más serio como lo ameritaba la situación.

—Sus interrupciones son una vergüenza. —Ella se puso de pie y se inclinó sobre su escritorio, su pelo brillaba como fuego por los destellos del sol—. Me han generado un endemoniado dolor de cabeza, seré clara y directa a partir de aquí. Una complicación más y me encárgate de que lo lamenten. Ahora, ¿Gavriel estás seguro de querer que los niños estén presentes?

—Sí.

Oír su voz la dejó mareada.

—Bien. Primero lo primero, estos son mis Vigilantes. Si deben confiarle su vida a alguno de ellos no lo duden. Son más competentes de lo que han demostrado —Luego prosiguió a presentarlos. Entonces continúo la charla—. Antes de seguir con esto ¿Qué dice mi agenda y el informe diario?

Esta vez, Ivy sacó una lista de un cajón con una sonrisa. La reina cruzó los dedos bajo su mentón.

—Bueno, la Colonia 6 eligió nuevo líder y esperan que vaya a conocerlo. Por otro lado, la Colonia 10 ganó el sorteo anual para que pasé las celebraciones anuales con ellos, también están pidiendo ayuda para introducir dos hembras al mundo laboral humano sin que haya peligro. Después de eso, tiene una cita con el líder de los Canibus el martes.

—Cancélala y pásala para la próxima semana.

Daraan negó con la cabeza.

—Nos mandó al diablo la última vez que lo hiciste esperar —le recordó el rey.

—Bueno, entonces pásala para dentro de dos semanas. Démosle razones para maldecirme. Habiendo aclarado eso, volvamos a nuestro asunto principal: ¿Alguno encontró indicios de la ubicación de la hembra humana?

—Mi mamá se llama Hailey —acusó Lily con desaprobación.

La reina asintió.

—¿Hay rastros de Hailey? —se corrigió.

—No hemos encontrado nada, los desertores se cubrieron muy bien. No hay ni videos o testigos de lo que pasó en el hotel y en el apartamento donde vivían —explicó Tanith, sus serpientes descansaban sosegadamente cayendo hacia abajo—. Asumimos que llevaron brujos con ellos para cubrir su ataque. Los medios están diciendo que lo del hotel fue un accidente trágico. —La medusa se volteó con una sonrisa esperanzada hacia el grupo de humanos—. Existen poderosos brujos que tienen la capacidad de crear una línea de ilusión que cubre lo que en realidad pasa con un espejismo y lo vuelve imperceptible a los ojos de quienes no desean que los vean. Lo llamamos "illusio" del latín que significa burla o engaño.

—¿Gracias? —pronunció Gavriel incómodo por la mirada llena se adoración de la mujer con serpientes.

—Y como mataste al dragón que incendio el sitio, no hay a quien interrogar —agregó Aislinn con tono neutro.

—Los espías que enviamos al territorio de los dragones no han informado nada acerca de movimientos sospechosos por parte de Hera y los suyos —comunicó Try.

Maleon se quedó callada, pensando en lo que debía hacer ahora y encontrándose con un laberinto. Estaba perdida y sin soluciones, sabía quién era el responsable de esto... pero no podía hacer nada. Quería gritar. Dar rienda suelta a su salvajismo, liberar a la mantícora que ansiaba despellejar a su presa con ferocidad animal y vengarse por todo lo que aquella despreciable hembra le había hecho. Sin embargo, ya no era la misma que en el pasado y tampoco tenía vidas que perder al azar.

—¿Cómo diablos es posible que no sepan nada?

Subió la cabeza para ver a la humana, la amiga de Gavriel, absolutamente desconsolada. Lagrimas surcaban sus mejillas enrojecidas y se le hinchaban los ojos por horas de llanto contenido; el perfume de la enfermedad era una marca tan potente en ella que hacía arrugar la nariz.

—Darcy, ven... cálmate.

Gavriel quiso tomarla en brazos y Maleon tuvo un descubrimiento existencial, sintió celos por esa cercanía entre ellos. Deseó poder saber todo acerca de su relación: el tiempo que llevaban de conocerse, si eran amigos o algo más flotaba en la superficie de sus corazones. Rabió ante la sensación de inferioridad que apuñaló su pecho, pensar que siendo tan vieja aun podía sentir celos de alguien por algo tan banal.

—No, no lo entiendo. —La mujer estaba agitada, se alejó de Gavriel para encarar a todos sin vacilación—¿Cómo es posible que no puedan encontrar a ese... ese monstruo? ¡Era una abominación, alguien debió haber visto por donde se fue o no lo sé... algo más!

—Darcy, cálmate.

—No puedo calmarme, yo no puedo dejar de pensar en sus ojos... esos malditos ojos negros como un agujero sin fondo. Iba a matarnos, ese hombre iba a matarnos.

El chico la abrazó y la humana le devolvió el gesto. Un pinchazo, un tirón o algo extraño apretujó la garganta de la reina, pero también captó la pequeña información.

—¿Ojos negros? —cuestionó la leona—¿Pudiste ver su forma humana?

La enferma mujer asintió.

—¿Por qué nadie supo esto?

—No quiso hablar con nosotros, la señorita estaba muy alterada ayer y no estaba en condiciones de dar demasiados detalles —murmuró Ivy avergonzada.

Para sorpresa de los presentes y más aún de Aislinn, Cassian avanzó hasta la pareja de humanos con una sonrisa encantadora llena de empatía y compasión. Liberándose de su guante y enseñando una gama de runas tatuadas sobre la piel del dorso, con la mano que no sostenía el pañuelo, tocó con un delicado cuidado la mejilla húmeda de la dama que tembló por el contacto.

—Lamento muchísimo lo que tuvo que pasar. —El cuerpo de la humana empezó a tranquilizarse—. Me apena tanto su sufrimiento, señorita Darcy, que mi alma ha quedado atrapada en la amargura, pero necesito que sea valiente una vez más y recuerde. Por favor dígame ¿Cómo era ese despreciable monstruo que la lastimó?

Ese elfo la estaba manipulando con su Poder, vaya sabandija. No obstante, necesitaban cualquier información y al parecer la pobre humana cedió a la sedante tonada del hombre.

—Era un hombre muy alto, ocupaba toda mi puerta y su piel era bronceada casi dorada... sus ojos eran tan grandes y negros como los del diablo... tenía el pelo teñido de gris y... y tejido en rastas. Se le notaban raíces oscuras. —Se tapó los oídos recordando su voz—. Había una cicatriz en su rostro, lo vi claramente cuando quiso tomarme del cuello... la cicatriz cortaba su labio superior y parte de la mandíbula... no dejaba de repetir que mi olor era el de una enferma, que le desagradaba tanto como para matarme allí mismo.

El silencio que siguió la detallada descripción fue un colosal enmudecimiento total, algo parecido al preludio de una explosión que tragaba los sonidos del mundo. Daraan fue el primero en reaccionar y se colocó delante de Cassian para ver a la hembra humana a los ojos, el crudo terror que vio en ella le dijo que no había engaño en su confesión.

Maleon tuvo que sentarse o corría riesgo de desmayarse. La euforia abundaba en su cuerpo haciéndola sentirse mareada y la sonrisa en sus labios no pudo impedirse.

—Esa mujer mandó a su condenado nieto a hacer el trabajo sucio —dijo Maleon.

—No hay dudas de que fue Zelos, pero no tiene sentido. Él es un dragón y no es estúpido ¿Por qué los dejó vivir?

Daraan realmente se veía impaciente, aunque considerando que hablaba de su propia familia no era raro.

Ragnar se enderezó en su asiento con un brillo iridiscente en sus ojos y habló alto para que lo oyeran.

—Try y yo llegamos en el momento exacto para sacarlos del incendio, pero sigue sin tener sentido. Zelos es eficaz y cruel, no entiendo por qué jugó con su presa tanto tiempo en lugar de matarlos en cuanto llegó.

—Yo le disparé en la cabeza —soltó Darcy en shock. Gavriel la miró abatido.

Saraf alzó las cejas y asintió orgullosa.

—Mierda, eso debió de haberlo frenado. —Rió con malicia—. Seguro pasaran meses hasta que deje de dolerle el cráneo. Es una desgracia que los dragones sean de cabeza dura o podrías haberlo matado. Ese disparo fue lo que lo frenó entonces, se marchó y le dejó al fuego su trabajo.

—Aún tengo dudas —murmuró Ragnar.

—¿Qué importan las dudas ahora? —Tanith se puso de pie, sus holgados pantalones arruinaban su silueta—¿No ven lo que está pasando? Tenemos una testigo viva que vio a Zelos, el nieto de Hera, la reina de los dragones y la persona que envenenó a nuestra monarca. Podemos conectar el ataque al hotel, el secuestro de Hailey y a su vez el intento de homicidio cometido hacía la reina. Tenemos pruebas que presentar al Consejo de Antiguos y acusar a Hera.

Esa revelación volaba en la mente de todos los Vigilantes, resultaba muy bueno para ser verdad. Que se cometiera semejante descuido por parte de los desertores era sospechoso, pero considerando las circunstancias podía ser factible y para Maleon lo factible abría un escenario nuevo donde tenía nuevas piezas que arriesgar en el juego.

La sonrisa de la leona se ensanchó aun mas y pregunto con voz cantarina:

—El color de las hojas de los árboles es rojo y amarillo, el sol es menos fuerte y las horas de luz son cada vez menos ¿Estamos en otoño? ¿No acostumbran las ninfas celebrar varias fiestas para recordar la primavera?

Aislinn no sonrió como los demás, sabía exactamente qué pasaba por la cabeza de la despiadada mujer que una vez le había salvado la vida. Esa maldad natural en aquella pelirroja la asustaba y arrasaba con cada valor moral que le enseñaron de pequeña.

—Estamos en otoño y no, las ninfas no celebran desde que enfermaste —respondió con vacilación la ninfa.

Maleon sonrió marcando más sus hoyuelos.

—Es una tragedia ¿Qué les parece hacer una fiesta para ellas e invitar al Consejo de Antiguos? Estoy segura de que les encantaría a nuestras ninfas, las he notado un poco tristes ¿No les parece?

Tanith se mordió los labios y sus serpientes enloquecieron en dirección a la reina. Saraf inclinó la cabeza hacía atrás con una sonrisa demoníaca y su mellizo, Try, se mostró satisfecho con la propuesta. Por su lado, Ragnar no reflejó ninguna sorpresa por la presunta fiesta. Mientras que Daraan y Aislinn sí instaron expresiones de ansiedad mezcladas con disgusto, algo así como si sufrieran una indigestión.

—Vas a traer al diablo a tu casa —advirtió el dragón.

La reina se llevó una mano al pecho y juró:

—No, Cielo, ellos conocerán al diablo que invocaron del infierno.

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Noli oblivisci: No lo olviden (Latín)

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