Capítulo 14
—Oye, tranquila. Ven y te cargaré hasta... —Maleon lo pateó en la cara y Daraan voló hacía atrás con la nariz sangrando—¡Mi... miércoles, jueves y viernes!
Z trotó hasta ellos con un clara molestia dibujándole los rasgos de la cara, ya tenía las llaves de las dos habitaciones. Habían llegado al hotel con todas sus extremidades y según algunos amigos del vampiro, los desertores únicamente pudieron seguir el rastro de algunos vehículos de las decenas que acudieron al ataque. Lo que significaba que la estrategia de distracción había sido altamente efectiva. Sin embargo, no todo era bueno. Llevaban alrededor de quince minutos tratando de sacar a la mentalmente inestable, agresiva y territorial leona del auto, ya que en los últimos tramos del viaje la mujer padeció un desvanecimiento. Parecía mareada y había vomitado sangre en un rincón del maletero, en ese instante protegía a Simba como una verdadera madre con instintos salvajes.
—Oigan. No sé si lo recuerdan: sol, vampiro, muerte instantánea y cenizas —apresuró Zachary.
La luz del amanecer se asomaba en el horizonte con rapidez.
—Díselo a la mamá homicida y a mi nariz —se quejó el dragón irritado.
Darcy se encontraba detrás de Gavriel, el rey les había recomendado abstenerse de acercarse. Ella miró a su amigo y notó lo tenso que estaba, reflejaba impotencia mientras se frotaba el mentón con nerviosismo; él reaccionaba a cada mínimo ruido que la mujer en el coche emitía. Ella se sintió fuera de lugar en todo esto, el cansancio la estaba matando y le dolía todo el cuerpo casi hasta reestructurar sus huesos y articulaciones.
También sufría mareos y quería comer algo, lo que fuera.
El Motel 6 era bastante bonito a su parecer. Las paredes blancas y las escaleras que daban al primer piso brillaban por las luces que aun prevalecían encendidas, las puertas azules de las habitaciones con sus números escritos legiblemente en cárteles claros. Las cortinas cerradas de tono verde indicaban que todos los residentes dormían, pero no sería así por mucho tiempo y si alguien bajaba o espiaba por las ventanas el escándalo en el aparcamiento, cuando menos tendrían que dar un par de explicaciones a la policía sobre por qué se hallaban cubiertos de sangre y como tenían un león de mascota. Varios camiones llenaban los espacios vacantes del aparcamiento; esos enormes gigantes de acero los ocultaban bien de muchas vistas curiosas, pero no era suficiente.
De repente, Maleon rugió y un par de perros en la lejanía empezaron a ladrar. Maldición, se suponía que debían tratar de no llamar la atención.
De eso iba huir de gente que quería matarte ¿Verdad?
—¡Oye, eres el rey! ¡Haz algo! —exclamó Z.
—¡Bien! ¿Te quieres poner difícil? Pues vamos a ponernos difíciles —juró Daraan dispuesto a sacarla del auto a la fuerza.
Otro rugido de advertencia.
—Vas a hacer que se enfade más y la agresividad ya le sale por los poros. No la lastimes, te lo digo en serio —amenazó Gavriel—. Déjenme ayudar.
—¡No! —gritaron los dos hombres sobrenaturales.
—Creo que vi un par de cables tirados en el camino... —sugirió Z.
—¿Estás diciendo lo que creo? —cuestionó el humano—. No vamos a atarla como un animal.
—Ella es un animal, Gavriel. La quiero tanto como tú o vete a saber lo que en realidad sientes por ella, pero tenemos que sacarla del auto y no estoy de humor para lidiar contigo —bramó Daraan—. Yo he lidiado con esto mucho tiempo, atarla es la mejor opción si queremos meterla a la habitación.
—Si tanto tiempo llevas con ella deberías saber que las cadenas la aterran. Lo único que estas logrando es ponerla nerviosa, lo que lo hace peor para todos. Déjame acercarme y hablarle, tal vez pueda convencerla sin recurrir a esto.
—Te voy a atar a ti con esos cables si sigues colmando mi paciencia.
—¡Ay, por favor! —exclamó Darcy frustrada.
Curada de espanto, la humana esquivó al enorme dragón rubio que quiso atraparla y se plantó delante del maletero con las manos en las caderas. Sintió a alguien rozarle el brazo, Gavriel la había seguido, pero los otros dos hombres trataban de alejarlo y vendrían a quitarla del camino sino se apresuraba. Ella se concentró en la reina, estaba agazapada sobre el cuerpo de Simba con una expresión marcada por una salvaje advertencia y Daraan tenía razón, era la clara imagen de una leona protegiendo a su cachorro de desconocidos.
La enferma mujer se dio cuenta de que el leoncito aun prevalecía bañado en sangre seca, su pelaje teñido de rojo oscuro y la fatiga que aparentaba estar sufriendo. Su vestido era muy largo así que lo tomó del dobladillo y lo rasgó lo suficiente como para que le llegara a las rodillas, sabía que todos la estaban mirando. Pero se enfocó en su objetivo: sacar a Maleon sin violencia de allí.
—Hey, soy Darcy —se presentó levantando las manos en señal de rendición—. No vine a molestarte ni mucho menos a herirte a ti o a tu bebé, pero míralo tenemos que darle un baño ¿No te parece? —La otra fémina la estudió con susceptibilidad. Ella le enseñó el paño que había hecho con su vestido—. Podemos tratar de limpiarlo con esto hasta que encontremos agua para darle un baño. Vamos, te ves cansada. Yo me haré cargo de él mientras descansas.
Maleon ladeó la cabeza y gruñó, achico sus ojos como si se esforzara en comprender sus palabras. Entonces la leona cogió al animalito con una mano mientras gateaba hacía ella, cuando dejó al cachorro en el límite del maletero y retrocedió, Darcy intuyó que esperaba que hiciera lo que había dicho y limpiara la sangre de su pelaje con el trozo de tela. Se dispuso a hacerlo, consiguió al menos limpiar la nariz sucia de la criatura.
Luego vio las manchas de líquido oscuro en la comisura de los labios de la reina y sintió lástima.
—Acércate para limpiarte a ti también.
La reina frunció el ceño, pero avanzó hasta ella de todas maneras y se sentó detrás de Simba. La mirada que le dirigió fue una clara advertencia de muerte si hacía cualquier movimiento extraño, Darcy juntó coraje y eliminó esos feos rastros de sangre de su cara.
Sin embargo, un ruido llamó la atención de ambas hacía los tres hombres discutiendo y el intenso gruñido que emitió Maleon los congeló a todos.
—¡Oh, entiendo! —dijo Darcy con un brillo lúcido en sus ojos. Viró hacía los demás con los dientes apretados—¡Suéltenlo y dejen de discutir que la alteran! ¡Gavriel, ven aquí!
El vampiro y el dragón lo soltaron, Gavriel se acercó rápidamente hacía ellas y eso pareció tranquilizar a la soberana de los híbridos. En aquel momento, la mítica hembra empezó a ronronear, dejando caer su cabeza para que él la acariciara y cuando el vacilante hombre lo hizo hasta sonrió.
—Eres una gatita muy grande —comentó el chico, se agachó lo suficiente para que ella lo viera a la cara, pero en su lugar la mujer se acostó en su hombro sorprendiéndolo—. Es hora de salir del auto y dejar de gruñir, Jefa. Tienes que sacarte esa ropa, darte un baño y arreglar tu pelo. Estás bien. Estás a salvo. Estás conmigo. Ya no puedes quejarte, se una buena leona arranca cabezas y pórtate bien. Vámonos antes de que el vampiro se chamusque a la luz del sol.
Maleon asintió, pero entonces miró a Simba. Tomó con una mano al cachorro y con la otra la muñeca de Darcy. La humana lo sostuvo con dificultad porque era un poco pesado, pero igualmente cargó al animal con una sonrisa.
—No te preocupes, iré detrás de ustedes.
Habiendo dejado al cachorro en buenas manos, la leona estiró los brazos hacía Gavriel que la miró fijamente, al hombre le trepidaban las manos y le sudaban las palmas, pero aun así sonrió. Él estaba peleando con el miedo porque lo paralizaba, no obstante, su preocupación por la reina era más grande que todo lo demás.
Ya basta de temores, la mujer que le había salvado la vida no temía a nada y él tampoco lo haría.
—¿La Reina Malvada quiere que la cargue como si fuera un bebé? —preguntó divertido el humano.
Ella lo miró visiblemente fastidia y él rió, pasó un brazo bajo las rodillas femeninas y la otra la afianzó a su espalda para sostenerla adecuadamente. Era mucho menos pesada de lo que habría pensado, a él eso le resultó preocupante porque REALMENTE pesaba muy poco. Maleon era muy delgada, en los últimos meses notaba que perdía peso... pero esto era demasiado.
Casi corrieron a las habitaciones que estaban en la planta alta, una junto a la otra. Z pudo respirar tranquilo y Darcy se despojó de toda vergüenza al arrojarse a la cama que a su parecer estaba perfecta.
El dragón estaba con el vampiro en la habitación, el amanecer empezaba a saludarlos con mucha alegría y aun con ello, los monstruos seguirían buscándolos. Una reina no podía desaparecer por mucho tiempo y menos una en la condición de Maleon, las especulaciones del Consejo podrían poner en un mal sitio a los híbridos que hacía pocos siglos se refugiaban bajo las alas del fénix mitad mantícora. Tenían que volver al ojo público de su gente pronto.
—Dame las llaves del coche —exigió el rubio a Z.
—¿Qué vas a hacer? —cuestionó el vampiro tendiéndole las llaves.
—Tú lo dijiste, planeaste todo hasta esté punto y lo que sigue va por nuestra cuenta. Soy un rey y nos llevaré de regreso al palacio.
Dicho esto, le arrebató las llaves y salió por la puerta con una sonrisa.
—¡Espera! ¡No, no, no, no! ¡Me estas empapando!
Gavriel echo un vistazo sobre su hombro hacía la puerta del baño y sonrió, Darcy se había ofrecido a ayudar a Maleon a bañarse mientras esta última estaba en su "faceta león". Las risas que atravesaban las paredes le alegraban, al parecer se estaban divirtiendo como si no los persiguieran unos locos homicidas de otra raza y eso resultaba gratificante en cierta medida, después de todo lo vivido era absolutamente un buen respiro.
Las habitaciones estaban bien. Limpias y ordenadas. Las paredes color blanco y verde, de la misma forma que las cortinas y las sábanas. Había una mesa en un costado con sillas amarillas, también un televisor que no habían encendido por el momento.
Él sostenía en brazos a Simba que se retorcía envuelto en una toalla, el pequeñín había sido el primero en recibir un baño y en definitiva podía afirmar que las mantícoras eran como los gatos; odiaban el agua.
—Ya calma... Auch, ese era mi dedo. —El cachorro rugió—. Oye, rey de la selva. Mufasa estaría decepcionado. Decir eso ahora no tiene gracia porque no hay nadie escuchando y no voy a reírme de mi mismo porque suena ridículo.
Dejó al leoncito en la cama y se acuclilló sobre el suelo de madera para verlo mejor. Simba mordisqueó la toalla hasta lograr sacársela de encima, pero acabó rodando por la cama y jugando con sus propias patitas. El humano alzó una ceja viéndolo a ese animalito simplemente existir de la única forma que conocía. Maleon le había dicho que solo ella creía que ese cachorro era una mantícora mientras que los demás argumentaban sin dudas que se trataba de un león normal.
Si la reina tenía razón, lo que miraba ahora era un niño o un bebé.
Pensó en Lily y Luke, ellos serían vampiros o ya lo eran. No estaba exactamente seguro de cómo funcionaba el asunto. Rezaba porque los Vigilantes los mantuvieran a salvo. Los extrañaba, de eso no le cabían dudas. Tal vez estarían durmiendo aun, ya que era muy temprano.
—Entonces... ¿Eres una súper loca especie sobrenatural? —Simba estuvo a punto de caerse de la cama por tratar de agarrar su cola y lo atrapó antes de que cayera—. Bueno, mantícora o no. Si proteges a Maleon, eres súper para mí también.
Fue allí donde sorpresivamente Simba lo miró fijamente, Gavriel se quedó sin habla. No tenía los mismos ojos prendidos en llamas que la reina ostentaba, sino unos profundos lagos anaranjados y resplandecientes. Una especie de Poder se desprendía de ellos y fuera cual fuera la verdadera respuesta, para él esté cachorro podía no ser una súper loca especie sobrenatural, pero de todas formas era especial.
El leoncito luchó por zafarse de su agarre y en cuanto lo dejó en el suelo salió corriendo hasta la puerta del baño, la empujó lo suficiente como para que su pequeño cuerpo pasara y entró meneando la cola.
—Vaya traidor, ni siquiera miró atrás. No mentiré y admitiré que me siento un poco ofendido, pero... tengo que dejar de hablar solo porque ya es muy deprimente.
Él también estaba del asco y basándose en las quejas de Darcy su baño se retrasaría bastante.
Resignado, se puso de pie para dirigirse a la salida, se asomó y espió los alrededores antes de salir, si la gente advertía la sangre en su ropa no sería insólito que llamaran a la policía. Afortunadamente, aunque había cierto ajetreo de transeúntes yendo y viniendo, ninguno prestaba mucha atención.
Avanzó rápidamente a la habitación de al lado, tocó la puerta y esperó unos segundos hasta que abrieron.
Casi se chocó de cara con Z al darse la vuelta y se apartó de un salto hacia atrás. Automáticamente puso mala cara, la historia entre ellos dos era muy larga y la contusión muy profunda para tratarla.
—¿Dónde está Daraan? —cuestionó al ver que Zachary estaba solo.
—Ni idea, se fue hace dos horas y no ha vuelto. Se llevó el auto ¿Seguro que podemos confiar en él? Ya sé que es su "esposo", pero esa hembra está enferma y moribunda. No sobreviviría por sí misma, él podría huir y hacerse del trono por completo sin estar bajo su sombra.
El hombre regresó a su lugar en la mesa de la esquina del cuarto, en el televisor transmitían la primera de Rápido y Furioso.
—Ah, claro. Olvidaba que tú eres la personificación de "confiable".
—Ya te dije la verdad, no puedo obligarte a perdonarme y no gastaré mi tiempo en ello. Lo único que quiero es el bienestar de mis hijos y Hailey.
Eso lo sintió como un contundente izquierdazo, tenía tan apretado los dientes que creía que se le iba a romper la mandíbula.
—Eres un hipócrita —espetó Gavriel con sorna—¿Te importa su bienestar? ¿En serio? Porque yo no te vi ahí cuando dijeron que había muchas posibilidades de que Luke muriera, no viste llorar a Hailey durante noches y tampoco apareciste en el parto. Imagino que te escondías detrás de las cortinas cuando Lily tenía miedo de la oscuridad, cuando ganó el concurso de deletreo o el de escritura. Por supuesto, también sostuviste el cabello de Hailey al vomitar cuando se emborrachaba y trataste desesperadamente de convencerla de abandonar las drogas. Tú diste la cara por ellos cuando nadie lo hacía ¡Claro! ¿Cómo olvidar todo eso?
Z se levantó furioso y apuntó a Gavriel con el control remoto en la mano.
—¡No me vengas con toda esa mierda! ¿Te crees que no lo sé? Me atormenta día y noche ¿Pero sabes qué? Mientras todo eso pasaba, yo estaba metido en un calabozo y retenido como un perro por mi propia madre. Así que no digas NADA de mi porque no tienes idea de lo difícil que ha sido llegar hasta aquí.
—¿Disculpa? Yo no te vi encadenado cuando le dijiste a mi hermana que no querías la responsabilidad de una familia y la dejaste mientras atravesaba un embarazo de alto riesgo. ¿Acaso tenías grilletes invisibles?
El humano acortó la distancia entre ambos, el vampiro avanzó amenazante y en cuanto se encontrarán se desenlazaría el perfecto caos.
—¡Tenía que mantenerlos a salvo! ¡No conoces lo que mi raza les hace a los híbridos, no pude hacer nada contra eso, mi madre los mataría sin miramientos y lo más sensato fue abandonarlos! ¿Qué hiciste tú para ayudar? ¡Te vendiste a cuanta mujer te ofreciera unos miserables dólares y por eso ahora estamos como estamos!
Gavriel quería matar a puñetazos al desgraciado, de verdad que ya no podía con él y para empeorar la situación se estaba metiendo con algo muy personal. Él no había pedido nada de esto. No había querido acostarse con mujeres que no le interesaban. Nunca habría querido que Hailey fuera arrastrada lejos de su familia. Odiaba la idea de que sus sobrinos se quedaran solos en este mundo tan grande.
Rió con cinismo.
—¿Con eso me vas a atacar? ¿Con venderme para pagar las cuentas? No me jodas, los dos sabemos porque tuve que recurrir a ello... el año que estuve encerrado fue muy pintoresco y no poder conseguir empleo por tener antecedentes de agresión fue aún más divertido.
Z se pasó las manos por la cara completamente exhausto. La relación de ambos iba más allá de ser su cuñado, en el pasado habían sido mejores amigos y el secreto del chupasangre la había cagado, pero no podía cambiar quién era o lo que era.
Los dados ya habían sido arrojados y ambos salieron perdedores de esta partida.
—Yo no te demandé, fue mi madre. Tienes suerte de haberte quedado un año en prisión, ella es una bruja e incluso podría haber llegado al extremo de mandar a alguien a matarte... tocaste a su hijo y nadie más que ella puede joderme. —Suspiró el vampiro—. Yo pagué tu fianza, Gavriel, y le rogué que retirara los cargos para que te sacara a cambio de no tratar de huir.
—¿Qué?
Todo el tiempo había creído que su hermana lo había sacado.
—Es así, Gavriel. No pienses que con esto quiero comprar tu perdón ahora, pero... si fuera posible, me gustaría recuperar a mi amigo algún día.
Se quedó sin palabras.
El pasado le dio una palmada en la espalda y susurró "Ya está bien".
Hace ya bastantes primaveras, cuando él tenía unos quince o catorce años había conocido a Zachary en su pueblo natal un día en que había quedado en medio de una riña de unos chicos de secundaria y el vampiro le había salvado de que le rompieran la nariz. Entre bromas y juegos se habían llevado bien de inmediato y acabaron por convertirse en un dúo que le causaba dolor de cabeza a los demás porque con total orgullo eran un par de adolescentes idiotas. Vivieron fiestas, conciertos, cenas, la huida de su hogar y la muerte de su abuelo. Lo había querido como a un hermano y le había encantado que empezara a salir con Hailey, la felicidad que tenían cuando se enteraron de la llegada de Lily. Pero todo cambió con el segundo embarazo y con la tristeza que su hermana había pasado al enterarse de que el niño corría riesgo, en aquel momento Zachary debería de haber estado con ella, no obstante... solo le dijo que se iría y que no podía con ello.
Gavriel jamás se había enfadado con él, pero ese día sintió la traición cortarle la carne y abrirle los pulmones.
Recordaba bien el instante en que lo encontró cuando el infeliz estaba por irse de la ciudad, la manera en que lo había golpeado y el sonido de su nariz rompiéndose bajo sus nudillos. El dolor que lo atravesó al perder a su mejor amigo y luego su libertad.
Algunas cosas cobraban sentido: sus salidas únicamente de noche, las excusas para evitar ir de picnic en la tarde, la limitada interacción social con los demás y la constante paranoia cuando se acercaba el amanecer.
En aquellos tiempos había pensado que era un quisquilloso.
Ahora con todo lo que conocía no sabía qué pensar y tenía diversos complejos dando vuelta en su cabeza. Quería estar enojado para no sentirse tan miserable. Sin embargo, resultaba difícil porque la verdad era que Z no tenía la culpa de todo lo que pasó y solo era otra víctima de... ni siquiera tenía la remota idea de quién.
Este mundo tenía reglas muy diferentes a las del suyo y a la vez se asemejaba demasiado; ambos eran crueles.
—No sabes cuánto quisiera retroceder el tiempo, Gavriel. Debí haber renunciado a mi Casa y quedarme a pesar de los peligros que acarrearía. Nunca debí dejarlos. Ser vampiro es una mierda.
—Seas o no vampiro, también eres una mierda.
Z rió por el comentario.
—¿Eso que quiere decir?
Gavriel suspiró cansado.
—No que te he perdonado, eso tenlo claro, pero sí que debemos hablarlo.
Su repuesta animó al chupasangre que sonrió y extendió su mano, se dieron un fuerte apretón que simbolizaba una puerta abierta a un nuevo futuro bastante prometedor. Sonara literal o no, en ese preciso instante la puerta se abrió de un portazo y la luz del día ingresó con felicidad, Z se movió como una bala y se arrojó detrás de la cama para ocultarse.
—No seas llorón, un vampiro tarda entre cinco y siete minutos en achicharrarse —escupió Daraan dejando caer dos enormes bolsas negras en el piso de madera—. Sobrevivirás.
—Eres un hijo de puta —chilló el hombre sensible a la luz, severamente molesto—¡Cierra la puerta ya!
El dragón lo hizo de una patada.
—Dime que no tienes un cuerpo en esas bolsas —murmuró Gavriel mirándolo con desconfianza.
—¿Me crees capaz de algo así? Es ropa que robé de una tienda.
El vampiro por fin salió de su escondite y se acercó a ellos pálido como un papel.
—¿Por qué rayos robaste una tienda?
El rey abrió ambas bolsas y esparció todo su contenido en el suelo, varias prendas de ropa saltaron a la vista.
—No solo robe una tienda, también un celular con el que hice la llamada que nos salvara a todos. Si ustedes quieren quédense con la ropa ensangrentada, sucia y llena de sudor. Doy fe de que verme con únicamente una toalla en las caderas debe ser una experiencia orgásmica, pero por hoy prefiero tener que ponerme y opino que nuestra reina también querrá algo más presentable.
Gavriel se rió con los dientes apretados, rebuscó con el pie y vio una que otra prenda que se veía más tentadora que su actual camiseta con manchas rojas. Z por su lado se pasó las manos por el cuello estresado y se dio la vuelta dispuesto a seguir su rutina con la televisión.
—¿Qué pasó con tu "llamada" importante? —cuestionó el humano al dragón y esté sonrió.
El rey comenzó a recoger las mudas en el piso para regresarlas a las bolsas.
—Me contacté con los Vigilantes, están organizándose y nos encontraremos en el aeropuerto esta noche para volar hacía la casa principal de Maleon en Whidbey Island. Es un lugar más peligroso en comparación a su guarida anterior, pero necesitamos que tanto el Concejo como nuestra gente deje de hablar de su presunta muerte.
—¿Luke y Lily están allí? —preguntó Z de golpe.
—¿Mis sobrinos están a salvo? —preguntó Gavriel al mismo tiempo.
—Por supuesto que sí, están más seguros que el presidente con los Vigilantes para protegerlos. —Los dos sonrieron, entonces Daraan se colgó una de las bolsas al hombro y puso la mano en el pomo de la puerta. Le resultó divertido ver al vampiro volver a ocultarse—. Bueno, Santa tiene más obsequios que entregar y un baño que tomar. Debajo de la ropa hay dinero, cómanse sus prejuicios y ordenen comida porque muero de hambre.
Abrió la puerta y salió cantando un sonoro "Jo, jo, jo" navideño.
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