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1✿ El Castillo del Monstruo

Era una soleada tarde de Primavera.

Las flores en los árboles se podían ver con mayor nitidez y pareciera que irradiaban luz, sus hojas de un color verde intenso moviéndose al compás del viento, con los rayos del sol alumbrando sus pétalos y dejándoles gracia y encanto.

Las mariposas azules, blancas, amarillas, negras y de múltiples colores, aleteaban elegantemente felices en busca de una flor que ponilizar. Contando siempre con la ayuda y compañía de sus amigas las abejas, que con sus zumbidos entonaban alegres melodías que para el oído humano pasaban desapercibidas.

Era así pues, un pequeño niño que saltaba contento por entrar ya al parque donde se encontraban sus juegos favoritos. Avanzando con dificultad ante la protectora mano de su progenitora, que no soltaba su bracito por miedo a que su hijo se le perdiera.

Es fin de semana y eso solo lo podía confirmar el gran bullicio de las voces agudas de los niños al gritar o hablar, junto a las conversaciones de los padres que cómodamente se sentaban en los asientos de madera a dialogar sobre trivialidades.

Algo que para un niño de 8 años de edad -como los tenía Jungkook - era de poca importancia. Él solo podía tener toda su atención para esa gran Casita de madera de color morado intenso a la cuál siempre quiso subir, pero qué no pudo por haber tenido lastimada la rodilla la otra vez que vino, cuando midió la fuerza que uso para columpiarse y salió volando; cayéndose de rodillas. Obviamente le empezaron a sangrar, y una quedó peor que otra, pero no por eso se dió el lujo de llorar "Él era un niño valiente" y como todo niño valiente, no permitiría que su mami lo vea en tal situación bochornosa ni que le limpiará con las manos sus lágrimas.
"Él solo aceptaría esas manos es su rostro para recibir caricias o muchos besitos de parte de su mami todas las noches antes de dormir".

Con una gran emoción reflejada en sus redonditos ojitos color noche, el rizadito observó como su progenitora se sentaba a leer en uno de los bancos un libro de Ciencias - de esos gorditos con tapa gruesa -. Mientras saboreaba unas galletas de avena que Jungkook no terminó de comer antes de ingresar al parque.

Saltando, el infante se acercó riendo a la Casita a la que tanto había querido ingresar y se preparó para subir por la malla roja que daba entrada a la Casa y que tenía como salida un tobogán color azul. No contando con que - antes de siquiera dar un paso - unos gritos se escucharían de adentro. Y que un segundo después, unos cuantos niños más pequeños que él, bajaran de forma desordenada por la red y sin dejar de gritar. Sí, con esas escandalosas vocecitas chillonas que podían crearle a cualquiera dolor de cabeza.

- ¡¡Monstruo!!, ¡¡Un monstruo mami!!- eran de las pocas palabras que se podían oír entre las voces de los niños, que con desesperación, iban a sus padres en busca de protección. Unos llevándolos hacia la salida, otros poniéndose a llorar, y no faltaba el que quisiera enseñarle el tal "Monstruo" a sus progenitores.

¡Oh! Pero que bueno y dichoso fue que la madre del azabache haya decidido traer sus audífonos de alta calidad para escuchar un poco de música mientras leía. De no ser así, sería una presenciadora más del escándalo que estos pequeñuelos estaban causando en el - anteriormente - tranquilo parque.

Y como dicen que "La curiosidad mató al gato". El chiquillo de cabellos alborotados empezó a subir la malla,cuidando en que sus pequeños pies no se enredaran con ella, decidido a descubrir a que es eso a lo que llamaban "Monstruo", y por alguna razón - que su aún pequeña mente no podía comprender - sintió una mezcla extraña de felicidad y miedo que aceleró su corazoncito.

Apoyándose en sus manos y rodillas, gateó dentro de esa gran caja cuadrada de tablas y se incorporó, palmeando sus rodillas para quitarle el sucio a su overol de color azul. Quedando maravillado con lo que sus ojitos veían, porque sí por fuera la Casita era llamativa y muy bonita, por dentro pareciera que las mismísimas estrellas hallan bajado a adornar sus paredes; una gran constelación de estrellas, colores pasteles tan bien combinados y detallados,que podrías considerarlo el cielo mismo. Uno que podía admirarse perfectamente en los orbes oscuros de Jungkook. Además, había un mini banco pegado a la pared del lado derecho, con unas rejitas color blanco donde cómodamente podías descansar.

Bueno, descansar era lo último que haría ahí, y eso lo supo bien cuando escucho de un momento a otro pisadas sonar detrás de él, y una respiración pesada sentirse cerca de su cuello.


El silencio hizo acto de presencia.

Quedándose estático por un momento, el de cabellos negros se dió la vuelta lentamente con pasos temblorosos por el miedo que empezaba a tener a que vería a ese tal "Monstruo" que asustó a los otros niños.

Lo primero que pudo observar, fue unas manos cubiertas con unos guantes color negro, decorados con filudas garras. Continuamente, al subir su mirada, se encontró con una máscara - negra igualmente - con unos grandes colmillos sobresalientes y un par de ojos color fuego. Bueno, decir que no estaba asombrado sería mentira, pero más allá de eso-

- ¡Buuuuuu! -Una voz - aparentemente - grave, se escuchó en toda la Casita, logrando sobresaltar al pequeño cuando esté empezó a sacudir sus manos en busca de una reacción de miedo, que no logró encontrar, al dar un paso en falso y resbalar hacia adelante - dejando caer la máscara del supuesto "Monstruo" y haciendo volar sus guantes.

Jungkook abrió sus ojitos y boquita en demasiada al poder por completo el cuerpo del increíble "Monstruo", que solo terminó siendo un niño más grande que él. De todos modos, no pudo quitar el asombro de su rostro cuando rápidamente el otro infante se colocó la máscara e intento asustarlo nuevamente, algo que no sucedió al ya haber sido descubierto por el rizadito.

- ¡Buuuu! - intentó espantar al otro chiquillo. "Tenía que irse, se suponía que tenía que gritar y regresar por donde vino, no quedarse parado y mirarlo confundido" -. ¿No te irás? - preguntó moviendo su cabecita y frunciendo sus cejitas.

El más pequeño llevó uno de sus deditos a su boquita y miró hacia abajo, negando a la pregunta anterior; para luego estirar su manito en dirección al castañito y sonreír como un pequeño conejito-. M-me llamo Jun- Jungkook - murmuró con timidez.

La Casita se quedó en absoluto silencio, las respiraciones tenues de los dos infantes escuchándose apenas. Pronto la sonrisa del azabache se convirtió en un adorable puchero triste al pensar que el otro niño no aceptaría su saludo, además que el bracito le dolía al tenerlo en una misma posición por varios segundos, por lo que había decidido bajarlo. Sin contar con que una mano más grande que la de él, tomaría entre sus dedos los suyos y los apretaría suavemente.

Subiéndose el antifaz hasta la altura de su cabeza, el niño mayor sonrió, dejando ver una bonita sonrisa en forma rectangular que achico sus ojos.

- Yo soy... V - titubeó un poco, lamiéndose los labios, repitió - Me llamo V.

- Frunciendo levemente las cejitas, el más chiquillo ladeó la cabecita confundido - ¿E-ese es tu nombre? - preguntó curioso ante el tan extraño sonar de la letra del abecedario dicha como un nombre.

- M-mis amigos me llaman así - contestó algo nervioso.

- Ohhh... S-suena lindo - alagó, con una pequeña sonrisa.

-El tuyo también me gusta - confesó, riendo levemente ante la reacción contento del rizadito, que aunque no podía ver muy bien - debido a que estaban en una parte más o menos oscura - sí podía distinguir sus expresiones - ¿Y por qué no te asustaste? - inquirió algo sorprendido que en todos sus días de ser el "Guardián que protegía su Castillo"- así se había autodenominado él - al más pequeño fuera al único niño que no le pareciera alguien espantoso y horrible como para salir corriendo y gritando de allí. Aunque debía admitir que se sentía orgulloso de lograr que huyeran.

El de pequeños ojitos de ciervo lo miró formando una "O" con su boquita al pensar como podía explicar la razón por la que no tuvo miedo al verlo vestido de un
Monstruo.

- B-bueno, sí me sorprendí - aclaró con timidez, jugando con los bordes de los puños de su polo manga larga a rayas. Y al ver que el otro niño no entendió, agregó - D-digo, t-tú disfraz de monstruo s-sí estaba bien feo, p-pero no me asustó.

-Oh, entiendo - asintió lentamente con la cabecita - Creo que también fue mi culpa, porque me resbalé - río nerviosamente, jalando un poco el cuello de su camisa.

- No, e-esta bien, todos nos podemos equivocar.

Algo que su mami le había enseñado y siempre tenía que poner en práctica, era la empatía que tenía que tener con los demás en los momentos más difíciles, o como ella decía "Una palabra de amor en un momento agotador, puede a una persona calentarle el corazón". Y claro, para un niño de la edad de Jungkook, esas palabras podían ser tomadas muy en serio y como que a él la idea de calentar los corazones de las personas le había parecido una idea maravillosa ¡Era como preparar galletitas horneadas con su mami! ¡Dulces y suavecitas!

- T-te esforzarse y-y te salió muy bonito.

El castañito se había quedado con la boca abierta al escuchar las palabras dichas ¡Es lo más lindo que le habían dicho y había escuchado jamás!, Y de alguna manera eso le había hecho sentir tibiecito en su corazoncito. El niño frente a el era demasiado tierno, y además...

Acercándose al rostro del más pequeño - el apodado como "V"- se inclinó considerablemente hacia adelante ante la notable diferencia de tamaños que había entre ellos dos. Causando que el rizadito retrocediera algunos pasos al sentir la tan repentina cercanía del niño mayor y que se encoja por la atención recibida.

Una tenue luz fue lo que alumbró su rostro, resaltando su lechosa piel, sus grandes ojitos color noche, al igual que sus alborotados cabellos y sus lunares que hacían juego perfecto con su nariz y boquita.

Y tal vez, si el castañito fuera un poco más grande se hubiera dado cuenta de la razón por la cual su corazoncito se aceleró al poder ver con mayor nitidez el rostro del peli-negro. Tal vez Jungkook se hubiera sonrojado por tenerlo tan cerca y ver las lindas facciones del más alto lo hubieran puesto nervioso. Pero solo era un niño.

Solo eran niños...

- Wow, eres muy bonito - confesó con inocencia, inconsciente del leve rubor que logró que se instalaran en los pómulos del chiquillo - ¡Quisiera darte un beso! - exclamó, con una extraña emoción que lo hizo sonreír en grande.

Y, ¡Oh! Si la confusión pudiera ser plasmada en un ser humano, el rostro del rizadito podría ser el perfecto significado de la perplejidad hecha persona. Y es que es entendible, que a su edad - con una madre protectora pero algo despistada - no supiera lo que es un beso. O bueno, solo saber uno de sus aspectos.

"Un beso,...¿Pero que era un beso?. Beso, beso, beso, be-, besi-, ¡Besito! Un besito, ¿Como los que le daba su mami?."
"Entonces, sí quería un besito, aunque sería raro que otro niño se lo diera, pero al final era un besito,¿no?"

- Pu-puedes d-dármelo - susurró con la voz temblorosa.

- ¿En serio? - inquirió el infante, sorprendido a que el más pequeño hubiera aceptado.

El azabache solo asintió con timidez, sintiendo algo extraño en él al momento de que el otro niño se acercará más hasta casi rozar sus narices y sentir por completo la respiración contraria.

- Infla las mejillas - demandó con un cambió de actitud que hizo que acatará la orden dada sin rechistar, aunque quería preguntar por qué debía hacerlo - Ahora, cierra los ojos y ábrelos con lentitud - asintiendo levemente con la cabeza, dejó caer sus párpados.

Abriéndolos inmediatamente cuando sintió una presión en su rostro, más específicamente en su boquita. Y bueno, como no quedarse sorprendido o más exactamente en shock cuando no era esa clase de besito a lo que se refería.

El castañito había estampado sus labiecitos con los de Jungkook, sintiendo los suavecitos que los contrarios eran, separándose luego de segundos para ver la expresión perpleja del rizadito que aún intentaba procesar lo ocurrido con anterioridad. Sus mejillas tomando un color rojizo suave ante algo que no sabía que nombre ponerle, porque no entendía lo que en esos momentos estaba sintiendo. Era muy pequeño para saberlo...

-¿Qué pasa? - preguntó algo confundido con su reacción, abriendo su boquita cuando encontró la posible razón de su estado - ¿Acaso... es tu primer beso? - indagó algo sorprendido.

El de piel nieve parpadeó tres veces, sus ojitos llenándose poco a poco de lágrimas ante las nuevas sensaciones que estaba sintiendo y a las que no sabía que nombres ponerle. Se había prometido a él mismo que nunca lloraría, mucho menos frente a su mami, pero eso era algo que no sabía cómo controlar y que no conocía a su edad de manera emocional, así que la única forma en que su pequeña mente sabía enfrentarlo era mediante el llanto.

Llanto que no pudo dar inicio, cuando - al ver el infante mayor que el pequeño iba a ponerse a llorar; en su desesperación - Taehyung tomó de las manos al más bajo y unió nuevamente sus labiecitos en una suave presión. Una vez, dos veces, tres veces, cuatro veces, cinco veces, hasta que por fin; los ojitos bonitos del rizadito solo terminaron brillosos y abiertos con sorpresa, su carita toda rojita ante el contacto físico repetido que había tenido con el niño de sonrisa geométrica. Sintiéndose raro en todo su cuerpecito y específicamente con mayor intensidad en una sola parte.

-¿Te sientes bien? - inquirió aún sorprendido en castañito, ante el ligero apretón recibido por parte del chiquillo enfrente suyo.

Y bueno, no es como si fuera su culpa - porque no lo es - que el estuviera creciendo dentro de un orfanato lleno de niñitos curiosos que solo ponían en práctica lo que veían en la cocina a la hora de comer, cuando sus cuidadores de demostraban amor de una manera muy explícita. Suerte que siempre se daban cuenta que estaban siendo observados y la situación no pasaba a mayores,pero eso no impedía que casi todos los niños que conformaban el "Hogar" ya contarán con alguien "con quien compartir sus dulces para toda la vida", ni que muchas chiquillas ya se le hubieran declarado y que el haya tenido que rechazarlas lastimosamente con dulces. Tampoco es su culpa que en el "Gran Castillo" que él cuidaba, los niños y niñas se besaran como si fueran personas adultas, o al menos intentaran.

Y claro, debido a ello, para un niño de 10 años como los que tenía, besar y tener una pareja ya era algo muy normal para él, así que es comprensible por qué su sorpresa ante la reacción contraria.

- N-no, me siento r-raro - comentó llevando una de sus manos en su estómago y frotándolo con lentitud - S-se siente raro a-aquí, s-siento cosquillas - confesó algo asustado, pues normalmente las sentía cuando su mami se las hacia, pero ella no estaba ahí "¿Serían gusanos?". Y tal pensamiento solo hizo que sus ojitos se aguaran ante la posibilidad de estar enfermo.

Antes que las lágrimas recorrieran sus cachetitos, unos labiecitos impactaron nuevamente con los suyos en un besito fugaz que logró que sus mejillitas enrojecieran de golpe.

- Ya no llores, por favor - suplicó el mayor con un adorable puchero.

Jungkook subió la mirada, encontrándose con los cachetitos abultados de "V" y sus profundos ojitos como el mar - que una vez tuvo la oportunidad de ver - que tenían el mismo color. Y de nuevo ese cosquilleo, pero ahora se sentía más bien como un aleteo, varios aleteos de uno a otro lado, como si estuvieran saltando en su pancita nubes o mariposas. Y se preguntaba si el niño que ahora mismo estaba viendo sería el causante de todo lo que le estaba ocurriendo.

¿Debiera preguntárselo? Por qué cada vez que lo mira a los ojitos siente muchas maripositas aletear en su estomaguito o por qué sus mejillitas se sientes calientes cuando le da besitos.

Y es extraño, porque no le pasa lo mismo cuando su mami se los da. No le crea ese remolino de emociones que siente cada vez que tiene ese contacto de labios con el otro niño, ni el acelerado latir de su corazoncito al mirarlo.¿Será porque nunca le han dado besitos en esa parte de su carita?

Tal vez sí... Y algo más.

Bueno, decir que el infante más grande no sentía algo parecido sería una gran patraña. Su cuerpecito experimentaba una corriente suave de electricidad cuando tomaba las manitos del azabache o le hacía sentir tibiecito en su corazoncito cada vez que hablaba de esa manera tan sincera y serena con su suave y tierna voz.

A Jungkook le confundía y a Taehyung le hacía sentir extrañamente feliz.

- V hyung, s-se siente raro - tocando su abdomen, miró tímidamente al mayor-. E-es como si hubieran maripositas en mi estómago -agregó con sus cejitas levemente fruncidas.

-¿Maripositas? - inquirió con confusión, apretando levemente los labiecitos al oír la afirmativa del menor pues sí había escuchado algo sobre lo que significaba "sentir maripositas en el estómago", pero lamentablemente no lo recordaba - Tal vez tienes hambre - sugirió, aún tratando de encontrarle una explicación a lo dicho por el contrario.

Los ojitos del rizadito se abrieron con sorpresa, pues esa podía ser la razón de su malestar. Aunque pensándolo bien, cuando tiene hambre su barriguita suena, y está vez no lo había hecho. Debía ser otra cosa... ¿Pero qué?

- N-no creo que sea eso - con las mejillitas color rosa, el chiquillo se mordió el labio inferior, analizando las palabras que iba a decir a continuación - L-las siento- siento las maripositas cuando t-tú me das b-besitos - confesó, sintiendo que había dicho algo malo cuando vió el rostro pasmado del otro infante.

- Be-si-to - susurró, sus orejas quemándole ante lo dicho por el más pequeño - ¿Así como este? - preguntó inclinándose hasta chocar sus labiecitos con los de Jungkook en un torpe y corto beso que ocasionó que las mejillitas de ambos se ruborizaran.

- S-sí - respondió bajando de inmediato la cabeza, su voz siendo un pequeño murmullo que por por poco no se escucha ante el acelerado latir de sus corazoncitos.

Taehyung se alejó considerablemente del rostro del más pequeño, su boquita siendo tapada por su mano izquierda y sus ojitos muy abiertos ante la afirmativa del azabache que hizo que se sintiera nervioso.

Entonces, sí el era el causante de esas maripositas en la barriguita del rizadito; que sentía cada vez que le da besitos. Eso solo podía significar - según lo dicho por niños mayores que él - ...¡Que a Jungkook le gusta!.

Bajando su manito, el castañito observó boquiabierto al otro infante, el cual se había quedado absorto en sus pensamientos. Extendiendo su brazo hacia el antes mencionado, "V" presionó con lentitud su dedito en el cachetito contrario, ocasionando que el de piel lechosa lo mirara sorprendido por su acción.

- Oye...- agregando un dígito más, empezó a mover su manito en pequeños y suaves circulitos, viendo como el de grandes ojitos desviaba su mirada - por el leve sonrojo que se instaló en sus mejillitas ante contacto - y asentía con su cabecita para hacerle saber que le escuchaba -... A-a ti yo te... ¿Yo te gu-

- ¡Jungkook! - una voz femenina se escuchó de afuera de la Casita en la que estaban - ¿Hijo, dónde estás?.

Ladeando la cabecita, el de grandes ojitos expresivos se acercó rápidamente a la entrada. Observando la alta figura de su progenitora moverse a pocos metros de donde estaba. Parecía algo alterada.

- ¡Mami, aquí estoy!

Volteándose, la fémina soltó un suspiro de alivio al ver el rostro de su niño con una sonrisa. El peso que se había instalado en su pecho desapareciendo de inmediato.

-¡Baja cariño, ya tenemos que irnos!.

-¡ Ok mami, ya voy! - incorporándose, el chiquillo de cabellera oscura torció con delicadeza su cuello observando el rostro confundido del contrario. Volteando todo su cuerpo, el rizadito se aproximó hacia el otro infante con timidez - V-hyung, y-yo ya tengo que irme - informó en voz bajita.

- ¿Irte? - parpadeando un par de veces, el más alto lo miró con tristeza en sus bellos ojitos color mar - ¿Por qué? - preguntó, haciendo un tierno puchero ante la idea de no volver a ver al bonito niño que conoció en su Castillo.

- S-sí,es que ya es hora - respondió algo decaído el menor, el tampoco quería despedirse aún de su nuevo amiguito. Porque sí, para Jungkook el castañito ya era considerado como su primera amistad - No te preocupes, m-mañana vendré y me quedaré más tiempo - exclamó contento, dejando ver sus pequeños dientecitos delanteros que le dieron un aspecto adorable y parecido al de un conejito.

- Y la emocionada sonrisa geométrica que apareció en el rostro de Taehyung, podía iluminar un estadio entero si se lo proponía- Entonces, hasta mañana Jungkook - con un leve rubor en los cachetitos, el de piel levemente acaramelada se acercó de manera veloz al rostro del más pequeño dejando un pequeño besito en su mejillita izquierda - Ah, y por favor, no le digas a nadie de que estoy aquí. Debe ser un secreto, Prométemelo - alargando su bracito, enseñó su dedito meñique, mirándolo con algo de seriedad.

Con su corazoncito totalmente acelerado, el de cabellos alborotados bajo su mirada hacia la manito contraria, entrelazando dígito más pequeño al más grande en señal de promesa. Sus mejillitas se sentían arder - H-hasta mañana, V-hyu-

Taehyung interrumpió el otro infante - M-mi verdadero nombre es Taehyung - confesó con una pequeña sonrisa adornando su rostro.

- O-ok, Tae h-hyung hyung? - riendo, el pequeño asintió separando su dedito del opuesto y dando un pasito atrás para retirarse. Aunque lo que hiciera a continuación, sería todo lo contrario a lo que había pensado hacer, o más bien, a lo que se atrevería hacer.

Con los ojos brillantes y sus piernas tenblándole como gelatina, el azabache apretó en sus pequeñas manitos los cachetitos de su mayor, viendo sus labiecitos rechonchitos . Y - poniéndose de puntillas - estampar esos belfitos rosados con los suyos en un inocente y fugaz besito; para rápidamente, salir corriendo y deslizarse en el tobogán de la Casita, completamente sonrojado.

-¡ Nos vemos Tae! - se despidió, agitando su mano eufóricamente.

Boquiabierto y con las mejillitas de color rojo suave, V observó como el chiquillo se iba saltando junto a su mami, su figura desapareciendo poco a poco de su vista.

Y ahora quien sentía aquellas maripositas era él.

- Nos vemos, Jungkookie - susurró con el corazoncito latiéndole desenfrenado en su pechito de una manera que a veces le cortaba la respiración. Retrocediendo hacia el interior de la gran caja de madera, bajado su antifaz, el infante desapareció detrás de la cortina negra que colgaba de la pared de la Casita.

Y al caer el sol, ninguno de los dos fue testigo de las sensaciones y sentimientos que lograron causar en el otro.

Solo podían sentirlas, pero aún no entenderlas.

El rizadito se encontraba entre sus cobijas, pataleando con fuerza y removiéndose con su carita rojita en su cama ante el recuerdo de la tarde, no pudiendo evitar tocarse repetidas veces los labiecitos y chillar emocionado por ver de nuevo al otro niño de lindo nombre y brillante sonrisa.

El castañito no había dejado de pronunciar con adoración el apodo que le había dicho el niño bonito de su Castillo y estaría mintiendo si dijera que no había sonreído al recordarlo, cada vez que reproducía en su cabecita los besitos que le había dado y con mayor intensidad, el último.

Porque al venir el primer beso - a veces - también venía el primer amor.

Ese inocente amor de niños, que es dulce, puro, sincero y que solo sucede una vez en la vida.

4024 palabras :000, es lo más largo que ha escrito hasta ahora. Espero que les guste y dejen sus comentarios aquí, de que les pareció el capítulo 👉

Cuidense mucho! :3 💜












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