Capítulo único
Fic para la Kyman Week 2024
Día 6-RomCom
La comedia romántica es, no les voy a mentir, de mis géneros de película menos favoritos. Al mismo tiempo, es de las cosas que me dan más risa leer (en dosis moderadas). Sin embargo, yo no tengo ni un hueso de comedia en el cuerpo (al menos no cuando quiero escribirlo intencionalmente) así que si se quedan en algún momento tipo ''¿está la comedia en la habitación con nosotros?''... me disculpo. Yo me quedé igual escribiéndolo, el problema es que yo me rio de mis propias cosas a veces.
Anyway, si alguien le gustaría proponer un prompt para el día 7, día libre, no sientan vergüenza, ya me cansé de elegir que escribir (bromis, pero si quieren no es una broma)
Advertencia: No beteado (aún), intento de comedia romántica, una densidad tan fuerte que sacaron a todos de quicio (incluyéndome), insinuaciones de doble sentido.
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Bésense ya
El primero en señalar a situación, o mejor dicho cuestionarla, fue Stan. A partir de ahí las cosas simplemente siguieron su curso formando una avalancha que los tomó a todos desprevenidos. O, bueno, a los dos involucrados.
—¿Ustedes dos son novios o qué? —fue la pregunta, realizada por el chico, que empezó todo.
Kyle, Eric, Kenny y el mismo Stan compartían un departamento cercano a la universidad a la que asistían. La idea había sido, sorprendentemente, de Eric, quién en un principio pensaron no querría saber nada de ellos luego de terminada la secundaria. O, más bien, que siquiera quisiera continuar con sus estudios.
En su momento, el razonamiento del castaño había sido que al menos durante el primer año de la universidad sería divertido si podían pasar el tiempo libre con caras conocidas, siendo secundado rápidamente por Kenny que simplemente deseaba abandonar su casa a toda costa.
Stan, de nuevo, para sorpresa de los demás, fue el más difícil de convencer, porque el joven se había hecho a la idea de que compartiría un departamento con Wendy. Sus sueños y esperanzas de esto fueron destruidos por la misma chica cuando le informó que, no sólo iría a una universidad completamente diferente, sino que además se quedaría en los dormitorios de esta. Eso más la insistencia de Kyle, que no parecía encontrarle agujeros al plan de Eric, fue lo que lo motivo a aceptar el plan.
Al principio fue un reto. No importa cuánto tiempo habían pasado juntos en la infancia, no se comparaba en lo absoluto a compartir un mismo espacio con sus hábitos tan diversos; costó acostumbrarse, pero llegaron a un balance, agradeciendo haber conseguido donde vivirían antes de que iniciara su primer cuatrimestre. Con lo que no contaban, por supuesto, era con la disparidad de horarios por la variedad en sus carreras, reduciendo el tiempo que pasaban juntos a los fines de semanas, a veces, o uno que otro día en que sus horarios se alineaban para almorzar en compañía de los otros.
—¿Ustedes dos son novios, o qué? —pregunta Stan un día, de pronto, tomando por sorpresa a Kyle y Eric que habían estado, hasta ese momento, entretenidos en la pequeña cocina hablando de cosas que no podía entender.
—¿De qué hablas, hippie? —cuestiona ERIC mirándolo con desagrado.
—Sí Stan, ¿qué carajos? —agrega Kyle apartando un poco su computadora para poder girarse a verlo con la intensidad de su disgusto.
Stan alza sus manos en rendición por sus respuestas tan a la defensiva. No podían culparlo, ¿ok? Los dos coincidentemente estaban estudiando lo mismo, aunque Kyle estaba estudiando a la vez otra cosa, y como resultado pasaban más tiempo juntos que con los demás por compartir casi todas sus clases. Lo que trajo la pregunta a colación no es, exactamente, el tiempo que pasan dentro y fuera de las aulas, sino más bien el tiempo que pasaban dentro y fuera del departamento.
La cena que habían comprado de camino al departamento luego de su última clase, sólo para ellos sin siquiera preguntar si él o Kenny estarían en casa, y que están compartiendo en ese momento mientras discuten de lo que solo puede asumir es una de sus asignaciones, parece mirarlo con la misma exasperación que puede sentir formarse en su rostro. En un acto de mezquindad decide señalar dicha cena, a medio terminar, y luego las luces atenuadas bajo la que estaban trabajando a pesar de que Kyle se quejaba constantemente que no era bueno para estudiar y Eric protestaba por verse obligado a usar sus lentes.
—No seas ridículo —Eric rueda los ojos volviendo su atención a su computadora—. Yo y el judío, ¿te imaginas, Khal?
—Me ofendería, pero lastimosamente estoy de acuerdo contigo —asiente el pelirrojo volviendo a su trabajo también.
Y, como si se quisieran burlar de Stan, descaradamente toman una cucharada de sus respectivos platos y se lo ofrecen al otro.
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La interacción con Stan y su extraña pregunta quedó en el olvido rápidamente para los jovenes, demasiado ocupados con asignaciones y presentaciones. Pero, por supuesto, Stan parecía no ser el único confundido con su cercanía.
Kyle tiene un examen de su segunda licenciatura en unos días y, como el obseso de los estudios que es, había estado tan increíblemente estresado los últimos días, que Eric, alegando que no podía soportar un segundo más de los murmullos entre dientes del pelirrojo, lo toma del brazo y lo saca casi a rastras del departamento ignorando sus protestas de que debía seguir estudiando. Protestas que mueren en un instante cuando cae en cuenta de que Eric simplemente lo está guiando al parque cercano al departamento, deteniéndose junto a un puesto de helado.
—Yo pago esta vez —dice, indicándole que pidiera lo que quisiera—. Esas son las opciones sin azúcar —agrega señalando la sección del menú de la que habla.
Esa consideración lo toma por sorpresa y es suficiente para hacerlo callar por unos minutos y ordenar el sabor de helado que más llama su atención.
Una vez tienen sus helados lo lleva a un banco cercano, bajo un árbol, y lo insta a comer en silencio. Kyle piensa en protestar nuevamente, la culpa de no estar estudiando en ese preciso instante reptando al fondo de su mente, pero tras mirar alrededor rápidamente nota que el día es demasiado bonito como para desaprovecharlo encerrado en el departamento. Resignado, se fuerza a relajarse junto a Eric y come su helado en silencio, disfrutando la suave brisa que juega con su cabello y el sonido de algunos niños jugando cerca.
—¿Quieres? —sorpresivamente Eric le ofrece de su helado. Observa el postre y se encoje de hombros tomando un bocado con su cuchara ofreciéndole del suyo en respuesta.
—¿Eric? ¿Kyle? —llama una voz femenina y ambos se giran encontrándose con Heidi, que se acerca rápidamente a ellos sonriendo. —¿Cómo están?
—Hola Heidi —Kyle sonríe, tensándose ligeramente mirando de reojo a Eric, que masculla algo entre dientes antes de llevarse un gran bocado de helado a la boca para no tener que hablarle a la chica.
Frunce el ceño ligeramente y le da un codazo por el grosero gesto, mirando nuevamente a la chica. Gruñendo, Eric le lanza una mirada de reproche antes de agitar su mano libre a modo de saludo.
—Todo bien, ¿qué tal tú? Creí estabas en... —chasquea sus dedos tratando de recordar a cuál universidad se supone iría la joven, la misma a la que iba Wendy—, eh, ¿compartiendo dormitorio con Wendy? —ofrece cuando nada le llega a la mente.
—Tengo el día libre y decidí acompañar a Wendy, que vino a ver a Stan, y dar una vuelta por la ciudad —la chica sonríe tímidamente, en ningún momento mirando a Eric más de lo necesario—. Bueno, fue un gusto verlos nuevamente. No interrumpo más su cita.
Eric se atraganta por sus últimas palabras, pero la castaña se aleja demasiado rápido como para que les de tiempo a corregirla. Kyle niega, tan sorprendida como el castaño a su lado, y lo mira alzando sus cejas.
—¿Por qué pensaría que esto...? —señala el banco en que están sentados, no notando la cercanía que hay entre ambos— ¿... es una cita? —cuestiona.
—Ni la más mínima idea —Eric aclara su garganta frotando su frente, quejándose por lo bajo de que se le congelo el cerebro—. Primero Stan, ahora Heidi, ¿qué diablos le pasa a la gente?
—Ojalá lo supiera —suspira Kyle decidiendo terminar su helado en paz y olvidarse del asunto.
Sin embargo, por más que lo intente, le comentario de Heidi no abandona su mente en toda la noche.
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La pregunta, de si acaso estaban saliendo o no, rápidamente se salió de su grupo de amigos.
Craig, en una ocasión que se encontraron en una fiesta para celebrar el final de la primera ronda de parciales, había cuestionado que desde cuando estaban juntos. Minutos después Tolkien hizo una pregunta similar, riendo a carcajadas mientras señalaba que los había visto salir juntos del cine unas semanas atrás. Ante sus farfullos indignados se defendió señalando que, por lo pegados que estaban mientras caminaban, era difícil no pensar lo mismo.
Butters, unas semanas después, tímidamente los había felicitado por su relación tras encontrárselos cenando juntos en un restaurante pequeño. No importa cuanto protestaron que estaban ahí porque era más fácil discutir sobre una presentación que debían hacer juntos, el rubio simplemente les sonrió guiñando un ojo, asegurando que, de ser que no querían hacerlo muy público, su secreto estaría a salvo con él.
La gota que derramó el vaso fue, definitivamente, cuando se acercaban la segunda ronda de exámenes. Stan había declarado que tenía una cita con Wendy y se irían juntos a sus dormitorios, ignorando enormemente que con ello iban a violar uno de los reglamentos de dicho dormitorio, y anunciando que no lo esperaran despiertos. Aprovechando eso, diciendo que visitaría unos amigos, aunque no tienen claro exactamente de que amigos podría estar hablando, Kenny se apuntó al viaje en auto con el otro.
Antes de salir, sonriendo de forma conspiracional, deja caer un pequeño paquete de condones en la mesa de centro de la sala, frente al sofá donde Kyle y Eric se habían sentado para ver una película juntos, aprovechando que tendrían el departamento completo para ellos.
—¿Kenny? —Kyle alza una ceja, luchando por no sonrojarse.
—Que sean exclusivos no significa que no deban protegerse —anuncia el rubio con orgullo—. Oh, mis niños crecen tan rápido —agrega limpiando una lágrima falsa de la comisura de su ojo.
—¡Con un demonio! ¡No estamos saliendo! —estalla Eric levantándose, listo para lanzarse contra su amigo y golpearlo.
—Claro, claro. Y el sol sale por el oeste —ríe Kenny acercándose a la puerta. Antes de salir, les guiña el ojo sacando algo de su bolsillo y lanzándoselo a Eric qué, en automático, lo atrapa—. Diviértanse tortolitos, ¡pero no demasiado!
Eric observa el objeto en sus manos, tratando de comprender que carajos es. Cuando su cerebro finalmente hace la conexión, maldice lanzándolo contra Kenny, esperando golpear su cabeza, pero el rubio cierra la puerta antes de que pueda alcanzarlo y el pequeño potecito que le lanzó se estrella contra la puerta.
—No sé si quiero saber que era eso —comenta Kyle, luego de unos segundos en silencio, la vista clavada aún en los condones.
—Hazte una idea —gruñe el castaño dejándose caer a su lado, señalando los paquetes en la mesa.
Al pelirrojo le toma un vergonzoso minuto unir los puntos y cuando finalmente lo hace, toma un cojín poniéndolo en su cara y gritando con fuerza improperios que sin duda le harían un infarto a su madre. Eric, ante su reacción, no puede evitar reír, pateando suavemente la mesa para apartarla de ambas provocando que los condones se deslicen por la mesa hasta caer al suelo.
Kyle toma esa risa como una ofensa y aparta el cojín para poder golpearlo con este.
—No es gracioso —anuncia golpeándolo con todas sus fuerzas, haciéndolo reír más fuerte.
—Debes... admitir... que lo es un poco —murmura el castaño tratando de parar su risa y los ataques del cojín lo mejor que puede.
Kyle se detiene, piensa en lo que acaba de suceder y, a regañadientes, admite que en efecto es algo gracioso.
Admitirlo, por supuesto, no borra el sonrojo de sus mejillas, que solamente se intensifica cuando Cartman pasa un brazo por sus hombros casualmente, encendiendo el televisor para poner la película que verán, murmurando entre dientes el último comentario de Kenny.
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Kyle, para su inmenso desagrado, estaba teniendo problemas para concentrarse en un tema en particular de su segunda licenciatura. Por más que lo estudiara, y reestudiara, hay cosas que se le escapan, empezando a desesperarlo. A medida que el semestre avanza, acercándose a paso veloz al final, el problema empeora sus nervios empiezan a crisparse y el temor de no poder terminar sus asignaciones a tiempo no está ayudando.
Eric lo encuentra un día a tempranas horas de la mañana, cuando se levanta por un vaso de agua, sentado en la misma posición que lo habían dejado cuando fueron a dormir, escribiendo frenéticamente en su computadora y saltando de un libro a otro con un desespero que, en su opinión, raya en lo ridículo. Con un suspiro irritado mira la hora en el reloj del microondas, haciendo una mueca al notar que son las cuatro de la mañana. Recuerda que Kyle se había plantado en la mesa de la cocina a media tarde, luego de que almorzaran los cuatro juntos, al ser uno de los raros días en que coincidían y podían disfrutar en la tranquilidad de su departamento en lugar del caos de la cafetería; por lo que puede ver, el joven probablemente no se había movido para nada más que ir al baño o tomar un snack, que yace a medio terminar junto a sus notas.
Eso no puede ser, se dice, acercándose a la mesa.
—De pie —ordena, cerrando la computadora con suficiente fuerza como para llamar la atención de Kyle, pero no tanta que pudiera dañar la pantalla.
—Cartman, ahora no, estoy estudiando —protesta el pelirrojo soltando el libro que tiene en las manos, con la total intención de volver a abrir la computadora, pero antes de siquiera poder tocarla Eric la alza en el aire, fuera de su alcanza, forzándolo a levantarse—. Cartman, por favor. En serio necesito seguir...
—No, lo que necesitas es tomarte un descanso —y para remarcar sus palabras, el castaño coloca la computadora sobre la nevera—. Son las cuatro de la mañana. Vamos a la cama —anuncia sacudiendo sus manos antes de tomar el brazo de Kyle para arrastrarlo a la habitación de este.
Kyle tiene una sensación de deja-vu, recordando la vez que de igual forma lo había arrastrado para ir a comer helado en un parque.
—Espera, Cartman...
—Nope —repite alargando la última silaba para hacer un pop al final, consiguiendo una risita de Kyle. Definitivamente, debía estar muy, muy cansado para permitirse hacer un sonido como ese—. Tu cerebro claramente se está derritiendo, necesitas un descanso.
Kyle forcejea con él un poco más, por pura costumbre más que porque tenga la fuerza para realmente soltarse del agarre. A regañadientes debe admitir que el castaño tiene razón, el cansancio empieza a hacer mella en él y le cuesta no caer rendido en ese instante. Una vez llegan a su habitación Eric lo recuesta en la cama, las pocas fuerzas que le quedan escapándose de sus manos en un vago intento de acurrucarse, quedándose dormido de inmediato.
Eric lo observa, suprimiendo una pequeña sonrisa y un bostezo. Lo cubre con una manta y, sin pensarlo mucho, se recuesta a su lado esperando poder aprovechar al menos un par de horas más de sueño.
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El evento se repitió un par de veces más, Eric encontrándolo de madrugada casi fundiéndose con una silla, arrastrándolo a la habitación y los dos cayendo redondos del sueño, uno junto al otro en la cama del pelirrojo. Hasta que una mañana, y solo porque le había prometido llevarlo a una exhibición de algo que le serviría para una asignación, Kenny los encontró juntos, esta vez en la habitación de Eric.
Ese hecho simplemente le dio más municiones a Kenny para sus comentarios, subiéndolos de tono cada vez que los encontraba compartir el espacio común.
—Me siento como en una novela —comenta un día, de esos raros en que pueden desayunar sin tener que salir corriendo a clases—, cada vez que regreso temo encontrarlos a ustedes dos besuqueándose en el sofá.
Eric gruñe exasperado por el comentario y Kyle le lanza al rubio una mirada de reproche, pero está de tan buen humor que le encuentra cierta gracia al comentario y debe luchar para no sonreír. Stan, sorprendentemente y a pesar de haber sido el primero en molestarlos con el asunto, aunque sus comentarios son mucho más diluidos que los de Kenny, señala al rubio con diversión advirtiéndole que dejara de insinuar cosas que no son.
—Al menos lo suyo es estable, no como el señor-sabrá-Dios-donde-se-metió cuando desaparece en medio de la noche —termina Stan, acabando con su desayuno.
—Oye, oye, tengo mis estándares —se defiende Kenny alzando sus manos en rendición—, no es mi culpa que esos estándares sólo estén ahí cuando estoy borracho.
—Dios —Kyle bufa divertido, terminando su desayuno, disfrutando que la atención parece haber sido desviado, por primera vez en semanas, a otra persona aparte de él. —¿No podías decir eso con más seriedad? ¿O tomarlo como una señal?
—¡Ja! Wendy dijo lo mismo el otro día —comenta Stan intentando mantener la seriedad, sumergiéndose en una discusión amistosa con Kenny.
Kyle se gira hacia Eric, un comentario jocoso en la punta de la lengua sobre el asunto, pero las palabras mueren en sus labios al notar la expresión en el castaño. Sin decir nada, ni dirigirle la mirada, Eric termina su desayuno cortando la conversación entre los otros dos para recordarles que, aunque tuvieron la oportunidad de desayunar, no significa que pueden permitirse retrasarse más.
Esa reacción, por alguna razón, le sienta pesada a Kyle. Como una piedra en el fondo del estómago.
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Después de eso las cosas empiezan a enfriarse entre él y Eric. Es como si esa conversación aparentemente ligera entre ellos hubiera tocado una fibra nerviosa que ningún comentario antes había logrado. Eso y que su tiempo juntos se fuera acortando, empujaron a Kyle a una pequeña espiral de ansiedad, llevándolo a sobre pensar las cosas con más fuerza de la necesaria.
¿Tal vez Eric estaba más incómodo con las insinuaciones de lo que al inicio había demostrado? Preocupado de que pudiera empeorar las cosas, Kyle decidió que lo mejor para mantener la paz, era solicitarle a uno de sus profesores, en una de las materias en la que se supone él y Eric tendrían una presentación pronto, si era posible cambiar de compañero. El dolor y la traición en la mirada de Eric cuando le hizo saber del cambio lo tomo por sorpresa y le hizo sentirse aún más culpable. De alguna forma sentía que todo el progreso que habían hecho esos meses en su amistad al caño por un estúpido comentario.
¿Pero qué si era más que un comentario? ¿qué si todos podían notar algo de lo que él ni Cartman habían notado?
¿Y si Cartman no estaba incomodo, sino que había unido las piezas primero que él?
¿Por qué, además, todo era tan diferente a la vez en cuarto año cuando todos se creyeron que él y Cartman eran novios, en el intento de este de juntar a Nicole y Tolkien, que lo hace molestar tanto?
Eso precisamente, cae en cuenta, una noche, mirando el techo de su habitación, que en realidad no le molestaban las asunciones. Y que esta vez no era por una treta de Cartman sino por algo que aparentemente los dos hacen cuando están juntos, sea lo que sea.
Cubre su rostro ahogando un gruñido cuando el siguiente pensamiento que plaga su mente es la pregunta de si realmente sería tan malo estar en una relación con el culón. Sí, presencio de primera mano lo mal que le fue a Cartman y Heidi, pero han pasado años desde eso, su tiempo con el joven le ha mostrado que había madurado. Además, él no es Heidi, sumado a que conoce al castaño como la palma de su mano.
Se sienta de golpe, sonrojándose de pies a cabeza, por el último hilo de pensamiento.
Conoce a Cartman mejor que nadie, mejor que muchos, y ha tenido la oportunidad de volver a conocerlo esos últimos meses. ¿Sería tan malo darle una oportunidad?
Podía solo... hablar con él, preguntarle que pensaba del asunto, tantear el terreno y si notaba que el rechazo podía ser inminente sólo tenía que redirigir la conversación. Hacer las paces, forzarse a olvidar el asunto y enterrar los sentimientos que están empezando a aflorar en su pecho. ¿O siempre han estado ahí y ahora es que los nota?
No, debe concentrarse. Primero hablaría con Cartman, luego pensaría en que hacer. Se recuesta nuevamente en la cama enlazando sus manos contra su pecho, trazando un plan de acción e instando a su cuerpo a relajarse y tratar de descansar tanto tiempo como sea posible.
Sin embargo, ahora que esa idea está en su mente su cuerpo se niega a dejarse llevar por el cansancio. Se remueve en la cama ansioso, luchando por controlar el impulso de tener esa conversación con Cartman en ese instante y está por lograrlo cuando una voz, que suena sospechosamente como la de Kenny, le recuerda que el castaño está enojado con él por el cambio de compañero y hacer las paces por eso sería una buena excusa para sacar el tema.
Suspira sentándose nuevamente, lamentando ya las horas de sueño que sabe perderá por esto, y se levanta para salir de la habitación mentalizándose. Si Cartman está despierto, se dice, tendrán la conversación. Sino... bueno, el mini Kenny en su cerebro no puede decir que no lo intentó.
Abre la puerta y retrocede un paso sorprendido al encontrarse a Eric al otro lado, una mano alzada a punto de tocar la puerta y sorpresa en su rostro. El castaño, para su crédito, se recompone mucho más rápido carraspeando suavemente.
—Khal —saluda en voz baja, mirando a ambos lados del pasillo asegurándose de no haber despertado a los otros dos—. Qué casualidad encontrarte aquí.
—Es el umbral de mi habitación, Cartman —dice, haciendo una pequeña mueca cuando su voz suena más arisca de lo que pretende. Sacude la cabeza, respirando hondo, y empieza de nuevo. —¿Quieres entrar?
Eric avanza un paso, su rostro iluminándose como si le estuvieran ofreciendo una obscena cantidad de dinero, o le informaran que navidad llegaría antes, pero pronto retrocede, su expresión decayendo ligeramente. Aparta un poco la vista, cubriendo parte de su rostro intentando ocultar el sonrojo que empieza a colorear sus mejillas, pero Kyle lo ha visto y sus propias mejillas enrojecen en respuesta.
—De hecho... ¿te gustaría dar una vuelta? Me gustaría... hablar contigo y no despertar a los otros dos idiotas —dice bajo, mirándolo con algo de nerviosismo y por muy poco controlándose de balancearse en sus pies.
—Cartman, son las... —Kyle se gira para ver el reloj en su mesa de noche—, dos de la madrugada, ¿estás seguro de no querer hablar aquí?
No es que los alrededores sean particularmente peligrosos, siendo zona universitaria y todo eso, pero luego de pasar toda su vida en South Park era difícil quitarse ciertos hábitos.
Cartman mira nerviosamente del interior de su habitación al pasillo varias veces, hasta que Kyle se siente mareado por ello y suspira irritadamente.
—Ok, ¿qué tal si subimos al techo? Punto medio —ofrece moviéndose para tomar su abrigo. Podría no ser un lugar tan frío, pero no piensa agarrar un resfriado por andar sentándose en el techo a las dos de la madrugada en nada más que su pijama.
—Aceptable —asiente Eric regalándole una pequeña sonrisa antes de apresurarse a su habitación para buscar su abrigo.
Kyle niega, adelantándose hasta la puerta tomando sus llaves, por si las dudas, esperando al castaño. Cuando este finalmente regresa salen en silencio, cierran tras de sí y se dirigen a las escaleras que conectan con el techo. Una vez allí maldicen por lo bajo al encontrar la puerta cerrada con llave, pero Cartman le asegura que puede resolverlo, le guiña un ojo antes de arrodillarse al nivel de la perilla y saca de sabrá Dios donde un par de horquillas con las que procede a forzar la cerradura hábilmente.
A veces olvida la cartelera de habilidades que había obtenido el joven en su infancia, decidiendo mirar hacia otro lado en caso de ser descubiertos poder asegurar que no tiene ni idea de lo que está pasando. Luego de unos minutos Cartman hace un pequeño sonido de victoria, se pone en pie y abre la puerta realizando una exagerada reverencia indicándole salir primero.
Kyle rueda los ojos sacándole el dedo medio al atravesar el umbral de la puerta, suprimiendo una sonrisa por la risa ahogada que recibe en respuesta. Extrañamente se siente en calma, los nervios que había estado acumulando desde su revelación disipándose ligeramente con el aire frio de la madrugada. Camina hasta uno de los bordes, examina que tan grueso es y al encontrarlo satisfactorio se apoya en este para poder subir y sentarse. Cartman, por su parte, simplemente se apoya contra el muro, a su lado, cruzándose de brazos y alzando la vista al cielo.
El pelirrojo lo observa un momento antes de también alzar la vista, silbando suavemente por el baño de estrellas que lo recibe. Ventajas de estar en una ciudad no muy grande, supone.
Permanecen así por unos minutos, envueltos en el silencio de la noche levemente interrumpido por algunos animales nocturnos, la brisa jugando con sus cabellos y la tranquilidad de estar lejos de miradas curiosas.
—Me preguntaba —dice Cartman de pronto, atrayendo la atención de Kyle que baja la cabeza para mirarlo—, si tal vez... Kenny tiene razón.
—¿En qué deberíamos fornicar como conejos? —pregunta mitad en serio mitad en broma, sonriendo cuando el castaño bufa divertido porque, de todos los comentarios que ha hecho el rubio en las últimas semanas, ese es precisamente el primero que le viene a la mente.
—No, judío estúpido —responde golpeando suavemente sus rodillas con su codo, haciendo que sus piernas se balanceen y arrancándole una pequeña risa—. Me preguntaba si tal vez el idiota tenía razón al decir... al decir que tú y yo haríamos una buena pareja.
Oh, ese es nuevo. Kyle pestañea tratando de recordar cuando, de todas las veces que el rubio ha hecho alguna insinuación, ha comentado algo al respecto. Al no encontrar nada, asume lo siguiente más lógico; Cartman está referenciando una conversación privada que tuvo con Kenny, como si esperara que Kyle estuviera al día. Por suerte para él, vagamente recuerda que Stan le había comentado algo similar recientemente.
—Yo me preguntaba si... acaso estamos haciendo algo que les esté dando esa impresión —dice en respuesta, omitiendo la parte de sus pensamientos en que cree es una imagen equivocada.
Cosa divertida, la esperanza, ¿no?
—Te diré lo que pienso de toda esta debacle, si to haces lo mismo —propone Eric girándose para quedar frente a él, apoyando un brazo en el borde del muro y ayudándolo a mantenerse balanceado con su otro brazo cuando Kyle también se gira.
—Me parece justo —asiente, los nervios regresando de pronto a él.
No expresa en voz alta sus pensamientos de inmediato, organizándolos una vez más en su cabeza para asegurarse que queden tan al aire como sea posible. De esa forma, si los de Cartman se distan de los suyos, no dolería tanto.
—Pienso que... tal vez si hemos estado teniendo citas sin darnos cuenta —dice despacio, apartando la vista a último momento. Cobarde, piensa carraspeando—. Y que... solo tal vez, no estaría tan mal tenerlas a propósito esta vez.
Cartman no responde de inmediato, y el silencio que le sigue a sus palabras crispa más los nervios de Kyle, que aprieta sus manos en la tela de su pantalón de pijama y se anima a mirarlo. Si lo que encuentra en su rostro es disgusto, puede aceptarlo, se dice forzándose a abrir los ojos; si lo que encuentra en su rostro es rechazo, puedo aceptarlo, se repite alzando la vista.
Lo que encuentra en el rostro del castaño es cualquier cosa menos disgusto o rechazo. De hecho, es tan intenso que debe apartar la vista por una razón completamente diferente, no fuera que se combustione espontáneamente en ese preciso instante. El sonrojo que se expande por todo su rostro, deslizándose por su cuello y probablemente el resto de su cuerpo, no ayuda en lo absoluto.
—Yo pienso —dice Eric finalmente, llevando una mano al rostro de Kyle coaccionándolo suavemente a que vuelva a mirarlo. Lucha por no reír ante la expresión adorable en el estúpido judío, con la nariz fruncida y los ojos fuertemente apretados, el sonrojo encendiendo sus mejillas y resaltando sus pecas siendo la cereza del pastel—, que somos mucho más estúpidos y lentos de lo que imaginábamos.
Eso hace que Kyle abra los ojos, mirándolo sorprendido y ofendido. Está seguro de que el pelirrojo dirá algo en protesta, que lo insultara o golpeara su cabeza, pero no le da tiempo a reaccionar inclinándose hacia él, halando al mismo tiempo, y juntando sus labios. Kyle se queda paralizado, procesando lo que está pasando, para segundos después pasar sus brazos por su cuello y responder al beso con la misma intensidad.
El beso es algo torpe, los dos demasiado ansiosos por recuperar un tiempo que no sabían habían estado perdiendo, y termina más rápido de lo que les habría gustado, pero se miran con cierta satisfacción brillando en los ojos. Sonríen con suavidad, riendo bajo por lo ridículo de la situación, apoyando sus frentes juntas y suspirando con suavidad.
—Kenny se pondrá peor, ¿no? —murmura Kyle enredando sus dedos en el cabello contario, soltándolos y volviéndolos a sostener suavemente.
—Probablemente —suspira Eric pasando sus brazos por su cintura para abrazarlo todo lo que puede contra él. Permanecen así por unos minutos más antes de que Eric se aparte, lo suficiente como para mirar el rostro completo de Kyle, regalándole una sonrisa maliciosa. —¿Cuánto tiempo crees que podamos fingir que seguimos en la tierra de la ignorancia antes de volver loco a Stan?
—Creo que podemos terminar todo el primer año antes de que se de cuenta de algo —comenta Kyle, conteniendo la risa por la idea de fastidiar al pobre de Stan. La sonrisa en sus labios se vuelve aún más maliciosa que la del castaño, aunque parpadea con fingida inocencia—. Pero eso significa que no podrás aceptar regresar conmigo a mi habitación, ¿lo sabes?
Eric se queda paralizado por la respuesta. Una cucharada literal de su propia medicina.
Dios, ¿cómo no había notado antes lo mucho que adora a ese nerd?
—Olvida lo que acabo de decir. Regresemos dentro antes de que tu débil trasero se agripe —dice apartándose rápidamente para ayudarlo a abajar del borde del muro, abrazando inmediatamente su cintura para guiarlo al interior del edificio.
Kyle niega ante su emoción, no teniendo el corazón de aclarar que no harán nada más que dormir. Tiene que entregar un proyecto al día siguiente, y una presentación y otro montón de trabajo en el que no quiere pensar.
Aunque, bueno, Cartman sin duda podría convencerlo de perder una hora más de sueño si vuelve a besarlo de esa forma. No se lo va a comentar por ahora, por supuesto.
Al día siguiente, de alguna forma, logran escabullirse de su habitación sin que Stan note que salen por la misma puerta, decidiendo seguir actuando como normalmente lo harían. Al no ser atrapados, fácilmente podrían volver loco a Stan un poco antes de darle las buenas nuevas.
Eric sonríe con picardía, poniendo en marcha su plan de inmediato con algo muy sencillo. Una vez tienen el desayuno listo, toma una cucharada de su plato llevándola a los labios y Kyle, controlando lo mejor que puede su risa, la acepta. Por el rabillo del ojo ve a Stan mirarlos con incredulidad y, luego de unos largos segundos, deja escapar un grito exasperado golpeando sus manos en la mesa antes de abandonar la cocina.
Kyle y Eric se miran, esperando a escuchar la puerta de Stan, antes de echarse a reír hasta quedarse sin aire.
El potencial, piensan a la vez, de todo lo que pudieron haber estado haciendo estos últimos meses.
Cuando terminen de burlarse a cuesta del pobre Stan, definitivamente, tendrán que agradecerle luego por la estúpida pregunta que hizo de la nada.
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