Capítulo 11. ¿Celos?
Ernesto despertó, aún estaban en el tren pero ya faltaba menos para llegar a su destino. Lo único que esperaba es que consiguieran éxito, a pesar de lo agradable que fue estar en San José, no lograron mucho avance, así que solo quería que las cosas en Valle de Santiago fueran diferentes.
Un movimiento lo sacó de sus pensamientos, Héctor estaba recostado en su hombro y se abrazaba de su brazo como si su vida dependiera de ello. La escena le causó tanta ternura que decidió no despertarlo y dejarlo así, además, decidió no preocuparse por la fama, ya que ahora, sentía que tenía todo lo que necesitaba.
Después de unos minutos Héctor despertó, se sonrojó mucho al notar como había dormido, Ernesto solo le dedico una sonrisa.
Y ahora pasaron horas, el tren por fin se había detenido en Valle de Santiago, Guanajuato. Esta vez las cosas sería mas complicadas.
Valle de Santiago era un pueblo hermoso, lleno de buena gente y buena comida, paisajes preciosos, clima algo frio pero de alguna u otra manera aceptable.
Siete volcanes extintos rodeaban el pueblo, grandes y cada uno con su toque maravillosamente único. No por nada eran la atracción turistica más popular.
Apesar del "pedazo de pueblo" donde acabaron aún había unos pequeños incovenientes.
Primero que nada, esta vez tendría que buscar alojamiento Por su cuenta.
Segundo que nada, la gente era mas exigente, no cualquiera música ponía a bailar a cualquier persona.
Y tercero que nada...¿Recuerdan qué les dije que frio era pasable? Pues para ellos que estaban acostumbrados a climas cálidos no lo era.
-¡¡¡PUTA MADRE!!! ¡¡¡QUE FRIO!!!
-Héctor, calmate, no exageres...aunque, como que si hace un poquito de frio ¿No?
-¡T-te estoy d-diciendo c-cabrón!
-Ya hombre, ahorita buscamos donde quedarnos.
-¿Ahorita? ¡¡¡AHORA!!!
Héctor jaló como pudo a Ernesto hasta salir de la estación de trenes, ya afuera les llegó un frio infernal, si no fuera porque no deben causar sospechas ya se hubieran ido abrazados.
Estuvieron un buen rato buscando en alguien que les ofreciera techo por un tiempo, entre toda la gente solo un hombre se ofreció a recibirlos en su casa a camnio de que aportaran dinero y no causaran problemas. Sebastian González era un joven originario de ese pueblo, casual y afortunadamente le sobraba un cuarto en su casa y era muy amable para compartirlo.
Mientras caminaban a la casa de Sebastian hablaban para conocerse mejor. El les hablaba sobre su trabajo y lo que comúnmente hacía en su tiempo libre, era carpintero y a pesar de ser buena gente, era algo solitario. Ernesto y Héctor les hablaban tambien de ellos, principalmente de su sueño de ser músicos.
Llegaron a la casa, algo pequeña pero podrían sobrevivir el tiempo que estarían ahí.
Al entrar, Sebastian los recibió muy bien, les mostró la casa, para que se acostumbraran y no se pedieran. Finalmente los llevó a su habitación, un cuarto de tamaño regular, con un pequeño sofá y varios muebles, y en medio una cama matrimonial.
-Perdón por el inconveniente de la cama, pero creo que el mas delgado de ustedes puede dormir en el sofá.
-No se agüite pero ¿Por qué yo en el sofá?
-Héctor, estas bien flaco, hasta en los muebles cabes.
Ernesto y Sebastian reían mientras Héctor solo giraba los ojos fastidiado. Después las pequeñas burlas Ernesto y Héctor entraron al cuarto y dejaron sus maletas arriba de su cama.
-Bien ¿No quieren algo mas?
-No gracias, ya ha sido mucha amabilidad de su parte, pero en serio, muchas gracias.
-No hay de que, bueno, los dejo para que se instalen.
Sebastian salió del cuarto y cerró la puerta, Ernesto volteó hacía Héctor que estaba sentado en la cama. Decidió acercarse y darle un beso en la mejilla, pero Héctor ni se movió.
-Héctor ¿Qué pasó? ¿No me digas que te ofendiste? Tu no eres así...ah...ya se que tienes...
Héctor puso un puchero y volteó a ver a Ernesto.
-Estas celoso, aw, mi amor.
-¿Yo celoso?
-Pos claro, ay mi amor, mi Dios azteca, tu sabes que solo me fijo en ti, además Sebas ha de tener 30 años, ta muy grande pa' mi.
-B-bien, un poco.
-Hay creeme mi amor, solo te amo a ti.-Al terminar lo abrazó y le susurró.- Oyes...
-Oigo.
-Creí que el rey de el drama era yo.
-¿Por qué?
-Wey te enojaste bien feo por eso.
-Ah, no estaba molesto.
-¿Entonces por qué estabas así?
-Tengo frio...
-...pendejo.
-Siempre ¿Algún problema?
Se voltearon a ver y rieron a carcajadas, finalmente se besaron y decidieron ordenar sus cosas, sería un mes agitado.
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Hola, aquí Sombra su tia favorita reportando desde mi casita.
Por fin actualizé \(:v)/
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