《Cuando su mamá había desaparecido, su mundo entero cambió.

Los días se volvieron todos grises. Parecía que el sol no quería alumbrar su tristeza.

Las personas, inexpresivas. Ya nadie mostraba una sonrisa.

Su casa parecía vacía. Ni a los empleados veía.

Su padre se volvió más callado, más introvertido, más solitario. No hablaba con su hijo, comía en su oficina donde se la pasaba trabajando, se escuchaban sus gritos por toda la mansión...

Pero él se seguía preocupando por Adrien, aunque no lo demostrara. Es por eso que trató de recompensar la desaparición de su madre con dinero.

Todo lo que su hijo pedía, lo obtenía. Adrien poco a poco fue agrandando su cuarto, recibiendo regalos costosos, viajes por todo el mundo -con Nathalie, obviamente-, y admiradoras por su belleza y alegría.

Pero él no estaba alegre.

Tenía todo y sino podría tenerlo todo. Pero lo que no tenía, era algo que Gabriel Agreste no pudo comprar.

No tenía amor, del que tanto necesitaba.

Pero cuando la vio a ella, a sus sonrisas, a sus bromas pensadas para molestarlo, caricias inconsientes, abrazos inesperados, sonrojos cada vez más notables, guiños provocativos, pasos nerviosos, determinación en los planes..., y el cariño que le tenía a él...

Ahí supo que ella era lo que necesitaba.》