Capítulo 3; Pelea inevitable
La cena había empezado y todo el mundo estaba alrededor de una mesa de un tamaño estrecho pero extremadamente largo. La mesa estaba distribuida en tres secciones, una en la que se encontraban los “mayores” Gale y Johanna, Peeta y Katniss, Annie, Effie y Haimyitch, junto con Sae que, a pesar de la fiesta, no paraba de levantarse y sentarse cada dos por tres. Luego estaban sentados a lado y lado, Finnick junto a Sofía y Alison. Y delante; Prim, luego Madge y al lado Leo. Los gemelos estaban justo delante del cumpleañero, con el cual habían empezado las típicas bromas de niños mientras se tiraban alguna que otra patata en la cara.
Mientras la pequeña fiesta daba comienzo con conversaciones sin importancia, Prim mantenía la boca ocupada con cualquier cosa que pudiera meterse en la boca. Tan solo los más mayores podían beber el vino que habían decidido servir en la fiesta, por lo que ella era una de las que se había permitido tomarse alguna copa. Desgraciadamente, o gracias a dios, ―depende de cómo se mire―, la botella de vino la habían situado justo a su lado, por lo que su copa… nunca permanecía vacía.
Con el ceño fruncido e incomprensiblemente enfadada, Prim no paraba de escuchar como Sofía contestaba a las preguntas de Alison mientras Finnick hacía alguna que otra broma a su costa. Madge, que estaba a su lado, estaba más bien entretenida molestando a Leo, con el que se llevaba especialmente bien. El pequeño le tenía mucho cariño a la joven, y bromeaba con él a la vez que lo chantajeaba con no darle el regalo especial que le había hecho.
― ¿Así que vas a dedicarte a enseñar a niños? Ahora entiendo por qué se te dan tan bien ―dijo Alison hacia Sofía. Luego se giró hacia Prim, la cual se había mantenido callada y en esos momentos estaba metiéndose un tenedor lleno de puré de patata en la boca―. Es estupendo, ¿verdad Prim? ― Alison hizo una mueca al verla con la boca llena.
Prim miró a Alison con el ceño fruncido, luego a Sofía, que tenía una ligera cara de asco, y luego a Finnick que la miraba inexplicablemente serio. Volvió a enfocar la mirada hacia Alison y asintió con la cabeza a la vez que hacia un ruidito afirmativo. Tragó con fuerza y volvió a llenar el tenedor con más puré.
― Sí, estupendo ―dijo cortante a la vez que volvía a llenarse la boca.
Alison sonrió incomoda y volvió a su tarea de interrogar a Sofía. Finnick, sin embargo, no apartó la mirada de Prim mientras ella terminaba de tragar y se bebería una copa llena de vino prácticamente de un trago para luego volver a llenársela hasta el límite.
Una media hora más tarde, la cena dio paso a los postres. Un enorme pastel de nata se situó en medio de la mesa, justo en frente de Finnick y Prim. Peeta se levantó en cuanto todos los postres se situaron por toda la mesa, la mayoría hechos por Alison. Levantó su copa y carraspeó para llamar la atención de todos.
― ¡Hagamos un brindis!
Katniss se levantó a su lado con la copa en la mano, lo miró con ternura a la vez que él también lo hacía. En ocasiones, pensó Prim, les envidiaba. Parecía que compartían un secreto, una broma privada que solo ellos conocían. Los demás se levantaron de la mesa con la copa en la mano. Prim cogió su copa y se apoyó ligeramente en la mesa cuando se levantó. Seguramente, tantas copas de vino no habían sido una buena idea…
― Porque haya más días como los de hoy, donde poder reunirnos todos para celebrar el simple hecho… de seguir vivos ―luego alzó la copa y añadió―. Y por supuesto, feliz cumpleaños, hijo.
Todos alzamos la copa, sin embargo, Prim interrumpió el brindis.
― ¿Y, ya puestos, por qué no brindamos también por Sofi? ―dijo dándole un tono extraño al nombre de la joven. Luego alzó la copa y proclamó―. ¡Por Sofi! ¡Por la llegada de la razón por la que Finnick va a dejar el distrito 12 para labrarse un futuro!
A pesar de que Prim había alzado la copa, todos se habían quedado mirando a la joven con cara de sorpresa. Sofía miró a la muchacha sin poder creer realmente que hubiese dicho eso, y Finnick frunció el ceño mientras alzaba la copa a su vez.
― ¿Y por qué no por ti? ―dijo llamando la atención de Prim y del resto de los presentes―. Al fin y al cabo fue gracias a ti que me fui a estudiar fuera ―Prim lo miró y frunció el ceño.
― Y yo que pensaba que lo habías hecho por mi culpa en lugar de gracias a mí. Al final tendrás que agradecérmelo y todo ―rugió apoyando las manos en la mesa y dejando la copa al lado.
― Gracias a ti, por tu culpa. ¿Qué más da? ―puntualizó sin darle importancia―. Ya tardabas en sacar los trapos sucios, Pimrose.
― ¡No me llames así! ―gritó.
― ¿Por qué no? Es tu nombre ―dijo sin gritar.
― ¡Sabes perfectamente por qué!
― Deja de gritar. ¿Es que no puedes ser un poco educada por una vez? ―Prim se encendió como una bombilla, sin embargo, el vino y la rabia impidieron que se quedara callada.
― ¡Claro! Ahora te interesa, ¿no? ¡Te has pasado los últimos años metiéndote conmigo, haciéndome enfadar, y por una vez que te pago con la misma moneda, soy yo quien no puede comportarse de forma educada! ―gritó. Finnick frunció el ceño, enfadado porque hubiese dicho eso delante de Sofía.
― No es culpa mía que te tomes todo tan en serio.
― ¡Pues tampoco es culpa mía que te vayas de aquí sin pensar en cómo puede sentirse tu madre!
En realidad, no quería decir eso. Después de todos los días que habían pasado después de que Finnick se marchara, Prim se había ido a ver a Annie prácticamente a diario. Siempre la veía triste, seguramente echaba de menos a su hijo. Sin embargo, Annie no quería que él se diera cuenta de eso. Y Prim lo había dicho delante de todo el mundo sin apenas pensar en las consecuencias.
Y “Las consecuencias” fueron una tarta enorme de nata encima de su cabeza. Finnick se había enfadado tanto que había cogido la tarta y se la había tirado encima, provocando el silencio sepulcral de todos los presentes. Prim se quedó quieta con la nata cayéndole por la cara y todo el cuerpo. Antes de que empezaran los insultos fuertes, que seguramente vendrían a continuación. Sofi se levantó a la vez que Alison y los demás y se llevaron a los niños a la sala que había al lado del restaurante de Sae.
― Vamos pequeños, vamos a jugar al juego ese que os prometí que os enseñaría ―Los niños miraron ilusionados a Sofía y se fueron con ella sonrientes.
Alison se marchó junto con Leo y Madge. Gale miró a su hija de forma severa, sin embargo, al ver que Johanna se iba con los gemelos, se dio la vuelta y se alejó de la sala. Peeta, Katniss, Haimytch, Effie se fueron no mucho después, y Annie miró un instante a su hijo, luego a Prim y con una mirada decepcionada se marchó junto con Sae dejándolos solos.
Prim se quitó un poco de nata de la cara y miró a Finnick con el odio teñido en los ojos. Finnick le sostenía la mirada sin bacilar.
― ¡Eres… eres un imbécil! ―dijo entre dientes.
― ¿Cuánto hacía que te guardabas ese comentario, eh Prim? ¿Lo tenías planeado para joderme la noche?
― Perdona si te he fastidiado la presentación… de tu novia ―dijo mirando hacia la sala por donde se había ido.
― No mientas. No lo sientes ―Prim chasqueó la lengua a la vez que empezaba a quitarse trozos de pastel del cuerpo.
― Tienes razón. No lo siento ―coincidió tirándole un trozo de pastel―. ¡Te lo merecías!
Finnick sorteó el misil de nata y volvió a fijar la mirada en los ojos grises de la joven.
― ¿Así que esto era una especie de… venganza? ―dijo incrédulo.
― No tenía eso pensado. Pero al ver tu conducta, tú forma de portarte como… como…
― ¿Como un caballero? ―dijo con una sonrisa burlona.
― Como un hipócrita, más bien ―gritó enfurecida a la vez que le tiraba un pastelito en la cabeza. Esta vez, Finnick no pudo evitarlo.
― ¿Hipócrita? ¿Quién es la hipócrita aquí? ¡La que dice siempre que soy yo quien me meto contigo, pero luego no dudas un solo instante en iniciar una pelea cuando ves que yo no tengo la intención de hacerlo! ―gritó a la vez que le tiraba un pastel de crema.
― ¡Solo porque te has traído a tu amiguita! ―chilló enfurecida a la vez que le tiraba otro pastel.
― ¡Y que al parecer, me es bastante imposible darle una buena impresión asistiendo una niña mimada y caprichosa como tú! ―Prim abrió la boca y los ojos ante la sorpresa.
― ¿Mimada y caprichosa? ¿Quién es aquí el hijo único? ―dijo a la defensiva.
― ¡Eso no tiene nada que ver! ―Prim se burló ante su respuesta.
― ¡No, claro que no! Único hijo de Annie, una mujer que lo ha dado todo por ti. ¡TODO! ¿Y cómo se lo pagas? ―Finnick se acercó a ella y la cogió por las muñecas.
― No se te ocurra volver a decir eso, Primrose.
― ¡Que no me llames así! ―dijo furiosa.
― ¡Te llamo como me da la gana! ― Prim le cogió por la camisa dispuesta a ahogarle con ella, sin embargo, una voz los interrumpió.
― ¡Fuera!
Prim y Finnick miraron hacia la puerta. Annie había entrado y parecía realmente enfadada.
― ¿Mama…? ―dijo Finnick sin soltar las manos de Prim.
― ¡Ni mamá ni nada! ¡Fuera los dos! ¡No os quiero ver! ¡Si tenéis que comportaros como unos niños inmaduros siempre que hacemos una reunión, no vais a volver a poner un pie en esta fiesta! ¡Mucho menos en el cumpleaños de Leo!
― Annie… yo… ―empezó Prim soltando la camisa de Finnick.
― No quiero saber nada, Prim. Quiero que os vayáis. ¡Ahora! ―dijo sin mirarlos a la cara.
― Pero… ―intentó decir Finnick.
― ¡Fuera!
Ante la furia de la voz de Annie, tanto Finnick como Prim decidieron desistir y salir del renovado restaurante de Sae. Annie se obligó a cerrar los ojos mientras ambos se marchaban y salían por la puerta, y no pudo más que suspirar cansada cuando los escuchó murmurar por lo bajo.
― Todo es culpa tuya ―dijo Finnick mientras salía.
― Calla, ¿quieres? ―replicó Prim.
Luego, la sala quedó en silencio.
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¡¡Hola!! :) Bueno, aquí está el tecer capítulo. ¿Qué les ha parecido? Espero que os haya gustado ^^ ¡¡Besos a todos!!
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