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Capítulo 26: Tregua

                Era última hora de la tarde cuando su hermana llegó a casa. Todavía no podía creer que estuviera allí, después de tantos años, como si nada hubiese sucedido. Apenas la recordaba, era demasiado pequeño cuando se marchó. Y ni siquiera vino al entierro de sus padres…

― Luca ―lo llamó Sofía dando un par de golpes en la puerta de su habitación―. ¿Vas a bajar?

― Enseguida… ―murmuró.

― ¿Está la habitación de la guardilla en condiciones? ―preguntó su hermana pasados unos segundos. Luca frunció el ceño extrañado ante la insólita pregunta.

― Finnick ya tiene su habitación, y Lexie ha ocupado la de papa y mamá. ¿Para qué quieres la habitación de la guardilla?

La casa de Luca y Sofía era grande. Disponía de una cocina, un comedor doble, dos baños, una habitación de matrimonio, tres individuales de los cuales uno ocupaba él, otro su hermana y el último, Finnick ―aunque al principio dormía con Sofía―. También tenían un sótano, donde guardaban todos los objetos inútiles que no querían tirar, y una guardilla que habían habilitado hace años como la habitación de Lexie, su hermana mayor.

― Es que Primrose y Alison han acompañado esta vez a Finnick. No creo que a Lexie le importe, ¿verdad?

Luca abrió los ojos de par en par al escuchar que Alison estaba en su casa. A apenas unos metros de él. ¿Qué estaba haciendo ella allí?

― Pregúntaselo a ella, Sofi. Ya sabes cómo es… ―logró contestar Luca.

― Supongo que tienes razón… ―murmuró mientras se alejaba de la puerta de su cuarto―. No tardes… Y, Luca ―lo llamó de nuevo.

― ¿Qué? ―Hubo un silencio al otro lado de la puerta antes de que Sofi se decidiera en contestar. Cuando lo hizo, su voz fue débil y temerosa.

― Alison no lo sabe.

No era necesario que su hermana dijera nada más. Lo había entendido perfectamente. El hecho que no dijera el nombre de Primrose también, daba qué pensar. Porque eso significaba que Finnick se lo habría contado. Así pues, ¿por qué había venido Alison? Sin poder evitarlo, una idea absurda pasó por su mente. ¿Y si había venido por él?

― Cállate y deja de decir estupideces ―se recriminó mientras sacudía la cabeza para alejar ese pensamiento.

Alison no había venido por él. Podía haber mil razones antes que esa. Como que quisiera acompañar a Primrose por algún motivo… o porque quisiera visitar el Capitolio de nuevo… Él no tenía por qué tener nada que ver. Aun así, la idea logró dibujarle una sonrisa en el rostro mientras se ponía la camisa para bajar y saludar. Tal vez fuera absurdo, pero sería tan bonito que fuera cierto…

Y tan catastrófico.

Luca no era estúpido. Tarde o temprano descubrirían todos la verdad, y cuando Alison lo supiera… No importaba cuanto hubiese luchado por borrar esa huella, no importaba cuán diferente fuera, nunca lo aceptarían y Alison nunca les pediría que lo hiciesen. Finnick tenía razón, era un imbécil. No estúpido, pero sí un completo imbécil. El problema era que no podía alejarse de Alison. Algo en ella conseguía que sintiera necesidad de tenerla a su lado. No sabía qué era, pero le resultaba prácticamente imposible dejar de pensar en ella. Y no volver a verla no era una opción.

Tarde o temprano lo descubriría, y la llegada de Lexie, su hermana mayor, solo era una prueba más de lo débil y frágil que era su secreto.

Prim se apartó de Finnick un poco cuando vio a Sofía aparecer de nuevo por la puerta. Aunque sabía que ya no estaba con ella y que, prácticamente, se habían confesado ―aunque no lo habían dicho directamente―, no podía evitar sentir cierta incomodidad al lado de la joven.

Desde que se habían gritado en el pasillo de la casa de Sae que ni ella ni él habían pronunciado una sola palabra sobre lo que había ocurrido. Nada referente a sus sentimientos, claro, porque por lo demás parecía que el tiempo no hubiese pasado y volvieran a ser amigos. Annie estuvo realmente encantada con el cambio, y aunque a Gale no pareció hacerle mucha gracia al principio, finalmente tuvo que admitir que también estaba complacido. Pues a su hija se la veía realmente feliz. Prim se preguntó por qué se sentía de ese modo. La situación no podía ser más complicada, y ella había conseguido enredarla todavía más trayendo a Alison con ella.

Mientras Sofía llegaba acompañada de una joven también rubia y de ojos tan azules como un cielo despejado, a Prim casi se le escapa una carcajada al recordar el día que Alison habló con Katniss para pedirle permiso para ir al Capitolio… otra vez. Al parecer su madre tenía otro tema que hablar. Un tema llamado Luca.

― Finnick, Primrose, Alison ―los llamó Sofi―. Esta es Lexie, mi hermana mayor.

Prim observó a Lexie con ojo crítico. Era ella. No podía creerlo. Llevaba el cabello rubio suelto y largo con débiles ondas en las puntas. Vestía un vestido azul marino sencillo acompañado de una rebeca blanca que parecía ser muy suave. Se percibía a simple vista que era una mujer con cierta clase. Y fue entonces cuando Prim se dio cuenta de lo diferente que era Sofía y lo mal que la había juzgado. Eran el día y la noche. Sofía era rubia también, pero su cabello era más oscuro y sus ojos más amables. Vestía de forma más sencilla, con unos vaqueros y una camisa de manga corta de color negro. Era bastante más bajita que su hermana y sus manos entrelazadas y su cabeza levemente agachada confirmaba que se sentía incómoda. Tan distinta a la posición de su hermana mayor, totalmente erguida y segura de sí misma. Tan parecida a…

― Un gusto conoceros por fin. Mi hermana no ha dejado de hablar de vosotros en la semana que llevo aquí, en el Capitolio. Este lugar ha cambiado tanto… ―murmuró mirando hacia todas partes como si la ciudad estuviera a su alrededor en lugar de encontrarse en el comedor de una casa.

― Lo mismo decimos ―contestó Prim por Alison y por ella misma. Finnick inclinó levemente la cabeza en señal de saludo y Lexie se lo devolvió con una sonrisa que a Prim no le gustó nada en absoluto.

― Alison, Prim, si me acompañáis os enseñaré la habitación donde podréis quedaros el fin de semana ―dijo Sofía amablemente―. Finn… ya sabes cuál es tú cuarto, puedes seguir utilizando el mismo si quieres.

La voz apagada al hablar con él dejó a Prim un mal sabor de boca. Aunque Finnick le había asegurado que no se había enfadado con él y no habían discutido, que lo había aceptado sin más ―algo que le pareció realmente admirable―, se hacía evidente que estaba dolida y disgustada a pesar de que intentaba esconderlo. No era para menos. Aunque Finnick asegurara que no estaba enamorado de ella, Prim apostaba cualquier cosa a que Sofi si lo estaba de él. Y eso logró reafirmar el reciente aprecio que había adquirido por la joven.

Sofía avanzó por la casa hasta llegar a unas escaleras que subían. Prim se volvió un instante para ver a Finnick avanzar detrás de ellas. Le dedicó una sonrisa tierna antes de darse la vuelta de nuevo y seguir a Sofi. Mientras subían, Prim no pudo evitar esbozar secretamente una también. No habían hablado más sobre lo que ocurrió el domingo, pero su relación había mejorado considerablemente. Cada vez que se miraban había una conexión entre ellos, una mirada cómplice que se había perdido hacía tiempo y habían recuperado.

― Así que tú eres Finnick. Sofi me ha hablado mucho de ti, dice que eres un encanto ―comentó Lexie detrás de ellas.

― Sofi también me ha hablado mucho de ti, ella también es un encanto.

El comentario había logrado que Sofi se volviera parcialmente, mirara un instante a Finnick y sonriera débilmente.

― Oh… Sí lo es ―contestó finalmente Lexie―. ¿Quieres que te acompañe a tu habitación? ―preguntó con cortesía cuando llegamos al segundo piso.

― No es la primera vez que vengo aquí. No voy a perderme, no te preocupes.

Prim tuvo que contener una risa al escuchar su respuesta. Sofi también pareció divertirle, pero cuando se giró para mirar a todos los presentes su sonrisa divertida había desaparecido.

― Bueno, Prim, Alison, vuestra habitación está subiendo estas escaleras. Espero que no te importe que se queden allí, Lex ―apuntó mirando a su hermana. Esta no contestó, pues después de la pregunta anterior había quedado un poco avergonzada―. Finn… ¿te importaría hablar con Luca? Pensaba que iba a bajar pero…

― No te preocupes, Sofi. Ahora mismo voy ―dijo mientras la sonreía con amabilidad.

 Prim se dio cuenta de lo delicado que estaba siendo con ella. Iba con pies de plomo evitando decir nada que pudiera molestarla. Y la ternura en sus palabras y sus gestos, en lugar de disgustarla como había ocurrido tiempo atrás, los encontró muy dulce.

Después de despedirse de Finnick y Lexie, la cual había decidido regresar al piso de abajo, Sofía guió a Alison y a Prim hacia el piso de arriba.

La guardilla no era pequeña, pero sí baja y con el techo en la forma del tejado de la casa, por lo que había zonas todavía más bajas. Había una cama grande y desnuda pegada a la pared en medio de la habitación, justo debajo de una ventana cuadrada con cristales tan sucios que apenas podía verse un paisaje difuso del exterior. También disponía de un armario enano en uno de los rincones y una alfombra de tonos azules en el suelo con flecos en las puntas. Una mesa de estudio llena de polvo descansaba en el lado opuesto de la habitación junto a una silla de niña oculta debajo de ella, y una lámpara redonda y bastante moderna ocupaba el lado derecho del techo. Todo, absolutamente todo era pequeñito y bajito, especial para una niña pequeña. Prim no pudo evitar pensar que parecía la habitación de un gnomo o un enanito.

― Está un poco dejada, hace años que nadie se quedaba aquí. Pero todavía es pronto, y en unas horas podemos dejar esto un poco decente ―apuntó Sofi. Prim sonrió.

― Te ayudo ―dijo convencida mientras avanzaba hasta su lado. Sofi se volvió hacia ella y la sonrió.

― Tendremos que quitar todo el polvo, y limpiar un poco esa ventana para que entre más luz. Y hacer la cama.

― Iré a buscar una bayeta y un poco de agua ―afirmó Prim dirigiéndose hacia la puerta.

― ¡Ya voy yo! ―la interceptó Alison con una sonrisa. Prim se sorprendió al escucharla, pues desde que habían entrado que no había abierto la boca.

― Las bayetas están en la cocina, primera planta a la derecha. Puedes coger un cubo del jardín y llenarlo con el agua del grifo de la cocina ―informó Sofi mientras abría el armario y sacaba un montón de sabanas que abultaban más que ella. Prim se acercó corriendo para ayudarla.

― Vale ―contestó Alison mientras se marchaba.

Durante todo el tiempo, Alison había estado observado las reacciones de cada uno de los presentes. Le había costado Dios y ayuda ir con Prim al Capitolio, pero se había esforzado mucho para poder echarles una mano a esos dos. Necesitaban hablar, pero los conocía lo suficiente como para saber que no lo harían nunca si no se les instaba a hacerlo. Así que intentaría conseguir ella misma ese momento. Todavía no tenía ni idea de cómo lo haría, pero ya encontraría el modo.

Su madre había sido un verdadero dolor de cabeza esa última semana. Había tenido que hablar con ella, y lo que había creído que sería una discusión para conseguir que la dejara ir al Capitolio, se convirtió en “La Charla”. Sí. Exacto. A su madre se le había ocurrido de repente que era una adolescente que podía salir con chicos y debía saber unas cuantas cosas sobre ello. ¡Como si necesitara a alguien que le dijera esas cosas! Y aunque al principio no supo por qué estaba hablando y diciendo todas esas cosas, finalmente el tema en cuestión surgió como un tifón. Luca.

Alison podría haberse confundido perfectamente con el sol de lo brillante que se había vuelto al escuchar aquello. ¿Había alguien que no supiera lo de Luca?

Por suerte o por desgracia, la conversación había logrado que Prim, la cual había estado en todo momento presente, se le escapara la risa e interviniera asegurándole a su madre que ella la acompañaría en todo momento y que podía estar segura que la vigilaría de cerca para que no hiciera ninguna tontería. Alison prefirió no preguntar a qué tontería, exactamente, se refería…

― ¿Te has perdido?

La voz grave la sobresaltó justo en el momento en el que intentaba encontrar la bayeta que Sofi le había dicho que se encontraba en la cocina. ¿No llevaba ni veinte minutos en esa casa y ya tenía que encontrarse a solas con él?     

― Luca. ―Se llevó una mano al corazón mientras se daba la vuelta para verle―. ¿Algún día podrías aparecer sin provocarme un paro cardíaco?

Luca estaba apoyado sobre la mesa de la cocina y había cogido una cereza que se comió como si tal cosa.

― ¿Se te para el corazón al verme? ―preguntó con cierta inocencia. Alison se sonrojó al tiempo que se daba la vuelta para buscar la bayeta.

― Pen… pensaba que estarías con Finnick ―decidió decir cambiando de tema.

― No lo he visto todavía. Estaba en el jardín.

Alison no se volvió, hizo un pequeño murmullo de asentimiento y siguió buscando la bayeta. Sofía parecía segura de sí misma al decirle a Finnick que hablara con él. Pero al parecer, Luca había decidido salir de la habitación antes de que nadie fuera a buscarlo. Y ni siquiera había ido a saludarlas.

― ¿Puedo ayudarte? Pareces estar buscando algo ―dijo cerca de ella. Alison dio un respingo y se alejó de él asustada.

― Una bayeta.

Luca la observó unos instantes con curiosidad. Luego se dirigió a un cajón cerca de la puerta que daba al jardín y sacó un par de bayetas. Se las tendió a Alison.

― Gracias. ―Antes de que se apartara, Luca la cogió de la muñeca reteniéndola.

― Alison… ―murmuró. Ella evitó mirarle. Instantes después liberó su mano sin añadir nada más.

Alison se atrevió a alzar la mirada. Luca mantenía la mandíbula apretada con fuerza y ella se preguntó qué debía ocurrirle. Cuando ya pensaba que no iba a decir nada más y pretendía marcharse para ir en busca del cubo para llenarlo de agua, él volvió a mirarla.

― ¿Por qué no empezamos de nuevo? ―dijo sorprendiéndola.

― ¿Qué?

― Eres divertida. Y simpática. Esto es muy aburrido y la verdad es que nunca me lo había pasado tan bien hasta que te conocí. ―Jamás nadie, pensó Alison, la había descrito de ese modo. Y que viniera de parte de Luca…―. Puedo enseñarte el Capitolio como nadie. Y también la casa, si quieres. Será divertido. Al menos más que estar con mis dos hermanas o con tu amiga y su… lo que sea.

Alison no pudo evitar reír ante su comentario. Sin embargo, todavía se sentía un poco recelosa. No se fiaba demasiado de Luca. Al parecer, él lo percibió. Porque instantes más tarde abrió los ojos de par en par y alzó los brazos en señal de rendición.

― Te prometo olvidar nuestro trato este fin de semana ―Alison alzó una ceja―. Y tampoco intentaré besarte. Nada de besos trampa. Ni comentarios que puedan resultarte incómodos. Solo quiero no aburrirme. Y tú eres el antónimo de la palabra aburrido.

― ¿Por qué crees que soy divertida? No lo soy… ―Luca se encogió de hombros.

― Me haces reír. No mucha gente lo consigue. Y me alegra que estés aquí ―contestó. Alison no supo qué decir―. ¿Qué me dices? ¿Tregua?

Alison lo pensó unos instantes. ¿Sería una trampa? ¿Estaba jugando con ella? ¿Querría burlarse de nuevo a su costa? Pero por raro que pareciera, algo en la mirada de Luca y en su mano extendida hacia ella logró que se sintiera segura a su lado. Él también le parecía divertido. Y debía admitir que no se lo había pasado tan bien en toda su vida desde que Luca había aparecido en ella.

Sonrió con decisión y aceptó su mano.

― Tregua.

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Aquí el siguiente capítulo!! ^^ ¿Qué os ha parecido? 

Como ya habeis visto, ha aparecido un nuevo personaje... o tal vez no tan nuevo? ¿Qué opinais de Lexie?? :O 

No queran muchos capítulos, no sabría deciros cuantos exactamente, porque los escribo sobre la marcha, pero no muchos más. ^^ Ya tengo pensado cómo va a terminar y cómo va a ir el desenlace. Espero no tardar mucho en el siguiente, pero como estoy de vacaciones y el internet aquí va como quiere.. jajaja Hago lo que puedo.

Un beso muy grande!! :) 

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