Capítulo 20: Lágrimas
Regresar a la reunión familiar había sido para Alison algo realmente vergonzoso e intimidante. Para empezar, como había tardado más de la cuenta porque acompañó a Prim a su casa, tuvo que buscar una excusa mejor que haber ido al baño. Como ya esperaba, después de media hora de ausencia, Luca había decidido regresar antes de que ella volviera a la cocina. Algo que agradeció en cierto modo. No estaba dispuesta a quedarse a solas con el muchacho nunca más. Tal vez él pensase que no se había cobrado el trato, pero para ella ya había sido suficiente. No quería volver a sentirse de ese modo. Tan débil, tan insegura, tan… fuera de control. No era la primera vez que un chico mostraba cierto interés en ella, pero sí era la primera vez que eso la afectaba. Y no de un modo inocente. Solo de pensar el extraño impulso de aferrarse a él como si de ello dependiera su vida bastaba para avergonzarla profundamente. Por eso no quería volver a quedarse a solas con él. No confiaba lo suficiente en sí misma como para arriesgarse.
Luego estaba su padre. Sí, Peeta había estado clavando su ojos en ella desde que regresó al comedor. Y su mirada hablaba por sí sola. Sabía que algo pasaba entre ella y Luca. Algo que Peeta no estaba dispuesto a tolerar. Y para Alison eso había sido una sorpresa. Las veces que algún chico estuvo interesado en ella, en la escuela, su padre nunca había parecido molesto por ello. Pero con Luca había sido distinto, y ella sabía por qué. Peeta había notado que Luca la afectaba. Y aunque pensó que su madre sería peor en ese sentido, resultó ser al revés.
― ¡Alison! ¿Dónde estabas? ¿Has visto a Prim? ―Y este era el último factor por el cual se había sentido realmente intimidada al regresar a la reunión.
Dónde había estado y si había visto a Prim podría resumirse en una misma respuesta. Había estado con Prim. Pero eso no podía decirlo, porque si lo hacía tendría que contestar a otra pregunta elemental; ¿Por qué Prim no había venido con ella? Y estaba claro que no podía decir que la joven estaba afectada por el recién encuentro con Finnick.
Alison vio por el rabillo del ojo la sonrisa de medio lado que Luca le dedicaba. Él sabía perfectamente en el lio que se había metido, ¡y le divertía enormemente! Estaba pasándoselo de lo lindo viéndola sufrir, y seguramente estaba atento a lo que ella iba a contestar. Alison jamás se había quedado sin palabras, era rápida mintiendo y encontrando excusas. En eso se parecía mucho a su padre. Tenía mucha labia. ¡Y estaba dispuesta a apagar la mirada divertida de los ojos de ese irritante rostro!
Respiró profundamente y sonrió hacia Johanna, quien había hecho la pregunta.
― Sí la he visto. En realidad por eso he tardado tanto. Me la he encontrado de camino al baño, se encontraba un poco mal. Así que la he acompañado a casa ―contestó de forma tan sencilla y segura que logró sorprender a Luca, el cual substituyó la sonrisa irónica por una de incredulidad.
Su padre, por el contrario, la miró con intensidad sabiendo al instante que mentía. Peeta sabía que ella y Prim habían discutido. Al menos esperaba que pensase que había ido a disculparse ―que realmente a eso había ido―, en lugar de hablar sobre lo que había sucedido entre ella y Finnick ―lo que realmente había pasado―.
El resto de la cena fue más tranquila. Alison intentó evitar en todo momento tanto la mirada de su padre como la de Luca. No obstante, no le pasó inadvertida la de Luca durante todo el tiempo. Había intentado intimidarla, y por desgracia, lo había conseguido.
― Por cierto, Luca, ¿por qué razón no ha venido tu hermana contigo esta vez?
La pregunta que Peeta hizo en voz alta cuando la cena hubo finalizado y ya todos habían comenzado a levantarse para despedirse y marcharse, cogió a todos por sorpresa. Sae estaba recogiendo los platos que quedaban mientras Katniss y Gale la ayudaban y Johanna, Haymitch y Effie intentaban agrupar a todos los niños, incluida Madge, la cual estaba jugando con el pequeño Leo. Pero la pregunta había logrado que todos prestaran atención de nuevo. Era realmente asombroso cómo Peeta lograba eso con solo unas pocas palabras, ―pensó Alison mientras miraba a Luca con evidente interés―.
― Mi hermana y Finnick han discutido esta semana, creo… ―murmuró un poco incómodo. Al parecer, a Luca no se le daba muy bien mentir. Alison se vio sonriendo con suficiencia hacia él sin apenas darse cuenta. Era tan satisfactorio verlo en apuros…
― ¿Y por qué has venido tú? ―Y ahí estaba la pregunta que Alison ya había previsto. Una que logró que Luca se volviera completamente pálido.
― Eso, Luca, ¿por qué has venido? ―dijo Alison mirándolo directamente con una sonrisa satisfecha. Seguramente no debería haber dicho nada, pero era su oportunidad de vengarse de él y todas las veces que la había avergonzado. No iba a desaprovecharla.
Luca la miró abriendo los ojos un poco más de lo necesario. Luego se giró hacia Peeta de nuevo.
― Eh… Bueno, porque ellos estén enfadados no tengo por qué estarlo yo, ¿no? ―contestó al fin―. Es decir… no tenía nada que hacer en el Capitolio, y… ―Luca se volvió momentáneamente hacia Alison, algo que no pasó desapercibido por Peeta, y contestó, esta vez con más seguridad―. Después de lo que ocurrió la última semana… tenía que volver para arreglar algunas cosas.
Alison abrió los ojos todavía más. ¿Estaba prácticamente confesando que había vuelto por ella o eran imaginaciones suyas? Aunque claro, se suponía que solo ellos dos ―y Prim, claro― sabían lo que había ocurrido en el pequeño cuarto de la limpieza y el trato que habían hecho. Por desgracia, no por eso evitó el sonrojo que inundó sus mejillas, logrando que su padre frunciera más el ceño.
― Lo sentimos mucho, Luca ―dijo Johanna cortando las posibles palabras que habría dicho Peeta de haber tenido la oportunidad―. Tu hermana no se merece lo que ha ocurrido. Pero te puedo asegurar que Prim no lo hizo con mala intención. Sé que no es excusa y probablemente jamás logres perdonarla por tu hermana, pero Prim es una buena chica. No ha querido herir a Sofía deliberadamente, de verdad ―intentó excusarla Johanna. Luca se había vuelto hacia la madre de Prim con una sonrisa comprensiva.
― No se preocupe, no estoy enfadado con ella. He comprendido, y no hace mucho ―murmuró mirando esporádicamente a Alison de nuevo―, que lo que ocurrió no fue culpa de ella. Con quien estoy más furioso es con Finnick. Por eso he regresado. ―dijo ahora hacia Peeta―. Tenía que hablar con él a solas, sin mi hermana.
Aunque Peeta no se lo creyó ni un segundo, y Alison lo supo al instante, asintió con la cabeza olvidando por el momento el tema.
― Luca… ―Alison se sorprendió al escuchar la débil voz de Annie―. Lamento muchísimo esto… ―Su voz estaba realmente apenada, su rostro apenas era una sombra de lo que había sido. Alison sabía que estaba muy afectada por lo que había pasado, y Finnick debía estar pasándolo realmente mal ante la culpa de lo que había hecho. Y todo por no ser sincero. Al final, pensó Alison, su padre tendría razón; las mentiras no llevaban nunca nada bueno―. Estoy muy enfadada con mi hijo por lo que le ha hecho a tu hermana… Y…
― Por favor, no se preocupe por esto. ―Alison se sorprendió al escuchar la voz débil de Luca dirigiéndose a la mujer con cariño―. No tiene la culpa de lo que ha ocurrido, y no debe preocuparse por ello. Solo quiero arreglar las cosas, y no dudo que lo lograré. Así que no tiene que disculparse por su hijo. En realidad, debería agradecerles todo lo que han hecho por nosotros. Por acogernos y hacer que nos sintamos bienvenidos. A pesar de lo que Finnick nos ha hecho, también nos ha ayudado mucho todo este tiempo. Por eso, a pesar de lo que ha pasado, también le estoy realmente agradecido. Y espero poder solucionar esto cuanto antes.
Alison lo miró con curiosidad. A simple vista, Luca parecía el típico chico despreocupado que lo único que buscaba era divertirse. Parecía un capullo, un sinvergüenza, un aprovechado. Pero había algo más. Algo que todavía no sabía. Ocultaba algo que lograba que su actitud cambiara totalmente. Tal vez la muerte de sus padres… pero algo le decía que era algo más. Que le debían mucho a Finnick por algo más que por apoyarlos con la muerte de sus padres. Y esa actitud, esa sencilla forma de lograr que Annie esbozara una sonrisa, había derribado un pequeño muro en las defensas de Alison. Los ojos verdes del muchacho volvieron a posarse en ella momentáneamente, como si precisara de su aprobación, de su reacción ante sus palabras en todo momento. Y eso también la sorprendió.
― Tanto tu hermana como tú sois siempre bienvenidos aquí ―dijo Annie con una sonrisa―. Mi casa siempre estará abierta para vosotros.
Y ante la sonrisa tierna que Luca le dedico a la mujer, Alison tuvo que marcharse prácticamente corriendo. No importándole lo que los demás pudieran pensar de ella ante tal actitud. Su corazón había dado un brinco asustado. No quería que Luca regresara, no quería que fuera amable con la gente que ella quería, y no quería que la afectara tanto. Ya tenía suficiente con los problemas de Prim, no quería lidiar con esto.
Mientras corría hacia alguna parte, tal vez a ver a Prim, chocó contra alguien y logró caer al suelo totalmente sorprendida. Estaba claro que ese no era su día. Unos brazos la sujetaron al instante ayudándola a levantarse y notó cómo le dolía el brazo ante el contacto. Dejó escapar un pequeño gemido de dolor y vio que se había raspado el codo al caer de espaldas.
― ¿Te sale sangre? ―preguntó una voz algo entrecortada.
Alison alzó los ojos y se encontró con unos totalmente azules. Finnick. Se había tropezado con Finnick.
― No es nada ―aseguró mirándose el insignificante rasguño―. Llevo un día…
Finnick se rió mientras la soltaba comprobando que Alison ya podía sostenerse por sí misma.
― ¿Dónde ibas tan deprisa? Siempre tan inquieta ―comentó. Alison le sonrió y se sonrojó un poco.
― No… no sé, la verdad. Perdona por chocar contigo ―terminó por disculparse. Finnick negó con la cabeza.
― No digas bobadas, si al final eres tú la que ha salido perdiendo. Ven, que te curaremos eso.
Alison lo siguió en silencio. Los ojos azules del muchacho estaban un poco rojizos, lo que lograba que el azul se intensificara considerablemente. ¿Había estado llorando?
Con la pregunta todavía rondando por su mente, Finnick la guió hacia el cuarto de baño y abrió el pequeño armario donde guardaban el agua oxigenada, el algodón y el betadine. También cogió un par de tiritas y las dejó encima del mármol.
― Bueno, déjame ver ese codo ―dijo con una sonrisa. Alison se sentó encima del retrete y alzó el brazo―. Por suerte no vamos a tener que amputar ―dijo dejando escapar una pequeña risa. Alison le devolvió la sonrisa, pero al instante pudo ver que la suya no le llegaba a los ojos, y estos seguían un poco rojos.
― Oye, Finn… ―murmuró Alison. Él alzó la cabeza con el algodón lleno de agua oxigenada a punto de limpiar la herida―. Nada ―terminó por decir.
Finnick se quedó mirándola un instante y luego suspiró. El algodón reposó sobre una de sus rodillas junto a su mano mientras se dejaba caer hacia atrás y se sentaba en el suelo.
― ¿Has hablando…? ―Finnick volvió a dejar escapar una risa y escondió el rostro detrás de su mano libre.
― ¿Por qué no se lo dices? ―Alison lo había dicho sin pensar. Las palabras se habían empezado a mezclar en su cabeza hasta que formaron una única pregunta. Una que, al parecer, no esperaba por nada del mundo.
Finnick alzó la cabeza de nuevo. Alison estaba inclinada hacia delante con una sonrisa comprensiva. Siempre había sido sencillo hablar con ella, porque no hacía falta decir nada. Alison siempre sabía todo antes que nadie, incluso antes de que lo supieras tú mismo. Así que cuando hizo la pregunta, Finnick ya sabía exactamente a lo que se refería.
― Os oí en el bosque. Oí lo que dijo… ―confesó evitando la pregunta de la joven expresamente―. No quiero hacerle más daño, Ali. Y tiene razón… no solo es ella, también está mi madre. Y Johanna. Gale… ―suspiró―. Sofi… y Luca…―Finnick contrajo el gesto al decir aquello, pero no se detuvo―. Prim tiene razón, hago daño a toda la gente que me rodea…
― Tal vez no han salido las cosas como tendrían que haber salido pero…
― ¿Qué no han salido como tendrían que haber salido? ―dijo alzando más la voz e incorporándose un poco. Alison dio un pequeño brinco―. ¡Prácticamente ha salido todo al revés!
Los ojos de Alison lo miraron con comprensión y dejó escapar un pequeño suspiro frustrado.
― No siempre salen las cosas como uno quiere. Aunque sigo sin entender por qué dejasteis de ser amigos. Habría sido todo más sencillo si hubieseis seguido siéndolo. Pero en cambio, decidiste enfadarte con ella y discutir.
Finnick emitió un sonido de burla y se encogió de hombros, debatiéndose si contestar o no a eso. Él sabía perfectamente por qué habían ocurrido las cosas así, pero por primera vez Alison pedía una explicación. Y él necesitaba hablarlo con alguien.
― Primero no entendía lo que me pasaba, odiaba a mis amigos solo por decir que Prim les parecía atractiva. Era mi amiga, y no quería que la vieran de ese modo. Pero lo peor de todo, y por lo que más me odié, fue cuando yo empecé a pensar del mismo modo ―confesó con voz acongojada―. Ya no hablábamos como antes. Cuando estábamos juntos, como siempre, a veces dejaba de escucharla únicamente porque había sonreído, o porque se había apartado el cabello de la cara. O porque me había concentrado más en el sonido de su voz que en sus palabras.
― Finn… ―murmuró Alison realmente sorprendida.
― Creí que era igual que mis amigos. Pensé que quería lo mismo de ella que aquello que tanto me había asqueado de ellos. Y lo odiaba. Odiaba verla de ese modo porque Prim era mi mejor amiga. Desde pequeños. Era como mi hermana y…
― Creíste que solo la deseabas ―finalizó Alison brindándole un poco de apoyo.
Finnick se rió ante sus palabras.
― Alison… la deseaba ―afirmó―. Y la fastidié. Porque pensaba que se debía a que empezaba a ver distinto a las chicas. ¡Era un maldito adolescente con las hormonas revolucionadas, y no se me había ocurrido otra cosa que sentirme atraído por mi mejor amiga! Pensando en ella del mismo modo que pensaban mis amigos. Yo, que debería protegerla, y lo único que deseaba era…
Finnick se calló mientras se levantaba y empezaba a dar vueltas por el baño. Parecía estar pasándolo realmente mal, así que Alison se levantó también intentando que se calmara un poco.
― Así que tenía que escapar. Tenía que alejarme de ella, porque no quería hacerle daño. No yo. Y entonces fue cuando ella empezó a pensar en salir y bailar y… ¡Joder! ―gritó. Alison se detuvo―. No… no podía… No lo soportaba. Y empezamos a discutir, yo porque no sabía lo que me ocurría, y ella porque no entendía por qué me enfadaba. Excusas, mil excusas para poder… hablar con ella sin herirla del mismo modo que pretendían todos. Porque Prim había crecido, pero seguía siendo la misma. La misma asombrosa, divertida y alucinante chica con la que había pasado toda mi vida.
Alison esbozó una pequeña sonrisa mientras notaba cómo se le humedecían los ojos. Finnick acababa de decir unas palabras realmente hermosas, y no tenía muy claro si era consciente de ello. En realidad, aunque supiera que él estaba enamorado de su amiga, nunca había pensado lo que estaría pasando él. Prim estaba triste, confundida, abatida. Lo había pasado realmente mal, e incluso había deseado darle una paliza a Finnick por hacerla sufrir tanto. Pero en ningún momento había considerado que él se sintiera del mismo modo o que Prim lo hiriera a su vez sin darse cuenta. Prim no era la única que lo estaba pasando mal, y comprenderlo logró que se le contrajeran las tripas.
― Todo lo que he hecho era porque no quería hacerle daño… Incluso empezar a salir con Sofi. Pensé que si salía con ella, podría olvidar esta sensación cuando estaba cerca de Prim. Y así volver a ser amigos… ―siguió completamente abatido. Alison se acercó a él y le tocó el hombro con cuidado―. Ali… no puedo decírselo. No puedo forzarla más. Lo ha dicho claro, no soporta verme. Y esto ya ha llegado demasiado lejos.
Alison alzó la mano y con decisión lo obligó a que la mirase.
― Pero no es solo deseo, Finn. Tú lo has dicho, al principio creías que era eso. Por esa razón te apartaste de ella. Por eso discutíais, para poder apartarla de ti. Pero eras un adolescente. No entendías tus sentimientos. Y no es extraño. A veces cometemos errores, pero no por cometerlos debemos renunciar a lograr lo que pretendíamos. Solo debemos intentar hacer las cosas de otro modo ―Finnick la miró atentamente. Realmente tenía razón. Alison era increíble. ¿Cómo era capaz de decir cosas así de un modo tan sencillo?
― ¿Seguro que tienes quince años? ―Alison dejó escapar una risa.
― Es que yo también he cometido muchos errores, Finn. Y uno de ellos ha sido el juzgarte mal. Llegué a odiarte un poco por culpa del daño que le hacías a Prim. No pensé en lo que podrías estar pasando tú ―confesó. Finnick sonrió un poco―. Pero ni se te ocurra apartarte de ella ahora. Sea lo que sea que hayas oído…
― Alison. No importa lo que haga. No es cuestión de que me aparte de ella o no. No puedo decírselo. No puedo decirle que estoy enamorado de ella ―sentenció. Alison contrajo el gesto.
― ¿Por qué? ―Finnick la miró y se apoyó sobre el lavabo mientras volvía a esconder el rostro dejando que algunos mechones de pelo cubrieran sus ojos.
― Porque no me cree. No me cree, Alison. Y no me extraña, después de haberme visto con Sofía porque pensaba que quería utilizarla a ella. Después de haber intentado evadir lo que sentía por Prim, pensando que otras podrían hacerme sentir igual sin tener que utilizar a mi mejor amiga… ―Finnick negó con la cabeza―. Es normal que no me crea. Que piense que solo la quiero por lo que ha ocurrido.
― Finnick… ―Alison volvió a acercarse―. ¿Y qué vas a hacer? ¿Dejarlo estar? ¿Olvidarla y ya está?
Esta vez, Finnick dejó escapar una risa ahogada mientras sus ojos se volvían todavía más rojos. Alison no había estado equivocada. Finnick había estado pensando en todo esto y no había encontrado una solución. Y por primera vez vio algo que jamás creería poder ver.
― He pasado… años intentando olvidarme de ella, Ali. ¿Y sabes? Nunca podré hacerlo. Nunca podré dejar de quererla. Y no importa lo que haga, no importa todo lo que intente para no herirla. Al principio pensaba que era solo deseo, pero cuando dejamos de ser amigos… la echaba de menos. Muchísimo. Y cuando empecé a perderla… ―Las lágrimas habían comenzado a salir y Alison no pudo evitarlo. Se acercó y lo abrazó con cariño. Finnick la estrechó entre sus brazos y ocultó el rostro en su hombro. Alison notó enseguida la humedad en esa zona y acarició su cabeza con ternura―. No puedo seguir… Ella no se lo merece… No se merece a alguien que no deja de meter la pata una y otra vez… Así que… aunque no pueda olvidarla…
―Finn… no digas eso…
― Solo… solo quiero que sea feliz ―murmuró. A Alison se le partía el corazón verlo así. No sabía qué hacer. Por primera vez, se encontró con esa desagradable sensación de impotencia. De tener la solución ante tus ojos y ser incapaz de hacer nada. Porque no era ella quien debía hacer algo.
― Finnick…
Pero antes de que pudiera decir o hacer nada más, algo la apartó de Finnick bruscamente obligándola a retroceder. O más bien alguien. Con los ojos abiertos de par en par vio como Finnick caía al suelo mientras un furioso Luca se abalanzaba sobre él sin detenerse ni un segundo. Y antes de ser consciente de lo que ocurría, Luca comenzó a golpearlo.
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Aquí está el siguiente! ^^ La verdad es que este me ha costado un poco, porque la historia la había dejado aquí y tuve un pequeño bloqueo. No sabía cómo seguirla jejej Pero bueno, no sé si habrá quedado bien del todo. XD ¿Cómo lo veis? ¿Os parece interesante? :S ¿Cambiariais algo o añadiriais cualquier cosa? Si es así no dudeis en decirlo, me sería de mucha ayuda ^^ Tal vez esperabais algo más u otra cosa...
Bueno! Muchas gracias por todo! por leer, comentar, votar... ¡¡¡Sois los mejores!! Y sobre todo a Pupete95, a Moniagonhuntcher y a Nebheys por comentar y apoyarme siempre en todas mis historias!! ^^
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