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⠀⠀⠀⠀⠀ ♯01 ━ el jefe。

ᵘᶰᵒ
   
    

Los brillantes pero escasos rayos de la luz del sol se colaron por las delgadas cortinas de las ventanas; en un lugar frío como Berk, donde la niebla frígida cubre las tierras fértiles de la claridad del día, apenas y es posible encontrar algo más allá del cielo grisáceo. Un nuevo día comenzaba, un día con nubes oscuras que anunciaban la llegada del invierno.
        
        

Terribles terrores gruñían su dulce melodía matutina, siendo el despertador que todo vikingo necesita para abrir los ojos con una sonrisa. Aunque no era una buena época, desafortunadamente, el frío azotaba puertas y ventanas de las hogareñas casas de los aldeanos, y por supuesto, no solo los afectaba a ellos, sino a sus amigos alados. Este día no sería el más helado de todo el invierno, era solo el comienzo, el día más cálido de la estación. 
     
       

Chimuelo seguía dormido, durante estas épocas del año, los dragones preferían conservar su energía en lugares cálidos, algunos pocos incluso, habían comenzado con su inusual ciclo de hibernación —contados dragones experimentaban dicho estado de letargo—, el resto simplemente disminuyó sus actividades, se volvieron algo lentos, eran fechas serenas para la mayoría. Las dos orejas del dragón se levantaron, estaba algo hambriento, y buscaba algún ruido que indicara que alguien en aquella casa tuviese la misma sensación de un vacío en el estómago. Levantó la cabeza, los pasos apresurados de su amigo humano impactando contra el suelo de madera, lo hicieron levantarse de su cama (un trozo alargado de piedra basáltica).
    
       

Hiccup era el jefe, y su deber como líder era proteger a su pueblo, pero ahora se enfrentaba a un enemigo mortal y aterrador: el invierno. Era común que se saltara horas de sueño solo para trabajar, e increíblemente las ojeras no se le notaban tanto como en otras ocasiones. El dragón caminó hacia su dirección, estaba la chimenea, la mesa del comedor que, en lugar de tener comida, estaba repleta de papeles arrugados, otros planos con garabatos, cartas, herramientas, quizá algún vaso con agua que desde hacía unas horas se había vaciado, y lápices de carboncillo sin punta, demasiado pequeños para poder ser usados.
    
        

Hiccup estaba demasiado concentrado, con la misma expresión de siempre; cejas fruncidas, ojos verdosos indescifrables y profundos, una sola comisura de sus labios estirada ligeramente hacia un lado, y la cereza del pastel, el masaje de sus dedos en el puente de su nariz cuando se desesperaba por no encontrar una solución a su problema. Chimuelo sabía lo que significaba esa cara, era un fuerte y claro: El dolor de cabeza me matará antes de que se me ocurra algo útil. ¿Quién era ese dragón para intervenir en la desgracia ajena? Su estómago gruñó, y la respuesta llegó por sí sola. Él era un dragón hambriento, que empujó el costado del castaño con su cabeza, mientras gruñía ligeramente.
      
         

Hiccup desvió la mirada inmediatamente, sus ojos exhaustos brillaron con un poco de alivio, y su mano viajó de la mesa hacia la cabeza escamosa del reptil.
      
       

─Chimuelo… ¿Qué haces despierto a esta hora? ─murmura con la voz ronca, y Chimuelo frunce el entrecejo, desviando la mirada hacia la ventana, solo para caminar hacia ella y abrirla con una de sus patas delanteras, ya había amanecido, el dragón tenía hambre, e Hiccup no pudo dormir nada─. Ay dioses, ¿ya amaneció?
    
       

Chimuelo caminó dando saltitos, con gran orgullo por haber despertado al pecoso ofuscado por su trabajo. Luego esperó su recompensa, relamiendo su hocico como señal de hambre. Pero en lugar de recibir un poco de la atención del mayor, este solo actuó como un completo loco, se apresuró a reunir sus papeles y ordenar un poco el comedor, tenía más trabajo que hacer fuera de casa.
   
       

Chimuelo no tenía opción, debía buscar ayuda de fuerzas superiores. Salió corriendo a buscar a su mamá.
    
       

Hiccup logra escuchar el ruido de objetos cayendo por los pasillos, puertas abriéndose, y el rugido alto de Brincanube que fue atacado por Chimuelo mientras dormía. No hay nada fuera de lo normal, excepto los pasos de su madre bajando las escaleras, movimientos que precisamente le pidió que no hiciera por el bien de su tobillo —tuvo una desafortunada caída hace unas semanas, y en consecuencia obtuvo un esguince de segundo grado; ha estado utilizando una férula desde entonces—, así que dejó lo que estaba haciendo para mirarla con desaprobación, y caminar en su dirección para ayudarle a desplazarse hacia la silla más cercana.
    
        

─¿Qué fue lo que hablamos sobre bajar escaleras tú sola? ─Hiccup estaba preocupado, aún herido por la pérdida de su padre, se ha vuelto extremadamente protector con su madre, especialmente ahora que sufre un esguince.
       
        

─¿Sabes? Hubo un tiempo en el que solías buscarme para hablar sobre los misterios de los dragones ─respondió Valka, soltando una risa lenta al ver la expresión irritada de su hijo.
      
       

─Esto es serio, debes permanecer en reposo ─le recordó, agachándose un momento para mirar fijamente la férula, en busca de alguna señal inusual que necesitase de la asistencia de un doctor.
    
        

Demasiado protector, igual a su padre, pensaba Valka, recordando brevemente su juventud, cuando ella se resfrió, y Estoico actuó más loco y obstinado que cuando cazaba dragones, solo para cuidarla, imponiendo su velo de protección sobre cada detalle de su vida diaria. Sus comisuras se ensancharon, era un recuerdo vago, pero cálido. Si él estuviera aquí, probablemente habría viajado por cielo y tierra para permanecer a su lado hasta que su mal sanara.
       
         

Chimuelo baja corriendo, siendo perseguido por Brincanube, y ambos juegan animadamente en una esquina del comedor. Un comportamiento nada digno de un alfa. Hiccup y Valka no pueden evitar soltar una risa.
     
       

─Me parece que alguien tiene hambre, deberías preparar el desayuno ─comenta la viuda, ella no se incluyó, porque todos en esa casa saben que Valka podría hacer temblar el estómago de cualquier bestia que probase un poco de sus guisados.
    
       

Ante la mención del desayuno, ambos dragones se detuvieron para mirar con ojos hambrientos a los dos entrenadores.
    
         

Hiccup observó sus rostros, un pequeño descanso no le vendría mal. Asintió, dejó sus cosas sobre la mesa, y Brincanube supo exactamente qué hacer en el momento que Hiccup abrió la puerta de su casa. Los dragones salieron primero, y el castaño acompañó a su madre en su caminata hacia la puerta. Una vez fuera, el dragón la ayudó a subir a su espalda; no volaría, era demasiado peligroso hacerlo con su tobillo herido, simplemente caminaría.
     
         

Hiccup suspiró, sería una larga y estresante caminata hacia el salón de hidromiel.

El comedor estaba repleto, y tan pronto cruzaron el umbral de las enormes puertas, los vikingos se apresuraron a rodear al nuevo jefe.
      
         

─Jefe Hiccup ─al menos quince veces en un mismo minuto lo llamaban para solicitar apoyo, Hiccup estaba agobiado.
    
        

Berk estaba creciendo a pasos agigantados, donde dragones y berkianos coexistían en armonía, sin embargo, el invierno se avecinaba con nubes de tormentas de nieve, y una de las características más aterradoras de estas fechas era la escasez de alimento. Bajo el yugo del implacable frío, los cultivos sucumbían, los peces se sumergían en la profundidad buscando temperaturas más adecuadas, complicando la labor de los pescadores, y la ganadería, aunque estable, apenas mitigaba la demanda creciente. Pero he aquí el problema: Hiccup comenzaba a enfrentar dificultades en la distribución equitativa del alimento. Así, se veían impelidos a recurrir a alternativas, como abrir las puertas de Berk al comercio. Antes no tenían ningún problema con ello, pero Berk se volvió inseguro respecto a mercaderes extraños después de tener una desagradable experiencia con un individuo demasiado ambicioso para su propio bien.
         
           

El joven Haddock se hallaba reacio al principio, consciente de que su modus vivendi no era del agrado universal. Así que reflexionó minuciosamente sobre quiénes serían sus futuros socios comerciales. Necesitaba personas discretas, que no esparcieran rumores innecesarios de boca en boca a individuos indeseables, pues la protección de Berk ante los ojos de los curiosos era primordial. Por supuesto, el silencio no duró mucho; el interés creció inevitablemente, no por la caza de dragones, sino por el deseo de integrarse en la comunidad de Berk. Los vikingos y aldeanos anhelaron formar parte de su era de concordia y prosperidad entre dragones y humanos.
       
          

Hiccup se detuvo a pensar que la mayor atracción de la isla, era que las personas ya no tendrían que vivir aterradas por la amenaza de los dragones, porque resultó que dichos animales eran tan dóciles como cachorros si se les trataba con gentileza. Cada año, a la llegada de la primavera, nuevos barcos llegaban con personas esperanzadas de encontrar una vida estable y alegre en Berk; cazadores, vikingos de otras aldeas que viajaban con sus familias, humildes aldeanos, vaya, una buena cantidad de bocas nuevas que alimentar. Eso, sin mencionar que en sus tiempos libres vivía luchando para liberar a los dragones de los atrapadores, trayendo nuevas especies. Berk estaba repleto de dragones, y también se convirtió en el blanco de cazadores dementes que buscaban ser una pobre imitación de líderes temibles.
      
        

Por eso estaba tan ocupado.
        
        

─Hippie, si no fuera tan listo, diría que luces como si necesitaras ayuda ─la voz burlona de Brutacio llegó a sus oídos, mientras acariciaba con sus dedos su para nada falsa y tupida barba.
     
         

El rubio miraba a su amigo pecoso trabajar desesperado, como si quisiera solucionar todos sus problemas en menos de lo que Gruñón podría caer dormido. Brutacio era un miembro del consejo, que en lugar de ayudar al joven jefe a disminuir sus problemas, prefería esparcir el caos junto a su hermana. Hiccup lo miró fijamente, y luego negó con la cabeza, de alguna forma, Brutacio consiguió calmar su ansiedad, momentáneamente al menos.
       
         

─Me alegra que seas tan listo ─respondió con una sonrisa de lado, mientras le señalaba a uno de los vikingos un camino alternativo sobre su mapa, este mismo agradeció, y se retiró con una enorme sonrisa satisfecha─. ¿Y el informe que te pedí?
      
          

─¿Cuál informe? ─interrogó, alejando las manos de su barba tras ver que Hiccup lo fulminaba con la mirada─. Ah, ese informe… Sigue sin haber respuesta, aunque no lo culpo por no querer responder, dicen que se divorció de su tercera esposa.
         
           

Hiccup ahogó un jadeo tras escuchar la desafortunada noticia, decidió no indagar más en el tema, pero incluso si hubiese querido saber más, Patón llegó con un informe sobre su actual situación económica, interrumpiendo la conversación.
     
        

─Parece que es suficiente ─dijo Hiccup tras analizar el presupuesto que tenían para comerciar─. Que sea una centena.
      
         

─A la órden, jefe. ─Aún no se acostumbraba al honorífico.
         
         

Valka, que aún seguía allí, miraba como su hijo no había probado un bocado de su desayuno, y se concentraba en acabar con sus deberes primero. Ella estaba preocupada, Hiccup era un líder especialmente responsable, se tomaba su trabajo en serio, y era obvio, su principal problema era que quería tener a todo su pueblo satisfecho. Pero olvidaba que también debía hacerse responsable de sí mismo.
        
          

Brutacio miró a Valka, quien trató de decirle con un extraño lenguaje de señas que su desayuno se estaba enfriando, Hiccup necesitaba desayunar o comenzaría a desarrollar malos hábitos alimenticios. Brutacio hizo una mueca, miró el plato que tenía un pan con algo de huevo revuelto, y luego le sonrió a Valka, como si tuviera todo bajo control.
      
         

─¡Hiccup, comete esto! ─exclamó Brutacio, tomando el pan rápidamente para meterselo a la boca a la fuerza.
    
        

Hiccup frunció el ceño, alejó la mano de Brutacio, mordió el pan, y comenzó a masticar. Valka puso los ojos en blanco, aunque fue demasiado brusco, al menos consiguió hacerlo comer algo.
      
       

─¿Sabes? Me ayudarías más si asistieras a Patapez a terminar el nuevo manual de dragones ─le dijo, dándole otro bocado a su pan, el hambre sin duda pudo interrumpir su trabajo, y próximamente se halló devorando su plato.
       
          

─¿Escribir y leer? Hiccup, saltarte el desayuno definitivamente te volvió loco ─respondió el rubio negativamente, mirándolo como si lo hubieran insultado.
     
       

Otro vikingo se acercó a él, e informó brevemente sobre un reciente accidente, donde unos edificios se destruyeron. Hiccup tomó un vaso con agua, bebió hasta el fondo, e hizo una pausa para redibujar los nuevos planos.
    
        

─Reubiquen el edificio por… aquí ─señaló Hiccup, después de entregar planos detallados.
      
         

─Hiccup, no quiero ser yo quien arruine tu día, pero ahora estoy convencido de que tienes… ─Brutacio se detuvo, el resto del concejal lo observó.
    
       

─¿Problemas capilares? ─cuestionó Patapez, tratando de completar la frase de Brutacio.
     
        

─¿Solo una pierna? ─dijo Brutilda, causando que los demás ahogaran un jadeo─. Ay, ¿qué? Es cierto.
     
         

─¿Muy poca belleza? ─dijo Patán, levantando su barbilla con aires de grandeza.
     
       

Astrid llevó sus dedos al puente de su nariz con irritación, y después fulminó con la mirada al trío de tontos que mencionó todo menos la situación actual de Hiccup.
      
        

─Tienes demasiado trabajo ─completó Astrid, cruzándose de brazos con una sincera preocupación.
         
           

─Sí, justo eso, gracias, Astrid. ─Brutacio sonrió de oreja a oreja.
      
         

Hiccup rellenó su vaso con agua, y antes de siquiera responder todo lo que dijeron sus compañeros, bebió todo lo que necesitó. Ya que hubo un silencio incómodo, Bocón se introdujo sin permiso a la conversación.
     
       

─Tus problemas se acabarían si hablaras con _______________. ─Bocón alza la voz al momento de pronunciar su nombre.
         
         

El grupo de jóvenes frunció el ceño, casi ahogaron gritos de sorpresa. El desagrado no tardó en llegar, ese nombre pertenecía precisamente al tipo de persona que todos acordaron jamás volver a mencionar. Incluso los dragones dejaron de comer solo para mirar a Bocón. _______________ el innombrable acaba de ser nombrado. Todos estaban convencidos que su ayuda, en lugar de aliviar sus frustraciones, solo terminarían por darle jaqueca al jefe, al concejal, y a sus dragones juntos. 
      
          

─Bocón, viejo, no sé si lo recuerdas, pero… _______________ Blomsttorner no tiene ese apellido solo porque sí ─comentó Brutilda, cruzándose de brazos.
    
         

─Su apellido significa literalmente “flor con espinas” ─afirmó Patapez; los apellidos no se dan solo porque sí, se ganan a través de las acciones.
      
          

Él es todo lo que no necesitamos en este momento ─expresa Patán, abrazándose a sí mismo tras recordar lo que era capaz de hacer ese hombre.
     
        

─¿Por qué Hiccup, según tú, debería hablar con él? ─Astrid pronunció ese «él» con una repugnancia particular.
      
         

─Porque él es el nuevo archivólogo ─respondió Bocón como si fuese obvio, dándole un gran trago a su tarro de cerveza fría.
        
         

─¿Qué? ─dijeron al unísono.
       
         

─¿Y el señor Wu? ─interrogó Hiccup con incredulidad.
     
       

─Se jubiló ─informó el herrero, mirando el fondo de su tarro, ya que por error terminó por escupir uno de sus dientes─. Su hijo heredó el puesto hace unos años.
      
        

─Bueno, eso explica porqué no respondía las cartas ─menciona Brutacio con una sonrisa.
      
        

Hiccup no podía creerlo, por meses trató de contactar con el dichoso archivólogo en busca de su ayuda, y para su mala fortuna, esos mensajes nunca llegaron porque resulta que el hombre se había jubilado. Entonces, ¿quién ha estado recibiendo sus solicitudes? Su piel se erizó de solo pensar que _______________, esa víbora venenosa, ha leído todas y cada una de sus cartas con esa molesta sonrisa de superioridad que lo caracteriza, a sabiendas de su desesperación, conociendo de antemano las complicaciones que Berk está enfrentando. Los vikingos vieron a su jefe llevar las manos a sus sienes.
    
         

─Él no puede ser la mejor opción que hay… ─Patapez trató de ser optimista─. ¿O sí?
    
       

Bocón iba a abrir la boca con una sonrisa, pero ningún sonido salió, evidenciando que no había mejor opción que _______________. Eret pasa caminando, y al anciano Bocón se le ocurre la grandiosa idea de detener su camino para solicitar un poco de sabiduría.
        
        

─Niño, ¿conoces a Olaf Wu? ─cuestiona Bocón en voz baja, Eret asiente una vez con confusión─. ¿Tiene más hijos?
    
        

─Olaf Wu, el hijo de Lü Yang y Mei Wu… ─murmura Eret, haciendo su mejor esfuerzo para recordar todos los detalles que conoce sobre la familia─. No lo creo, aunque ha tenido muchas esposas, solo ha conseguido tener un hijo con una de ellas, la difunta Ingrid, después de ella, dicen que perdió todo el interés en tener más herederos…
     
         

¿Cómo es que Eret conoce a todo el mundo? Se preguntaban los vikingos.
     
         

─Hiccup, solo te queda una opción… ─dijo Patán con un tono de voz serio─. Debes sentenciarlo al exilio.
      
       

Brutacio y Brutilda se carcajean, la idea de Patán suena en extremo divertida. Bocón le lanza un trozo de hueso de pierna de pollo al joven, haciéndolo reaccionar.
       
        

─Olaf fue un grandioso consejero, Estoico siempre habló bien de él. ─Valka intervino en la conversación, pero su mirada estaba atenta a Brincanube, quien recibía caricias de su parte.
     
        

─Su hijo es un problema ─afirmó Patapez, y luego bajó la voz─. Él odia a los dragones…
    
      

Algunos dragones voltearon a ver a Patapez con incredulidad, entendieron el mensaje, y no les gustó en lo absoluto.
      
       

─Cuando Olaf se jubiló, anunció que abandonaría Berk… _______________ pudo acompañarlo, pero decidió no hacerlo ─relató Bocón, añadiendo datos al argumento de Valka.
     
       

─Puede que no le guste nuestro estilo de vida, pero se toma en serio su trabajo ─Patón intervino en la conversación para defenderlo, él conocía al chico desde que era solo un bebé─. Además… No pueden culpar al pobre, tuvo una experiencia desagradable una vez.
     
         

La mirada del padre de Patán se tornó sombría, el único que guardaba en su memoria un fragmento del pasado demasiado traumático para volver a mencionar. Los adultos prefirieron callar esta vez, no iban a indagar más en ese tema, porque la conclusión seguiría siendo la misma: Deben hablar con _______________.
       
         

¿Pero por qué es tan importante la labor del archivólogo? Como tal, no poseen habilidades que puedan ayudarlos en el campo de batalla, sus propias peleas están en las bibliotecas, atendiendo archivos, libros, pergaminos, mapas, cada trozo de papel con algún garabato tiene su propio valor dentro del salón de la archivología. ¿Y qué es lo que contiene un trozo de papel aparentemente inútil? Información, el conocimiento es poder, dicen por ahí, y es cierto, el conocer te da el poder de decidir, aquel que no conoce nada, está destinado a permanecer en un bucle infinito y sombrío de esclavitud. Pero no pretendo filosofar, al menos no ahora, sucede que los archivólogos son capaces de restaurar cualquier archivo a su estado original, para lograr tal cosa, se debe conocer el tipo de papel, cómo se creó, en qué fecha, quién lo escribió, el mismísimo contenido, las cubiertas de los libros, vaya, cada ínfimo detalle.
     
          

Estamos hablando de los verdaderos bibliófilos, aquellos que viven por y para la preservación de la información, eruditos accidentales, que se enfrentaron a cada párrafo que todo archivo tuvo que ofrecer. Así que sí, incluso si su trabajo era simplemente ser los guardianes de los archivos, naturalmente debían conocer el contenido. Libros sobre guerra, cultura, lenguas, religiones, enciclopedias, grimorios, mapas, historias, monarquías; fue su conocimiento lo que puso en venta Olaf Wu cuando llegó a Berk, ¿el pago? Protección, y una cálida vivienda para sus amados archivos.
      
        

Olaf tenía su propia historia, demasiado larga para recordarla ahora, simplemente ayudó a restaurar más libros del que los berkianos pudieron contar con los dedos, sugirió un método jerárquico único para su época, organización y administración eran dos palabras que encajaban con él a la perfección… Al igual que borracho, o viejo cascarrabias. Finalmente, fue de gran ayuda para Estoico, era un hombre brillante, un genio de la estrategia, pero era tan débil como un cebollín, daba pena incluso.
      
        

En fin, Olaf tuvo sus motivos para quedarse en Berk, pudo largarse a continuar su viaje por el mundo, en busca de tentadores nuevos conocimientos, pero decidió no hacerlo, embarazó a una mujer… Sí, ese loquillo de metro sesenta logró conquistar a una mastodonte de metro noventa, ¿cómo lo hizo? Nadie sabe, simplemente sucedió. Su segundo motivo, fue que le gustaban las libertades que tenían los nórdicos respecto a sus tierras, eran justos, y lo más importante, uno de las regiones más limpias que ha visto, ha viajado por las zonas más cálidas de Europa, y qué peste. Sin mencionar que tenían una moral asquerosa, toda la grandeza del hombre se basaba en el machismo, y Olaf detestaba a todo aquel que despreciaba a las mujeres, porque él, personalmente, adoraba la feminidad cual dios de la cosecha.
     
       

Cuando _______________ nació, decidió que quería dejar sus viajes para después, primero debía criar a un gran sucesor. Viviría feliz con su familia para siempre, o eso creyó, fue ingenuo.
     
       

─Patapez, no sé porqué te cae mal, él ha leído tantos libros como tú… Más que tú incluso, diría yo ─menciona Bocón, tratando de encontrar una actividad en común entre los jóvenes, una característica, un hobbie, algo que los ayude a simpatizar─. Es un chico listo, Ígor me dijo que habla más de dieciséis idiomas.
     
        

─Sí, habla nórdico, y también quince tipos de estupidez ─Brutacio no la soltó, no pudo desperdiciar la oportunidad de molestar.
    
       

Sus amigos rieron, la broma fue bien recibida.
     
      

─¿Podríamos…? No sé, ¿dejar de hablar de _______________, por favor? ─suplicó Hiccup, juntando sus palmas mientras los miraba seriamente.
     
        

─Ahh, aquí viene ─murmuró Bocón, bebiendo el último trago de su tarro, e inflando las mejillas en busca de su diente perdido.
     
         

─No quiero sonar exagerado, pero él me odia… El sentimiento es mutuo, por supuesto ─habló el castaño, comenzando a caminar por el salón, de un lado a otro, en círculos─. Es un pésimo perdedor, siempre que le gano en una batalla me acusa de hacer trampa… Soy ingenioso, ¿es mi culpa? Sí, quizás sí, pero, oigan, ¿han visto esos zapatos que usa? Ahh, me dio una patada con una de esas una vez, fue horrible…
    
        

─Recuerda que se la regresaste ─dijo Astrid─. ¿Quién hubiera adivinado? Una cubeta de agua y uno de tus inventos fueron suficiente para hacerlo encerrarse en su casa por meses.
    
      

─No fue el agua lo que le molestó, creo que fue el hecho de que pudimos ver su ropa interior ─mencionó Brutacio, soltando unas carcajadas al recordarlo.
    
       

─Jamás había visto un trasero tan redondo, casi sentí envidia ─bromeó Patán, soltando risas que poco a poco se desvanecieron, pues a nadie le causó gracia la mención de su trasero.
    
        

─Me das asco ─confesó Brutilda con una mueca.
    
        

Hiccup y ______________ se conocieron desde pequeños, intentaron llevarse bien, pero hubo una chispa de odio que se encendió en algún momento de su crecimiento, una que no se apagó, y le prendió fuego a la hoguera de su enemistad. Son enemigos jurados, o al menos lo fueron hace unos cinco años. Como se dijo, después de esa última pelea, _______________ se encerró en la torre de los archivos de Berk, para nunca más ser visto.
      
      

─Yo creo que es momento de dejar el pasado atrás, y seguir adelante, es momento de madurar, Hiccup ─Bocón siempre era la voz de la razón en ocasiones como esta─. Y madurar es, entender que en la vida vas a tener que forzarte a convivir con personas que no te agradan por un bien mayor, si no puedes hacer algo tan sencillo como eso, solo eres un niño jugando a ser un adulto.
    
        

Bocón ganó, y lo sabe. Con solo ver al resto de los vikingos asentir, Hiccup entiende que se le acabaron los argumentos, empieza a meditar seriamente su situación: Por un lado, está su responsabilidad como jefe, y por el otro, está su propia salud mental, puede obtener una, pero no ambas, y si elige una entonces perderá la otra, el problema es que necesita las dos.
     
         

Este será un largo día de meditación para Hiccup.

El arte de las letras, esa es una de sus virtudes, pero poder leer es uno de sus mayores placeres, a ese jóven erudito poseedor de una piel __________, que cuidaba como si fuesen piezas de porcelana, lo sometían a una prueba divina, ¿cuánta paciencia puede tener ese pobre ser de cabellos _________? Su ceño fruncido lo dice todo, no es un hombre muy paciente.
     
       

Sus dedos acarician la cánula alargada de su pipa, y lleva la fina boquilla a sus labios, da una calada profunda, se detiene a ojear su oficina, solo para exhalar el humillo dulzón lentamente. Ni siquiera los opioides que mantienen su mente al borde del colapso en órden, logran apaciguar su furia. Sus ojos _______ se encienden, alguien va a ser despedido hoy, todo el mundo está al tanto de eso.
    
        

─¡Kaira! ─exclamó firmemente, sentado sobre su escritorio, y mirando desde arriba a sus pobres empleados que temblaban de rodillas en el suelo frío, la pobre jovencita apenas podía moverse, estaba tensa.
    
        

─¡Señor! ¡Sí! ¡Señor! ¿¡Q-Qué puedo hacer por usted?! ─respondió con la voz temblorosa, acercándose un poco, y enderezando la espalda, sin atreverse a mirarlo a los ojos: dicen que se enoja más de hacer lo contrario.
      
          

Sus compañeros se compadecen de ella, como pidiendo por su alma desafortunada, para su mala suerte, su jefe se percata de sus expresiones, o quizá es un psíquico, a este punto consideran todas las opciones posibles, él siempre sabe lo que están pensando. Él los fulmina con frialdad, provocando que desvíen la mirada.
      
          

Ese hombre que viste sus túnicas importadas más finas, mismas que decide usar mal con el propósito de confundir a sus enemigos —una túnica mal puesta, desemboca en pecho y piernas descubiertas—. Ese frívolo hombre que no temía descansar sus posaderas sobre una mesa de origen desconocido, quizá se trataba de un tallado bizantino, o quizá estaban equivocados, y era de origen abasí, nadie sabía. Aquel que mantenía un orden en su desorden. Ese hombre era dueño de esa impresionante oficina repleta de tesoros, obsequios de amables nativos de diferentes ciudades, naciones, imperios, o pequeñas aldeas alrededor del mundo.
       
         

Un enorme salón de paredes y techo altos, con una típica arquitectura y tallado nórdico, sin embargo, el interior era una combinación de muchas culturas, el paraíso de los viajeros; libreros, un regalo amable por parte de algún noble selyúcida, plumas y lápices, regalos de algún carolingio, oh, los papiros más finos que pudieron ofrecer unos humildes mercaderes fatimíes, vaya, podrían seguir con la lista de sus tesoros, pinturas, sillones, telas, libros, rollos, mapas, tenía de todo.
     
         

Su colección de archivos y libros está ordenada en los muebles, y de manera hermosa, por supuesto. Entre todas sus cosas, destaca una escalera común, con ruedas en la base que ayudan a transportar la misma alrededor de la gran sala.
     
        

Ah, sí, ______________ Blomsttorner, era una belleza de hombre, excepto cuando estaba molesto, lo cual era el cien por ciento del tiempo.
     
       

─¿Qué es lo que pusiste en mi escritorio? ─interrogó, señalando con el hornillo de su pipa el papeleo entregado por Kaira.
    
       

Ella estaba a punto de hablar, pero el intenso olor del humo la hace cerrar los ojos, retiene el aire en su interior para no respirar de más. Otro misterio que giraba a su alrededor, ¿qué eran esas plantas secas que se quemaban en su hornillo? ¿Tabaco solamente? No olía a tabaco.
      
       

─¡Es el reporte de hoy, mi señor! ¡E-El que me pidió hacer cada mes sobre los movimientos del jefe Hiccup! ─respondió rápidamente, jugueteando con sus cabellos negros, y evitando que sus ojos azabache se cruzaran con los de su jefe─. ¡H-Hay problemas con el invierno, aunque el jefe Hiccup se está encargando estupendamente, inventó una extraña cosa para mantener el calor dentro de las casas, p-pero también hay cosas malas, hay demasiadas personas, y hace poco trajo a nuevos drago...
    
      

Ella ya ha hablado demasiado, ______________ le muestra su palma, y es suficiente para que ella guarde silencio.
    
        

Sus cabellos son largos, tan largos que llegan a sus muslos, pero son amarrados perezosamente por una horquilla. Peina hacia atrás algunos de sus mechones rebeldes con sus manos, que poseen unos cuantos anillos de garra en sus dedos, piezas valiosas de joyería que solo lo hacían ver más intimidante.
      
         

─Creí haber solicitado que esa clase de reportes se entreguen… Por privado ─aclaró primeramente, para dejar su informe apartado de los demás─. Este error podría costarte tu posición, sin embargo, eres la única mujer en el equipo, y por consiguiente, el cerebro entre toda esta multitud de hombres inútiles… Me agradas, así que lo dejaré pasar.
    
        

¿Eso es agradarle al jefe? Casi la despide por olvidarse de algo tan pequeño.
    
       

─¡A-Agradezco su consideración, señor! ─ella exclamó, y regresó a su posición original.
     
       

________________ miró a los demás, un grupo de hombres que daban vergüenza como vikingos, pero lograron ser útiles en los batallones dentro del archivero. La única gentileza que tenía —si es que alguna vez fue poseso de alguna— se esfumó en el aire como el humo de su pipa, su expresión dejó de ser simplemente un ceño fruncido, ahora su labio también se notaba irritado. Su personalidad era así, iba de camino a ser igual a su padre: un anciano terco y cascarrabias. Aunque se moderaba con las mujeres, trataba de no ser tan desalmado.
      
          

─Egil ─lo llamó, y este mismo entregó su reporte a las manos de otro de sus asistentes─. Tu reporte de hoy, resumido.
     
        

Dejando de lado a Kaira, que se encarga no sólo de los asuntos interiores y exteriores del edificio, sino también de reportarle las actividades del jefe, Egil, por su parte, tenía un trabajo mucho más importante, la lista de los archivos que han sufrido daños, y los que han sido restaurados, aunque no le guste admitirlo, es bueno arreglando cosas, y muy bueno organizando nuevos sistemas de órden.
     
          

─Sí, jefe ─responde Egil, arrastrándose de rodillas hacia el frente─. Esta semana me encargué personalmente de restaurar más de diez archivos viejos, esos que le estaban dando jaqueca, los que estaban en la primera estantería en la sección de historia, fue un trabajo duro, pero lo hice tan bien que estará orgull…
   
      

Dos vikingos de estatura baja cubren sus labios al mismo tiempo, gemelos, dos pequeños diablos, los perritos falderos de _______________. Su historia es desgarradora, dos esclavos abandonados a su suerte para morir ahogados en un velero triste y agujereado, —nadie deseaba ser dueño de gemelos con deformidades, ni siquiera sus padres les tuvieron piedad—, llegaron a Berk por pura suerte, dos pobres iletrados y casi muertos de hambre, hasta que el jefe los encontró, les salvó la vida, los alimentó, y los crió como sus esclavos, quiero decir, hermanos. Eran fieles a su maestro, demasiado para su propio bien.
      
       

─Egil, muchacho, hablas demasiado, fufufu ─susurra, su nombre es Oleg, el menor, con una joroba prominente, el rostro contrahecho, detesta levantar la voz, prefiere susurrar.
    
       

─Shhh ─repite el mayor, Olsen, con las mismas características; ambos son pelirrojos, es una lástima, prefirieron raparse la cabeza antes de dejar salir cualquier hebra rojiza.
      
       

Con una joroba prominente, y esa estatura que apenas supera el metro veinte, engañaban fácilmente a los ojos comunes, pero su fuerza era superior a lo que se creía, como la de un berserker. Asistentes personales de ______________, su fuerza es bien aceptada, son útiles y obedientes, sus personalidades encajan bien con su papel de fieles sirvientes.
     
       

─Tu redacción ha cambiado, veo que has estado practicando ─menciona ______________, ojeando su trabajo mientras fumaba─. Pero tu letra sigue siendo patética, incomprensible, conozco a mocosos más aptos que tú.
   
       

El blondo Egil, cuyo rostro enrojece del enojo, frunce el ceño con irritación, y justo cuando estaba a punto de responderle algo, los gemelos lo sostienen de los brazos para que no se atreva a pelearse con el jefe. No cuidaban al mayor, no, cuidaban la bella frente de Egil, que se ganaría un golpecito si no tenía cuidado.
     
         

Continua leyendo con detenimiento, toma un pincel de su escritorio, y comienza a corregir el horrible escrito de su empleado.
       
        

─Val, ¿qué estás esperando? Tu reporte ─dice, sin apartar la mirada de las horribles letras que escribió Egil.
    
      

Vali, un hombre silencioso y lento como un perezoso, extiende una hoja que a simple vista presume una hermosa letra, cuidadosa ortografía y caligrafía. Si el jefe fuera conocido por permitir que sus empleados se dediquen únicamente a reforzar aquello en lo que son excelentes, entonces Vali no tendría la necesidad de hablar, sin embargo, todos saben que él no es esa clase de persona.
    
        

Aquel hombre de cabellos oscuros y visibles ojeras, es el más silencioso del edificio, no porque sea precisamente tímido, sino que posee un problema con la fluidez y la continuidad del habla. En pocas ocasiones llegan a escuchar su voz. Pobrecillo, desde niño fue abusado por los demás debido a su problema, desde entonces, el temor a ser herido nuevamente solo empeoró su condición, temía hablar y ser acosado nuevamente.
    
       

Aquí, el sufrimiento se reparte equitativamente, por lo que al del trastorno del habla, es obligado a hacer un reporte oral también.
     
      

─N-N-No ─expresó con dificultad, mientras trataba de señalar al rubio, como si tratase de indicar a qué se refería.
    
       

______________ levantó una ceja, sus ojos se asomaban del reporte de Egil hacia el rostro tímido de Vali. Bueno, al menos era piadoso y no lo ponía más nervioso.
     
       

─¿No qué? ─espetó, entregándole su reporte corregido al joven rubio.
    
       

─E-E-En el… Tr-Tra-Tra-Tra… ─hizo una pausa para respirar─. ¡T-Trabajo! S-Sí… E-En el t-trabajo de… E-Egil… N-No hay error…
    
      

Vali lo mira con ojos brillantes, está orgulloso de haber podido pronunciar más palabras de lo usual, espera que su jefe haya notado sus esfuerzos, ha estado practicando en privado. ______________ estira una de sus comisuras, una minúscula sonrisa. Dios tiene a sus favoritos.
    
     

─Bien ─lo felicita─. ¿Y en general? ¿Cómo le va a mi querido archivero?
    
       

Pregunta trampa, nunca hay respuesta correcta.
    
       

Los gemelos notan que el hornillo de la pipa de su jefe se halla vacía, se acercan de rodillas, extienden una hermosa caja con más hierbas secas, y una vela. Él sonríe, sus manos acarician sus barbillas, cómo si fueran cachorros bien portados, uno de ellos incluso patea el suelo en repetidas ocasiones. Rellenan el hornillo y lo encienden, él le da una calada a la boquilla, y exhala sonriente.
     
       

─Bien ─dice, colocando una de sus piernas sobre la otra.
     
        

─M-M-Mal… T-To-Todo… E-Es-Est-Está mal ─comentó, su tartamudez se pronunció más─. H-Hay nuevas… A-Aportaciones… N-Nue-Nuevo or… o-orden.
    
      

─¿Qué dices? ─balbucea con incredulidad.
     
       

El rostro de ________________ se torna inexpresivo, con los ojos bien abiertos. Pobres almas desgraciadas, cuyos cuerpos han de temblar aterrados a sabiendas de lo que se avecina, están conscientes de quién es el culpable del desastroso estado del salón de archivística. El único que podía enrojecer el rostro de su jefe con su sola mención.
     
       

Por supuesto, sin ponerse de acuerdo si se trata de una reacción más bien amorosa, o lo que enciende sus mejillas al rojo vivo es la ira. Los grupos suelen dividirse, y pelean por la respuesta correcta.
     
       

─¡J-Jefe! S-Si me permite… Precisamente por eso le entregué primero mi reporte sobre… ─interviene Kaira, y luego se detiene cuando se percata de que debe hablar sobre el Jefe Hiccup, ella no quiere mencionarlo, sabe que lo único que logrará será ponerle más leña al fuego─. Él… E-Eh… Verá, sus nuevas aportaciones a Berk complicaron un poco nuestro órden… Otra vez…
     
        

Hiccup, su nombre rebota en su cabeza como un molesto eco. Aprieta la mandíbula, mientras su rostro se calienta a la par que su corazón se acelera.
    
       

─Reúnan a todos en el ala central… Yo me encargaré de esto. ─Su voz serena es todo menos tranquilizadora, es inquietante.
    
        

El grupo hace una reverencia veloz, y caminan rápidamente hacia la puerta, para retirarse con el propósito de dejar a solas a su jefe. Desconocen lo que piensa, pero tratar de averiguarlo solo es una pérdida de tiempo, es la manera más rápida de caer en la locura.
    
       

¿Qué es lo que piensa ahora mismo? Con esas mejillas rojas, temen encontrar la respuesta.

6429palabras
(ᴇsᴛᴇ ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ
ʜᴀ sɪᴅᴏ ᴇᴅɪᴛᴀᴅᴏ)

La descripción del
protagonista los hace
imaginar que es asiático,
tengo una explicación para
esto, porque no falta
el culiao nalgas cumeadas
que dice: Quw tiene q ver
los vikingos y asiáticos
en como entrenar a tu dragón

Chinga, es un fanfic.

Lo otro, en la tercera peli
está un wey que se
llama Chaghatai Khan,
que curiosamente el
nombre se parece al de
el otro vato que se llama
Chagatai Khan, el
hijo del conquistador
Gengis Kan. No voy a
explicar que fue de los
Mongoles y los Chinos,
investiguen ustedes.

Pero en fin, con las series
y la tercera película se
puede confirmar que existen
más territorios con otras
culturas diferentes.

El wey prota, o sea
ustedes, es un amargado de
mierda enamorado, fin.

Tiene genes asiáticos por
su papá todo meco y su
abuelo pendejo, también
es guapo como su mamá
que sí es de origen
escandinavo, pero no sacó
la fuerza de la mamá, solo
la agilidad, la mamá estaba
mamadísima.

Su apellido no es chino,
es vikingo¿ (no se como
decirlo)

Los apellidos de los vikingos
empezaron más siendo apodos,
por ejemplo, "Eret hijo de Eret"
Hijo de Eret es el apellido de Eret,
y quedaría como "Eretsson", era
un dato curioso que no pusieron
por el doblaje.

Otro ejemplo de otro tipo de
apellido, son los apodos, Estoico
el Vasto.

En el caso del protagonista,
_____________ Blomsttorner,
su apellido significa "____________,
la flor con espinas"

O sea que es lindo pero
mamón 😔✋

Otras cositas que quería comentar,
edité el capítulo, habrá menciones
de antiguas civilizaciones, imperios
antiguos, etc.
A decir verdad, no muchas de estas
coincidirán del todo, podrán ser
históricamente correctas, porque
las películas en sí datan de las fechas
800 a 1300 d. C.

En esas fechas existían imperios de
todo tipo, qué se harán mención
en el fanfic.

Así que de una vez aviso, sí
históricamente dos naciones no
tienen relación, o las fechas están
incorrectas, que se sepa que está
hecho así adrede, es ficción,
estoy mezclando muchas cosas,
déjenme ser 💀

Cambiando el tema,
Por acá el arte que usé
para la portada:

El personaje es de un
manhua, pero no conozco
el nombre del artista que
dibujó está belleza.

Igualmente, todos los créditos
están reservados.
(Sí alguien sabe como se llama
el manhua y conoce al artista,
me lo ponen en los comentarios,
porfa 👉👈✨❤)

Sin nada más que decir,
me despido.

Sabias palabras, mono

ATTE⨾ 02 ~

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