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Beom Tae Joo

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Desde que los doctores confirmaron el embarazo de T/N, la mansión Beom se transformó en un lugar aún más vigilado. Beom Taejoo, quien solía ser un hombre calculador y frío, se había convertido en un esposo sobreprotector. Nada escapaba a su control, desde la dieta de T/N hasta los horarios de sus revisiones médicas. Pero, con el paso de las semanas, algo extraño comenzó a suceder.

Primero fue un comentario de una empleada de la casa.

—Señor Beom ¿Se encuentra bien? Ha estado tocándose mucho el estómago últimamente.

Él la ignoró, pensando que era un hábito inconsciente. Luego vinieron los antojos: una noche, mientras trabajaba en su oficina, sintió un deseo incontrolable de fresas con crema. Para su propia sorpresa, ordenó que le trajeran un tazón a pesar de que nunca le había gustado el sabor dulce.

Las náuseas matutinas comenzaron días después. Al principio pensó que era estrés por las responsabilidades de la organización, pero cuando un médico lo revisó, declaró que estaba perfectamente sano.

—Es probable que esté experimentando algo llamado síndrome de covada, señor Beom —Dijo el médico con cautela—Es una condición en la que algunos hombres desarrollan síntomas de embarazo mientras sus parejas están gestando.

—¿Qué tonterías está diciendo? —Respondió Taejoo con incredulidad, pero una parte de él comenzó a dudar.

T/N, por supuesto, notó los cambios.

—¿Por qué tienes tantas ganas de comer cosas ácidas? —Le preguntó una noche mientras lo veía devorar un plato de encurtidos.

—¿Qué estás insinuando? —Respondió él, con el ceño fruncido.

—Que tienes antojos —Dijo ella, riendo suavemente.

El comentario la hizo reír, pero a Taejoo lo dejó pensativo ¿Podría ser cierto que estaba experimentando algo así?

...

Conforme avanzaban los meses del embarazo, los síntomas de Taejoo se volvieron más evidentes. Una tarde, mientras revisaban juntos un libro sobre cuidados prenatales, T/N lo vio sobándose el abdomen distraídamente.

—¿Te duele algo? —Preguntó ella con una mezcla de curiosidad y diversión.

—Es solo un calambre —Respondió con seriedad, como si fuera un asunto vital.

T/N no pudo contener la risa.

—Taejoo... ¿Estás seguro de que no eres tú quien está embarazado?

Él la miró con una mezcla de exasperación y afecto.

—Deja de burlarte —Gruñó, aunque su tono era más suave de lo habitual—Estoy sintiendo esto porque estoy conectado contigo.

Ella sonrió y lo abrazó.

—Eres adorable cuando tratas de justificar tus antojos y dolores.

...

Las cosas alcanzaron un punto crítico cuando Taejoo comenzó a tener cambios de humor drásticos. Una tarde, al ver que el florero de la sala estaba desordenado, exigió que lo arreglaran de inmediato.

—¡Esto es inaceptable! —rugió, mientras los empleados se apresuraban a complacerlo.

Cuando T/N lo enfrentó más tarde, su actitud cambió por completo.

—Perdón, no sé qué me pasó —Dijo con un suspiro, sentándose junto a ella—Siento que no puedo controlar nada últimamente.

—Es el síndrome de covada, Taejoo —Dijo ella, acariciando su mejilla con ternura—Pero no tienes que cargar con esto. Ya haces tanto por mí.

Él la miró fijamente, sus ojos grises llenos de una intensidad inquebrantable.

—Todo lo que te pase me afecta. Si estás incómoda, yo también lo estaré. Si estás feliz, entonces yo lo seré. Esto no es una carga, T/N. Es un privilegio compartir esto contigo.

Las palabras la hicieron llorar, y aunque él se mostró incómodo ante sus lágrimas, la abrazó con fuerza.

—Entonces, si yo como helado de menta con papas fritas ¿Tú también lo harás? —Preguntó ella con una sonrisa entre lágrimas.

—Por supuesto. Pero si intentas darme otra rebanada de pastel de durazno, me niego —Bromeó, provocando la risa de T/N.

...

Con el tiempo, T/N comenzó a notar que el síndrome de covada de Taejoo era una forma peculiar de demostrar cuánto la amaba. Aunque era algo inesperado y extraño, no podía negar que lo hacía aún más humano a sus ojos. Taejoo, el hombre que dominaba con mano de hierro su mundo, estaba dispuesto a sentir cada aspecto del embarazo con ella, aunque eso significara despertarse a medianoche con un antojo inexplicable o lidiar con una irritabilidad inexplicable.

—¿Sabes? —Dijo ella una noche mientras acariciaba suavemente su estómago abultado—Creo que serás un gran papá.

Él se inclinó para besar su frente, una sonrisa pequeña y sincera en su rostro.

—Y tú serás una madre increíble.

Ella cerró los ojos, sintiendo la calidez de su amor envolviéndola. Sí, este embarazo sería inolvidable, y no solo por el bebé que esperaban, sino también por la forma en que Taejoo lo vivía junto a ella.