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Beom Tae Joo
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El día había comenzado como cualquier otro en la mansión. T/N, como siempre, se encargaba de mantener todo en orden, a pesar de que ya no era necesario. Aún no se acostumbraba del todo a su nueva vida como la esposa de Beom Taejoo, y encontraba tranquilidad en mantenerse ocupada. Sin embargo, ese día algo no estaba bien. Una sensación de debilidad recorría su cuerpo, y su cabeza pulsaba con una presión creciente.
—Solo estoy un poco cansada, nada más —Se dijo a sí misma, ignorando el malestar mientras intentaba organizar algunas flores en el jarrón del salón principal.
A medida que las horas pasaban, el cansancio se transformó en un dolor agudo en las articulaciones, y su frente comenzó a arder. Sin embargo, T/N se negó a detenerse. No quería preocupar a Taejoo. Él ya tenía suficientes cosas en su agenda. Pero su cuerpo, finalmente, la traicionó. Mientras intentaba llevar una bandeja al comedor, sus piernas cedieron y el mundo a su alrededor se desvaneció en un remolino de calor y oscuridad.
Cuando despertó, la luz suave de la habitación iluminaba el rostro preocupado de Beom Taejoo. Él estaba sentado a su lado, sosteniendo una de sus manos entre las suyas. Había un ceño fruncido en su frente y una tensión en su mandíbula que delataba su preocupación.
—¿Qué estabas pensando, T/N? —Dijo, su voz baja pero cargada de reproche—Si no te sientes bien, me lo dices. No te esfuerzas hasta colapsar.
—No quería molestarte... —Murmuró T/N, su voz apenas un susurro.
Taejoo se inclinó hacia ella, su mirada intensa atrapando la de ella.
—Eres mi esposa. Nada de lo que te pase es una molestia para mí.
Ella trató de sentarse, pero Taejoo la detuvo suavemente, empujándola de vuelta a la cama con una mano firme pero cuidadosa.
—No. Tú no te mueves de aquí —Ordenó—El médico ya vino y dijo que tienes fiebre alta. No voy a permitir que te pongas peor.
—Pero hay cosas que hacer... —Intentó protestar, aunque su cuerpo débil no apoyaba sus palabras.
—Todo puede esperar —Interrumpió Taejoo, su tono innegociable—Y si alguien necesita algo, se las arreglarán sin ti.
Durante los siguientes días, Taejoo se aseguró de que T/N estuviera completamente cuidada. Personalmente supervisó cada detalle, desde las comidas que le traían hasta los remedios que debía tomar. A pesar de su usual comportamiento frío y autoritario, se volvió sorprendentemente atento.
—Aquí, toma esto —Le dijo una tarde, mientras le ofrecía una taza de té caliente—Es para la fiebre.
T/N lo miró con una mezcla de gratitud y asombro. Nunca había visto ese lado de él antes. Taejoo, el hombre que inspiraba temor en todos a su alrededor, estaba sentado a su lado, alimentándola y asegurándose de que estuviera cómoda.
Una noche, mientras T/N dormitaba, sintió una mano acariciando su cabello con una ternura inesperada. Abrió los ojos para encontrar a Taejoo observándola.
—¿Qué pasa? —Preguntó, su voz ronca por la enfermedad.
—Estaba pensando en lo frágil que puedes ser a veces —Dijo, con una leve sonrisa—Pero también en lo fuerte que eres. Cuidas de todos, incluso cuando no tienes por qué hacerlo. Ahora es mi turno de cuidar de ti.
T/N sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas. No estaba acostumbrada a recibir tanta atención, y mucho menos de alguien como él.
—Gracias Taejoo —Susurró, su voz cargada de emoción.
—No tienes que agradecerme nada —Respondió él, inclinándose para besar su frente—Solo prométeme que no volverás a ocultarme cuando no te sientas bien.
Ella asintió, sintiéndose más segura y querida que nunca. En ese momento, comprendió que, aunque Taejoo era un hombre temido por muchos, para ella siempre sería su protector y compañero, dispuesto a hacer lo que fuera necesario para verla bien.
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