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Beom Tae Joo
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El día había llegado. El sol brillaba con una calidez suave sobre el jardín de la majestuosa residencia Beom, decorado con un lujo que dejaba sin aliento. El aroma de flores frescas llenaba el aire, mientras las luces colgantes titilaban suavemente bajo la brisa primaveral. Era una escena digna de cuentos de hadas, aunque la historia de amor entre T/N y Beom Taejoo era todo menos convencional.
T/N no podía evitar mirarse en el espejo con incredulidad. El vestido de novia que llevaba era una obra de arte, confeccionado especialmente para ella. La seda blanca abrazaba su figura con delicadeza, decorada con bordados en hilo de plata que imitaban ramas de cerezo en flor. La tiara de diamantes sobre su cabello recogido era un recordatorio tangible de cuánto había cambiado su vida. Atrás quedaban los días de limpiar pisos y planchar camisas; ahora era la esposa del hombre que alguna vez había visto como un jefe inalcanzable.
—Señorita T/N ¿Está lista?—Preguntó una de las asistentes que había sido asignada para ayudarla ese día.
T/N asintió, aunque su corazón latía con fuerza—Sí, lo estoy.
Mientras caminaba hacia el jardín donde se llevaría a cabo la ceremonia, un torrente de recuerdos la invadió. Recordó el día que comenzó a trabajar para Beom Taejoo, su frialdad y autoridad imponían respeto inmediato. Recordó también cómo, con el tiempo, había logrado ver más allá de su exterior serio, descubriendo a un hombre que la cuidaba de formas silenciosas pero profundas. Nunca habría imaginado que aquel jefe que la trataba con una mezcla de distanciada atención y respeto terminaría siendo el amor de su vida.
Cuando llegó al altar, todo pareció detenerse. Beom Taejoo estaba allí, vestido con un impecable traje negro hecho a medida. Su cabello negro brillaba bajo el sol, y sus ojos grises la miraban con una intensidad que le quitaba el aliento. Por un instante, su rostro serio pareció suavizarse. No había palabras, pero en esa mirada T/N pudo leerlo todo: orgullo, amor y la promesa silenciosa de protegerla siempre.
El oficiante comenzó la ceremonia, pero T/N apenas podía concentrarse en las palabras. Sus pensamientos estaban centrados en Taejoo, en cómo había cambiado su vida de maneras que nunca había imaginado. Cuando llegó el momento de intercambiar votos, la voz firme de Taejoo rompió el silencio.
—T/N, cuando entraste a mi vida, no sabía lo que significaría para mí tenerte cerca. Tu lealtad, tu dulzura y tu fortaleza han hecho que un hombre como yo, que siempre ha vivido en la oscuridad, encuentre un rayo de luz. Prometo cuidarte, protegerte y amarte todos los días de mi vida.
Las palabras de Taejoo resonaron profundamente, no solo en T/N, sino en todos los presentes. Cuando fue su turno de hablar, T/N tomó aire, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con caer.
—Taejoo, nunca imaginé que la vida me llevaría hasta aquí. Has sido mi roca, mi refugio y mi mayor bendición. Prometo estar a tu lado en los momentos buenos y malos, y amarte con todo mi corazón, siempre.
El silencio que siguió fue roto por el "Acepto" firme de Taejoo y el "Acepto" emocionado de T/N. Cuando finalmente se besaron, el mundo pareció desvanecerse. Para ellos, en ese momento, solo existían el uno para el otro.
La recepción fue una celebración digna de la familia Beom. El lujo y la elegancia estaban en cada detalle: desde los candelabros de cristal hasta las bandejas de plata llenas de los más exquisitos manjares. Sin embargo, lo que más llamó la atención de los invitados fue la forma en que Taejoo, conocido por su frialdad y distancia, no se separó de T/N en ningún momento. La miraba con adoración, como si fuera el único tesoro que importaba en su vasta fortuna.
Cuando la noche llegó a su fin, Taejoo llevó a T/N en brazos hasta su habitación. La miró con una mezcla de ternura y deseo que hizo que el corazón de T/N se acelerara.
—Eres mi esposa ahora. Mi reina. Y haré todo para que seas feliz.
T/N acarició su rostro, sonriendo con una mezcla de amor y gratitud—Y yo haré todo para ser digna de ti, Taejoo.
Aquella noche, el jefe de la mafia y su reina celebraron su amor en la intimidad de su hogar, dejando atrás las sombras del pasado y abrazando un futuro juntos. Porque, aunque sus caminos habían comenzado en lugares muy diferentes, ahora eran uno solo.
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