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Beom Tae Joo
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El día comenzó como cualquier otro en la mansión. Los primeros rayos del sol se filtraban a través de las cortinas de encaje, llenando los pasillos con una luz suave y dorada. T/N ya estaba despierta desde antes de que el reloj marcara las seis de la mañana. Su rutina era metódica: arreglar su uniforme, atar su cabello y asegurarse de que todo estuviera en orden antes de empezar con las labores diarias.
Sin embargo, había algo diferente en el aire. Hoy era su cumpleaños. Aunque nadie en la mansión parecía recordarlo, ella misma se lo había recordado al mirar el pequeño calendario en su mesita de noche esa mañana. No era algo que soliera celebrar; después de todo, había crecido acostumbrada a que este día pasara desapercibido. Pero una pequeña parte de ella, un rincón escondido de su corazón, deseaba que este año fuera diferente.
Mientras se dirigía a la cocina, algunas de sus compañeras criadas que habían llegado temprano la saludaron con entusiasmo.
—¡Feliz cumpleaños T/N! —Exclamó una de ellas, abrazándola con una sonrisa sincera.
T/N parpadeó sorprendida, pero correspondió al abrazo con una sonrisa tímida.
—Gracias... No era necesario.
Otra criada, que siempre había sido más cercana a ella, se acercó también—¿Harás algo especial hoy? Quizás podrías tomarte el día libre...
T/N negó con suavidad mientras tomaba un paño para empezar a limpiar una de las mesas.
—No, no hay necesidad. Es un día como cualquier otro. Además, tengo mucho que hacer.
Las criadas intercambiaron miradas antes de regresar a sus labores, aunque una de ellas suspiró con cierta tristeza. T/N continuó con su trabajo, intentando no pensar demasiado en su cumpleaños.
El día transcurrió como siempre: largas horas dedicadas a mantener la impecable mansión en perfecto estado. Sin embargo, por mucho que intentara distraerse, T/N no podía evitar que un leve sentimiento de melancolía se instalara en su pecho.
Por la noche, cuando el sol ya había desaparecido y la mansión estaba sumida en una cálida penumbra, T/N estaba terminando de organizar el comedor principal. Las velas en los candelabros arrojaban sombras danzantes sobre las paredes, creando un ambiente casi mágico. Fue entonces cuando escuchó pasos firmes resonando en el pasillo. Reconoció de inmediato el sonido: era Beom Tae-Joo.
Su corazón dio un leve vuelco al verlo entrar al comedor. Su figura imponente destacaba bajo la luz tenue, con su traje perfectamente ajustado y su mirada penetrante, que parecía captar cada detalle del entorno. Había algo en él que siempre lograba ponerla nerviosa, aunque nunca lo admitiera.
—T/N —Su voz resonó profunda y autoritaria—Ven conmigo.
T/N parpadeó, confundida por la orden repentina—¿A-ahora mismo, señor?
—Sí. Ahora mismo.
No había espacio para dudas en su tono. T/N dejó el trapo que sostenía y asintió, siguiendo al jefe fuera del comedor. Su mente estaba llena de preguntas, pero no se atrevió a hacer ninguna.
—Ve a cambiarte —Ordenó él al llegar al vestíbulo—Ponte algo cómodo pero presentable.
T/N asintió rápidamente y subió las escaleras hacia su habitación. Cerró la puerta y se quedó mirando su reflejo en el pequeño espejo de la cómoda. No tenía muchas opciones en su guardarropa, pero encontró un sencillo vestido de tonos claros que había guardado para ocasiones especiales. Era modesto, pero bonito, y resaltaba su naturalidad. Con el cabello arreglado rápidamente y un toque de perfume, se sintió lista.
Cuando bajó al vestíbulo, Beom la esperaba junto a la puerta principal. Su mirada evaluadora la recorrió de pies a cabeza, y por un momento, ella pensó haber visto una ligera curva en sus labios, casi como una sonrisa.
—Perfecto —Dijo sin dar más explicaciones, antes de abrir la puerta para que ella pasara.
El trayecto en auto fue silencioso, pero no incómodo. T/N miraba por la ventana, preguntándose a dónde la llevaba el jefe. Cuando finalmente llegaron, sus ojos se abrieron con sorpresa. Frente a ellos se alzaba un restaurante elegante, iluminado por suaves luces doradas que parecían brillar como estrellas.
—¿Aquí? —Preguntó ella, sintiéndose un poco fuera de lugar.
—Sí. Vamos.
Entraron, y un mesero los guió hacia un área privada. La decoración era sofisticada, con muebles de madera oscura, manteles de encaje y una iluminación cálida que creaba un ambiente íntimo. T/N se sentó con nerviosismo, sintiendo que no encajaba en un lugar tan lujoso.
—No te preocupes por cómo te ves —Dijo Beom con un tono más suave de lo habitual—Estás hermosa.
Las palabras la tomaron por sorpresa, y sus mejillas se tiñeron de un ligero carmesí. Bajó la mirada, intentando ocultar su sonrisa. Mientras ella se acomodaba, un mesero entró con un carrito. Sobre él había un pequeño pastel decorado con flores de crema y una bandeja con la comida favorita de T/N. Sus ojos se llenaron de sorpresa al ver aquello.
—¿Cómo supo...? —Preguntó, mirando a Beom.
—No subestimes lo que puedo averiguar, T/N.
La cena transcurrió en un ambiente tranquilo. T/N se relajó poco a poco, disfrutando de los sabores y de la compañía inesperadamente cálida de Beom. Cuando terminaron, él sacó una pequeña caja y la colocó frente a ella.
—Esto es para ti. Feliz cumpleaños.
T/N lo miró, sorprendida, antes de tomar la caja con cuidado. Al abrirla, encontró un collar hermoso y elegante, con un diseño que brillaba bajo la luz.
—Es... es precioso —Susurró, sus dedos temblando mientras lo sostenía.
Beom se levantó de su asiento y se colocó detrás de ella. Tomó el collar con delicadeza y lo abrochó en su cuello. Su toque fue suave, pero firme, y T/N no pudo evitar contener el aliento.
—Te queda perfecto —Murmuró, inclinándose ligeramente para mirarla a los ojos a través del espejo de la pared cercana.
T/N llevó una mano al collar, sintiendo la delicadeza del diseño—Gracias, señor. No sé qué decir...
—No necesitas decir nada. Solo disfruta de tu noche.
Mientras regresaban a la mansión esa noche, T/N no podía evitar sonreír mientras acariciaba el collar en su cuello. El día había sido completamente inesperado, pero de alguna manera, se sentía profundamente agradecida. Aunque Beom no era alguien que expresara mucho con palabras, había logrado que su cumpleaños fuera especial, y eso significaba más para ella de lo que podría poner en palabras.
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