Capítulo 45. 🔥
"Si te encontré una vez, te puedo encontrar mil veces"
Cinco meses después.
Nelly.
Hoy hemos venido al doctor, tenía cita con el doctor cómo cada mes.
Me dijo que era un milagro que no le haya pasado nada al bebé, ya que los tres primeros meses son los más importantes y bueno, yo no sabía que estaba embarazada y no tomé ningún tipo de vitamina. Además de todos los problemas que pasaron en esos tres meses, todo lo malo que pasó, no sé cómo estoy viva.
―Es un niño muy sano ―dice el doctor. Alek y yo miramos la pantalla y cuando regresa la imagen de mi bebé y su carita una lágrima se escapa de mis ojos.
―Es tan bello ―me sueno la nariz. Noto que Alek frunce el ceño y ladea la cabeza.
―¿Está de cabeza? ―parece que no le encuentra forma ―. No veo nada ―se frota los ojos ―. Es cómo...―vuelve a ladear la cabeza y se lleva una mano a la barbilla. Piensa ―. No, definitivamente no le encuentro forma.
Se ríe nervioso
―Esta es su cabeza ―el doctor con un bolígrafo señala la cabeza ―. Estas son sus manos, sus pies, su columna y su...
―¿Pene? ―pregunta Alek. El doctor asiente con la cabeza ―. Creí que era el cordón.
Niego con la cabeza. Que vergüenza. Siempre hace lo mismo, cada que venimos me hace pasar la misma pena con el doctor.
―Como dije ―el doctor pone toda su atención en mí ―. El bebé está bien, tiene el peso adecuado y si todo sale bien nacerá en Septiembre. No vamos a programar el parto ya que todo va bien.
―¿Se puede adelantar el parto?
―Claro que sí, es normal que se adelante, es el primer embarazo y muchas de las veces no es exacto, más que nada se puede adelantar. Pero no se preocupen ―se pone de pie y se quita los guantes, que deja en el bote de basura ―. Si eso llega a pasar estamos preparados.
―Ya sabemos que hacer si eso llega a pasar ―Alek me mira y le asiento con la cabeza.
―Ya puede ir a cambiarse ―la puerta de abre y una de las enfermeras entra y me ayuda a quitarme la bata y ponerme la ropa. Cuando salgo el doctor le entrega las vitaminas a Alek y le explica a que horas debo tomarlas.
―...eso sería todo ―Alek se pone de pie y salimos del consultorio. Una pareja entra después que nosotros.
―Aún no me has dicho que nombre elegiste para el bebé, solo sé que es niño ―me mira mal. Me entrega las vitaminas y las guardo en mi bolso.
―Mael.
―¿Mael? ―frunce el ceño ―. ¿Qué significa?
―Príncipe, es mi príncipe.
―Ya, lo capto.
―Iré a ver a Nate ¿vas conmigo?
―No, lo siento, Eli quiere que vaya con ella a no sé dónde, a hacer no sé qué.
―No te preocupes ―me pone una mano en el hombro.
―No te desanimes.
―No lo hago ―suspiro.
―No tienes que decirlo, te conozco a la perfección.
―Es solo que...no hay esperanzas de qué él despierte.
―Sabías que esto sería largo y doloroso.
―Lo sé.
Salimos de la clínica y subimos al auto. Alek conduce. Desde hace meses no me deja conducir ya que dice puedo tener un accidente, a veces creo que exagera en sus cuidados.
―Entonces debes ser paciente ―arranca.
―Creo la paciencia no es lo mío ―miro las imágenes de la ecografía.
Cómo desearía que Nate estuviera despierto y poder compartir todo esto con él, cada visita al doctor, cada ecografía, cada patada del bebé, pero no. Nate no despierta y no sé si algún día lo haga.
Han pasado cinco meses desde que llegamos aquí, está en el mejor hospital y tiene a los mejores doctores que cuidan de él, pero eso no ha sido suficiente. Él no despierta.
―Ya verás que cuando menos te lo esperes él va a despertar.
―Eso espero.
****
―¿Segura que no quieres que venga por ti? ―se asoma por la ventanilla.
―Pediré un taxi ―hace una mueca.
―No estoy muy seguro que debas hacerlo.
―Alek, estoy embrazada no idiota.
Suspira.
―Está bien ―se acomoda en su lugar ―. Con cuidado.
―Tú también.
Subo a la banqueta y él arranca, lo veo alejarse y entro al hospital, cuando paso frente a seguridad los guardias me saludan, ya me conocen, vengo aquí cada día, todos los días de la semana, a veces me estoy toda la mañana aquí metida, la mayoría de las personas ya me conocen. Las enfermeras y los doctores más que nada.
Subo por el ascensor y cuando este llega al cuarto piso y las puertas se abren salgo y camino hacia la habitación de Nate.
Empujo la puerta y lo primero que veo es el florero encima de la mesita, he pedido que cambien las flores cada día, es lo único que le da color a esta habitación.
―Ya estoy aquí ―dejo mi bolso al lado de la puerta. Encima de una pequeña mesa ―. El doctor dice que Mael está bien y que nacerá en Septiembre, solo espero que no sea el día de tu cumpleaños, eso sería...―me acerco a la camilla ―. No será muy grato que tú y tu hijo cumplan años el mismo día, bueno no sé, ya no sé lo que digo.
Me siento a su lado y agarro su mano con el catéter en ella. Se siente un poco menos pesada, sus dedos se ven más delgados al igual que su rostro. Cinco meses y pasa esto, no me quiero ni imaginar que pasará cuando hayan pasado muchos meses más.
Esto es un asco.
Me acerco más y con las yemas de los dedos acaricio su barbilla, sus mejillas y subo a sus ojos, paso mis dedos por estos y suspiro al ver que están cerrados.
―Solo quiero que despiertes, por favor ―mis ojos se llenan de lágrimas y trago el nudo que se forma en mi garganta ―. No sé si pueda ser una buena madre, sé que tú serías un gran padre pero dudo de mis capacidades para cuidar a un bebé y no volverme loca. He visto vídeos en internet y es horrible, cuando se hacen del baño, cuando hay que bañarlos, Dios, Nate, nunca pensé que esto sería así. Me duelen los pies, parecen pies de elefante, tengo muchos antojos, algunos muy raros, hay noches en las que no puedo dormir, me las paso en vela, y hay otras en las que duermo todo el día.
»Te necesito, te necesito tanto para poder seguir con esto. No te imaginas cuanto te extraño en las noches, tenerte a mi lado para poder conciliar el sueño, para que me digas que todo estará bien y que me veo bonita, que a pesar de esta gran panza soy muy bonita.
Sonrío con lágrimas en los ojos.
»Tengo ocho meses, Nate, ocho meses y tú no despiertas, nuestro hijo nacerá en un mes y tú no estás aquí para apoyarme. Nunca pensé que iba a depender de una persona así cómo dependo de ti. Por favor.
Me pongo de pie cuando las lágrimas me nublan la vista y la opresión en mi pecho no me deja respirar bien. Siempre que estoy aquí me pasa esto, sé que no debe ser así pero en estos meses el único deseo que tengo es que Nate despierte y no ha sucedido.
Me acerco a la ventana y con un pañuelo me limpio las lágrimas y me llevo una mano al pecho, me duele demasiado, duele demasiado.
―¿Quien eres tú?
Todo mi cuerpo se tensa al escuchar su voz detrás de mí, mi corazón empieza a latir y las lágrimas se detienen de repente. Me doy la vuelta, despacio, con cautela.
Todo se detiene en el momento en el que lo veo sentado en la camilla, con el ceño ligeramente fruncido, cómo sino me conociera, cómo si yo fuera una extraña para él.
―Nate ―me acerco a él. Él retrocede en su lugar. Se hace un poco para atrás.
―¿Ese...es mi nombre?
¿Qué?
―Dios ―mi boca se seca.
―Tu-tu nombre es Nathaniel Beckett.
De repente la puerta se abre y entran el doctor que atiende a Nate y las enfermeras.
―Él...
―Necesito que salga, por favor.
―No, yo no me voy a ir, quiero estar aquí.
―Necesitamos revisarlo, hacerle pruebas. Es mejor que llame a alguien.
Amablemente me invita a salir de la habitación y cuando estoy afuera llamo a Alek.
―¿Todo bien? No me digas que el bebé se adelantó y...
―Nate ha despertado.
―Dios mío. Voy para allá.
Cuelga y me siento en una de las sillas que están en el pasillo.
Han pasado solo unos minutos y la puerta se abre, veo que sacan a Nate en una silla de ruedas y con él va el doctor, nuestras miradas se cruzan pero no veo nada ahí, en esos ojos que antes me miraban con amor, con pasión, no hay nada...solo vacío.
―¿A dónde lo llevan? ―me pongo de pie.
―Le vamos a hacer una tomografía, necesitamos saber que su cerebro está bien. Espere aquí, no vamos a tardar.
Asiento con la cabeza y dejo que se vayan, miro la nuca de Nate.
Que me mire, que voltee a verme, que voltee a verme.
Dan la vuelta en la esquina para ir al ascensor y él nunca voltea a verme.
Nate me ha olvidado.
Pasan los minutos y nadie aparece por el pasillo, ni el doctor con Nate ni Alek con Eli.
―Estamos aquí ―Alek y Eli corren hacia mí, se ven agitados.
―Lo siento si interrumpí algo, yo...
―Nada de eso, no te preocupes.
―¿Qué pasó? ―pregunta Eli.
―Nate ha despertado pero no...no se acuerda de mí, él-él me ha olvidado.
Alek y Eli comparten una mirada triste, los dos me abrazan y siento tan reconfortante cuando sus brazos rodean mi gran cuerpo, mi panza no deja que se acerquen mucho y nos reímos por eso.
―No creo que Nate se haya olvidado de ti, eso es imposible ―Alek me pasa un pañuelo y me limpio las lágrimas.
―Yo lo sé, lo vi en sus ojos, él no sabe quien soy yo.
Alek no cree que Nate me ha olvidado, pero yo sé que es así, él no se acuerda de mí y eso es lo que más duele.
Más tarde aparecen por el pasillo el doctor junto con un enfermero que empuja la silla donde viene Nate, entran a la habitación. El doctor se queda afuera.
―Su cerebro está bien, no hay ningún tipo de daño.
―¿Nada?
―Nada ―frunzo las cejas.
―¿Entonces por qué él no me recuerda?
―Es un tipo de amnesia temporal, ha olvidado todo lo ocurrido hace dos años.
―¿¡Qué!?
Me asomo un poco y veo a Nate pasarse de la silla a la camilla.
―No, no, esto no puede ser.
Me llevo las manos a la cabeza.
―No ―siento que todo me da vueltas ―. No es posible.
―¿Hay algo que podamos hacer?
Nate está sentado en la camilla, me mira unos segundos pero después desvía la mirada e ignora mi presencia.
―Solo el tiempo hará que él recupere la memoria.
¿El tiempo? Pero ¿cuánto tiempo?
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