Capítulo 44.
"No sanas si regresas al mismo lugar que tanto dolió"
Seth.
Un fuerte dolor en el hombro me hace despertar. Abro los ojos y la tengo frente a mí, sus labios dibujan una sonrisa petulante. Sostiene una pistola en la mano derecha. Alek está a su lado y se soba los nudillos que ya están rojos.
Con la punta de la pistola presiona la herida del hombro, la sangre empieza a salir de nuevo haciendo que un horrible dolor me recorra todo el brazo. Todo el cuerpo.
No sé cuánto tiempo he estado aquí, pero si el suficiente cómo para empezar a desesperarme. No sé que espera para matarme, si lo va a hacer que lo haga de una puta vez y no juegue con esto. Que termine de una vez.
―No sé que esperas para terminar con esto ¿qué esperas? ―escupo y mi saliva se mezcla con la sangre de mis dientes. El sabor metálico recorre mi lengua.
―¿Qué espero? ―piensa. Quita la pistola de la herida y suspiro, aliviado ―. Que mueras desangrado.
Se da la vuelta y Alek se acerca a mí solo para darme un buen golpe en el rostro que me deja descolocado unos minutos. Ella no necesita meter una mano porque hay gente que lo hace por ella, ella no necesita mancharse las manos. Seguirán tan limpias cómo hasta ahora.
―Hazlo tú, entonces ―se da la vuelta y me mira cómo si quisiera que desapareciera de una vez por todas ―. Si tanto quieres acabar conmigo mátame tú, no dejes que los demás se manchen las manos.
―Esto lo hago yo porque quiero ―de nuevo Alek me golpea, pero esta vez en el estómago. Me saca el aire ―. No necesito que nadie me dé órdenes para hacerlo, disfruto verte sangrar.
―¿Tres contra uno? ―chasqueo la lengua ―. Esto es un poco...injusto ¿no creen?
―Contigo nada es justo.
―Que te digo ―me remuevo un poco. Tengo las manos atadas a la espalda y estoy atado a una silla.
Ninguno de los que estamos aquí dice nada, Nelly me mira con odio, lo puedo sentir golpear mi cara y me estremece hasta los huesos.
―¿Qué esperamos? ¿Falta alguien más? No sé si me guste que alguien más presencie mi muerte, eso sería verg...
―Ya cállate.
―¡Pues ya mátame! ―le grito y me deslizo hacia delante, tanto que casi me caigo de la silla.
―No te voy a matar, Seth ―se acerca.
―¿Ah no? ¿Entonces que harás?
―Te quería matar, sí, pero después pensé mejor las cosas.
―¿Qué pensaste? ¿Me dejarás aquí? ¿Me harás lo mismo que yo te hice y me vas a torturar hasta que muera? ―levanto una ceja.
―No es mala idea ―se acerca tanto que puedo ver en sus ojos solo maldad emanando desde el núcleo de su ser.
Es perversa.
―¿Qué me harás?
―Nada ―me sorprendo.
―No te creo.
―No necesito que me creas. Creo que ya es suficiente castigo saber que has matado a tu hermano, que le quitaste la vida a la única persona que siempre tuvo fé en ti y que hasta el último de sus días pensó que podrías cambiar.
Nate...¿está muerto?
Ella ve la confusión en mis ojos.
―Sí, Seth, tu hermano está muerto y el único culpable de todo esto eres tú ¿ya estás feliz?
―No me digas eso ―niego con la cabeza ―. Por favor.
―Lo mataste, Seth. Eres cómo Caín cuando mató a Abel, solo que tú no sientes arrepentimiento.
―Lo siento, Nelly, nunca quise eso. Yo no quería hacerle daño. Nunca quise que las cosas terminaran así.
Mis ojos me escuecen, siento en las comisuras las lágrimas que amenazan con salir.
―Pudiste terminar con esto, sabes ―la miro ―. Si tú me hubieses matado y no secuestrado esto no estaría pasando.
―¿Te hubiera gustado eso?
―Prefiero estar muerta ahora mismo. Me has quitado todo, Seth, me has quitado al hombre que amo, me has dejado sin nada y creo que debes estar feliz, ya. ¿Estás feliz Seth?
Quizá en otro momento sí hubiese estado feliz, sí hubiese disfrutado verla tan rota y débil. Pero ahora...
―No ―murmuro.
―No te escuche.
―¡No, Nelly! ¡Y si tu plan macabro es dejarme aquí y hacerme lo mismo que yo te hice entonces ya puedes irte y déjame morir a mi suerte!
―¡No te voy a matar! ―me grita de vuelta ―. ¡Ese sería un castigo muy poco eficaz para ti!
―¿Sino vas a matarme entonces que harás conmigo? No sé que hago aquí exactamente.
―Sencillo ―dice ―. Creo que llevar en tu conciencia la muerte de tu hermano es más que suficiente, saber que, has dejado sin padre a un hijo, a un hijo sin un padre y a una mujer sin su esposo es mucho castigo para ti.
―Espera...¿estás embarazada?
―Sorpresa, Seth, vas a ser tío.
Sonríe con burla.
―No quise matarlo, no quise hacer esto.
―Pero lo hiciste, y fue mucho antes de esto, antes del secuestro. Tú y tu padre arruinaron la vida de Nate y lo tuvieron prisionero obligándolo a hacer cosas que él no quería hacer. ¿Sabes cuánto sufría por eso? ¿Sabes cómo le destruyeron la vida?
No respondo.
―No, no lo sabes porque nunca te importó tu hermano, solo te importaba el maldito dinero y tu maldita sed de venganza que es lo que nos trae aquí, a este maldito lugar y esta situación. Si tú me hubieses matado él no estaría muerto.
―Y tampoco lo hubieses conocido.
―Buen punto, pero eso ahora no importa porque sin Nate es cómo si estuviera muerta. No lo entiendes Seth. Nunca lo vas a entender.
»Nunca en tu maldita vida podrás ser feliz. Nunca podrás vivir en paz y te juro que siempre llevarás presente esto, este día y mis palabras. Cada día de tu maldita existencia llevarás encima el peso de tus malas decisiones y desearás estar muerto. Cada día la culpa te va a carcomer el alma y tu conciencia ―si es que la tienes― te va a recordar que truncaste todos los sueños de Nate y que cuando él quería ser feliz y empezar una nueva vida tú acabaste con todo.
Sostiene la pistola y me apunta. Empieza a llorar, sus mejillas se cubren de lágrimas.
»Ese, Seth, ese será tu mayor castigo y será peor que mil infiernos porque la muerte no es suficiente para ti, tienes que vivir en carne propia lo que es padecer, lo que es arrepentirte y que nadie te pueda perdonar. Tienes que vivir con el constante recuerdo de que pudiste hacer las cosas bien pero que tu necedad te dejó sin nada. Y sí, podrás tener una hermosa familia y sí, podrás tener la mejor casa pero nunca serás feliz.
―Yo te entiendo ―niega con la cabeza ―. Sí, Nelly, lo entiendo porque al igual que tú, Ileana está embarazada. Seré papá.
―¿Y crees que eso a mí me importa? No, Seth, no me importa si vas a ser papá. ¿Sabes qué? Que bueno, así cuando veas a tu hijo sabrás que mi hijo no tiene papá y que tú fuiste el responsable de ello.
―¡Ya basta, Nelly! No sigas.
Sus palabras son frías, tan llenas de verdad y tan hirientes.
Con rabia se seca las lágrimas debajo de los ojos y me mira.
―¡No, Seth! ―se acerca más y con una mano agarra mi barbilla y me hace mirarla a los ojos ―. No, Seth. Quiero que cada día de tu jodida vida te acuerdes de mis palabras, una a una, y que siempre que la realidad te golpeé sepas que no importa dónde esté te seguiré odiando con toda mi alma.
―¡Mátame de una puta vez! Por favor.
Se ríe y niega con la cabeza.
―No te voy a dar ese gusto.
Cómo deseo que lo haga. Que acabe con esta maldita culpa de una vez por todas.
―No, Seth, no te voy a matar. Me gustaría ver el rostro de tu padre cuando le digas que su hijo está muerto y que tú fuiste el culpable. Pero lastima que no será así, porque cuando tú llegues dónde está tu mujercita yo ya estaré muy lejos de aquí.
Suspira.
―Suéltenlo ―Alek y Cami se acercan y desatan las cuerdas que me mantenían atado a la silla. Estoy tan débil que caigo al suelo de rodillas.
Nelly se acerca y siento la punta de la pistola debajo de mi barbilla, me hace mirarla.
―Perdóname ―le pido ―. Debí terminar con esto y no dejar que las cosas se dieran así. Quise hacerlo pero mi orgullo no me dejó, si yo...si yo hubiese terminado antes todo, nada de esto estaría pasando.
Nelly no dice nada, solo se limita a mirarme con lastima. Cómo si fuese un cachorrito de la calle.
―Perdóname, por favor. No me va alcanzar la vida para pagar todo lo que hice, todo lo que te hice ―me corrijo ―. Yo...
―No te mereces mi perdón, Beckett ―escupe mi nombre cómo si fuese veneno en su lengua.
―Lo siento tanto, Nelly, destruí tu vida, la de Nate y Eli, y ahora...
―No te preocupes, Seth ―da un paso atrás ―. El infierno te espera con los brazos abiertos.
La conozco y sé que se está haciendo la fuerte, pero su mirada me dice que está destrozada por dentro y que nada de lo que yo diga podrán reparar su corazón roto.
Guarda su pistola y traga saliva.
―Esta es la última vez que nos vemos, Seth. Quisiera decir que fue un placer conocerte pero yo no soy hipócrita y lo único que lamento es que en algún punto de esta maldita historia te llegué a amar y te juro que si las cosas se hubiesen dado de otra manera, te juro Seth que yo hubiese dado mi vida por ti.
Se da la vuelta y empieza a caminar hacia la puerta. Detrás de ella van Camila y Aleksei.
Me quiero poner de pie pero no puedo. Los golpes en mi cuerpo no me permiten estar de pie.
―Nelly ―murmuro. Ella no se da la vuelta ―. ¡Nelly, regresa! Por favor.
En ningún momento la veo dudar, al contrario, se mantiene fuerte, poderosa, indomable, cómo la primera vez que la vi.
―No te vayas, no me dejes así.
Caigo al suelo y ni siquiera quiero levantarme de aquí, quisiera morir en este lugar porque es lo menos que me merezco por toda la mierda que he hecho.
Nelly.
Escucho sus gritos que me piden no irme, pero no me doy la vuelta, sigo mi camino hasta que estamos afuera. Al salir me apoyo en la pared, necesito tomar aire, necesito respirar bien.
―¿Estás bien?
Alek se acerca.
―Sí, lo estoy ―le sonrío.
Uno de nuestros hombres se acerca para que le dé ordenes de qué hacer con Seth.
―No lo dejen salir hasta la hora acordada.
―Sí, Nelly ―asiente con la cabeza y se aleja.
―Vamos ―Alek y Cami vienen detrás de mí. Ya es de día y el sol me quema las retinas, subimos a la camioneta y Pete conduce hacia la casa.
―Tengo muchas que hacer antes de irme.
―Te voy a extrañar ―Cami pone una mano encima de la mía. Cuando volteo a verla apoya su cabeza en mi hombro. Escucho que llora. Entrelazo mis dedos con los suyos.
―Y yo a ti ―le doy un beso en la cabeza.
―Prométeme que serás feliz.
―Lo intentaré.
―Nell.
―Seré feliz ―se limpia las lágrimas.
El trayecto de ida a la casa de mi madre dura un par de horas, cuando llegamos ya pasa de medio día. Me doy un baño y regreso a mi casa por ropa mía y de Nate, los papeles suyos y los míos, todo lo que sea importante y que sé me van a servir estando en Suiza.
He ido al hospital y el doctor me da la buena noticia que todo está listo y que se ha comunicado con uno de los mejores hospitales de Suiza.
Mi madre por otra parte ha buscado una casa para mí y mi bebé. Ella no se ha molestado cuando le dije que me iba lejos, lo ha entendido a la perfección y me ha dicho que es lo mejor para mí en estos momentos.
Subo con Nate y uno de los paramédicos a la ambulancia que nos llevará al búnker. No dejo de sonreír a Nate, aunque él no me ve y es una pena porque quisiera que estuviera consciente y enterado de lo que pasa a su alrededor.
Cuando llegamos el avión ya está en la pista, las maletas y mi familia también. Han venido todos.
Me aseguro que suban con cuidado a Nate, la enfermera sube junto con el doctor. Ellos irán conmigo pero cuando lleguemos al hospital ellos se regresan en el avión.
―Te vamos a extrañar mucho ―Billy me da un abrazo largo, lleno de lágrimas de felicidad y muchos "te quiero" ―. Fuiste la mejor chica con la que he estado ―nos separamos y le limpio las lágrimas.
―Te aseguro que vas a encontrar a una mujer que te ame cómo tú te lo mereces, Billy, y en ese momento dejarás de pensar que soy la mejor ―me sonríe.
―Creo que es difícil superarte.
―Tonto ―nos damos un último abrazo.
Nana se acerca a mí con los ojos llenos de lágrimas.
―Cuida de mamá, no dejes que decaiga, por favor.
―Lo haré mi niña y tú cuida de ese bebé que te hará la mujer más feliz del mundo.
―Lo haré Nana. Te quiero mucho.
Pete me dice que cualquier cosa que yo necesite le llame y él estará ahí en un parpadeo.
―Camila Rose ―agarro sus manos ―. No permitas que tu manera de ser arruine la bonita relación que tienes con Cas, él te ama, lo sabes, verdad.
―Lo sé ―mira a Cas a su lado.
―Y tú Cas no la dejes, aunque ella tiene un mal carácter te ama y si te dice que no tiene nada es porque tiene todo, solo necesita un buen abrazo que le alivie el alma.
―No andes divulgando mis secretos ―suelta mi mano y deja que Cas se despida de mí.
―Mucha suerte, Nell, cuida de ese bebé y de Nate también.
―Lo haré, tú cuida de Cami, lo necesita ―Cas asiente con la cabeza.
Miro a mi mamá que no para de llorar.
―Creí que esto sería más fácil, pero no lo es ―sonríe un poco. Sé que lo hace solo para no romper en llanto ―. Yo iré a visitarte ―agarra mis manos ―. Y estaré contigo aunque no esté en persona, sabes que puedes llamarme cuando necesites algo, un consejo, lo que sea. Lo sabes ¿verdad? ―levanta una ceja.
―Lo sé.
―También estaré ahí cuando tu hijo nazca y seré la mejor abuela de todas y tú no lo podrás evitar ―suelta mis manos pero me atrapa en un abrazo que me deja sin aliento por un momento. Sus brazos me aprietan a ella por minutos en los que creo no me va a dejar ir. Hasta que me suelta y ya puedo respirar bien.
Alek, Eli y yo subimos al avión y a través de las ventanillas nos despedimos de ellos. Sí, mi primo y su novia vienen conmigo. Dice Alek que no estará en paz si él no está ahí y me cuida aunque sea los primeros meses.
No lo culpo, han pasado tantas cosas que es raro cuando no pasa nada malo. Hasta me siento rara. Pero de ahora en adelante esto será así, seré una mujer embarazada que cuidará de su esposo que está en coma.
Me voy a dedicar en cuerpo y alma a Nate y a mi hijo que será el motivo de mi vivir.
El avión despega y la azafata nos informa que ya nos podemos quitar los cinturones, lo primero que hago es ir al baño, no aguantaba las ganas y eso que fui antes de salir de la casa.
―Este bebé me está matando ―me siento al lado de Alek y Eli que mira una revista.
―Y solo tienes tres meses.
―No sé que será de mí cuando vaya a nacer ―dejo caer mi cabeza en el respaldo del asiento y miro a Nate que está frente a mí.
La camilla está fija al suelo del avión, las cintas en su torso, caderas y piernas lo sujetan a la camilla. La enfermera le coloca el suero y revisa sus signos vitales, el doctor a su lado revisa que todo esté bien.
Quiero que esta pesadilla termine y que Nate despierte, quiero decirle que vamos a ser padres, que cumpla todos sus sueños y que yo sea parte de ellos. Deseo con todas mis fuerzas ser feliz por mucho tiempo, no solo por un instante.
Quiero que sea duradero, que sea eterno.
Quiero más que nada que él sea feliz, porque él, más que nadie se merece la felicidad plena.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro