Capítulo 42. 🔥
"No te preocupes, lo que es verdadero, jamás, jamás, termina"
Seth.
Abro los ojos de golpe y un fuerte dolor en el hombro me hace quejarme. Observo a mi alrededor y me doy cuenta que estoy en mi habitación, en el departamento.
La puerta se abre e Ileana entra con unas ampolletas y cuando se da cuenta que estoy despierto cierra la puerta con cuidado.
―Has despertado ―se acerca y deja las ampolletas en la mesita al lado de la cama.
―¿Qué pasó? ―me deslizo sobre el colchón hasta sentarme apoyando la cabeza en el respaldo de la cama. Me quejo. Me duele el hombro.
―Castiel no me dijo...
―¿Castiel?
Ileana asiente con la cabeza.
―Él te trajo, no me dijo que había pasado, solo que te habían herido y ya.
―Castiel ―repito.
―Él se miraba mal. Estaba muy preocupado por ti.
―¿Y él cómo supo dónde estaba yo?
―Le dijo Camila ―se encoge de hombros, desconociendo quien es Camila.
Noto que habla bajo y mira arriba de su hombro algunas veces.
―¿Qué pasó?
―Castiel te trajo, no dijo nada más, solo dijo que no te llevara al hospital y que en unos minutos llegaría un doctor, se fue y a los pocos minutos llegó un doctor junto a un hombre que dijo es tu padre.
Mierda.
―¿Jared? ―asiente con la cabeza.
―Te curó la herida y dijo que la bala había salido y que si la bala hubiese entrado centímetros más abajo no hubieras sobrevivido ―trago saliva cuando sus ojos se ponen cristalinos.
―Cariño...―agarro su mano y niega con la cabeza.
―Estabas muy mal, creí que no ibas a sobrevivir, perdiste mucha sangre ―con el mentón señala el suero y la bolsa de sangre ya vacía ―. No sabía que hacer, estaba aterrada.
―Ven aquí ―extiendo los brazos y se acerca con lágrimas en los ojos ―. Lamento tanto que hayas tenido que pasar por esto ―la abrazo y le doy un beso en la cabeza.
―No es tu culpa, tu vida es así.
―Ya no quiero que sea así, ya no ―se separa de mí. Se limpia debajo de los ojos.
―Seth.
―¿Sí?
―No sé si fue por lo mismo de la anestesia pero dijiste algo que dejó muy confundida ―miro por la ventana y ya es de noche.
―¿Qué dije? ―la miro.
―Llamabas a tu hermano y decías que tú tenías la culpa de su muerte.
Un gran nudo se forma en mi garganta.
Todavía puedo sentir el calor de la bala entrar en mi piel y cortar mi carne. Todavía puedo sentir el miedo que me recorrió la piel en el momento que vi a Nate frente a Nell, defendiendola de mí. Él no lo pensó, no dudó ni un segundo y salvó la vida de la mujer que ama, la salvó de mí así cómo lo hizo meses atrás.
―Yo...
―Has tardado mucho, niña ―Jared entra y cierra la puerta detrás de él. Me mira y de inmediato frunce el ceño.
―¿Qué haces aquí?
―¿Quien crees que trajo al doctor para que te salve la vida?
Ileana me mira, apenada.
―Te iba a decir ―se encoge de hombros.
―No te preocupes ―le sonrío.
―¿Dónde está Nate?
―No sé.
―¿¡Cómo qué no sabes!? ―grita. Ileana se hace pequeña en su lugar.
―Cariño ―me mira ―. ¿Nos puedes dejar solos por favor?
Asiente con la cabeza y sale de la habitación.
―No grites ―lo señalo con un dedo ―. Menos enfrente de ella. Ella no es parte de este mundo.
―¿Y la embarazaste por...?
―¿Tú cómo sabes que está embarazada? ―levanto una ceja.
―Todo el rato que he estado aquí ha ido al baño a vomitar más veces de las que ha comido ―señala la puerta detrás de él ―. Pero eso no importa, te he hecho una pregunta y creo que no la has respondido.
―Ya te dije que no sé dónde está.
―Él me llamó y me dijo que tú y...―suspira conteniendo las ganas de soltar muchas palabras no aptas para menores ―. La señorita Król se iban a enfrentar y tú estás aquí pero él no está en ningún lado. Te pregunto una vez más ―resopla ―. ¿Dónde está tu hermano?
―No sé ―bufo ―. No sé exactamente que pasó, perdí la conciencia en el momento que la bala me atravesó la piel.
―¿Tú le hiciste algo?
Aprieto los labios y dejo de mirarlo unos segundos, no puedo sostener su mirada ni por un segundo. Es tan acusante.
―Seth ―se acerca a mí.
―Jared yo...
―¡Cuando te hable me quiero que me mires a los ojos!
―Disparé ―musito ―. Disparé en contra de Nelly dos veces y Nate...él se interpuso y no...no sé que pasó.
―¿Disparaste en contra de tu hermano? ¡Es tu hermano, Seth!
―¡No sabía que él estaba ahí! No era mi intención hacerle daño, nunca hubiese querido hacerlo, pero él...él arriesgó su vida por la de ella.
―¡Es su esposa! ―grita mi padre. Abro los ojos ―. Cómo no iba a salvar su vida.
―¿Es su esposa?
―Sí.
―¿Tú cómo sabes eso?
―¿Te olvidas que estás hablando con Jared Beckett?
Ruedo los ojos.
―Ellos se casaron ―musito ―. Él la amaba más de lo que yo jamás la amé.
―Y todavía lo dudas.
Se da la vuelta y veo cómo sus hombros caen.
―No quiero que tu hermano esté muerto. No por una estúpida pelea. No por ella.
―Él no está muerto ―quiero que mis palabras sean reales no un simple deseo.
―Pero si es así ―se da la vuelta y me señala ―. En tu conciencia llevarás la muerte de tu hermano, Seth y ese será el peor de tus castigos.
Se da la vuelta de nuevo pero esta vez si sale de la habitación.
Me quedo mirando el suelo, las palabras de mi padre me rasgan la piel, se entierran en mi carne y hacen que mi cuerpo sangre por dentro.
Nate no puede estar muerto, no por mi culpa.
―¿Seth? ―Ileana entra unos minutos después.
―Yo maté a mi hermano ―aprieto los ojos mientras se llenan de lágrimas que no quiero derramar.
―¿Por qué dices eso? ―se acerca a mí y se sienta a mi lado ―. No digas eso, tú no...
―Yo lo maté ―le digo serio y la miro a los ojos ―. Lo maté, Ileana, ahora mismo debe estar muerto y ni siquiera sé dónde está.
―No sé si yo quisiera saber que hay detrás de todo esto ―se estruja los dedos.
―Y es mejor que no lo sepas, no por ahora. No quiero que te pase algo y sea también por mi culpa.
―No digas eso ―me sonríe y con su mano acaricia mi mejilla ―. Lo único que tú has hecho por mí es cuidarme, salvarme y hacerme feliz, nunca me harías daño, yo sé que no.
―Es que tú eres un ángel, por eso no te das cuenta de las cosas malas que te rodean ―le hago un espacio a mi lado y se acuesta.
Pero cuando sepas exactamente toda la porquería que me rodea dudo mucho que te quieras quedar.
Rodeo su cintura con una mano y ella pone una mano encima de mi torso, la aprieto a mí y le doy un beso en la cabeza.
No quiero que ella me deje también, no quiero que cuando sepa la verdad todo se joda con ella y termine por irse cómo se han ido todas las personas.
Creo que ahora ella es la única persona que confía en mí y tiene un poco de esperanza en mi existencia.
Nelly.
He dormido un poco desde que estoy aquí y una enfermera me ha traído algo de comer, me ha dicho que no me ve bien y que debería ir con el doctor para que no me enferme.
Yo no tengo ninguna enfermedad, lo que yo tengo es el corazón roto y las esperanzas consumidas. Sin Nate no tengo nada, no hay sueños, no hay esperanzas, no hay futuro. Nada. No soy nada sin él.
Observo a Nate, cómo su pecho sube y baja, todos los tubos conectados a su cuerpo. Quiero que despierte, quiero que me diga que todo va a estar bien y que todo esto ha sido solo un mal sueño. Solo deseo que él esté bien.
La puerta se abre y Alek entra con Eli a su lado. Cierran la puerta y veo que colgando de su brazo Alek trae una manta y una almohada.
―¿Te vas a quedar a dormir?
―Yo pensaba ver un poco mi móvil pero si he de no verlo, lo haré ―me sonríe y le sonrío de vuelta. Se acercan y me pongo de pie, los dos me saludan y Alek mira a Nate.
―Por favor, cuídalo ―lo miro yo también ―. Yo vengo mañana.
―No te preocupes ―pone una mano en mi hombro y me sonríe ―. Yo cuidaré de él.
Lo abrazo de repente y empiezo a llorar.
¿Por qué estoy llorando?
―Vamos Nelly ―me separo de Alek y voy con Eli, no sin antes mirar por última vez a Nate que es ajeno a todo esto, estoy segura que él ni en sus últimos segundo de vida se llegó a imaginar que esto fuese a pasar.
Salimos del hospital en total silencio y así mismo llegamos a mi casa. Mi casa que ahora se siente tan sola. Sin Nate nada es lo mismo.
Entramos y ni siquiera me quito las botines, voy directo al sofá y empiezo a llorar. Eli se sienta a mi lado en silencio y solo me consuela pasando su mano por mi espalda.
Pasan unos minutos en los que ni ella ni yo decimos nada. Solo quiero sacar este maldito dolor que me está quemando el alma. No puedo respirar bien, las manos me tiemblan, el estómago se me retuerce.
―No quiero estar aquí ―le digo a Eli y me separo de ella. Levanta una ceja sin entender que estoy diciendo ―. No sin Nate aquí. Hay tantos recuerdos de él y duele, duele que no esté, duele que no me espere en la mesa estudiando, duele no verlo lavar los platos y que no cante cuando está haciendo el quehacer. Duele ―me llevo una mano al pecho.
Siento que mi corazón se va a detener en cualquier momento.
―Duele saber que está en esa maldita cama y que no sé cuándo va a despertar. Duele que ahora mismo me dé cuenta de lo mucho que lo amo y que sin él soy cómo un maldito grano de arena en una inmensa playa.
―Él estará bien.
―No es cierto.
―Sí, Nelly, no pienses así. Piensa que estará bien y que pronto va a despertar.
―No Eli ―me pongo de pie ―. Yo sé aquí ―me llevo el puño al corazón ―. Qué él no va a despertar, no ahora.
―Nelly ―Eli se pone de pie y me abraza.
―Yo lo sé, Eli, y todo es mi culpa.
―De eso nada, tú no disparaste las balas que le hicieron esto a Nate.
―No, pero sí provoqué que él estuviese ahí cuando él no debía estar ahí.
―Te voy a preparar un té y después que te des un baño verás las cosas de otra manera.
Asiento con la cabeza y nos separamos. Ella va a la cocina y yo subo a la que hasta hace unas horas era nuestra habitación.
Solo al entrar me golpean los recuerdos, el olor a hogar me hace apretar los puños.
―Esa será la habitación de los niños ―dijo Nate ―. Y ahí estará un cuarto de juego ―señaló la habitación de enfrente.
De nuevo siento una gran opresión en el pecho y lloro dejándome caer en el suelo contra la pared.
Es tu casa, Nelly.
Sin Nate esto no es mi hogar. No es nada sin él.
No quiero nada de esto si él no está aquí.
Me pongo de pie y aún con lágrimas en los ojos saco una maleta del closet y empiezo a meter ropa. No me fijo que meto y que no. Pero sé que no quiero estar aquí, no si él no está aquí también.
―¿Nelly?
Eli entra a la habitación con una taza de té en la mano y al ver la maleta en el suelo frunce el ceño.
―No puedo estar aquí, no puedo ―ella asiente con la cabeza.
―Vamos ―baja primero las escaleras, espera que me beba el té y juntas salimos de la casa. No miro atrás porque estaré dejando todo si lo hago y eso no es lo que quiero, quiero regresar pero con mi Nate a mi lado, no sola, no antes, solo con él.
Llegamos a la casa de mi madre y al estacionarme veo que mi auto está ahí.
―¿Quien trajo mi auto?
Salimos del auto.
―Cami le llamó a Billy y él fue quien lo trajo.
Eli me ayuda a sacar la maleta. Caminamos hacia la casa. Cuando abro la puerta y entro veo a todos en la sala. Cami, Billy, Vera, Pete, Nana. Todos me miran con pena, sé que quieren decir muchas cosas pero no se atreven a hacerlo.
Sé que si alguien dice algo voy a romper en llanto y no quiero eso, ya no quiero llorar así.
―Lo lamento mucho ―Vera es la primera en acercarse y abrazarme.
En cuanto sus brazos rodean mi cuerpo siento que las fuerzas me abandonan, la vista se me nubla, las piernas me fallan y caigo el suelo sin poder evitarlo.
****
―¿Nelly?
―¿Estás bien?
La voces que me rodean se escuchan muy lejanas. Las imágenes están distorsionadas y borrosas.
―¿Nelly? ―alguien pasa su mano frente a mis ojos. Parpadeo un par de veces.
―Ella va a estar bien ¿verdad?
―Sí, ya le escrito aquí lo que debe tomar y sobre todo mucho descanso, no se puede alterar.
Abro los ojos y ahora sí veo bien que está frente a mí. Billy, Cami y Eli. Me miran entre preocupados y felices.
―¿Qué pasa?
Me acomodo en la cama.
―O le dicen ustedes o se lo digo yo ―les dice Billy que se mantiene de brazos cruzados.
―Yo no quiero ser portadora de este tipo de noticias ―habla Cami.
―Se lo digo yo ―Eli se sienta a los pies de mi cama ―. Estás embarazada y tienes casi tres meses.
―¿Qué dijimos del tacto? ―la riñe Cami y Eli la mira.
―¿Y cómo quieres que se lo diga? ¿Qué le explique con peras y manzanas?
―Yo que sé ―los tres me miran esperando una respuesta. Mi cerebro va tan lento que apenas y procesa lo que me ha dicho Eli.
―¿Qué? ―parpadeo.
―¡Ves! ―reclama Billy ―. Ha quedado en shock ―me señala.
―Yo ¿estoy embarazada?
―¿No lo sabías? ―Eli me mira.
―No, yo no lo sabía.
―Esto sí que es una gran noticia ―dice Billy ―. Un bebé en medio de toda esta catástrofe. Que bien.
―No digas eso ―su melliza le da un golpe.
―Estamos hasta el cuello de mierda, Cami y ahora...
―Un bebé siempre es una bendición ―Eli mira de reojo a Billy.
―Yo no he dicho que no lo sea.
―Y más si es el fruto de un gran amor cómo el que se tienen Nelly y Nate. No hay nada más hermoso que esto, un hijo de los dos.
Me sonríe y yo a ella.
―¿Hija estás bien?
Vera entra con una hoja en la mano.
―Sí ―parpadeo conteniendo las lágrimas ―. Estoy bien.
―Ya lo sabes ―asiento con la cabeza ―. Es una hermosa noticia, hija ―mi madre se sienta a mi lado ―. No importa lo mal que estén las cosas en este momento, la llegada de un bebé siempre es una bendición ―agarra mi mano ―. Siempre ―repite.
―Siempre ―repito. Me sonríe.
―Y vamos a cuidar de ti y de Nate ―mira a Billy ―. Todos ―este rueda los ojos ―. Somos una gran familia que se cuida y que cuida de cada uno de sus miembros y Nate ahora ya es parte de esta familia.
―Y te va a hacer abuela, Vera ―le dice Cami. Creo que a mi mamá no le gusta esa palabra "abuela" y le avienta un cojín a Cami que da justo en su cara.
―Seré Vera para ese bebé ―la señala ―. Y para tus hijos también.
―Yo no tendré hijos ―Billy se burla de su hermana ―. ¿Qué?
―Hasta se me hace raro que no hayas salido embarazada.
―¡Ya cállate! ―Cami se va en contra de su mellizo y lo golpea un par de veces.
―Ya basta niños ―mi madre se mete ―. No debemos darle disgustos a Nelly.
Cami suelta a su hermano que ya se estaba poniendo morado.
―Le voy a decir a Nana que te prepare una rica sopa y algo de cenar. La comida de hospital es horrible ―me da un beso en la frente antes de salir ―. Date un buen baño y cuando esté lista te llamo ―se asoma por la puerta y asiento con la cabeza.
―Gracias.
―Nosotros nos vamos para que puedas bañarte.
Los tres salen de la habitación y yo me deshago de la ropa que, aún tiene manchas de sangre de, Nate.
Suspiro.
Estoy embarazada. Nate y yo vamos a ser papás y ni siquiera puedo decírselo, no sabrá que vamos a ser padres.
Bajo el chorro de agua no dejo de pensar en todo, la cabeza me duele de tener que procesar todas estas noticias y mantenerme de pie. No sé si pueda seguir por mucho más tiempo.
Cuando salgo del baño me pongo ropa cómoda y me quedo mirando por la ventana. Escucho golpes en la puerta.
―Pasa ―me trenzo el cabello.
―Dice Vera que ya bajes a cenar.
―Voy ―Cami se acerca.
―¿Qué pasa? ―apoya sus manos en mis hombros y su mejilla también.
―Estuve pensando.
―Cuando tienes esa cara sé que no se viene nada bueno ―le sonrío ―. ¿Vas a matar a Seth?
―Me ha quitado lo que más amo y ha dejado a mi hijo sin su padre. Yo dejaré a su hijo sin su padre. Me ha dejado sin mi esposo, yo dejaré a su mujer sin su esposo. Y esta vez no voy a fallar.
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