Capítulo 40. 🔥
"Uno no arde con cualquiera"
Maritere Lee.
Nelly.
―Te amo, lo sabes ¿no?
Levanto la cabeza y me encuentro con sus ojos, azules, tan azules cómo un cielo en el verano. Frunce un poco el ceño.
―Has estado rara estos días. Te pregunto una vez más ¿qué le hiciste a mi esposa?
Sonrío un poco y niego con la cabeza.
―Soy yo, tonto ―paso mi mano por su torso y recorro con mis ojos cada centímetro de su cuerpo hasta sus labios. Apoyo mi cabeza en su pecho y escucho su corazón latir, tal calmado, tan en paz. Mientras que el mío late a toda velocidad.
No vamos a morir ¿verdad? No podemos dejarlo, no a él.
No, no vamos a morir porque tenemos que casarnos con Nate, tener hijos y ser felices, siempre. No vamos a morir.
Tengo muchas razones para vivir y una de ellas, la más importante de todas es el hombre que está acostado debajo de mí. Así que si para poder cumplir todos los sueños que anhelo tengo que matar a Seth, lo haré, lo haré sin pensarlo.
―¿Hoy harás algo? ―su pregunta me saca de mis pensamientos más profundos.
―Eh, iré con las chicas ―agarra uno de los mechones de mi cabello y lo enreda en un dedo.
Me mira un momento, me analiza.
―Está bien.
Apoya la cabeza en la almohada y suspira. Piensa. Espero que no sepa que le estoy mintiendo.
―¿Comemos juntos?
―Me gusta la idea ¿A dónde me vas a llevar?
―No sé, podemos ver eso cuando llegues.
―Vale ―me siento de rodillas sobre el colchón y me enredo la sábana arriba de los pechos ―. Entonces nos vemos más tarde ―asiente con la cabeza.
Me acerco a él y le doy un largo y apasionado beso que lo deja confundido por unos segundos.
―¿Qué fue eso?
―Así te digo que te amo ―me encojo de hombros.
―Ojala me lo dijeras más seguido.
Espero tener más tiempo para hacerlo.
Me pongo de pie y voy al baño. Me doy un baño y me pongo ropa cómoda. Cuando salgo de la habitación Nate está estudiando, así que solo le doy un beso y me despido de él.
****
―Voy para allá ―le digo a Cami.
―¿Estás segura de lo qué estás haciendo?
―No ―soy sincera.
―¿Y por qué lo haces?
―Porque no puedo vivir tranquila, porque no puedo dejar que Seth se quede tan tranquilo después de todo lo que me hizo, después de ese secuestro, de las lágrimas y el dolor. No puedo, Cami, no puedo vivir así.
―Te entiendo.
―Dime que estoy haciendo lo correcto y que no me equivoco al tomar esta decisión.
Se hace un silencio entre nosotras, ella no dice nada y solo puedo escuchar su respiración detrás de la línea.
―¿Cami?
―Haces lo correcto, Nelly. Todo saldrá bien.
Sé que no es sincera, sé que ella piensa que es un locura y que hay muchas posibilidades de que termine muerta hoy. Yo lo sé, ella lo sabe, pero aún así no me va a detener, sabe que haré esto con o sin su ayuda. Sabe que, a pesar de todo no puedo vivir en paz. No estoy tranquila.
―Gracias, Cami.
―Suerte, Nelly, cualquier cosa que necesites solo dime, yo estaré pegada al móvil. Por favor.
―No te preocupes ―sonrío algo nerviosa ―. Todo estará bien.
Aunque ni yo sé si esto va a resultar, no sé si salga viva de esta.
―Yo te llamo después.
Cuelgo y sigo conduciendo a la dirección que me dio Eli: el muelle. Ahí dónde esta maldita historia empezó y donde nunca debió continuar. Yo le dije que ahí, para terminar esto de raíz.
Cuando llego me detengo detrás de un Audi negro y apago el motor. Bajo y camino hacia Seth que me da la espalda.
Me escucha llegar porque se da la vuelta y cuando nuestras miradas se encuentran sé que es el mismo Seth de hace meses, el mismo que me hizo tanto daño y que me tuvo encerrada en ese sótano. Es él, no cabe duda. Sostiene un cigarrillo en sus labios. Se ve...acabado. Sabe, al igual que yo que esta es la última vez que nos vemos y qué, quizá solo uno salga vivo de esto.
Yo lo sé, era obvio que esto iba a pasar, los dos sabíamos que esto iba a terminar así.
―Seth.
Murmuro su nombre con asco, con coraje, el mismo que me recorre las venas cada que lo veo. La misma rabia que siento por él al recordar cómo me hizo sufrir.
―Nelly ―una sonrisa burlona se dibuja en sus labios ―. ¿Sabes por qué estamos aquí, verdad?
―Sí, para morir.
Y sin dudarlo un segundo saco mi pistola y él hace lo mismo.
Seth.
Han pasado algunos días desde que Ileana vive aquí. Ha sido bueno tenerla aquí conmigo, saber más cosas de ella, poder conocerla un poco más. Ahora no puedo dejar que ella se vaya, no puedo pensar en la sola idea de tenerla lejos, solo quiero que ella esté bien y que nuestro hijo nazca bien.
Podría pensar solo en eso. Mi mente debería ahora mismo solo pensar en ellos dos, solo en nosotros, pero no, pienso en Nelly en la posibilidad de, por fin poder arreglar las cosas, de hacer esto bien.
Nada está bien, si ella vive jamás te dejará vivir en paz.
Me pongo una chaqueta y me doy la vuelta. Cuando veo a Ileana bajo el umbral de la puerta me quedo sorprendido. Ella trae en una mano uno de los botes con mis pastillas.
―Esto es un estabilizador ―señala el bote ―. Y se supone que no debes combinar alcohol u otro tipo de droga con esto ―señala detrás de mí el vaso con Coñac ―. Creí que ya habías dejado de fumar.
―Sí, bueno... ―no tengo ni una respuesta lógica para sus preguntas. En lo único que puedo pensar ahora es en que se me hace tarde ―. Tengo algunos problemas con el club y he fumado un poco. Solo...
―No te preocupes, Seth, no tienes que decirme nada, pero no creo que sea sano para el bebé que tú fumes.
―Lo voy a dejar ―ladea un poco la cabeza, no cree que yo lo deje ―. Lo prometo, después de hoy todo será diferente.
Si le hago entender a Nelly que dejemos esto por la paz.
―Confío en ti ―me señala con un dedo y camina hacia la sala ―. ¿Vas a salir?
―Sí ―voy detrás de ella ―. Tengo que arreglar unos asuntillos.
―Vale.
Me dice y se detiene a medio pasillo.
―Te veo al rato ―me acerco a ella y la atraigo a mí agarrando su cintura con ambas manos. Le quito un mechón de cabello y lo paso detrás de su oreja y le doy un beso en la nariz.
―Con cuidado ―ahora ella me da un beso en los labios. Se pone de puntitas para besarme.
―Lo tendré.
Nos separamos y salgo del departamento. Camino hacia el ascensor y entro. Cuando estoy en el estacionamiento subo a mi auto y conduzco donde quedé de verme con ella: el muelle. No sé porqué ahí.
Sí lo sabes.
Bueno sí lo sé. Sé exactamente porqué ahí y no en otro lugar.
Quiero ser paciente con ella, quiero que ella sea paciente conmigo y que me escuche pero sé también que los dos tenemos el mismo carácter de mierda y que eso será imposible. Tenemos mucho rencor dentro y de alguna u otra manera tiene que salir y si no es con palabras será con balas.
Conduzco hasta llegar al muelle y detengo el auto. No hay nadie aquí, no hay autos, barcos o personas. Es perfecto para una pelea y que nadie sepa lo que está pasando, o es perfecto para matar a alguien y que nadie vea nada.
Espero un momento en el auto y fumo un poco también. Apoyo mi cabeza en el asiento mientras boto el humo por la ventanilla.
Este día tenía que llegar, lo sabes.
¿Y no pudo ser antes? ¿Por qué ahora? ¿Por qué en este momento donde voy a ser padre?
―Mierda.
Mascullo y salgo del auto. No puedo estar encerrado y pensar en esto nada más. Me acerco a la baranda del muelle y apoyo mis brazos para observar el mar. Es tan, impresionante. Tan majestuoso.
Fumo un cigarrillo tras otro mientras espero que ella llegue. ¿Por qué tarda tanto? Miro el reloj en mi muñeca y bufo.
Me quedo estático cuando escucho el motor de un auto, este se detiene, se apaga y la puerta se abre. Me volteo y la veo frente a mí, tan poderosa cómo siempre lo ha sido, una dama, una mujer fuerte.
Mátala ahora que ella no se lo espera. No va sufrir. Una bala en el corazón y te vas a ahorrar muchos disgustos.
―Seth.
Dice mi nombre con asco, siento en cada letra el odio que siente hacia mí, el coraje que me tiene y las ganas que tiene por deshacerse de mí.
―Nelly ―sonrío ―. ¿Sabes por qué estamos aquí, verdad?
―Sí, para morir ―no lo piensa mucho.
Saca una pistola al mismo tiempo que yo. Sonríe.
―Veo que no puedo confiar en ti, me doy la vuelta y es seguro que me disparas por la espalda.
―¿Y no harías lo mismo tú? ―ladeo la cabeza y escupo el cigarrillo.
―La verdad sí ―sonríe, diabólicamente.
Conozco esa sonrisa y sé que no me espera nada bueno.
―Hablemos.
―¿Ahora si quieres hablar?
―No empieces ―le digo.
―No empiezo, solo quiero terminar esto, bien.
―No hay nada de que hablar, y esto va a terminar bien o mal, pero va a terminar.
Sostiene su arma con determinación. No duda, no lo hará. Ella me va a matar.
―Solo quiero decir que lo siento.
―No, no lo sientes, no lamentas nada de lo que pasó y lo disfrutaste, dime ¿Qué sentiste cada vez que me dejabas sin comer? ¿qué sentías cada vez que me lastimabas? Cada vez que me veías llorando de dolor, cada vez que me rompía más y más, dime, Seth ¿te gustó violarme? ¿te gustó?
Basta, por favor Seth.
No lo hagas.
Detente.
No lo hagas.
La veo delante de mí, pero los recuerdos me llegan de golpe, son cómo patadas en el estómago que me dejan sin aliento, sin poder respirar bien.
―No sigas ―le pido. La mano me tiembla.
―¿Te gustó ver la sangre correr de mi cuerpo?
―Basta, Nelly.
―¿Te gustó verme llorar?
―No sigas.
―¿Te gustaba verme caer y convertirme en una mujer sumisa?
―Por favor ―le ruego. Pero ella no va a parar, no, no lo hará.
Los ojos me escuecen, siento que el estómago se me retuerce.
Me acerco a ella y me pongo de rodillas, subo mis manos con cuidado a su rostro y con cuidado le quito unos mechones que se han pegado a la sangre de su labio, Dixon le ha puesto la chaqueta que traía, está desnuda de la parte de arriba, bajo la cabeza y veo unos moretones que se empiezan a tornar morados en sus piernas.
―¿¡Lo disfrutabas, Seth, dime!? ―grita.
―Basta, Nelly. No sigas por favor.
¡Deshazte de ella una puta vez!
Intento contenerme.
―¿Te gustaba hacerme tuya a la fuerza? Lo disfrutabas, verdad. Verme débil y rendida.
―Yo...solo...yo no...
Mátala, te vas a librar de ella.
―Oh sí que lo disfrutaste ―bajo mi arma por unos segundos pero ella sigue con la suya a la altura de mi pecho. Ella llora pero no deja de mirarme con odio.
¡Mátala, ahora! ¡Hazlo antes de que te arrepientas!
―¡Por favor no sigas! ¡Basta!
¡Mátala, Seth, mátala!
Me doy la vuelta por unos segundos llevándome las manos a la cabeza. Me palpita, los temblores empiezan a hacer estragos en mí, el cosquilleo en las manos.
No quiero, no, no quiero.
Lo harás, por supuesto que sí.
No, yo no quiero.
Escucho que le quita el seguro a su pistola.
Ella te va a matar, tu hijo se quedará sin un padre, crecerá solo y quien sabe que será de él.
No, no, eso no puede pasar, eso no.
Nunca.
Le quito el seguro a la pistola y cuando me doy la vuelta y disparo, todo pasa tan lento que puede ser, quizá que el tiempo se haya detenido frente a mí. Tarde me doy cuenta del cuerpo que cubre el cuerpo de Nelly. Siento un empujón y caigo al suelo con un disparo en el hombro izquierdo.
Escucho un grito. Nelly grita. Me duele. Quiero ponerme de pie.
―Na-Nate.
Su nombre sale de mi boca en un jadeo de dolor que me quema el cuerpo.
Quiero levantarme, quiero que esto sea mentira, quiero que no sea él.
Nate.
En cuanto Nelly sale de la casa, espero unos segundos para abrir la puerta. Veo que sube a su auto y arranca. Cierro la puerta de la casa y camino a mi auto. Marco el número de papá.
―¿Nate? Hace mucho que...
―¿Seth está ahí?
Pregunto sin dejar que él termine de hablar. Subo a mi auto y arranco. Espero no perder de vista a Nelly.
Sé qué algo está pasando, sé que me oculta algo y por más que quiero confiar en ella, no puedo. Estos días ha estado rara y sé que no es por la boda, no es eso. Algo más le preocupa y temo que esto tenga que ver con Seth.
―No, tu hermano hace días que no viene, me dijo que habían pasado cosas.
―¿Lo has notado raro cuando te llama?
Papá se queda en silencio unos segundos.
―Ayer llamó, me dijo que...―se calla.
―¿Qué?
―No sé si deba decirte esto.
―Papá, dilo, por favor.
―Dijo que los problemas con Nelly se iban a arreglar.
―Carajo ―mascullo.
Sigo de lejos el auto de Nelly, temo perderla de vista ya que hay muchos autos frente a mí.
―¿Qué pasa, Nate?
―Es...es Nelly, ella ha estado rara, no sé, ella no es así y temo que ella y Seth...―papá me interrumpe.
―¿Qué estás queriendo decir?
―Nelly y Seth se van a enfrentar. Tú y yo sabemos lo que eso significa.
Papá no dice nada.
―Solo uno saldrá vivo.
―Nate.
―Lo voy a impedir, te lo prometo ―entorno lo ojos ―. Yo voy detrás de ella y...yo lo haré.
―Nate no quiero que les pase nada a ti o tu hermano.
―No pasará eso.
―Nate.
―Lo juro, papá.
Nos quedamos en silencio un par de segundos, cierro los ojos y suspiro. Cuando los abro he perdido de vista el auto de Nelly, ya no está.
―Te llamo después.
―Lo harás ―asiento con la cabeza cómo sí él me estuviese mirando.
Cuelgo y marco rápidamente el número de Cami.
―Nate, hola.
―Sé que tú sabes dónde está Nelly en este momento y te pido por favor que me digas o será muy tarde.
―Yo...no...
―¡Camila, por favor!
―Yo no sé, ella no me dijo pero Eli sí lo sabe.
―¡Pues pregúntale! ―le grito. Me detengo a un lado de la carretera ―. Vamos, Cami.
―Voy, voy, ella está afuera.
Escucho sus pasos. Creo que ha cubierto el micrófono con la mano porque no se escucha bien lo que dice. La voces se escuchan muy bajo, por más que intento escuchar no entiendo lo que dicen.
―El muelle ―dice de repente.
―¿El muelle? ―levanto una ceja y arranco.
―Sí, el muelle, al final, dónde ya no hay nada. Los muelles del incendio.
―Vale ―entro de nuevo a la carretera y doy la vuelta llevándome los insultos de algunas personas ―. Dile a Alek.
―Él ya lo sabe y en este momento vamos para allá ―se escucha apenada.
―Esto es una mierda ―dice Alek, molesto.
―Vamos para allá, Nate, llega a tiempo.
Colgamos y piso el acelerador, esquivo algunos autos y casi me estrello contra un bus, pero cuando veo el muelle siento un gran alivio que me da esperanzas de nuevo. Conduzco hasta el final dónde me dijo Cami que ellos estarían. No escucho gritos o disparos, eso quiere decir que aún no se han enfrentado y que estoy a tiempo de detener todo esto.
Bajo un poco la velocidad y a lo lejos los puedo ver, Seth está de espaldas y sostiene su cabeza entre sus manos, Nelly le apunta con un arma mientras él le da la espalda.
¿Seth o Nelly?
Nelly sin dudarlo.
No llego hasta donde ellos están, detengo el auto unos metros lejos. Me bajo sin quitar mi mirada de ellos, no quiero que en un parpadeo todo cambie, que no pueda hacer nada.
Ni siquiera cierro la puerta y me echo a correr hacia ellos.
Quiero gritar. Quiero decirles que paren. Que no lo hagan.
Pero no puedo. En cuanto veo que Seth se da la vuelta y apunta con su arma a Nelly corro más rápido, escucho dos detonaciones y mi cuerpo se interpone entre ella y las balas. Rodeo su cuerpo con mi cuerpo.
Solo puedo sentir el dolor recorrer mi espalda.
Dejo de ver.
Dejo de sentir.
En un instante todo el dolor deja de existir.
Alek.
Eli ha estado nerviosa toda la mañana. Le pregunto que le pasa y dice que nada. No soy tonto, sé que algo le pasa pero no me quiere decir el qué. Quiero que me diga que demonios está pasando.
Estamos en el piscina. Solo pasando el rato. Disfrutando un poco de este día soleado.
Miro de reojo hacia dentro de la casa y Cami viene hacia nosotros.
―Eli ―con la cabeza le dice que vaya con ella. Eli se pone de pie y la sigue.
¿Qué se traen ellas?
Hablan un momento, Cami habla por teléfono y yo me acerco para escuchar que es lo que se traen entre manos.
―Seth y Nelly se quedaron de ver en el muelle ―frunzo el ceño y las miro a ambas.
―El muelle.
―Sí, el muelle, al final, dónde ya no hay nada. Los muelles del incendio.
Le dice Cami a alguien con quien está hablando por teléfono.
―Él ya lo sabe y en este momento vamos para allá ―dice apenada.
―Esto es una mierda ―paso a su lado.
―Alek.
―No, Eli ―me doy la vuelta ―. ¿Qué mierda está pasando y por qué no me habían dicho?
―Eso no importa, Nelly nos necesita ahora ―Cami se adelanta y va hacia el estacionamiento.
―Alek, lo siento ―Eli viene detrás de mí y levanto la mano para que ya no diga nada.
Subimos los tres a mi auto y salimos de la casa.
―Entiende que Nelly no quería que nadie supiera nada ―Cami se asoma entre los asientos.
―¿Ni Nate? ―levanto una ceja.
―No, ni él ―suspira ―. Quiere terminar con esto de una vez, antes de la boda, antes de la luna de miel, antes de empezar una nueva vida.
―Es necia ―agarro una curva y nos vamos un poco de lado.
Ninguno de los tres decimos nada en algunos minutos. Eli me mira un par de veces, apenada, pero no dice nada. Sabe que estoy molesto, que no me gusta que me oculte este tipo de cosas y menos que tengan que ver con ese tipo.
―¿Seth te hizo algo?
Eli me mira confundida.
―¿Me hablas a mí?
Resoplo.
―No, no...él no me hizo nada ―aprieto las manos alrededor del volante ―. Solo se quería disculpar y decirme que quería arreglar las cosas con Nelly.
―Solo quiere joder, eso es lo único que él quiere. No puedo creer que tú le creas, que pienses que un hombre cómo él va a cambiar de la noche a la mañana.
Aprieta los labios.
―Ya basta, Alek, Eli no tiene la culpa de nada.
―Tú mejor no digas nada ―la miro a través del espejo retrovisor ―. Que también estás metida en esto.
―A mí no me callas, energúmeno ―espeta.
―Ya basta ―se mete Eli ―. Peleando no llegamos a nada.
Ya no digo nada hasta que llegamos al muelle y detengo el auto. No veo a nadie, solo el auto de Nate que está metros atrás y el de Nelly que está justo delante de nosotros.
―No los veo ―apago el auto y salgo.
―¿Escucharon eso? ―nos quedamos en silencio y escucho un jadeo de dolor.
Nos acercamos y cuando la veo...
―Nelly ―entre sus brazos sostiene a Nate. Él tiene una gran mancha de sangre en el pecho.
―No respira ―Nelly nos mira y sus ojos están inyectados en sangre. Su rostro tiene algunas manchas de sangre y sus manos están cubiertas de color carmín ―. Él...él...no respira.
Escaneo el lugar y veo el cuerpo de Seth unos metros frente a nosotros.
―¿Está...muerto? ―pregunta Cami.
―Eso no importa ―les digo y me acerco a Nelly que se hace un poco más atrás cuando se da cuenta de que mi intención es llevarme a Nate.
―No ―espeta ―. No quiero que nadie lo toque.
―Nelly ―Cami se acerca y se agacha a su lado. Quizá ella sea la única que pueda hacerla entrar en razón ―. Lo tenemos que llevar al hospital.
―No ―aprieta a Nate más a su pecho ―. No quiero.
―Nelly ―Cami pone una mano encima de la de Nelly y esta relaja los hombros.
―Sí ―es lo único que dice Nelly. Con cuidado deja que cargue a Nate.
―Ve al asiento de atrás ―le digo a Nelly que corre y se adelanta. Llevo a Nate en mis brazos con cuidado de no...no sé de qué porque no sé exactamente que le pasó ―. Tú llévate el auto de Nate ―ella asiente con la cabeza y va directamente al auto de Nate que está con la puerta abierta.
―Con cuidado ―Nelly está sentada ya en los asientos de atrás. Con mucho cuidado dejo a Nate en sus brazos y ella lo agarra cómo si él se fuera a romper.
Subo al auto y manejo hacia el hospital. Intento ir rápido pero sin que el auto se mueva tanto.
Miro a Nelly un par de veces por el espejo retrovisor y llora desconsoladamente.
Cuando llegamos al hospital entramos por urgencias y reciben a Nate dado al estado en el que está.
―¡Quiero ir con él!
Les grita Nelly a los enfermeros que no la dejan ir con Nate.
―¡Es mi esposo! ¡Mi esposo! ―se llevan a Nate por un pasillo.
―Señorita, por favor ―le dice la enfermera ―. Tenemos que revisarlo, saber que tiene. Por favor ―me mira al ver a Nelly tan mal ―. ¿Alguien me puede dar información acerca del paciente? Y decirme que pasó.
―Yo sé algunas cosas de él ―dice Eli ―. Pero no sabemos exactamente que pasó.
―Venga conmigo, por favor.
Ellas dos se alejan y voy con Nelly hacia unas sillas. Tenemos que esperar.
Nelly.
Escucho dos disparos. Parpadeo un momento y cuando menos me lo imagino tengo a Nate frente a mí que me abraza por unos pocos segundos. Muy, muy pocos diría yo. El impacto de la bala me hace retroceder un paso. Sus brazos me sueltan y caemos al suelo, los dos.
―¿Nate? ―mis rodillas se estrellan en la madera ―. Nate ―sostengo su cabeza con una mano. Veo su pecho y una gran mancha de sangre se empieza a hacer más grande ―. No, Nate, no ―sus ojos están cerrados.
Le doy golpecitos en la mejilla pero él no despierta.
―¡Nate, despierta! Por favor, despierta. Hazlo, por favor. No me dejes, no lo hagas.
Lo aprieto a mi cuerpo. Hago presión en su pecho, pongo dos dedos en su cuello, a la altura de su vena y puedo sentir su pulso muy débil.
―Nate, no me dejes, no me dejes. Por favor.
Escucho que Seth se queja de dolor. No me importa.
―Puedes irte al demonio ―lo miro tendido en el suelo.
Escucho un auto, el motor se apaga, después pasos que se acercan a nosotros.
―Nelly ―es Alek. No lo miro.
No entiendo nada de lo que ellos dicen. No sé que hablan entre sí. Les digo algo, pero no sé que palabras salen de mi boca.
―...eso no importa ―me hago un poco hacia atrás cuando veo que Alek se acerca.
―No. No quiero que nadie lo toque.
―Nelly ―Cami se acerca a mí y se agacha hasta quedar frente a mí ―. Lo tenemos que llevar al hospital.
―No ―aprieto a Nate más a mí. No quiero que nadie lo toque. No quiero ―. No quiero.
―Nelly ―siento el suave tacto de la mano de Cami encima de la mía.
―Sí ―Alek se acerca y carga a Nate en sus brazos.
―Ve al asiento de atrás ―obedezco y subo al auto de Alek, me acomodo en los asientos de atrás. Alek deja a Nate en mis brazos y lo sostengo cómo lo más preciado que tengo en este mundo.
―Con cuidado.
No quiero que le pase nada. No quiero que sufra por mi culpa, solo quiero que cumpla todos sus sueños. Que seamos felices. Que vaya a la universidad y que estemos juntos toda la vida.
Esto es mi culpa. Es solo mi culpa. Si a Nate le pasa algo...yo no puedo seguir sin él. No puedo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro