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Capítulo 39. 🔥

"Escoge una persona que te mire cómo si fueras magia"

Frida Kahlo.

Seth.

Estoy embarazada.

―Seth.

Quito las manos de sus rodillas y me pongo de pie por inercia.

Estaba embarazada.

―Seth ¿estás bien? ―pregunta Ileana a mi espalda.

Perdí a nuestro hijo, Seth.

No te imaginas el dolor que siento aquí en mi corazón, no te imaginas las noches de horror que pase, todo mi mundo se vino abajo en ese momento.

Me detengo frente al gran ventanal y miro la ciudad.

¿Hubieras dejado que tuviera a ese bebé?

Dime Seth

¿Si ese bebé estuviera vivo que harías?

¿Si ese bebé estaría vivo qué harías?

¿Qué harías?

¿Qué harías?

―¿Seth?

¿Seth?

¿Qué harías, Seth?

―¿Estás bien?

La cabeza me empieza a dar vueltas y por un momento veo borroso. Todo frente a mí se distorsiona.

¿¡Dime Seth!?

―Dime algo, Seth.

―¡Basta, basta!

Me llevo las manos a la cabeza.

Las voces se van poco a poco, son cómo un eco que se aleja más de mí. Quiero que se vayan, quiero que me dejen en paz.

De mi chaqueta saco el bote de pastillas y me echo dos a la boca. Trago las pastillas y aprieto los ojos. Mi pecho sube y baja. Mi respiración es rápida.

―¿Embarazada? ―entorno los ojos y clavo la mirada en Ileana que se ha mantenido sentada todo este tiempo.

―Sí, yo...no sé cómo pasó.

―Oh cariño ―me acerco de nuevo a ella sentándome en el mismo lugar de minutos atrás ―. Sabes perfectamente cómo pasó ―por fin un pequeña sonrisa se escapa de sus labios y limpia debajo de sus ojos.

―Lo sé, pero me refiero a que me he cuidado. No sé que falló.

―Ileana.

―Seth ¿qué voy a hacer?

―¿Perdón? ―la miro indignado ―. ¿Cómo que qué vas a hacer? No estás sola, lo sabes ―desvía la mirada y hago que me mire poniendo dos dedos en su barbilla.

―Yo...

―No estás sola.

―Pero...

―No hay ningún pero Ileana, no lo hay.

―Sí lo hay.

―¿Cual es? Dime.

―Tú no me quieres así cómo yo te quiero a ti.

―¿Y eso qué?

―Como que y ¿eso qué? Seth.

Me cruzo de brazos esperando una respuesta.

―No sé a dónde quieres llegar.

Me pongo de pie.

―No me quieres Seth, o me vas a decir que miento ―levanta una ceja.

―No, no mientes ―veo solo decepción en sus ojos ―. No te voy a decir mentiras, no te quiero cómo tú te lo mereces, pero...

―¿¡Pero!? No me digas nada, Seth ―veo que se pone de pie con la intención de irse. Pero la detengo de un brazo ―. ¡Deja que me vaya!

―¿Y dónde mierda vas a ir, eh? Estás embarazada ¿Qué vas a comer?

―Yo...―aprieta los labios.

―No seas infantil y hablemos ―la jalo hacia la sala pero se resiste.

―No quiero, tú ya has dejado claro todo ―jala el brazo para que la suelte.

―No he dejado claro nada ―hago presión en su brazo y señalo la sala.

―Seth.

―Ileana ―uso el mismo tono de voz que ella.

―Deja que me vaya.

―Deja tu puto orgullo atrás y hablemos.

Se lo piensa unos segundos antes de asentir con la cabeza y regresar al sofá.

―No te quiero, sí ―me siento frente a ella.

―Que directo eres.

―No cómo tú te lo mereces ―aclaro ―. Y quizá para ti es difícil pero para mí no, vas a tener un hijo mío y eso es suficiente para hacer las cosas bien. No te quiero decir mentiras y no quiero empezar a hacerlo.

»Han pasado muchas cosas en mi vida que te harán alejarte de mí y no te culpo. Me he enamorado una sola vez y no funcionó, yo tuve la culpa, yo arruine todo y ahora...ahora ella está con mi hermano ―Ileana abre los ojos ―. Perdí un hijo, Ileana y no quiero perder otro.

―¿Un...un hijo? ―asiento con la cabeza.

―Ella estaba embarazada y lo perdió. Siento que ahora puedo arreglar las cosas pero no lo puedo hacer si tú te vas y me dejas ¿Qué crees pase conmigo si te vas ahora que me has dicho que esperas un hijo mío? Quizá no te importe, apenas y nos conocemos, pero no te imaginas lo que será de mí. Así que no lo hagas.

Trago saliva y la miro a los ojos.

―Quédate. Aquí conmigo. A mi lado.

―Seth.

―Por favor, Ileana ―mi voz se quiebra con cada palabra ―. No me dejes, no ahora.

―Yo no sabía nada de eso. No tenía idea de que eso hubiese pasado.

―Hay muchas cosas que tú no sabes de mí y una es peor que la otra.

Sonrío nervioso.

―Pero ahora haré las cosas bien, por ti y por ese bebé, que se sienta orgulloso de su padre. Quédate.

Estiro la mano y ella la mira dudosa unos segundos. La agarra y se pone de pie acercándose a mí.

―Estamos juntos en esto ―abro las piernas y ella se coloca en medio. Paso mi mano por detrás de su rodilla y subo lentamente por su pierna hasta detenerme en su cintura ―. Nunca te dejaré.

Me sonríe y rodea mi cuello con sus manos. Me pongo de pie y la abrazo.

Ella está embarazada. Está esperando un hijo mío y esta es la mejor noticia que había podido recibir en mucho tiempo. Nada se compara a este momento entre ella y yo.

****

Escucho el timbre y abro los ojos con pesadez. Hace días que no había podido dormir así de bien. Siento que he dormido por días pero solo han sido unas horas. Me doy cuenta cuando me siento en la orilla de la cama y miro la hora en el teléfono. Cuando paso frente a la ventana me fijo que ya es de noche. No sé cuánto tiempo hemos dormido.

Salgo de la habitación y camino hacia la puerta. Me fijo por la mirilla y es Dixon. Abro y nos damos un abrazo.

―¿Cómo está ella?

Entra y cierro la puerta.

―Bien, está dormida ―Dixon se queda en medio de la sala ―. Ya está más tranquila.

―Me alegro ―veo que en la mano trae una maleta.

―¿Eso es de ella? ―señalo la maleta.

―Ah, sí. Le traje un poco de ropa y cosas que ella usa.

Deja la maleta a un lado.

―¿Quieres algo de tomar?

―Café ―enarco una ceja y me dirijo a la cocina. Pongo la tetera y el agua empieza a hervir. Saco dos tazas, el café y azúcar. Lo dejo todo en la barra y Dixon se acerca y queda del otro lado de la barra.

―Ella me ha dicho todo.

―¿Y supongo que te vas a ser responsable de ese bebé, no? ―levanta una ceja.

―¿Crees que soy la clase de hombre que deja sola a una mujer cuando le dice que está embarazada?

―No te conozco lo suficiente, Seth, eres impredecible y puedes reaccionar de cualquier manera, no sé cómo te hayas tomado la noticia.

―Bien ―me encojo de hombros y quito la tetera de encima de la estufa ―. Cómo se lo toma cualquier hombre al que le dicen que va a ser padre.

―¿Te vas a casar con ella? ―me doy la vuelta y le sirvo agua en la taza.

―¿No crees que vas muy rápido?

―Es mi hermana, Seth ―lo miro ceñudo ―. Me preocupa.

―¿Y crees que a mí no me preocupa? Claro que me preocupa, Dixon, quiero lo mejor para ella, para nuestro hijo. Ella se quedará aquí, no tendrá que preocuparse por nada, yo la voy a cuidar.

―¿Y la vas a cuidar de esa chica también?

Se refiere a Nelly.

―¿A qué te refieres? ―disimulo.

Me preparo mi café y Dixon hace lo mismo.

―¿Crees que soy tonto? No lo soy, Seth. Sé todo sobre la hija de Víctor.

―La voy a cuidar de quien sea.

Es por eso que quiero hacer las cosas bien, necesito terminar con esto de una puta vez. Necesito saber que Nelly va a terminar con esto de una vez y que en su afán por vengarse de mí no le hará daño a ella, y a ese bebé que lleva en el vientre.

Nelly.

Reviso las revistas una y otra vez. Me frustra no encontrar un vestido que me guste lo suficiente.

―Maldita sea ―aviento la revista a un lado y bebo un poco de té.

―¿Pasa algo? ―Nate sale de la cocina limpiándose las manos con un trapo.

―No me gusta ningún vestido, la organizadora no me ha dicho nada de nada y no sé si nos vamos a poder casar antes de que entres a la Universidad.

Quiero llorar y me siento tan tonta por querer llorar por esta estupidez.

―Eh ―Nate se acerca y deja el trapo encima de las revistas.

―¡No dejes eso ahí! ―agarro el trapo y lo aviento a la cocina ―. ¡No sé porqué estoy llorando!

Nate se acerca y se ríe un poco por mi deprimente situación.

―Ven acá ―me estrecha entre sus brazos ―. Estás estresada por la boda, es mucho para ti. Además, no sabemos si me van a aceptar en la Universidad.

―¿Qué dices?

Lo empujo un poco.

―Claro que vas a entrar, claro que te vas a quedar y vas a estudiar lo que tú quieras. Eres muy inteligente.

―¿Crees eso? ―le doy un golpe en el brazo ―. Auch ―se soba.

―No vuelvas a decir eso, Nathaniel Beckett. Debes creer en ti ―me acerco y acuno su rostro entre mis manos ―. Nunca había conocido a un hombre tan inteligente, así cómo tú. Te aseguro que a la primera te quedas, nunca dudes de ti.

****

―Y bueno ¿cómo vas con los preparativos?

He venido con Cami y Eli de compras. Necesito relajarme un rato y olvidar todos los problemas que tengo detrás.

―La organizadora no me ha llamado y me preocupa que no haya lugar para ese día. No he encontrado vestido y no tengo nada más ―les sonrío.

―A eso hemos venido, querida ―Eli engancha su brazo al mío.

Recorremos las tiendas más concurridas de todo Nueva York por un vestido para mí y otro para mis damas de honor. Hay tantos vestidos desde los más baratos hasta los más caros de todo el mundo, algunos cuestan lo que un departamento.

Descansamos un poco y nos sentamos a comer un helado.

Estamos agotadas de tanto caminar pero todavía nos faltan muchas tiendas por ver.

―Lo he estado pensando ―les digo.

―¿Sobre qué?

―Seth.

Cami hace una mueca de asco solo al pronunciar ese nombre.

―¿Podemos hablar de otra cosa que no sea ese hombre?

―No ―digo de mala gana ―. Tengo que arreglar esto de una vez. Antes de la boda. Antes de irme de luna de miel con Nate. Necesito terminar con esta mierda, ya.

―¿Y qué vas a hacer? ―Eli levanta una ceja.

―Matarlo.

Las dos se giran hacia mí, comparten una mirada y me miran de nuevo.

―¿Así de plano?

―¿No lo harás sufrir?

―Creo que sufro más yo por no terminar con esto de una vez. Me frustra todo y saber que está vivo no me ayuda en nada. Así que ―me pongo de pie ―. Voy a terminar con esto y voy a matar a Seth para poder vivir en paz.

Cami y Eli asienten con la cabeza.

―Llámalo ―le digo a Eli ―. Dile que estoy dispuesta a hablar. 

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