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Capítulo 38. 🔥

"Que cosa más bonita es verte, mientras me ves, viéndote a ti"

José Urbano.

Nelly.

—¡Qué bueno que llegan!

Mi madre es la primera en salir a saludarnos cuando Nate detiene el auto frente a la casa. Él me sonríe con suficiencia al ver que es al primero que saluda de beso y a mí me olvida cómo costal de papas.

Pero si la hija soy yo, no él.

La traición hermana.

Bajo del auto lo que hemos traído de comer y me acerco a mi madre que se lleva a Nate dentro de la casa.

—Aquí estoy, eh —mascullo y entro detrás de ellos.

—Está encantada —se acerca Alek y me da un beso en la mejilla, después me quita el tazón y lo lleva al patio de atrás. donde, ya están todos.

—Sí, ya me di cuenta.

Mi madre presenta a Nate a algunos amigos y a los chicos que trabajan para ella.

—¿Cómo estás?

—Bien.

—Eli me dijo lo que pasó.

Creo que se refiere a lo de Nate, lo de Seth ella no va a decirle, nos dijo ese día. Y es mejor, Alek se va a enfadar mucho si sabe que Eli vio a Seth. Lo mata. Aunque me ahorraría muchos dolores de cabeza.

—Sí, bueno, él tarde o temprano se iba a enterar.

—Al menos no salió corriendo.

—Eso es un gran logro ¿no? —lo miro y se encoge de hombros.

—Uno muy grande.

Billy se acerca a nosotros y en ambas manos trae una cerveza. Le ofrece una a Alek que acepta con gusto y a mí, que declino la oferta.

—¿No bebes?

—No me apetece —es más le hago el fuchi cuando veo cómo ellos le dan un gran trago.

—Nos dijo Cami que te has casado con Nate —dice Billy a lo que miro a Cami. La voy a matar.

—No se podía quedar callada, bocazas —espeto.

—Creo que es lindo que se hayan casado, eso quiere decir que Nate te ama —miro sorprendida a Billy. Jamás creí que él iba a decir algo así —. No me mires así, te mereces ser feliz después de toda la mierda que has tenido que pasar.

—No le vayan a decir a mi madre, por favor. Ella no lo sabe y me va a matar si se entera que me casé a escondidas.

Alek y Billy se ríen un poco.

—¿Miedo? —pregunta el primero con burla.

—No es miedo, le dicen precaución.

Se ríen de nuevo y les doy un golpe a cada uno en el brazo.

—Ya, dejen de burlarse de mí.

—Me sorprende que no te dé miedo matar a cinco tipos tú sola, pero te da miedo que tu madre que mide menos que tú se entere que te has casado.

—¿Has visto a esa señora molesta?

Alek niega con la cabeza.

—Y es mejor que nunca la veas molesta —le dice Billy y palmea su espalda.

—¿Es tan mala?

—Es cómo un gremlin.

—Mejor no quiero verlo —traga saliva y le da un gran trago a su cerveza.

Mamá presume a Nate cómo si fuera un trofeo que ella se ganó sin hacer nada. Es cómo los entrenadores de fútbol que se llevan todo el logro al final de un partido cuando ellos solo están ahí dando órdenes mientras los jugadores corren de un lado al otro de la cancha.

—Tu madre presume a Nate cómo si fuera...no sé ¿un trofeo?

—Eso mismo pienso yo —añade Alek.

—Y yo —doy un paso —. Voy a recuperar a mi esposo.

Los dejo ahí y se ponen a platicar mientras me acerco a mi madre que se engancha de uno de los brazos de Nate. Ella ríe y Nate le sigue la corriente. Es tan lindo que no puede ser grosero con nadie.

—¿Me permiten? Le voy a enseñar a Nate la casa.

Sin dejar pasar más tiempo lo agarro del brazo y lo llevo conmigo, mi mamá se queda ahí y sigue platicando con algunas personas.

—Te salvé, me debes una —lo señalo.

—No estaba aburrido.

—Sí lo estabas pero no lo sabías.

Se ríe y rodeamos la piscina para ir dentro de la casa.

—¿Sí era cierto lo de mostrarme la casa? —levanta una ceja.

—¿Y qué creías tú?

Subimos las escaleras y vamos a mi habitación.

—¿Tu habitación?

—El resto de la casa lo verás después —entramos y cierro la puerta a mi espalda.

—Vaya —mira a su alrededor —. Es muy grande, más que nuestra habitación.

—Pero es nuestra habitación y es más acogedor ahí —me acerco a él.

—¿De-de verdad?

Asiento con la cabeza.

—Es nuestro nidito de amor, Nate, donde solo existimos tú y yo —entierro un dedo en su pecho —. Y no importa si es un agujero en la tierra o un pedazo de caja, solo somos nosotros.

—Cuando quieres puedes ser tan cursi —me agarra de la cintura y me pega a él.

—No te acostumbres, cariño.

—¿Qué le has hecho a mi esposa? Tú no eres mi esposa.

—Ya cállate —lo agarro del cuello de su camisa y lo atraigo a mí para succionar sus labios. Sus manos se aferran a mi cintura y me pega más a él, cómo si quisiera que nuestros cuerpos se fundieran en uno solo.

****

Eso de llevar a Nate a la que era mi habitación al final de cuentas no fue mala idea, le mostré hasta las sabanas de mi cama.

Ahora todos se han ido y estamos solo los que viven aquí, ah y la madre de Eli que resulta ser una mujer muy encantadora, amable y ama a Alek. Dios, es cómo mi madre que solo habla bien de Nate, así Olivia, se la pasa diciendo lo amable que es Alek, lo lindo que es y cómo ama a su hija. Igual que Vera.

No parece ser la madre de Eli, sino su hermana. Ya lleva algunas cervezas y no le hacen nada, es cómo si bebiera agua. Todos se ríen cuando dice algo, ella es muy divertida. Hasta mi madre está aquí conviviendo con nosotros.

—Tu madre es muy divertida —le dice Nate a Eli que quiere se la trague la tierra.

—No sé cómo puede seguir bebiendo y el alcohol no le hace nada —Alek mira su botella —. Yo con esto ya no doy más.

Echa la cabeza hacia atrás y cierra los ojos.

—Tiene aguante —dice Eli. Sus mejillas están rojas.

—Yo no puedo más —Cas deja la botella en la mesita.

—Yo ya me asqueé —le dice Nate.

—¿Ya están preparando las cosas para la boda?

Abro los ojos y miro a Camila.

—¿Le dijiste? —señalo a Cas con el mentón. Ella se encoge de hombros, inocente —. Eres una chismosa, Camila, no puedes mantener la boca cerrada por un puto momento.

—Se me salió, sí.

—¿Cuando gemías su nombre?

—¡Cállate! —grita atrayendo la atención de todos.

—Lo primero que te dije que no dijeras y es lo primero que vas y haces. No te vuelvo a decir nada. ¡Nada!

—¡Ay por favor! ¿Qué tiene de malo que sepan que te casaste a escondidas con Nate?

—¿¡Qué!? —escucho el grito de mi madre. Cierro los ojos y cuando los abro ella ya está de pie —. ¿Te casaste con Nate y no me dijiste nada?

—Mamá.

—¡Mamá nada, Nelly! Te has casado.

—Por el civil.

—Así sea por el nombre de los dioses aztecas. Te casaste.

Parece más decepcionada que molesta.

—Mamá —le digo cuando me doy cuenta de que todos nos miran —. ¿Podemos hablar esto, a solas?

Con la cabeza señalo la puerta de la sala. Ella recobra la compostura cómo la dama que es y sale primero.

—Lo siento —me disculpo antes de salir.

—¿Quieres que vaya contigo? —Nate se pone de pie.

—No, yo puedo con esto —se acerca y me da un beso corto.

—Suerte.

—Gracias.

Salgo de la sala y cuando llego al despacho mi madre se está sirviendo whisky.

—¿En qué estabas pensando al casarte con Nate? —pregunta en cuanto cierro la puerta.

—¿No se supone que te cae bien?

—No es eso —le da un trago a su bebida y se gira hacia mí.

—¿Entonces?

—Me cae bien, nunca creí que me cayera tan bien.

—¿Entonces cuál es el problema?

—Que te casaste sin decirme nada. Creí que con la muerte de tu padre te acercarías más a mí, pero no, te casaste y no me hiciste parte de ello.

—Fue tan repentino.

—¿Y?

—No lo planeamos mamá, solo dije vamos a casarnos mañana y Nate estuvo de acuerdo.

—¿Tú le dijiste eso a él?

—¿Por qué te sorprende tanto? —exagero el gesto.

—Porque lo amas demasiado entonces cómo para decirle que se casaran.

—Lo amo —afirmo —. Mucho y no quiero perderlo.

—No lo vas a perder —se acerca a mí y deja el vaso encima de escritorio —. ¿Por qué piensas eso?

—Tuvimos una pelea porque ya sabe lo que he estado haciendo en contra de su padre.

—¿No me digas que los defendió?

—No, no los defendió y tampoco está en su contra, solo...se lo tomó mal, solo eso.

—Bueno —pone ambas manos en mis hombros —. ¿Lo han resuelto? —asiento con la cabeza —. Menos mal. Nate te ama.

—¿Cómo lo sabes? ¿Él te lo dijo?

—No, no necesita decirme cuánto te ama, lo he visto —levanto una ceja —. He visto cómo te mira, es cómo si fueras todo su mundo, Nell, cómo si no existiera otra mujer para él.

—Así cómo te miraba mi padre a ti ¿así?

—Sí, así.

—Entonces ¿él me ama mucho?

—No te ama mucho, Nell, él te ama más que a su vida.

Eso no me gusta.

Eso no nos gusta.

—¿Por qué te preocupas?

—No yo no...—me mira cómo si pensara que ella es tonta —. No creo que esté bien que él me ame así cómo lo está haciendo.

—Eres su vida, Nell, lo único que tiene. Eres cómo el ancla que lo mantiene de pie. Sin ti ese hombre es un caso perdido.

—Y yo lo amo a él.

—Pero él te ama más a ti de lo que tú lo amas a él.

Suelta mis hombros y se termina lo que le queda a su vaso.

—¿Habrá boda por la iglesia?

Su pregunta me saca de mis pensamientos,

—Eh, sí, estoy en eso.

—Más te vale porque si tu padre estuviera vivo estaría muy molesto contigo —pasa un brazo por mis hombros —. Vamos.

Salimos del despacho.

—Y felicidades.

—Gracias.

Me da un beso en la mejilla y entramos a la sala donde los demás ya se han olvidado de lo sucedido minutos atrás y ahora hablan de no sé qué.

—¿Todo bien? —me siento al lado de Nate y pasa su brazo por mis hombros.

—Todo bien —afirmo.

Me sonríe y sigue con la plática.

Lo miro un momento y las palabras de mamá se repiten en mi cabeza una y otra vez.

No te ama mucho, Nell, él te ama más que a su vida.

Eres su vida, Nell, lo único que tiene.

Eres cómo el ancla que lo mantiene de pie.

Sin ti ese hombre es un caso perdido.

Nate me ama, sin duda alguna más de lo que yo lo amo y no me va a perder, tengo que estar aquí para él, para estar a su lado, para apoyarlo y morir a su lado si es necesario hacerlo.

Ileana.

Miro el resultado una y otra vez. Una y otra vez. Mis ojos repasan el plástico despacio, me dejo caer en el retrete y suelto lo que tengo en la mano para llevarme ambas manos a la cabeza.

Siento que todo me da vueltas, que mi mundo se viene abajo.

—Dios mío.

Cubro mi boca con una mano cuando un sollozo escapa de mi garganta.

—No, no. no.

Niego con la cabeza y la apoyo en la fría loseta. Cierro los ojos y una lágrima se escapa y rueda por mi mejilla.

—Ileana ¿estás bien?

Dixon toca la puerta del baño.

—Sí —me limpio debajo de los ojos —. Yo...ahí voy —me pongo de pie y me acerco al lavabo, abro el grifo y me echo agua en la cara. Me seco con una toalla y tiro la basura al bote.

Cuando salgo Dixon se acerca y me agarra de la mano, llevándome a la cama.

—¿Qué pasó? —nos sentamos en la orilla y niego con la cabeza —. Ileana, dime. Te juro que no le voy a decir a mis padres.

—Es que...yo...—aprieto los labios.

—Dime —miro por encima de mi hombro fijándome que no hay nadie en el pasillo que pueda escuchar algo.

—Salió positivo —siento mis ojos escocer y el nudo que tenía en la garganta se desata y las lágrimas caen incontenibles por mis ojos.

Mis hombros tiemblan y Dixon no duda en abrazarme.

—¿Qué voy a hacer?

—No estás sola, lo sabes.

—Lo sé pero...

—Le tienes que decir a Seth, él tiene que saberlo.

—No sé si quiero que él lo sepa.

—¿Por qué no? —me separa de él y me hace mirarlo a los ojos.

—Él no me quiere, o al menos no me quiere así cómo lo quiero yo ¿qué crees que haga cuando le diga esto?

—Me importa una mierda lo que haga, él también es parte de esto, es él p...

—No lo digas —con el regazo me limpio las lágrimas.

—Ileana.

—Dixon, no.

—Por favor —suplica con la mirada.

—Este es mi problema.

—¡No Ileana, no es tu problema! —se pone de pie con violencia.

Veo que saca su celular y escribe algo, después manda un mensaje y guarda su celular. Frunzo el ceño.

—¿Qué hiciste?

—Le he mandado un mensaje a Seth, viene para acá. Tiene que saberlo

—¿Y si yo no quiero que sepa nada?

Dixon se molesta.

—¡Es el padre de ese bebé que llevas en el vientre! ¿Cómo no lo va a saber?

Me callo un minuto sin saber exactamente que decir.

—¿Qué dijiste?

Escucho la voz de mi madre a mi espalda, el tono que usa, sus pisadas fuertes. Ella lo sabe. Ella lo sabe y me va a matar. Mierda.

Dixon recobra su postura y me mira.

—Repite eso Dixon —él me mira —. ¡Repite eso que acabas de decir!

Me pongo de pie al lado de mi hermano.

—Estoy embarazada.

El rostro de mi madre se descompone y cuando se acerca y veo que levanta la mano no hago nada para evitar el golpe, lo veo venir. En un segundo su mano se estrella en mi mejilla, la piel me empieza a arder y solo siento cómo la carne me duele.

—¿¡Qué crees que haces!? —le grita Dixon y agarra su muñeca antes de que me dé otro golpe. Se interpone entre mi madre y yo.

—¡Seguro es del imbécil ese! —dice de manera despectiva.

—Mamá.

—¡Eres una tonta! No puedo creer que te hayas dejado embarazar por el hijo de Beckett ¿sabes lo que eso significa? —no digo nada. Me agarro la zona donde me ha pegado —. Vas a tener un hijo de un mafioso. Eres una idiota, Ileana.

Mamá se abalanza sobre mí con la intención de pegarme, rasguñarme y escupirme de ser necesario. Pero mi hermano la detiene y la agarra de la cintura.

—¡Mamá ya basta! —Dixon la agarra de los hombros y la aleja de mí.

—No te metas Dixon.

—Me meto porque es mi hermana y está embarazada.

—No digas esa palabra —se suelta de Dixon pero en lugar de venir por mí se aleja y se pasa una mano por el rostro, frustrada —. Te vas a deshacer de ese niño y lo vas a hacer ahora mismo.

—¿¡Qué!?

Le preguntamos Dixon y yo al mismo tiempo. Yo doy un paso atrás y la miro con horror.

—No voy a dejar que ensucies nuestro apellido con la desagradable sorpresa de tu embarazo, menos siendo el hijo de un...

—No voy a deshacerme de mi bebé. Primero me matas antes que hacerlo. Es mi hijo no tuyo, es mi decisión no tuya y mi decisión es tener a este bebé. Y si para tenerlo tengo que ir en contra tuya y de papá lo haré, no me importa.

—¿Sabes lo que tu padre hará cuando sepa esto?

—No me importa.

—Te va a correr de la casa.

—Pues les ahorrare la horrible escena y yo misma me largo de aquí.

—¿Y dónde crees que vas a vivir? ¿Crees que el padre de esa criatura se va a hacer cargo de él? —señala mi estómago y se ríe con sorna.

Ella no debería hacer esto, ella debería apoyarme en estos momentos en los que yo no sé que hacer. Ella no debería reírse de mí y pensar que solo por mantener el apellido y la posición social me voy a quedar aquí a sufrir este tipo de humillación.

Agarro las llaves de mi auto.

—Si te vas te llevas solo lo que traes puesto —frunzo el ceño

—El auto es mío, yo lo compré con mi sueldo. Pero está bien. No te preocupes, no me llevo nada que no sea tuyo o de mi padre.

Comparto una mirada con Dixon y él me sonríe.

Doy un paso y mamá intenta acercarse pero Dixon la detiene y aprovecho esto para salir de la habitación, escucho sus gritos y corro hacia las escaleras, me detengo en seco cuando veo a Seth al pie de estas mirando a su alrededor.

—Seth.

—Ileana.

Bajo rápido cuando escucho los gritos de mamá y veo que corre hacia mí, detrás de ella Dixon.

—¡Si te vas no regresas!

Empiezo a bajar.

—Vamos —agarro la mano de Seth y salimos de la casa.

—¡No regresas Ileana, no vuelvas!

—¿Qué pasa?

No nos detenemos hasta que estamos dentro del auto. Respiro agitada y necesito unos minutos para que mi respiración se regularice.

—He discutido con mi madre.

—¿Pero por qué te ha dicho eso?

—Vámonos de aquí y te digo todo lo que quieras saber. Es seguro que ella ya le habló a papá y no quiero discutir con él también.

Seth enciende el auto y arranca. Maneja rápido y se mete entre los demás autos y cuando menos me doy cuenta ya estamos entrando al edificio donde está el departamento. En silencio salimos del auto y así también subimos en el ascensor.

Entramos a su departamento y cuando estoy sentada en uno de los sofás bebiendo de un vaso él se sienta en la mesita frente a mí. Pone sus manos en mis rodillas.

—¿Ya me vas a decir que pasó?

Bebo un poco más y cuando ya estoy satisfecha dejo el vaso a un lado de Seth.

—No quiero que te molestes.

—No lo haré, no tengo porque hacerlo. Dime.

—Yo...—Seth espera —. Tengo miedo de tu reacción.

Lo he visto perder el control más de una vez y sé lo mal que se pone.

—Ileana, contigo nunca voy a perder el control.

—Estoy embarazada.

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