Capítulo 36. 🔥
"Ella es la secuela de mil guerras"
Ron Israel.
Eli.
Cuelgo a Seth y me quedo con las palabras en la boca...no sé que decir. Exactamente no sé que pensar. Intento digerir las palabras, el cambio en su voz. Creo que nunca lo había escuchado así de tranquilo...fue raro.
Alek me mira un momento y decido regresar a su lado. Pone una mano encima de la mía y sonrío ante su gesto. Me acuesto a su lado e intento fingir que la llamada de hace unos minutos no me ha dejado mal, pero estaría mintiendo.
Pongo todo mi esfuerzo por ver la película y prestar atención cómo lo estaba haciendo hasta hace unos minutos pero hasta eso me tiene que arruinar Seth. Estúpido Seth.
—Voy por agua ¿quieres algo?
Me pongo de pie y Alek me mira ceñudo, después relaja el ceño y niega con la cabeza.
—No, gracias —siento que agarra mi mano y con el pulgar acaricia el regazo de esta —. Ve cariño.
Suelta mi mano y salgo de la habitación, recorro el pasillo y suelto un suspiro ¿Puede ser más hermoso? No, no lo creo y ni siquiera se esfuerza en serlo, es cómo si le saliera del alma ser tan amable, lindo y tierno. Bajo las escaleras y escucho ruido en la sala.
Creo haber escuchado a Cami y Cas. Espero que ella esté aquí porque necesito tanto hablar con alguien y lamentablemente Alek no es una opción en estos momentos.
Cuando llego a la sala me quedo bajo el umbral cuando los veo en uno de los sofás, dándose amor. Cami lo besa cómo una aspiradora y Cas recorre el cuerpo de Cami con desespero, cómo si nunca la hubiese tocado. Son tan sexuales.
Carraspeo atrayendo la atención que ambos, Cas echa la cabeza hacia atrás y me mira mientras que Cami —a horcajadas encima de Cas y con el cabello revuelto— me mata con la mirada.
Lo sé amiga estoy interrumpiendo pero necesito hablar contigo.
—¿Podemos hablar? —con la cabeza señalo el pasillo.
—¿Ahora? —resopla.
—Sí, ahora —vuelvo a señalar el pasillo y de malas maneras se pone de pie. Camino hacia el pasillo que hay entre las escaleras y la puerta. Espero a Cami y me estoy estrujando los dedos cuando ella llega a mi lado. Fastidiada.
—Tiene que ser muy importante lo que me vas a decir porque me estaba comi...
—Seth me ha llamado —lo suelto.
—¿Qué?
Grita bajo para que Cas al otro lado del pasillo no escuche nada.
—Será imbécil —rueda los ojos y creo que en este momento quiere matar a alguien.
—Lo sé —suspiro.
—¿Y qué te dijo?
—Que necesita hablar conmigo, que es urgente. Yo...nunca lo había escuchado así, Cami, tan mal —murmuro.
—Y a mí me importa una mierda si se está muriendo de cáncer o yo que sé —escupe furiosa —. ¿Irás?
—Le dije que sí —abre los ojos de par en par —. Pero no estoy segura.
—Vale —lo medita —. ¿Alek lo sabe?
—¿Lo ves aquí rompiendo algo o maldiciendo? —sonríe un poco de lado.
—Buen punto. No lo sabe.
—Y si lo llega a saber...
—No —me interrumpe —. Ni Dios quiera que eso pase. Mejor no le decimos nada. Será un pequeño secreto entre tú y yo.
Se asoma a la escalera.
—¿Irás conmigo? —pregunto perpleja.
—¿Y quien más quieres que vaya contigo, Nelly? —enarca una ceja.
—No, no.
—Bueno ¿cuando es la reunión?
—Mañana.
—¿¡Mañana!? —pongo mi dedo sobre el labio y le hago un siseo. Ella se encoge de hombros —. Vale, mañana ¿sabes dónde?
—Me dijo que mañana me manda la dirección.
—Ok, ok —bota una gran cantidad de aire —. Espero no matarlo antes de que diga para que te quiere ver.
—Por favor, no lo hagas. Sea lo que sea debemos saberlo y después, si es conveniente decirle a Nelly.
Cami asiente con la cabeza.
—Está bien —rueda los ojos —. Tendré que contenerme y no darle una patada en las pelotas.
Suelto una risita y ella ríe también.
—Ya somos dos.
—¡Bien! —chocamos los puños.
—Ahora ve y mata a ese hombre a besos —señalo la puerta de la sala.
—Lo quiero matar pero no precisamente a besos. Si sabes a lo que me refiero —me hace un guiño y me da la espalda.
—He entendido la referencia —se ríe.
—Espantada.
Y desaparece en la sala. Yo voy a la cocina por un vaso con agua y le llevo algo a Alek. Él no pregunta nada cuando me he tardado. Él es así, no hace preguntas tontas y tampoco se enfada mucho, no conmigo.
Nate.
Hoy he tenido un momento de descanso de tanto estudio. Creo que he estado abusando de mi tiempo libre. Apenas ayer que Nell y yo nos hemos casados y aún no puedo procesarlo. Es cómo si no hubiese pasado nada, cuando ha pasado todo ya.
—¿Te ayudo?
Le pregunto cuando pasa a mi lado hacia el cuarto de baño con una cesta de ropa sucia.
—No me importa lavar ropa.
—No te preocupes, Nate, sé lavar ropa —dice desde el pasillo.
—Nunca he dicho lo contrario.
—Me diste las instrucciones de cómo usar la lavadora —echo la cabeza hacia atrás y veo que está asomada —. Y también me dijiste cual es el blanqueador y cual el detergente para la ropa de color.
—Vale, ya, no he dicho nada —levanto las manos en señal de paz.
—¿Ya le llamaste a Joey?
—Eso estoy haciendo.
Se me había olvidado por completo que llamaría a esos dos para ir a beber algo. Hace tanto que no los veo, creo que los extraño.
Estoy llamando a Joey ya que es el primero de los dos en mi lista de contactos.
—¿Ya te aburriste de ser un hombre casado que has llamado a tus amigos?
Sacudo la cabeza. Ya me estoy arrepintiendo de haberlos llamado.
Solo ellos saben que me he casado con Nelly y sé que no le dirán a absolutamente nadie.
—No es eso. Nelly cree que sería buena idea salir con ustedes, dice que me paso encerrado aquí.
—Nelly —repite Joey.
—Sí, Nelly.
—No conozco a tu esposa pero ya me está cayendo mejor.
—¡La queremos conocer! —grita Steph.
—¡Cállate idiota! —le grita Joey de regreso —. Ignora las estupideces de ese tonto, no sé que se fumó.
Me río y niego con la cabeza.
Sí, ya los extraño.
—¿Y cuando nos vemos? ¿Podemos hacer una despedida de soltero atrasada?
—Nada de despedidas de soltero y nada de mujeres desnudas.
Y cómo si Nelly tuviese un radar ya la tengo a mi lado. Me señala y musita un te estoy viendo antes de desaparecer de nuevo en el pasillo que lleva al cuarto de lavado.
—Nada de eso, no quiero problemas con Nelly.
—Nelly —Steph hace una mala imitación mía.
—Dile que el día que lo vea le daré una buena patada y lo dejaré sin descendientes.
—Dice Nate que te vayas mucho a la mierda.
—Dile que igual —responde Steph.
—Eh, espera ¿qué haces? ¡Deja ahí Steph! ¡Tú no has comprado el super esta semana!
—¡Tengo hambre!
Y empiezan a discutir.
—Por cierto, vi lo del club de tu padre, sabes que no es mucho de mi agrado pero lo siento.
Enarco una ceja.
—¿De qué estás hablando?
—¿Qué, no lo sabes?
—No —me deslizo un poco hacia delante —. ¿Qué ha pasado?
—Bueno pues la otra noche se metieron y le sacaron dinero, se llevaron una gran parte y lo demás lo quemaron en la calle cómo si fuera, no sé, papel —se hace una pausa —. Corre el rumor que no fue un simple robo fue un ajuste de cuentas, ya sabes.
—Sí —asiento con la cabeza —. Ya sé.
—Y también...
—¿También?
—Que lo que pasó en Dumbo fue por lo mismo.
—¿Qué pasó un Dumbo?
—Se metieron a una de las casas de tu padre, se llevaron las armas y quemaron el lugar.
—¿Qué?
Me pongo de pie bruscamente.
—¿Qué tú no ves las noticias?
—No quiero saber nada de eso, Joey, dejé esa vida precisamente por eso y no me apetece saber nada de nada.
—Bueno, yo solo te digo lo que está pasando, tú sabes si hablas con tu padre o no, es tu problema.
—Mi problema —repito —. Gracias por decirme esto...yo no tenía idea de lo que estaba pasando.
—No me quiero imaginar cómo debe estar Jared ahora mismo, Seth.
Seth.
—Gracias Joey, yo te aviso cuando nos vemos.
—Vale —antes de colgar escucho cómo le grita a Steph para que deje no sé qué de la nevera.
No quiero pensar que lo que cruza por mi cabeza es cierto, pero en este momento no estoy seguro de nada. Lo que me ha dicho Joey tiene mucho que ver mis sospechas, las cuales no tenía hasta hace unos minutos. Todo lo que ha pasado mi padre...no es casualidad.
—Por favor que no sea cierto, que no sea cierto —aprieto las manos en puños cruzando el pasillo —. Por favor.
Cuando llego al cuarto de lavado me quedo bajo la puerta y ella está sacando ropa del cesto. Me mira y levanta un sostén.
—¿Crees que esto se puede considerar de color blanco? —sostiene la prenda de color rosa claro entre sus manos y revisa la etiqueta.
—Necesito que me digas algo.
—Dime —sigue revisando el sostén.
—¿Has sido tú la responsable de los ataques al club de mi padre y la casa en Dumbo?
Levanta un poco la cabeza pero no me mira, echa el sostén a la lavadora y después una camiseta mía.
—Nell.
—¿Uhm?
—¿Has sido tú?
Veo que enciende la lavadora que empieza a andar. No dice nada y su silencio es la única respuesta que necesitaba para confirmarlo.
Lo siento amigo.
Quería que no fuera real, que me dijera que no era cierto.
—Tu silencio me lo dice todo ¿cuando pensabas decírmelo?
—¿Ahora te importa lo que pase con ellos? Cuando hasta hace unos minutos no te había importado nada de lo que sucedía a su alrededor.
—No se trata de eso. Es sobre la confianza. No me dijiste nada de lo que estabas haciendo.
—No importa, Nate, no tienes que saber nada de lo que hago o no en contra de tu padre —recalca la palabra tu.
—Tú lo has dicho, es mi padre y que no quiera estar metido en ese mundo no significa que no me importe lo que pasa con ellos...con él —me corrijo.
—¿Perdón? ¿Te preocupa lo que pase con el bastardo de tu hermano?
—No quise decir eso.
—Lo has dicho.
Nos quedamos en silencio unos segundos en los que creo ya no hay nada que decir, hasta que ella habla rompiendo la capa de hielo que se había instalado entre nosotros.
—Sabías que no me iba a quedar con los brazos cruzados —su mirada se mantiene clavada en el suelo.
—Lo sabía —afirmo —. Pero no me imaginé que de esta manera. Mi padre no te ha hecho nada cómo para que le roben su dinero y quemes sus propiedades.
Escucho que se ríe y niega con la cabeza.
—Ese dinero está más sucio que las cloacas.
—Aún así, Nelly.
—No lo defiendas, Nate, no se merecen ninguno de los dos que metas las manos al fuego por ellos. Los dos están igual de podridos.
—Nelly.
—No —me señala, está molesta —. Tú sabes perfectamente que odio a tu hermano y que no estaré en paz hasta verlo pagar por todo lo que me hizo ¿Es que acaso ya se te olvidaron los golpes, las humillaciones, la violación?
Siento amarga la garganta y niego con la cabeza.
No me gusta tocar ese tema porque sé cuánto le duele a ella recordar todo aquello.
—Yo no olvido, Nate —se señala las marcas en los brazos —. No soy tú que pasa a la siguiente página y hace cómo si nada hubiese pasado, no puedo.
—No te estoy pidiendo eso.
—¿¡Entonces qué quieres!? —me grita.
Jamás había discutido de esta manera, jamás habíamos llegado a este punto.
—¿¡Qué olvide!? ¿Qué finja que nada pasó y que haga de cuentas que Seth no me arruinó la vida por meses?
—No.
—¿Entonces? —no respondo —. Ni siquiera tú sabes que es lo que quieres. Pero si pretendes que voy a olvidar lo que tu hermanito me hizo, estás completamente equivocado. Haré pagar a Seth por cada una de mis lágrimas, por cada gota de sangre y por cada cicatriz que hay en mi cuerpo.
—Nelly...¿no existe otra manera?
—Le dolerá que le dé en lo que más le duele y esa tipa.
—¿Su novia?
—No me importa, ella no me sirve y si me sirve la mato.
La miro horrorizado. Ella no dijo lo que acaba de decir ¿o sí?
—¿Qué?
—No me mires con esa cara, sabes perfectamente lo que soy y si tengo que atacar con lo que más le duele a tu hermano entonces lo haré.
Me veo caminando hacia ella y agarro sus muñecas, me mira extrañada.
—Tú no puedes desquitar con ella lo que Seth te hizo.
—¿Entonces lo mato a él? —su voz es cruda, sus palabras frías.
—¡No!
—¡Entonces no me pidas que no lo haga porque lo haré!
—No, Nelly, tiene que haber otra manera.
Busco en sus ojos un ápice de mentiras, algo que me diga que ella no es capaz de hacerlo, que ella no es esto....un monstruo.
—Tú no eres esto —la miro directamente. No hay nada más que rencor y venganza en esos ojos tan azules.
—Lo soy —traga saliva —. Siempre te dije que no era lo que tú creías que era. No soy un ángel Nate, no soy buena y deberías saberlo ya.
Se suelta de mi agarre y sigue sacando ropa de la cesta. Ella actúa cómo si nada hubiese pasado y esto me deja a mí, totalmente perdido.
No sé que decir así que opto por salir del cuarto de lavado y camino hacia la sala. Veo mi móvil en el sofá y lo agarro. Nelly no se asoma ni dice nada, ni una disculpa ni nada. Conociéndola sé que no lo hará, creo que primero bebe ácido que ser ella la que pida disculpas primero.
Agarro las llaves del auto y salgo de ahí, necesito pensar un momento, despejar mi mente y no pensar en esta estúpida pelea. Nunca habíamos discutido así, se puede decir que somos sin duda alguna un matrimonio.
Eli.
—Ya quiero ver esa maldita cara de pijo que tiene y romperle la nariz.
Cami hace crujir sus dedos cuando estamos detenidas por el semáforo.
—Nadie va a golpear a nadie.
—Bu —hace un puchero.
—Cami, por favor. Solo vamos a hablar.
—Yo no quiero hablar —arranca cuando el semáforo cambia de color —. Yo quiero darle una paliza que le quite esa carita de niño bueno.
Niego con la cabeza.
No creo que esta haya sido una buena idea.
—¿Te estás arrepintiendo? —¿lee la mente? La miro con sorpresa.
—No, no es eso...es solo que —miro por la ventanilla. La ciudad se queda atrás y ahora solo veo solo árboles y puro verde —. Hace meses que no le veo y no sé cómo vaya a reaccionar.
—¿Tú o él?
—Él, obvio, les estoy dando información, Cami, a ustedes —la miro —. A ustedes ¿Sabes lo que eso se supone para mí? Soy una traidora.
Cami me mira y niega con la cabeza.
—Seth se tiene muy merecido lo que le hagas, si está muerto mejor —se encoge de hombros, despreocupada.
Parece que ella le tiene el mismo odio que le tiene Nelly, yo por mi parte.
¿Qué sientes tú ahora por él?
No sé, no lo amo, cómo decía hacerlo, aunque ahora sé que eso no fue amor, era solo obsesión. Solo eso.
—¿En qué piensas?
—En nada —escucho las indicaciones que le da el GPS a Cami y sé que ya falta poco para llegar.
—Vamos, Eli, tú eres más fuerte que esto, que ese imbécil y que todos los malditos problemas, no dejes que su sola presencia te agobie, no dejes que te haga sentir mal.
—Gracias —le sonrío, ella me mira de reojo y veo que sonríe también.
Cami es una buena amiga, ahora sé porqué Nelly es tan apegada a ella y le tiene tanto aprecio.
Llegamos al risco donde me ha citado Seth y al llegar veo un auto estacionado. Es él. Conozco sus gustos en autos. Entorno los ojos y a lo lejos lo veo apoyado en la baranda metálica.
—Si necesitas algo solo dime, no tardaré en estar ahí y quitarle esa maldita sonrisa de los labios.
Sonrío.
—Gracias, Cami —asiente con la cabeza y salgo del auto.
Camino con prudencia hacia él y cuando estoy cerca siento que la boca se me seca, que no sé que voy a decir y no sé cómo voy a actuar estando cerca de él.
—Seth.
Su nombre sale de mi boca en un susurro, al segundo me arrepiento de venir aquí, él se da la vuelta y me mira con una pequeña pero significativa sonrisa en los labios. Veo que lleva un cigarrillo en las manos y lo apaga en la baranda.
—Eli —parece nervioso —. Te ves...bien.
Me siento con una estúpida por estar aquí.
—Gracias...tú.
La verdad te ves del asco, amigo mío.
—Creo que te he visto en mejores condiciones —sonríe un poco y mira detrás de nosotros donde tenemos una vista hermosa.
—Lo sé, no estoy muy bien.
Y es cierto, su cabello ahora está corto, tiene unas marcadas ojeras bajo los ojos, estos están rojos y su rostro se ve más delgado. Trae puesta una sudadera gris junto con unos pantalones de chándal del mismo color.
—Lo siento.
¿Por qué te disculpas? Nosotras no tenemos la culpa de que su vida sea un asco.
—No lo sientas. No es tu culpa que mi vida sea una mierda.
¿Ves amiga?
—Es solo que...—me callo —. Nunca te había visto así, tan mal.
—De verdad estoy mal, Eli, todo se está yendo a la mierda, mi padre está perdiendo dinero por mi culpa y...
—Nunca quise que las cosas llegaran a este extremo.
—Yo te obligue a esto, a tener que ir en mi contra y no te culpo —me mira. Hay en su mirada tantos sentimientos que no logro descifrar cuál es el que más abunda en él —. No te preocupes, estamos a mano por todo lo que te hice.
—¿Para qué querías que viniera?
—Perdóname.
Su voz sale en un suspiro lleno de nostalgia. Seth parece arrepentido. Jamás lo había visto así, tan derrotado. No sé que pensar.
—Lamento todo por lo que te hice pasar.
—Seth.
—No estaré bien si no me disculpas. Necesito que me perdones, Eli.
—Yo...yo no sé que decir.
—No digas nada. Entiendo si no quieres hacerlo, lo entiendo bien y no te culpo de nada, soy yo quien está mal, soy yo quien jode todo, siempre. Te traté mal, te humillé y te dije palabras que nunca debí decir.
Esto es tan...extraño.
—Te mereces lo mejor, Eli, no a un imbécil cómo yo que no te supo valorar. Tú de verdad te mereces lo mejor de esta jodida vida.
Seth sin groserías no es es Seth.
Sonrío y noto cómo una de sus comisuras se levanta. Sus ojos sonríen.
—¿Eres feliz?
—Sí. Nunca había sido así de feliz.
Mete las manos a los bolsillos de su sudadera cuando un viento frío sopla y mueve mis cabellos.
—Me alegro mucho por ti, de verdad.
Suspira y su mirada se clava en el suelo bajo sus pies.
—Sé que no es todo lo que quieres decir.
Lo conozco demasiado bien —para mi desgracia— y sé que hay algo más.
—Bueno —levanta la cabeza —. Sí, hay algo más.
Escucho que la puerta de un auto se cierra y cuando miro por encima de mi hombro Camila está apoyada a un lado del auto con los brazos cruzados en su pecho.
—Hay alguien, hay una chica que me importa mucho —me sorprendo —. Y no quiero que nadie la haga daño —entiendo —. Sé que Nelly está haciendo todo esto por lo que yo le hice y quiero terminar con esto de una vez por todas.
—Nelly nunca le haría daño a alguien que te importa —frunzo el ceño.
—Nelly no es lo que tú piensas, ella me quiere ver sufrir y ella hará lo que sea para que yo sufra.
—Ella jamás haría lo que tú le hiciste.
—No, ella nunca lo haría ¿sabes por qué? —le digo que no —. Porque ella lo que quiere no es matarme o matarla a ella para hacerme daño, no, lo que ella quiere es verme pidiendo perdón de rodillas y si tengo que hacerlo lo haré. No me importa arrodillarme y besar sus pies si eso significa que ella no le hará daño a Ileana.
—Ileana —repito. Con que así se llama ella.
No sé que pensar de todo esto.
—¿Y qué quieres que yo haga?
—Que le digas a Nelly esto, que arreglemos esto de una vez por todas, que dejemos de lado a todos. Quiero terminar con esto, ya, si alguien tiene que morir lo hará pero no quiero que siga con esta estúpida guerra.
—Tú empezaste todo —mascullo.
—Lo sé.
—Ahora atente a las consecuencias Seth, despertaste la ira de Nelly y no hay ningún poder que te ayude en este momento.
—Lo sé, Eli, lo sé, pero entiende que me preocupa lo que ella pueda llegar a hacerle a Ileana, no quiero que le haga daño.
—¿Ahora te preocupas por alguien que no seas tú? Eso si es nuevo.
—No sé que me pasa.
—Creo que si lo sabes, pero no lo quieres aceptar.
—Puede ser —sonríe.
—Veré que puedo hacer. No te prometo nada, pero hablaré con ella y yo te digo que me dice.
—Gracias.
Veo que ya no hay más que decir y entonces doy un paso lejos de él. Miro a Cami que entiende que ya nos vamos. Me detengo cuando siento la mano de Seth rodear mi muñeca. Cami se sorprende al igual que yo.
—¿Estamos bien?
Miro su mano en mi muñeca y lo miro. Siento tanta pena por él.
¿Solo pena?
Sí, ya no hay nada. No hay cariño.
—Sí, estamos bien.
Sonríe aliviado y suelta mi muñeca.
—Gracias.
—Gracias a ti, Seth —se queda confundido y me alejo.
—¿Todo bien? —Cami mira por encima de mi hombro.
—Todo bien —entro al auto y me pongo el cinturón. Cami sube y arranca, no me preocupo por mirar atrás, ya no lo haré, de ahora en adelante lo único que haré será mirar hacia delante, nada más.
—Quería matarlo.
—Gracias por no hacerlo.
—¿Eh? ¿Por qué?
—Creo que tenemos que llamar a Nelly.
Nelly.
Escucho el auto alejarse y entiendo que Nate necesita tiempo, procesar las cosas y...
¿Por qué no has ido detrás de él, estúpida?
Me quedo en la sala y miro las revistas encima de la mesita. Suspiro.
No tiene caso ir detrás de él y pedirle que se quede, está molesto. Nunca lo había visto tan molesto, pero es entendible, ellos son su familia, los conoce desde que nació y yo...no tenemos ni un año de conocernos. Ellos son su padre y su hermano.
Y tú eres su esposa.
Me siento en su lado del sofá y subo las piernas. Mi móvil empieza a sonar, me estiro hacia la mesita y veo que en la pantalla se despliega el nombre de Cami.
—Dime.
—Hay algo que debemos decirte.
—Cami, no estoy de humor.
—No me importa, mándame la dirección de tu casa y vamos para allá. Esto es importante Nelly.
—Vale.
—Más te vale tener una buena copa de vino o ya de paso cerveza.
—Ok, aquí te espero.
Me pongo de pie y voy hacia la cocina, esperando que las cervezas que compramos hace unos días no se hayan acabado. Cuando abro veo que ahí están.
Le mando un mensaje a Cami con la dirección de la casa. Termino de lavar la ropa y secarla. Enciendo la televisión pero no presto atención a nada.
No dejo de pensar en Nate, en si estará bien, si va a regresar.
Cuando pienso que Cami ya no vendrá escucho que tocan a la puerta. Me acerco.
—Soy yo —abro y la veo a ella y a su lado a Eli que mira a su alrededor.
—Sin duda alguna le diré a Alek que quiero vivir aquí.
—Hola chicas —ellas entran pero al ver que no me muevo las dos se miran y fruncen el ceño.
—Los zapatos —señalo a su lado derecho donde hay algunos zapatos.
—¿Qué?
—Que se quiten los zapatos.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Ideas de Nate —las dos asienten con la cabeza y se empiezan a quitar los zapatos y los dejan a un lado de la puerta.
Eli cierra la puerta y se acercan a mí para saludarnos de beso en la mejilla.
—Ahora sí, que me tienen que decir.
—Es Seth —las invito a sentarse y lo hacen en el sofá de enfrente. Voy a la cocina y traigo cervezas, agua y fruta que picar.
—No me importa lo que pase con él —les digo de tajo.
—Se quiere disculpar —dice Eli de repente.
—¿Qué dijimos del tacto?
Cami la mira de malas maneras. Eli se encoge de hombros.
—De todos modos se lo íbamos a decir.
—Ya, pero...que va —agarra una cerveza y le da un trago.
—¿Qué él quiere qué?
—Disculparse. Dice que no quiere que le hagas daño a Ileana.
—Ah —ahora entiendo —. Ya entiendo, no quiere que le haga daño a su mujercita.
—Así parece.
—Me importa una mierda lo que él quiera. No me interesa ella, lo quiero a él.
—Lo sabemos pero...
—¿Pero? No voy a tener piedad de él.
—Ve esto cómo la única oportunidad que vas a tener de poder acabar con él. Lo tienes en tus manos, Nelly, hará cualquier cosa por ella.
Eli le da la razón.
—No quiero saber nada de él. Nada de su maldita existencia. No quiero verlo.
Sentencio.
—Además —suspiro —. Nate ya sabe todo, se fue muy molesto y yo...
—¿¡Qué él ya lo sabe!? —preguntan al mismo tiempo.
—Sí —resoplo —. Creo que hay que dejar que pasen unos días hasta que todo se resuelva con Nate y ya después veo.
—Espera —Cami deja encima de la mesita la botella de cerveza y se acerca a mí. Frunzo el ceño. Agarra mi mano y la levanta a la altura de sus ojos —. ¿Te casaste con Nate?
Eli se atraganta con el agua, Cami me aniquila con la mirada.
—Sorpresa.
Sonrío al ver sus caras de desconcierto.
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