Capítulo 34. 🔥
"Juro que amo cada puto átomo de su preciosa existencia"
David Sant.
Nelly.
Estamos todos en el sótano de la casa, exactamente en la zona de tiro. Mi madre nos observa a cada uno y analiza cada uno de nuestros movimientos. Me abrocho el chaleco antibalas mientras que mi primo intenta convencer a Eli que se quede aquí, que es más seguro para ella estar aquí que ir al club.
Hoy vamos a dar el segundo golpe a los Beckett y yo no puedo estar más feliz por ser parte de esto. Aunque mi conciencia no deja de repetirme que está mal que le mienta a Nate, que tarde o temprano él terminará por saber la verdad y puede que me odie por ello.
Pero de una u otra manera debo hacerle pagar a Seth todo el daño que me hizo, mi sed no parará hasta verlo pedirme perdón de rodillas. Nunca podré vivir en paz.
—Cariño, por favor —le repite por cuarta vez Alek a Eli —. Ya sé que tú sabes cómo es ese lugar desde dentro pero por tu seguridad y por mi tranquilidad es mejor que te quedes aquí, con mi tía, mira —Alek agarra uno de los cascos que tiene una cámara al frente —. Por aquí nos vas a poder ver —señalas pantallas y enciende la cámara que se conecta de inmediato a las pantallas —. Y con esto nos vas a poder escuchar —le entrega unos auriculares.
—Me sentiría más tranquila si voy contigo y me aseguro que estés bien.
Todos los miramos mientras nos terminamos de preparar.
Alek sonríe no muy convencido, y es que por más que Eli insista él no dejará que nada le pase, creo que primero se corta una pierna antes de ponerla en peligro.
—Me conmueve que te preocupes por mí —me pongo mi casco y enciendo la cámara —. Pero no gracias —le dice —. Te quedas aquí con mi tía y nos guías desde aquí —le da un beso en el regazo de la mano y se coloca también el casco.
Billy, Cami y yo nos reímos bajo al ver los pucheros de Eli.
—Es lindo que te preocupes por mi primo —me acerco y me ajusto el casco —. Pero él jamás te va a poner en peligro, menos por ellos, así que acostúmbrate a que aquí tú no vas a ninguna misión.
—Solo quiero ayudar —me dice. Cami se acerca a nosotras. Ella ya trae puesto todo el equipo encima.
—Lo sabemos Eli, pero nos sirve más que nos guíes desde aquí, que vigiles, no te queremos muerta —Cami y yo nos miramos y asentimos con la cabeza al mismo tiempo —. Además no sabemos que sería de Alek si te llega a pasar algo —las tres volteamos a ver a mi primo, él le mete el cartucho a una de las pistolas.
—No estás acostumbrada a esto, te pueden matar —le digo y le doy un apretón en el hombro. Asiente de mala gana y va con Alek, lo abraza por sorpresa y este le devuelve el abrazo.
—Bueno —Cami se ajusta el chaleco, se acomoda el casco y suspira inflando el pecho —. Ya es hora de darles una patada en el culo —patea al viento y se yergue de nuevo.
Me siento cómo en una película de Swat, ni más ni menos todos vamos vestidos así. Es cómo si estuviese en una partida de Call Of Duty. Siento la adrenalina correr por cada terminación nerviosa y se expande en mi cuerpo produciendo una agradable sensación.
Agarro los goggles y salgo de la casa por la parte de atrás, subo la rampa y veo que los demás vienen detrás de mí, incluido Billy. Salimos de la casa y subimos a una de las camionetas, me siento al lado de Cami que tiene una gran sonrisa en la boca que no puede disimular y tampoco quiere hacerlo.
—¿Sabes? Siempre pensé que esto solo pasaba en las películas de acción, esas que están llenas de balas, sangre y muerte...
—¿Y? —le pregunto al ver que no dice nada.
—Y no es así ¡y me encanta! —chilla y me abraza —. Me siento cómo la heroína que saca de combate a los malos —da de brinquitos en su lugar, parece una niña con juguete nuevo. De nuevo se acomoda el chaleco y se mira las botas —. ¡Qué emoción!
Al menos alguien está feliz.
Alek es el último en subir y se sienta al lado de la puerta que él mismo cierra. Todos encendemos nuestras cámaras y nos ponemos el intercomunicador en el oído, que es donde Eli nos estará dando las indicaciones. La camioneta empieza a andar.
Hoy vamos especialmente al Sin City, por lo que sabemos es el club que más le deja a Jared y es el primero con el que vamos a empezar.
La camioneta se detiene y esperamos unos segundos a que Eli nos dé indicaciones.
—Siempre hay dos guardias en la entrada, llevan armas, una cada uno, en el pasillo la mayoría de las veces hay un hombre. La sala siempre está a reventar, hay privados abajo donde solo hacen bailes pero en la parte de arriba hay habitaciones y ahí hay cuatro guardias que igual van armados.
Escuchamos todos a Eli.
Me pongo los goggles y suspiro para calmar estas ansias que me comen por dentro. Alek abre la puerta y sale, detrás de él lo hacemos los demás. Cami, Billy y yo nos acercamos a él.
—Recuerden que vamos por el dinero —los tres asentimos con la cabeza —. Los demás ya saben que hacer, sacar a la gente y destruir todo. Nosotros solo tenemos una cosa por hacer.
—El dinero —decimos los tres a lo que él asiente orgulloso. No puedo ver sus rostros pero sé que están igual o más excitados por esto, sus ojos sonríen y chocamos los puños.
—Vamos —nos damos la vuelta y con metralleta en mano nos acercamos al club, algunos hombres que están esperando entrar nos miran raro, no les vamos a hacer daño, no a ellos. Alek va delante y los demás lo seguimos a él, nosotros tres nos quedamos al último porque sabemos directo a donde vamos.
—Necesitamos que salgan de aquí —les informa Alek a las personas que esperan afuera —. Esto es una revisión de rutina.
—Necesito ver sus placas —dice uno de los guardias, el otro saca una radio y dice algo.
Alek saca una placa falsa y se la muestra al guardia.
No se ve muy convencido pero aún así nos deja pasar. Miro a través de los goggles cómo los guardias nos miran raro. Cruzamos un pequeño pasillo y cuando estamos en la sala empieza el caos. Nuestros hombres disparan al aire y desarman a los guardias. La gente empieza a correr despavorida y asustada.
—¡Salgan ahora mismo! —más disparos al aire.
—A su derecha bajo las escaleras hay una puerta —escucho a Eli —. La caja no está en la oficina, está detrás de esa puerta.
Los tres nos separamos del resto y vamos hacia esa puerta. Miro de reojo y los guardias del club están siendo desarmados y los llevan hacia la puerta.
Billy empuja la puerta, Cami y yo entramos detrás de él.
—Hay un pasillo de unos metros, avanzan, se van a encontrar con dos puertas metálicas a mano derecha. La primera es el congelador, en la segunda está la caja fuerte. Van a necesitar la llave de Joan, sin ella no podrán abrir ni la puerta.
Avanzamos por el pasillo y nos detenemos enfrente de las dos puertas, nos vamos por la segunda que es donde está la caja fuerte y la otra la descartamos por completo. Esperamos a Alek unos minutos.
Eli sigue dirigiendo a los que están arriba y le dice a Alek quien es tal Joan y donde está.
—Lo hace muy bien para ser la primera vez que lo hace —dice Billy. Cami y yo asentimos con la cabeza.
—Alek va con ustedes —nos dice Eli. Mi primo se aparece en el pasillo, de su mano cuelga algo: la llave.
Corre hacia nosotros y cuando está a nuestra altura se acerca a la puerta, mete una de las llaves a la cerradura pero esta no cede, empuja con su hombro pero no, no abre. Busca otra de las llaves.
—Fíjate que sea una llave metálica, tiene un puntito verde a un lado, esa es la llave de la puerta.
Alek busca entre las tres llaves, cuando encuentra la que dice Eli, la mete a la cerradura y le da la vuelta, empuja de nuevo con su hombro y esta vez la puerta se abre. Los cuatro nos miramos sorprendidos. Entramos y empezamos a buscar.
—La caja es de aproximadamente de un metro y medio de alto, la van a encontrar muy fácil —en una de las esquinas está la mentada caja fuerte, es del tamaño que dice Eli, Alek abre y lo que ven nuestros ojos nos deja sin habla.
Toda la caja está llena de billetes verdes y algunos documentos. Empezamos a sacar y guardar en las bolsas que llevamos.
—Vamos a necesitar dos viajes, es mucho dinero.
—Subamos esto —los cuatro salimos y subimos por las escaleras. Nuestros hombres siguen sacando a la gente y a los guardias los tienen con la cabeza agachada a un lado de la puerta.
—No saben con quien se están metiendo —dice uno de los hombros —. ¿Saben a quien le están robando?
—Lo sabemos perfectamente —le digo y no me detengo hasta que estoy en la camioneta y meto las dos bolsas que traigo en las manos.
Alek y Cami dejan las bolsas en medio de la calle.
Regresamos por más billetes. Metemos todo el dinero a las bolsas y subimos de nuevo, pero cuando vamos a abrir la puerta escuchamos detonaciones.
—¡Están ahí! —le escucho decir a Eli del otro lado.
—Tenemos que buscar otra salida.
—No hay otra salida —dice ella —. Es la única salida que hay.
—Vamos a tener que enfrentarlos —no hay de otra.
Ponemos las metralletas delante de nosotros y con la mano libre cargamos las bolsas con dinero. Abro la puerta lentamente y veo que los proyectiles se estrellan en la pared de al lado, cierro un poco y me preparo mentalmente para esto. Abro de nuevo y empiezo a disparar, dejo las bolsas con dinero a un lado, Cami, Billy y Alek salen detrás de mí y me cubren mientras disparo en contra de ellos que van vestidos de civiles. Recargo la metralleta y me acerco, escucho a Alek que me pide no ir.
No lo pienso dos veces, disparo a quien sea desconocido para mí, una bala me roza la oreja pero mato al bastardo que tengo en frente, desquito todo mi coraje contra los Beckett. Dos hombres bajan las escaleras pero antes de que me apunten yo ya los he matado.
Salgo del club y me quito los goggles junto con el pañuelo que cubría mi rostro.
—¡Esto es lo que pasa cuando te metes con la gente equivocada! —les grito a los hombres que están de rodillas frente a mí —. Dile a tu jefe que pagará —me coloco los goggle, me acerco a la camioneta y saco un bidón de gasolina, rocío todo el líquido encima de la pila de billetes, le pido a Alek el mechero, lo enciendo y lo dejo caer en la pila de billetes que se empiezan a consumir de inmediato.
Miro a través de mis goggles cómo la pila de billetes arde entre llamas de color rojo y naranja. Disfruto al ver cómo el papel se consume y pequeñas cenizas vuelan con el viento. Este será un gran golpe para los Beckett y yo, yo disfrutaré más que nadie de su sufrimiento.
Sus hombres miran la escena con los ojos bien atentos al fuego que consume los billetes.
Siento el calor que provoca el fuego frente a mí y sonrío, sonrío victoriosa por esto.
—Nos tenemos que ir —Alek me saca de mi trance con un codazo en las costillas —. Ellos no tardan en llegar —asiento con la cabeza.
—Bien hecho chicos —dice Eli.
Subimos a la camioneta, miro las bolsas de dinero.
Nosotros no lo necesitamos,.
Nosotros no, pero hay personas que sí.
Me quito los goggles y miro a mis hombres, algunos tienen la ropa manchada de negro, otros el rostro, pero estamos aquí, vivos, todos.
—Gracias, a todos.
—No tienes nada que agradecer. Tu guerra también es nuestra guerra —les sonrío a todos.
—¡Carne asada este fin de semana! —grita Alek y todos le seguimos el ritmo con silbidos y gritos de victoria.
Sonrío ante la felicidad de ellos y me deshago la coleta y dejo mi cabello suelto.
En este momento quiero estar en los brazos de Nate, quiero que me diga cuanto me ama. Necesito estar en sus brazos.
Eli.
Puedo ver todo lo que ellos ven. Las pantallas que tengo frente a mí están divididas en cuatro, me concentro más en las que me dejan ver lo que Cami, Billy, Alek y Nelly miran. No pasa nada en el transcurso de ida al club. Pero cuando están dentro empieza el caos, los disparos, las personas corriendo, los gritos.
Sigo cada movimiento, cómo sacan el dinero. Lo hacen tan bien que parece que lo han hecho más veces. Los que estamos aquí creemos que todo irá mal en el momento en que los hombres de Jared entran por la puerta pero son recibidos con disparos de nuestra gente. Nelly se defiende cómo la guerrera que es, veo cómo recarga el arma que trae en las manos y que maneja a la perfección cómo si fuera una paleta de maquillaje.
—¡Bien! —grito cuando todo acaba y el dinero de Jared se esfuma cómo vapor.
Vera ha estado a mi lado todo este tiempo y al igual que yo se pone feliz. La miro de reojo y veo que tiene un puro sobre sus labios ¿Un puro, de verdad?
—Lo has hecho bien, Eli —me da un apretón en el hombro —. ¿Tu madre sabe que estás aquí?
—No sabe lo que estoy haciendo —asiente con la cabeza.
—Mejor, hay que mantenerla fuera de todo esto —le doy la razón —. No queremos que se preocupe por nada.
—Sí —asiento con la cabeza.
Vera tiene razón, no quiero meter a mi madre en nada de esto, aunque ella ya sabe a lo que Alek y su familia se dedican, no es tonta. Pero aún así es mejor que se mantenga lejos de esto.
—Lo hicieron bien —los chicos suben a la camioneta y se ven más relajados que cuando iban apenas al club.
Nunca me imaginé estar haciendo esto, yo ir en contra de Jared y sin que me temblaran las manos, ni siquiera lo tuve que pensar mucho cuando Alek me dijo lo que estaban planeando. No tenía nada que pensar de todos modos. Al igual que Nelly, odio a Seth y al igual que todos los de esta casa quiero verlo pidiendo perdón de rodillas.
—Esos son mis muchachos —dice Vera con una sonrisa de lado en la boca.
Ella se ve orgullosa de ellos, de lo que han hecho. Debe ser difícil para ella seguir con todo esto después de la muerte de su esposo, mandar en una organización tan grande, comprar, vender drogas y armas, no perder la compostura, no dejar de ser una dama ante todo esto, yo no podría, es de admirar lo que ella hace y es por eso que la admiro tanto.
Vera y yo salimos de la estantería y subimos las escaleras, Nana nos sirve té para calmar los nervios que nos consumen dentro, todo esto ha estado lleno de adrenalina y emoción. Me siento en uno de los sofás de la sala mientras escucho a lo lejos el murmullo de la televisión, no miro las imágenes solo escucho lo que dicen.
Quiero que lleguen ya, quiero ver a Alek y saber que está bien, que no tiene ningún rasguño, ni siquiera una mancha de sangre. Me preocupo mucho por él, lo sé, pero lo que siento cuando estoy con él no lo cambiaría por nada, ni siquiera por todo el dinero del mundo.
Todo mi cuerpo se estremece al tenerlo cerca, mi piel se enchina y mi corazón empieza a golpear mi pecho cómo un tambor loco.
Cuando escucho que la puerta se abre y el ruido del motor de la camioneta se detiene corro dejando el café en una de las mesas, cuando la puerta se abre y veo a mi action man entrar por la puerta y quitarse el casco me le echo a los brazos, me atrapa del trasero y me levanta del suelo. Rodeo su cintura con mis piernas.
—Estás bien —murmuro en su cuello. Me aprieta en sus brazos y me da un beso en el hombro.
—Estoy bien —repite. Escucharlo y tenerlo tan cerca me hace bien.
Él está bien.
—No te preocupes, amor, estoy bien.
—Lo sé —murmuro —. Ahora lo sé.
Nos separamos y me da un corto beso.
—Ya tortolitos —Nelly pasa a nuestro lado y se quita el casco —. Tu príncipe está vivo.
Desaparece en la sala al igual que Cami y Billy.
Alek y yo nos acercamos y nos sentamos en uno de los sofás.
—¿Y? —pregunta Vera con los ojos iluminados.
—Y aquí está —señala Nelly la puerta y los chicos entran con bolsas llenas de dinero.
Vera se acerca y abre las bolsas de donde empieza a sacar fajos de billetes, nunca en mi vida había visto tal cantidad de dólares juntos. Ni aunque trabajara toda la vida y dos vidas más podría tener toda esa cantidad de dinero junto. Es mucho dinero. Demasiado.
—Bueno chicos, mañana hablamos del pago, vayan a descansar —sus hombres se retiran y solo nos quedamos los más allegados a la familia.
—Este fin de semana habrá carne asada, ya les dije a los chicos —Alek a mi lado sonríe.
Volteo a ver a Nelly que no dice nada y que solo se queda mirando el anillo en su dedo, parece estar fuera de esta conversación y tampoco es cómo si le interesara.
Ya se ha quitado la ropa que traía, solo trae un short y una blusa de manga corta que deja ver algunos rasguños.
—Yo me voy —de pronto se pone de pie, todos la miramos —. Tengo algo que hacer —Vera asiente con la cabeza.
—Con cuidado, hija, gracias —se despiden y Nelly sale de la sala.
—Nelly —suelto la mano de Alek y me acerco a ella, se da media vuelta al verme y se detiene a un lado de la puerta.
—Dime —busca en el bolso y empieza a sacar ropa.
—¿Pasa algo?
—¿Cómo qué podría pasar? —se pone los pantalones y se abrocha el botón.
—No sé, creí que ibas a estar más feliz.
—Lo estoy —dice mientras se pone la blusa —. Pero hay algo más importante que debo hacer ahora.
Se pone unas botas y sube la cremallera de la chamarra.
—Vale, pero ¿todo bien?
Asiente con la cabeza.
Y se va.
Nelly.
Salgo de la casa de mi madre y subo a mi auto, la verja se abre a mi paso y cuando salgo a la banqueta piso el acelerador. Mis manos rodean el volante y cuando subo un poco la izquierda miro el anillo rodeando mi dedo, sonrío.
Hoy ha sido una noche larga, cansada y llena de sangre. Hoy me he dado cuenta de que no puedo estar haciendo esto toda la vida, necesito estabilidad y lo más importante: quiero tener una familia con Nate.
Llego a nuestra casa y apago el auto, salgo y subo los escalones que llevan a nuestro nidito de amor. Ya es tarde, más de la una de la mañana y Nate ya debe estar dormido. Abro la puerta sin hacer mucho ruido y cierro, me quito las botas y subo las escaleras despacio. Cuando estoy frente a nuestra habitación me quito la chamarra. La puerta está entreabierta, empujo despacio y entro, dejo la chamarra y me deshago de toda mi ropa quedando solo en bragas y sostén.
Nate duerme tan plácidamente que no se da cuenta que me meto bajo los cobertores. Me deslizo a su lado, me pongo a horcajadas encima de él y se despierta. Paso mis manos por su torso y cuando llego a su cuello acaricio su piel.
Abre un poco los ojos y sonríe al verme
—Sí quiero.
Con una mano se frota los ojos, aún adormilado, pregunta.
—¿Qué?
—Sí quiero ser tu esposa —se incorpora y se sienta.
—¿De verdad?
Asiento con la cabeza y sonríe feliz.
—Sí, quiero casarme contigo y ser tu esposa y tener hijos y vivir en esta casa y tener una vida normal. Quiero todo eso, Nate, solo contigo.
—Yo también quiero todo eso, solo contigo.
Acuna mi rostro entre sus manos y apoya su frente contra la mía.
—Casémonos mañana.
—Yo me caso contigo ahora mismo, pero ¿no crees que es muy rápido?
Sacudo la cabeza.
—No quiero que pase más tiempo, quiero ser tu esposa.
—¿Y tu familia?
—Nos vamos a casar nosotros, Nate, no ellos.
—Quiero que sea la boda de tus sueños.
—Mi sueño es ser tu esposa. Lo demás no importa, ni una fiesta grande, ni un jardín lleno de luces, ni la comida mucho menos los invitados. Solo quiero ser tu esposa.
—Entonces lo haremos
—Lo haremos —sonreímos cómo tontos.
—¿Serás la señora Beckett?
Hago una mueca de asco a lo que Nate se ríe a carcajadas.
—Con lo que odias ese apellido y nuestros hijos lo tendrán.
—¿No te puedes cambiar el apellido y ponerte el de tu madre?
—No quiero hacerlo.
—Entonces seré Nelly Król.
Me da un beso en la frente y se deja caer en el colchón.
—Ya hablaremos de esto después, por favor no arruines esta noche.
Sube la mano y con los nudillos acaricia mi mejilla, se detiene en mi mandíbula y continúa hacia mi nuca. Mete su mano libre detrás de su cabeza y me observa cómo si yo fuese lo más preciado que tiene en esta vida.
La luz del baño me deja verlo claramente. Esos ojos azules, ese rostro de ángel, cada parte de él es hermoso, y lo amo. Lo amo cómo jamás nadie lo amará.
—Te amo —mete su mano entre mi cabello y me atrae a él. Me inclino hacia él y lo beso, devoro su boca cómo vampiro en abstinencia, muerdo sus labios y me insinúo encima de su cuerpo sin vergüenza.
Me coloca debajo de él y su cuerpo se ciñe al mío, tan grande e imponente que me hace sentir tan pequeña. Cuando estoy en sus brazos no hay lugar más seguro. Su mano atrapa mi mandíbula, las mías exploran cada parte de su cuerpo, son cómo un escáner que intentan grabar todo de él, cada centímetro, cada cicatriz, cada lunar.
Mañana seremos esposos y eso nadie lo podrá cambiar jamás. Nadie.
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