Capítulo 28. 🔥
"Con tanto fuego en el alma, que el cielo y las estrellas la reclaman"
David Sant.
Nate.
Estoy nervioso, lo admito, nunca me había sentido así como lo estoy en este momento. Me paso la mano por el cabello para aplacar los mechones rebeldes.
—¿Nervioso? —escucho a mi espalda y veo a Nelly apoyada del marco de la puerta.
—No, bueno sí —le digo y me doy la vuelta hacia ella —. Es tu mamá y quiero agradarle.
—Tú le vas a agradar Nate —se acerca a mí —. Eres la cosa más linda de todo el mundo —acuna mi rostro entre sus manos —. Amable, tierno y de buen corazón, cualquier mamá querría un hombre como tú para su hija.
—Pero tu madre no es cualquier madre, es Vera Petrova, viuda de Víctor Zaitsev.
—¿Y eso qué?
—No es cualquier mujer.
—No lo es —se acerca y me da un corto beso —. Pero tú tampoco eres cualquier chico.
—Tú lo dices porque me amas —sonríe.
—Vamos, hay que terminar con esto de una vez por todas —le digo y agarro su mano, niega con la cabeza y salimos de la habitación, bajamos las escaleras y entramos al auto, ella primero y yo al último. Me aseguro que se ponga el cinturón y arranco.
—Mi madre está curiosa por saber de ti.
—¿De verdad? —asiente con la cabeza.
—Eres el primer novio que llevo a la casa.
—¿A los veintitrés años, de verdad?
—Ja, sí, mi padre era algo protector.
Sonrío. Ella es tan adorable cuando quiere.
—Tú me haces ser una tonta —dice —. Soy tan diferente contigo y no me molesta en nada.
—Dicen que eso hace el amor —agarro su mano.
Estos días que hemos estado juntos he podido conocer a la verdadera Nelly, la chica dulce, tierna y frágil de la que me enamoré en aquel sótano, aunque también amo a la guerrera que yace dentro de ella, a esa mujer fuerte y decidida que no se deja pisotear por nadie, amo cada versión de Nelly.
Llegamos a Queens, a la casa de Vera, la reja se abre lento, miro a Nelly que me mira y solo sonríe, aprieta mi mano y entro por completo a la propiedad. Veo que la casa no es como la de mi padre que parece un castillo, es linda y tiene un enorme patio con rosas y flores de muchos colores.
Me estaciono y salimos al mismo tiempo, me acomodo el suéter que me he puesto y camino al lado de Nelly que entrelaza sus dedos con los míos, ella me hace sentir mucho mejor. Ella empuja la puerta y dentro se escucha mucho ruido, cuando la miro se encoge de hombros.
—No sé que está pasando —caminamos y nos detenemos en la sala, ahí están todos. Hay mucha gente en esta casa —.¿Qué pasa aquí? —pregunta Nelly a lo que todos se callan y nos miran. Una mujer rubia y bonita se acerca, ellas dos se parecen tanto. Vera.
—Los vimos llegar —admite y queda frente a nosotros. Es un poco más baja que Nelly por ende tengo que mirarla un poco hacia abajo —. Tú eres Nate, el encantador novio de mi hija —suelto a Nelly cuando su madre estira las manos y agarra las mías —. Mi hija habla maravillas de ti.
—Mamá —murmura Nelly.
—Mucho gusto señora.
—Dime Vera, no me digas señora.
—Mucho gusto Vera.
—El gusto es mío, tenía muchas ganas de conocerte.
—Todos queremos conocerte —miro por encima del hombro de Vera y veo ahí a Camila, un chico igual a ella, otro tipo de cabellos castaños y ojos azules y a su lado...
—¿Eli? —me quedo sin habla al verla aquí, en esta casa —. ¿Tú qué haces aquí?
—Hola Nate —ella se ve mucho mejor de la última vez que la vi, se ve radiante, feliz —. Después te digo —asiento con la cabeza y el chico al lado de Eli camina hacia nosotros.
—Así que tú eres el famoso Nathaniel Beckett —me mira de arriba abajo —. Mi prima habla maravillas de ti. No me gustas.
—Aleksei por favor —espeta ella y lo mira mal.
—No me agradas, no te quiero cerca de ella y si tú te atreves a romperle el corazón yo te rompo la cara a ti, niño bonito —me señala con un dedo.
—Alek basta —le dice Eli, el tal Alek entorna los ojos y se da la vuelta para ir con Eli.
—Ignora a mi sobrino, a veces puede ser un poco testarudo.
Vera nos conduce al comedor, encima de la gran mesa todo está listo, los servicios puestos y la cena servida.
—Nelly nos dijo que te gusta todo tipo de comida así que Nana se encargó de preparar sus recetas especiales.
Del otro lado de la mesa una mujer mayor me sonríe.
—Ella es mi Nana —Nelly está enganchada de mi brazo —. Ella es mi segunda madre —al decir esto sus ojos se iluminan.
—Por favor tomen asiento —nos pide Vera, cada uno de nosotros se sienta en una de las sillas. Alek y Eli se sientan juntos, Camila al lado del chico que se parece a ella, Vera a la cabeza de todos y Nelly y yo juntos.
—No estés nervioso —Nelly agarra mi mano y la aprieta.
—No estoy nervioso.
—No has dicho nada, van a decir que eres mudo —sonríe. Esperamos a que nos sirvan la cena.
—¿Y ahora que ya no trabajas con tu padre que haces?
Volteo a ver a la matriarca de esta casa, ella espera por una respuesta pero solo puedo pensar en nada.
—Yo...bueno, he metido mis papeles para entrar a la universidad, en estos días hago un examen para ver si me quedo y en unos dos meses entro a estudiar.
—Vaya, eso es bueno —corta la carne y se echa un pedazo a la boca —. Mi Nelly estudió gerente de cartera, ella es muy inteligente.
Vera es una persona agradable.
—Lo es —digo y miro a Nelly que se sonroja.
—¿Y piensan vivir aquí en Nueva York siempre?
La pregunta de Aleksei me sorprende, él me mira mal, no le agrado y eso se nota de lejos.
—Sí, por ahora sí, no tenemos pensado en irnos lejos, Nelly.
—Estamos bien aquí Alek, no tenemos porque irnos a ningún lugar.
Siento en la voz de Nelly algo de enojo, como si su primo se estuviese metiendo en cosas que no le importan.
Cenamos en paz, Aleksei ya no hace preguntas y Vera quiere saber que quiero estudiar y dice que un día de estos irá donde vivimos, me preocupa un poco porque al ver esta enorme casa y donde vivimos nosotros, es mucho más pequeño.
Cuando terminamos de cenar vamos a la sala, Vera nos ofrece el postre. Nelly platica con Eli, parece que ellas son buenas amigas ¿Desde cuando y porque ella no me había dicho nada?
—Quiero pedirte algo —dejo de ver a Nelly y Eli y volteo a ver a Vera, está frente a mí con un vaso de un líquido ámbar.
—Lo que sea —le digo.
—Nunca había visto así a mi hija, tan feliz y plena, tan llena de vida, tan ella. La muerte de su papá...—se queda callada —. Lo siento —bebe del vaso —. No debí hablar de esto.
—No te preocupes, es algo inevitable. Pero en algo tiene razón, yo tampoco la había visto tan feliz.
—Tú le haces muy bien muchacho y no quiero que eso cambie, quiero que la hagas feliz.
—Eso no me lo tiene que pedir, lo hago porque la amo.
—Y ella te ama a ti, lo sé y lo veo.
Me sonríe.
—¿De qué hablan? —Nelly llega a nosotros.
—Nada importante —dice su madre —. Los dejo —me hace un guiño y se aleja.
—¿Qué se traen tú y mi madre?
—Ella me agrada, no es la mujer fría y cruel que yo me imaginaba.
—Dentro de ese caparazón hay una dulce mujer.
—Igual que tú —me giro hacia ella —. Por fuera eres fría, cruel y cruda con las palabras, pero por dentro eres como un bombón relleno de mermelada.
—Tú y tus palabras cursis y melosas —rueda los ojos.
—Pero así me amas —sin más asiente con la cabeza.
—De eso no hay duda —me da un beso.
—Quiero estar contigo —le digo al oído para que nadie nos escuche.
—Yo quiero estar contigo —murmura.
—Nate —nos separamos al escuchar mi nombre, Eli se acerca con una enorme sonrisa en los labios —. Ustedes dos se ven muy bien —Nelly se pega a mí y me abraza —. Me alegro que seas feliz, Nate, te lo mereces.
—Tú te ves muy bien también, tú, solo dejaste de ir a la casa.
—Bueno —ella se ve incomoda —. ¿Podemos hablar? —miro a Nelly y ella asiente con la cabeza.
—Ve —se suelta de mi brazo.
Me alejo con Eli, Nelly va donde su primo, Camila y el chico que se parece mucho a ella.
—No quise decir esto en frente de Nelly, ya sabes, por lo que pasó con Seth —dice esto muy bajo.
—¿Tú sabes qué pasó? —dice que sí.
—Ella me lo dijo y no te imaginas cuánto lo odio.
—Yo te entiendo.
Y claro que le entiendo si yo viví de cerca todo esto, si yo la vi llorar, sufrir y sangrar, yo fui parte de esto y aún no entiendo como es que ella me ama, simplemente no lo entiendo.
—¿Cómo es que estás acá?
—No hace mucho conocí a Alek, y él —se sonroja —. Él es tan diferente a Seth.
—Se nota —pongo una mano en su brazo —. Me alegra saber que saliste de toda esa toxicidad que Seth representa y que ahora eres feliz.
—No te imaginas lo mucho que ha cambiado mi vida, Nate —se pasa un mechón de ese cabello tan negro y veo sus ojos brillantes —. Nunca me había sentido así.
Eli es una buena persona que tuvo la mala suerte de conocer a mi hermano y fue así que supo lo que es sufrir de verdad. Lo mejor que le pudo pasar a Eli fue dejarlo y seguir con su vida, lo mejor que puede hacer ahora es no regresar a aquello que le ha hecho solo daño.
Ileana.
Su mirada es lasciva. Me observa de arriba abajo, se pasa la lengua por el labio inferior y se acerca a mí.
—Debajo de toda esa ropa debe haber una maravilla.
Siento mis mejillas arder ante estas palabras.
—Quítate esa ropa, por favor —se acerca y desliza las manos a mi espalda, baja el cierre de mi vestido, este se desliza por mi trasero y mis muslos, y cae en un sonido seco en el suelo. Me pongo recta cuando se separa y me mira, ahora semidesnuda solo con mi sujetador push up y mis bragas de encaje.
Me siento incomoda, me da pena que él me vea así, sin ropa, no lo conozco mucho, no sé prácticamente nada de él y aún así estoy aquí, semidesnuda frente a él.
Da un paso y quedamos frente a frente, es tan alto que necesito levantar mi cabeza para verlo, su barbilla partida queda justo en mis ojos. Desliza una mano desde mi abdomen hasta mi espalda baja, lentamente sus dedos caminan a mi trasero y lo aprieta con sumo cuidado, con la mano que tiene libre acaricia mi mejilla y baja a mi barbilla para que lo vea a los ojos.
—Tú me encantas —dice y siento como mis piernas flaquean, acerca su boca deliciosa y cuando me besa solo me dejo llevar, solo quiero esto, ahora.
Un jadeo sale de mi garganta cuando se aprieta a mí y siento su erección en mi estómago, pero él no se detiene, hace de este beso uno profundo, apasionado, lento y torturador, mi entrepierna se calienta y siento que mis bragas se mojan con cada roce de su lengua con la mía. Camino hacia atrás cuando él lo hace hacia delante caemos en la cama y veo como se desliza encima de mí para apagar la luz. Cuando se incorpora hay frente a mí solo una silueta, la ropa empieza a volar por la habitación, de repente siento su cuerpo sobre el mío y su piel pegada a mi piel.
—Quiero que te dejes llevar, solo haz lo que deseas hacer y ya —asiento con la cabeza cuando su sonrisa se ensancha.
—Lo haré —le digo y tomo una gran bocanada de aire.
Se agacha y sus dedos rodean mi tobillo, empieza con suaves besos sobre mi piel, lame desde mi pantorrilla hasta el interior de mi muslo. Sus dedos caminan por mi muslo y sube hasta la goma de mis bragas, siento su lengua lamer encima de la tela y sube hasta mi ombligo y se detiene en mi abdomen. Un cosquilleo me hace levantar el trasero.
—Seth —me muerdo el labio.
Un siseo sale de su boca y cierro los ojos.
Me quita las bragas y se aprieta a mi cuerpo, su erección es más pronunciada, su miembro se siente caliente, duro, tentador.
—Te quiero dentro de mí —le suplico con la garganta seca —. Por favor.
Su cuerpo se separa del mío y veo que saca algo del cajón a un lado de la cama, escucho cómo desgarra una bolsita y se pone el preservativo, cuando menos lo espero abre mis piernas con cuidado y se adentra en mi ser, abre mis labios con su miembro, empuja con cuidado, toda yo lo desea tanto que mis pliegues se abren para él, una embestida me hace saber que está completamente dentro de mí, otra más me hace jadear y una tercera hace que pierda el poco control que tengo en este momento.
Seth pone sus manos en mi cintura y con un movimiento queda debajo de mí y yo arriba.
—Quiero que lo hagas tú —me dice poniendo una mano en mi nuca y me atrae hacia él para besarme, su lengua se mete en mi boca, la succiona y lame mis labios.
Abro un poco más mis piernas y siento cómo la humedad en mí hace que sea más fácil entrar y salir, lo hago de delante atrás, su mano aprieta mi trasero y se acerca peligrosamente en medio, su dedo se queda ahí acariciando y trazando círculos.
Jadea en mis labios y se separa, con la otra mano acaricia mi seno y con dos dedos pellizca un poco pero sin hacer daño.
—Así cariño —gruñe —. Vamos —jadeo también. Siento en mi intimidad húmedo, caliente y un cosquilleo que explota en mi interior y que me hace gemir de placer. Echo mi cabeza hacia atrás y sus labios se posan en mi piel para besar y lamer. Seth jadea bajo y aprieta más mi trasero. Su erección se hace pequeña dentro de mí y me salgo para acostarme a su lado.
—Mierda, mierda —lo escucho maldecir a mi lado.
—¿Qué pasa?
—Creo que se rompió el preservativo.
Me sorprendo y corro al baño, mis piernas están manchadas de un líquido blanco.
—¡Seth! —le grito. Tarda unos minutos en entrar, ya se ha puesto un bóxer. Agarro papel y me empiezo a limpiar.
—Carajo —masculla.
—Me tomare la pastilla del día siguiente —le digo para tranquilizarlo, se ha puesto pálido.
—¿Es efectiva?
—Cien por ciento efectiva.
Me limpio y se acerca para quedar a mi espalda.
—¿Te he dicho lo hermosa que eres? —niego con la cabeza y rodea mi cintura con sus brazos —. Pues lo eres —me da un beso en el hombro —. Eres muy bonita Ileana —me mira a través del espejo. Mis cabellos parecen un nido de pájaros, mis labios están rojos, mi frente está cubierta de sudor al igual que todo mi cuerpo. Siento en mi trasero el bulto en su entrepierna y de inmediato el deseo me embriaga como hace tan solo minutos atrás.
—No te imaginas lo mucho que quiero que ahora mismo me hagas tuya.
Ladeo la cabeza hacia la derecha cuando acerca su boca peligrosa y me empieza a besar.
—¿Te gusta lo que te hago sentir? —gruñe en mi piel.
—Me gusta que me hagas perder el control —cierro los ojos disfrutando de su boca y como tortura cada parte de mi ser —. Me encanta lo que me haces sentir y como mi cuerpo no se puede resistir a ti.
Baja un poco la mano e introduce dos dedos en mí. Los saca y los pasa por mis labios, la otra mano sube a mi garganta y me hace echar la cabeza hacia atrás.
—¿Te gusta? —asiento con la cabeza —. Dímelo.
—Me gusta. Más por favor.
De nuevo introduce los dedos, los mueve en círculos, los mete y los saca. Se siente tan delicioso que siento que en cualquier momento me voy a correr de nuevo. Jadeo.
—Todavía no —saca los dedos de mí y se baja el bóxer. Con una mano abre mis piernas y me penetra, me apoyo en el lavabo y me penetra más fuerte, sus manos suben a mis pechos los cuales amolda a la perfección, el sonido de la carne chocando contra la carne y nuestros jadeos es el único sonido en el baño.
Me miro a través del espejo y no puedo creer que esta sea yo haciendo esto.
—Estás tan apretada —murmura y besa mi cuello —. Me encantas, no me voy a cansar de esto, nunca —me embiste una y otra y otra y otra vez hasta que ya no puedo más, hasta que mis piernas flaquean, mi garganta suelta un gemido, hasta que mi ser deja salir lo que Seth me hace sentir en este preciso momento.
Rodeo el filo del lavabo con mis manos para no caer al suelo de rodillas, Seth jadea en mi cuello, su respiración es caliente, su cuerpo hierve y su pecho sube ya baja.
—No me imaginaba que se iba a sentir así de bien —me da un beso en el cabello y nos miramos a través del espejo.
—Me encanta.
—Voy a querer más de esto —sale de mí —. Cada día, eso tenlo por seguro.
Se agacha y recoge el bóxer y se lo pone.
—Puedes darte una ducha si quieres —señala la ducha —. En ese mueble hay toallas y el closet hay ropa. Voy a pedir algo de cenar.
Asiento con la cabeza y sale del baño. Miro de nuevo mis piernas y en ellas corre un líquido blanquecino.
Mañana me tomo la pastilla del día siguiente y no hay problema.
Me digo y entro a la ducha. No pasará nada, todo estará bien.
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