Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 26. 🔥

"No es que me gusten las cosas prohibidas, es que me encanta demostrarle al mundo que a mí nadie me prohíbe nada"

Nate.

Termino con la última capa de pintura, observo la habitación y sonrío al ver que por fin he terminado por completo. Me paso el dorso de la mano por la frente cuando unas gotas de sudor caen de esta. Estoy agotado pero por primera vez en la vida siento que estoy haciendo algo de provecho, algo que no es malo y que me gusta hacer, sé que es tonto arreglar la casa y pintar las paredes, pero no estoy vendiendo drogas o matando gente.

Escucho la puerta cerrarse y agarro las brochas y el rodillo, salgo de la habitación. Cuando llego a las escaleras veo a Nell en la puerta quitándose los botines y dejando su bolso en perchero.

—¿Cómo te fue? —voltea a verme y sonríe.

Me gusta que haga esto, me gusta que sonría cuando me ve porque sé que me ama, lo veo en el brillo de sus ojos, en sus sonrisas y en cada vez que me toca como si fuese el último día sobre la tierra.

—Bien —suspira.

Parece que no le ha ido muy bien, pero ella sola me dirá que pasó.

Bajo y camino a la cocina, empiezo a lavar las brochas quitándoles el exceso de pintura, escucho sus pequeños pasos acercarse a mí, cuando menos lo siento sus brazos rodean mi cintura y enlaza sus manos a la altura de mi estómago.

—¿Cómo te fue a ti? —apoya su mejilla en mi espalda.

—He terminado, ahora me voy a poner a estudiar.

—¿Estudiar?

Asiento con la cabeza.

—Me han hablado de la Universidad y me han dicho que debo presentar un examen.

—¿No les dijiste que estudiaste ahí un año?

—Se los dije pero quieren saber que tanto sé de lo que me enseñaron en ese año.

—Vaya —termino de lavar las brochas y las pongo a secar. Me doy la vuelta para verla y acuno sus mejillas entre mis manos. Le doy un pequeño beso en la nariz. Se aprieta más a mí.

—¿Pasó algo malo?

Niega con la cabeza.

—¿Entonces?

—Mi mamá ya sabe que estamos juntos —me sorprendo un poco al escuchar lo que dice.

—¿Cómo lo supo? —se separa y le doy la vuelta para que se siente en la encimera de la cocina. Me meto en medio de sus piernas y apoyo mis manos en estas.

—Aleksei —bufa e infla las mejillas —. El muy idiota lo insinuó y le tuve que decir a mi mamá.

—¿Cómo se lo tomó ella?

—Bien, al menos no gritó ni dijo nada malo, solo dijo que te quiere conocer mañana, una cena para conocerte y saber que clase de chico eres.

—¿Crees que sea buena idea? —ella ríe y niega con la cabeza.

—¡No! No es buena idea pero mamá es más comprensiva de lo que lo era mi padre así que —encoge un hombro.

—Mañana —dice que sí —. ¿Qué ropa debo llevar?

Abre los ojos.

—No estás obligado a ir, lo sabes —asiento con la cabeza —. ¿Quieres ir?

—Es tu familia y quiero conocerlos a todos, tu mamá quiere conocerme y yo a ella. Creo que es una mujer interesante.

—Sí que lo es —agarro sus manos y le doy un beso en el dorso.

—Ahí está.

—Pero Alek no está muy convencido de esto —se queda en silencio como si recordara algo —. Además, hay algo que debes ver por ti mismo.

—¿De que se trata?

—No, no, es mejor que lo veas tú.

—Ok. He preparado la cena —con el mentón señalo la comida que está encima de la estufa.

—Eres el hombre más dulce y atento que he conocido en toda mi vida Nathaniel Beckett y por eso te amo —rodea mi cuello con sus brazos y me da besos en el rostro, desde las mejillas hasta la frente.

****

Beso sus labios una vez más, engancho mis brazos a sus piernas y escucho sus gemidos resonar por toda la habitación, las cortinas se mueven ligeramente por la brisa que entra por la ventana. Sus manos se enredan en mis cabellos tirando de algunas hebras, su espalda se arquea, sus piernas tiemblan.

—Oh Dios —la escucho jadear —. Así —mi lengua se mueve ágil entre sus pliegues, tira más fuerte de mi cabello y gime tan fuerte que hasta los vecinos la van a escuchar.

Pasan unos largos segundos en los que me quedo en medio de sus piernas y solo disfruto del sabor de su cuerpo.

—Eso fue...maravilloso —dice y suspira. Me levanto y me pongo a su lado.

—Me gusta que te guste lo que te hago.

—Me vuelves loca —me da un beso en los labios.

Nos quedamos unos minutos en silencio, el único sonido es el de nuestras respiraciones. Nuestras manos enlazadas, siento el anillo que le dí días atrás, lo toco con la yema de mis dedos y volteo a verla, quiero preguntarle por qué aún no acepta ser mi esposa ¿Es que acaso no quiere serlo? Porque yo me estoy volviendo loco por estar casados ya. Me voltea a ver y me sonríe.

—¿En qué piensas? —me suelta de la mano y se acuesta de lado.

—En que esto podría ser lo más aburrido para cualquier persona, pero para mí es el paraíso, no te imaginas lo bien que se siente estar así, no tener que preocuparme por ir a comprar armas o vender drogas, solo preocuparme por lo que voy a preparar de comer y estudiar, solo eso.

—Yo también anhelaba mucho esto, siempre envidié la vida de mis compañeras de la Universidad.

—Quiero esto siempre, solo contigo —me doy la vuelta y quedamos cara a cara. La habitación está en completa oscuridad, solo la luz de afuera que se cuela por la ventana abierta me deja ver sus ojos azules que brillan como un faro.

Ella es hermosa, ella es la mujer que yo quiero para toda la vida, la que quiero para ser la madre de mis hijos y con quien quiero pasar el resto de mi vida.

—Te amo Nate.

—Y yo te amo a ti.

Bajo las escaleras lento, sabiendo muy bien lo que me voy a encontrar ahí abajo, o mejor dicho a quien, quito todas y cada una de las cerraduras que la mantienen prisionera, empujo la pesada puerta metálica y entro. El lugar es frío, húmedo y huele a moho, observo cada esquina, el techo amarillento y reparo en el bulto que se mueve debajo de los cobertores. Dejo la bandeja encima de una mesa vieja y sucia, me acerco lentamente con miedo, veo una larga cabellera que sale de los cobertores. Me acerco más y una chica de piel blanca está acostada.

La miro detenidamente y aunque su piel no tiene una gota de maquillaje, ella es bonita, sus largas pestañas rozan su piel, suspira y se mueve sobre el colchón, abre sus ojos y me mira, pero cuando se da cuenta de que no soy Seth se levanta y se pega a la pared, agarra sus piernas entre sus brazos y evita mirarme, está asustada.

—¿Quién eres? —pregunta temerosa.

—Mi nombre es Nathaniel, Nate Beckett —noto como se estremece.

—¿E-eres hermano de Seth?

—Sí —se abraza a ella con más fuerza —. Su hermano menor.

—Entonces eres igual que él —noto un dejo de tristeza en su voz.

—Ni siquiera lo pienses yo no tenía idea que te tenía aquí encerrada de haberlo sabido antes no lo hubiera permitido.

—Entonces ayúdame a salir de aquí —súplica.

—No puedo hacer eso y lo sabes, tú sabes como se maneja la traición en este negocio sin importar quién seas. Y si muero no podré evitar que Seth te lastime —su expresión cambia.

—Vete —me alejo un poco —. ¡Vete y déjame sola! —ella tiene miedo.

—No puedo irme, he venido a cuidarte ya te lo he dicho —empieza a relajarse y deja de abrazar sus piernas —. No te haré daño solo vengo a cuidarte, entiende.

—¿Cuidarme? —asiento con la cabeza y se seca las lágrimas —. ¿Cuidarme de Seth o de mi misma? —sonrío de lado.

—Las dos cosas —ella se ríe un poco pero sin mostrar los dientes, se limpia las mejillas —. No me tengas miedo Nelly, no te haré daño al contrario —agarro la bandeja de la comida y se la tiendo, mira la bandeja por unos segundos y la agarra —. Come por favor, necesitas comer —asiente, agarra los servicios y empieza devorar la pasta.

La miro dormir, paso mis dedos por sus cejas, bajo con los nudillos por su sien y su mejilla, mis yemas acarician sus labios, hace una mueca y se pasa la mano por los labios.

Mi mano se desliza por su cabello, este parece una maraña de cabellos rubios.

Creo que desde ese momento me enamoré de ella, no me había dado cuenta pero así fue, me enamoré de aquella inocencia que desprendía, del miedo en sus ojos, de cada cicatriz y cada herida, ahora amo la perversidad en sus ojos, la malicia en su alma y más que nada la oscuridad que la rodea, porque ella a veces es un ángel y otras más es el demonio del que me he enamorado. No la puedo cambiar y no quiero hacerlo tampoco, la amo así cómo es, con toda esta maldad que la rodea.

Ileana.

Esta noche saldré con mi hermano, me ha convencido de salir con él a la inauguración de un importante restaurante, no tengo ganas de salir pero sino lo hago mis padres van a sospechar —más de lo que ya lo están haciendo— que algo me pasa y no quiero tenerlos encima a cada rato.

—Hoy te ves hermosa —mi mamá cruza el umbral de la puerta y la miro a través del espejo, mi madre es una mujer hermosa, para la edad que tiene se ve muy joven, su cabello es negro como el carbón, sus ojos son tan azules que es imposible tener los ojos de ese color tan intenso. Dicen que yo me parezco a ella y que mi hermano a mi padre.

—Gracias —me doy la vuelta y aliso la parte de enfrente de mi vestido, es de color negro con el cuello alto y de encaje, deja mis hombros descubiertos y tiene un cinturón del mismo color debajo de mis pechos y es tan largo que se arrastra en el suelo y eso que traigo unos tacones altos —. ¿De verdad tengo que ir?

Mi madre entra por completo a la pieza y se acerca para poner sus manos en mis hombros, me sonríe y me quita un mechón de cabello y lo pasa detrás de mi oreja, observa los pendientes que traigo puestos y que ella misma me regaló.

—Es una invitación especial, no a cualquiera invitaron —levanta una ceja al ver que no digo nada.

—No será por el hecho que el papá del dueño del restaurante es amigo de papá ¿verdad? —mi madre se ríe.

—Por supuesto que no Ileana, nuestra familia es una de las más importantes de esta ciudad, así que esa es una de las tantas ventajas, poder asistir a este tipo de eventos.

A mí no me importa asistir a estos eventos lo único que quiero es estar metida en la cama y dormir para siempre.

—Has estado muy rara estos días y eso no me gusta nada, tú no eres así.

—Estoy bien mamá —quito sus manos de mis hombros y camino hacia la ventana.

—Escuché a Dixon decir que es por un chico —me doy la vuelta rápidamente encontrándome con la mirada escudriñadora de mi madre.

—Sabes que es de mala educación escuchar las conversaciones ajenas.

—No fue mi intención, pasaba por su habitación cuando lo dijo ¿Sí es por un chico? —busca mi mirada que se ha perdido en algún punto del suelo.

—No vale la pena —le digo agarrando mi bolso.

—¿Por qué lo dices?

—Porque si valiera la pena yo no estaría así.

Paso a su lado y salgo ya que Dixon me espera bajo el umbral de la puerta, él trae puesto un traje negro con un moño alrededor del cuello. Me sonríe al verme y me engancho de su brazo.

—Regresamos al rato —le avisa mi hermano a mi mamá que solo asiente con la cabeza.

Bajamos las escaleras y salimos de la casa, frente a esta está estacionado un elegante BMW negro mate, Dixon me abre más la puerta y me ayuda a entrar, espera a que me ponga el cinturón y sube del otro lado.

—Esta noche quiero que te la pases muy bien —asiento con la cabeza, cierra la puerta de su lado y arranca para salir de la casa.

Conduce prudente, respeta los semáforos y no se pasa ningún alto.

Llegamos al famoso restaurante que está en Central Park en una de las calles más importantes de la ciudad, un valet parking se acerca de mi lado y me abre la puerta al mismo tiempo que otro se acerca del lado de Dixon y este le entrega las llaves de su auto, no sin antes advertirle que si algo le pasa a su hermoso coche será hombre muerto, el pobre chico solo asiente con la cabeza y traga saliva.

De nuevo me engancho a su brazo y entramos al famoso lugar que ha estado en la boca de todos últimamente, no puedo negar que el lugar es muy bonito, moderno y elegante, el techo está decorado con molduras doradas y en medio un bonito rosetón elegante, en medio cuelga una gran lámpara de araña hecha solo de cristal. Nos paseamos por el lugar observando la decoración, nos ofrecen champaña y bocadillos. Las mesas son cuadradas, en medio de estas una lámpara que ilumina todo, los servicios puestos y dos sillas acolchadas de color beige.

—Dicen que el dueño se basó en el diseño del restaurante que tiene en Dubai.

No le digo nada a mi hermano y seguimos caminando.

—Ven —me dice y me agarra de la mano para subir unas escaleras, estas son del mismo color de las sillas y las mesas. Están decoradas con algunas pinturas, al final de estas veo el azul de la noche, las pocas estrellas que iluminan el cielo y la gran luna que nos ofrece una hermosa postal.

—Que hermoso.

La parte de arriba está descubierta, las mesas son iguales que las que están abajo pero aquí hay palmeras y grandes plantas que hace que todo se vea mejor. A un lado una gran barra, aquí hay más gente que allá abajo. Del otro lado de la barra veo unos sofás de color azul, en medio de estos dos mesitas de color blanco, este lugar grita elegancia pura.

Nos acercamos a una de las mesas y dejo mi bolso, Dixon se acerca a la barra y en ese momento lo veo a él, está apoyado de un brazo sobre la barra, sostiene una copa con alguna bebida, trae puesto un traje de color azul grisáceo, debajo del saco una camisa blanca sin corbata, unos botones sin abrochar lo cual deja al descubierto un poco de piel, su cabello no ha crecido mucho desde la última vez que lo vi.

Veo que bebe lo último de su bebida y me muerdo el labio por esta maldita situación. Cuando creía que ya no lo iba a ver se aparece en el lugar menos esperado. Me doy la vuelta y apoyo ambas manos en el filo de la mesa.

—Mierda, mierda —musito tratando de controlar mi respiración.

Sigo dándole la espalda, espero que no me vea, que no se de cuenta que estamos en el mismo lugar y que respiramos el mismo aire. Siento un toquecito en mi hombro desnudo y por un segundo creo que es él, que me ha visto y ha venido hasta acá.

—Ileana.

Todo rastro de nerviosismo se borra al escuchar la voz de mi hermano a mi espalda. Me doy la vuelta temerosa y miro por encima de su hombro para comprobar si él sigue aquí pero él no está, solo una copa vacía, la que él dejó.

Tal vez fue una mala jugada que mi cabeza me hizo, tal vez tengo tantas ganas de verlo que ya hasta lo imagino cuando no es él.

—¿Pasa algo?

—No —miento. No quiero que Dixon sepa que tal vez él está aquí —. Estoy bien —levanto la cabeza y le sonrío para que esté tranquilo, no le quiero arruinar la noche, Dixon tenía muchas ganas de venir aquí.

Cenamos entre risas, recordando momentos de cuando éramos niños, de las travesuras que le hacíamos a mamá y de la vez que casi quemamos el refrigerador. Dixon era quien me incitaba a hacer travesuras, siempre fue muy inquieto y no se estaba en paz.

—Tengo que ir al baño —le digo a mi hermano limpiándome la esquina del ojo, hemos reído tanto que casi me hago pipí.

—Aquí te espero —dice y bebe un poco de agua. Me pongo de pie y camino hacia el baño, siento algunas miradas encima de mí, pero no les doy importancia, nunca lo he hecho, no lo haré ahora.

Entro y este está vacío, empujo la puerta y hago mis necesidades, se me dificulta un poco por el vestido que llega hasta el suelo. Cuando salgo del baño dos chicas entran, una de ellas ríe y le dice algo a su amiga.

—¿Lo viste? —asiente la otra —. Dios —se lleva una mano al pecho y suelta un jadeo —. Es tan...—se queda callada cuando me ve y se ríen mientras cada una entra a un cubículo.

«Gente loca»

Pienso mientras me lavo las manos, agarro una servilleta de papel, me seco las manos y echo la bola al bote de basura. Empujo la puerta y paso de largo, pero una voz conocida me detiene.

—Ileana.

Es él.

Sabía que no estaba loca.

Me detengo de golpe al escucharlo, su voz, esa colonia que ya extrañaba, todo él. Tengo que poner toda mi fuerza de voluntad para no voltear a verlo, así que agarro mi dignidad con ambas manos y me encamino hacia la mesa donde mi hermano espera.

—Ileana espera —me detiene agarrando mi brazo, lo rodea con mi mano, me gira para verlo y me desbarato en el momento que veo su barbilla partida a la mitad y esos labios que me apetece morder en este momento.

—Déjame en paz —le digo aguantando las ganas de encestarle un buen puñetazo en el rostro. Me suelto de su agarre y doy un paso para irme, me toma desprevenida y me arrastra hasta un pasillo, no hay nadie.

—Lo siento, sí.

—¿Por qué? —levanto una ceja —. Por portarte como un verdadero hijo de puta.

Me sorprendo al decirle estas palabras, creo que él también porque abre los ojos y se queda en silencio unos segundos.

—Tienes razón —me acorrala, sube ambos brazos a la altura de mi rostro y apoya las palmas en la pared. Un delicioso escalofrío me recorre la columna, tengo que poner todo de mi parte para no caer ante él. Ya no.

—Vete a la mierda Seth, me has ignorado estas semanas, no respondes mis mensajes mucho menos mis llamadas y no es por mi culpa porque yo no he hecho nada para que te alejaras así. Estoy más que segura de ello.

Sonríe. Una hermosa sonrisa de lado se dibuja en sus labios y se acerca lo suficiente a mí que nuestras narices se rozan. Mi corazón se detiene, las manos me sudan, las piernas me fallan y mi boca se seca.

«Vaya, no tienes tanta fuerza de voluntad como creías»

Es innegable que me atrae tanto, que por más que yo quiera alejarme de él hay algo que me atrae a su persona así como la miel a las abejas.

Cada uno se destruye a su manera y la mía tiene nombre y apellido; Seth Beckett.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro