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Capítulo 17. 🔥

"El amor y el odio no son ciegos, sino que están cegados por el fuego que llevan dentro" 

Friedrich Nietzsche.

Seth.

La inauguración es todo un éxito, la gente se sorprende al ver todo lo que hay aquí, los tres pisos se llenan de personas. Cas ha llegado con Camila, sé que ella me odia, no sé que mierda hace ella aquí. Gale ha venido solo e Ileana, temo que ella no venga. A ella no le gustan estas cosas, nada de esto le llama la atención, somos tan diferentes.

Las chicas caminan de un lado al otro ofreciendo bebidas y botanas, las luces de un color rojo iluminan el lugar, el nombre del club parpadea en una de las tantas pantallas que hay en las paredes.

Caos.

Le queda a la perfección, todo lo que hay aquí es un total caos, al igual que mi jodida vida.

Voy a la barra y pido un vodka, me siento en uno de los bancos, espero que Ileana no tarde tanto, ella me dijo que iba a venir, miro por enésima vez el reloj que adorna mi muñeca izquierda y suspiro, le doy un trago a mi vaso, siento la presencia de alguien a mi lado derecho, su perfume de inmediato me recuerda a alguien.

—¿Qué se le ofrece? —le pregunta el hombre detrás de la barra.

—Lo mismo que toma él —esa voz. Trago saliva con dificultad al escuchar esa voz después de tantos meses, ella se sienta a mi lado, arrastro la mirada hasta ella, se ve...bien supongo. Fría y calculadora como la recordaba.

—Hola —dice con asco, puedo ver como cada parte de ella me odia, como desea no estar aquí, le gustaría verme muerto.

—¿Qué demonios haces aquí? —miro a mi alrededor.

—Bonito lugar —ignora mi pregunta —. Es elegante —el bartender le entrega su vaso y ella le da un trago suave.

—Nadie te invitó —la agarro del codo y se zafa de mi agarre con furia y me mira mal.

—No estaré aquí mucho tiempo, si es lo que te preocupa —escupe con rabia.

Aprieta el vaso en sus manos.

—Tengo que decirte algo —sus dedos largos y elegantes golpetean el cristal del vaso.

—Nada que venga de tu boca me importa —siento la sangre hervir en mis venas, la rabia se extiende en mi interior como un río de lava que me desgarra las entrañas.

—Antes no decías eso, cuando te besaba y cuando te hacía sexo oral —levanta una ceja orgullosa de sus palabras.

—Eres...—me callo —. La peor.

—No somos muy diferentes —espeta —. Tú eres un monstruo sin compasión.

—Y tú una perra sin sentimientos —se ríe.

—Ya nada de lo que me digas me importa.

—¿Entonces que haces aquí? —la miro directamente a los ojos, no me puedo engañar, ella es hermosa, es una belleza salvaje que levanta suspiros y llama la atención de más de uno, lo compruebo al ver que algunos hombres la miran de arriba abajo sin vergüenza alguna —. Nada bueno, me imagino.

Le da otro trago al vaso.

—Esa noche en la que esos hombres entraron a tu casa y que me fui....

—Escapaste —la corrijo.

—Como sea, ese día me di cuenta que estaba embarazada —me volteo a verla esperando que lo que ha dicho sea solo una mentira, pero no hay nada en su rostro, solo en sus ojos que ahora se ven tristes.

—Eso es una mentira ¿Qué ganas diciéndome esto? —ella es peor de lo que me imaginé.

—No gano nada, Seth, nunca jugaría con algo así. Estuve embarazada y creo que como eras el padre debías saberlo.

Entonces en este momento lo entiendo todo "Estaba embarazada"

—¿Estabas? —asiente apretando los labios. Me pongo de pie enfrentándola —. No me digas que tú...—la señalo con un dedo.

—No te atrevas a pronunciar esas sucias palabras, nunca hubiese atentado contra la vida de mi hijo, ni siquiera porque era tu hijo —me mira de arriba abajo —. Tú que eres tan despreciable y un hijo de puta. Perdí a nuestro hijo, Seth, no te imaginas el dolor que siento aquí en mi corazón, no te imaginas las noches de horror que pase, todo mi mundo se vino abajo en ese momento —veo la tristeza surcar sus ojos azules.

»Cada noche sentía el dolor que me desgarró el interior cuando lo perdí, cada noche me culpé por lo ocurrido, recordando, llorando, suplicando que solo fuera una maldita pesadilla y al final, al despertar por la mañana no lo era, era mi puta realidad, tú nunca vas a sentir eso.

—No lo sabía —trago saliva y me paso la mano por la cabeza —. Yo no tenía idea.

—Y aunque lo hubieses sabido, nada te importa más que tú y ya, eres un maldito egoísta de mierda —escupe.

—No me conoces Nelly, no hables por hablar porque no te imaginas que hubiese hecho y que no, de haber sabido yo...

—¿Tú qué? —se cruza de brazos —. ¿Me hubieses dejado ir? No lo creo ¿Hubieras dejado que tuviera a ese bebé? Dime Seth ¿Si ese bebé estuviera vivo que harías?

Yo intento responder pero su cruda voz me detiene.

—Olvídalo Seth, eres un demonio, no tienes sentimientos —agarra el vaso que sigue encima de la barra y le da un largo trago hasta que se termina el vodka —. Solo espero que a ella no le hagas lo mismo —con el mentón señala detrás de mí, cuando volteo a ver me doy cuenta que Ileana viene directo a nosotros. Ella frunce el ceño, volteo a ver a Nelly.

—Me has destruido con esto, lo sabes. Es por eso que has venido aquí ¿Estás orgullosa?

—Estaré orgullosa el día que te destruya por completo, unas simples palabras no te hacen daño pero cuando termine con todo lo que te rodea sí, ese día estaré orgullosa.

—¿Me estás amenazando? —inquiero con diversión en la voz.

—Yo no amenazo, Seth, yo actúo.

—Seth...—Ileana pone una mano en mi hombro y mira a Nelly con curiosidad, me doy cuenta de lo diferentes que son, no solo por el cabello, sino por el aura, el aura de Ileana es pura pero el de Nelly es frío, ella es dinamita, es calor, es furia, salvajismo, todo lo contrario a Ileana.

—¿Nelly? —en ese momento en el que las miradas de Nelly y mía se encuentran en una batalla aparece Nate detrás de ella. Él se mira sorprendido por verla aquí, es como si no esperara esto.

—¿Nate? —ella le sonríe y se da la vuelta a él, no puedo explicar como lo mira ella, como cuando me miraba a mí hace meses. Se da media vuelta y mira a Ileana a mi lado y después a mí —. Felicidades por esto —una sonrisa burlona se dibuja en su rostro, malicia pura resplandece en sus ojos azules. Se engancha al brazo de Nate y se va moviendo su trasero.

—¿Quien es ella Seth? —pregunta Ileana cuando ya están a una distancia prudente.

Me aclaro la garganta.

—Ella es mi ex novia.

—Oh —se mira sorprendida —. Creo que la he visto en algún lado.

—Ella no importa —me doy la vuelta hacia ella —. Me alegra que estés aquí —le doy un beso en los labios que la sorprende.

—Quería estar aquí —se sonroja —. Contigo —sonrío.

—Me gusta que estés aquí, vamos.

La llevo a recorrer el lugar.

Nelly.

Puedo ver en los ojos de Seth dolor puro emanando en su cuerpo, sus hombros caen aunque él intenta mantenerlos en alto a como dé lugar, se aclara la garganta inconscientemente, me imagino que buscando las palabras correctas para decir, su petulancia ha quedado pisoteada por mis tacones caros. Por primera vez desde que lo conozco no sabe que decir, está herido y esto me hace saber que en el fondo no es tan demonio como yo lo pensaba.

Ella se acerca a Seth confundida por verlo conmigo, está celosa. Yo la conozco, ella es la enfermera que me atendió cuando llegué al hospital cuando perdí a mi bebé, no me importa, siento lastima por ella, porque no se imagina la clase de hombre que es Seth.

—Seth —veo como agarra su brazo y me mira mal.

Se siente la tensión en el aire, la furia que brota de nuestros poros, las inmensas ganas de querer matarnos y acabar con el otro. No sé cómo sentirme en este momento. No sé cómo puedo estar frente a él y no gritarle cuanto lo odio, cuantas ganas tengo de que muera y ser yo la que acabe con él y todo lo que tiene en este momento, así como él me quitó tanto yo también quiero quitarle todo.

—¿Nelly? —escucho su voz detrás de mi espalda, su dulce voz que me hace mojarme en un segundo. Sonrío al saber que está aquí, que después de semanas lo podré ver y pasar al menos unos segundos con él.

Me doy la vuelta y veo nada más a un guapo hombre enfundado en un elegante traje negro con una camisa blanca con algunos botones sueltos, su cabello está ligeramente peinado de lado y esa sonrisa me desarma por completo.

—¿Nate? —me doy media vuelta hacia ellos y miro a la chica de cabello negro, me da lástima que esté con él, no tiene ni idea de lo que se esconde detrás de esa linda cara—. Felicidades por esto —le digo a Seth con mi sonrisa más fingida.

Me engancho del brazo de Nate y nos vamos juntos.

—¿Qué haces aquí? —le pregunto una vez que estamos a una distancia prudente.

—Eso mismo te pregunto yo a ti —mira a su alrededor —. Pero me suponía que estarías aquí —dice despreocupado.

—¿Ah sí? —asiente con la cabeza —. ¿Por qué?

—Te conozco, sabía que intentarías arruinarle esta noche a Seth.

Si que me conoce bien.

—Dime ¿funcionó?

Recuerdo la mirada de Seth al momento de decirle de nuestro bebé, cómo todo cambió para él y cómo no se lo esperaba, toqué una fibra sensible, lo hice vulnerable por un instante.

—Sí —Nate me mira de reojo y niega con la cabeza.

Se detiene cuando estamos en medio del lugar, pone sus manos en mi cintura y le da un ligero apretón, me mira de arriba abajo y se muerde el labio —me encanta que haga eso—, suspira, mira a cada lado y por fin, en lo que se me hace una eterna agonía, habla:

—No te imaginas las ganas que tengo de arrancarte esa ropa —me da la vuelta y mi espalda queda apoyada en su pecho.

—¿Qué te detiene? —apoyo mis manos encima de las suyas, siento como con la punta de su nariz recorre desde el lóbulo de mi oreja hasta mi barbilla, la poca barba que cubre su rostro me hace cosquillas en la piel.

—Toda esta gente —responde con la voz ronca, se pega más a mí y puedo sentir su erección en mi trasero.

—Solo quiero estar contigo —admito.

—Y yo contigo —dice con el mismo tono de voz —. Vamos.

Me suelta y me agarra de la mano llevándome con él, salimos del club, cuando estamos en la calle un chico con un chaleco rojo se acerca a Nate quien le entrega un boleto y se aleja.

—Te ves increíble.

—Tú no te quedas atrás —nunca lo había visto con traje y es lo más hermoso que mis ojos han visto jamás —. ¿Dónde me llevas Nathaniel Beckett? —su mano va directamente a mi cintura, me jala hacia él y cierra los ojos.

—Es una sorpresa.

—Odio las sorpresas.

—Conmigo aprenderás a amarlas.

—Señor —me suelta y el valet parking le entrega las llaves de su Audi negro. Nate le da las gracias al chico acompañada de una buena propina. Me abre la puerta de su coche y espera a que suba, mientras me pongo el cinturón rodea el coche y abre la puerta, veo cómo se quita el saco y lo avienta al asiento de atrás.

—No me vas a decir dónde me llevas ¿verdad? —niega con la cabeza, se abrocha el cinturón y enciende el auto para arrancar —. Entonces me puedes decir que demonios has estado haciendo todo este tiempo ¿no?

—He estado ocupado, trabajando para papá y haciendo otras cosas.

—¿Qué cosas? —me cruzo de brazos, él no dice nada, solo se concentra en manejar —. Nate habla.

—Cosas, Nell.

—No me salgas con esto, Nate, no te has comunicado conmigo desde hace semanas ¿Sabes lo que pienso cuando tú haces esto?

—No sé.

—Que ya no quieres saber nada de mí, eso pienso.

—No pienses eso —suelta el volante y pone su mano en mi pierna —. Nunca me olvidaría de ti Nell, eso nunca —sonrío al ver su genuina sonrisa.

Llegamos a Upper East Side y miro a través de la ventanilla ¿Qué hay aquí?

—¿Me puedes decir que hacemos aquí?

Nate detiene el auto y apaga el motor, veo la casa que está frente a nosotros, es de dos pisos, la fachada es bonita, es de color café claro, las ventanas son grandes y afuera hay unos árboles, es la típica casa de una familia de los suburbios.

—Esta casa era de mamá, antes de casarse con papá, me la dejó a mí y quiero que sea tuya, mía, de los dos —me sorprendo al escuchar lo que dice.

—Nate yo...—volteo a ver la casa y después miro a Nate, la sonrisa que se dibuja en su rostro me hace cuestionarme muchas cosas.

—Esto es lo que he estado haciendo, Nell, arreglar la casa para ti, para que aquí podamos estar juntos solos tú y yo.

—Eso es tan lindo de tu parte —sonríe —. Me gusta que hagas esto por nosotros.

Abre la puerta y baja, me abre la puerta y me agarro el vestido para no tropezar con él, me ayuda a bajar agarrando mi mano y los dos subimos los escalones hacia la puerta de la casa, al entrar las luces del hall se encienden.

—Esta es tu casa Nell —me doy la vuelta hacia él y en su mano sostiene unas llaves.

—¿Mía?

—No es como la casa en la que vives ahora pero es lo único legal que tengo y es para ti. La puse a tu nombre.

—Yo no puedo aceptar esto, era de tu madre —agarra mis manos.

—Y ahora es tuya.

—Nate...

—Por favor Nell, es el único lugar donde podemos vernos, estar juntos y si tú lo quieres...también podemos vivir aquí.

—¿Vivir juntos? —inquiero con la garganta seca. No me puedo creer esto que me está diciendo, son demasiadas cosas para mí.

Asiente con la cabeza y me mira preocupado.

—Si tú no quieres...

—Me encantaría Nate —una hermosa sonrisa se dibuja en sus labios.

—Gracias —besa mis nudillos mirándome a los ojos, se separa y subimos las escaleras.

Nos detenemos en las escaleras y me muestra las habitaciones, hay dos, un estudio y una sala de estar, todo esto es hermoso, y sí, puede ser que no es cómo la mansión en la que crecí pero es mucho más acogedora.

—Ven —me agarra de la mano y me lleva a una de las habitaciones —. Esta es nuestra habitación.

Empuja la puerta y se hace a un lado para dejarme entrar. La habitación tiene las paredes blancas, una gran cama king size con cobertores de color blanco, una alfombra blanca a los pies, las cortinas son blancas y se mueven ligeramente gracias al viento que sopla y se mete por la ventana abierta. En frente de la cama hay una gran pantalla, un sillón con una frazada y el closet que se encuentra metido en la pared.

—Me encanta —le digo entrando a la habitación por completo. Observo cada centímetro de la pieza, cada objeto, cada esquina.

—Este será nuestro nidito de amor —me agarra de la muñeca y me pega a su cuerpo.

—¿Nidito de amor?

—Sí —me río.

—Eres un bobo Nate —subo las manos y rodeo su cuello con ellas.

—Tú me haces ser un bobo.

Baja la cabeza y la mete en el hueco de mi hombro y mi cara, su nariz roza levemente mi piel y siento cómo suspira cerca, esto me hace temblar y sentirme en paz. Con ambas manos agarra mi cintura y de nuevo me aprieta a él, el leve contacto de los músculos de su cuerpo con mi pecho me estremece. Sus brazos rodeándome me hacen sentir bien, estoy en mi lugar favorito.

—Quiero que me hagas el amor, Nate —mis labios rozan suavemente los suyos.

—Esta noche no solo te haré el amor, Nelly, te haré tocar las estrellas —murmura con la voz ronca y sonrío al escucharlo decir esto.

Ileana.

¿Su ex novia?

¿Ella era su ex novia?

Veo cómo se aleja con el chico enganchada de su brazo, contonea sus caderas y se mueve con elegancia entre toda la gente, sin duda alguna ella es una mujer atractiva y segura de sí misma.

Cuando veo su cabello rubio en ondas y ese rostro fino, la recuerdo.

—Yo la conozco —le digo a Seth quien deja de mirarla a ella y su acompañante, pone una mano en mi espalda y me invita a sentarme con él en la barra.

—No lo dudo, sus padres son dueños de marcas muy importantes —me siento a su lado y pido algo de beber.

—No, no es por eso. Ella estuvo en el hospital —al decir esto Seth abre los ojos y el vaso queda en el aire al no darle el trago.

—¿Qué?

—Estuvo hospitalizada en donde trabajo. Hace unos meses, ella se veía mal, estaba muy golpeada, tenía cicatrices en el cuerpo, los brazos más que nada, además...—trago saliva —. Ella había perdido a su bebé.

Seth me mira perplejo, como sino creyera todo lo que yo le digo.

—¿Me estás diciendo la verdad? —parpadeo.

—¿Qué gano yo con decirte mentiras?

—Eso es cierto.

Bebe de su vodka.

—Ella se veía realmente mal, lloraba todo el tiempo y no quería hablar con nadie, su familia estaba muy preocupada por su salud mental.

—Vaya.

—Yo nunca me hubiese imaginado que ella fue tu novia —bajo la cabeza.

—Eso fue hace mucho —me hace mirarlo a los ojos —. Ella ya no es nadie para mí —veo cómo aprieta la mandíbula, parece que aún hay algo entre ellos, puede ser odio pero es un sentimiento muy fuerte.

—Dicen que cuando hubo fuego, cenizas quedan.

Siento un nudo en la garganta.

—Lo que hubo entre ella y yo se consumió por completo Ileana, no queda nada, ni siquiera los cimientos de pie.

No estoy muy segura de ello.

—Por favor —me pide —. No hablemos de ella.

—¿Algún día me dirás que pasó entre ustedes?

—Solo te puede decir que fue todo menos amor.

En sus ojos hay muchos sentimientos, los que más destacan son el odio y la tristeza, lo puedo ver a miles de kilómetros.

—¿Algún día lo harás? —insisto a lo que él niega con la cabeza y ríe un poco.

—¿No te darás por vencida, verdad? —niego con la cabeza.

—Quiero saber todo de ti Seth Beckett.

—Mi mundo es oscuro Ileana, no hay nada bueno que conocer, todo lo que me rodea es malo y te hará daño a la larga.

—¿No crees que eso debo decidirlo yo?

—Solo es una advertencia para lo inevitable, al final te darás cuenta que conocerme es lo peor que te pudo pasar en la vida y que desearías no haberme conocido jamás.

—Yo voy a decidir eso, no tú ni nadie más, solo yo —frunzo el ceño.

—Ok —levanta las manos en señal de paz —. No digas que no te lo advertí, Ileana, espero que no te lleves una gran decepción.

No sé a que se refiere Seth, pero todo lo que lo rodea es frío, oscuro y más que nada peligroso, y lo peor de todo es que me atrae. No me da miedo, siento curiosidad por saber todo lo que esconde.

¿Pensarás lo mismo cuando descubras que es lo qué esconde?

¿Podrás con la cruda verdad?

—Ven —Seth me ofrece su mano, baja del banco y le da un último trago a su vodka, me bajo y me acomodo el vestido —. Hoy luces genial —se pasa la lengua por el labio y después lo muerde.

—Gracias, tú también te ves muy bien.

Y no miento, ese traje negro con su camisa blanca y esos pantalones que se le ajustan debidamente en sus músculos, lo hacen ver muy muy guapo.

Me mira de arriba abajo y no puedo pasar inadvertida esa mirada lasciva que tiene, debo reconocer que me encanta cómo me mira, es como si quisiera arrancarme la ropa con los dientes, yo lo dejaría hacerlo, todo lo que él quisiera.

Tomo su mano sin dudarlo y me engancho a su brazo, noto cómo cada mujer lo mira cuando pasamos a su lado, cómo muchas no tienen el descaro de tan siquiera disimular que lo están follando con la mirada, Seth es atractivo y es el blanco de muchas mujeres urgidas.

—Debes sentirte orgulloso de esto —digo mirando el lugar, la gente parece muy feliz de estar aquí —. Me imagino que un boleto debe costar más que lo que gano como enfermera.

—Hay quienes pagan lo que sea por un poco de diversión.

Chicas con poca ropa se pasean por todo el lugar, hasta ellas parecen encantadas de estar aquí.

Volteo a ver hacia las escaleras por donde mucha gente baja, pero más que nada suben, cuando ellos bajan parecen extasiados.

—¿Qué hay arriba? —pregunto mirando a Seth quien se pone rígido.

—No creo que tú debas ver algo así —sus palabras no me asustan —. Todo esto Ileana es diferente para ti.

—Quiero ver Seth, quiero ser parte de tu mundo —me voltea a ver sorprendido, yo también me sorprendo de mis propias palabras.

—No digas que no te lo advertí —me dice y empezamos a subir las escaleras.

El tono rojo abunda en este lugar, pero arriba las luces son más rosas, se puede distinguir a la perfección todo lo que hay aquí, hombres con elegantes trajes, mujeres con vestidos más costosos que el mío. Terminamos de subir y lo que veo me deja con la boca abierta, estoy estática en mi lugar, no puedo mover los pies, ni un músculo de mi cuerpo reaccionan, quiero bajar pero también quiero quedarme a ver que más hay, que hay detrás de esas puertas.

Todo en este lugar es clandestinidad en su máxima expresión.


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