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Capítulo 11. 🔥

"Mi vida es la unión de una serie de momentos. Nuestra historia es la unión de constelaciones".

El diario vacío/Ave literaria.

Seth.

Me detengo en la dirección que he anotado en un pedazo de papel que encontré y miro a través de la ventanilla, el edificio es grande, al menos unos...

—Joder —esto no puede ser. Si entro ahí...—. Que va, nadie me va a reconocer.

Este es el hospital donde me trajeron cuando me accidenté ¿Cómo es que no me había dado cuenta mirando la dirección?

—Además, no sé que hago aquí.

No, ni yo ¿Te ha gustado esa chica verdad?

Apenas y la conozco.

No necesitas conocer demasiado a una persona para que te guste.

Mi conciencia a veces no ayuda mucho que digamos.

Salgo del auto que he dejado del otro lado de la calle, me acomodo el cabello y la camiseta que se me ha desacomodado un poco. Cuando llego a la puerta espero a que salga una señora que empuja a un hombre sentado en una silla, detengo la puerta, la silla se atora en el suelo y suelto la puerta para ayudarle a la anciana a empujar la silla.

—Muchas gracias jovencito —me sonríe —. Ya no hacen a los jóvenes como antes ¿Verdad Harold? —el señor asiente con la cabeza, ella me voltea a ver —. Que joven más atractivo.

—Gracias señora —le sonrío y se va diciendo no sé que cosas de un nieto, la veo subir a un taxi que espera con las puertas abiertas, el conductor le ayuda a subir a su esposo. Entro al hospital y veo a bastante gente aquí, no sé ni donde voy a encontrar a esta chica, o si es que ella trabaja el día de hoy.

Miro a mi alrededor y ahí en medio de un pasillo, con una tabla en las manos está ella, escribiendo algo, se ve muy concentrada, su cabello está recogido en un moño, ni un cabello fuera, trae puesto un uniforme de color rosa.

Me acerco a ella, sigue en lo suyo que ni cuenta se da que estoy frente a ella mirándola.

—Busco a una amable enfermera de ojos bonitos —levanta lentamente la cabeza, parece que verme le ha sorprendido demasiado porque se queda con la boca un poco abierta, los ojos y sin poder escribir.

—¿Tú? —frunce el ceño y me mira atenta.

—Yo —le sonrío.

—¿Qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste? ¿Alguien te dijo donde trabajo? ¿Qué haces aquí? —vuelve a preguntar.

—Espera, espera, son muchas preguntas.

—Es que yo...

—Sé que tú y tu hermano me ayudaron la otra noche, solo quería agradecerte por curar mis heridas.

—De nada —se lleva la tabla a la espalda —. Ya puedes irte.

—Que sutil eres —la señalo.

—No tienes nada que agradecer, solo hice lo que cualquier persona hubiese hecho.

—No todas las personas ayudan a otra persona que apenas y conoce, pero bueno —a mi lado veo un florero con algunas rosas y otro tipo de flores, agarro un flor de color rosa y se la entrego —. Gracias Ileana.

—De nada Seth —mira la flor en mi mano y duda en agarrarla pero la incito para que lo haga. Sonríe y la agarra.

—Crees que no sé que fuiste tú quien también me cuidó cuando llegué aquí por lo del accidente.

—¿Crees que no sé que te escapaste quien sabe por qué?

—Necesitaba arreglar unas cosas.

—Debía ser algo muy importante como para arriesgar tu vida.

Suspiro solo al recordar que el motivo por el cual me escapé del hospital fue para ver a Nelly y que cuando llegué ella ya se había ido.

—Al final no lo era.

¿Por qué le estoy diciendo estas cosas a ellas? ¿¡A ella!? Que penas y la conozco.

Sus cejas bajan.

—Lo lamento.

—Déjame compensarte por lo que hiciste por mí, te invito un café.

—Estoy en mi horario de trabajo —señala con el pulgar hacia atrás.

—Cuando salgas.

—No...sé.

—No voy a aceptar un no como respuesta.

—¿Por qué no te puedo decir que no?

—Tengo poder de convencimiento —suspira frustrada.

—Está bien, pero salgo a las ocho de la noche —miro mi reloj en la muñeca izquierda.

—No importa, yo vengo por ti.

—¿No te rindes eh? —niego con la cabeza.

—Se me ha enseñado a nunca rendirme.

Ella sonríe sin mostrar sus dientes.

—Te veo en la noche Seth.

—Así será.

Se da la vuelta echándome una última mirada, la veo irse por el pasillo y me paso el pulgar por los labios. Es una chica interesante, podría pasar un buen rato con ella.

Está fuera de tu alcance, no te das cuenta que tu mundo y su mundo son totalmente diferentes, le vas a romper el corazón.

¿Puedes por una maldita vez dejar de joder?

Yo te lo advertí Seth, no quiero reclamos el día de mañana.

Así es, mantente callado.

Salgo del hospital y subo a mi auto, hoy será el día que empiece con lo del bar que quiero abrir, Jared no sabe nada y es mejor que por ahora no lo sepa, no quiero que ande metiendo sus manos en mis asuntos, cuando llegue el momento yo mismo le diré todo y si quiere que lave dinero lo haré pero nada más, lo demás será mío.

Ileana.

"Esta gente es peligrosa Ileana"

"Ese tal Seth es mala hierba"

Las advertencias de mi hermano me hacen pensar si estuvo bien aceptar la oferta de Seth, parecía que él lo dijo por algo, no nada más porque sí. Pero, aun así quiero saber porque lo dice y sé que no me lo dirá, no sin que yo misma averigüe que esconde este chico.

La verdad es muy atractivo, tiene una sonrisa coqueta y esos ojos tan seductores. De cerca es mucho más guapo todavía.

Vamos Ileana deja de pensar en él, es solo un chico, uno más de los tantos chicos que hay en esta ciudad, no tiene nada de especial, solo es un chico.

Entro a la habitación del pequeño Jacob, llegó ayer junto con su madre, tuvieron un accidente y como el otro auto impactó del lado del copiloto donde iba Jacob él sufrió más heridas que su madre.

—Buenas noches Jacob —le digo entrando a la habitación, al verme sonríe y su rostro se ilumina.

—Creí que ya no ibas a venir —me dice con un dejo de tristeza.

—Te prometí que antes de irme iba a venir a verte y aquí estoy.

Emparejo la puerta y me acerco a la camilla para revisar que todo esté bien. Hago algunas anotaciones bajo su mirada curiosa.

—¿Cuando voy a salir de aquí? Me pica el yeso y no tengo con que rascarme —intenta meter sus dedos entre el yeso y su brazo pero no puede, hace muecas y saca la lengua.

—Te dije que podías hacerlo con el bolígrafo que te dejé en la tarde—busco el bolígrafo pero no lo veo.

—Se me cayó cuando me rascaba —se encoge de hombros y sonríe inocente. Me agacho y busco el bolígrafo que está del otro lado, me pongo de pie y le doy la vuelta a la camilla, de nuevo me agacho y le entrego el bolígrafo poniéndome de pie.

—Toma.

—Gracias Ileana —se empieza a rascar.

—Solo con cuidado no te vayas a lastimar el brazo —paso mi mano por su cabello.

—No, no —niega con la cabeza.

—Me tengo que ir Jacob, mi turno termina en unos minutos, pero —me adelanto a la pregunta que sé me va a hacer —. Mañana estaré aquí para revisarte.

—Nos vemos mañana —me sonríe mostrando sus dientes, o bueno los que tiene porque ha empezado a mudar y lo que tiene es una gran ventana enfrente.

—Hasta mañana Jacob —le doy un beso en la frente y me separo.

—Hasta mañana Ileana.

Le digo adiós con la mano y salgo para ir a cambiarme. Me quito mi ropa de trabajo y me pongo lo que traía en la mañana. Guardo todo en mi bolso y salgo hacia la puerta principal, veo la hora en mi celular y ya pasan de las ocho de la noche, camino despacio mientras me acerco a la puerta, me acomodo el cuello de mi abrigo cuando una ráfaga de aire se cuela cuando un hombre abre la puerta, salgo y frente a mí, recargado en la puerta de un Audi negro veo a Seth Beckett, en sus dedos sostiene un cigarrillo, bota el humo por la boca y al verme sonríe ¿Por qué demonios es tan hermoso? Debería ser pecado ser tan jodidamente atractivo como lo es.

Me acerco acomodando la correa de mi bolso en mi hombro, al estar frente a frente se inclina para darme un beso en la mejilla, muy cerca de los labios, ese gesto me deja patidifusa ahí, he de parecer una tonta.

—¿Estás bien? —veo que pasa una mano delante de mí.

—S-sí, sí.

Parpadeo y me encuentro con sus hermosos ojos, por la tarde se veían verdes ahora se ven cafés.

—Vamos —se da la vuelta y me abre la puerta de su auto.

—Yo traigo mi coche.

—Te puedo traer de vuelta, no te preocupes —sonríe.

—Gracias —entro y me acomodo para ponerme el cinturón, pongo mi bolso encima de mis piernas, entra y no se coloca el cinturón, solo enciende el auto y se lleva el cigarrillo a los labios. Arranca y nos vamos quien sabe donde.

No decimos nada prácticamente casi todo el camino, me ha hecho preguntas banales, las mismas que he respondido con más preguntas para él, desde mi punto de vista es un chico normal al que le gusta fumar —cosa que no me agrada pero bueno— y que no le gusta ponerse el cinturón de seguridad. Se detiene y apaga el auto, me asomo por la ventanilla y veo frente a nosotros una cafetería, Seth sale del auto y me quito el cinturón, para cuando voy a salir él ya me está abriendo la puerta, no me imaginaba que fuese así de caballeroso. Salgo y veo el lugar donde estamos, la calle es muy transitada, los autos pasan y la gente lo hace cada minuto, volteo y veo el local, en medio arriba de la puerta tiene un gran letrero de neón de color rosa.

Seth pone una mano en mi espalda invitándome a entrar, doy unos pasos y me detengo en la puerta al ver que la empuja y me deja pasar primero. Al entrar busco una mesa desocupada ya que hay algo de gente, espero que haya una mesa libre.

Al final, veo una mesa libre, camino y siento a Seth venir detrás de mí. Me siento y él lo hace frente a mí.

—¿Ya has venido aquí? —le pregunto repasando el lugar y agarrando uno de los dos menús que hay encima de la mesa.

—Un par de veces, hace unos meses que no había venido. Sirven un rico café y la comida está deliciosa —miro por encima del menú y él me mira pero desvía la mirada y sigue leyendo.

—¿Qué me recomiendas pedir? —baja el menú dejándolo en la mesa frente a él.

—La hamburguesa saben muy ricas porque dice el dueño que la carne es receta de familia y la malteada de vainilla sabe deliciosa también, pero si quieres probar algo nuevo y sabroso te recomiendo el hot dog de chori-queso, es la especialidad de la casa.

—Bueno pediré ese entonces.

—Buena elección —agarra el menú y sigue leyendo.

Una chica se acerca para ver que hemos pedido y ya que le decimos se aleja y esperamos. Subo mis manos a la mesa y miro a Seth, tiene unas bonitas cejas, lindos labios, enigmáticos ojos, demonios, todo él es una escultura esculpida a mano.

—Y dime, Ileana ¿A qué te dedicas?

—Bueno, soy enfermera en el hospital, solo hago eso.

—¿En todo el día? —levanta una ceja.

—Me la paso metida ahí todo el día, no tengo tiempo para nada más.

—¿Y ese día en el bar? ¿Qué hacías ahí?

—Bueno, eso solo fue casualidad, mi hermano insistió mucho para que fuera con él y sus amigos, casi no salgo, en mis días de descanso me la paso en mi casa viendo alguna serie o leyendo.

—Leyendo —dice él para sí mismo como si un recuerdo hubiese llegado a su cabeza. Sube las manos a la mesa y entrelaza los dedos, asiente con la cabeza y me mira.

—Como ves no soy mucho de fiestas o andar en la calle.

—Eres una niña buena, Ileana.

—No soy una niña buena.

—Lo eres —se cruza de brazos y se deja caer en el respaldo cruzando sus brazos y poniendo esa cara de suficiencia.

¡Joder! No hagas eso Beckett que se me mojan las bragas.

Bajo la cabeza, no quiero que vea lo sonrojada que estoy en este momento.

—¿Y tú a qué te dedicas?

—Yo —recobra la postura y se inclina un poco apoyando los codos en la mesa —. Yo ayudo a mi papá en sus negocios, ahora mismo quiero abrir un bar, con la ayuda de mis amigos, claro.

—Entonces eres como mi hermano que le ayuda a papá, bueno, cuando puede y cuando quiere.

—Más o menos así, solo que yo debo ayudarlo, yo y mi hermano.

—¿También tienes un hermano? ¿Es mayor o menor que tú? —me entra la curiosidad.

—Menor —dice de mala gana, cómo si no le gustara hablar de ello —. Pero no hablemos de él, no quiero arruinar esta noche —asiento con la cabeza.

La chica que nos tomó el pedido se acerca con una bandeja con nuestro pedido, nos entrega a cada uno lo que vamos a comer y se aleja, no sin antes echarle una mirada a mi acompañante, mirada que descifro de inmediato.

—Que descarada —niego con la cabeza. Seth mira por encima de su hombro y me mira a mí.

—¿La mesera? —asiento con la cabeza —. ¿Hizo algo malo? ¿Te hizo algo malo?

—No pero ni siquiera disimuló cómo te veía, parece que no soy la única que te encuentra atractivo —me doy cuenta de lo que he dicho y me retracto de inmediato de mis palabras —. Lo siento, lo siento, no quise decir eso.

Seth ríe un poco.

—Claro que quisiste decirlo, pero cómo eres una chica buena ves mal decirle a un chico que te parece atractivo en la primera cita —enarco una ceja.

—¿Cita? —espero que muerda la hamburguesa y se pase el bocado, creo que no quiso decir eso ¿o sí?

—Sí cita, y yo sí quise decir eso.

Vaya, pensé que esto era otra cosa y no una cita.

Se ve que Seth es de los hombres que te dicen las cosas a la cara y que no tienen pelos en la lengua, que hace las cosas que se le da la gana hacer sin medir las consecuencias o si algo puede salir mal. Nunca había salido son un chico así, los pocos novios que he tenido son todos de familias pudientes que tienen que mantener una buena imagen y más que nada que no hacen nada que llame la atención para no hacer ver mal a la familia.

Platicamos mientras comemos, Seth me platica algunas cosas y omite otras, bueno tampoco me va a decir todos sus secretos hoy si apenas y nos conocemos, yo tampoco le he dicho algunas cosas, como el ex novio psicópata que anda detrás de mí, podría asustarse y jamás querer salir conmigo.

Cuando terminamos de comer, pedimos un café, he de decir que ese hot dog de chori-queso es el más delicioso manjar que he probado antes. Seth sí sabía cuando me dijo que estaba delicioso, así fue.

Me río muy fuerte cuando me platica una anécdota de su niñez, mi risa llama la atención de las personas que cenan a nuestro alrededor, pero eso no me importa, me agarro la barriga, creo que en cualquier momento me haré pipí.

—No ¿de verdad?

—Te lo juro, Nate andaba desnudo corriendo por toda la casa lleno de lodo, gritando que tenía calor y yo estaba cubierto de harina de la cabeza a los pies, el suelo de la cocina lleno de harina también y no sé que más. Papá se había dado por vencido, estaba sentado en los escalones que daban a la casa fumando un puro, traía la camisa sucia de lodo y harina y el cabello hecho un desastre, mamá se había ido media hora y la casa era un desastre.

—Pobre de ella ¿y que hizo cuando llegó? —apoyo mis codos en la mesa y le doy un sorbo a mi taza.

—Nada, solo nos miró y negó con la cabeza, mandó a bañar a papá y a mi hermano y a mí nos dio un buen baño. Así era ella —suspira —. Era un ángel, la extraño mucho.

—Me imagino lo mucho que te dolió su muerte —asiente con la cabeza.

—Después de su muerte he hecho cosas que...bueno, el dolor me hizo cometer muchas atrocidades, me arrepiento de algunas, de otras no.

—Es que cuando perdemos a una persona que amamos, perdemos la brújula, es como si todo aquello que nos mantiene cuerdos desaparece.

—¿Tú has perdido a alguien importante? —me pregunta y niego con la cabeza.

—Hasta ahora no.

Terminamos nuestro café y Seth paga, yo le iba a dar la mitad pero me dijo que él me había invitado y que era como un agradecimiento por ayudarlo, que después invitaba yo.

Regresamos al hospital y antes de bajar apaga el auto y me mira, su mirada es tan intensa que no aguanto más y desvío la mirada.

—Esta noche me lo he pasado bien.

—Creo que esto es lo que le dicen todos los hombres a las mujeres solo para que haya una segunda vez y cama también.

Se ríe y niega con la cabeza.

—De verdad. Mira, estos últimos meses he tenido unos días de mierda, tú no te imaginas lo que he tenido que pasar, ha sido —bufa y deja caer su cabeza en el asiento —. Horrible, por primera vez me he desconectado de todo y de todos.

—Yo tampoco lo he pasado mal, me he olvidado de algunas cosas que no me dejan en paz.

—Lo ves, necesitábamos esto —me mira con la cabeza aun apoyada en el asiento.

—¿Se repetirá? —le pregunto.

—Solo si así tú lo quieres.

—Yo quiero —dejo de mirarlo a los ojos.

—Y yo —admite, lo que hace que me avergüence un poco —. Dame tu número de celular y te llamo.

Le dicto mi número y él anota en su celular. Abre la puerta y se aproxima a mi lado para abrirme, me agarra de la mano y salgo de su auto.

—Gracias por esta noche Ileana.

—Gracias a ti, Seth, me la pasé muy bien.

—Y yo —da un paso para acercarse a mí, sube su mano y la deja en mi mejilla, se acerca demasiado a mí, pero por alguna razón no me muevo, ladea un poco la cabeza y me da un beso en la mejilla, justo como me lo dio hace rato cerca de los labios.

Esto es peligroso Ileana ¿No te das cuenta que Seth emana peligro puro?

Ignoro lo que me dice mi subconsciente. Cuando Seth se separa me sonríe tan dulcemente que no puedo evitar no sonreír también.

—Yo te llamo —me muestra su celular.

—Está bien.

—Nos vemos.

—Hasta luego.

Le digo adiós con la mano mientras se aleja y sube a su auto, ya dentro me dice adiós también, se va y me alejo para ir por mi auto, ya es tarde, Dixon debe estar preocupado, creo que se preocupa más él que mis papás.

Esta noche no ha sido tan mala como yo creí que sería, quiero que esto se repita una vez más. No sé quien es Seth pero quiero descubrirlo. 

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