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Regalo de Navidad


Cuando llegaron a la casa del vecino para hacer devolución del vehículo, este de muy buenas ganas les prestó nuevamente la moto para que llegaran sanos y salvos a la cabaña. ¡El espíritu navideño reinaba por esos lugares!

Jimin llegó aterido de frío pero con el corazón cálido, de alguna manera ese texto a su ex, había sido reconfortante para él, así fue que, cantando bajito y a pedido de Jungkook, se dispuso a encender los fuegos y las lucecitas de navidad de toda la cabaña.

—Hola arbolito —Le dijo al árbol —Hoy te ves muy hermoso.

Jungkook sonrió desde la cocina al escucharlo, incluso hasta podía imaginarlo frente al pino haciéndole ojitos.

—¿Cómo son las tradiciones para Navidad, por aquí, Jungkook?

—No tengo tradiciones, Jimin, vivo solo, no me importan las tradic-io- —Se detuvo al ver la cara de decepción— ¿Qué dije?

—No hay tradiciones, ¿no tendremos festejo de Navidad?

La verdad era que para Jungkook esa fecha era una más del calendario, no significaba mucho y tampoco tenía con quién festejar, con lo cual, llegado ese día él simplemente lo pasaba como cualquier otro. Pero claro, hoy no estaba solo y Jimin desde un primer momento le había dicho que amaba las Navidades, así que dejaría de lado su costado solitario porque ahora mismo, lo que más deseaba era que Jimin, junto a él tuviera una Navidad inolvidable.

—¿Qué te gusta hacer a ti? empecemos por ahí.

—En nochebuena —miró su reloj— qué será en un par de horas, me gusta vestirme lindo para el festejo familiar, todos juntos, comidas ricas y regalos.

—¿Te gustaría que hiciéramos nuestro festejo dándole un toque bien personal? Porque, bueno, estamos los dos solos, aquí no hay familia…

—¡Sí! —¡Sus ojos! por todos los cielos, Jungkook no se cansaría jamás de ver a esos ojos sonreír...

—Puedo encargarme de cocinar rico.

Jimin inició, como lo ha visto hacer más de una vez, una lista mental de cada cosa. Parecía que iba armando con las manos lo que pasaba por su cabeza.

—Comida, bebidas, ropa linda… ¿tienes ropa linda, Jungkook?

—Sí, Jimin —rió para sí— tengo.

—Bien, Sigamos… regalos —Aquí su ánimo cayó en segundos— No tenemos regalos, Koo…

—Pero tenemos imaginación… hagamos regalos con nuestras manos…

Lo vio llevarse las manos a los labios y sonreír pícaro.

—Perdón, pensé lo que te haría con mis manos…

Jungkook gruñó y se abalanzó sobre él.

—¿Qué me harías con tus manos, Jimin? Le hablaba sobre sus labios— ¿Mmm, dime?

—Te lo diré cuando te entregue mi regalo, kookie, no seas impaciente —lamió la comisura de su boca y Jungkook no aguantó, no tenía por qué aguantar las afrentas del niño diablo, lo tomó de la nuca y lo besó. Mordió esa boca madura que lo volvía loco y le habló al oído —No quiero esperar, dame ahora mi regalo.

Jimin respondió al beso mordiéndole los labios y hundiendo su lengua en la boca ajena —No —Se alejó un poco— dijimos que sería regalo de Navidad, y aún no lo es…

Después de comerle la boca como quiso, Jungkook a regañadientes aceptó que debería esperar y regresaron a la lista imaginaria del provocador.

Ambos se pusieron a realizar, con sus manos, el regalo para el otro. Jimin hizo lo que mejor hacía y eso era escribir. Él iba a narrar un cuento dedicado exclusivamente a este nuevo sentimiento que estaba naciendo entre ellos y Jungkook haría un dibujo para Jimin, no era un experto pero lo hacía de maravillas.
No sé dijeron qué cosa regalaría cada uno para que fuera sorpresa pero no se ocultaron al momento de hacerlo, con lo cual, Jimin sabía que JK estaba dibujando y JK sabía que Jimin estaba escribiendo. Bajo las luces cálidas y frente al fuego en esa escena se respiraba el aroma de un delicioso momento doméstico por el que se colaba la magia de la Navidad y al que cualquiera de los dos podría acostumbrarse muy rápidamente.

Jimin de vez en cuando lo miraba, le guiñaba un ojo y le arrojaba un beso volador. Jungkook no sabía en qué momento este rubio loco se le había metido así en su alma, pero estaba seguro que a su lado, no necesitaba otra cosa más que quererlo y cuidarlo.

—¡Listo! —Jimin ordenó su espacio de trabajo, envolvió su regalo en un bonito papel y se puso de pie— ¿Puedo darme un baño y vestirme en tu cuarto?

Dios santo, Jungkook tenía que hacer esfuerzos para que su cabeza no le jugara malas pasadas pero imaginarlo desnudo en su ducha era una imagen difícil de manejar.

—Sí, ángel, por supuesto, ven te indicaré dónde encontrar cada cosa.

—Toallas, shampoo, crema de baño…

Se detuvo porque iba demasiado rápido y sabía que Jimin estaría ordenando cada cosa en su cabeza.

—Este es mi cuarto, trae tus ropas…

Jimin observó toda la habitación, detalle por detalle, como si estuviera haciendo un inventario visual. Miró la cama y se quedó allí por un rato. Lo vio dudar, su mirada había cambiado en cuestión de segundos. Él se acercó y acarició su rostro.

—¿Qué pasa, Jimin?

—No sé, no sé si esto está bien, Jungkook. Recién nos conocemos, no sabemos nada uno del otro, acabo de cortar una relación y me encuentro en el cuarto de otro hombre con un deseo aquí… —se tocó el vientre— de estar contigo, de entregarme a ti y darte todo lo que soy y eso me da miedo.

—¿Miedo a qué?

—A no ser lo que esperas, a no ser suficiente.

—Jimin, no pienses eso, dejemos que las cosas sucedan sin pensar tanto. Yo mismo podría no ser lo que tú esperas…

—Pero es necesario pensar, tenemos que abarcar todos los aspectos de los posibles escenarios…

—No, no, —lo acercó a su cuerpo por la cintura y le habló bajito uniendo su frente a la de Jimin— Paso a paso ¿sí? Creo, aún no sé todo de ti, pero creo que necesitas tener todo bajo control —Sí, hizo Jimin con su cabeza— Ok, bueno, ¿podrías darme la oportunidad de demostrarte que yo puedo ser el hombre con quién no necesites ninguna otra cosa, más que sentir? Y de a poquito, iremos conociéndonos y aceptándonos el uno al otro.

—¿Como un plan?

Jungkook sonrió ante esa cabeza que no paraba de necesitar orden y dominio.

—Sí, como un plan. ¿Qué te parece?

—Que dejar que seas el hombre con quién no necesite ninguna otra cosa, más que sentir, me parece un plan maravilloso.

Con un último beso antes de dejar que se aprontara para tomar un baño y ponerse lindo, Jungkook se dispuso a dejarlo solo.

—Jungkook…

—¿Sí?

—Creo que voy a enamorarme de ti

Jimin bajó las escaleras vestido de un riguroso blanco y Jungkook quedó sin habla, a esto es a lo que se refería Jimin cuando dijo de sí mismo que le gustaba vestirse lindo, se le olvidó advertirle que iba a necesitar aprender a respirar nuevamente.

Le acercó la mano para que bajara los últimos escalones.

—Jimin, eres tan hermoso…

—Tú lo eres, mírate, Koo, eres… soñado.

Acarició sus cabellos oscuros y largos que lucían con un alboroto espontáneo dándole un marco exquisito a su rostro varonil y perfecto.
Acercaron sus cuerpos y se besaron tiernos.
La mesa estaba servida, los aromas eran embriagadores, Jungkook lo llevó de la mano y se sentaron uno al lado del otro, compartieron una cena entre risas, complicidades y secretos. Cuando se hicieron las doce, levantaron sus copas de champagne y brindaron por la primera Navidad juntos. Se hicieron entrega de los regalitos que cada uno había hecho para el otro y se quedaron sobre la alfombra frente al fuego abrazados y disfrutando ese momento único de cercanía y deliciosa proximidad.

—¿Te gusta lo que me puse? Pensé mucho qué vestir para agradarte.

—Oh Koo, tú pensando en qué vestir y yo pensando en cómo quitártelo.

Ahí estaba de nuevo el Jimin descarado que a Jungkook lo dejaba sin aliento.

—Te recuerdo, Jimin, que ya es Navidad y prometiste algo…

Lo recostó sobre el mullido tapete blanco y se subió sobre él, creando entre ellos un refugio para el cuerpo y el alma. Le había prometido a Jimin ser el hombre que lo hiciera sentir y eso era lo único que tenía en mente. Irían al ritmo que Jimin impusiera y deseara porque Jungkook tenía un solo plan, hacerlo feliz y también ser él, inmensamente feliz en el proceso.

Antes de entregarse el uno al otro, Jungkook lo miró a los ojos y le dijo gracias.

—¿Gracias?

—Por darme la Navidad más especial de mi vida, Jimin.

—No me lo agradezcas a mí, Jungkook —señaló la ventana por la que podía verse a lo lejos su viejo autito bajo la nieve— agradécele a aquella lata roja y a la tormenta.

Jungkook lo besó…

—Entonces, gracias, tormenta, gracias bendita tormenta. De ahora en más amaré las tormentas.

—No ames las tormentas, JK, ámame a mí.

—Ya lo hago…

—Yo también.

Dejaron de hablar porque fueron sus cuerpos los que se expresaron y con caricias se dijeron las cosas más hermosas que dos pieles en fricción pueden declarar.
Se amaron hasta el amanecer y Jimin confirmó que el plan de permitirle a Jungkook que fuera el hombre que lo hiciera sentir, fue tan perfecto que se declaró conquistado y muerto de amor.

Él ya no pensaba en el auto con frío tampoco en que el arbolito estaba mirando lo que ellos hacían, todo desapareció a su alrededor, todo, excepto su hermoso Jungkook que lo había llevado al cielo mil veces en esa inolvidable noche de Navidad.





¡Ahora sí llegó el final! No quería irme sin dejarles el regalo de la Navidad blanca que pasaron nuestros niños bellos.

Gracias por acompañarme en esta dinámica, y por cada mensaje bello que me dejan.

¡Felices Fiestas! les deseo toda la dicha, bendiciones y abundancia del mundo 💜🎄💜

Lola Caracola 🐌 🧉

Publicada el 25 de diciembre de 2024.
Tarde calurosa de Navidad en Córdoba, Argentina.










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