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—Hola, mucho gusto, soy Jungkook.

Jimin se incorporó y estiró su mano para estrechar la ajena.

—Hola, soy Jimin. Gracias por rescatarme. Creo que me desmayé pero no puedo recordar nada.

—Ven, mira —lo hizo levantar y se dirigieron a la ventana.

—¿Ves allá a lo lejos esa chatarra roja?

Jimin vio su autito bajo la nieve y enseguida se sintió ofendido

—¿Chatarra? Llamas chatarra a un Volkswagen escarabajo, clásico de los años treinta, ¿cómo te atreves?

JK lo miraba con una sonrisa de conejo pícaro. Había herido la susceptibilidad de su nuevo huésped, que desconsiderado de su parte…

—¡No es chatarra! ¿Acaso sabes que ha sido considerado icono de la libertad y la aventura de los jóvenes?

—En 1950, Jimin…

Jimin negaba con la cabeza.

—Pues, esa “chatarra,”  me ha llevado y traído a todas partes…

—Bueno, por lo visto, a tu destino no te llevó…

—Pero lo hubiera hecho si no.. yo… Un momento… —Achinó los ojos, y regresó su mirada al coche.

—¿Como es que vemos mi auto desde aquí? ¿Dónde me encontraste?

—A unos metros de la cabaña.

—Pero… el auto está cerca de la cabaña…

Miró a JK con la boca abierta.

—¿No caminé nada? ¿Hice tres pasitos de mierda y me desmayé?

Jungkook no podía parar de reír

—¿Qué clase de sobreviviente soy? ¡Qué vergüenza!

—Tal vez caminaste en círculos, no se veía nada hace una hora..

—No sé, pero te juro que me sentía como en la Sociedad de la Nieve —Lo miró gesticulando con sus manos sin dar crédito a la cruel realidad— ¡Pensé que había caminado tanto que estaría llegando a Chile!

La carcajada de Jungkook hizo que Jimin también riera, pero luego se detuvo a mirarlo y ver como se le hacían unas arruguitas alrededor de sus ojos redondos y se quedó en ellos hasta que otra loca idea le arrebató la mente.

—Jungkook, iré a mi auto y lo traeré.

—¿El auto arranca?

—No, dejó de andar… —se anticipó a la crítica— pero no por viejo, se detuvo por la nieve.

—¿Y qué te hace pensar que ahora arrancaría?

Jimin observó su auto a lo lejos y levantó sus hombros.

—No sé, pero me da pena, hace frío y está solo.

—¿Jimin?

—No me digas nada, ya sé, es un objeto, es una cosa, no siente…

Jungkook ya no sé reía, de algún modo, él se conectó con lo que Jimin le contaba.

—No puedo evitar sentir cosas por las cosas, Jungkook. ¿Es muy raro?

—No lo sé. ¿Te hace sentir bien sentir esas cosas?

—A veces sí. Ahora no, siento pena.

Apoyó su mano con la palma abierta sobre el vidrio de la ventana.

—Buenas noches autito, mañana iré por ti.