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Una lección de humildad


Yunyun observaba la situación desenvolviéndose frente a ella, esforzándose por entender lo que estaba pasando, y por qué estaba pasando en primer lugar.

- Liza, llévate a estos chicos a la superficie. – ordenó Izuku, recibiendo un gruñido y un asentimiento firme de la chica cocodrilo albina. – Ya son libres, y Lean debe estar muy preocupada por ellos.

Como la hija del jefe de la aldea, Yunyun sabía que irse de mano era la marca de identidad de la tribu de los Demonios Carmesís. Ya fuese por exagerar sus gestos, o usar los hechizos más fuertes y espectaculares que hubiera disponibles, siempre debían dejar una fuerte impresión a dondequiera que fuesen. Pero lo que el novio de Megumin estaba a punto de hacer...

- ¡Megumin, Yunyun! – las llamó Izuku, sonando serio y frío, como un verdadero líder heroico. – Necesito que ustedes dos dibujen un círculo mágico sacrificial. ¡Asegúrense que no atrape nada que esté vivo o almas!

- ¡SÍ! – respondieron ambas Demonios Carmesís, apresurándose a cumplir la orden.

Reencarnación era un hechizo raro, único para los Archidruidas, y oficialmente se consideraba como indeseable para los aventureros comunes. El hechizo usaba el doble de la cantidad de maná comparado con Resurrección, que era más aceptable, y elegía al azar una nueva raza y a veces género para el objetivo. El costo de maná también se incrementaba acorde con el tiempo que el objetivo llevase muerto, lo que hacía que la idea de resucitar a un Lich tan antiguo sonara absurda.

- Tráiganse todo lo que tenemos en la cámara de tesoros. ¡Hasta la última moneda! – ordenó Keel a sus secuaces, ganándose vítores de los seis espectros a su comando, y la horda de zombis y esqueletos rápidamente se les unió. – ¡HOY POR FIN SEREMOS LIBRES!

Izuku contrarrestó las preocupaciones de Yunyun mencionando una opción que la mayoría de los hechiceros tenían a su disposición. El círculo de magia sacrificial permitía usar recursos materiales como tributo para darle poder a los hechizos. Sin embargo, ningún hechicero cuerdo lo utilizaba porque el costo monetario era considerado un desperdicio. Según teorizaban algunos eruditos, esta necesidad estaba relacionada con el valor percibido del hechizo en costo monetario.

- Megumin... – dijo Yunyun en voz baja, mientras seguía trabajando en el círculo mágico. – ¡No hay manera de que esto pueda funcionar!

Como una Archimaga que había pasado la mayor parte de su tiempo estudiando la magia y sus principios, sabía que la tasa de conversión de maná era insostenible. El mejor resultado registrado demostraba que la moneda utilizada era dos veces el costo de las pociones de maná que habrían sido utilizadas para llevar a cabo el hechizo.

- Por supuesto que no debería funcionar. – replicó Megumin con una sonrisa, sin detenerse por un momento. – Igual que su Árbol Genésico del Mundo, o mi Big Bang.

Yunyun casi se echó para atrás por lo que percibió como una burla, o sarcasmo. No tenía idea de qué era eso del Árbol Genésico del Mundo, pero el Big Bang de Megumin era un hechizo súper destructivo que nadie podía entender cómo funcionaba. Incluso la idea de conocer los principios detrás de los bloques de la realidad parecía demasiado de otro mundo como para no ser parte de un conocimiento prohibido, ¡uno que realmente existía!

- Pero estamos hablando de Izuku, mi novio. – continuó Megumin, echándole una sonrisa burlona a su colega Archimaga. – Al menos, esto funcionará como esperamos. Aunque probablemente sobrepase las expectativas.

(-0-)

Entretanto...

Afuera de la mazmorra, tres chicos finalmente se reunieron con la última miembro de su grupo. Lean había estado preocupada a más no poder, con su imaginación apoderándose de ella y conjurando imágenes de los tres idiotas a los que llamaba amigos siendo maldecidos, drenados de toda su sangre, y/o despojados de su carne. Verlos sanos y salvos era mejor que una poción curativa.

- ¡BOLA DE IDIOTAS! – gritó Lean, cuyas emociones conflictivas no terminaban de equilibrarse entre su corazón imparable y su imaginación hiperactiva. – ¡ME TENÍAN PREOCUPADA MÁS ALLÁ DE LA RAZÓN!

Mientras los chicos descendían en un torrente de disculpas, e incluso compartiendo con ella su recompensa, cierta Cazadora pelirrosa no pudo evitar suspirar ante la escena.

Incluso esta chica poco remarcable tenía más éxito que ella.

- No lo entiendo... – murmuró Aela para sí misma, practicando su puntería con su ballesta ligera. – ¿En qué me equivoqué? ¿O habría sido mi ropa?

Tomándose un momento para mirarse su ropa, casi se rio. Se le había olvidado que se había cambiado de atuendo apenas un día antes. Izuku había dicho que su minifalda era impráctica, y le sugirió otro atuendo. El miedo de Aela de terminar casi desnuda pronto se vio apagado cuando le proveyó su nueva ropa.

Unos shorts caqui, túnica verde, botas y muñequeras de cuero. Para la Cazadora, probablemente fuese el atuendo más modesto que podía llevar. Casi lo opuesto de lo que Kyouya había elegido para ella.

Y se sentía cómodo, a la vez que le daba una sensación de seguridad, pues no había riesgo de enseñar nada privado al mundo. Para hacerlo aún más deprimente, luego de vestirse de manera más modesta, finalmente la estaban tomando más seriamente en el gremio.

- Chika quiere estar junto al amo... – La voz susurrante de la harpía negra retornó la atención de la Guardabosques al presente, y un pronunciado escalofrío le bajó por la espina.

Dejando de lado su horrible voz, Aela ahora podía entender por qué el Archidruida mantenía cerca a la harpía. Era leal en extremo, y también obediente. Sin mencionar útil, porque podía distraer a los oponentes en combate, y enviar mensajes y paquetes pequeños si hacía falta. También era bonita a la vista... si pasabas de largo las garras y las plumas.

La chica cocodrilo estaba en otro nivel, sin embargo.

Para una esclava tan grande y fuerte, era sorprendentemente tranquila, al punto que le hacía dudar de los rumores y advertencias sobre la raza de Liza. Por supuesto, era más tonta que sus primos los hombres lagartos, pero su increíble fuerza y obsesiva devoción lo compensaban. Después de todo, había sido capaz de escoltar exitosamente a los aventureros de vuelta con su compañera, y les entregó con claridad el mensaje de Izuku.

Eso le recordaba lo imposible de la situación. Su nuevo líder de grupo estaba ahora lidiando con Keel el Lich.

- ¿Cómo hace alguien para lidiar con un lich? – murmuró Aela para sí misma de nuevo.

No era una pelea. Liza había sido clara en su reporte.

¿Lidiar pacíficamente con un lich? De haber sido cualquier otro líder de grupo, la habría hecho reírse. Kyouya habría destruido a la abominación en un instante... aunque... un Lich dispuesto a negociar era algo nuevo para ella. ¿Acaso Kyouya atacaría a alguien dispuesto a hablar?

*¡BAD-DUM!*

Todos sus pensamientos se vieron interrumpidos por el temblor que viajó por debajo de sus pies. O tal vez... fuera algo más suave, como un latido de corazón. Mirando alrededor, Aela finalmente notó que el otro grupo ya se había marchado, y que Darkness parecía un poco intranquila. Las semihumanas parecían perfectamente calmadas, pese a todo.

BAD-DUM!*

El segundo temblor fue ligeramente más fuerte, e iba acompañado de un repentino subidón de maná. Había una enorme concentración de él.

(-0-)

De vuelta en la mazmorra...

Yunyun sabía que el Archidruida no era normal desde el principio, pero esto sobrepasaba incluso la normalidad del clan de los Demonios Carmesís.

Megumin sonreía como una mujer demente, claramente disfrutando de la vista frente a ella.

Una montaña de monedas de oro, joyas, e incluso objetos mágicos estaba apilada dentro del círculo mágico sacrificial. El objetivo era retornar a un lich a la vida, lo cual a cambio pondría fin a la necromancia que ataba a sus sirvientes a este mundo. Era una montaña de oro, probablemente suficiente para comprar toda su aldea, y los servicios de su clan. Solo mirarla parecía dolerle, ¿y ella tenía que quedarse quieta mirándola desaparecer?

TAP-TAP!*

Izuku golpeó su bastón contra el piso de piedra. El ruido reverberó por los estrechos pasajes, haciendo eco en lo profundo de la estructura subterránea.

- Oh, Rueda de la Muerte y Resurrección. Escucha mi voz, y oye mis plegarias.

Izuku seguía recitando. Su bastón, hecho de corteza de hierro, adornado con tres enormes plumas de color negro azabache, se agitó suavemente en círculos perfectos sobre su cabeza. El maná de la sala se activó, y todos, vivos o no-muertos, podían sentir su resonancia.

- La vida debe terminar para comenzar de nuevo, pero estas almas aún tienen papeles qué jugar en este tiempo.

Yunyun inmediatamente se dio cuenta que algo andaba mal. El hechizo era para un solo objetivo, y aun así, Izuku hablaba en plural. La sonrisa burlona de Megumin no hizo más que asustar todavía más a la otra Demonio Carmesí.

- Permite que pasen por el cíclo purificador de la muerte, y que se mantengan sus seres al renacer.

El círculo sacrificial se activó, y las monedas de oro rápidamente se convirtieron en puro maná, potenciando el hechizo alterado. Yunyun se dio cuenta que Izuku NUNCA se giró para ver las pilas de oro desapareciendo; de hecho, no mostraba ningún nivel de preocupación por la cantidad de riquezas que estaban siendo destruidas.

- ¡Abandonen su vieja vida, sus pecados y grilletes! ¡Comiencen de nuevo! ¡REENCARNACIÓN!

Una luz esmeralda bañó todo el cuarto y llenó los corredores con facilidad, dejando a todos ciegos por un minuto. Cuando Megumin y Yunyun recuperaron la vista, fueron testigos de una de las imágenes más increíbles que jamás hubieran visto sus ojos.

Keel y sus espectros habían desaparecido.

- ¿Q-qué pasó? – sonó una voz gruñona, que pertenecía a un enano.

- Estamos... ¿vivos? ¿De verdad? – habló entonces una mujer enana.

- Así parece. – Esta vez tomó su turno una mujer mediana para hablar.

- ¡¿Pero por qué?! – preguntó un mediano masculino.

- ¡¿Por qué ahora soy una mujer?! – gritó una mujer humana desesperada.

- Qué suerte tuviste... – dijo un hombre humano sarcásticamente, mirando con lamento su propio cuerpo ya que al parecer deseaba ser de un género diferente.

Los seis espectros habían sido reencarnados. Pero eso no era lo más impresionante de todo.

- ¿Keel? – habló una elfa preciosa, cuya cabellera dorada era signo de su herencia de Elfa Alta. – ¿Eres tú?

Su dulce voz, aunado al hecho de ser acunada en los brazos de quien solo podía ser el propio Keel, hacía ver la situación como una escena salida de una novela romántica. Y hablando de Keel...

- ¿Mi amor? – le respondió un Elfo Oscuro muy apuesto, cuya piel marrón contrastaba con su cabello platinado. – ¿Mi... querida Sasha?

- ¡Amado mío! – gritó Sasha abrazando a Keel. – ¡No podía soportar verte sufrir mientras yo estaba a las puertas del cielo! ¡Ver a esos canallas atacándote me llevó a la locura!

Keel no podía responder, o decir nada. Tener a su amada en sus brazos, aunque estuviera en un cuerpo diferente, incluso si su voz no fuera la misma, era demasiado. El otrora poderoso Lich se encontraba llorando a mares, no solo había sido librado de la maldición de vivir como un no-muerto, sino que había recibido la oportunidad de disfrutar de la vida con la persona que más amaba.

Yunyun no podía procesar los eventos que acababan de suceder frente a sus ojos.

Un Archidruida obviamente rencarnaría a alguien que había muerto recientemente. Solo los líderes de los círculos podrían ser capaces de reencarnar a alguien que llevaba muerto más de un año. El líder de su grupo había reencarnado a siete personas no-muertas desde hacía siglos, y a una mujer que llevaba el mismo tiempo muerta... con un solo hechizo.

¿Qué era él entonces?

- ¡IZUKU!

El repentino grito de Megumin llamó la atención de todos. Izuku acababa de colapsar, y la pequeña archimaga hacía su mejor esfuerzo por ayudarlo.

- ¡Llévenlo a la cama! – ordenó inmediatamente Keel. – ¡Y tengan cuidado, ese muchacho es más digno que cualquier héroe!

Los seis lugartenientes ahora reencarnados obedecieron sin dudar, aunque ya no estuvieran bajo ningún hechizo que los obligara a obedecer las órdenes.

(-0-)

Luego de dos horas...

- Estoy bien... – se quejó Izuku, todavía tendido en la vieja cama. – En serio... solo necesito algo para comer...

Todas sus bayas fértiles se habían secado, dejándolas inútiles. Quedarse sin maná era mucho más debilitante de lo que el Archidruida pensó que era posible. Realmente se preguntaba cómo Megumin podría acostumbrarse a tan horrible sensación.

- ¡Comida! ¡Comida! – Chika apenas lograba mantener su voz en un susurro, haciendo que todos los recién reencarnados se encogieran. – ¡Qué bueno que empacamos algo de comida!

Un saco lleno de cosas diversas, mayormente comida seca, le fue pasado a Liza, que casi lo rompió en jirones solo para que su querido amo pudiese conseguir la comida lo más pronto posible.

- Amo... comer... – dijo mientras Liza, tan suavemente como podía, colocaba un trozo de carne seca en la boca de Izuku. – Amo... mejor...

Megumin, Keel y su amada no pudieron evitar reírse ante la escena de un amor torpe. Les tomó unos pocos minutos para que todos notaran que la Elfa Alta reencarnada se encontraba desnuda, y un par más para encontrarle un vestido que podían darle. Yunyun todavía intentaba sin mucho éxito comprender lo que acababa de pasar.

- No debería ser posible... – murmuró Yunyun en una esquina, ocasionalmente lanzándole miradas a Izuku. – No solo modificó el hechizo, sino que logró usar el círculo sacrificial sin romper la concentración.

Mientras miraba al Archidruida interactuar libremente con las semihumanas, y con los recién reencarnados, Yunyun comenzó a dejar que su linaje se apoderase de sus pensamientos. Entre todos los delirios locos, por encima de todas las ideologías exageradas de su gente, un tren de pensamiento permanecía como su única ancla a la cordura.

¿Qué pasaría si... alguien demostraba ser aún más loco que ellos?

- Entonces, – la voz de Megumin rompió el desastre de pensamientos de Yunyun – ¿cómo le vamos a explicar todo esto al gremio?

No había suficiente teatro en el clan de los Demonios Carmesís para responder a esa pregunta.

(-0-)

Salón del gremio, entrada la tarde...

Luna estaba al borde de sufrir un colapso nervioso.

No solo se estaba quedando sin tiempo para planear cómo convencer a Izuku y a su grupo de no abandonar el pueblo, pero ahora estaba lidiando con las consecuencias por una misión de rescate no autorizada. Incluso aunque había tenido éxito.

- ¡En serio! – Dust se encontraba, de nuevo, gritando los mismos halagos a sus aliados. – ¡Izuku llegó a salvarnos como un héroe de las leyendas!

Usualmente, Luna se esperaría risas por la declaración, pero la situación era tan seria, que la mayoría de los aventureros y personal del gremio todavía sentía las secuelas.

- ¡Puedes decirlo dos veces! – lo secundó Keith, mientras su otro compañero ya estaba inconsciente luego de beber hasta que no aguantó más. – ¡Y así nada más lo resolvió todo sin ningún problema!

Lean había estado ordenando comida para su mesa sin parar. La pobre chica era la que había sufrido más por todo el enredo, y los chicos le estaban invitando todo lo que quisiera comer por sus problemas.

Luna, como veterana, sabía demasiado bien lo que la chica estaba dispuesta a pasar para conseguir ayuda. Y aun así, Izuku no le exigió nada.

- Hey, Luna. – llamó una de las camareras a la voluptuosa recepcionista. – Si no quieres que se vaya, ¿por qué no te casas con él?

Luna se tornó de un tono de rojo intenso, y comenzó a tartamudear.

El Archidruida le parecía lindo, pero era más joven que ella, y un Druida. Ella, siendo una chica de la ciudad, no tenía manera de soportar la clase de vida que el chico seguramente llevaría. Y la pequeña Demonio Carmesí tenía una manera de lanzar miradas asesinas a otras mujeres... sin mencionar a las esclavas.

Las puertas se abrieron de repente, atrayendo la atención de todos. Para ser honesto, había estado ocurriendo desde que el grupo de Lean había regresado, con todo mundo esperando que Izuku y compañía entraran sanos y salvos. Esta vez, sí sucedió.

- ¿Ya quieren dejar de hacer eso, por favor? – preguntaba Izuku mientras entraba al edificio, seguido de cerca por un enorme grupo. – No soy un dios, semidiós, ni un santo. ¡Ni siquiera soy un héroe todavía!

- ¡Pero lo que hiciste no es nada menos que un milagro divino! – gritó Darkness mientras seguía el ritmo de Izuku, con los ojos echando estrellitas. – ¡Ni siquiera un Arcipreste podría hacer algo remotamente cerca de eso!

Desde que se topó con él a la salida de la mazmorra, y tras descubrir lo sucedido, Darkness no podía refrenar su entusiasmo. Ahora, Izuku era todo lo que ella deseaba seguir. Un hombre con alma y corazón tan puros que era la viva imagen de un ángel, con una voluntad tan fuerte que doblaba las leyes de la magia, y una disposición tan celestial que estaba sorprendida de no verle alas.

Estaba dispuesta a dejar de desear que comenzara a abusar de ella, si eso significaba tener a un santo al cuál proteger.

- Un dios, o incluso un semidiós. – murmuraba Yunyun, como había estado haciéndolo durante todo el viaje de regreso al salón del gremio, para vergüenza en aumento de Izuku. – ¡Sí! ¡Eso explicaría ese absurdo poder suyo!

- Por favor... – Izuku volvió a suplicarles, llegando a su mesa usual, dejándose caer con la esperanza de encontrar algún tipo de respiro. – Deténganse...

- Tienes que admitir que su punto es difícil de refutar, gracias a nuestra tendencia a irnos de mano con las cosas. – dijo Megumin con una sonrisa burlona en el rostro, sentándose intencionalmente cerca de su novio.

Yunyun había estado mostrando indicios en incremento de interés por Izuku, al punto que Megumin la pilló murmurando cosas sobre llevarlo a la aldea del clan. Ella todavía seguía siendo una noble entre los miembros del clan, por lo que tenía sentido de que buscara engraciarse con él para convertirlo en el próximo líder. A Megumin no le gustaba esa idea ni un poco.

- Agradéceme que te dejamos caminar desde las puertas de la ciudad. – terminó Megumin, haciendo que Izuku se sacudiera por la vergonzosa memoria.

Liza lo había estado cargando como princesa desde el momento en que se decidió que volverían a pie a la ciudad, y no lo dejó pararse con sus propios pies hasta que se lo ordenó con una voz firme... apenas a unos metros de llegar a las puertas.

A Izuku le dolió saber que la chica cocodrilo se había entristecido un poco cuando le dio esa orden. Aunque la mayoría no se dio cuenta ya que su cara no cambiaba en absoluto, él vio cómo dejaba caer su cola, evidenciando su cambio de humor.

- Ángel, o solo un hombre con un corazón de oro, eso no cambia que estamos en deuda contigo por la eternidad. – intercedió Keel, aunque no se sentó con el grupo. – Mi querido amigo, lo que conservaste del pequeño remanente de mi tesoro es muy poco para agradecértelo. Si alguna vez necesitas ayuda, no dudes en acudir a mí.

La mayor parte del inmenso tesoro de Keel se había ido, dejándole con poco más de doscientos millones de eris en oro, y algunos objetos mágicos y joyería a nombre del grupo. De esto, Izuku solo cogió el pico de una cocatriz como pago, y solo porque el propio Keel insistió en que se llevara algo, aunque fuese solo como una muestra de amistad.

- Gracias, pero por ahora, deberías acostumbrarte a tu nueva vida. – replicó Izuku con una sonrisa cálida, especialmente luego de ver cómo Keel sujetaba la mano de su amada. – Ahora tienes mucho por qué vivir.

- Sí, por supuesto. – replicó Keel con una sonrisa que muchos no verían en un Elfo Oscuro. – Nos veremos pronto, amigo. Ahora, tenemos que registrarnos para conseguir nuestras tarjetas de identificación.

Con eso, Keel y su grupo se fueron hacia el mostrador, de modo que podrían comenzar con sus nuevas vidas.

En el mostrador, Luna había estado visiblemente aliviada de ver a Izuku con buena salud. La llegada de gente desconocida no era la gran cosa, especialmente cuando parecían ser amigables con el Archidruida. Era fácil imaginarse que Izuku, al ser amable con ellos, se habría ganado su amistad.

- Quisiéramos registrarnos. – solicitó Keel educadamente, dándole la sonrisa más amable que pudo mostrar. – Después de eso, quisiera valuar y vender algunos objetos mágicos antes de buscar alguna casa disponible que se encuentre a la venta.

- ¡Por supuesto! – replicó Luna, ligeramente sorprendida por la sonrisa del Elfo Oscuro.

Todo parecía normal al principio. ¿Cientos de años de edad? Los elfos vivían mucho más que eso. ¿Ya era un Nigromante? La necromancia podía ser ilegal adentro de los pueblos y en terrenos sagrados, pero la clase no, además, era un Elfo Oscuro. Los números masivos en sus atributos podrían haber llamado su atención, pero viendo que era amigo de Izuku, parecía tener sentido.

Y entonces vio el nombre...

- ¡¿TÚ ERES KEEL EL LICH?!

El grito de Luna provocó que todos los aventureros giraran sus cabezas hacia el mostrador.

Izuku sabía que podría haber problemas, pero al escuchar a Luna gritar, de terror nada menos, fue demasiado. Mientras él y Megumin se dirigían al mostrador para prestar ayuda, Yunyun y Aela vieron cómo un par de sacerdotes salían a toda prisa del edificio, y Darkness los persiguió de inmediato.

- Anteriormente Lich, en realidad. – Keel intentaba pacificar a la mujer asustada, con poco éxito. – Estaba esperando a que un sacerdote de nivel alto me purificase, pero en lugar de eso encontré a un maravilloso amigo que pudo reencarnarme a mí y a mis compañeros.

- Hablas de... ¿Izuku? – preguntó Luna, aunque la simple idea de usar Reencarnación en un no-muerto era tan extraña que no podría haber sido de nadie más. – ¿Esto significa... que tu mazmorra ahora es segura?

Una de las preocupaciones de Luna era que, si Keel era un Lich, y real, significaba que la mazmorra tendría que ser puesta en cuarentena hasta que la rama principal del gremio pudiese evaluar su dificultad, lo que significaría una manera menos de ganar dinero y completar misiones. Con el Lich removido, y de alguna manera convencido de convertirse en un aventurero, no habría necesidad de cuarentena, lo que significaba que el negocio continuaría como siempre, y que Izuku había logrado proveer un mayor servicio a la ciudad de novatos.

La idea de seducirlo estaba empezando a volverse más y más atractiva.

- ¡Pero por supuesto! Aunque ya no es mía. – replicó Keel, abrazando a la hermosa Elfa Alta junto a él, que curiosamente parecía feliz por el contacto en lugar de sentirse incómoda. – El lugar está limpio, así que pueden estar seguros que no habrá más no-muertos, o necesidad de explorar esas ruinas.

Luna parpadeó confusa. De pronto tuvo un mal presentimiento sobre esa respuesta.

- Bueno... al menos los cofres que se rellenan seguirán allí... – replicó Luna nerviosamente, mientras le entregaba la tarjeta de aventurero a Keel.

La mazmorra, con los cofres que se rellenaban, era uno de los puntos atractivos de la ciudad como lugar para principiantes. Tenía que estar segura de que cualquier cosa con la que Keel los hubiera encantado todavía siguiera allí.

- ¿Cuáles cofres que se rellenan? – preguntó Keel, honestamente confuso.

Izuku ya había llegado al mostrador, justo a tiempo para ver a Luna ponerse pálida como fantasma.

- ¡Los cofres que se rellenan en tu mazmorra! – Luna trataba de mantener la calma, sin éxito en absoluto. – Cada año los cofres renuevan su tesoro; es la mejor característica de la mazmorra. ¡No hay manera de que seas Keel y no sepas sobre eso!

Keel se vio todavía más confundido, aunque rápidamente se recuperó tras juntar las piezas de lo que la mujer estaba hablando.

- Ah, cierto, los cofres. – Las palabras de Keel hicieron que la voluptuosa recepcionista suspirara de alivio, solo para que las siguientes le dieran un golpe fatal. – Les ordenaba a mis sirvientes que los llenaran de vez en cuando. Tenía que atraer aventureros si quería encontrar a un sacerdote lo bastante poderoso para purificarme.

Izuku se dio una palmada en la cara. La magia, siendo una característica del día a día de este mundo, era una excelente explicación para este misterioso fenómeno. ¿La gente encontraba cofres en una mazmorra que se llenaban después de algún tiempo? Inmediatamente lo achacaban a la magia, nunca pensando que alguien podría haberlo hecho manualmente. Era estúpido... junto con la alarmante falta de sentido común.

- Entonces... – La voz de Luna adoptó un tono de espanto. – Los cofres...

- Ya no se van a rellenar más. No hay más razón para que siga atrayendo más aventureros allí dentro. – reveló Keel, ganándose gritos ahogados de muchos aventureros que les encantaba sacar algo de dinero rápido en el primer piso de la mazmorra. – Así que decidí llevarme lo poco que queda de mi tesoro para disfrutar de mi nueva vida con mi esposa y mis amigos. Por eso pregunté por una casa para comprar.

Luna quería gritar.

Una de las atracciones principales de la ciudad había desaparecido. Seguro, aún quedaba mucho por hacer en la ciudad, y no faltaban misiones. Pero la razón de que muchos se quedaban, una de las fuentes estables de ingreso, se había ido. Los sacerdotes iban a...

- ¡Ahí están! – Un grito repentino interrumpió la conversación y el proceso de registro. – ¡Ese de ahí es el vil nigromante! ¡Arréstenlo!

Todos se giraron hacia la puerta para ver un grupo de sacerdotes, ahora acompañados por un grupo de guardias.

- ¿Eso es cierto... señor? – preguntó uno de los guardias, un anciano que parecía aventurero retirado, dando un paso firme hacia adelante. – ¿Eres un nigromante?

- Sí, lo soy. – replicó Keel antes que el silencio se tornara tenso. – Pero estoy bastante seguro de que ser uno no es un crimen, ¿o sí?

Los sacerdotes parecían insultados por el comentario. Izuku pudo darse cuenta que eran parte de la fe de Eris, pues su iconografía era bastante obvia.

- No lo es, señor. – dijo el guardia rápidamente, manteniendo su autoridad y a la vez dejando ver que solo hacía su trabajo. – Pero tiene que entender que una clase tan peligrosa puede poner nerviosas a otras personas, por lo que necesito pedirle que me muestre su tarjeta de aventureros, para asegurarme que no haya crímenes a su nombre.

Keel felizmente cumplió la petición, sabiendo muy bien que no había manera de que hubiese cometido un crimen. Izuku se había asegurado de purificar su alma durante su reencarnación, lo que significaba que cualquier pecado pasado habría sido perdonado. Sin embargo, los aventureros más religiosos rápidamente hicieron notar sus opiniones.

- Ser un nigromante debería ser un crimen por default.

- Hasta los seguidores de Aqua no se meterían con cosas tan impuras.

- ¡Ugh! ¡El hedor de los no-muertos es horrible!

Izuku realmente quería hacerle ver a esta gente su estupidez. Keel nunca fue una persona malvada, y su motivación para rebelarse contra el monarca de su era fue por amor. ¡Hasta sus sirvientes se habían convertido en no-muertos por voluntad propia!

Tuvo que contener su ira a pesar de todo. Igual que ser un nigromante no era un crimen, demostrar vocalmente la incomodidad también era su derecho.

- Bueno, todo parece estar en orden, señor... – el guardia se tomó un largo momento para leer el nombre un par de veces – Keel...

Hubo un tenso momento de silencio.

- Igual que el nombre de la mazmorra... – declaró el guardia retornando la tarjeta. Decidió que no le pagaban lo suficiente para insistir más a fondo. – Qué coincidencia.

En cuanto el guardia salió del salón, todavía seguido por un par de sacerdotes demandando que sentenciaran a Keel a la guillotina, Luna seguía hundiéndose en desesperación. Reportar esto iba a ser una pesadilla...

- ¿Esto es algo bueno? – preguntó Izuku en voz alta, sabiendo en su corazón que no había hecho nada malo, y que solo había ayudado a gente que lo necesitaba. – Ahora que no hay más peligro de que los no-muertos escapen de la mazmorra, no hay necesidad de pagar los servicios a la iglesia. Significa que esos recursos pueden destinarse a otras cosas.

Luna se animó con eso. Si bien los cofres de tesoro ya no estarían presentes, la necesidad de pagarle a la iglesia para mantener los sellos también se había ido. Aunque tendrían que reemplazar la atracción para aventureros. Tal vez podrían organizar cacerías de hadas de nieve. Si pudiera convencer a Izuku de unirse en la cacería para lidiar con el Shogun del Invierno.

- ¡¿Cómo puede ser eso algo bueno, idiota?!

Uno de los sacerdotes había empezado a gritar, sorprendiendo a Izuku por lo molesto que sonaba.

- ¡¿Cómo te atreves a quitarnos nuestra fuente de ingresos?!

Izuku había olvidado que ambas iglesias veían este problema como un negocio. Exprimir dinero de una ciudad por un trabajo que debería ser un deber sagrado, no una estafa de protección.

- ¡El gremio debería castigarte por esta herejía!

Izuku casi se mordió la lengua. Quería gritarles de vuelta, preguntarles si se suponía que dejara a otros sufrir solo para que esta corrupción pudiera continuar como si nada. Y entonces, se acordó que el trabajo de un héroe era salvar a las personas, no hacer conflictos mayores. Había salvado a los aventureros, que ahora estaban escondiéndose debajo de su mesa, obviamente deseando que la atención no se dirigiera a ellos. Había detenido a un poderoso Lich de crear más secuaces no-muertos, previniendo una posible catástrofe en una ciudad que ahora lo marcaba como un villano.

- ¡Deberían encarcelarlo por esto!

La recompensa de un héroe venía de saber que hizo algo bueno, y la fama y la fortuna debían ser un mero pensamiento secundario.

- ¡Deberíamos lincharlo!

Izuku apenas tuvo tiempo de reaccionar, agarrando la mano de Liza para evitar que asesinara a todos en el salón. Se sentía muy agradecido por su obediencia, pues sabía bien que no tenía la fuerza física para detenerla, o siquiera ralentizarla. Chika todavía lo miraba con una expresión que claramente pedía permiso para hundirle sus garras a los sacerdotes.

- ¡Izuku no hizo nada malo! – Finalmente fue Luna quien gritó, silenciando a todo mundo dentro del salón. – ¡Sus acciones podrían haber sido por fuera de una misión normal, fuera de las autorizaciones del gremio, pero no rompió ninguna ley ni lastimó a nadie! ¡Salvó a un grupo de compañeros aventureros, e incluso pudo redimir a quien se creía que era un poderoso Lich!

- ¡Pero eso hizo daño a nuestros bolsillos!

Una sacerdotisa solitaria acababa de gritar desde la parte trasera del salón.

- Estoy segura de que pronto encontrarán otra forma de demandar nuestro dinero. – replicó Luna con veneno en su voz.

Su mirada fría fue bien recibida por el joven Archidruida y su grupo, e incluso Aela se sorprendió de esta acción, pues incluso Kyouya había tenido que someterse a los caprichos de la iglesia, y difícilmente, si acaso, recibía apoyo de los miembros del gremio a este punto.

- El aventurero Izuku, al igual de los miembros de su grupo, no enfrentarán penalizaciones del gremio de aventureros. – declaró firmemente Luna, antes de voltearse a ver al joven Druida. – Sin embargo, se les aconseja no actuar tan imprudentemente en el futuro. Las misiones se autorizan por una razón, y saltar a ciegas en una situación como esta puede llevar fácilmente a más problemas de los que solucionan.

Keel se rio ante este giro de acontecimientos. Por su parte, Izuku le sonrió a la recepcionista, feliz de al menos encontrar a una persona con algo de sentido común, y le asintió con aprobación sabiendo en su corazón que no había manera de cumplir esa promesa si hubiera gente en peligro otra vez,

- Si ustedes no penalizan su vandalismo... – resonó la voz de un hombre anciano – entonces lo haremos nosotros...

La gente reunida abrió campo, para mostrar la figura de un hombre muy viejo, vestido en ropas ceremoniales.

- ¡Lo siento! Traté de detenerlo... explicarle... – Darkness ahora se encontraba al lado de Izuku, con aspecto muy agitado. – Lo siento...

- Por una vez, estoy de acuerdo contigo, viejo. – añadió una mujer. También llevaba ropas ceremoniales, pero las de ella se veían más exóticas, más apropiadas como para la dueña de un burdel que para una líder religiosa. – Nuestros pobres seguidores van a sufrir ahora que no podemos conseguir dinero por mantener los sellos en esa mazmorra. ¿Cómo planeas compensarlo? La Diosa Aqua podría perdonarte, pero si haces sufrir a sus hijos, prepárate para sufrir la justicia que lloverá sobre tu cabeza.

Izuku estaba teniendo mucha dificultad para no soltar la mano de Liza. Estaba mirando a los líderes de las iglesias locales de Eris y Aqua, y realmente quería decirles algunas cosas.

- ¡ME OPONGO! – gritó de repente Darkness, sorprendiendo a Izuku, pues nunca creyó que ella iría en contra de su propia iglesia.

»Izuku no solo no ha hecho nada malo, sino que ninguna de sus acciones va en contra de las enseñanzas de Eris. – elaboró Darkness, sin saberlo ganándose una gran apreciación del adolescente peliverde. – ¡Nunca! ¡Sus acciones son lo que nuestra diosa querría que todos nosotros hiciéramos!

Al exponer su corazón, Darkness supo que no podía detenerse. Aunque Izuku era el opuesto exacto de quien ella consideraría su alma gemela, alguien dispuesto a sucumbir a sus placeres carnales y darle todo el dolor y humillación que ella deseaba, era la encarnación de un verdadero santo.

- Izuku es un hombre de gran corazón. Alguien dispuesto a ayudar a quienes lo necesitan, a curar a los enfermos y a los heridos sin esperar que le paguen. A proteger a los débiles, a traer esperanza, incluso cuando nadie le pide que lo haga. – La voz de Darkness había tomado un tono que era tan serio como devoto. – Un hombre como él no puede ser denunciado como malvado. ¡Un hombre como él no merece nada menos que ser considerado un Santo!

Izuku se encontró sonrojándose por todas esas alabanzas, y al doble cuando Megumin le dio un ligero codazo, mientras Chika asentía, dejando claro que estaba totalmente de acuerdo con todo lo que la Paladín había dicho.

Desafortunadamente, los grupos religiosos no lo estaban.

- Y aun así, no es más que un pagano. – refutó el anciano, con desprecio en toda su cara. – ¿Cómo puede ser un santo si no adora a Eris?

- Ni tampoco adora a nuestra hermosa diosa Aqua. – agregó la mujer, mostrando una mirada que demostraba lo poco en que tenía al Druida frente a ella. – Tal vez debería decirnos a quién adora, y con eso podríamos juzgar apropiadamente sus acciones.

Izuku podría tener cero conocimientos sobre la religión en este mundo, pero no era ningún tonto. Esta gente lo estaba tratando de provocar para hacer que se escalaran las cosas, y encontrar una manera de convertirlo en una especie de villano. No era que él considerase a sus grupos dignos de tener en buenos términos en primer lugar.

- A nadie. – replicó secamente Izuku, sorprendiendo a todos en el salón. – No veo que las diosas desciendan aquí para ayudar a la gente que lo necesita, ni a sus seguidores predicándoles amabilidad y amor de sus diosas a las masas.

Hubo muchos gritos ahogados. La mayoría de la gente encontró esas palabras dolorosas, pero ciertas. Aunque Eris era representada como una diosa benévola, sus seguidores a menudo demostraban procedimientos estrictos al transmitir dicha amabilidad, dejando poco menos que migajas para aquellos que no eran parte de su fe. El culto de Axis estaba lleno de raritos y fanáticos, así que había poco para argumentar allí.

- Tratar el sellado de los no-muertos como un negocio, para básicamente ganar dinero con la sobrevivencia de los ciudadanos, eso no es más que codicia, debería darles vergüenza. Si esto es lo que sus diosas enseñan que es bueno, entonces no quiero ser parte de su religión. – explicó Izuku, haciendo que cierta chica ladrona en su mesa se encogiera. – Además, no soy miembro de ninguna de sus iglesias, no me pueden juzgar.

- Por supuesto que podemos juzgarte, niño tonto. – replicó la mujer, con la voz llena de burla.

- La diosa Eris nos enseña benevolencia, así que recae sobre mí dictar el precio por tu redención. – habló el anciano, emitiendo su juicio. – Primero, tienes que lidiar apropiadamente con esa asquerosa criatura que te sigue, asegurándote que no pueda volar por los cielos sagrados de Eris. Segundo, tendrás que donar un millón de eris a la iglesia. Solo entonces volveremos a abrir nuestros servicios para ti. Hasta entonces, no podrás entrar a nuestra iglesia, mucho menos hacer que tus amigos nos pidan que te revivamos.

Si el hombre quería que Izuku se sintiera presionado para ceder, falló miserablemente.

Las peticiones eran estúpidas, y la supuesta recompensa no valía nada. No iba a permitir que Chika perdiera una sola pluma que no estuviera dispuesta a entregar en un futuro cercano, mucho menos dejar que fueran a lastimarla por cualquier causa, motivo, razón o circunstancia.

- Eris sin duda es benevolente, como resultado de que su iglesia recibe buenos fondos. – declaró la mujer, y no pudo evitar mostrar cierta envidia en su voz. – La iglesia de Axis, sin embargo, siente la necesidad de castigar mucho más esta herejía, ya que nuestros fondos dependían en gran medida de mantener en funcionamiento esos sellos. Así que demandamos que nos entregues diez millones de eris, y que hagas crecer uno de esos árboles dorados en nuestro templo.

Izuku hizo lo único que podía hacer en ese momento, la única acción apropiada para la situación.

- Entonces... – comenzó a hablar Izuku, dándoles la espalda a los fanáticos y poniendo atención a gente más importante – ¿cómo va el registro, Keel?

Todos los sacerdotes en la sala volvieron a jadear por la escena, ante que su importancia fuese ignorada. Entonces se soltaron carcajadas, ya que muchos aventureros encontraban la escena muy divertida. Estaban preocupados, por supuesto, ya que no tener el apoyo de una iglesia significaba que no podrían revivir si pasaba lo peor. De nuevo, estaban pensando en querer meterse con Izuku, el Archidruida, asesino de Beldia, domador de una mujer cocodrilo, y redentor de Liches.

- ¡Sorprendentemente bien, amigo mío! – replicó Keel alegremente, no solo enseñando su tarjeta de aventurero, sino indicándoles a sus seguidores que hicieran lo mismo. – A pesar de todo el shock y el desorden, ¡esta señorita es muy profesional, y sabe cómo seguir trabajando!

Luna se veía pálida y en conflicto. Obviamente se había puesto en modo automático cuando su cerebro intentaba lidiar con la horrenda situación que se desataba frente a ella.

- ¡Ahora soy una alquimista! – agregó felizmente Sasha.

Izuku estaba feliz por ellos, y esa felicidad le daba la fuerza necesaria para mantener a Liza controlada. Sus escamas se habían vuelto más gruesas, y duras. Sus músculos, usualmente abultados y fuertes, se habían vuelto de acero. Estaba furiosa, y nadie más se había dado cuenta de lo peligrosa que se había vuelto la situación.

Una de las sacerdotisas más jóvenes decidió que el Druida ya había sido demasiado grosero, y merecía una bofetada. Pero su acción fue detenida al instante por Darkness, que colocó su escudo en posición defensiva. Megumin apretó su bastón, y Chika se tensó, lista para saltar y hundirle sus garras al primero que atacara a su querido amo. Aela estaba en conflicto, preguntándose si debería defender a su líder del grupo, o fingir ignorancia, y entretanto Yunyun empezaba a preparar el Sable de Luz... ¡no había manera de que se perdiera una confrontación contra la iglesia!

- ¡Estoy buscando al Archidruida, Izuku Midoriya!

Una voz, autoritaria y femenina, de pronto hizo eco en todo el salón del gremio. Le pertenecía a una mujer hermosa que llevaba un uniforme azul parecido a una oficial de policía, y con gafas. Su postura gritaba a los cuatro vientos que venía por negocios muy serios y oficiales, y la iconografía que cargaba demandaba respeto.

- Soy yo. – replicó Izuku, apretando el agarre con Liza, que ya parecía lista para empezar a arrancar cabezas, debido a la cantidad de gente que insultaba a su amo. – ¿Hay algo con lo que te pueda ayudar?

Internamente, Izuku quería gritar. Hoy había empezado bien, incluso la repentina misión de rescate terminó haciéndole ganar algunos nuevos amigos. Y entonces la ciudad decidió que estaba mal por haber salvado a otros. Ahora, estaba peleando contra el impulso de dejar todo tirado e irse a vivir en lo salvaje, con el estrés añadido de la posibilidad de tener que pelear para escapar.

- Ya has hecho más que suficiente. – declaró la mujer antes de sacar un pergamino de su saco. – Por el servicio de aniquilar a Beldia, general del ejército del Rey Demonio, y proteger las vidas de los ciudadanos de Axel, Su Majestad el rey ha declarado que tú, y todos los que te ayudaron en esta heroica hazaña, serán premiados con la recompensa total por este enemigo de la humanidad: ochocientos millones de eris. Adicionalmente, estarás exento de pagar impuestos en los caminos por lo que podrás viajar libremente por el reino para continuar con tu heroica cruzada.

Un silencio mortal se apoderó de todo el lugar, pues la mujer hizo una pausa dramática para dejar que uno de sus escoltas entregase una placa de platino a un sorprendido Izuku, que se sintió culpable por pensar que solo había idiotas malagradecidos gobernando en el reino. Hasta le tomó algo de tiempo darse cuenta que la placa de platino era como un cheque por la recompensa que acababa de ganarse. El palillo dorado que la acompañaba, del tamaño de un lápiz escolar, era en realidad la prueba de su derecho por haberla ganado.

- Yo... – Izuku se quedó sin palabras. Nunca en su vida había recibido ningún premio, y esto se sentía como si hubiese pasado el examen de entrada en la UA, un paso más cerca de ser un héroe. – Muchas gracias.

- Si deseas agradecerme, y a Su Majestad, continúa sirviendo al reino. – replicó la mujer, sonriéndole al Archidruida, y mirando la mano con la que mantenía bajo control a la chica cocodrilo. – Si eres capaz de mantener a esta mujer bestia tranquila, estoy segura de que tomar las cabezas de uno o dos generales más debe estar dentro de tus capacidades.

Izuku tuvo que morderse la lengua para contener una maldición. Odiaba que le recordaran cómo estos idiotas veían a Chika y Liza como poco más que animales, lo cual era irónico considerando que para él eran más humanas, sabias e inteligentes que la vasta mayoría de tarados que vivían en este mundo.

- Con eso arreglado, – declaró la mujer, dejando obvio que Izuku era libre de marcharse – Luna, prepara la documentación para el cierre del templo de la diosa Aqua.

- ¡¿QUÉ?!

Aquellos que pertenecían al culto de Axis soltaron chillidos por las noticias. Izuku también estaba sorprendido, pero había decidido que recompensar a Liza por no matar a nadie era más importante en ese momento, igual que abrazar a Megumin para buscar algo de confort... y acariciar a Chika porque había sido un gran apoyo.

Por su parte, Keel decidió que había escuchado suficiente de religión para otros cien años, así que se llevó a los suyos a una mesa desocupada para ordenar comida, muchísima, como si deseara satisfacer siglos de hambre. Podría esperar unas horas, tal vez unos días más, para buscar su nueva casa.

- Lady Senna... ¿esto está bien? – Luna se sentía honestamente confusa, había visto que la petición de fondos había sido completada hacía suficiente tiempo, para que el tributo llegara hasta la capital. – Habían solicitado fondos, y la petición había sido cumplida.

- La tesorería de la capital todavía no ha recibido los diez millones de eris que nos deben. – declaró fríamente Senna, sorprendiendo a todos en la sala, aunque por razones muy diferentes a lo que la agente pensaba. – Ya hemos esperado durante diez años, pero si tienes pruebas de que los impuestos ya fueron enviados, estaré dispuesta a esperar la confirmación.

Murmullos y rumores rápidamente se apoderaron de todo el salón. Senna alcanzó a oír algunos de ellos, y no le sorprendió escuchar que el sumo sacerdote había solicitado mucho más de lo necesario, o que los devotos creyeran que dicho sacerdote ya había enviado el dinero.

- Aquí está el documento por la petición cumplida. – Luna le enseñó el documento, pero la agente ni siquiera lo miró.

- ¿Y entonces? – habló Senna, cuyo semblante frío daba a entender que sabía cómo resultaría todo esto. – ¿Dónde está el tributo?

- Nos ofrecimos a mantenerlo aquí a salvo, pero el sumo sacerdote insistió en guardarlo adentro de la iglesia, y enviarlo por su cuenta. – Luna sabía muy bien cómo iba a terminar todo esto, por lo que se había preparado una defensa a prueba de todo. – También nos ofrecimos a transportar el dinero y los bienes, pero también lo rechazaron. El sacerdote insistió en que él, con la ayuda de un selecto grupo de cruzados, llevarían todo sin problemas.

Izuku no necesitaba una bola de cristal para saber lo que había pasado: el sacerdote se había fugado llevándose todo el dinero. Pero no encontró la fuerza para decirles "Se los dije"; estaba demasiado exhausto, tanto física como mentalmente, y la idea de abrazarse con Megumin y sus chicas se volvía cada vez más tentadora para ignorarla. Y estaba seguro de que ellas también necesitaban abrazos.

- Ya veo, entonces el gremio no tiene la culpa. – replicó Senna con una voz dulce, antes de volver a su modo de negocios serios. – Inicien el papeleo, entre más rápido resolvamos esto, mejor.

Mientras Luna comenzaba a llenar los reportes y la documentación requerida, los sacerdotes explotaron en una miríada de voces. Aquellos que pertenecían a Eris se burlaban abiertamente por el infortunio de los seguidores de Aqua, condenándolos por tener ladrones entre sus líderes. Los devotos de Aqua rápidamente comenzaron a suplicar por piedad, pero Senna no tenía nada de eso en su corazón para ellos.

- A menos que me muestren los diez millones de eris que deben, voy a cerrar ese edificio para el atardecer. – declaró Senna, dándoles a los devotos una fría indiferencia.

Tenía sus razones para ser así de fría, a pesar de todo, y no era solo porque ella adoraba a Eris. El único hombre al que había amado en su vida había sido engañado por una maldita y desvergonzada ramera de ese culto, forzándolo a entrar en él y casarse con ella, o tener su honor manchado por el resto de su vida. Por ello, había decidido hacer su misión personal ver que esos psicópatas fueran aislados de personas honestas que solo querían vivir sus vidas normalmente.

Con todo, los gritos de ayuda no duraron mucho.

- Hey... ¿ese Druida no acaba de recibir una montaña de dinero?

Izuku deseaba poder teletransportarse. No quería estar en medio de todo este fiasco. Hasta estaba dispuesto a no exigir su dinero de vuelta, si solo podía alejarse de todo ahora mismo.

- ¡Señor Izuku! – La mujer que lo había condenado no hacía más de diez minutos acababa de dar un giro completo, mostrando una linda sonrisa y estrellitas en sus ojos. – Sé que empezamos con el pie equivocado, pero si...

Izuku casi soltó la mano de Liza. En su mente una voz le decía que esta gente tendría mucho más valor como fertilizante que como humanos. Que Liza no sería una villana por arrancarles las cabezas a un montón de sanguijuelas. Pero su corazón le recordaba que quería ser un héroe, y los héroes salvaban vidas, no las arrebataban. Que los héroes luchaban por la paz, no por beneficio personal o por venganza.

Afortunadamente, Darkness intervino a tiempo para no dejarlo caer en su ira.

- ¡Alto! – exigió la Paladín, colocándose frente a la Arcipreste y bloqueándole el paso. – ¡¿En serio te atreves a exigirle dinero?! ¡¿Después de condenarlo por hacer lo correcto?! ¡¿No tienes una pizca de vergüenza?!

La mayoría estaría de acuerdo en que los seguidores de Aqua no conocían la vergüenza, pero de nuevo, pedir dinero tras hablar tantas pestes de alguien era un nuevo nivel de bajeza.

- Darkness... – llamó Izuku a la Paladín rubia, atrayendo la atención de todos. – ¿Te puedo pedir que te encargues de esto? Yo ya estoy harto de toda estupidez, y prefiero invertir mi dinero y mi tiempo con las personas que quiero. Dicho eso, encuéntranos luego en la tienda de Wiz cuando hayas terminado. Tú también mereces algo de... apreciación.

Izuku le dio una linda sonrisa a la Paladín, que sintió que su corazón daba un vuelco. ¿Quizás no era demasiado tarde para ella?

- Por supuesto, Izuku. – replicó Darkness de manera muy servicial, feliz de que confiaran en ella. – Me aseguraré de lidiar con esta gentuza de la manera apropiada.

Con un último asentimiento de confirmación, Izuku, Megumin, Yunyun, Liza y Chika abandonaron el salón, dejando a una confusa Guardabosques para que ayudase a la ahora imponente Paladín.

- Lady Senna. – llamó Darkness a la agente con un tono formal, que la mujer reconoció como parte de la nobleza.

- Lady Dustiness Ford. – respondió Senna al saludo, bien consciente de lo mucho que esta Paladín la superaba ridículamente en rango.

- Quisiera reportar el robo de cincuenta millones de eris. – declaró Darkness, haciendo que Luna se encogiera. – Estas personas se llevaron el dinero que recibieron de mi grupo, y ya que no lo utilizaron para el propósito que debían, está dentro de mis derechos demandar una compensación.

Los seguidores de Aqua comenzaron a sudar, y Luna sintió que su corazón empezaba a fallarle. El gremio tenía una política estricta de sacrificar a las recepcionistas que se veían involucradas cuando los nobles demandaban compensaciones, lo que significaba que estaba en muy serio peligro no solo de perder su trabajo, sino de ser forzada a servidumbre para pagar por esa enorme suma de dinero.

Y entonces, se acordó a quién estaría sirviendo, y el temor disminuyó dramáticamente.

- Por supuesto, Lady Dustiness Ford. – accedió Senna inmediatamente, con una sonrisa maligna adornando sus rasgos. – Será un honor asegurarme de que estos ladrones reciban su castigo por haberle robado a un noble, y por engañar al gremio con sus mentiras.

Mientras Luna suspiraba de alivio, agradeciendo a los espíritus de la tierra por dejarle conservar su trabajo, comenzó a pensar en maneras de pedirle a Izuku que se quedara en el pueblo. Una empresa que parecía imposible, porque la iglesia de Eris había decidido alienar al que era el mejor aventurero que esta rama del gremio jamás habría visto.

- Esto es lo que pasa cuando le muerdes la mano a quien te alimenta. – dijo Keel a sus seguidores, que admitieron sentirse furiosos con los idiotas que atacaron a ese muchacho, a quien consideraban un verdadero santo... o un dios que visitaba su mundo.

Esta historia continuará

(-0-)


Omake – Un sueño destrozado

Wiz, la tendera, era una mujer muy bella, y una de las mayores atracciones de la ciudad de Axel. Su hermoso cuerpo, amabilidad y actitud alegre la hacía muy popular entre los aventureros novatos y veteranos por igual. Muchos adolescentes entraban a su tienda con el único propósito de mirarle el cuerpo, y los nobles menores gustaban de visitarla para buscar objetos mágicos que sirvieran para decorar sus hogares.

Aunque también era una mujer con secretos.

Si bien todo mundo sabía que era una chica torpe y sin talento para los negocios, solo unos pocos sabían que no era... humana. Los que conocían esta horrible verdad eran, o sus amigos... o tenían muchos intereses en mantener dicho secreto a salvo.

- ¡Esto no fue lo que acordamos! – le gritaba Wiz a un espejo de cuerpo completo. – ¡¿Por qué permitiste que Beldia atacara la ciudad?! ¡Muchos inocentes podrían haber muerto!

El adornado espejo no mostraba su reflejo. Estaba totalmente negro, a excepción de un par de ojos rojos brillantes que le devolvían la mirada.

- Beldia actuó por su cuenta. – respondió la figura del otro lado, sin mostrar ni un ápice de preocupación. – Sus acciones no rompen nuestro contrato.

Wiz quería gritar. Se había unido al Rey Demonio no porque creyera que sus acciones eran mejores, o porque compartiera sus ideales. Se había unido para prevenir muertes. Mientras ella mantuviera la barrera que rodeaba su castillo, él no mataría a inocentes. Ahora se había dado cuenta que las palabras podían tener doble sentido, y que había sido demasiado ingenua.

- ¿Esto significa que, si no es por tu mano que ocurren las muertes, entonces está bien? – preguntó Wiz con los dientes apretados, dejando entrever su temperamento, una sombra de la antigua Bruja de Hielo. – ¿Esto es lo que significa honrar un pacto ante tus ojos?

Si pudiera, desertaría de las fuerzas del Rey Demonio y acabaría con eso. Pero su situación era única. Su filacteria estaba oculta en una ubicación que solo el Rey Demonio conocía, por lo que tenía que obedecer hasta morir en la línea del deber. Si moría, moriría sin poder retornar, su filacteria se rompería, y eso sería todo. Pero si ella renunciaba, el Rey Demonio rompería la filacteria, lo que significaba que ella perdería su alma, y la maldición que llevaba mataría a sus antiguos amigos. Estaba atrapada.

- Lo dices tú, que te guardaste la información de un aventurero tan peligroso. – espetó el Rey Demonio, haciendo que Wiz se encogiera. – ¿En serio creías que no iba a enterarme de este Archidruida tan obscenamente poderoso? ¿Cómo destruyó a uno de mis mejores generales con tanta facilidad? ¿O que tú estabas al tanto de su existencia antes de que ocurriera este incidente?

Wiz empezaba a derrumbarse. Estaba hablando sobre Izuku.

Ella sabía que él era especial desde el día en que lo conoció, pero eso era porque sus ojos brillaban de pura amabilidad, y su alma resonaba de una manera preciosa. Nunca se imaginó que sería tan efectivo en batalla, y tal vez olvidó mencionar que pudo derrotar fácilmente a alguien que previamente había sido reportado como un potencial héroe.

Ahora se odiaba a sí misma mucho más. Por su culpa, Izuku ahora estaba en la mira del Rey Demonio.

- Deja a Izuku en paz... – siseó Wiz, volviendo totalmente a su persona aterradora como la Bruja de Hielo.

Así como se regañaba por el hecho de que sus antiguos compañeros fuesen maldecidos hacía tantos años, sabía que no se perdonaría si Izuku terminaba siendo lastimado por culpa suya.

Una carcajada sombría hizo eco adentro de la tienda. El Rey Demonio parecía muy divertido.

- Un hechicero muy poderoso, que es un enemigo de las diosas, y que ama a los semihumanos... –El Rey Demonio había cambiado su actitud a una más alegre. – Oh cielos... tal vez deba invitarlo a tomar una taza de té, ¡y quizás hasta deba ofrecerle a mi propia hija!

Wiz ya había tenido suficiente. No sabía si el Rey Demonio hablaba en serio, o solo estaba jugando con ella, pero sí sabía que todo su anterior sacrificio había sido en vano.

- ¡YA TERMINÉ DE HACER TRATOS CONTIGO!

CRASH!*

Sin pensarlo dos veces, partió el espejo de una patada, el artefacto que la conectaba con el Rey Demonio. Si no fuese una no-muerta, ahora estaría derramando lágrimas de dolor. No podía traicionar al Rey Demonio, al menos no directamente. Su única oportunidad era ofrecerle su vida a Izuku, pues si él la mataba, la barrera se debilitaría, y sus amigos estarían a salvo.

- ¡WIZ!

La voz de Izuku llenó la sala en cuanto entró a la tienda. Sus ojos estaban llenos de determinación, y de preocupación por ella. Ahora, la torpe tendera solo necesitaba encontrar el valor y momento apropiado para revelarle la verdad a su preciado amigo.

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