Un inquebrantable corazón cálido
En una mesa en el Gremio de Aventureros, cierta Paladín rubia observaba cómo los eventos ocurrían a un ritmo arrollador. Solo tomó un minuto, y unas pocas y selectas palabras, pero el mundo para cierta Arcipreste de pelo azul acababa de derrumbarse y prenderse en llamas.
Todo porque cierto Druida peliverde estaba enojado.
- ¿No fui suficientemente claro? – preguntó Izuku mientras continuaba comiendo su salteado de repollo. – ¿Hay algo más que necesite explicarte?
Chika y Liza estaban seguras de que no había necesidad de explicar las cosas, pero su amo era un hombre de muy buen corazón. La forma en que Megumin sonreía con tanta burla también contribuía a la sensación de que su amo no podía estar equivocado.
- ¿Por qué? – La voz temblorosa de Aqua no hizo nada para mover el corazón del Druida, que sentía que su propuesta no solo era justa, sino una buena ganga. – ¡¿Por qué tienes que ser tan malvado?!
- ¿Malvado? – preguntó Izuku con una voz que denotaba que estaba completamente en contra de tal noción. – ¿Qué hay de malvado en mis términos?
Megumin soltó una risita, pero fuera de eso no dijo nada. La Archimaga tenía la firme idea de que el Druida se quería deshacer de esta chica tan problemática; era demasiado fácil ver que, o se quebraba y accedía a su petición para luego marcharse de pura furia, o que huía del lugar para no tener que estar cerca del Druida debido a lo duro de sus acciones.
Era un escenario ganar-ganar. Incluso el hecho de verlo conseguir lo que quería no le molestaba en absoluto.
Darkness, por su parte, no pudo contener sus propias emociones...
- ¡Esto es increíble! – gritó Darkness azotando los puños sobre su mesa mientras se ponía de pie, atrayendo la atención de todos. – Pensar que forzarías a una Arcipreste de la Orden de Axis para que fuese en contra de su diosa... – Los hombros le estaban temblando. – ¡Con la amenaza de mantenerla en toda una vida de servidumbre forzada mientras sufre de pobreza y miseria!
El temblor en su voz y brazos, aunado a la intensidad de sus palabras, hizo que Chika y Liza se tensaran, preparándose para saltar en defensa de su amo incluso sabiendo que sería imposible que derrotaran a una Paladín.
- ¡Lo sabía! ¡Era imposible que mi instinto estuviera equivocado! – Darkness casi gritaba mientras se plantaba frente al chico de pelo verde de un salto... cayendo de rodillas mientras lo agarraba de la cintura en una escena que fácilmente podría malinterpretarse. – ¡POR FAVOR! ¡DÉJAME UNIRME A TU GRUPO!
Aunque Izuku se había olvidado sobre las tendencias de la Paladín rubia, seguía sin entender qué había de malvado en su propuesta.
La propuesta en sí misma era muy simple, e incluso favorecía a la ex-diosa. Solo tenía que elegir entre utilizar su magia de restauración sagrada en Chika y Liza, o ceder el 90% de sus ganancias hasta que le hubiese pagado toda su deuda.
- Izuku no está equivocado. – habló finalmente Megumin, con una sonrisa burlona que traicionaba lo mucho que disfrutaba la idea de quedarse casi a solas con el Druida. – El templo cobra entre trescientos y quinientos mil eris por usar un hechizo de restauración completo; incluso si te cobraran al máximo, seguirías pagando menos de lo que debes. ¡Es una ganga!
Izuku asintió mientras le sonreía a la pequeña Archimaga, sin saber que de hecho le estaba haciendo las cosas todavía peores a Aqua, que estaba empezando a sollozar.
- Si... hago... eso... – comenzó a decir Aqua entre sollozos – ... mis preciosos... seguidores... perderán... ¡la fe!
A Izuku no le gustaba hacer una escena, pero no iba a retractarse de su plan. Recibiría compensación por la deuda, de una manera u otra.
- Creo que aún necesitas espacio para tomar una decisión, así que... – Izuku comenzó a levantarse, habiendo terminado de comerse su cena, y asegurándose que sus chicas también habían terminado. – Iremos de compras mientras tú piensas en lo que harás.
Las palabras de Izuku iban dirigidas a Chika, Liza y Megumin, las cuales sonrieron ante la idea de recibir regalos del joven Druida... y fue entonces que Izuku notó que no podía caminar.
Darkness todavía se aferraba a él como un borracho a una botella.
- Me vas a incluir en el grupo, ¿verdad? – preguntó Darkness con ojos esperanzados, esforzándose mucho por ser aceptada... y entonces se encontró de repente envuelta entre los látigos de vides de Izuku.
- Lo siento. – replicó Izuku apartando a la Paladín, ya que le era imposible levantarla incluso con una palanca mayor. – Solo se aceptan miembros útiles en el grupo.
Por un momento, solo un momento, Darkness creyó que finalmente conseguiría lo que deseaba. Se lo estaba imaginando, siendo despojada de su ropa humilladamente, golpeada a latigazos por ser tan insistente... ¡tal vez incluso con unos látigos en los que crecían esas hermosas espinas!
- Y ya que no eres miembro de este grupo, no puedes venir.
Las palabras de Izuku eran calmadas, incluso amables, dejando a la Paladín a un lado y a poca distancia de él. Aunque no retrajo las vides, simplemente las cortó, dejando a la rubia masoquista amarrada en ese lugar.
Darkness se había quedado sin habla. Era la primera vez que conocía a alguien que la trataba con tal cordialidad, aparte de su padre. Su shock fue tan grande que no pudo reaccionar hasta después que Izuku, Megumin, y sus esclavas habían abandonado el gremio.
- ¡Así no es como se usa un látigo! – espetó finalmente Darkness, incapaz de decidir si era un acto de amabilidad, o la manera del druida para torturarla. – ¡Ni siquiera usaste espinas!
(-0-)
Un poco después, con uno de los herreros locales...
- ¡¿E-está bien p-para Chika tener esto?! – Los susurros rasposos de la harpía negra no hacían nada para ocultar su sorpresa y deleite, pues nunca en su vida había tenido nada propio, y ahora no solo tenía algo de ropa bonita, sino también armadura. – ¿No es demasiado cara solo para Chika?
Izuku no pudo evitar reírse por lo feliz que se veía Chika. También le ponía un poco triste saber que algo tan simple le resultara como una razón para celebrar... y tampoco sabía que para un esclavo recibir armadura era una declaración de ser considerado un tesoro.
Aun así, Chika continuaba mirando las piezas de armadura que habían sido añadidas a su atuendo. Un peto que cubría sus senos y espalda, pero no le impedía la flexibilidad de su abdomen; musleras que cubrían la parte externa de sus piernas desde la cintura hasta las rodillas, aseguradas firmemente por un cinturón apretado, todo esto hecho de cuero reforzado, superpuesto apropiadamente para maximizar la protección sin sacrificar nada de agilidad o movilidad, y para cuando llegase el momento, la capacidad de vuelo.
- No te preocupes por eso, Chika. Quiero que estés a salvo tanto como sea posible; aunque dicho eso, prefiero que esquives las cosas que puedan lastimarte en vez de poner a prueba la durabilidad de esa armadura. – replicó Izuku con una sonrisa, mostrando lo mucho que se preocupaba por la harpía. Luego se volvió hacia la chica cocodrilo. – ¿Qué hay de ti, Liza?
Mientras ella flexionaba su cuerpo para probar la movilidad de su nueva armadura, la chica cocodrilo dio un asentimiento de aprobación. Sus músculos y escamas eran lo bastante duros como para servir de armadura contra la mayoría de las armas punzocortantes, y la mayoría de las bestias comunes allá afuera, y aun así, Izuku le compró armadura hecha de piel animal solo para ella.
La piel endurecida, superpuesta con los abrigos espesos hechos con el pelaje de las bestias de las cuales estaban hechos, proveían una excelente protección contra impactos contundentes, y una capa extra de defensa contra golpes perforadores. Izuku sabía muy bien que Liza no estaba exactamente bien familiarizada con la evasión, por lo que asumió que cubrir esas debilidades era una necesidad obligatoria.
Lo único que no sabía de si sentirse agradecido o no, era el hecho de que ninguna de las dos era lo bastante habilidosa para usar un arma.
- ¿Seguro que necesito esto? – preguntó Megumin probando la única pieza de equipamiento que Izuku le había comprado. – Sigo pensando que solo necesito bastones y accesorios...
Izuku le había comprado unas suelas especiales y unas grebas para las pantorrillas, diseñadas para colocarse encima de sus propias botas. No era que se le vieran feas, pero el contraste con el resto de su atuendo era bastante obvio.
- Lo último que necesito es que te resbales mientras invocas el hechizo, o mientras estás huyendo en un escenario donde no puedas invocar. – explicó Izuku pacientemente. – Además, ¿qué pasaría si una serpiente te muerde los pies mientras no puedes moverte?
- ¡¿Por qué tuviste que sacar ese tema?! – respondió Megumin casi gritando, inmediatamente recordando las historias de magos poderosos que fueron derrotados por culpa de plagas comunes por no llevar protección en los pies. – Ahora voy a tener pesadillas...
Al terminar, la pequeña Archimaga le dio la espalda al Druida peliverde, haciendo su mejor esfuerzo por ocultar su sonrisita y mejillas en tono carmesí. La atención y cuidado que el chico le daba era demasiado deleite para ignorarla... aunque seguía molestándole un poco que fuese igual de atento y amable con las esclavas.
Izuku se rio un poco por sus palabras, sabiendo muy bien que esos peligros podían fácilmente contrarrestarse con sus habilidades. Con su reciente conquista contra ese ejército de repollos, había aprendido algunas habilidades extras:
Analizar Plantas: La habilidad le permitía entender las propiedades y funcionamientos de cualquier planta que consumiera o tocara por treinta minutos.
Modificar Plantas: La habilidad le permitía añadir o remover propiedades a cualquier planta que tocara por una hora, o seleccionar las propiedades de plantas que hubiese creado.
Había planeado mejorar un poco sus habilidades, añadiendo propiedades a las vides, espinas y bayas; y el resto de puntos por supuesto se gastaron en mejorar sus habilidades pasivas.
- ¿El amo no va a comprar armadura? – preguntó repentinamente Chika, mirando al joven druida con preocupación. – ¡El amo también necesita protección!
Los murmullos rasposos de Chika fueron seguidos por un ala temblorosa señalando un enorme conjunto de armadura de metal; obviamente ella quería que él estuviera tan seguro como le fuera posible. El asentimiento furioso de Liza pareció confirmar eso también.
- Sí planeo conseguirme algo de armadura... – replicó Izuku, tratando de hacer sentir mejor a las chicas, pues incluso parecía que Megumin quería verlo con algún tipo de equipo protector. – Pero el metal... bueno...
Izuku se quedó sin palabras. Simplemente no se imaginaba poniéndose encima tal cantidad tan masiva de metal, y aun así, temía que su piel de cortezas pudiese terminar fallándole en el momento más crítico.
- ¡Oh, cierto! – interrumpió Megumin de repente. – Los Druidas no pueden usar equipamiento de metal. Tal vez quieras chequear armaduras de cuero o escamas.
La intervención de Megumin le ganó otra palmadita en la cabeza de parte del adolescente peliverde.
- De hecho... – Izuku comenzó su respuesta con una sonrisa, y tal vez algo de curiosidad en los ojos – ... me gustaría encontrar algo con Madera o Zarzas de Hierro.
Las últimas palabras fueron dirigidas al herrero, que no parecía muy feliz en absoluto...
- ¿Te parece que soy un carpintero? – Las palabras del hombre alto y calvo fueron bastante frías, aunque no por cuestiones del dinero que había conseguido por vender armadura para un par de esclavas semihumanas.
(-0-)
Fuera de una tienda de aspecto extraño, algún tiempo después...
Izuku y las chicas se quedaron viendo la tienda con algo de escepticismo.
Tras preguntar alrededor a los herreros y tenderos de la calle principal del pueblo, había conseguido algunas direcciones hacia esta tienda algo apartada. Según los rumores, la dueña era una mujer bien conocida por comprar prácticamente cualquier cosa fuera de lo ordinario, aunque fuese inútil, lo cual incluía equipamiento y objetos mágicos raros.
- No creo que encontremos un conjunto completo de armadura aquí... – declaró Megumin mientras observaba a través de la enorme ventana, viendo un montón de cachivaches y objetos de aspecto bastante mundano. – Aunque puedo ver algunos bastones y orbes allí dentro.
- Está bien, no necesito una armadura completa. – replicó Izuku inmediatamente, mientras abría la puerta de la tienda. – Conseguirte algunos accesorios tal vez sea una buena idea.
- ¿Qué quieres decir con...? – La pregunta de Megumin rápidamente fue olvidada por su inmaduramente, pues esta se prendió en llamas por un pensamiento repentino. – ¡Espera! ¡¿Accesorios?! ¡¿Como un anillo?!
- ¿Por qué saltas directamente a un anillo? – preguntó Izuku mientras entraba y mantenía la puerta abierta para Megumin y las esclavas. – ¿Estás tratando de decirme algo?
Izuku había decidido provocar a la pequeña Archimaga, no porque buscara incitarle alguna reacción, sino porque sabía que, presionándole esos botones, sería ella la que se pondría más a la defensiva y pospondría cualquier cosa que involucrase romance.
- Los anillos son cómodos y fáciles de llevar. – replicó Megumin con un rubor carmesí. – ¡No te hagas ideas erróneas!
Antes que Izuku pudiese decir algo para calmar a su pequeña compañera, oyeron pasos desde atrás, más adentro en la tienda.
- ¡Hola! – Una mujer joven y hermosa apareció desde detrás de una cortina que sería como una especie de puerta hacia la parte trasera de la tienda. – ¿Puedo ayudarles en algo?
La joven mujer tenía un rostro que irradiaba amabilidad, ojos cafés que parecían irradiar esperanzas y sueños, una sonrisa encantadora, una larga cabellera castaña que caía todo el camino hasta la parte inferior de su espalda con unos mechones sobre sus hombros, y una pequeña porción cubriendo su ojo derecho. El mechón alzado encima de su cabeza parecía darle un aura adorable, lo que contrastaba con lo sexy que la hacían ver sus enormes senos.
Izuku se aseguró de mantener los ojos en su rostro lo más que le fuera posible, aunque no era que no hubiese notado su... túnica púrpura con encajes amarillos.
- Sí. – logró responder Izuku, aunque la voz le flaqueaba lo suficiente como para que Megumin hiciera un puchero. – Estamos buscando algunos accesorios mágicos, y objetos hechos de Madera o Zarzas de Hierro.
- Bueno, si esperas encontrar algo hecho de Madera de Hierro... – comenzó a hablar la hermosa mujer, pero se detuvo abruptamente cuando sus ojos se fijaron en las chicas semihumanas...
Especialmente en Chika.
- ¡ES UNA HARPÍA NEGRA! – exclamó de repente la mujer, aunque no sonaba molesta o asustada.
- ¡EEEKKKKK! – El grito de terror de Chika fue tan terrible que Megumin cayó de rodillas, tapándose las orejas, e incluso una de las ventanas se agrietó, pero nada de eso parecía molestar a la ahora emocionada mujer.
Izuku se había quedado congelado por la repentina reacción, especialmente cuando la harpía saltó detrás de él en busca de protección... lo que tuvo la inesperada consecuencia de hacer que la hermosa mujer se le acercara demasiado para su confort.
- ¡Esas plumas son preciosas! ¡Harán accesorios y abrigos increíbles! – comenzó a hablar la mujer, asustando al Druida peliverde y haciendo que Chika temblara de horror ante la idea de que le arrancaran sus plumas. – Por favor, tienes que vendérmelas... cuando se caigan por muda de plumaje, por supuesto.
- Por favor... – Izuku apenas podía hablar. – Un poco de espacio...
La petición de Izuku vino a la luz de tener a una mujer tan hermosa casi encima de él, algo para lo cual no estaba listo. Afortunadamente, Liza actuó rápido para agarrar a la mujer por el cuello de su túnica, levantándola y alejándola un par de metros.
- Gracias, Liza. – Las palabras de Izuku bastaron para que la chica cocodrilo meneara la cola de obvia felicidad, aunque su rostro permaneciera estoico como siempre. – ¿Ya podemos hablar de negocios, señorita...?
Lejos de sentirse enojada por ese repentino trato, la hermosa mujer sonrió tan radiante que Megumin no pudo evitar endurecer aún más su cara de puchero.
- Claro, lo siento. – se disculpó rápidamente por su brusquedad con una profunda reverencia... dejándole muy claro a Izuku que los sostenes no debían existir en este mundo. – Mi nombre es Wiz, ¡bienvenidos a mi tienda de magia!
(-0-)
Entretanto, en el salón del gremio...
- Esto es increíble... – murmuró Darkness mientras observaba a la Arcipreste atravesar varias etapas de pánico y desesperación. – Hacerla sufrir de este modo... incluso desde la distancia...
Lo primero que Aqua intentó hacer cuando Izuku había abandonado el gremio, fue aproximarse a los prestamistas para pedirles más dinero... y tuvo que averiguar de la manera difícil que no podría pedir un nuevo préstamo hasta que el anterior hubiese sido pagado en su totalidad.
- Le robó su orgullo y su dignidad totalmente... – continuó murmurando Darkness mientras observaba a la chica peliazul chillar en absoluta desesperación. – Las lágrimas... los sollozos...
El segundo intento de Aqua fue llamar a la totalidad de su secta, sin molestarse en ocultar que era la verdadera diosa del culto de Axis... aunque todos a su alrededor la vieron como si estuviese totalmente loca.
Luego de recitar un encantamiento larguísimo, y de desperdiciar una cantidad masiva de maná, se dio la vuelta hacia el sacerdote más cercano que pudo ver. Con una sonrisa radiante, y la confianza de ser una figura divina, exigió ayuda monetaria para ser librada de sus tribulaciones... y se encontró con el hecho de que su religión contaba con la menor cantidad de seguidores, y por lo tanto, de menos sacerdotes activos.
El sacerdote de Eris le dio una reprimenda por llamarse a sí misma una diosa, pero aun así le dejó un par de monedas como muestra de benevolencia.
- ¡Ya no puedo soportarlo! – gritó finalmente Darkness mientras azotaba las manos sobre la mesa. – ¡NECESITO ESTAR EN SU GRUPO!
Mientras Darkness estaba... soñando despierta... sobre las posibilidades de estar en el grupo de cierto Druida de pelo verde, Aqua se había ido a la recepción para un movimiento desesperado.
- ¡TIENE QUE HABER ALGUNA MISIÓN FÁCIL Y RÁPIDA QUE OTORGUE UN MILLÓN DE ERIS! – chilló Aqua mientras jalaba el vestido de Luna, para susto de la recepcionista, y absoluto deleite de los aventureros masculinos. – ¡TIENE QUE HABERLA! ¡NO HAY FORMA DE QUE ME CONVIERTA EN ESCLAVA DE ESE SIMPLÓN!
- ¡Por favor cálmate! – Luna hacía su mejor esfuerzo por mantenerse educada, apelando a todos sus años de lidiar con aventureros extraños. – Lo más que puedo ofrecerte son misiones de búsqueda, o si consigues suficientes miembros en tu equipo, una cacería de sapos gigantes.
La respuesta de Luna solo hizo que la ex-diosa derramara más lágrimas, pues sabía que le sería imposible ganar más dinero de esa manera.
Las misiones de búsqueda, de las que se podían hacer en solitario, rara vez otorgaban más de cien eris luego de completarse, y aunque las recompensas por sapos gigantes llegaban a los miles, cazar tales presas requería un equipo completo, lo que significaba dividir el dinero entre todos, y por tanto iba en detrimento de sus necesidades.
- Aqua... – la llamó Darkness, colocándole una mano a la desesperada ex-diosa en el hombro, atrayendo su atención. – Hay dos formas de que salgas de este predicamento.
- ¿E-en serio? – preguntó Aqua, llena de lágrimas esperanzadas.
- Sí, en efecto. – replicó Darkness con un rostro serio. – Pero para revelártelas, necesito que me registres en tu equipo.
(-0-)
Luego de una hora...
Izuku y su grupo entraron al salón del gremio con sonrisas de satisfacción y nuevos objetos. Megumin se veía bastante orgullosa de su nuevo collar, un objeto encantado que le ayudaba a recuperar su maná a un ritmo más acelerado... del cinco por ciento, mientras que Izuku sujetaba un bastón para caminar hecho de una madera bastante brillante.
Al menos, había descubierto que cualquier cosa llamada "Madera de Hierro" era falsa, pues solamente se podía trabajar con las cortezas y zarzas.
Junto con el bastón, había adquirido también ropas nuevas. Unas botas de cuero, pantalones de seda y una túnica verde cubiertas por una capa con capucha de aspecto cómodo, hecha de cierta tela de elfo que la dueña de la tienda, Wiz, no recordaba su nombre. No era barata, pero Izuku se vio atraído al instante por el hermoso y vibrante color verde, y cómo emitía un resplandor esmeralda cuando la luz la golpeaba en los lugares correctos.
No estaba diseñada para el sigilo, supuso, pero sí iba con su personalidad y rol como Druida, que él no veía la necesidad de ocultar.
- Bueno, eso resultó bien. – dijo Izuku mientras él y sus acompañantes se dirigían hacia su mesa.
- Ciertamente fue un buen viaje de compras. – añadió Megumin mientras acariciaba su nueva pieza de joyería. Podría haber conseguido un anillo, pero la idea la hacía sonrojarse tan profusamente, que estaba segura de que se desmayaría si Izuku llegaba a ponerle el artefacto de metal en el dedo.
- ¡El amo se ve muy guapo! – añadió Chika con sus susurros rasposos, secundada por un asentimiento furioso de parte de Liza.
- ¿Eso creen? – preguntó Izuku rascándose detrás de la cabeza, claramente sonrojado por los halagos, hasta que sintió las miradas penetrantes, y ninguna de ellas provenía de la pequeña archimaga. – ¿Por qué todo mundo nos está mirando raro?
- Tienes un par de esclavas con armadura efectiva. – replicó Megumin con una sonrisa, obviamente disfrutando un poco de ver a Izuku preocupado. – ¿Qué más te esperabas?
Megumin había decidido no detener a Izuku en su empresa de asegurarse que las semihumanas estuviesen sanas y felices; sabía que podría tener éxito o fracasar, y tendría que depender de ella después. Los semihumanos eran esclavos por una razón, y por mucho que le doliera al joven Druida, no podría cambiar las mentalidades de la gente tras tantos siglos de cultura arraigada.
Izuku, por su parte, no quería darse por vencido. Para él, los semihumanos seguían siendo personas, y podían aprender a serlo sin necesidad de entrar en conflicto con los humanos, o las otras razas favorecidas. Y si eso no ocurría de manera natural, se imaginó que después de derrotar al Rey Demonio podría pedir su propia nación, o una pequeña isla donde pudiesen vivir poblaciones de semihumanos.
- Lo que sea. – dijo finalmente Izuku encogiéndose de hombros. – Hora de ganar dinero.
Caminando hacia su mesa, a paso deliberadamente lento, aún podían ver a Aqua y a la Paladín sentadas allí; una con los ojos llenos de lágrimas, y la otra con una expresión serena... como si acabara de obtener algo que quería.
- ¿Por qué sigues aquí? – preguntó Megumin a la rubia, sorprendida de que fuese alguien tan testaruda. Tampoco se le escapó que Chika se escondía detrás de la espalda de Izuku, mucho menos que el chico adoptaba una postura protectora.
- Bueno... – Darkness se rascó la barbilla con una sonrisa tímida. – Nadie me ha echado todavía, así que...
Aqua entretanto deseaba estrangular a la Paladín. No solo pertenecía a una religión diferente, ¡sino que la había engañado!
- Supongo que no es un crimen sentarse en una mesa dentro del gremio... – declaró Izuku, manteniendo su postura defensiva enfrente de Chika, mientras le sonreía a Liza, que había tomado una posición lista para proteger a la pequeña archimaga. – En tanto puedas actuar de manera civilizada con mis queridas amigas, no te voy a exigir que te vayas.
Aqua parecía al borde de un colapso mental. Efectivamente, Darkness le había dado sugerencias para pagarle la deuda, pero ambas eran malas. Por un lado, le explicó que pedir una sala privada para llevar a cabo el hechizo de restauración salvaría su reputación, y a la vez cumpliría las condiciones de su contrato, aunque eso implicaba pagar una cuota por la sala. ¿La segunda sugerencia? Ponerle precio a su dignidad y ver si alguno de los hombres estaba dispuesto a pagar... o tal vez muchos de ellos.
- Entonces... – La voz de Izuku sacó de su trance a la Arcipreste peliazul, haciendo que se le enchinara la piel por lo amable y preocupado que sonaba, por lo enfermizo que era que su erróneo sentido de la justicia llenara todo el salón. – ¿Ya tomaste una decisión?
Aqua era plenamente consciente de que las palabras iban dirigidas a ella; pero también sabía que ahora tenía que decidir entre traicionar a sus seguidores, o poner su trasero a trabajar...
- ¡De acuerdo! – gritó finalmente Aqua, haciendo que Izuku y Megumin retrocedieran. – Solo tengo que restaurar a estas dos, ¿verdad? Nada de teatros o humillaciones públicas, ¿verdad? ¡Puede ser incluso una sola invocación mientras las dos queden restauradas, ¿VERDAD?!
- Sí... – replicó Izuku tras un momento para recobrar la compostura. – Pero estás haciendo una escena.
- ¡BIEN! – gritó de nuevo Aqua, y entonces hizo aparecer su bastón en su mano. Ahora su tela sagrada era fácil de ver gracias a su hermoso brillo, y apuntó con su bastón hacia las esclavas. – ¡Restauración Total Sagrada!
El hechizo fue lanzado sin ninguna fanfarria ni discurso especial; Aqua solo quería salir de ello y seguir adelante para conseguir dinero para sus... necesidades.
Aunque Izuku podía ver que la ex-diosa no quería cumplir, los efectos del hechizo fueron claros y se manifestaron rápidamente. Chika y Liza fueron rodeadas por la luz, y rápidamente, sus cuerpos fueron restaurados.
- ¿Uwo? – Chika estaba totalmente confundida de ver cómo sus garras de pulgares volvían a crecer donde se doblaban sus alas, como si estuvieran destinadas para ser usadas como pulgares humanos contra el ala para agarrar cosas... y entonces sintió que algo crecía por debajo de su espalda. – ¡EEEEEPPPPPP!
Un apéndice extra brotó desde la parte inferior de la espalda de la harpía negra, y rápidamente se vio cubierto por nuevas plumas, formando una hermosa cola negra. Chika comenzó a dar vueltas tratando de echar un mejor vistazo a su nueva extremidad, dejando salir sonidos adorables que reflejaban su curiosidad y maravilla, especialmente cuando la cola tembló y empezó a moverse.
Liza fue menos obvia. Solamente sacó su recién formada lengua, usándola para limpiarse los dientes.
- Mí... hablar... – Liza trató de usar su voz, con obvio esfuerzo luego del largo tiempo que pasó sin ella. – ¡Otra vez!
Izuku sabiamente decidió no mencionar lo primitivo que sonaba su forma de hablar, en lugar de eso optando por asentir dándole una sonrisa de ánimo.
- Bueno, ¡lo hiciste! – le dijo Izuku a la peliazul, enseñándole tanto su sonrisa como el pergamino mágico. – El contrato está cumplido; ya no hay más deuda para ti.
Al terminar de decir las palabras, el contrato mágico se prendió en llamas azules, ardiendo hasta convertirse en cenizas, y sin quemar absolutamente nada más. Aqua ya estaba libre, pero se sentía algo sucia...
- Esto no es justo... – murmuró Aqua, apenas lo bastante fuerte para que quienes estaban cerca la oyeran. – No deberían haberme hecho pasar por esto...
Al terminar, alguien colocó una botella frente a su cara. Aqua parpadeó un par de veces, incapaz de creer lo que veían sus ojos ante la vista que le agraciaba. ¡Era el vino fino en el cual había gastado todo aquel dinero!
- Ten, una pequeña muestra de gratitud. – dijo Izuku, sonriendo como el idiota amable que era, con una Megumin haciendo pucheros a su lado, y las dos semihumanas mirando a su amo como si él fuese el verdadero dios en la habitación. – Una diosa benevolente siempre debería usar sus poderes para mejorar la vida de los demás, sanar a los heridos y a los enfermos, y detener las injusticias dondequiera que ocurran. Si recuerdas esto, me aseguraré de recordar darte ofrendas apropiadas a cambio.
Aqua rápidamente abrazó la botella, con lágrimas cayendo a chorros de sus ojos denotando lo mucho que amaba este regalo, y el miedo de que se lo fuesen a arrebatar por un capricho.
- Más te vale que te comes tu tiempo en bebértelo. – le dijo Megumin rápidamente, acariciándose su collar para recordarse a sí misma que tenía un regalo mucho mejor. – Fue bastante caro.
Aqua sabía muy bien lo costoso que era. Sangre de Undine, ese era el nombre del vino, no solo era exquisito, sino difícil de conseguir, y muy caro...
- Lo sé, ¿de acuerdo? – dijo Izuku con una risita, todavía considerando que valía el precio si eso ponía a la diosa en el camino correcto. – Quiero decir, ¿dos mil eris por un vino hecho de bayas aqua?
Aqua se quedó estupefacta al oír esas palabras...
- Dos... – La voz de Aqua no fue capaz de transmitir el sonido de la jaqueca que se formaba en su cabeza. ¡Ese precio no podía estar bien! – ¿Dos... mil?
- Como dije, muy caro. – replicó Megumin, sin notar la cara de decepción en la Arcipreste. – Tus bayas fértiles son mucho mejores que las bayas aqua; deberías hacer vino con ellas.
Mientras Megumin le dirigía sus palabras a un ahora pensativo Druida, Aqua comenzó a preguntarse por qué le creyó al mercader cuando le dijo que el precio por cada botella era de doscientos mil eris... y finalmente entendió que todas sus tribulaciones habían sido causadas por cinco botellas de vino que le vendieron a sobreprecio.
- ¡Discúlpenme! – La voz de Luna interrumpió la conversación, haciendo que todos vieran a la voluptuosa recepcionista. – No pude evitar notar que su grupo acaba de utilizar un hechizo sagrado de muy alto nivel...
Por primera vez desde que se conocieron, Izuku y Aqua compartieron el mismo miedo; por un momento, ambos creyeron que los iba a convocar algún comité inquisitorial para responder por usar magia sagrada para restaurar a unas semihumanas... por supuesto que Izuku estaba más que listo para escapar con Megumin y sus chicas.
Un momento... ¿sus chicas?
- Recientemente se colocó una misión que es urgente, pero nadie parece querer tomarla. – comenzó a explicar Luna, fallando en notar cómo el grupo parecía relajarse ante sus palabras. – Ha habido reportes de luces extrañas que aparecen en el cementerio; no ha pasado nada malo todavía y no hay evidencia de que se esté haciendo necromancia durante las horas del día. Sin embargo, los nobles menores y mercaderes se están sintiendo nerviosos, y han exigido que un equipo de investigación sea formado y enviado al lugar.
Miradas confusas fueron dirigidas a la recepcionista, que fácilmente pudo adivinar que nadie en el grupo podía saber por qué habló con ellos en primer lugar. Honestamente, ella esperaba que mordieran el anzuelo y fuesen los primeros en chequear el sitio; si no pasaba nada malo, eso sería todo, pero si terminaban perdidos en acción, eso sería útil para pedir a la guardia real que interviniera.
- La recompensa actual es de un millón de eris por chequear el sitio y reportar la razón de este fenómeno. – explicó a medias Luna, pero rápidamente cambió de engranajes al notar que el Druida le lanzaba una mirada suspicaz. – También, el gremio está dispuesto a pagar extra, dependiendo de qué clase de peligros enfrenten durante la expedición.
(-0-)
Aquella noche más tarde, en el cementerio...
No fue una sorpresa que Aqua aceptara la petición tan fácilmente, una vez que se supo la recompensa. Mucho menos que quería guardarse la mayor parte para sí misma. Izuku tuvo que admitir que al menos tenía una explicación para su demanda... un poco débil, pero era una explicación después de todo.
- Esto no tiene sentido. – expresó finalmente Izuku, echando una mirada en la dirección de la Arcipreste peliazul.
- ¡Claro que sí! – bufó Aqua, ya recuperada totalmente de su previa humillación. – ¡Si esto es el resultado de necromancia o de algún no-muerto que anda rondando, yo haré todo el trabajo!
Aqua estaba tratando de mantenerse fuerte, pero la mirada seca en las caras de sus compañeros le resultaba inquietante.
- Por supuesto que les voy a dar una porción de la recompensa solo por escoltarme... – Aqua comenzó a sentirse intimidada por sus miradas. – Y, si por alguna razón es otra cosa... bueno... la dividiremos equitativamente como siempre...
Aqua estaba casi al borde de las lágrimas mientras continuaban las miradas.
- Lo que nuestro líder quiso decir... – comenzó a hablar Megumin, sacándole una reacción de sobresalto a la peliazul.
- ¡¿De aquí a cuándo se volvió nuestro líder?! – gritó Aqua, aunque fue totalmente ignorada mientras Megumin continuaba.
- ... es ¿qué estás haciendo TÚ aquí? – terminó de decir Megumin, apuntando su diminuto dedo hacia cierta Paladín rubia.
- Como una Paladín de Eris, no puedo ignorar tales declaraciones sobre una tierra santa. – Darkness había respondido como una caballeresa dispuesta a cumplir con su deber... solo para terminar quebrándose ante las miradas de los miembros del grupo. – Además... Aqua me registró como miembro oficial de su grupo. ¡Es un placer formar parte de su equipo!
- No creo que el amo lo apruebe... – dijo Chika suavemente, mirando a la Paladín con cautela.
- Cabello azul... boba... – agregó Liza, obviamente sin miedo de hacer valer su propia opinión.
- ¡Nadie les preguntó! – gritó Aqua dándole una patada en la pierna a la chica cocodrilo... solo para descubrir por la mala que dicha pierna era más dura que las tumbas de piedra que los rodeaban. – ¡AYAYAY!
- Bien, puedes quedarte. – dijo Izuku suspirando con cansancio, entendiendo que no les haría ningún favor iniciar una discusión en medio de una misión. Sin embargo, se posicionó quedando en medio de Darkness y el trío de Megumin, Chika y Liza. – Mientras no trates de lastimar a quienes son importantes para mí.
Megumin no pudo evitar sonrojarse por la inclusión de su persona entre quienes eran importantes para Izuku. Decidió que podía vivir con las semihumanas incluidas; después de todo era muy común para nobles y héroes tener múltiples compañeras.
- No se preocupen, como miembros de mi equipo, es mi deber protegerlos a todos y evitar que sean heridos. No importa lo humillante para mí que sea tener que proteger a una enemiga de mi diosa... o a una pagana que ni siquiera habla de su nombre con respeto... – El discurso de Darkness rápidamente se fue deteriorando, y pronto estaba temblando en expectativa de cosas pervertidas que le vendrían. – Por supuesto... eres libre de recordarme mi lugar con esos sexys látigos espinosos tuyos...
Mientras Darkness continuaba hablando sin parar de cosas pervertidas, y Aqua chillaba sobre haberse roto un dedo del pie y bárbaros hechos de acero, Izuku hizo aparecer unas vides, y rápidamente, las utilizó para cerrarles las bocas a las dos que no paraban de hablar. Instantáneamente se quedaron congeladas por la mirada seria de sus ojos.
- ¡Cállense ustedes dos! – las regañó Izuku en voz baja. – Algo está pasando.
Justo cuando Izuku terminó de hablar, el resto del grupo comenzó a notar un cambio en la atmósfera... a la vez que se escuchaban unos cánticos.
- Oh, espíritus de aquellos que no pudieron pasar al más allá. Almas perdidas de aquellos que murieron antes de su tiempo...
La voz era poderosa, pero gentil. Algo era seguro: definitivamente era de una mujer.
- Hay mucho maná en el aire... – reportó Izuku mientras comenzaba a caminar hacia la voz, dando pasos con mucho cuidado para evitar poner a su equipo en peligro innecesario. – ¿Megumin?
- Atiendan mi llamado y escuchen mi voz. Busquen la luz y entren por las puertas de la eternidad...
La voz continuaba recitando el cántico, y círculos mágicos se hacían visibles en el aire encima de un obelisco que parecía marcar el mero centro del cementerio.
- Sin duda es un hechizo. Y de muy alto nivel... – replicó Megumin enfocándose en el encantamiento que recitaba la voz. – Pero no es un hechizo de ataque.
Al acercarse más, el obelisco se volvió perfectamente visible, igual que la mujer que estaba terminando de recitar su hechizo.
- ¡Liberación de Almas! ¡EXPULSA!
Al terminar el encantamiento, el círculo en el aire se volvió realmente brillante, y entonces un círculo másico en el suelo resonó junto con él. Docenas de almas se hicieron visibles al ojo normal gracias al hechizo, y todas ellas volaron rápidamente a través del círculo, como si ascendieran hacia el cielo.
Izuku finalmente reconoció a la invocadora.
- ¡¿Wiz?!
El repentino arrebato de Izuku atrajo la atención de la mujer, que al instante miró al grupo reunido de aventureros.
Por solo un momento, parecía que estaba a punto de estallar una gran confrontación. El hechizo del que habían sido testigos era parte de la escuela de magia de la Necromancia, y había sido de nivel bastante alto, lo que significaba que, por todos los indicios, la mujer frente a ellos tenía que ser una Nigromante. Eso por sí solo sería suficiente para, al menos, ameritar una visita del comité inquisitorial local.
- ¡Ah! ¡Izuku y Megumin! – los saludó Wiz una vez que reconoció a dos de los aventureros en el grupo, caminando felizmente hacia ellos sin ningún signo de estar en guardia, o incluso que les incomodara su presencia. – ¿Qué están...? ¡Oh cielos! ¡Esas plumas ahora se ven aún más hermosas!
Y de nuevo, la dueña de la tienda estaba tratando de agarrarle las plumas a la pobre harpía...
- ¡FFUUUEEEEE! – Chika se sintió aterrada, incapaz de imaginarse que ningún humano, fuera de su querido amo, le tocara su plumaje sin intenciones maliciosas, por lo que retrocedió.
- ¡No tocar! – dijo Liza, agarrando a la despistada tendera del cuello de su ropa otra vez. – ¡Solo amo poder tocar!
- ¡Pero es que son tan hermosas! ¡Tan suavecitas! – empezó a decir Wiz haciendo aspavientos con los brazos, tratando inútilmente de agarrar a la chica pájaro.
- Entonces... – Megumin fue la primera en encontrar su voz, llamando la atención de todos y sin poder ocultar su sonrisa cuando Izuku enfocó su atención en ella. – ¿Eso era todo? ¿Alguien andaba haciendo un exorcismo no solicitado?
- Así parece. – Izuku parecía igual de confuso, si bien también estaba algo aliviado, ya que no estaba seguro si sus habilidades bastarían para lidiar con una horda de no-muertos. – Pero si el cementerio necesitaba un exorcismo, ¿por qué no lo pusieron en el salón del gremio como una misión?
La pregunta de Izuku era válida, aunque la respuesta vendría de la fuente más improbable.
- De hecho... – La voz de Darkness atrajo la atención, mucha de ella – estos rituales se supone que sean llevados a cabo por los clérigos de la Iglesia de Eris de manera regular. Pero ahora que lo pienso... no hemos tenido un Exorcista apropiado desde hace casi un año...
La vergüenza en la voz de Darkness no iba cargada de placer, para variar, pues parecía que genuinamente se sentía mal de tener que reportar semejante falta de personal apropiado de su religión.
- Bueno, ya tenemos la explicación y la razón. – dijo Izuku felizmente, contento con el conocimiento de que la misión estaba completada, no había pasado nada malo, y la gente podría respirar por la noche a partir de ahora. – Podemos irnos a casa y reportarnos temprano por la mañana.
La declaración de Izuku fue recibida con asentimientos de todo el mundo... bueno, de casi todo el mundo.
- No, todavía no... – La voz de Aqua sonaba ominosa, y llena de ira. – Aún queda un exorcismo más por llevar a cabo...
- ¿Qué? ¿Por qué? – preguntó Megumin mirando alrededor, sin notar ningún cambio en el maná del ambiente que pudiese indicar que había almas en pena. – ¿Dónde están los no-muertos?
El puño de Aqua inmediatamente se cargó de su furia divina, y sus ojos prendidos en llamas estaban enfocados únicamente en la todavía inmovilizada tendera.
- ¡Justo frente a nosotros! – gritó Aqua saltándole encima a Wiz... solo para verse envuelta entre vides, lo que canceló su ataque y la dejó incapaz de siquiera forcejear. – ¡IZUKU! ¡¿POR QUÉ?!
- Solo cállate y deja los delirios. – replicó Izuku, comenzando a caminar hacia la salida del cementerio, seguido de cerca por quienes eran importantes para él, y manteniendo algo lejos a Aqua y Darkness para evitar daños a sus oídos. – Atacar a Wiz así tan de repente.
Megumin le lanzó a Izuku una mirada cuestionadora por un momento, pero tras recibir un guiño algo travieso, no pudo evitar devolvérselo. Ambos sabían perfectamente que la tendera era una no-muerta; Megumin había sentido su maná, lo antinatural que era, e Izuku se había percatado de que su corazón no latía y también de su anormal falta de calor corporal.
No sabían qué clase de no-muerta era, pero de algo estaban seguros, ella no era malvada. Y además, su tienda estaba llena de gran variedad de objetos que captaban su interés.
Esta historia continuará...
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