Pureza
Sobre los tejados de la ciudad de Axel, muy cerca del gremio de aventureros, estaba volando una figura pequeña y femenina. De baja estatura, de atributos femeninos muy pequeños, con una cara que gritaba inocencia, y a pesar de todo exudaba un aura remarcablemente lasciva. La mayoría de hombres, especialmente los adolescentes con las hormonas locas, sin duda se le aproximarían con intenciones impuras si la vieran.
- ¡Mi primera misión! – murmuró la chica con excitación, con estrellas chispeando en sus ojos ante el prospecto de tener éxito. – ¡Por fin me convertiré en una verdadera súcubo!
Si alguien intentaba asaltarla sexualmente, sería su perdición. Porque era una súcubo.
Las súcubos eran demonios terribles no porque fueran fuertes, o tuvieran dotes mágicos, sino porque sabían cómo meterse en los corazones de los hombres. Capaces de convertir a amigos y hermanos en enemigos mortales con un guiño y un besito volador, capaces de convertir al sacerdote más devoto en una bestia lujuriosa con una sola caricia, estaban entre las especies más peligrosas conocidas por el hombre.
- Aquí está, es la posada marcada en la petición. – murmuró la pequeña súcubo para sí misma mientras alternaba entre la nota de su mano y el edificio frente a ella. – Ahora, ¡es tiempo de encontrar al pequeño Archidruida!
Todas las iglesias habían decretado que había que matar a cualquier súcubo que fuese vista, y si se sospechaba de la ubicación de alguna sociedad de ellas, todo el pueblo tenía que ser arrasado sin piedad para purificar a la tierra de su influencia.
Pero en Axel, ese decreto era ignorado a propósito.
- ¡Ahí está! – La pequeña chica no pudo contener su sorpresa al ver que su objetivo no estaba solo. – ¡Oh cielos! Ya tiene un grupo muy grande de seguidoras. ¡Y duerme con todas al mismo tiempo!
El Café Crema era un establecimiento oculto del camino principal, pero era bien conocido entre aventureros y trabajadores normales. Era único porque era totalmente operado por súcubos. Y ofrecía un servicio único: a cambio de algo de fuerza vital excesiva del cliente, ellas proveían unos sueños excesivamente placenteros, y vívidos a más no poder.
Las súcubos se alimentaban de la esencia vital, que podían tomar en su totalidad a la vez, resultando en la muerte del objetivo, o solo en pequeñas cantidades, asegurándose de poder... exprimir... al objetivo por un largo tiempo. Esto sólo se podía lograr si una súcubo solitaria iba tras media docena de hombres.
Axel, sin embargo, era una ciudad bien conocida por estar llena de pervertidos, de aventureros exhaustos que necesitaban urgentemente alivios sexuales. La líder de la sociedad de súcubos había encontrado que en un lugar con tan alta demanda de alivio, regular a su sociedad tomando solo el exceso podía llevar a un arreglo bastante beneficioso. Solo habría que imaginar su sorpresa cuando el hombre que las descubrió no demandó su vida, sino un sueño que cumpliera sus fantasías.
- ¡Ahora, a tomar notas! – La pequeña intrusa rápidamente sacó un trozo de pergamino y una pluma. – Está abrazando con mucha ferocidad a la maga loli... la chica pájaro los cubre a ambos con su ala extendida... la chica lagarto le sirve como almohada al lindo Druida. Debe tener un vientre muy suavecito...
Cuando la súcubo matriarca probó ser capaz de darle al primer aventurero el sueño erótico que pidió, se encontró con una lluvia de peticiones. Cuando las noticias de sus capaces manos llegaron ante el maestro del gremio de aquel tiempo, se le permitió pedir una recompensa a cambio de permitirle probar con todas las recepcionistas que le gustaban... en sus sueños, por supuesto.
Esa recompensa se convirtió en el edificio actual que ella y sus hermanas estaban usando ahora, que finalmente era reconocida como un establecimiento legal.
Desafortunadamente, el que no fuera secreto significaba que a veces se encontraban con trabajos muy extraños en sus manos. Uno de dichos trabajos era encontrar las proclividades de un individuo. Su existencia ya era ilegal a los ojos de las iglesias, y la petición no involucraba causarle ningún daño al objetivo, el Café Crema no encontró razones para rehusarse.
- De acuerdo, señor Archidruida lindo, voy a entrar en tus sueños por un momento. – Con un poco de concentración, la pequeña súcubo comenzó a usar su mente para tomar la esencia del único hombre en la habitación. – Te prometo no tocar nada, solo quiero ver un poco.
Destellos de imágenes comenzaron a tomar forma.
Torres gigantescas hechas de acero y cristal...
Una academia del tamaño de una ciudad enorme...
Izuku Midoriya era aclamado como un héroe, alguien cuya simple presencia llenaba los corazones de todas las personas buenas de paz.
- Esperen... ¿eso es todo? – La súcubo estaba totalmente confundida.
Los sueños de ser aclamado como un héroe eran casi siempre seguidos por la necesidad de tener múltiples parejas, y luego siempre por el hombre rodeado por ridículas cantidades de riquezas.
- ¿Qué hace este chico viviendo en un hogar tan pequeño? – Ver a un héroe que trabajaba tan duro conformándose con un estilo de vida tan patético era algo inaudito. Al menos, la mayor parte de los objetos parecían de alta calidad, ¡pero aun así!
Llegando a casa tras un día de trabajo...
Siendo abrazado por su linda esposa y familia...
- ¡Esperen! Hay tres chicas en la imagen... – Ahora la súcubo se estaba desesperando, su objetivo había declarado UNA esposa, pero la imagen mostraba a TRES chicas que lo amaban. – ¡¿CUÁL ES?! ¡¿O ACASO SON LAS TRES?!
Desesperada por algo de información, la pequeña súcubo decidió presionar un poco más, obligando al chico a elegir a una, o saltar a la cama con las tres y ver cuál de todas le gustaba más.
El intento, hecho con verdadera fineza, produjo un pequeño cejo fruncido en la cara del joven Archidruida, casi imperceptible para cualquiera... casi.
Un par de ojos rojos se abrieron de golpe, saltando de inmediato hacia la ventana. El violento instinto asesino que emanaba la chica cocodrilo albina estaba ardiendo. Incluso cuando no vio a ningún sospechoso de su ira.
A dos edificios de distancia, una pequeña súcubo estaba temblando de horror. La matriarca las había entrenado a todas y cada una de ellas para percibir el peligro y huir tan rápido como pudieran llevarlas sus alas. Había saltado fuera del marco de la ventana en una fracción de segundo antes de salir disparada hacia las sombras para escapar de... eso.
Todavía estaba calmando su corazón con respiraciones agitadas. Lo que sintió en ese momento, fue como si hubiese tocado el tesoro más preciado de un Rey Dragón. No había dudas en su mente que si se hubiera tardado una fracción de segundo más... si esa... cosa... la hubiese visto, habría sido despedazada de la manera más brutal y salvaje posible.
- ¿Cómo voy a reportar esto? – murmuró la súcubo para sí misma desesperada, sabiendo que la iban a regañar si la información no era suficiente, y aun así, no había forma de que volviera a intentar eso por segunda vez.
No con ese dragón que se hacía pasar por una chica lagarto.
(-0-)
La mañana siguiente...
Despertar con el primer rayo del amanecer ahora era la norma. Izuku sentía que el sol lo impulsaba a levantarse más temprano que ningún reloj de arena de su viejo mundo. Sin embargo, hoy había algo diferente.
- Qué sueño tan raro... – murmuró para sí mismo, sacudiéndose cualquier pensamiento remanente del asunto.
Anoche tuvo su usual sueño de fantasía sobre ser un héroe, salvar el día y volver a casa por unos bien merecidos abrazos. La última parte fue una nueva adición desde que llegó a este mundo. Pero al final del sueño, sintió que había algo raro, como si una voz externa le estuviera preguntando cuál de sus chicas estaba destinada a ser su esposa. Antes de poder responderle, su sueño tomó un giro que no le hizo sentirse nada cómodo; sus chicas estaban desnudas, y lo invitaban a...
- ¿Qué sueño? – preguntó Megumin, empezando a salir de la cama y asustando un poco a su novio.
- Sobre que volvía a mi mundo. – replicó Izuku amablemente, omitiendo la última parte.
No tuvo oportunidad de elaborar, sin embargo.
- Yo estaba en ese sueño, ¡¿VERDAD?! – Megumin parecía a punto de soltar un berrinche.
Izuku no pudo evitar reírse al verla. Aunque no sabía si podría llevársela a su mundo cuando volviera, sí sabía que quería presentársela a su madre. Igual que a las otras. ¿Quizás había algo de verdad en la parte más extraña del sueño? Tal vez estaba siendo demasiado relajado moralmente, después de todo.
- Dije que fue un sueño, no una pesadilla. – replicó Izuku, dándole una palmadita en la cabeza a su novia. – Claro que estabas allí... todas lo estaban.
Las palabras de Izuku salieron tal vez demasiado cariñosas, pues Megumin rápidamente desvió la mirada para ocultar su sonrojo. Desde donde estaba, Liza comenzó a estirarse, pues su cuerpo de sangre fría ya había sido precalentado gracias al calor de su querido amo.
- Y bien... – Megumin logró controlarse en segundos, y ya estaba buscando su ropa para cambiarse. – ¿Qué tenía de raro?
Izuku se congeló. No sabía qué iba a responderle.
Había visto desnudas a Chika y Liza, así que recordarlas sería... excusable. Sin embargo, Megumin era una cosa totalmente diferente. No solo no la había visto desnuda, sino que era una humana educada, y sin duda se alteraría ante la mención de algo así.
- B-bueno... yo... tú... – El tartamudeo de Izuku no pasó desapercibido, mucho menos lo hizo su cara sonrojada.
- Uuuugggghhhh... – El gruñido de Chika inmediatamente disipó la tensión.
- ¡¿Chika?! – preguntaron Izuku y Megumin, ambos alarmados.
Las harpías eran bien conocidas por ser muy obsesionadas con estar limpias; siempre se acicalaban las plumas, se bañaban cuando fuera posible, y en general se rehusaban a ensuciarse. Megumin se había sorprendido cuando Izuku le explicó que este comportamiento no era por vanidad, sino por higiene. Era la única manera de una harpía para crecer sana, o tan sana como se le permitiera.
- El estómago de Chika está hinchado... – informó la harpía, señalando su vientre, que estaba un poco más grande de lo usual – ... con un huevo...
La mente de Izuku hizo cortocircuito.
Él no la había tocado. Bueno, no en el sentido de tener... sexo... ¿verdad? La había visto desnuda, y le tocó su pequeño y adorable pecho. Y había dormido con ella... todas las noches...
No le había hecho nada mientras dormía, ¿verdad?
De pronto, la memoria de su sueño volvió con más fuerza. ¿Y si abusó de ella mientras estaba dormido? Con su mentalidad de esclava ella no se quejaría, por supuesto, ¡pero eso solo lo hacía peor! ¿Las otras estarían en peligro? ¡¿Ya las habría atacado?!
- Yo... – Izuku trató de decir algo, cualquier cosa. Si ya había hecho algo, entonces lo menos que podía hacer era asumir la responsabilidad.
Megumin rápidamente movió su pequeña mano para cubrir la boca temblorosa de su novio.
- No lo hagas... – dijo Megumin con voz baja que sonaba como un siseo. – No te atrevas a decir una palabra, no hasta que yo vea ese huevo...
- Nnnnnngggghhhh... – El gruñido de Chika's detuvo cualquier discusión, ya que necesitaba atención, no gritos enojados en ese momento.
(-0-)
Salón del gremio, dos horas después...
En una esquina, cierta ladrona de pelos plateados trataba de ahogar sus penas en alcohol, debido a los pensamientos que no dejaban de perseguirla. No hacía mucho, todo aquello que consideraba preciado y sagrado había sido puesto en duda, y la santidad de su fe había sido llamada una fuente del mal.
- Esto no es justo... – murmuró Chris la Ladrona, mientras se bajaba una taza de ale.
Las acciones de ese lindo y joven Archidruida estaban poniendo al mundo entero patas arriba, ¿pero realmente tenía que hacer tanto escándalo en la fe de la gente? ¿Sobre el nombre de la benévola y amada diosa Eris? ¿Ella?
- El Arcipreste tiene que arrepentirse, arreglarlo todo antes que sea muy tarde... – continuó Chris, traicionando ligeramente su verdadera identidad, hablando como lo haría la propia Eris.
Podía entenderlo, podía ver por qué el Archidruida lanzó un ataque contra su fe. Sus seguidores fueron los que lo agredieron a él primero, así que tenía todo el derecho de responderles de igual forma. Pero su represalia iba a ser mucho más devastadora si no se templaba con benevolencia.
Desde un punto de vista religioso, los Druidas era excesivamente peligrosos. Capaces de llevar a cabo milagros sin pedir más que el mínimo necesario, dispuestos a prestar su ayuda cuando surgiera la necesidad, y conocidos por respetar las leyes y creencias de otros, fácilmente podrían atraer a la gente a unirse a sus comunidades... si las tuvieran.
- ¿Por qué no está influenciado por su clase? – volvió a cuestionar Chris al aire, incapaz de emborracharse debido a la insana cantidad de estrés que estaba atravesando.
Los Druidas eran solitarios. Ya era muy raro verlos en tierras civilizadas, nunca tomaban compañeros fuera de una pareja o algunas mascotas, y la gente común rara vez tenía oportunidad de interactuar con alguno, mucho menos tomarse el tiempo de conocerlos y a sus costumbres. Los nobles, demasiado centrados en su propio confort, jamás se dignarían a tener una conversación con uno.
Izuku Midoriya era todo lo opuesto, y eso lo hacía todavía más peligroso. Amable, desinteresado, carismático, poderoso; estos rasgos ya hacían que la gente mirara en su dirección y que le hiciera preguntas, sobre sí mismo, su credo y sus ideales. Para empeorarlo, siempre se veía en compañía de varias personas.
Los rumores ya estaban circulando. ¿Quizás por relacionarse con semihumanos al ser un Druida los volvía más fuertes y confiables? ¿Acaso los Druidas podrían fortalecer a los miembros de su equipo solo por estar allí? ¿La clase Druida les permitía vivir fuera de la tierra con facilidad? ¿Sería posible para un Druida ponerle fin a una sequía sin una enorme donación? ¿Tal vez los campos de cosechas crecerían mejor si un druida los bendecía en lugar de las diosas?
- Ellos no entienden... – se quejó Chris, sintiendo que le dolía el corazón. – La gente reencarnada tiene poderes que les permiten hacer trampa...
Como la diosa Eris, estaba al tanto de la situación de Izuku. Sabía que provenía de Japón, o al menos una de las múltiples versiones que había de dicho país. Ella no tenía idea de qué era lo que habría pedido, pero al ver a Aqua en el mundo mortal sólo podía significar problemas. En el mejor escenario, ella era el regalo, por lo que ahora los dioses no estaban a salvo de las reglas de transferencia de almas. En el peor escenario... el Altísimo finalmente se había hartado, y la forzó a acompañar con Izuku para ponerle fin a la extendida revuelta del Rey Demonio. Ambas posibilidades la aterrorizaban a más no poder.
Afortunadamente, éste parecía un buen héroe. Mucho mejor que todos los anteriores combinados, y ya era más fuerte que los demás provenientes de otros mundos que seguían viajando.
- ¡Está bien! ¡Ya entendí! – La voz algo fuerte de Izuku resonó en el salón, mientras él y su grupo entraban. – Esto es culpa mía por olvidarme de algo tan importante.
Echando un vistazo al joven Archidruida, pudo ver que estaba algo avergonzado. Sus compañeras todas mostraban distintos niveles de estar divertidas.
- En serio, ¿cómo se te pudo olvidar? – le preguntó Megumin con una enorme sonrisa. – Ella es importante para ti, y para mí, ¡y aun así eso se te olvidó!
"Eso" era la fuente de todo el estrés de esta mañana. Chika había puesto un huevo, y en ese momento debido al pánico, Izuku había comenzado a balbucear estupideces sobre asumir la responsabilidad. Para cuando fue capaz de escuchar a su alrededor, Darkness, Yunyun y Aela ya estaban en el cuarto, y tuvieron muchos problemas para poder aguantarse las risas.
- Para ser justos, a mí también se me olvidó. – dijo Yunyun, todavía teniendo problemas para ocultar su propia sonrisa. – Usualmente no trato con harpías.
Lo que Izuku había olvidado era que las harpías, igual que la mayoría de especies avianas, ponían huevos incluso cuando no estaban fertilizadas. Era información disponible en la enciclopedia del gremio, información que había leído varias veces para entender bien a Chika y cuidarla apropiadamente. Dicha información incluía el conocimiento común de que los huevos de harpía variaban de tamaño dependiendo si estaban fertilizados o no. El huevo de Chika, si bien era el doble de grande que uno de gallina, seguía siendo demasiado pequeño para tener un bebé.
- Eso yo no lo sabía... – Aela se unió también a la discusión, incapaz de decidir si debería sentirse avergonzada o furiosa. ¡La harpía estaba obteniendo más atención que ella!
Izuku gruñó con exasperación. Estaba muy avergonzado y se regañaba a sí mismo por lo que pasó antes. Culpaba a ese extraño sueño, ya que un malentendido como ese no habría sucedido si no hubiera estado tan confundido respecto a sus sentimientos. No era que no encontrase sexy a Chika, o a Megumin deseable, o a Liza...
- Entonces, ¿qué planeas hacer con ese huevo? – preguntó Darkness, mientras ella y los demás se sentaban en su mesa usual. Le parecía lindo ver avergonzado al chico, pero el huevo no podía permanecer ignorado. – Los huevos de harpía sacan buen precio como ingrediente alquímico, y el gremio podría comprártelo por su valor como carnada para monstruos. La iglesia no sirve porque solo compran huevos fertilizados, aunque el Imperio...
Darkness de repente se quedó callada, lo cual fue desconcertante porque su cara palideció por alguna razón, como si se le fuera el aire de la garganta. Fue como si hubiese visto un horrible fantasma, y a Izuku eso no le gustaba para nada.
- Tampoco sirve, está muy lejos para que el huevo dure. – Aela trató de continuar donde Darkness se quedó, al menos podía proveer algo de información. – Lo que es una pena porque-¡AY!
Yunyun le había dado una patada en la pierna a la Cazadora, silenciándola antes que dijera algo que no debería haber dicho.
- ¿Porque qué? – preguntó Izuku, ya sin estar confundido.
Las miembros de su grupo estaban ocultándole algo, eso era obvio.
- El Imperio es bien conocido por sus prácticas de esclavitud, así que no queremos que... vayas allá y hagas algo imprudente. – elaboró Megumin tan elegantemente como pudo. – Pagan mucho por cosas como huevos porque los utilizan en cosas muy desagradables. Sabemos que quieres hacer algo al respecto, pero tendrás primero que vencer al Rey Demonio si quieres que tu voz sea escuchada.
Izuku en realidad sí parecía listo para marchar contra el Imperio y arrasarlo hasta las cenizas. Sus compañeras no querían siquiera imaginar lo que su líder haría si se enteraba que, en el Imperio, los huevos de harpía eran considerados una delicia entre los nobles. No pudieron suprimir un escalofrío al imaginarse el inminente genocidio...
- Pues más vale que me oigan cuando acabe con el Rey Demonio. – murmuró Izuku en tono sombrío. Suspiró y volteó a ver a la harpía en cuestión. – Entonces, Chika, ¿qué quieres hacer con tu huevo?
La harpía negra se sorprendió por la pregunta, y con buenas razones. A los esclavos no se les permitía tener nada, pues sus amos eran propietarios de todo lo que tuvieran, todo lo que fueran, incluso sus vidas. Belzerg era amable con los esclavos, pero incluso entonces, un esclavo no tenía nada que fuera suyo. Éste no era su primer huevo, pero los dos anteriores se los había quitado su antigua dueña para nunca más volver a verlos.
- Bueno, el huevo le pertenece al amo, así que... – Chika realmente no sabía qué hacer o decir, y sus susurros rasposos lo demostraban.
- No, Chika. – interrumpió Izuku suavemente. – Ese huevo es tuyo. Puedes quedarte con él, o venderlo para tener dinero propio y gastarlo en lo que quieras. También puedes destruirlo para que nadie más lo tenga, si no quieres que lo toquen.
Chika se veía indecisa. El que su amo la hubiese ayudado cuando lo estaba poniendo había sido muy lindo de su parte, pero le habían permitido jugar con él desde hacía rato. La idea de perderlo se estaba volviendo difícil de manejar, especialmente luego de ver a su amo acunarlo como si fuera un bebé, incluso aunque fuera solo por unos segundos hasta que Megumin le dijo que no era un huevo vivo.
- No guardar. – interrumpió Liza repentinamente, que había permanecido extrañamente silenciosa y al margen toda la mañana, aunque un observador desde afuera nunca notaría el cambio en su semblante estoico. – Huevos... robados...
Todo mundo adoptó una expresión sombría al oír las palabras de la siempre estoica chica cocodrilo. Las comodidades e ingredientes altamente solicitados siempre atraparían las miradas de gente inescrupulosa que buscaría algo de dinero fácil. El huevo de una harpía, al ser solo valioso mientras estaba fresco, seguramente atraería mucha atención no deseada.
- ¡Hola, chicos! – se les acercó cierta Ladrona de pelos plateados al grupo, lo que inmediatamente puso a Izuku en alerta... aunque por razones distintas. – ¡Cuánto tiempo sin vernos!
- Hola, Chris. – replicó Darkness amablemente. – No ha pasado mucho realmente, pero ya no la pasamos juntas tanto como antes.
Izuku se había olvidado por completo que Darkness y esta individua racista eran amigas... y que compartían la misma fe. El verla cómo observaba a Chika con ojos que gritaban furia y asco era un triste recordatorio de lo horrible que era este mundo.
- No recuerdo que fuera una harpía salvaje... – Chris no pudo evitar expresar su confusión; después de todo, la última vez que la vio, Chika no tenía las plumas de su cola ni los pulgares de sus garras. – ¿Eso es un huevo? Puedes conseguir un buen dinero si está fresco.
- Chris... – La voz de Darkness tomó un tono de advertencia. Hacer enojar a Izuku era un total no-no en su libro. Los Santos no debían permitir que las emociones negativas los guiaran, después de todo.
- ¡No vengo a buscar pelea! – se defendió Chris, aunque fallaba en ocultar su desdén por la harpía negra. – No quiero molestarlo para que lleve a su esclava a que la arreglen en la iglesia, ¿verdad?
Megumin inmediatamente se movió para consolar a Izuku, dándole unas palmaditas en la espalda. Se estaba enojando mucho, especialmente al oír cómo le daban un nombre tan trivial a esa mutilación salvaje.
Chris soltó un suspiro cansino. Intentar ser amable enfrente de una harpía era extremadamente difícil, pero estaba dispuesta a hacerlo con tal de arreglar las cosas entre la iglesia y este héroe elegido. Ver que sus templos fueran destruidos por UNA sola harpía no valía la pena. De hecho, tal vez tener a UNA sola harpía que sirviera al héroe, y a la iglesia, podría dar buena publicidad, lo que llevaría a menos harpías salvajes en los cielos.
- Mira, quiero disculparme, ¿está bien? – volvió a intentarlo Chris, feliz de ver que sus palabras al fin parecían funcionar. – Eris nos enseña a ser benevolentes y a demostrar compasión, siempre poniéndonos del lado de la justicia. Enseñanzas que algunos sacerdotes a veces olvidan extender a aquellos fuera de la orden religiosa.
Tomándose un momento para mirar los rostros todavía llenos de suspicacia, Chris trató de poner un acto más... tímido. Siempre funcionaba con los héroes buenos.
- Lo que trato de decir es que no todos en la iglesia de Eris son unos avaros y condescendientes, como los sacerdotes que te atacaron antes. – trató de explicar Chris, sintiéndose victoriosa cuando vio al Archidruida relajarse. – Digo, tú has estado trabajando con Darkness. Y aunque a mí no me gusten mucho las harpías, entiendo que no hiciste nada malo cuando resolviste la crisis con la mazmorra de Keel.
Hubo un momento de tenso silencio mientras los de la mesa parecían asimilar las palabras de la Ladrona. Y entonces, Izuku soltó un suspiro con mucha pesadez.
- Bien, entiendo. Darkness me ha demostrado que hay al menos algunas personas razonables entre los de su religión. – concedió Izuku, pero endureciendo la cara junto con su voz, justo cuando la Ladrona estaba a punto de celebrar que cambiara de opinión. – Aun sigo sin querer que nadie de tu iglesia se acerque a mis queridas Chika y Liza. No me fío de que no intentarán hacer nada contra ellas.
- ¿Liza? – preguntó Chris confundida. – Eris solo declaró a las harpías como enemigas, ¿por qué iba a querer hacer algo en contra de los hombres lagartos?
La confusión de Chris debería haber sido comprensible desde su punto de vista. Durante la guerra de semihumanos, fueron las maquinaciones de las harpías las que trajeron la extinción de sus queridos Avariel. Por eso hizo el esfuerzo extra de vengarlos, lo que llevó a la absoluta dominación de las harpías en la era actual. Sus enseñanzas solo iban hacia las harpías, así que otros semihumanos...
- Eso no ha impedido que algunos sacerdotes traten a otras razas de la misma manera. – explicó Darkness, sonando realmente molesta por el tema. – Aun recuerdo a una sacerdotisa bastante enérgica que buscaba demonizar a los hombres conejos. Mi padre se enfureció mucho cuando se enteró que le cortó las orejas a un niño conejo muy joven frente a mí y a otros niños. Y no fue castigada, solo la enviaron a otra ciudad.
Chris se sorprendió. Tales prácticas tan extremistas no deberían ser conectadas con su fe, especialmente cuando los hombres conejos no se unieron a la guerra en ese entonces. Luego estaba la absurda cantidad de ira que emanaba del Archidruida. La marca de un verdadero héroe, de declararle la guerra a la injusticia en cualquiera de sus formas. Ahora, si tan solo pudiera hacerlo entender que la justicia no siempre era agradable.
- Ya, ya... – Megumin le frotó más la espalda, luchando una batalla perdida contra la furia de su novio. – Sé que es difícil saber eso, pero por ahora no hay nada que podamos hacer al respecto.
Para ser sincera, Megumin también tenía dificultad para digerirlo. A su clan le agradaban los semihumanos, tanto así que mantenían de manera religiosa el templo de su fundador a los míticos hombres gatos, una de las primeras especies que se extinguió durante la guerra de semihumanos.
- Cortarle las orejas... ¿a un lindo niño conejo? – Yunyun estaba en lágrimas, ya que los hombres conejos eran los más favorecidos en su familia, y aunque nunca compraban esclavos, siempre hacían lo posible por ayudarlos y curarlos, incluso a sus contrapartes animales.
Chris se aclaró la garganta, queriendo volver la conversación de vuelta al tema principal, y tratar de disipar la creciente ira del joven archidruida.
- Bueno, solo para que sepan, no tengo nada en contra de los semihumanos. – declaró Chris claramente, intentando en la mejor medida iniciar una buena relación con el héroe reencarnado frente a ella. – Y aunque es cierto que no confío en las harpías, Eris debe tener muy buenas razones para eso, así que dejaré a la tuya en paz. Tal vez solo te diga una o dos veces que tengas cuidado con ella, pero nada fuera de eso.
- Tu advertencia no es apreciada ni deseada, muchas gracias. – replicó Izuku, con la mordida más fuerte que se le salió, pero sentir el miedo de Chika detrás de él ya se estaba volviendo demasiado para él. – ¿Eso era todo?
Izuku hizo una nota mental a pesar de todo. Pudo sentir que Chika se escondía detrás de él, pero también estaba de pie a un lado, demostrando miedo, ¿pero aun así manteniéndose firme?
- Bueno, también prometo que no intentaré nada en contra de la chica cocodrilo, aunque no es que pueda hacer algo. ¿Hay algún arma capaz de atravesar esas escamas? – añadió Chris, pensando que era innecesario considerando lo estúpidamente fuerte que era esta esclava en particular. – Además, solamente quería ofrecer mis servicios para tu grupo. Considéralo cuando quieras ir a explorar alguna mazmorra, ¡tener a alguien capaz de abrir cerraduras, desarmar trampas y hacer reconocimiento siempre es algo bueno!
Despidiéndose con la mano y guiñándole el ojo, Chris dejó al grupo en sus asuntos. Izuku esperó hasta que la Ladrona ya estaba fuera del rango de escucha para volver a hablar.
- Chika, ¿todo bien? – preguntó Izuku mientras volteaba a ver a la harpía a su lado.
Por un instante, todos excepto Liza miraron confusa la acción.
- Eso fue aterrador... – respondió Chika con la voz temblorosa antes de sacar la cabeza por detrás de Izuku, lo que llevó a que la otra Chika desapareciera un segundo después. – Chika pensó que volvería a perder su cola...
Izuku no pudo evitar darle unas palmaditas a la pequeña harpía. Era imposible no quererla, aunque su voz fuese una tortura de dolor constante en sus oídos.
- ¿Eso no fue una ilusión? – preguntó Aela por reflejo, sabiendo muy bien que las esclavas no podían aprender magia porque no podían conseguir clases.
- Una ilusión menor, de hecho. – replicó Megumin sin pensar, aunque no era que importase a la larga. – Aunque me sorprende que la haya usado así de bien.
Aela abrió la boca para cuestionar todo lo que estaba mal. Sin embargo, en vez de hablar, cogió un bocado de sapo frito para empezar a comer.
El grupo de Izuku no tenía ningún sentido. De hecho, la única constante razonable era que nadie en este grupo tenía sentido. Habría podido volverse loca tratando de entenderlo si no se hubiera vuelto parte de esta anomalía sin sentido que solo iba en incremento. Ella acabó con un Asesino de Novatos en dos disparos; la harpía negra podía utilizar algo de equipamiento encantado por lo que sabía. Cuestionar cualquier cosa solo la haría ver como una perra desagradecida.
- No te preocupes, Chika. – le aseguró Izuku con ternura, dándole unas palmaditas extra en la cabeza. – No dejaremos que nadie te vuelva a hacer daño.
Chika rápidamente recuperó su actitud alegre, sintiéndose verdaderamente bendecida por tener a Izuku diciéndole esas cosas.
- ¡Amo! ¡Chika ya decidió lo que quiere hacer con el huevo! – gritó de repente, haciendo que todos se encogieran porque olvidó contener su voz en susurros. – ¡El amo debería conservarlo! ¡Así puede decidir lo que quiere hacer con él! ¡El amo es muy sabio!
- ¿Estás segura? – preguntó Izuku preocupado, sin darse cuenta cómo las dos Demonios Carmesís de su equipo rodaban los ojos por su adorable actitud. – Si decidiera venderlo, eso significa que alguien más podría utilizarlo.
Hubo un momento en el cual el rostro de Chika mostró algo de preocupación, pero rápidamente fue reemplazado por una sonrisa nerviosa.
- Chika está segura. – La harpía negra retornó a su bien contenida voz susurrante. – El amo elegirá hacer lo correcto.
Una vez que todo estuvo dicho, Izuku se disponía a tomar el huevo... que ya no estaba en la mesa.
Hubo solo un segundo de silencio mortal, antes que Darkness se pusiera de pie de la manera más rígida que nadie jamás la había visto.
- Discúlpenme por un momento, necesito preguntarle a Chris algo muy rápido. – dijo Darkness, antes de marchar hacia la ladrona que ya estaba hablando con un sujeto que parecía un mercader gordo y rico. – No se asusten si oyen algunos gritos.
- ¡No me iba a quedar con él! – se oyó el grito de pánico de Chris por todo el salón del gremio. – ¡Solo estaba valorándolo para ayudarle a venderlo!
En su mesa, Izuku estaba echando humo. Megumin, ahora ayudada por Yunyun, estaba esforzándose por mantenerlo calmado dándole palmaditas en la espalda y palabras tranquilizadoras. Pero eso no iba a ayudar mucho, porque ver a Chika sollozando en silencio era más que suficiente para echarle combustible a su furia como un infierno en llamas.
- Creo que voy a destruir ese huevo. Ni siquiera puedo tolerar que extraños lo toquen. – replicó Izuku tras calmarse un poco, y solo porque pudo ver a Darkness regresando con el huevo. – La próxima vez que pase esto, tal vez termine dejando patas arriba todo el lugar...
La amenaza murmurada de Izuku no pasó desapercibida. Luna rápidamente tomó nota y mandó una advertencia muy seria a la Ladrona de pelo plateado. Y también una notificación de una marca en su tarjeta de aventurera. La sangre le hervía por pensar que, después de todo lo que la iglesia había hecho contra él, estos idiotas seguían apilando razones para hacer que se fuera.
¿No se daban cuenta de que, sin su duro trabajo, todos los bonos, incentivos y reservas de ingredientes de buena calidad desaparecerían?
(-0-)
Más tarde aquella noche, luego de completar la usual ronda de misiones...
Enrollados en sus cómodas posiciones dormidos, Izuku, Megumin y Chika descansaban tranquilamente. El día podría no haber sido más pesado debido a las misiones que tomaron, pero su confrontación con la amiga de Darkness resultó ser más agobiante de lo que pensaron al principio.
La Ladrona se había disculpado, aunque seguía insistiendo en que solo estaba tratando de ayudar al grupo. También se notó visiblemente decepcionada cuando Izuku expresó su disgusto por ella, por su clase, y su religión de doble cara. Izuku admitiría en privado que se sintió culpable por las duras palabras que le dijo, pero en ese momento se sentía furioso porque esa acción desmedida suya había hecho llorar a Chika.
Exterminar a una enorme manada de lagartos corredores ciertamente ayudó con la ira también. Incluso aunque no los mató a todos. De hecho, todos se sorprendieron de que se hubiese tomado la molestia solo de reducir sus números, asegurando la calidad de la siguiente generación al no atacar a la reina y a los que estaban cerca de ella. Izuku se tomó luego unas cuantas horas para explicarles por qué era importante proteger el balance del ecosistema, y por qué erradicar a una especie completa siempre era una mala idea.
Cuando el día terminó, sus reservas de energía se habían agotado, y por eso todos se quedaron dormidos rápidamente.
Todos excepto por Liza.
La habitación estaba oscura y en absoluto silencio. Los suaves ronquidos del solitario joven y sus chicas eran tan insignificantes, que incluso se podría detectar a un mosquito.
Y Liza estaba perfectamente al tanto de eso.
Anoche, algo cometió el imperdonable crimen de perturbar el sueño de su querido amo. No sabía si eso iba a volver a suceder, pero no se iba a arriesgar. Por eso insistió en que Izuku utilizara una almohada entre su cabeza y el estómago de ella, para su absoluta incomodidad.
Sin que muchos lo supieran, ella no necesitaba dormir mucho. Una hora por noche era suficiente, y tomar siestas cortas de un minuto mientras el grupo no se movía ayudaba enormemente a mantenerla llena de energía. Energía que rara vez podía utilizar debido a la poca actividad que tenía que hacer durante el día. No era como que despedazar a un Bugbear, y mover una roca gigantesca contara como ejercicio para ella.
Observar como pasaba la noche mientras oía el ritmo de la respiración y el latido del corazón de su amo era una bendición para ella, y aun así mantenía su atención en los alrededores. Ya había pasado de medianoche y solo el viento de afuera parecía perturbar la tranquila paz dentro de la habitación.
Y entonces, algo cambió.
- ¿De verdad? ¿Te cagaste de miedo por una de las criaturas más estúpidas que jamás hayan vivido? – se escuchó apenas una voz muy suave, y solo porque Liza tenía un increíblemente buen oído. – Por esto es que no subes de rango.
De repente, los sonidos de unas alas batiéndose se unieron a los ruidos de fondo. Era como escuchar un par de murciélagos pequeños.
- Hermana, no creo que debamos hacer esto. – habló una segunda voz, tímida y asustadiza. Esta le sonaba familiar... – ¿La información no fue suficiente?
Dos cosas muy pequeñas estaban agitando sus alas y otras cosas afuera de la ventana. Aunque para ella era molesto, su amo todavía no se despertaba, así que no había razón para moverse... todavía.
- Según la Matriarca, no. – replicó la primera voz. – El cliente quiere saber qué ofrecerle para que se quede permanentemente en la ciudad. La Matriarca también quiere que se quede. Aparentemente es muy bueno para mantener la ciudad a salvo, lo que significa más tiempo libre para que los hombres locales piensen en mujeres y sexo. ¡Esa es nuestra comida, cabeza de chorlito!
Liza apenas pudo entender que estas dos querían averiguar cómo pedirle a su querido amo que se quedara. En su opinión, era muy estúpido. Lo primero que podrían hacer sería pedírselo amablemente, luego ofrecerle deshacerse de los idiotas que lo alienaban. De nuevo, la inteligencia no era su punto fuerte, y quizás pedirle que se quedara era mucho más complicado. Aun así, no había excusa para perturbar el sueño de su amo.
- Ya lo estoy viendo, hmmmm... ese es un lindo harem... – continuó la voz con más experiencia. – ¿Y esa es la musculosa? Ok, ya entiendo, esos músculos son muy intimidantes. Aunque dudo mucho que sepa algo sobre magia.
A Liza no le podía importar menos lo que decían o pensaban de ella. Las únicas voces que para ella importaban eran la del amo, y en menor medida, la de Megumin. Chika era valiosa como alguien a quien tenía que proteger, pero su opinión no era tan importante.
La magia comenzó a filtrarse en la habitación, lento pero seguro llegando hasta Izuku. Liza se tensó, preparándose para atacar, pero se quedó quieta. No estaba segura de qué clase de magia era, pero sabía que algo había cambiado adentro del cuarto, y aun así el amo se mantenía totalmente imperturbable.
- Por las llamas del infierno... – exclamó la voz experimentada apenas conteniendo su sorpresa. – Es tan puro, ¡ME DAN GANAS DE VOMITAR!
Izuku permaneció tranquilo, pero ese insulto contra una de las virtudes de su amo no iba a ser olvidado, ni perdonado.
- No hay nada de malo con eso... – dijo la voz tímida. – No creo que soñar únicamente con sexo sea necesario...
- Eso es porque todos los hombres que has tenido buscaban una chica pura para tener citas y romance. – espetó la voz experimentada. – En serio, ya métete en una orgía. El romance lindo y dulce es para nosotros como cereal y leche para los humanos, ¡no se puede vivir de eso!
La discusión se apagó, pero ellas seguían allí. Liza no se relajó, ni siquiera un poco. Si su amo permanecía tranquilo, que así fuera, pero si eso cambiaba...
- ¡Ugh! ¡No aguanto esta mierda tan aburrida! – Ahí estaba de nuevo la voz experimentada. – Vamos a ponerle un poco de sazón. Démosle un pequeño empujoncito, lo suficiente para ver su lado pervertido y recoger lo que vinimos a buscar.
La voz tímida empezó a lloriquear de miedo. Y entonces, finalmente pasó: la linda cara de Izuku se enfurruñó. Su pacífico sueño estaba siendo perturbado, y Liza no necesitaba más incentivo.
Con una velocidad, agilidad y flexibilidad que su cuerpo no tenía derecho a tener, se desenredó de su posición privilegiada, permitiéndole a Izuku aterrizar su cabeza a salvo en la mullida almohada, y Megumin y Chika se quedaron tranquilas gracias a que descansaban sus propias cabezas en el pecho de Izuku.
Las súcubos de afuera no tuvieron la menor oportunidad de reaccionar. La distancia entre ellas y la furiosa chica cocodrilo se volvió inexistente en un abrir y cerrar de ojos. Las ventanas, resistentes como para aguantar lo que podría ser un golpe accidental bien podrían no haber existido al ponerse a prueba contra los brazos de una poderosa Guerrera Tótem Dragón.
Y para ser justos, incluso una pared gruesa de ladrillos tampoco habría bastado...
*¡CRASH!*
El extremadamente fuerte sonido de una ventana siendo rota con extremo prejuicio fue suficiente para despertar a los otros tres ocupantes del cuarto. También despertó a todo mundo en la posada.
- ¡¿Q-qué pasa?! – Izuku no pudo evitar tartamudear, ya que el ruido lo despertó de golpe, junto con la repetición de ese sueño tan pervertido. – ¡¿Qué sucede?!
Megumin y Chika se veían igual de sorprendidas. Ellas también estaban en medio de sus propios sueños románticos, y no necesitaban ayuda de las súcubos.
- Amo... ¿despertó? – preguntó Liza con expresión de disculpa. – Yo... sentirlo.
Escuchar su linda disculpa no tuvo casi ningún efecto, después de todo estaba sujetando a un par de chicas aladas con sus manos de garras. Dichas garras estaban sujetando a cada una de las chicas por la cabeza. Era muy claro que podría aplastarles los cráneos como un gorila aplastaría un tomate en cualquier momento que deseara.
- ¿QUÉ ESTÁ PASANDO? – gritó Darkness entrando al cuarto, todavía con su camisón de dormir mientras blandía su maza y su escudo.
- ¿QUÉ SUCEDE AQUÍ? – Aela venía detrás de la paladín, ya mirando por todo el cuarto y apuntando con su lanzadardos, también en su propio camisón que no le hacía favores a su recién descubierta valentía.
- ¡¿QUÉ HACEN AQUÍ UNAS SÚCUBOS?! – gritó Yunyun mientras apuntaba su linda varita contra las prisioneras de Liza. Llevaba unas pijamas de conejo de cuerpo completo... que se le veían adorables... y si no fuera por la situación actual, Izuku le habría preguntado dónde podría conseguir una para Megumin...
Todavía sostenidas por lo que solo podrían ser unas garras draconianas mortales, el par de súcubos no pudo más que caer en la desesperación. Las habían descubierto, habían sido capturadas, y ahora, lo más probable era que las torturasen hasta la muerte. Si no era a manos un grupo religioso, sería a manos de la propia matriarca por haber metido la pata con un trabajo tan importante.
Esta historia continuará
(--0--)
Omake 1 – Una carta a casa.
Aela estaba sentada en un escritorio adentro de su cuarto. Frente a ella tenía un trozo de pergamino y una pluma. Su actual tarea era escribir una carta para enviar a su casa. No era la primera que escribía, pero sí sería la primera vez que la enviaba en serio.
Suspirando, decidió que era mejor salir de esto, y no tenía sentido seguir demorando más las cosas.
Queridos papá y mamá:
Desde el día que los dejé para convertirme en aventurera, muchas cosas han ocurrido. Primero, me enamoré de un idiota, convirtiéndome en seguidora de un hombre joven que cargaba un arma legendaria. Fue tal como me lo advirtieron, se hacía llamar un héroe, y por un tiempo, realmente creí que lo era.
Era apuesto, tenía dinero, y poder. Y yo me dejé cegar por todo eso, volviéndome incapaz de ver los obvios defectos de este hombre.
Creí que era alguien confiable, porque era capaz de enfrentar cualquier desafío sin sudar ni una gota. Creí que me amaba, porque me trataba bien. Creía que era perfecto, porque no podía ver ninguno de sus defectos.
Desearía haberlo entendido antes. Antes de haberme dejado abrazar por él.
No se preocupen, ya no llevo cargas por mi estupidez. Me aseguré de nunca hacerle saber sobre mi estatus de noble, no es que yo tenga, o jamás haya tenido, derecho al nombre de nuestra familia. Sé que no tengo derecho a ninguna herencia, y el saber que ustedes nunca me odiaron es más que suficiente tesoro como para valorar mi verdadero nombre.
Aun así, en ese momento, pensé que estaba viviendo mi propio cuento de hadas, que conseguiría al héroe para mí. Aunque reclutó a otra mujer en el grupo, una mujer a la que trataba igual de bien que a mí, a quien también abrazaba a mis espaldas.
Entonces, sucedió lo que ustedes me advirtieron. Me dejó de lado cuando ya no me necesitaba, para pagar una deuda masiva que le cayó encima. Porque desafió a alguien más fuerte de lo que él jamás podría ser. También fue culpa mía. Creí tontamente que volvería para rescatarme luego de encadenarme a mí a su deuda.
Ahora entiendo lo que era realmente. Un mocoso mimado con un arma legendaria.
El arma fue lo que lo hizo superar todos sus desafíos. Así que me llevó a mí también. Ese camino lleva a complacencia y estagnación. También lleva a un falso sentido de superioridad, porque pensó que no podría perder, y que siempre tenía razón.
Por eso fue que peleó, y perdió, contra un Druida llamado Izuku Midoriya. Tal vez ya hayan oído hablar de él a estas alturas, como el hombre que mató a Beldia, el General del ejército del Rey Demonio.
Es el hombre a quien sirvo ahora.
Digo que le sirvo, como si fuese mi dueño, pero en realidad me libró de esa masiva deuda, y ahora lo sigo por gratitud.
Me enseñó cómo pelear, cómo utilizar mis habilidades, cómo lidiar con el gremio. Me ha enseñado muchas cosas, ¡e incluso comisionó para mí un arma loca que está a la par con un arco legendario!
Y lo único que me pidió a cambio es que siga creciendo y aprendiendo.
Es tal como dijo papá. Los errores nos ayudan a aprender y a madurar.
Aunque también dijo algo similar a Kyouya. Tiene la intención de pelear contra el Rey Demonio. Pero a diferencia de Kyouya, sí creo que él puede hacerlo. Es increíblemente fuerte, y lo sigue un montón de personas locamente fuertes. No sé si yo pueda seguir el paso, pero al menos prometo que haré que se sientan orgullosos de mí con mis propios logros.
Los amo, y los extraño. Como extraño a todos mis hermanos y hermanas.
Con amor, su hija menor: Fio Aela Bella Flora.
Tomándose un momento para mirar su escritura, Aela decidió que así estaba bien. Podría haber mencionado también cómo mató a un Asesino de Novatos por sí sola, pero eso podría haber traído suficiente atención como para que la llamaran para volver a casa, tal vez incluso que cambiaran el orden de herencia. No tenía el corazón para hacerles eso a sus hermanos, y además, si iba a tener su propio título de nobleza, prefería ganárselo por sí misma.
Bueno, quizás ganárselo como parte del grupo de Izuku, ¡pero con su propio esfuerzo!
(-0-)
Omake 2 – Cosechando lo que siembras...
A mitad de camino hacia Alcanretia, el grupo de Aqua tuvo que pararse en un pequeño pueblo para reabastecerse de provisiones y hacer algo de dinero extra a través de misiones. Aunque el hábito de Aqua de gastar demasiado dinero en alcohol era bastante malo, la incapacidad de Kyouya para decirle que no era todavía peor.
- ¿Por qué este pueblo no tiene buen vino? – se quejó Aqua, abrazándose de su botella que era la última. – ¿Por qué la gente no puede entender que sin buenas ofrendas no habrá buenas bendiciones?
Clemea, la Ladrona, estaba teniendo problemas viendo éxito en este grupo. Para ser justos, sabía que Kyouya era parcialmente responsable por esto. Era este idiota rubio el que complacía a esa Arcipreste caprichosa con vino de alta calidad. Era el Espadachín el que insistía en que su "Lady Aqua" merecía solo lo mejor de todo.
Eso les había hecho un daño muy rápido a sus bolsillos. Bueno, a los bolsillos de él; ella no iba a gastar su propio dinero en los vicios de esa perra. La única razón por la cual no la había matado era porque rechazaba todos los avances de Kyouya. Era solo cuestión de tiempo para que Kyouya captara el mensaje, y volviera a sus brazos que lo esperaban...
- Hey, ¿escuchaste? Alguien hizo enfurecer a un Lich antiguo en Axel no hace mucho.
Clemea se quedó rígida al oír los rumores. Claramente recordaba esa incursión a la mazmorra en particular, y cómo terminó en un desastre antes que la Arcipreste pudiese purificar el área. Al menos, ella se llevó un saco lleno de monedas por sus problemas.
- Sí, escuché que un Archidruida muy poderoso y benévolo le puso fin a ese Lich.
Ante la mención de un Archidruida, la Ladrona rápidamente se imaginó al chico lindo y pecoso que humilló a Kyouya en aquel momento. Todavía creía que había jugado sucio, pero Kyouya tampoco había ayudado al desafiarlo tan imprudentemente en primer lugar.
- ¿Te refieres al mismo Archidruida que exterminó a Beldia? ¿Por qué un monstruo como él no está en las líneas frontales?
Clemea se congeló. ¿Estaban hablando del mismo Archidruida?
Kyouya se había rehusado a marchar en contra de Beldia por la dificultad de la tarea. Su explicación de necesitar un nivel más alto no carecía de base, pues Beldia había matado a incontables aventureros a lo largo de su carrera, incluyendo a portadores de equipamiento legendario. ¿Y esperaban que ella se creyera que ese chico lindo que derrotó a Kyouya también hubiera derrotado a ese monstruo?
¿Habría sido por eso que Kyouya perdió?
O tal vez, ella eligió mal. Tal vez debió haber sido ella la que tomara la deuda a su nombre, para quedarse junto a un individuo tan poderoso.
Derrotar a Beldia se suponía que sería el primer paso en el escenario del mundo de los héroes para Kyouya, y ahora ese primer paso se había ido.
- Bueno, estoy seguro de que no debió derrotar a ese monstruo solo. Escuché que lo acompañan dos Demonios Carmesís, una poderosa Paladín, y una Cazadora que acabó sola con un Asesino de Novatos. Con un grupo de monstruos así no me extraña que acabaran con Beldia.
Clemea se volvió a congelar. ¿Acaban de mencionar a Aela? ¿A un Asesino de Novatos ella sola? ¡¿CÓMO?!
Un grupo lleno de monstruos... una chica lagarto que hizo trizas su espada con sus dientes... ella cometió ese error, ¿verdad? Si hubiese tomado la deuda, ¿habrían subido sus habilidades a tal grado de poder acabar sola con un Asesino de Novatos?
Sus habilidades no habían mejorado nada desde que había empezado a seguir a Kyouya, ¿y Aela se volvió de élite en tan solo unas semanas?
- ¡¿QUÉ QUIERES DECIR CON QUE TENEMOS MARCAS EN NUESTRAS TARJETAS DE AVENTUREROS?!
El lamento de Kyouya fue señal más que suficiente para la Ladrona. Este grupo ya no le servía. Tan discretamente como pudo, decidió borrar su nombre del grupo y utilizó Sigilo para abandonar el Gremio. La marca le podría dificultar las cosas por un tiempo, pero mientras no la etiquetaran como criminal, estaba segura de que podría regresar a Axel con algunas inversiones y trabajo duro. Desde allí, tendría que encontrar una manera de convencer a ese lindo Archidruida para que la aceptara.
Tratar con los hombres era una de sus habilidades de cualquier manera.
- ¡Clemea! – Kyouya trató de llamar por ayuda, solo para encontrarse a una borracha solitaria en la mesa que escogió. – ¿Clemea? ¡CLEMEA!
Kyouya rápidamente descubrió que tener un arma muy poderosa no significaba nada si no podías tomar misiones para ganar dinero. También, descubrió que su amada diosa no estaba muy dispuesta a hacer sacrificios.
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