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Justicia

Izuku estaba entrando en pánico. Los héroes no debían matar; incluso en las peores circunstancias, los héroes siempre salían adelante sin cruzar esa línea. Cuando un villano terminaba muerto, siempre era por su propia culpa, el resultado de su propia villanía cayéndole encima, o el karma que golpeaba a los malvados.

...

Sentada en una silla solitaria en lo profundo de la oscuridad, la maga de Lyndon se veía confusa y asustada. Esto no debía haber sucedido. Ella era joven, talentosa, y estaba destinada a conseguir un alto estatus en su vida. Ahora aquí estaba, a las puertas del más allá...

...

Izuku sabía una cosa, y era que los héroes siempre salvaban a la gente, fuesen víctimas que lo necesitaran o incluso villanos. Él había matado, esa mujer ahora estaba muerta, e incluso All Might habría encontrado la situación imposible. Pero él no era All Might. Solo era Izuku Midoriya, un Druida, ¿así que tal vez había algo que podría hacer?

Cogiendo rápidamente su tarjeta de Aventurero, notó algo, como si un milagro estuviese ocurriendo sobre él gracias al mundo. Estaba listo para convertirse en un Archidruida, y eso significaba que la magia de restauración que tanto había deseado por fin sería suya para comandarla.

...

La vacía oscuridad pronto se vio perturbada por el sonido de unos pasos, lo que significaba que la hora de su juicio se estaba acercando. ¿Qué podría decir en su defensa? ¿Qué excusas podría dar? Sabía que su falta de fe no le iba a ayudar en nada aquí.

...

Izuku no tuvo tiempo para sentir el cambio de clase en su cuerpo; su corazón golpeaba en sus orejas, su alma ardía en deseos de revertir su mala acción. Aunque hubiera sido en defensa propia, seguía siendo culpable de un asesinato. No le importaba que Luna le dijera lo contrario.

Al verificar la lista de hechizos nuevos que tenía disponibles, el chico verde notó que Resurrección y Revivir no estaban en ella... pero en vez de eso, había una opción diferente...

...

La maga de Lyndon tembló frente a la mirada decepcionada de la diosa frente a ella. Eris no había dicho ni una sola palabra todavía, pero era obvio que no le esperaba nada bueno. Falta de fe, falta de moral, las mentiras. La diosa, usualmente la encarnación de la benevolencia, abrió su boca para hablar, y el gesto fruncido de su cara dejaba en evidencia cómo iba a terminar esto...

Y entonces, una luz iridiscente llenó todo el vacío.

...

- ¡GGAAAHHHH!

Stella gritó al abrir los ojos. Ver el techo de madera del salón del gremio no era lo que se esperaba... a menos que su infierno consistiera en repetir sus momentos finales en un ciclo interminable...

- Señorita Stella... – La voz de Luna, ahora tajante y fría, le llamó la atención, haciendo dar un respingo a la maga. – Espero que esté lista para explicar todo el desorden que acaba de causar.

La maga se vio confundida por un segundo, y entonces la realidad la golpeó como un hacha partiéndole el cráneo. Había sido revivida, y ahora tendría que encontrar una manera de salir de una situación bastante fea. Al menos, tendría que asegurarse que la reputación de su universidad permaneciera intacta.

- Yo... – Stella balbuceó tratando de iniciar su explicación. Hasta sentía que su voz era algo diferente, y que su cuerpo era más pesado. Efectos posteriores de la magia de resurrección, sin duda. – Eso no fue...

- Y no trate de mentir. – añadió Luna, sonando realmente enojada. – Encontramos unos documentos muy interesantes entre sus pertenencias, y en la bolsa de su aprendiz.

Al ver la pila de papeles y cartas selladas junto a ella, la maga no pudo evitar mirar a su alrededor en busca de los culpables. En una esquina, el Druida estaba de pie, protegiendo a la maga novata con el rostro lleno de determinación. En la otra, su aprendiz la miraba en completo shock.

- ¡Yo no iba a matar a esa pequeña novata! – La maga intentó su método usual, sin fallar en notar la feroz mirada en los ojos del druida, o la mirada incrédula de la recepcionista del gremio. – Solo estaba tratando de intimidarla... ¡y ese pequeño asesino se fue de mano!

Esa explicación era... estirarse un poco, pero si la rubia hubiese ido al pie de la letra, y bajo sus órdenes, había poco más que podía hacer. Sus órdenes habían sido hacer lo usual, conseguir el conocimiento por cualquier medio, o destruir la fuente. No decía explícitamente que podía asesinar, pero eso era obvio; solo tenía que interpretarlo de una manera que no la hiciera ver como... una idiota obsesionada.

El castigo recaería sobre ella, sin duda, tanto del gremio como de la academia, pero al menos debería ser capaz de continuar su carrera.

- Si ese es el caso... – continuó Luna, sabiendo que tenía que prevenir a toda costa la pérdida del mejor aventurero que había puesto un pie en su gremio. – Izuku, Megumin, ustedes son libres de marcharse. Ya deshicieron el daño y cualquier posible acción que podría resultar en penalizaciones, y estoy segura de que Megumin no querrá demandar más retribuciones.

- Vámonos, Megumin. – Izuku aceptó la oferta rápidamente. Aunque todavía se sentía culpable por haber quitado una vida, no podía decir que no se sentía aliviado de que ahora estaba libre de cargos.

- Sí, vámonos... – replicó Megumin, todavía sonando agitada.

Luna suspiró, observando a la joven pareja salir de la sala privada; quitar la primera vida siempre era difícil, era una experiencia que típicamente requería supervisión. Era una verdadera tragedia que este evento tomara lugar en un lugar que, en teoría, era garantía de estar a salvo.

- Y en cuanto a usted, señorita maga importante... – Luna volvió su atención a la recién revivida mujer – tenemos que hablar sobre los crímenes que usted cometió hoy...

Stella supo en ese momento que estaba totalmente jodida.

(-0-)

De vuelta en el salón...

Aunque lograron evitar los cargos criminales, y sin deseo de perseguir el asunto con la universidad mágica, Megumin e Izuku caminaron hacia su mesa con pesadez en sus corazones. Los ideales del héroe no estaban alineados con la idea de quitar vidas, incluso cuando no hubiera otra alternativa. Tales eventos eran tomados con seriedad, con investigaciones y terapias después. Izuku no pudo evitar sentir que había dado un paso atrás, incluso aunque logró deshacer el daño.

Para Megumin, fue un muy rudo despertar. Al hablar del futuro con sus compañeros de clase, siempre se incluía la posibilidad de tener que matar a incontables humanos que fueran parte de las fuerzas malignas del enemigo, fuese un tirano local o el Rey Demonio en persona. No fue sino hasta ahora que la realidad de tal acción la golpeó como un saco lleno de ladrillos. No había nada heroico en derramar la sangre de los tuyos...

- Hey, Izuku... – Megumin trató de llamar su atención, con su voz cargando una súplica por ayuda. – ¿Podemos evitar las misiones de cazar bandidos?

Izuku estaba en una situación similar, deseando que alguien viniera, le diera un abrazo, y le dijera que no era una especie de monstruo...

- Por supuesto, nada de cazar bandidos para nosotros. – replicó Izuku con una sonrisa temblorosa, apenas logrando evitar que su voz se quebrara.

Las cacerías de bandidos eran misiones bastante bien pagados. No surgían a menudo debido a que la ciudad era apta para aventureros de nivel bajo, y los peligros usuales de lo salvaje que mantenían a los bandidos a raya de establecer campamentos exitosos. Sin embargo, a cada tanto algún grupo de malhechores encontraba una buena cueva dónde establecerse para atacar en los caminos.

Los bandidos, estando fuera de la ley, casi siempre peleaban hasta la muerte. La prisión en la ciudad era muy pequeña, ya que era para ciudadanos que habían roto la ley y esperaban su juicio, lo que significaba que no era necesario perder espacio con criminales que serían enviados directo a la horca de todas maneras. Eso significaba que se esperaba que los aventureros los mataran en el acto, y dichos aventureros, por derecho de conquista, tenían permitido quedarse con cualquier cosa de valor que los bandidos tuvieran en su poder, con excepción de los bienes que fueran reportados apropiadamente con el gremio.

Antes del día de hoy, Izuku sabía que no sería capaz de tomar parte en semejantes salvajadas. Y después de hoy...

- ¡MEGUMIN!

Una linda voz gritó a todo pulmón. Pertenecía a una chica de pelo castaño que ahora venía corriendo hacia la pequeña Demonio Carmesí. Izuku se plantó entre las dos por puro reflejo.

- ¡¿Eh?! – La castaña se detuvo, reconociendo la postura defensiva.

Chika y Liza inmediatamente tomaron posiciones a los lados de Izuku, para mayor conmoción de la muchacha. Megumin suspiró, aunque no de exasperación. El gesto le parecía muy amable, si bien innecesario.

- Está bien. – dijo Megumin jalándole de la manga al chico que amaba. – La conozco. También es una Demonio Carmesí.

- Perdón, es que... – Izuku ni siquiera sabía qué decir, pues sus sentimientos seguían enredándose con sus instintos. – Lo siento.

Las chicas semihumanas parecieron relajarse con el cambio, si bien solo por un momento. Se sentían realmente culpables por el hecho de que Izuku necesitara defenderse a sí mismo mientras ellas no estaban tan lejos.

- ¡E-está bien! – replicó la castaña, mostrando una sonrisa bastante adorable. – Sé que solo estás protegiendo a Megumin.

Había cierta timidez en su voz que parecía alternar entre miedo y curiosidad, pero Izuku, por el momento, no podía enfocarse en ese aspecto. Aunque sí pudo notar la manera en cómo intercambiaba miradas con Megumin.

- Supongo que hay que hacer presentaciones... – Megumin volvió a suspirar, esta vez con obvia molestia. – Izuku, esta es Yunyun. Es parte del clan de los Demonios Carmesís, igual que yo.

- Gusto en conocerte. – replicó Izuku, logrando mantener algo de su confianza gracias a todo el tiempo que había pasado rodeado de chicas bonitas. Su semblante pareció sorprender a la ahora identificada Yunyun.

- Tú... – la voz de Yunyun parecía dudosa, y casi esperanzada – ¿no te vas a burlar de mi nombre?

- ¿Por qué iba a hacerlo? – La respuesta de Izuku le ganó unas risitas de la pequeña Archimaga.

- Yunyun, este es Izuku. – continuó Megumin, antes de decidir marcar su territorio. – Y es mi novio.

Las mejillas de Megumin se tornaron escarlatas al decir la última parte. Había notado que Yunyun miraba al chico, y que sin duda se habría dado cuenta de lo fuerte que era, aunque fuese solo porque vio la... aterradora... escena. Sabiendo que Yunyun tenía un cuerpo mejor desarrollado, no veía otra opción más que declararse dueña de su enamorado.

- ¡Chika! – Chika vino a presentarse en su voz susurrante, y extrañamente Yunyun ni siquiera tembló. Luego señaló a la todavía tensa chica cocodrilo. – ¡Liza!

- ¡¿Novio?! – Yunyun estaba obviamente sorprendida, y luego procedió a alternar miradas entre cada uno de ellos. – Quieres decir... que ustedes dos están... ¡¿juntos-juntos?!

Megumin, por un momento, recuperó su actitud y energía. Su sonrisa era suficiente prueba de tal declaración.

- En realidad, de hecho... – Megumin mantuvo toda la atención de la recién llegada – este hombre y yo...

En el momento en que Megumin colocó su mano sobre la espalda de Izuku, toda su alegría desapareció. Su mano estaba mojada, y pegajosa. Una mirada a donde había tocado, y su mirada se tornó bastante inquieta.

- Quizás deberíamos ir a bañarnos primero. – dijo Izuku, sabiendo muy bien por qué Megumin había vuelto a caer en shock. – Necesitamos limpiarnos, en serio.

Izuku todavía seguía cubierto de sangre; de sangre humana.

- ¿Antes o después de que lidiemos con la maga que reviviste? – preguntó Darkness, cuya falta de reacción ante la sangre, o al conocimiento de que fuese la primera vez que Izuku mataba a alguien, significaba que ya habría pasado antes por esto.

- ¡¿QUÉ LE PASÓ A MI HERMOSO CUERPO?!

El excesivamente agudo chirrido reverberó por todo el edificio. Izuku ya sabía lo que había pasado; Reencarnación era un hechizo que funcionaba totalmente diferente a Resurrección. En vez de llamar el alma de vuelta al cuerpo, la forzaba a completar el ciclo de renacimiento, y usaba los restos del viejo cuerpo para crear uno nuevo, que quedase a medida con el nuevo ciclo. Eso significaba que, aunque el hechizo ofrecía verdadera purificación, tenía también una alta probabilidad de cambiar la raza del receptáculo... y ciertamente no quería lidiar con las consecuencias de eso en este momento.

Dándose cuenta de la cara de pánico de su amigo, Darkness decidió ofrecer ayuda.

- Ustedes váyanse a los baños. – les dijo con una sonrisa. – Yo me encargaré de la maga.

Izuku, en ese momento, se sentía agradecido infinitamente por tener el honor de haber hecho amistad con una mujer noble. Por supuesto, en ese momento él no sabría que dicha chica querría probar su noble fuerza tras saber que sus amigos habían estado en peligro... mucho menos que le pediría ayuda en cumplir algunas de sus... indulgencias.

Al fondo mientras tanto, Aela había decidido sabiamente no participar en las locuras del grupo. No tenía idea de cómo lidiar con los nobles de alto rango, y ciertamente prefería hacer algunos encargos para el gremio en el entretiempo. Siempre podría ponerse al día con el líder cuando se disipara el polvo, ¿verdad?

(-0-)

Más tarde en los baños públicos...

El sonido del agua caliente derramada sobre sus cabezas hacía eco en el lugar, mientras un grupo de jóvenes mujeres se lavaban sus cuerpos, finalmente terminando sus rituales de purificación. Megumin por fin se había librado de la sangre de su cuerpo, y del olor que le recordaba que había sido responsable por la primera muerte a manos de Izuku.

La sensación todavía estaba allí, sin embargo.

- Entonces... ¿qué pasa con ellas? – La voz de Yunyun sacó a Megumin de su tormento interno. La chica había estado preocupada por ella, pues no habían empezado a picarse una a la otra como solían hacerlo.

Yunyun se apoyó en su pregunta señalando con el dedo. Chika y Liza de hecho estaban nadando en el agua, en gran parte gracias al hecho de que no había mucha gente bañándose a esa hora, y el dueño de los baños no era un fanático de echar fuera a los semihumanos, especialmente ya que las dos le pertenecían al héroe de Axel.

- Ellas... – Megumin apenas logró detenerse de soltar información innecesaria, ya que no quería volver a lastimar a Izuku – ... le pertenecen a Izuku. Y realmente disfrutan de pertenecerle.

Yunyun parpadeó confusa, pues las palabras de Megumin parecían extrañas, incluso para estándares de Demonios Carmesís, pero lo achacó a que su colega todavía estaba muy sacudida.

- ¿Y tú estás feliz con él? – le preguntó Yunyun ahora, mostrando que también se preocupaba por la pequeña niña. – ¿Y con ellas?

Megumin se quedó congelada por la pregunta. Hasta ahora, ella había disfrutado de su tiempo con Izuku, y había elegido no darle importancia a las semihumanas. Era la primera vez que se detenía para pensar y considerar si realmente estaba feliz.

El sueño de cada chica de su clan era encontrar al hombre perfecto. Uno que tomara parte en su cultura, que fuera un héroe valeroso, hábil, fuerte, apuesto, rico y que diera todo por su felicidad.

Como regla de oro, la mayoría de las mujeres de su clan solo lograban uno de esos objetivos, dos si acaso tenían suerte, y tres si utilizaban maldiciones para conseguirse al hombre. Tomando un segundo para contar cuántas de esas casillas marcaba Izuku...

- Sí. – replicó finalmente Megumin. – Al menos eso creo.

Yunyun decidió que ya había hecho suficientes preguntas sobre ese tópico, y que buscar respuestas más profundas requeriría un enfoque diferente. Ahora, venía la parte importante...

- Entonces... – el tono de Yunyun cambió a uno más alegre – ¿cómo hiciste para crear un hechizo tan poderoso?

Su única respuesta fue un resoplido.

- ¡Megumin! – gritó Yunyun. – ¡Soy tu amiga! ¡Las amigas comparten secretos!

- ¿Quién te dijo que éramos amigas? – replicó Megumin, desviando la mirada y mostrando una sonrisa algo salvaje. – Ese es mi hechizo, y no tengo por qué compartirlo con nadie.

- ¡Megumin!

El grito de Yunyun terminó sacando una reacción bastante inesperada. Como un destello, Liza ya estaba abrazando a Megumin, con sus fuertes y escamosos brazos formando una remarcable fortificación. Su mirada, sin embargo, era mucho más intimidatoria.

- Megumin es muy importante para el amo. – explicó Chika, mientras se ponía detrás de una agitada Yunyun. – Chika no quiere que el amo se enoje si algo malo le pasa a Megumin.

Los susurros rasposos de la harpía negra tal vez no tuvieran efectos sobre la castaña, pero las chispas que salían del piso de piedra que estaba arañando definitivamente sí lo hicieron.

- ¡Por favor no me lastimen! – Yunyun no era exactamente una experta en combate cuerpo a cuerpo, mucho menos estando desnuda frente a unas garras que bien podían tomar el lugar de espadas curvas.

(-0-)

Después del baño...

Izuku y compañía finalmente habían decidido ir a visitar a Wiz. Necesitaban chequear el progreso con la túnica de Izuku, y distraerse del reciente acontecimiento. Todo lo que tenían que hacer era recoger a Darkness en el camino a la tienda de magia.

- ¡Vamos! – volvió a gimotear Yunyun. – ¡Tienes que contarme cómo lo hiciste!

Izuku también tenía que encontrar una manera de detener todo este circo. Podía entenderlo, de verdad que podía: el logro de Megumin era una gran hazaña, y él podía dar fe de su mente brillante, ya que fusionar la magia y la ciencia no era fácil, ¿pero por qué la gente tenía que ser tan insistente?

- ¿Por qué debo compartir mis secretos contigo? – Megumin otra vez estaba actuando como una niña, una tendencia que Izuku consideraba era algo bueno. – ¡Son mis secretos!

Mientras continuaban picándose entre ellas, Chika se movió para caminar junto a él. La chica aviana se inclinó para acercársele a un costado, tratando de compartirle su calor.

- Chika sabe que el amo es una buena persona. – murmuró, con la voz más baja de lo usual. – El amo no es un asesino. El amo es un salvador.

- Gracias, Chika. – replicó Izuku, casi rompiendo en lágrimas.

A las puertas del gremio, una muy sonriente Darkness estaba esperándolos.

- ¡Izuku! ¡Megumin! – les saludó en voz alta, y su sonrisa coloreaba su voz mientras lo hacía. – ¡Debieron haberme dicho que ya había sido castigada antes de tener que lidiar con ella!

Megumin resopló ante la declaración, e Izuku se encogió.

- ¡En serio! – continuó Darkness mientras caminaba para unirse a ellos. – ¡Convertirla en una Enana, de todas las cosas!

Una fuerte risa hizo eco entre todo el grupo, aunque Izuku todavía se sentía algo culpable por eso.

No había sido su intención, a ningún extremo de la imaginación, pero ese había sido el resultado. Reencarnación había decidido que en la siguiente vida la maga de Lyndon iba a ser una enana. Honestamente, en lo que concernía al chico, la mujer tampoco resultó tener mala apariencia; tal vez no fuese la belleza que fue cuando era humana, pero su cuerpo de enana seguía siendo muy femenino, y no tenía los rasgos demasiado redondos. Y hasta donde él sabía, los enanos también podían ser magos, ¿correcto?

- No fue intencional... – agregó Izuku derrotado, sabiendo que eso nunca cambiaría el hecho de que... cambió... la vida de alguien de maneras probablemente indeseadas.

El recuento de Darkness sobre que el aprendiz seguía murmurando algo sobre que el amor de su vida se había ido para siempre tampoco ayudaba a hacerlo más fácil en absoluto.

Mientras el grupo continuaba por las calles, Izuku comenzó a sentirse algo extraño. Entre más pensaba en todo el asunto, más tranquilo se sentía. Había actuado para defender a alguien a quien quería, mientras que su agresora tenía toda la intención de matar. El orden natural de las cosas dictaba que aquellos que estaban listos para matar también debían estar preparados para morir. Aun así, su corazón se sentía perturbado, ya que los héroes no deberían matar...

- ¡Lo digo en serio! – La voz de Yunyun sacó a Izuku de su ensimismamiento. – ¡Mi padre prohibió el uso de tu Big Bang dentro de la aldea!

La risa de Megumin era mejor que la medicina, pues aliviaba su corazón dolido. Tal alegría valía la pena para ser protegida.

No pasó mucho antes que llegaran a la tienda de magia de Wiz, pero ni siquiera habían llegado a la puerta antes que un sonido inesperado los golpeara a todos.

- ¡YA TERMINÉ DE HACER TRATOS CONTIGO!

*¡CRASH!*

El sonido de un vidrio rompiéndose era algo que podría poner a cualquiera bajo aviso; y el grito de la tendera solo aceleraba la sensación de terror.

- ¡WIZ! – gritó Izuku mientras entraba a la tienda a toda velocidad, seguido de cerca por las demás.

No hubo necesidad de una señal; todas reaccionaron como lo haría Izuku. Solo quería asegurarse que su amiga se encontraba bien, y protegerla de cualquier invasor o agresor, sin importar su estatus como gran maga.

Lo que encontraron fue a una tendera mirando furiosa un espejo roto. Le llevó un par de segundos notar al grupo.

- ¿Izuku? – preguntó Wiz, mirando sorprendida la intrusión, pero al menos estaba bien.

Izuku se dio cuenta que no estaba feliz. No hizo ningún intento de saltar a abrazar a la pobre Chika, o de preguntar si Liza había mudado más de sus duras escamas.

- ¿Te encuentras bien? – preguntó Izuku, y ahora el resto el grupo se encontraba mirando alrededor, o al espejo destrozado. – Te escuchamos gritar...

- ¿Gritar? – preguntó Wiz, tratando de sonar inocente. La mirada preocupada de Izuku le informó que esos intentos serían inútiles. – ¡Oh, cierto! Este espejo... no pude hacerlo funcionar apropiadamente...

- Pero los espejos mágicos son exageradamente caros. – dijo Megumin, proveyendo una nueva información para el joven Archidruida. – Aunque uno no funcione bien, ¡se puede vender por mucho dinero!

- Es que hizo un reflejo muy feo de mí. – explicó Wiz rápidamente.

- Eso tiene sentido. – dijeron Yunyun y Darkness al mismo tiempo.

Izuku y Megumin intercambiaron miradas preocupadas, pero decidieron guardar silencio. La distraída tendera parecía no querer elaborar en los detalles.

- ¡Debes haber venido por tu túnica! – Wiz de pronto pareció cambiar de velocidades, volviendo a su sonrisa y actitud alegre y habitual. – ¡Ya está lista, seguro que te encantará!

Izuku decidió que si su amiga no-muerta quería mantener sus problemas en privado, no era su derecho seguir presionando. Ya le diría cuando sintiera que era el mejor momento...

(-0-)

Unos minutos después...

- ¡Te ves bien, Izuku!

- ¡Parece hecho a medida para un noble!

- ¡Me encantaría ordenar una de esas para mí!

Izuku se sonrojaba por los halagos. Acababa de darse una vuelta probando su nueva túnica. La sección media, corriendo verticalmente de la cabeza a los pies, había sido reemplazada por las escamas blancas de Liza, dándole una apariencia como de tabardo. Unos cordones de hilo dorado adornaban sus hombros, y la capucha, por petición suya, estaba blasonada con un símbolo del Yin-yang.

Se veía aún mejor de lo que esperaba.

- Gracias, Wiz. – Izuku dirigió la atención a la sonriente tendera. – Por hacer un trabajo soberbio.

- ¡Me haces sonrojar! – replicó Wiz casi desmayándose un poco. – Pero si quieres que te haga un nuevo foco druídico, ¡con gusto tomaré algunas de esas hermosas plumas negras!

Ahora ya estaba de vuelta a sus hábitos usuales, y Chika finalmente saltó detrás de Izuku como era su reacción habitual.

- Aprecio la oferta, pero realmente no utilizo uno, así que... – Izuku comenzó a disculparse, pero entonces todo mundo comenzó a mirarlo en shock.

- ¿No lo utilizas? – preguntó Yunyun.

- ¡Eso es imposible! – añadió Wiz. – La magia druídica requiere usar un foco debido a la necesidad de comunicarse con la naturaleza y canalizar el maná. ¡Si no utilizas uno te arriesgas a sobre exigirle a tu cuerpo!

- Izuku... podría ser que... – comenzó a hablar Darkness, primero con aspecto preocupado, antes de cambiar a un semblante más excitado – ¿Podría ser que te has estado poniendo límites a propósito para luchar contra el dolor?

Izuku sintió un tic en su ojo antes de mirar a Megumin.

- ¡No me veas así! – Megumin se encogió tímidamente. – ¡La información sobre los Druidas en muy escasa! ¡Pensé que usabas algo muy pequeño como foco!

Izuku se dio una palmada en la cara. Era su culpa, en serio; debería haberles preguntado a otros druidas para conseguir mejor información sobre su elección accidental de clase, en lugar asumir que Megumin lo iba a saber todo. El hecho de que hasta ahora no había encontrado muchos problemas con sus habilidades tampoco ayudaba... ¡y ciertamente eso explicaba por qué su Árbol Genésico del Mundo resultó tan agotador!

- Entonces... – Izuku sintió que le venía un brillante rubor rojo, debido a lo estúpido que sabía que estaba a punto de sonar. – ¿Puedo pedirte que me ayudes con esto?

Wiz le sonrió cálidamente y asintió... antes de darle una mirada hambrienta a la harpía negra.

(-0-)

Un poco después...

Tras darle a Wiz algunas de las plumas de Chika, el grupo decidió echar un vistazo alrededor de la tienda mientras esperaban a que estuviera listo el nuevo foco druídico. También trataron de consolar a la harpía, que parecía algo triste de ver sus plumas siendo manipuladas por alguien que no era su amo.

- Está bien... – dijo Chika derramando lágrimas. – Si es para el amo, entonces Chika está bien con ello...

Obviamente la chica aviana no estaba bien con eso, pero lo soportó por Izuku. Liza, por supuesto, no lo entendía; entregar sus escamas no había sido gran cosa, aunque realmente disfrutaba de ver a su amo cubierto en ellas.

- ¡Hey! – Yunyun llamó de pronto la atención de todos. – ¿Por qué esto se llama Cristal de Amistad?

La castaña estaba apuntando a una bola de cristal. No mostraba ninguna marca especial, ni exudaba ningún tipo de energía.

- ¿Oh? – Wiz miró un momento, y luego volvió su atención al bastón en el que estaba grabando runas. – Esa bola de cristal se usa para medir la compatibilidad entre las personas, permitiéndoles volverse amigos si son lo bastante compatibles. Pueden probarla si quieren, es segura... probablemente.

- ¿Probablemente? – preguntó Izuku preocupado. No le gustaba la forma en como este mundo tendía a dejar de lado la seguridad personal la mayor parte del tiempo.

- ¡Megumin! – gritó al instante Yunyun, haciendo una pose mientras señalaba a la pequeña Demonio Carmesí. – ¡Te desafío a ver nuestra compatibilidad! ¡Si somos amigas, tenemos que compartir todo!

Megumin parecía algo reticente solo por un segundo, antes de responderle con su propia pose.

- ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! – La risa potenciada de Megumin sonaba bastante adorable. – ¡No nos parecemos en nada! ¡No somos compatibles en lo más mínimo! ¡Acepto tu desafío!

Para Izuku, esto sonaba como una manera elaborada de jugar a ser rivales, como un par de buenos amigos que les gustaba comparar marcas en una banca al ir creciendo. También supuso que Megumin realmente necesitaba mantener su mente bien ocupada, para sellar cualquier pensamiento sobre la debacle de ayer...

No pasó mucho antes que las dos chicas pusieran a punto la bola de cristal y la sujetaran. A petición de Wiz, echaron una pequeña cantidad de maná antes de activarla.

Ambas chicas pronto se vieron rodeadas por un muro de luz azulada, como un cilindro, y en un instante sucedió. Unas pantallas comenzaron a cobrar vida, mostrando imágenes.

- Feliz cumpleaños para mí... – Una Yunyun que se veía niña, cantaba sola mientras se sentaba en una gran mesa, pero no había absolutamente nadie más alrededor.

Su voz tenía cierto tono de tristeza.

- Comida... ¡COMIDAAAAAAAA! – La Megumin niña en la imagen pensaba en voz alta, mientras robaba trozos de pan de una enorme cocina.

Ambas chicas empezaron a chillar, incapaces de creer que esos momentos tan horribles de sus pasados eran exhibidos ante el mundo... y ante el resto del grupo.

Mientras comenzaban a formarse más imágenes, Wiz se aproximó, ya sosteniendo un bastón de madera con las runas grabadas y adornado con plumas de color negro azabache.

- Ah, es cierto; se me olvidó mencionar cómo funciona el artefacto. – dijo con una sonrisa. – Muestra todas las verdades embarazosas de la gente que lo toca para que nada quede oculto, y con eso puedan decir con honestidad si son compatibles o no.

Esto no era lo que el par de Demonios Carmesís quería, bajo ningún extremo de su imaginación. Izuku podía ver que su querida Megumin estaba a punto de hacer algo drástico...

- Está bien, ¡incluso un demonio servirá como un amigo! – Ver a la linda castaña dibujando un pentagrama en el suelo fue muy perturbador, especialmente porque sus ojos tenían una mezcla de esperanza y demencia.

- ¡Eso fue asombroso, hermana! – Una mini-Megumin chillaba de alegría, mientras Megumin le daba un pulgar arriba. En una fogata, un montón de bichos estaban siendo rostizados, para infinita vergüenza de la ahora famosa Archimaga.

Ambas chicas lucían como si hubiesen perdido la cordura, pero antes de poder hacer algo para detener al artefacto, todas las pantallas murieron.

Y entonces, apareció una pantalla diferente.

La mayor parte del fondo se veía borroso, pero el escenario principal era claro. Parecía una especie de parque, con niños pequeños jugando en la arena. Uno de ellos parecía una versión super diminuta de Izuku, con rasgos de querubín que le derretiría el corazón a cualquier mujer, y otro de ellos, un rubio de pelos pinchos, que parecía el típico niño travieso y malicioso.

- ¡Y aquí dice "Deku", que significa inútil! – En el momento en que el rubio dijo esas palabras, el resto de los niños empezaron a reírse, mientras el pequeño Izuku parecía herido por esas palabras.

- En ese entonces no lo sabía. – explicó Izuku algo del contexto de la escena, sin mirar a quienes le rodeaban. – Nací sin ningún tipo de poder o habilidad especial, mientras que todos mis compañeros fueron dotados de algo que los hacía diferentes.

Izuku había decidido que las chicas no tenían por qué enfrentarse a esto solas, y al exponerse a sí mismo, les podía ahorrar el trauma de que sus secretos salieran al aire para el mundo.

La escena cambió, y los niños ahora un poco más creciditos caminaban por un pequeño puente. El mocoso rubio se cayó al río poco profundo de abajo, y aunque gritó rápidamente que no le pasó nada, el pequeño Izuku corrió al instante en su ayuda.

- ¿Estás bien? ¿No te lastimaste algo? – La voz honesta del pequeño habría sido algo muy tierno, pero la ya heroica preocupación era suficiente para poner en vergüenza a cualquiera que estuviera tratando de volverse un héroe.

- Eso tal vez habría sido innecesario, pero yo sentía que era lo correcto. – añadió Izuku, y la imagen mostró cómo el rubio no solo apartó bruscamente la mano que le ofrecían, sino que le daba un empujón a Izuku de manera bastante detestable.

Una nueva imagen volvió a surgir, esta vez parecía algo un poco más reciente. Izuku estaba de pie sobre la azotea de lo que parecía un edificio con barandas de metal. El chico estaba tratando de hablar con un hombre masivo que se veía lo bastante fuerte para atravesar una pared de ladrillos sin darse cuenta. Pasó un momento, pero de pronto la montaña de músculos de repente se desinfló, y tomó la forma de un hombre de aspecto esquelético, con aspecto tan frágil que podría matarlo una brisita que le soplara encima.

Una conversación ahogada siguió, y entonces el hombre le dijo a Izuku las palabras más dolorosas que jamás podría oír un chico con un noble sueño...

- Antes me preguntaste si podías convertirte en un héroe sin un Quirk... la respuesta es no, no puedes.

Las chicas pudieron ver claramente el momento en que se rompió el corazón de Izuku, hasta oyeron como su alma gritaba de agonía.

- Escuchar eso del hombre que era mi ídolo de verdad dolió. – confesó Izuku. – Fue más doloroso que mi peor pesadilla. Como si me hubieran arrojado a la parte más profunda del infierno.

En ese momento, la esfera se quedó inerte, y la luz se desvaneció. El efecto se había terminado, y las chicas no estaban exponiendo sus memorias vergonzosas.

- Todos tienen un pasado que quieren ocultar de los demás. – Izuku había comenzado su discurso, tratando de hacer sentir mejor a las Demonios Carmesís. – Eso es parte de crecer y... ¡¿por qué están llorando todas?!

En vez de una respuesta, todas las chicas presentes se le lanzaron encima en un abrazo grupal. No pudo entender lo que decían entre los llantos y sollozos, pero parecían que estaban tratando de consolarlo, de decirle que ya era un héroe, que todos en su pasado se habían equivocado.

Izuku nunca se había sentido más... bienvenido, pero se imaginó que esto también sería parte de crecer.

Esta historia continuará

(--0--)

Omake – ¿Esto es una cita?

Yunyun había decidido perseguir a Megumin en su cita. La pequeña Archimaga podría haber dicho cosas grandiosas de su novio, pero Yunyun estaba algo escéptica.

El chico parecía ser demasiado bueno y amable para su propio bien, lo que hizo sonar algunas alarmas en su cabeza. Había leído suficientes novelas para saber que este tipo de chicos solo buscaban meterse bajo la falda de la heroína, y entonces mostraban sus verdaderos colores.

Por supuesto, sabía que existía la posibilidad de que el chico fuese genuino, y simplemente no conociera a Megumin lo suficiente para saber que tenía que ser... cuidadoso.

¡Y no tenía nada en absoluto que ver con celos y envidia por la idea de que su colega Demonio Carmesí menos desarrollada se hubiera encontrado un buen partido antes que ella!

- ¿Un picnic? – murmuró Yunyun para sí misma, mientras observaba a las semihumanas colocando una enorme manta y una gran cesta. – ¿Tan lejos del pueblo? ¿Podría ser que...?

En ese momento, la mente de la castaña comenzó a conjurar imágenes mentales de las partes calenturientas de sus novelas románticas favoritas. Las escapadas a claros secretos en lo profundo de los bosques, meterse a escondidas en mansiones antiguas, visitar cuevas oscuras preparadas con anticipación para contener camas y comida preservada, viajar a través de pasajes secretos y en mazmorras dentro de varios castillos.

Y todos terminaban en las mismas... actividades enérgicas...

- ¡EXPLOOOSSSSIÓN!

El grito de Megumin inmediatamente fue seguido por una gigantesca detonación. La onda de choque casi hizo volar del suelo a Yunyun. Una mirada rápida reveló que la pequeña archimaga acababa de disparar su hechizo hacia el lago, y la lluvia resultante formaba un pequeño arcoíris.

Eso era normal para los estándares de Megumin. Lo que no era normal, lo que le dio una punzada en el corazón a Yunyun, fue ver al Druida caminando de vuelta a la manta mientras cargaba a Megumin, no solo como si fuese una especie de princesa, ¡sino mostrando un nivel de preocupación por ella que casi parecía erótico!

El ser cargada como princesa era un evento muy preciado para cualquier chica del clan de los Demonios Carmesís, ya que simbolizaba un deseo profundo de formar un lazo permanente de amor con su compañero. El hecho de que era mayormente visto entre parejas casadas solo exacerbaba el sentimiento.

Y entonces...

- ¡No puede ser! – Yunyun casi gritaba ante lo que vio a continuación. – La almohada de regazo... ¡¿y tomarse de las manos también?!

Izuku había posicionado la cabeza de Megumin en su regazo, dándole una posición muy cómoda para disfrutar el resto de la salida. Ver a la pequeña niña confiarle su cuerpo débil e inmóvil al chico ya era bastante malo, ¿pero al ver al chico recoger un sándwich, y luego colocarlo en la boca de la chica?

Ahora Yunyun estaba que hervía de celos y envidia.

No era que quisiera robarle al chico, por perfecto que pareciera ser. ¡Solo que no podía creer que le hubieran ganado a ser la primera en encontrarse un romance apropiado!

- ¿Por qué estás espiando al amo? – El susurro rasposo de la harpía negra le congeló la sangre a Yunyun. Fue entonces que se dio cuenta que la chica pájaro no estaba al lado de Izuku. – Chika cree que los espías son malos. ¡Chika también sabe cómo lidiar con la gente mala!

Al ver las filosas garras acercándose peligrosamente a ella, la castaña tuvo que gritar por ayuda.

...

Un poco después...

- ¡LOSIENTOLOSIENTOLOSIENTOLOSIENTO!

Yunyun seguía repitiendo su mantra una y otra vez. Parecía ser sincero, pero Megumin aún estaba enojada.

- ¡Solo estaba preocupada por Megumin! – explicaba Yunyun, y de nuevo, eso tenía sentido para Izuku. – ¡No quise arruinarles su cita!

El grito final de Yunyun hizo que tanto Izuku como Megumin se pusieran rojos.

- ¡¿CITA?! – gritaron ambos, adquiriendo un tono aún más rojo en sus mejillas.

- ¡Boba! – regañó Liza a la castaña, ya que incluso ella entendía que ahora la cita había sido interrumpida.

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