Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Preludio, una charla, una traición y sucesos inesperados.

Me pase de burguer con lo largo de este capítulo, pero es que es casi puro contexto y es el capitulo previo a la batalla contra los ángeles, de momento no hay advertencias salvo al final que hay un poco de ESCENCIA.

El grupo regresó al Infierno, la tensión palpable entre ellos. Apenas pusieron pie en suelo infernal, Charlie se volvió hacia Vaggie, su rostro una mezcla de dolor y determinación.

"Vaggie," comenzó Charlie, su voz quebrada pero firme, "necesito tiempo. Tiempo lejos de ti, del hotel... de todo. Necesito reflexionar sobre lo que ha pasado."

Vaggie, con lágrimas en los ojos, asintió lentamente. "Lo entiendo, Charlie. Yo... lo siento. Debí habértelo dicho antes."

Charlie se giró hacia Ben, la súplica evidente en sus ojos. "Ben, ¿sería posible que me quede en tu ciudad por un tiempo?"

Ben, comprendiendo la gravedad de la situación, asintió sin dudarlo. "Por supuesto, Charlie. Eres bienvenida el tiempo que necesites."

Mientras Charlie se alejaba con Ben, Vaggie los observó partir, el peso de sus secretos finalmente cayendo sobre ella.

En la ciudad de Ben, Cerbero los recibió con sorpresa. "Señor, no esperaba verlo tan pronto. Apenas ha pasado medio día desde su partida."

Ben, con una expresión seria, respondió: "Las cosas han cambiado drásticamente, Cerbero. Necesito que contactes a todos los Overlords inmediatamente. Quiero verlos aquí lo antes posible."

Cerbero, notando la urgencia en la voz de su líder, asintió y se apresuró a cumplir la orden.

En cuestión de horas, los Overlords comenzaron a llegar. Velvette, normalmente hostil hacia Ben, mostró una sonrisa intrigada. "¿Habrá guerra, Ben?" preguntó, un brillo de anticipación en sus ojos.

Ben, con una determinación férrea en su mirada, asintió. "Sí, Velvette. Nos espera una guerra como ninguna otra."

Mientras los Overlords se reunían, Ben comenzó a explicar los eventos ocurridos en el Cielo y las amenazas inminentes. La noticia de un Exterminio potencialmente más brutal de lo habitual causó conmoción entre los presentes.

"Necesitamos unirnos," declaró Ben. "No solo para defendernos, sino para cambiar el status quo de una vez por todas."

Algunos Overlords mostraron escepticismo, otros entusiasmo ante la perspectiva de una batalla. Charlie, observando desde un rincón, se dio cuenta de que estaba presenciando el inicio de una nueva era para el Infierno.

Ben continuó delineando su plan: fortalecer las defensas, entrenar a los habitantes del Infierno para defenderse, y prepararse para un posible asalto al Cielo si fuera necesario.

"No buscamos destruir," aclaró Ben, "sino forzar un cambio. El ciclo de violencia y exterminios debe terminar."

Mientras la reunión avanzaba, quedó claro que el Infierno estaba a punto de embarcarse en su desafío más grande hasta la fecha. Con Ben liderando la carga y los Overlords uniéndose bajo una causa común, el equilibrio entre el Cielo y el Infierno estaba a punto de ser alterado para siempre.

Charlie, observando todo esto, se dio cuenta de que su sueño de redención podría realizarse de una manera que nunca había imaginado. Con una mezcla de esperanza y aprensión, se preparó para el papel que tendría que desempeñar en los eventos por venir.

Conforme Ben terminó de explicar la situación, los Overlords presentes comenzaron a expresar sus opiniones y preocupaciones:

Velvette, con una sonrisa maliciosa, fue la primera en hablar: "Por fin algo de acción real. Cuenta conmigo, Ben. Mis fuerzas están a tu disposición."

Carmilla Carmine, siempre calculadora, añadió: "Una guerra contra el Cielo no es algo que se deba tomar a la ligera. Sin embargo, si logramos vencer, el poder que obtendremos será inimaginable. Estoy dentro, pero con cautela."

Zestial, con su característica calma, asintió: "La balanza del poder necesita ser equilibrada. Tienes mi apoyo y mis recursos, Ben."

Rosie, ajustando su sombrero, comentó con una sonrisa enigmática: "Oh, querido, ciertamente sabes cómo hacer las cosas interesantes. Será un placer ver cómo se desarrolla todo esto."

Frederick von Eldritch, con su imponente presencia, declaró: "Una guerra contra el Cielo podría ser nuestra perdición o nuestra salvación. La familia von Eldritch no puede quedarse al margen. Cuentas con nuestro apoyo."

Bethesda von Eldritch, tomando la mano de su esposo, agregó: "Nuestros recursos y conexiones están a tu disposición, Ben. Esto podría cambiar el Infierno para siempre."

Zeezi, con un brillo de emoción en sus ojos, exclamó: "¡Finalmente, una oportunidad para demostrar nuestro verdadero poder! Estoy ansiosa por ver arder el Cielo."

Ben asintió, agradeciendo el apoyo de cada uno. "Aprecio su confianza y su disposición para unirse a esta causa. Sin embargo, debo aclarar que nuestro objetivo no es destruir el Cielo, sino forzar un cambio. Necesitamos terminar con los Exterminios y establecer un nuevo orden."

Notando la ausencia de Alastor, Ben preguntó: "¿Alguien sabe por qué Alastor no está aquí?"

Rosie respondió con una sonrisa misteriosa: "Oh, ya conoces a Alastor. Siempre jugando su propio juego. No me sorprendería si ya estuviera planeando algo por su cuenta."

Ben frunció el ceño, consciente de que la ausencia de Alastor podría ser tanto una ventaja como una complicación. "Bien, tendremos que proceder sin él por ahora. Necesitamos comenzar los preparativos de inmediato."

Volviéndose hacia el grupo, Ben continuó: "Cada uno de ustedes tiene habilidades y recursos únicos. Necesitaremos utilizar todo lo que tenemos a nuestra disposición. Velvette, necesito que comiences a entrenar a nuestras fuerzas. Carmilla, tu experiencia estratégica será invaluable. Zestial, necesitaremos tu conocimiento arcano. Rosie, tus conexiones pueden ayudarnos a reunir información crucial. Familia von Eldritch, su influencia y recursos serán fundamentales para unir a todo el Infierno bajo nuestra causa."

Los Overlords asintieron, cada uno comenzando a considerar cómo podrían contribuir mejor a los planes de Ben.

"Una cosa más," añadió Ben, su voz grave. "El próximo Exterminio podría ser más brutal de lo habitual. Necesitamos estar preparados para defendernos y, si es necesario, contraatacar. Esta es nuestra oportunidad de cambiar las reglas del juego para siempre."

Mientras la reunión continuaba, detallando planes y estrategias, Charlie observaba desde un rincón, maravillada por cómo Ben había logrado unir a estos poderosos seres bajo una causa común. Por primera vez, sintió que su sueño de cambiar el Infierno podría realizarse, aunque de una manera que nunca había imaginado.

Ben se giró hacia Carmilla, su mirada intensa y determinada. "Carmilla, Velvette me informó que fuiste tú quien acabó con el ángel que inició todo esto. Conociéndote, sé que debiste tener una buena razón y no te culpo. Pero ahora, necesitamos esa información. ¿Cuál es la debilidad de los ángeles?"

Carmilla, con una sonrisa enigmática, respondió: "Ah, Ben, siempre tan perspicaz. Efectivamente, los ángeles tienen una debilidad crucial: sus propias armas. Ironicamente, las armas angelicales son letales para ellos."

Los ojos de Ben se iluminaron con interés. "¿Y tienes acceso a estas armas?"

Carmilla asintió. "De hecho, poseo un considerable arsenal de armas angelicales. Tengo... contactos, ángeles corruptos que me las han proporcionado a lo largo de los años."

Ben, procesando rápidamente esta información, propuso: "Necesito que traigas todas las armas que puedas a mi ciudad. Tengo planes para modificarlas, mejorarlas."

Un murmullo de asombro y anticipación recorrió la sala. Los Overlords presentes intercambiaron miradas, conscientes del nivel tecnológico que Ben poseía y las implicaciones de lo que podría crear con esas armas angelicales.

Velvette, con una sonrisa maliciosa, comentó: "Oh, esto va a ser divertido."

Carmilla consideró la propuesta por un momento antes de asentir. "Acepto, Ben. Traeré mi arsenal a tu disposición. Sin embargo," añadió, su voz adoptando un tono más serio, "una vez que todo esto termine, me gustaría tener una conversación privada contigo. Hay asuntos... personales que me gustaría discutir."

Ben, intrigado pero cauteloso, aceptó. "Trato hecho, Carmilla. Tu contribución será invaluable en esta guerra."

El resto de los Overlords observaban con una mezcla de emoción y aprensión. La idea de armas angelicales modificadas por la tecnología de Ben era a la vez aterradora y fascinante.

Frederick von Eldritch intervino: "Ben, si vas a modificar esas armas, la familia von Eldritch puede proporcionar recursos adicionales. Tenemos acceso a materiales raros que podrían ser útiles."

Ben asintió agradecido. "Excelente oferta, Frederick. Cada ventaja que podamos obtener será crucial."

Volviéndose hacia el grupo, Ben concluyó: "Bien, tenemos un plan inicial. Carmilla, trae las armas lo antes posible. El resto, comiencen a movilizar sus recursos y fuerzas. Necesitamos estar preparados para cualquier eventualidad."

Mientras los Overlords se dispersaban, cada uno con sus propias tareas y planes, Ben no pudo evitar sentir el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. Estaba a punto de liderar al Infierno en una guerra contra el Cielo, algo que nunca habría imaginado cuando llegó a este universo.

Charlie, observando desde un lado, se acercó a Ben. "¿Estás seguro de esto?" preguntó, su voz mezclada con preocupación y esperanza.

Ben la miró, su determinación inquebrantable. "No tenemos opción, Charlie. Es hora de que el Infierno se defienda y cambie las reglas del juego. Y para eso, necesitaremos toda la ayuda posible, incluida la tuya."

Charlie asintió, consciente de que estaban a punto de embarcarse en un camino sin retorno, uno que podría cambiar el destino de ambos reinos para siempre.

Charlie y Ben se encontraban rodeados de un grupo de Hellhounds ansiosos, listos para asistir a su líder en lo que fuera necesario. La princesa del Infierno observaba a Ben con una mezcla de curiosidad y aprensión, esperando que revelara sus planes para la inminente confrontación.

"Entonces, Ben," comenzó Charlie, su voz teñida de preocupación, "¿cuál es exactamente tu estrategia para esta guerra? Conociéndote, imagino que será algo... intenso."

Ben sonrió, sus ojos verdes brillando con determinación y un toque de picardía. "Oh, será intenso, de eso no hay duda. Vamos a crear armas y vehículos que harán temblar al Cielo," hizo una pausa dramática, notando cómo Charlie contenía el aliento, "pero con una pequeña sorpresa."

"¿Sorpresa?" preguntó Charlie, inclinando la cabeza con curiosidad.

"Sí," continuó Ben, su voz adquiriendo un tono más suave pero no menos decidido. "Todas nuestras creaciones serán no letales. En esta guerra, Charlie, no habrá bajas. Ni una sola."

Los ojos de Charlie se abrieron de par en par, una mezcla de asombro y confusión reflejándose en ellos. "Pero... ¿cómo? ¿Por qué?"

Ben se acercó a ella, colocando una mano sobre su hombro. "Porque esto no se trata de destrucción, sino de entendimiento. Somos dos bandos que han estado en conflicto por demasiado tiempo, simplemente porque no hemos sabido comunicarnos. No voy a permitir que nos masacremos entre nosotros por un malentendido cósmico."

Las mejillas de Charlie se tiñeron de un suave rosa, sintiendo una calidez expandirse en su pecho ante las palabras de Ben. En ese momento, se dio cuenta de que nunca había conocido a alguien tan genuinamente compasivo y justo como él. Una pequeña chispa se encendió en su corazón, una sensación nueva y emocionante que no pudo ignorar.

"Ben," susurró Charlie, su voz cargada de emoción, "eso es... increíble. Nunca pensé que alguien más pudiera ver las cosas de esa manera."

Ben le dedicó una sonrisa cálida. "Bueno, supongo que tenemos más en común de lo que pensábamos, ¿no crees, princesa?"

Charlie asintió, una nueva determinación brillando en sus ojos. "Cuenta conmigo, Ben. Hagamos esto juntos."

En los días siguientes, la ciudad de Ben se transformó en un hervidero de actividad frenética. El portador del Omnitrix lideraba los esfuerzos, alternando entre sus formas de Materia Gris y Jury Rigg para diseñar y construir un arsenal sin precedentes.

"¡Más aleación de tungsteno por aquí!" gritaba Ben en su forma de Jury Rigg, sus pequeñas manos moviéndose a una velocidad vertiginosa mientras ensamblaba lo que parecía ser un cañón de energía no letal. "¡Cerbero, necesito esos circuitos cuánticos!"

El leal Hellhound de tres cabezas se movía eficientemente por el taller improvisado, coordinando sus tres cerebros para manejar múltiples tareas a la vez. "En seguida, señor," respondieron sus tres bocas al unísono, cada una ocupada con una tarea diferente.

Charlie, por su parte, se había convertido en una presencia constante en el taller, fascinada por el proceso creativo de Ben. "Esto es increíble," comentó, examinando un vehículo antigravedad recién terminado. "Nunca pensé que la tecnología pudiera ser tan... elegante."

Velvette, quien sorprendentemente se había vuelto una colaboradora entusiasta, soltó una risita. "Oh, querida, no has visto nada aún. Espera a que veas lo que Ben tiene planeado para los ángeles. Será un espectáculo digno de ver."

Carmilla, con su habitual aire de sofisticación, aportaba su conocimiento sobre las debilidades angélicas. "Recuerda, Ben," dijo, pasando sus dedos por el filo de una espada angelical modificada, "incluso con tus mejoras, estas armas deben mantener su esencia celestial para ser efectivas."

Ben, volviendo a su forma humana por un momento, asintió. "Lo tengo en cuenta, Carmilla. Estamos creando un arsenal que incapacitará sin destruir. Es un equilibrio delicado, pero crucial."

A medida que pasaban los días, el arsenal de Ben crecía. Vehículos capaces de navegar entre dimensiones, armas que podían neutralizar las habilidades angélicas sin causar daño permanente, e incluso trajes de batalla que otorgaban a los demonios protección contra las armas celestiales.

"Un mes," murmuró Ben, observando su creación más reciente: un escudo de energía capaz de cubrir toda la ciudad. "Un mes para prepararnos para el día del Exterminio. Y esta vez, estaremos listos."

Charlie, parada a su lado, tomó su mano en un gesto de apoyo. "Lo estaremos, Ben. Gracias a ti, por primera vez en la eternidad, el Infierno tiene una oportunidad real de cambiar su destino."

Ben le devolvió el apretón, una sonrisa determinada en su rostro. "Y lo haremos juntos, Charlie. Este es solo el comienzo de algo mucho más grande."

Mientras el sol infernal se ponía en el horizonte, iluminando el taller con un resplandor carmesí, Ben y sus aliados continuaron trabajando, conscientes de que el destino de dos reinos descansaba sobre sus hombros. El día del Exterminio se acercaba, pero esta vez, el Infierno no sería una víctima indefensa. Esta vez, lucharían por su futuro.

Después de dos semanas de trabajo incesante, alternando entre Materia Gris y Jury Rigg, el agotamiento mental de Ben era evidente. Sus ojos, normalmente brillantes y alertas, estaban apagados por el cansancio. Charlie, preocupada por su bienestar, finalmente logró convencerlo de tomar un descanso.

"Vamos, Ben," insistió Charlie con una sonrisa cálida. "Incluso los héroes necesitan un respiro. Además, me gustaría hablar contigo... ya sabes, sin la presión de una guerra inminente sobre nuestros hombros."

Ben, demasiado exhausto para discutir, asintió con una sonrisa cansada. "Está bien, tú ganas. ¿A dónde quieres ir?"

Ambos dieron un paseo por la ciudad.

"Es increíble lo que has logrado aquí, Ben," dijo Charlie, sus ojos brillando con admiración. "Hace unos meses, este lugar era un desastre, y ahora... mira cuánto ha cambiado."

Ben sonrió, aunque sus ojos reflejaban preocupación por su amiga. "Gracias, Charlie. Pero gran parte del mérito es tuyo. Tu visión de redención fue lo que inspiró a muchos a creer que el cambio era posible."

Charlie suspiró, su sonrisa flaqueando por un momento. "Me alegra que al menos algo esté saliendo bien."

Ben se detuvo, volviéndose hacia ella. "¿Quieres hablar de lo que pasó con Vaggie?"

Charlie dudó un momento antes de asentir. Se sentaron en un banco cercano, observando a los hellhounds que pasaban, algunos saludando respetuosamente a Ben.

"Es solo que... no puedo creer que me lo ocultara durante tanto tiempo," comenzó Charlie, su voz baja y dolida. "Ser un ángel caído... eso es algo importante, Ben. Creí que confiaba en mí."

Ben asintió comprensivamente. "Entiendo que te sientas traicionada. La confianza es fundamental en cualquier relación."

"Exacto," continuó Charlie. "Y ahora me pregunto qué más podría haberme ocultado. ¿Cómo puedo confiar en ella de nuevo?"

Ben reflexionó un momento antes de responder. "Charlie, en mi tiempo aquí he aprendido que todos tenemos secretos y miedos. Tal vez Vaggie temía tu reacción, o quizás pensaba que te protegía de alguna manera."

"Pero eso no lo justifica," protestó Charlie.

"No, no lo hace," concordó Ben. "Pero podría explicarlo. A veces, las personas que más queremos son las que más nos cuesta ser honestos, por miedo a perderlas."

Charlie lo miró, considerando sus palabras. "¿Crees que debería hablar con ella?"

Ben sonrió suavemente. "Creo que deberías hacer lo que sientas que es correcto. Pero recuerda, Charlie, tu capacidad de ver lo mejor en los demás, de creer en la redención, es lo que te hace especial. No pierdas eso por un error, por grande que sea."

Charlie asintió lentamente, una pequeña sonrisa formándose en sus labios. "Gracias, Ben. No sé qué haría sin ti aquí."

"Para eso están los amigos," respondió Ben, poniéndose de pie y ofreciéndole su mano. "¿Qué te parece si seguimos con nuestro recorrido? Hay un nuevo café que abrió la semana pasada que creo que te encantará."

Charlie tomó su mano, levantándose. "Suena perfecto."

Mientras reanudaban su caminata, el peso en el corazón de Charlie parecía un poco más ligero. Aunque el camino hacia la reconciliación con Vaggie sería difícil, la presencia y el apoyo de Ben le recordaban que no estaba sola en su viaje.

Ben y Charlie continuaron su paseo por el distrito Hellhound del este, con el héroe alienígena guiando el camino hacia un edificio de aspecto renovado.

"Este es nuestro centro comunitario," anunció Ben con orgullo, abriendo la puerta para Charlie. "Lo inauguramos hace un par de meses."

Al entrar, Charlie quedó impresionada por la actividad que bullía en el interior. En una sala, un grupo de Hellhounds participaba en una clase de control de ira, practicando técnicas de respiración. En otra, varios demonios aprendían habilidades prácticas como carpintería y mecánica.

"Ben, esto es increíble," exclamó Charlie, sus ojos brillando de emoción. "Has adaptado muchas de las ideas de redención que hablamos."

Ben sonrió, complacido por su reacción. "Bueno, tuve una buena maestra. Tus ideas sobre la redención fueron la base de todo esto."

Mientras recorrían el centro, Charlie notó un cartel anunciando sesiones de terapia grupal. "¿Incluso ofrecen terapia?"

"Sí, resultó ser una de las necesidades más urgentes," explicó Ben. "Muchos aquí nunca tuvieron la oportunidad de procesar sus traumas o aprender a manejar sus emociones de manera saludable."

Charlie asintió, pensativa. "Es fascinante ver cómo has aplicado estos conceptos a la realidad del Infierno. Me da esperanza para el Hotel."

Después de despedirse del personal del centro, Ben guió a Charlie hacia un pequeño parque cercano. Era un oasis de verdor en medio del caótico paisaje infernal, con árboles de hojas púrpura y flores de fuego que emitían un suave resplandor.

"Este parque fue uno de nuestros primeros proyectos," comentó Ben mientras se sentaban en un banco. "Queríamos crear un espacio donde las familias pudieran reunirse sin temor."

Charlie observó a un grupo de niños Hellhound jugando en un área cercana, sus risas llenando el aire. "Es hermoso ver algo así en el Infierno. Me recuerda por qué empecé todo esto en primer lugar."

Hubo un momento de silencio cómodo entre ellos antes de que Charlie hablara de nuevo, su voz más suave. "Ben, sobre lo de Vaggie..."

Ben la miró con atención, dándole espacio para expresarse.

"No puedo dejar de pensar en ello," continuó Charlie. "Una parte de mí entiende por qué podría haber ocultado algo así, pero otra parte se siente... traicionada."

Ben asintió comprensivamente. "Es una situación complicada. Como héroe, he tenido que mantener secretos que a veces han lastimado a las personas que me importan. No es fácil."

"¿Cómo lo manejas?" preguntó Charlie, girándose para mirarlo directamente.

"Bueno," comenzó Ben, pensativo, "he aprendido que la honestidad es crucial, pero también que el timing y el contexto importan. A veces, guardamos secretos porque creemos que estamos protegiendo a alguien, aunque no siempre sea la decisión correcta."

Charlie reflexionó sobre sus palabras. "Supongo que puedo entender eso. Tal vez Vaggie pensó que me estaba protegiendo de alguna manera."

"Es posible," concordó Ben. "Pero Charlie, lo que realmente importa ahora es cómo decides manejar esta situación. Tu capacidad de ver lo mejor en los demás, de creer en la redención, es lo que te hace especial. No pierdas eso por un error, por grande que sea."

Las palabras de Ben parecieron tocar algo en Charlie. Su expresión se suavizó, y una pequeña sonrisa comenzó a formarse en sus labios. "Tienes razón. Quizás debería..."

En ese momento, un estruendo lejano interrumpió sus pensamientos. Ben y Charlie se pusieron de pie de inmediato, alertas. El sonido de gritos y el caos creciente llegaba desde unas calles más allá...

El estruendo resultó ser una falsa alarma: solo un camión de mudanzas que había derribado accidentalmente un andamio. Con la situación bajo control, Ben sugirió continuar su paseo hacia un parque cercano.

"Conozco un lugar donde venden unos helados increíbles," dijo Ben con una sonrisa. "¿Te apetece uno?"

Charlie asintió, agradecida por la distracción. "Suena perfecto."

Unos minutos después, ambos se sentaron en un banco del parque, cada uno con un colorido helado en la mano. El sabor de Charlie era una mezcla única de frutos del infierno, mientras que Ben optó por algo que se parecía mucho al chocolate, pero con un toque picante.

Hubo un momento de silencio mientras disfrutaban de sus helados. Charlie parecía perdida en sus pensamientos, su mirada fija en el horizonte infernal.

"¿Un centavo por tus pensamientos?" preguntó Ben suavemente.

Charlie soltó un largo suspiro. "Es solo que... todo esto me ha hecho pensar en muchas cosas, Ben."

"Soy todo oídos si quieres hablar," ofreció él.

Charlie dudó un momento antes de comenzar. "Sabes, ser la hija de Lucifer no es fácil. Siempre ha habido esta... presión. Esta expectativa de que debo ser de cierta manera, hacer ciertas cosas."

Ben escuchaba atentamente mientras ella continuaba.

"Mi relación con mi padre... ha sido distante desde hace tiempo. Es como si nunca pudiera estar a la altura de sus expectativas, ¿sabes? Y mi madre..." Charlie hizo una pausa, su voz quebrándose un poco. "Ella simplemente desapareció un día, sin explicaciones. Me sentí... me siento tan abandonada."

"Lo siento mucho, Charlie," dijo Ben con sinceridad. "Eso debe ser muy duro."

Charlie asintió, limpiándose una lágrima. "A veces siento que todo esto me está aplastando por dentro. El hotel, la redención, mi familia... es mucho."

Luego, soltó una risa amarga. "¿Sabes qué es lo irónico? Había hablado de esto con Vaggie antes, pero ahora me doy cuenta de que no sirvió de mucho."

Ben la miró con curiosidad. "¿Por qué dices eso?"

"Porque acabo de darme cuenta de que no sé nada de ella, no realmente," explicó Charlie. "Siempre he sido un libro abierto, contándole todo sobre mí, mis miedos, mis sueños... pero Vaggie nunca se abrió realmente conmigo. Ni siquiera sabía que era un ángel caído."

Ben reflexionó un momento antes de hablar. "A veces, las personas que han pasado por mucho tienen dificultades para abrirse, incluso con aquellos que aman. Quizás Vaggie tiene sus propios demonios con los que está luchando."

Charlie consideró sus palabras. "Tal vez tengas razón. Es solo que... me hace cuestionar todo, ¿sabes?"

"Es comprensible," asintió Ben. "Pero Charlie, el hecho de que estés dispuesta a considerar su perspectiva, incluso después de sentirte herida, dice mucho sobre ti y tu capacidad de compasión."

Charlie sonrió débilmente. "Gracias, Ben. No sabes cuánto aprecio poder hablar así contigo."

"Para eso están los amigos," respondió Ben con una sonrisa cálida. "Y si me permites decirlo, creo que tu capacidad de ser vulnerable y abierta es una de tus mayores fortalezas. No la pierdas."

Mientras terminaban sus helados, un cómodo silencio se instaló entre ellos. El sol del infierno comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos rojizos y púrpuras. Charlie parecía más tranquila, como si el peso que llevaba se hubiera aligerado un poco.

"¿Sabes qué, Ben?" dijo finalmente, su voz llena de una nueva determinación. "Creo que necesito tener una conversación honesta con Vaggie. Realmente honesta. Tal vez así..."

Charlie se detuvo, notando una sombra de preocupación en el rostro de Ben. "¿Qué pasa, Ben? Pareces... distante de repente."

Ben respiró profundamente, como si estuviera reuniendo coraje. "Charlie, ya que has compartido algo tan personal conmigo, creo que es justo que yo también lo haga. Hay algo que me ha pesado durante mucho tiempo."

Charlie asintió, prestándole toda su atención.

"El Omnitrix," comenzó Ben, mirando el dispositivo en su muñeca, "pesa mucho. Más de lo que podrías imaginar. Cuando tenía 10 años, después de mi primer verano con él, lo dejé de lado por un tiempo. El peso era... abrumador."

Ben hizo una pausa, organizando sus pensamientos. "Pero antes de hablar de eso, déjame contarte sobre mi prima Gwen. Al principio del verano, éramos como perros y gatos. No podíamos estar en la misma habitación sin discutir."

Una sonrisa nostálgica cruzó su rostro. "Pero con el tiempo, y después de muchas aventuras donde terminamos salvándonos la vida mutuamente, desarrollamos una conexión única. Como almas gemelas, a pesar de ser tan diferentes."

Charlie sonrió, imaginando a un joven Ben y su prima en sus aventuras.

Ben continuó, su expresión volviéndose más seria. "Un día, durante una misión contra uno de mis enemigos habituales, el Dr. Animo —un tipo que normalmente no representaba una gran amenaza— las cosas se salieron de control. Sobrecargué un reactor nuclear con uno de mis aliens."

Su voz se volvió más baja, casi un susurro. "La onda expansiva afectó al Omnitrix de la peor manera posible. Por suerte, un alien aliado llamado Tetrax vino en mi ayuda. Pero lo que me dijo..." Ben tragó saliva, su mirada perdida en la distancia. "Me dijo que debido a la sobrecarga, el Omnitrix iba a autodestruirse. Y cuando explotara... todo el universo sería borrado."

Charlie jadeó, sus ojos se abrieron de par en par, una expresión de miedo y asombro se dibujó en su rostro. La escala del poder que Ben manejaba, el peso de esa responsabilidad, de repente se volvió dolorosamente clara para ella.

"Ben, eso es..." Charlie buscó las palabras, su voz apenas un susurro. "No puedo ni imaginar cómo debiste sentirte. Eras solo un niño y..."

El rostro de Ben reflejaba una mezcla de emociones: miedo, culpa, determinación. Estaba a punto de continuar su relato cuando notó la expresión de Charlie. La princesa del Infierno, que había enfrentado demonios y horrores inimaginables, parecía genuinamente conmocionada por la magnitud de lo que Ben le estaba revelando.

"Charlie, yo..." Ben comenzó, su voz suave y cargada de emoción...

Ben continuó su relato, su voz cargada de emoción y recuerdos:

"Ocurrieron varias cosas después de eso, Charlie. Tetrax nos llevó a otro sector de la galaxia para buscar a Azmuth, el creador del Omnitrix. Ni siquiera estábamos seguros de si la información que teníamos era correcta, pero era nuestra única esperanza."

Charlie escuchaba atentamente, completamente inmersa en la historia de Ben.

"Llegamos al planeta Xenon después de conseguir una pista al liberar de una prisión a quien creíamos que era Azmuth, pero resultó ser su asistente, Myaxx. Gracias a ella, pudimos llegar a Xenon." Ben hizo una pausa, su mirada perdida en la distancia. "Ese planeta... jamás se irá de mi memoria."

Ben respiró profundamente antes de continuar. "Charlie, hay algo más que quiero que sepas. ¿Recuerdas cuando nos conocimos y te dije que no confiaba del todo en tu plan de redención? Que tenía mis propios principios?"

Charlie asintió, recordando aquel momento.

"La razón por la que creo que no todo el mundo merece la redención tiene un nombre: Vilgax." El rostro de Ben se endureció al pronunciar ese nombre. "Es mi némesis, un conquistador de planetas sin escrúpulos ni moral. Lo he enfrentado muchas veces en el pasado."

Ben apretó los puños, la tensión visible en su cuerpo. "Por suerte, después del incidente de Xenon, jamás volví a saber de él y lo di por muerto. Pero Vilgax... él es la razón por la que, según mis principios, la redención debe tomarse con pinzas."

Charlie procesaba toda esta información, su expresión una mezcla de comprensión y preocupación. Podía ver el peso que estas experiencias habían dejado en Ben, cómo habían moldeado su visión del mundo y su sentido de la justicia.

"Ben, yo..." comenzó Charlie, buscando las palabras adecuadas. La revelación de Ben había arrojado una nueva luz sobre su comprensión de él y de los desafíos que había enfrentado...

"Vilgax nos encontró e intentó acabar con nosotros. Su principal misión siempre fue robarme el Omnitrix para usarlo y conquistar el universo. Después de que escapamos de él, un alien planta carnívora..." Ben hizo una pausa, su voz temblando ligeramente. "Pensé que había devorado a Gwen. No pude hacer nada porque no podía usar el Omnitrix. Me sentí inútil y casi perdí toda esperanza."

Charlie contuvo el aliento, completamente absorta en la historia.

"Mientras escapaba, me encontré con Azmuth. Logré convencerlo y él detuvo la autodestrucción del Omnitrix. Además, me dio acceso a uno de los aliens más poderosos de mi arsenal: Muy Grande. Ya sabes, con el que acabé con Belial."

Ben sonrió débilmente antes de continuar. "Por milagro, mi prima no solo sobrevivió, sino que estaba ilesa. Pero sus gritos cuando esa planta la devoró... aún me atormentan a veces."

El rostro de Ben se ensombreció. "Aquella experiencia me hizo darme cuenta del peso de mis acciones y cómo pueden afectar a otros. Fue entonces cuando renuncié al reloj."

Charlie escuchaba en silencio, comprendiendo cada vez más la complejidad de las experiencias de Ben.

"Por motivos fuera de mi control, seis años después tuve que ponérmelo de nuevo," continuó Ben. "Tras salvar al universo deteniendo una guerra de escala universal con unos aliens llamados Highbreed, heme aquí."

Ben hizo una pausa, mirando directamente a Charlie. La princesa del Infierno podía ver en sus ojos el peso de años de responsabilidad y sacrificio.

"Charlie, te cuento todo esto porque..." Ben comenzó, su voz cargada de emoción...

Ben dio un largo suspiro, su mirada perdida en el horizonte del Infierno. Charlie, notando su melancolía, preguntó suavemente:

"Ben, ¿extrañas tu hogar?"

Ben asintió lentamente, una sonrisa triste cruzando su rostro. "Sí, Charlie. Extraño a todos. A mi padre, a mi madre, al abuelo y... a Gwen." Su voz se quebró ligeramente al mencionar a su prima. "Esos seis años que no tuve el Omnitrix, nos volvimos muy cercanos. La extraño bastante."

Hizo una pausa, como si estuviera considerando sus siguientes palabras. "Aunque suene algo egoísta ponerla por sobre los demás, es a quien más extraño. En el fondo, temo por todos ellos. Por lo general, era yo quien mantenía a raya muchos problemas en mi mundo."

Charlie escuchaba atentamente, su corazón conmovido por la vulnerabilidad que Ben estaba mostrando.

"Confío en Gwen y en Kevin, un amigo muy cercano y novio de Gwen," continuó Ben. "Creo con casi toda seguridad que con ellos activos, no soy tan necesario en la Tierra, pero aun así..."

Charlie puso una mano en el hombro de Ben, ofreciéndole consuelo. "Te entiendo, Ben. Debe ser muy difícil estar lejos de tu hogar y de las personas que amas, especialmente después de todo lo que has pasado."

Ben la miró, agradecido por su comprensión.

"Quiero que sepas," dijo Charlie con determinación, "que te apoyaré en todo lo que pueda. Sé que no puedo reemplazar a tu familia o a tu hogar, pero mientras estés aquí, haré todo lo posible para que te sientas bienvenido y apoyado."

Ben sonrió, genuinamente conmovido por las palabras de Charlie. "Gracias, Charlie. Significa mucho para mí. Y quiero que sepas que, aunque extraño mi hogar, estoy agradecido de haberte conocido a ti y a los demás aquí. Han hecho que este lugar extraño se sienta un poco más como un hogar."

Charlie devolvió la sonrisa, sintiendo que su amistad con Ben se había fortalecido aún más después de compartir estas confidencias.

"Ben," dijo Charlie después de un momento de silencio, "¿crees que algún día...?"

Ben asintió lentamente. "Sí, espero algún día volver a mi mundo," dijo con una mezcla de nostalgia y determinación en su voz. "Pero incluso teniendo la forma de hacerlo a la mano, no me iría hasta que todos los conflictos aquí acaben. Nunca dejo un trabajo heroico a medias."

Charlie sonrió, admirando la dedicación de Ben. Después de un momento de silencio contemplativo, decidió cambiar el tema.

"Ben," comenzó Charlie, su voz llena de duda, "¿qué crees que debería hacer con Vaggie?"

Ben consideró cuidadosamente su respuesta, consciente de la delicadeza de la situación. "Charlie, creo que eso depende de ti," dijo finalmente, optando por una postura neutral. "Pero te sugiero que no olvides la falta de confianza que Vaggie te demostró. Sin embargo, también deberías poner en una balanza el amor que le tienes."

Hizo una pausa, asegurándose de que sus palabras fueran claras. "Toma en cuenta ambas cosas a la hora de tomar tu decisión. Yo casi no conozco a Vaggie, así que no puedo decirte simplemente 'déjala' o 'perdónala'. Pero lo más importante es que también tengas en cuenta tu propia felicidad."

Charlie escuchó atentamente, apreciando la honestidad y la consideración en el consejo de Ben. Se llevó las manos al pecho y dio una larga exhalación, cerrando los ojos mientras reflexionaba para sí misma.

Ben observó en silencio, respetando el momento de introspección de Charlie. Pasaron varios segundos que parecieron estirarse en el tiempo.

De repente, una sonrisa comenzó a formarse en el rostro de Charlie. Ben pudo sentir cómo los ánimos de la princesa se elevaban, como si una luz interior se hubiera encendido.

Charlie abrió los ojos, su mirada llena de una nueva determinación. "Ya sé qué decisión tomar," dijo con confianza.

Ben sintió que toda la energía y optimismo característicos de Charlie habían regresado. Sonrió, aliviado de ver a su amiga recuperar su espíritu.

"Me alegro, Charlie," dijo Ben con sinceridad. "Sea cual sea tu decisión, estaré aquí para apoyarte."

Charlie asintió, agradecida. "Gracias, Ben. Por escucharme, por compartir tu historia conmigo, y por tu consejo. Significa mucho para mí."

Mientras el sol del Infierno comenzaba a ponerse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos rojizos y púrpuras, Ben y Charlie se pusieron de pie, listos para regresar al hotel. El paseo había sido más revelador y emotivo de lo que cualquiera de los dos hubiera esperado, pero ambos sentían que su amistad se había fortalecido significativamente.

"¿Lista para volver?" preguntó Ben.

Charlie asintió con determinación. "Lista. Tengo una conversación importante que tener."

Y con eso, los dos amigos emprendieron el camino de regreso al Hotel Hazbin, cada uno llevando consigo las confidencias compartidas y un entendimiento más profundo del otro.

En la ventana del Hotel Hazbin, Vaggie permanecía inmóvil, su mirada fija en las figuras cada vez más distantes de Ben y Charlie. Aunque no podía escuchar su conversación, cada gesto, cada sonrisa compartida, cada roce casual entre ellos era como una puñalada en su corazón.

"Se ven tan... cómodos juntos," murmuró para sí misma, sus manos apretando con fuerza el alféizar de la ventana.

"Ciertamente lo hacen, ¿no es así, mi querida Vaggie?" La voz de Alastor, suave como la seda pero afilada como una navaja, resonó detrás de ella.

Vaggie se giró bruscamente, su lanza materializada en un instante. "¿Qué quieres, Alastor?"

El demonio de la radio sonrió, sus ojos brillando con malicia. "Oh, simplemente estaba observando lo mismo que tú. Debo decir, hacen una pareja encantadora. La tensión romántica entre ellos es casi palpable, ¿no crees?"

"¡Cállate!" gritó Vaggie, apuntando su lanza directamente al pecho de Alastor. "No sabes de lo que estás hablando."

Alastor levantó las manos en un gesto de falsa rendición, su sonrisa nunca vacilando. "Vamos, vamos, querida. No hay necesidad de violencia. De hecho, tengo una propuesta que podría interesarte."

Vaggie entrecerró los ojos con sospecha, pero no bajó su arma. "¿Qué clase de propuesta?"

"Una que podría resolver tu... pequeño problema alienígena," respondió Alastor, su voz cargada de insinuación.

Por un momento, Vaggie pareció considerar la oferta, la duda visible en su rostro. Finalmente, bajó lentamente su lanza. "Te escucho."

La sonrisa de Alastor se ensanchó, mostrando una hilera de dientes afilados. "Excelente. Verás, creo que hay una manera de deshacernos del señor Tennyson de una vez por todas. Todo lo que necesitas hacer es seguir mis instrucciones al pie de la letra."

Vaggie frunció el ceño, la duda aún evidente en su voz. "¿Por qué debería confiar en ti?"

"Oh, querida," rió Alastor, "no tienes que confiar en mí. Solo tienes que querer lo mismo que yo: ver a Ben Tennyson fuera de escena. Y por lo que veo, ese deseo arde en ti con bastante intensidad."

Vaggie guardó silencio por un largo momento, su mirada alternando entre Alastor y la ventana por donde había visto salir a Charlie y Ben. Finalmente, con un suspiro de derrota, preguntó: "¿Cuál es tu plan?"

Alastor se inclinó hacia ella, su voz bajando a un susurro conspiratorio. "El día del exterminio, mi querida Vaggie. Ese será el día en que Ben Tennyson dejará de existir."

La sonrisa de Alastor se volvió aún más siniestra, reflejándose en el ojo de Vaggie, donde una chispa de determinación desesperada comenzaba a arder.

Escena post créditos

Una semana después de su conversación con Charlie, Ben se encontraba revisando los últimos preparativos para el inminente Exterminio cuando Cerbero entró en la habitación, sosteniendo un sobre elegante en una de sus manos.

"Señor," dijo Cerbero, su tono serio, "ha llegado una carta para usted. Es del círculo de la Gula, específicamente de Beelzebub."

Ben tomó la carta, frunciendo el ceño mientras la leía. "Una invitación a una... ¿'mega fiesta'?" murmuró, su voz cargada de escepticismo.

Cerbero gruñó suavemente, sus tres cabezas mostrando diferentes grados de disgusto. "Señor, esto huele a trampa por todos lados. La fecha de esta supuesta fiesta coincide exactamente con el día del Exterminio."

Ben asintió, dejando la carta sobre la mesa. "Estoy de acuerdo, Cerbero. Es demasiado conveniente."

"Creo que lo han hecho a propósito," continuó Cerbero, sus ojos brillando con inteligencia. "Saben que no podrá asistir, sin importar las circunstancias. Esto les dará un pretexto para denigrarlo por faltar a la reunión, posiblemente iniciando un conflicto."

Ben sonrió, apreciando la agudeza de su amigo. "Bien pensado, Cerbero. Pero no vamos a caer en su juego. El Exterminio es nuestra prioridad. Una fiesta a la que no pensaba asistir de todos modos es lo último en mi lista de preocupaciones."

Cerbero asintió, una sonrisa de aprobación extendiéndose por sus tres rostros. "Sabía que diría eso, señor. Es una de las razones por las que los Hellhounds lo respetan tanto."

El Hellhound hizo una pausa, su expresión volviéndose más seria. "Hay algo más que debería saber, señor... Beelzebub... ella no es bien vista entre nuestra gente. De hecho, muchos la consideramos una traidora."

Ben levantó una ceja, intrigado. "¿Una traidora? ¿Por qué?"

"Beelzebub era originalmente una de nosotros," explicó Cerbero, un toque de amargura en su voz. "Pero traicionó a su propia raza por poder es una de las principales responsables del estado actual de los Hellhounds en el Infierno muchos la ven como la encarnación de la traición, más que de la Gula."

Ben procesó esta información, su expresión endureciéndose. "Entiendo. Cerbero, te prometo que nos ocuparemos de Beelzebub en su momento, después del Exterminio, ella será nuestro próximo objetivo."

Cerbero inclinó sus tres cabezas en señal de agradecimiento. "Gracias, señor. Su compromiso con nuestra gente significa mucho para nosotros."

Ben colocó una mano en el hombro de Cerbero. "Ustedes son mi gente ahora, Cerbero. Y yo cuido de los míos."

Mientras Cerbero salía de la habitación, Ben volvió su atención a los preparativos para el Exterminio, su determinación reforzada. La "invitación" de Beelzebub había sido un intento transparente de manipulación, pero Ben tenía prioridades más importantes. El destino del Infierno estaba en juego, y no iba a dejar que las maquinaciones de los pecados capitales lo distrajeran de su misión.

"Que intenten sus juegos," murmuró Ben para sí mismo. "Nosotros estaremos listos."

SEGUNDA escena post creditos

En un edificio decrépito en las profundidades del Infierno, la oficina de Immediate Murder Professionals (I.M.P.) bullía con su habitual caos controlado. Blitzo, el jefe de la operación, se encontraba lanzando dardos a una foto de Stolas con despreocupada precisión. Moxxie y Millie, absortos en sus teléfonos, apenas prestaban atención, mientras Loona roncaba suavemente en su cubículo.

El chirrido de la puerta al abrirse cortó el aire, pero Blitzo ni siquiera se inmutó. Una figura encapuchada entró, su presencia emanando una amenaza que hizo que Moxxie y Millie levantaran la vista de sus pantallas.

Una voz robótica resonó en la habitación. "Mi señor Mammón se encuentra... molesto por la existencia de cierta criatura, me ha encomendado buscar especialistas en el asesinato de humanos... y que cobraran barato."

Blitzo finalmente se giró, una ceja arqueada con interés. "¿Humanos, dices? Bueno, esa es nuestra especialidad aunque lo de 'barato' podría ser discutible."

El encapuchado deslizó una fotografía sobre el escritorio. Blitzo la miró con aparente indiferencia, pero un brillo de reconocimiento cruzó sus ojos.

"El objetivo se encuentra en el círculo del Orgullo," continuó la voz robótica. "Específicamente, en el distrito Hellhound del Este."

Blitzo tamborileó con sus dedos sobre el escritorio. "Suena como un trabajo complicado. No es que no podamos manejarlo, pero..."

Sus palabras se cortaron cuando el encapuchado dejó caer un maletín lleno de dinero sobre el escritorio. Los ojos de Blitzo se iluminaron, una sonrisa extendiéndose por su rostro.

"Bueno, cuando lo pones así, ¿cómo podríamos negarnos?"

El encapuchado colocó entonces una caja sobre el escritorio. Al abrirla, reveló un arma que hizo que todos en la habitación contuvieran el aliento. Incluso Loona se despertó, sus ojos fijos en el artefacto.

"Pueden quedársela," dijo la voz robótica. "Recibirán la otra mitad del pago al completar el trabajo. La misión debe llevarse a cabo específicamente durante el día del Exterminio. Solo ese día."

Blitzo asintió lentamente, su mente ya calculando los riesgos y las ganancias. "Entendido. El día del Exterminio será."

Sin otra palabra, el encapuchado se giró y salió de la oficina, dejando tras de sí un silencio cargado de tensión.

Moxxie fue el primero en romper el silencio. "Jefe, ¿está seguro de esto? Un trabajo durante el Exterminio es extremadamente peligroso."

Blitzo agitó una mano, desestimando la preocupación. "Peligroso, sí, pero mira este pago, y este bebé Blitzo tomó en francotirador celestial y le dio un beso."

Millie se acercó, examinando la fotografía. "¿No es ese el tipo del que todos hablan últimamente? El que ha estado causando problemas en el círculo del Orgullo."

"Exactamente," sonrió Blitzo. "Lo que significa que tendremos que ser extra cuidadosos. Pero hey, ¿desde cuándo nos ha detenido el peligro?"

Loona gruñó desde su cubículo. "Genial, más trabajo estúpido."

"No seas así, Loona," respondió Blitzo. "Este podría ser nuestro boleto a la grandeza."

Mientras el equipo comenzaba a planificar su próximo movimiento, una sensación de inquietud se asentó en la oficina. El día del Exterminio se acercaba, y con él, una misión que podría cambiar el destino de I.M.P. y del Infierno mismo.

Plot Twist una TERCERA escena Post créditos

En un universo distante, en la Tierra que Ben Tennyson una vez protegió, se desarrollaba una escena de pesadilla. Vilgax, el conquistador de 10 mundos, sostenía a Gwen Tennyson por el cuello, sus ojos rojos brillando con malicia.

"Por última vez, Gwen Tennyson," gruñó Vilgax, su voz resonando con amenaza, "¿Dónde está Ben Tennyson?"

Gwen, luchando por respirar, mantuvo su mirada desafiante. No pronunció palabra alguna.

Con un gruñido de frustración, Vilgax arrojó a Gwen al suelo. Se irguió en toda su altura, su voz alzándose en una proclamación.

"Entonces, por el honor del código del conquistador, ¡declaro la Tierra como mía!" Vilgax se volvió hacia Gwen, quien tosía intentando recuperar el aliento. "Veamos si reduciendo este planeta a cenizas lo hace salir de su escondite."

Mientras Vilgax se giraba para continuar su discurso de conquista, Gwen permaneció en el suelo, su mente corriendo. Los pensamientos la inundaban: la ausencia de Ben, la amenaza inminente, la responsabilidad que sentía hacia su planeta y su primo.

"No puedo dejar que esto suceda," pensó Gwen. "Si no hago algo, la Tierra será destruida. No podría ver a Ben a la cara cuando vuelva... No lo decepcionaré. Si tengo que sacrificar mi humanidad, que así sea."

Justo cuando Vilgax estaba a punto de dar la orden de ataque, sintió una inmensa energía detrás de él. Se giró bruscamente, sus ojos se abrieron con sorpresa ante lo que vio.

Flotando en el aire estaba un ser etéreo, una Anodita en su forma pura. Su cuerpo, de un rosa oscuro, estaba rodeado de lo que parecían llamas de energía del mismo color. Sus ojos, brillantes y sin pupilas, miraban a Vilgax con un odio intenso.

"Acabemos con esto, Vilgax," dijo la Anodita, su voz resonando con poder y furia.

Vilgax retrocedió un paso, reconociendo la voz. "¿Gwen Tennyson? Imposible..."

Sin darle tiempo a reaccionar, Gwen lanzó una ráfaga de energía mana contra Vilgax. El conquistador intentó defenderse, pero la fuerza y velocidad de Gwen en su forma Anodita eran abrumadoras.

Golpe tras golpe, Gwen desataba toda su furia y poder contra Vilgax. El conquistador, que tantas veces había sido una amenaza imparable, ahora se encontraba superado.

"¡Esto es por Ben!" gritó Gwen, lanzando un poderoso rayo de energía. "¡Por la Tierra!" Otro golpe derribó a Vilgax. "¡Y por todos los que has amenazado!"

Con un último y devastador ataque, Gwen canalizó todo su poder. La energía mana envolvió a Vilgax, quien gritó de dolor y sorpresa.

Cuando el resplandor se disipó, Vilgax yacía derrotado e inmóvil. Gwen, aún en su forma Anodita, flotaba sobre él, su respiración agitada ella a diferencia de Ben decidido tomar una decisión bastante brutal, ella desintegro a Viglax con un ataque de energía concentrada, a diferencia de Ben, ella prefirió destruir el problema de raíz sin dudarlo.

Mientras descendía lentamente, Gwen reflexionó sobre lo que acababa de hacer y lo que significaría para su futuro. Había salvado su mundo, pero a un costo personal enorme. Con Ben ausente, ahora recaía sobre ella la responsabilidad de proteger no solo la Tierra, sino quizás mucho más.

Ella miro sus manos, y el hecho que no sintiera culpa por acabar con Vilgax le hizo darse cuenta del peso de su decisión, ella jamás podría volver a ser humana.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro